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Besos en monocromo por Yoshita

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Notas del capitulo:

Pensé que jamás volvería por acá, me descubrí fan del yaoi de One Piece así que últimamente he estado allí, si gustan del ZoSan y el LawLu, les invito a darse una pasada por mis fanfics. 

Bueno, es mi primer yuri y es un YoruichixSoiFon, mi pareja favorita de yuri. 

Espero les guste. 

Nota: subido desde un dispositivo móvil, si se ve mal es por eso, lo editaré cuando tenga la oportunidad. 

 

Para Brian, Jozeph y Esteban, ¿ven que si piedo hacer yuri?

 
Volverse a ver después de las circunstancias en las que se habían separado era un alivio. Era tranquilizante saber que no había resentimiento de por medio en su relación. 
Se sentó en el jardín de afuera de su escuadrón. No tenía por qué quedarse dentro todo el tiempo. Era libre y de vez en cuando necesitaba su espacio. Recordaba el día anterior y sonreía de manera imperceptible. Se tocó los labios. Recordó. 
 
 
Shihouin Yoruichi no era precisamente la clase de mujer que huye de sus problemas y situaciones. Eso incluye sus propios sentimientos. Se paseaba en cuatro patas por el pasillo de Urahara Kisuke mientras movía su cola con avidez. 
-Yoruichi-san, sabes que no me molesta que estés aