Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El amor nace del recuerdo por Nami Takashima

[Reviews - 53]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos nuevamente!!

Ya les traigo el segundo capítulo, después de dos semanas de lo que había dicho ._.

Digamos que otra vez me estoy tomando muy enserio las vacaciones y el echar por la borda el capítulo que ya tenía listo fue el desastre total, pero les aseguro que no me había gustado y aunque tengo mis reservas con esto que les traigo creo que quedo mucho mejor que el primer escrito XD

Bueno los dejó leer y seguimos al final!!

Los cálidos días de otoño pronto cedieron el paso al crudo invierno y así fue que me encontré presenciando la manera en que los días junto a Al se me escurrían entre las manos, igual que lo hacía el agua del riachuelo en el que solíamos jugar.

Mientras tanto mis progresos respecto a leer y escribir no eran precisamente significativos, pero si podía estar con él todos los días no tenía nada más que pedir, cualquier cosa que viniera por demás era ganancia y por mucho…

Tal y como había sido el hecho de recuperar la confianza en mí mismo; me sorprendí al notar que poco a poco iba dejando de importarme la opinión o aceptación de los demás niños, vivía en un regocijo total y tenía ganas de demostrárselo a todos, de pararme en medio del campo y gritarlo a los cuatro vientos, pero Al me había prohibido terminantemente hablar de él.

¿La razón? No me la había dicho, pero ¿realmente importaba?

Estoy seguro de que  aquel fue el mejor momento de mi infancia y probablemente hubiera podido decir que llevaba la vida más perfecta del pueblo de no ser porque la madre que tanto amaba parecía debilitarse y hacerse más enfermiza día a día; algo ante lo cual no pude ser más que un simple e inútil espectador; después de todo seguíamos siendo muy pobres y mi madre no consideraba prioritario costearse los gastos de un médico…  ¡Si tan sólo hubiéramos tenido el dinero para hacer algo!

De cualquier manera me consolaba pensando que muy  por encima de esos problemas aún se encontraba  el hecho de que tenía una amorosa familia, sin contar a Rita desde luego, y un amigo al que apreciaba en demasía.

Los días corrían sin detenerse y para cuando lo advertí ya se acercaba la entrada de la primavera… cuyo mes prometía grandes sorpresas, para mí que cumplía 11 años y puedo asegurar que yo no era el único que tenía esto en cuenta, puesto que por aquellos días mis padres comenzaron a esforzarse más en el trabajo.

A pesar de que les había dicho hasta el cansancio que no era necesario, ellos habían insistido en que tendría una bonita cena para el día de mi cumpleaños… en el fondo me hacía feliz saber que me querían tanto como para hacer un esfuerzo de tal magnitud, sólo por darme un gran día. Por otra parte, mi pelirrojo favorito se la pasaba ideando maneras de obtener información sobre mis gustos y preferencias… por alguna razón él tampoco podía comprender que para mí no había mejor regalo que su amistad incondicional, así que decidí divertirme con los fallidos intentos de Al por sonsacarme algo que estuviera deseando como regalo.

Una semana faltaba para mí cumpleaños, cuando la vida decidió cobrarse la felicidad que me había regalado.

Mamá lucía muy fatigada, le costaba trabajo respirar  y no dejaba de quejarse ante un dolor en el pecho que ninguno conseguía explicarse; no pude evitar preocuparme, aun cuando ella insistía en que no era nada grave. Ver a un médico resultaría muy caro, pero tal vez si todo lo que habían estado ahorrando para mi cumpleaños se usaba podría solventarse una buena parte de costo ¿no?

Por supuesto que ellos no hicieron caso, al final seguía siendo sólo un niño… Sin embargo no podía dejar de sentirme inquieto, era como si tuviera un hueco enorme en el estómago; lo cual había provocado que buena parte de la noche la pasara llorando silenciosamente, sin estar seguro del porqué.

Al día siguiente la rutina se siguió tal cual debía, todos nos levantamos temprano y nos alistamos para salir, incluida mamá, quien a pesar de no sentirse del todo bien había insistido en acompañarnos.

Papá y yo esperábamos en la carreta, impacientándonos más a cada momento, pero mamá se ocupaba de dejarle instrucciones a  una adormilada Rita, sobre los deberes extras por realizar esa misma mañana. Por fin después de varios minutos vimos que ella salía de casa con su alegre sonrisa, se apresuró hacía el lugar en que nos encontrábamos y mientras corría la vi posar su mano sobre su pecho, sobrecogiéndose con un gesto de dolor en el rostro, lo siguiente fue verla caer pesadamente sobre el suelo.

—¡Mamá! —grité asustado y ya entre lágrimas, bajando de la carreta torpemente y sin saber que más hacer; papá habían sido más rápido y mientras que yo vacilaba en el mismo lugar, él ya la sostenía en brazos….

No hubo nada que hacer, había sufrido un ataque al corazón y nuestro lento actuar nos había costado su vida. Lloré desconsoladamente durante varios días, como nunca antes en la vida lo había hecho, siendo Al la única persona que me había brindado aliento; mi padre estaba demasiado ocupado en su dolor como para prestarme atención y Rita…

Ciertamente la actitud de Rita fue de lo más desconcertante, se mostró fría e indiferente, en algún momento me pareció que casi se alegrara de su muerte, como si con ello estuviera pagando por haberme concedido su amor cuando todo le correspondía a su hija legítima.

En cuestión de unos días las cosas habían dado un giro de manera drástica y yo aún no podía terminar de asimilar el hecho de que mamá ya no estaba más aquí, de que esa mujer que me había defendido contra todos se había ido para siempre…

Quería a papa, sí, pero el lugar que ella tenía en mi corazón nadie más lo podría ocupar.

De no haber sido por los breves ratos que veía a Al, no estoy seguro de que habría pasado conmigo, se enteró de lo mal que iba todo con mi familia y en algún momento llego inclusive a ocuparse de alimentarme; tomaba a escondidas la comida de su casa y me la traía sin demora, era realmente vergonzoso haber llegado a algo así, pero no podía hacer otra cosa, papá dejo de trabajar y se dedicó a gastar el poco dinero que teníamos en alcohol, se olvidó por completo de que Rita y yo seguíamos en casa.

Al menos así fue por un tiempo, pues Rita que ya era toda una mujer a sus 21 años, no lo soporto más y puesto que había conseguido un amante dispuesto a hacerse cargo de ella, un día sin más aviso que el que hizo al salir nos dejó…

No podía entender que era lo que ocurría, pero me quedó muy claro la fragilidad de las relaciones humanas, algo tan natural como la muerte podía destrozarlo todo, sin piedad alguna, ¿y que podía hacer yo, a mis escasos 11 años, siendo un niño al que buena parte del pueblo rechazaba?

Una tarde al regresar de ver a Al me encontré con que había un elegante carruaje negro esperando en la parte trasera de nuestra casita y seguida de ella se hallaba nuestra vieja carreta, la cual exhibía algunos bultos dentro; más tarde me enteraría que eran nuestras pertenencias…

—¿A dónde vas papá? —pregunté dejándome llevar por la ansiedad, presa del temor de ser abandonado, después de todo no era verdaderamente su hijo, ¿se atrevería a sacarme de su vida así?

—Nos vamos, así que sube al carruaje ahora—respondió de pronto y sentí como si me hubiera arrojado un balde de agua helada… El aire parecía abandonar mis pulmones y casi me sentí incapaz de respirar… ¡¿Había dicho que nos íbamos?!

—¡No! —grité momentos después, justo cuando mi cuerpo consiguió responder; para entonces papá ya no estaba cerca y tuve que correr dentro de la casa para alcanzarlo—. Papá, no me quiero ir —dije mientras intentaba lograr que me prestara un poco de atención, ciertamente estaba demasiado ocupado para notarme.

Lo llamaba insistentemente a la par en que mi desesperación crecía—. Papi, por favor —pedía inútilmente.

—¡Emile! —escuché un grito que me provocó un sobresalto y me hizo quedarme congelado en mi lugar—. ¡Basta ya! No tenemos tiempo para tus berrinches, ahora sube a ese carruaje antes de que yo mismo me encargue de subirte —dijo notablemente enfadado, con ese tono autoritario lleno de impaciencia al que tanto temía.

Invadido por el miedo y la impotencia apreté mis puños y sin más remedio me dirigí al carruaje, en donde di rienda suelta a mi silencioso llanto.

¿Por qué ahora? ¿A dónde íbamos?

Lo más extraño de todo… ¡Estaba sobrio! Tan sobrio como hacía varias semanas que no lo veía y de pronto venía para terminar de arruinarlo todo; lloré largo rato dedicando cada una de mis lágrimas al pelirrojo.

No íbamos a vernos jamás… ¿qué iría a pensar de mí? ¿Y si me tomaba por mentiroso? Tantas veces le juré que sería su amigo por siempre y ya no sería capaz de cumplir con mi promesa, ni siquiera había podido explicarle, ni siquiera había podido despedirme… ¿Y si llegaba a odiarme?

Además él era el único que se había preocupado por mí, si papá seguía empecinado en acabarse la vida bebiendo ¿qué iba a hacer yo? ¿Quién iba a darle trabajo a un niño que lucía tan débil? ¿Tendría que mendigar o robar?

Fueron tantas cosas las que cruzaron por mi mente, la ausencia de mamá y ahora de Al... no deseaba que su hermosa sonrisa, aquella que me había mantenido en pie, fuera reemplazada nuevamente por ese semblante triste que solía portar.

Aun cuando seguía pesándome la muerte de mi madre, en aquel momento mi mente no hacía más que pensar en mi más reciente pérdida, el pelirrojo ya lo era todo para mí, al punto en que mi mente estaba llena de él y mi corazón dolía al pensar que todo había acabado de un momento a otro; así, en medio de lo que parecía un interminable llanto me quedé dormido, soñando con todos los momentos que habíamos compartido, las risas, los juegos, las charlas…

Cuando desperté todo estaba oscuro, podía sentir el inestable andar de los caballos que arrastraban el carruaje y eso me hizo recordar que ya no estaba en mi vieja cama, me encontraba recostado en uno de los sillones del estrecho pero muy elegante espacio, froté mis ojos con ambas manos intentando aclarar mi visión. Prestándole atención al pequeño carruaje pude apreciar que todo estaba tapizado en negro y con finos detalles en dorado, además de un escudo que se exhibía en las cuatro paredes del carruaje; por más que lo intenté no logré entender que era lo que unas personas tan pobres como nosotros hacíamos ahí.

Noté que papá dormía apaciblemente, viéndolo así no podía concebir que mi cariñoso padre fuera ahora un alcohólico irresponsable. Sin hacer ruido me levante y me asomé por la ventanilla; al lado del camino no pude apreciar otra cosa que una larga hilera de árboles que dejaban entrever unas imponentes montañas al fondo. En lo alto se alzaba la luna, que parecía ir caminando a nuestro paso, ocupándose de bañar cada rincón con una tenue luz.

Estábamos tan lejos de casa… Otra vez sentí que la tristeza se apoderaba de mí y fui consciente de que algunas lágrima ya se deslizaban discretas sobre mis mejillas. ¿Cómo iba a hacer para soportar estos horribles sentimientos?

—Emile —llamó papá con su habitual tono amable, tomandome por sorpresa ya que yo lo creía dormido—. Ven aquí hijo —dijo mientras pedía que me acercara, titubeé un poco antes de hacer lo que me pedía—. No tienes por qué llorar, estoy haciendo esto por tu bien, sé que estos días te he fallado incontables veces, pero estoy tratando de enmendar mi error,  ya verás que te va a agradar tu nueva vida, sólo dale una oportunidad, dame una oportunidad —no respondí nada, simplemente no tenía ánimos de hablar— Emi… sé que no te digo esto muy a menudo, pero en verdad te quiero y hago todo esto pensando en ti… sólo espero que seas un gran hombre en el futuro, aun si tu madre y Rita ya no están con nosotros, te prometo que haré todo lo que pueda para que seas feliz—concluyó colocando su mano sobre mi hombro, me acerqué y lo abracé.

—Te quiero papá —dije mientras era estrechado por  sus fuertes brazos. No podía estar enfadado con él, comprendía perfectamente cuan afectado estaba, sin embargo aceptar esto no iba a hacer que superar lo de mamá o lo de Al fuera más fácil. Había perdido a mi madre y a mí único amigo casi al mismo tiempo y no había nada más que hacer…

Varias horas después volví a despertar debido al calor que comenzaba a hacer dentro del pequeño carruaje, esta vez me encontraba en brazos de papá, quien sonrió cariñosamente al notar que estaba despierto. Estaba adolorido por pasar tanto tiempo en la misma posición, así que sin esperar baje y curioso miré nuevamente por la ventanilla, esta vez me encontré con que llegábamos a un pueblito de lo más pintoresco, el lugar no dejaba de transmitir una sensación agradable, como si nos estuviera dando la bienvenida.

Atravesamos un puente de piedra y pude notar que bajo éste corría un río, nada tan lindo como el riachuelo en el bosque, pero seguía siendo agradable a la vista. Cruzamos unas rejas y entramos en lo que después comprobé era una jardín realmente extenso y que puso fin a nuestro viaje.

Nos encontrábamos frente a una casa que me pareció enorme… muy lejos de lo que era la casucha en la que vivíamos. Esperamos cerca de una amplia puerta de madera con llamativos vitrales, la cual se abrió casi enseguida, dejando ver a un hombre alto y muy elegante, vestido con un traje negro, camisa y guantes blancos.

—Buen día, soy el mayordomo de la familia Lowell  —se apresuró a decir mientras hacía una breve reverencia—. Sean bienvenidos y permítanme guiarlos a donde el señor de la casa ya los espera —concluyó antes de hacerse a un lado, invitándonos a pasar.

No pude evitar el sentirme intimidado en aquel lugar y ante aquel mayordomo, así que me mantuve muy cerca de papá y decidí que esta vez no me apartaría de su lado sin importar que ocurriera. Delante nuestro se abría la estancia principal dejando ver al fondo una gran escalera, fina tapicería y variedad de cuadros por las paredes; subimos siendo guiados hasta las habitaciones; cuando por fin llegamos, el mayordomo nos anunció y papá fue el primero en acercarse al hombre que yacía en cama.

Se saludaron de manera efusiva y con gran familiaridad, lo cual no pudo dejarme más sorprendido ¿De dónde se conocían?

—¡Aaron, que gusto volver a verte! —exclamó papá lleno de alegría, me desconcertó ver que por un momento papá parecía volver a ser el mismo hombre de siempre, estaba muy confundido pero feliz por verlo sonreír otra vez.

—Lo mismo digo, me alegra que hayan aceptado venir aquí, te aseguro que no se arrepentirán —decía el hombre que permanecía en cama. Lucía pálido y bastante delgado, parecía de la edad de papá, así que supuse que tendría unos cincuenta años.

—Déjame presentarte a mi hijo más pequeño, Emile —agregó haciendo que toda la atención se posara repentinamente sobre mí. Tragué saliva nervioso y me acerqué para saludar.

—No seas tímido pequeño —dijo Aaron al ver mi titubeo—. Me da gusto por fin conocerte, tu padre no deja de hablar de ti —admitió dejando salir una risilla espontánea e intercambiando una mirada de complicidad con mi padre antes de seguir—. Pronto estarán aquí mis dos hijos, espero que te lleves muy bien con ellos y si necesitas algo, cualquier cosa, no dudes en decírmelo ¿de acuerdo Emile? —concluyó haciendo gala de su amabilidad.

—De acuerdo y gracias por todo —agregué antes de volver a ocultarme tras mi padre.

—Isaac, lleva a Emile a prepararse para su estancia —ordenó al mayordomo quien me pidió que lo siguiera. Mire a papá en busca de su aprobación y asintió dándome a entender que debía irme con un completo desconocido…

Al salir de la habitación me condujo hasta un baño y tan pronto di un paso dentro, fui deslumbrado por el alarde de lujo que hacía aquel lugar. Se exhibían brillantes azulejos en las paredes y un piso en mármol que formaba un mosaico multicolor, a las orillas del baño se encontraban macetas con plantas de largas hojas verdes y abundantes flores de todo tipo que hacían pensar que esto era un jardín exótico y no un baño.  La parte más atractiva sin lugar a duda estaba en el centro, donde se hallaba una enorme tina, que ya se encontraba llena de agua caliente.

—Joven Emile, lo dejaré por un rato para que tome un baño, mientras tanto iré a preparar su ropa, siéntase libre de usar lo que se encuentra en este espacio, ya que todo ha sido dispuesto para usted y si necesita algo más no dude en llamarme —dijo mientras daba la vuelta manteniendo todo el tiempo un aire de perfección y elegancia, como el que sólo había visto en Al.

—Gracias —agregué tímidamente con una breve reverencia. Una vez a solas me quité toda la ropa y me duché rápidamente antes de meterme en la tina…

¡El agua se sentía realmente bien!  Tenía un aroma muy agradable y el ambiente resultaba por demás relajante, hundí mi cuerpo completamente y cerré los ojos disfrutando de las sensaciones que provocaba el agua sobre mi piel.

Pasé varios minutos de esa manera, hasta que unos golpecitos en la puerta llamaron mi atención.

—Adelante —dije notando que el mayordomo ya estaba de regreso.

—Su ropa está preparada ¿está listo para salir ahora? —preguntó amablemente y sin dejar de sonreír; honestamente no tenía la menor gana de dejar el agua, pero recordé que seguía siendo sólo un invitado y lo último que quería era causar problemas, así que con todo el pesar del que era capaz asentí y me esforcé para esbozar una sonrisa en respuesta al gesto del mayordomo.

Me acercó un toalla y luego me colocó una bata encima, apenas y podía caminar con semejante carga; luego fui guiado hasta otra de las bellas habitaciones que poseía aquella casa, dejándome con mi ropa nueva, no sin antes recordarme que me esperaría fuera  por si llegaba a necesitar algo. La ropa era muy bonita, un pantalón negro a juego con unas botas del mismo color, una camisa blanca con olanes en puños y cuello, una fajilla y un chaleco azul bordado finamente con un hilo dorado y con algunas joyas incrustadas ¿serían reales?

Comencé a vestirme sin demora y solo cuando no pude continuar llamé al mayordomo; esa ropa era muy hermosa, pero no estaba muy seguro de como colocar la fajilla y mucho menos de como acomodar esa complicada camisa…

—Usted es realmente muy amable ¿es muy complicado realizar el trabajo de mayordomo? —pregunté curioso de saber si esa amabilidad era parte de su actitud o de su trabajo.

—En ocasiones tiene sus complicaciones, pero supongo que cuando se puede tratar con jovencitos tan encantadores como usted todo se ve recompensado —dijo provocando que mis mejillas se encendieran.

—G-gra... gracias... de nuevo, me alegro mucho de haberlo conocido —admití sinceramente, no esperaba encontrar a alguien tan agradable en tan poco tiempo.

—Me honran sus palabras joven Emile, pero de cualquier manera creo que debería esperar a conocer a los hijos del señor Lowell, seguro que se llevará muy bien con ellos, en especial con la señorita —dijo sonriendo igual que antes…

¿Ellos había dicho? ¿Cuántos serían? Sólo me restaba esperar que fueran tan agradables como el mayordomo decía.

Tan pronto estuve listo nuevamente fui llevado donde papá y al entrar escuché varias exclamaciones de sorpresa.

—¡Vaya, vaya! Pero si ya eres todo un caballerito Emile —dijo Aaron con gran entusiasmo—. Pareces de la realeza pequeño ¿te ha gustado el regalo? —cuestionó aun con el asombro en el rostro, pero no podía juzgarlo, puesto que yo mismo estaba sorprendido de mi apariencia, había cambiado bastante ¡por primera vez en la vida parecía un chico! 

—¡Si! Muchísimas gracias, toda la ropa es realmente hermosa —dije haciendo una reverencia, sin saber exactamente como mostrar mi agradecimiento.

—Bien, pues acostúmbrate Emile, de ahora en adelante serás tratado igual que cualquiera de mis hijos, recibirás educación, vestido y cuanto se te antoje —concluyó con aires de suficiencia.

—¿Eh? —pregunté sin ser capaz de asimilar lo que me decía.

—No te sorprendas pequeño, mi intención al llamar a tu padre aquí fue la de brindarle todo el apoyo del que soy capaz; él es un viejo amigo mío y uno muy apreciado por cierto, así que lo menos que puedo hacer ahora que lo he encontrado es ayudarlo y eso incluye el mejorar tu vida. Creo que eres un jovencito con mucho potencial, así que aprovecha todo lo que te daremos para llegar a ser alguien muy importante en la vida —agregó fingiendo seriedad y echándose a reír  momentos después, ante su mala actuación.

¿Sólo así?

¿De un momento a otro nuestros problemas con el dinero se habían terminado? No podía terminar de creerlo. De pronto escuché unos pasitos que se acercaban apresuradamente y giré observando a una encantadora niña castaña, bastante bajita y que corría para arrojarse a los brazos de su padre.

—¡Estamos de regreso papi! ¿Nos extrañaste? —preguntó mientras se abrazaba amorosamente a él, completamente ajena a nuestra presencia.

—Por supuesto cariño, contaba los minutos para volver a verlos —justo en ese momento entró su otro hijo, un chico igualmente castaño pero que lucía mayor y un tanto más reservado que la niña—. Escuchen ambos, quiero presentarles a mi viejo amigo Benjamín y a su hijo Emile —concluyó a la vez que las miradas de sus hijos se deslizaban sobre nosotros—. Éstos son mis hijos Brandon de 11 años y Helena de 9 —entonces Aaron fijó su vista en mí —Emile, espero puedan ser buenos amigos —luego continuó volviéndose hacia su hija—. Helena, por qué no llevas a Emile a conocer la casa, anda vayan y diviértanse un rato —antes de que su padre terminara de hablar, la niña ya se encontraba en la puerta esperando por mí, sentí en la espalda un empujoncito y con un torpe andar seguí a mi nueva acompañante.

Caminamos por los largos pasillos antes de llegar a las escaleras que bajamos en completo silencio. Luego salimos y comenzamos a pasear por el jardín, por un momento me pareció que quien estaba a mi lado era el pelirrojo, pero cuando miré nuevamente estaba esa niña de aspecto delicado.

—¿Vas a quedarte Emile? —preguntó Helena dejando salir de su boca las primeras palabras desde que nos encontrábamos a solas.

—Eso parece —dije sin mucho ánimo, parecía que el recuerdo de Al iba a atormentarme por el resto de mis días. Tarde algunos momentos en darme cuenta de que Helena ya se había sentado y yo seguía caminando tontamente; el viento movía suavemente los caireles perfectamente formados que se lucían en su cabello y sus ojos cafés se mantenían fijos en mí, atentos a cada uno de mis movimientos...

Pasaron varios días antes de que comenzara a sentirme cómodo en presencia de Helena, pues ella parecía examinarme a fondo en cada mirada que me dedicaba, sin embargo una vez superada esa parte comenzamos a divertirnos juntos y al menos por ratos podía ocupar mis pensamientos en algo que no fueran mi madre o el pelirrojo.

Jugar al escondite, a la hora del té, ser el padre de alguno de sus muñecos o fingir alguna boda, se volvieron actividades muy habituales cuando compartía mi tiempo con ella. Por otra parte, el tiempo que pasaba en compañía de su hermano era completamente distinto; no ocurría muy a menudo que Helena aceptara compartirme, pero cuando estaba con Brandon, puedo decir que mi tiempo era un tanto más… recreativo.

Comenzó por enseñarme a jugar ajedrez y después de que aprendí comenzamos a tener numerosas partidas, me parecía todo un reto jugar con él, pero con cada juego puedo asegurar que iba mejorando; pues me tomó varios años pero logré derrotar a mi maestro.

Respecto a la promesa hecha por Aaron, puedo decir que se cumplió hasta el último momento; tuve un tutor que se encargó de enseñarme a leer y escribir, lo que me permitió descubrir lo apasionante que podía ser el mundo de la literatura. Aprendí sobre todo tipo de ciencias, cultura, reglas de etiqueta, baile y deportes; destacándome en el esgrima, donde solía desquitar mis frustraciones contra Brandon, ya que las derrotas que no lograba sobre el tablero, las obtenía con espada en mano…

Papá tomó el mando frente a los negocios del señor Lowell; la principal fuente de riqueza que poseía esta familia estaba concentrada en los viñedos con que contaban. Pero eso realmente no resultó relevante para mí en su momento, más bien lo que no lograba explicarme era ¿por qué Aaron estaba haciendo todo esto?

Tuve que poner mucho empeño antes de conocer la verdad, ya que para ello fue necesario que cuando me libraba de Helena, me convirtiera en un eficiente espía. Solía esconderme y escuchar las conversaciones, obteniendo respuesta a mis preguntas de cuando en cuando; el resto de la información pude sonsacarla sutilmente en mis conversaciones con Helena y como fruto de amistad con el mayordomo.

Resultó que efectivamente, Aaron era un viejo amigo de papá, ambos habían crecido en el mismo pueblo y se había separado debido a que las ambiciones de cada uno eran diferentes; no sin antes prometer que si alguno triunfaba, brindaría su ayuda al otro. Y así, a diferencia de mi padre, la diosa fortuna le había sonreído a su mejor amigo, permitiéndole hacerse con una cuantiosa fortuna gracias a su habilidad en los negocios.

Respecto a la razón de que me hallara aquí con mi padre…

Me enteré de que Aaron estaba desahuciado, tenía una extraña enfermedad ante la cual los médicos estaban desconcertados, continuamente enfermaba, sufría insuficiencias respiratorias, fiebres y su débil constitución lo hacía víctima fácil de enfermedades que normalmente habrían pasado despercibidas. Sus hijos no tenían más familia que él y necesitaba alguien de confianza que pudiera hacerse cargo de sus negocios y de sus hijos, tarea para la cual había elegido a mi padre.

De esa manera pasaron 2 años antes del fatídico día, pues una mañana, cuando nadie lo esperaba, Aaron comenzó a quejarse desesperadamente, sin saber que más hacer, sólo pudimos llamar al médico familiar, quien resulto tan inútil como cualquiera de nosotros.

Brandon estaba por demás molesto… frustrado y era algo que todos podíamos comprender a la perfección, en aquel momento compartíamos la sensación de impotencia que nos imponía semejante ocasión. La pobre Helena no dejaba de llorar y todo el tiempo permaneció al lado de su agonizante padre, mientras tanto fui testigo de cómo el dolor se apoderaba de cada uno de los gestos de mi padre, otra vez…

¿De verdad la vida tenía que ser tan miserable como para poner fin de esta manera a la vida de un buen hombre? ¿No se suponía que había sido invitado aquí bajo la promesa de una vida feliz? ¿Cómo podría ser feliz si tenía que cargar con algo como la muerte de Aaron?

Seguro que no fui el único en cuestionarme esto último y a pesar de ello sería la pequeña Helena de 12 años y su hermano de 14, quienes tendrían que poner a prueba su fuerza para seguir adelante. Después de todo en esta vida no estaba permitido darse por vencido tan fácilmente…

Tras el entierro de Aaron todo se llevó a cabo según las instrucciones que el mismo había dejado, por lo que mi papá comenzó a hacerse cargo de todo y tan pronto Brandon cumpliera la mayoría de edad, tomaría la parte que le correspondía de los bienes de su padre.

Me sentía como un aprovechado ¿Qué hacía yo viviendo a costa de su dinero? Tuve que tener varias charlas con Helena antes de que ella consiguiera convencerme de que la decisión había sido tomada por su propio padre y que ésta debía ser respetada.

Estando más tranquilo fue que pude brindarle todo mi apoyo tanto papá como a ella, que era quien más lo necesitaba, de alguna manera Brandon lograba sobrellevar la situación, pero su hermana era una historia diferente. Supongo que fue desde aquel momento que ella comenzó a considerarme realmente su amigo, pues no volvió a separarse de mí en los años que vinieron.

Pero estar con ella no siempre era tan fácil, me resultaba realmente complicado seguirle el paso a las ocurrencias que solía tener y más aún cuando los temas se referían al romance, yo no sabía nada más allá de lo que había leído en novelas… ¿Cómo podía ser un buen consejero? Mi ignorancia ante el tema y la falta de sentido común, produjo mi primer "pelea" con Helena…

—Emile… —llamó mientras observaba por la ventana el jardín que florecía alegremente ante la llegada de la primavera—. ¿Tú crees que soy bonita? —preguntó desconcertándome ante la manera tan repentina en que sacaba el tema, logrando inclusive que apartara la vista del libro que ocupaba mi atención.

—Por supuesto, eres muy hermosa —respondí como todo un caballero, tal cual lo dictaba la educación que había estado recibiendo durante los últimos años, aunque era una respuesta que cualquiera podría haber dicho, puesto que ahora ella era una señorita realmente hermosa—. ¿Por qué lo preguntas ahora? —insistí curioso por saber cómo es que habíamos terminando hablando de esto.

—Bueno, me preocupa no ser lo suficientemente bonita como para merecer el amor de la persona que me gusta —agregó sin dejar de mirar por la ventana. ¡Vaya, esta chica que si disfrutaba de meterme en aprietos! ¿Ahora quería que jugara a ser cupido?

—Pero que dices, dudo que haya alguien capaz de negarte su amor —agregué sin prestar demasiada atención a la situación, ya que mientras hablábamos intentaba terminar de leer.

—Eres un tonto Emile —dijo mientras suspiraba como harta de la situación, luego se dio la vuelta y me dejo sin que pudiera comprender por qué demonios se había molestado. Las mujeres eran de lo más complicadas y si no hubiera sido porque Brandon comenzó a cambiar drásticamente, probablemente hubiera preferido estar con él.

Los hermanos iban de baile en baile, conociendo a un montón de gente, lo cual los hizo tomar actitudes completamente diferentes. Brandon parecía estar trazando su futuro al establecer lazos con otros comerciantes ricos y llegando a tratar incluso con la nobleza. Helena por su parte, se dedicó a usar toda la coquetería de la que era dueña para conquistar a cuanto hombre se cruzaba en su camino, mostrándose desinteresada una vez que estos caían irremediablemente enamorados y sin embargo ella no perdía oportunidad de echármelo en cara; en algún momento me pareció la cosa más absurda, pero después de algún tiempo llegué a la conclusión de que estaba intentando llamar mi atención.

Siete años se fueron así para el par de hermanos y a mí la vida se me iba sin saber a ciencia cierta cuál era el sentido de ésta. Hasta que una noche, durante mis sueños, volvió a aparecer de la manera más inoportuna aquel pelirrojo que había sido el primero en tenderme su mano…

Desperté agitado y pude sentir como algo en mí seguía agitándose de sólo pensarlo ¿Aun me recordaría? Era tonto seguir sufriendo por algo así, él tenía la misma edad que yo, así que con 21 años seguro que ya estaba comprometido con alguna linda chica y tenía cosas realmente importantes de las que ocuparse; no como yo, que era un antisocial, jamás salía de la casa y ni pensar en el romance, parecía ser demasiado para mí.

Era de lo más patético…

Ante la falta de atención de los hermanos, intenté volverme a mi padre y luego al mayordomo, fracasando en ambos casos, debido a que ambos se encontraban realmente ocupados. Fue entonces que en medio de mi soledad comencé a evocar toda la melancolía de que era capaz ante la pérdida de mi madre… Ante la pérdida de Al…

Por alguna razón no dejaba de molestarme el hecho de que el pelirrojo pudiera haberme olvidado, cuando yo seguía pensándolo todos los días e incluso soñando con él. Semanas enteras me dediqué a pensar exclusivamente en Al, sin que los demás a mi alrededor pudieran importarme demasiado.

No me di cuenta en que momento había ocurrido, pero tuve que aceptar que el afecto que sentía por el pelirrojo estaba yendo más allá de lo que yo mismo comprendía, ¿Al era la razón de que no pudiera prestarle atención a Helena?

Yo… yo… ¿estaba enamorado?

Hundido así en mis cavilaciones, una tarde llegó Helena en busca de mi compañía lo cual me sorprendió bastante, pues después de nuestra infantil “disputa” no había intentado volver a dirigirme la palabra…

—¿De verdad no te cansa llevar una vida así? —preguntó de pronto, de una manera más directa de lo que había esperado. ¿Había razón para urgir el agravio?

—Realmente no —respondí con toda la calma de la que fui capaz, lo último que quería era ofender a la chica cuyo padre me había cambiado la vida. Pero ella no quedo satisfecha con mi respuesta, más bien parecía irritada con mi actitud.

—Contigo no funcionan las sutilezas ¿cierto? —insistió sin esforzarse en lo más mínimo por disimular su molestia—. Necesito que me acompañes al baile de esta noche —admitió por fin, posando sus ojos oscuros firmemente sobre mí.

—Creo que sería más prudente si te acompaña tu hermano —objeté en un intento por evadir los deseos de Helena; sería bastante desagradable pasar la velada entre un montón de gente a la que no conocía.

—Él estará ocupado y es imperante que asista esta noche…

Imperante, si claro, debía ser de suma importancia conquistar a otro desventurado. De cualquier modo me sentía lo suficientemente culpable como para oponerme a su capricho, así que presto me dirigí a mi habitación para buscar lo que debería usar esa noche.

Estaba preguntándome que podría ser lo más adecuado, ciertamente las ropas que había ido adquiriendo a lo largo de los años eran elegantes, pero no lo suficiente como para asistir a una de esas fiestas que tanto disfrutaba Helena; donde todos eran lucían presuntuosos atuendos.

Un escalofrío me recorrió el cuerpo al pensar las cosas que tendría que soportar esa misma noche, por lo poco que me había dicho mi malhumorada acompañante, nos dirigíamos a un baile lleno de comerciantes ricos; ya podía verme junto a la gente alardeando de su dinero descaradamente, en un ambiente superficial y frívolo…

Tocaron a la puerta y regresé a la realidad, el mayordomo sostenía en brazos una funda amplia que me entregó sin tardanza.

—La señorita Helena pide que lo use esta noche —Nada se le escapaba a los ojos despiertos de esa chica.

Al menos ya no tendría que preocuparme por esto, era una gran ayuda, pues tendría tiempo extra para mentalizarme antes de tener que dejar la comodidad de esta casa. Coloqué la funda del traje sobre la cama y la abría con ansias, quedando instantáneamente maravillado por el contenido…

 

 

 

Notas finales:

Ok...

Pues ya esta XD ¿les ha gustado? Espero que si ._.

Fue un capítulo bastante trágico, pero bueno, me agradaría ver sus reviews aquí n_n

Igual que siempre, les agradezco muchísimo a todos aquellos que se toman la molestia de leer mis fics todos locos XD

Y aprovechando el espacio...

No tiene nada que ver con este fic, si no con los otros dos que he escrito, no es publicidad ni nada jaja pero me parece que muchos de los que leen este fic han leído los anteriores, he prometido dos capítulos a algunos lectores XD y al menos de "Nací para amarte" intentaré tenerlo listo para el 24, no sé cómo, no sé cuándo XD pero intentaré hacerme tiempo para escribir y complacer a todos los que me pidieron lemon n_n

Bueno ya estuvo bien de cosas fuera de lugar, supongo que de este fic ya no actualizaré hasta el año que viene (si, hasta dentro de una semana y algo jaja) entonces nos leemos de nuevo tan pronto como tenga listo el siguiente capítulo!!!! 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).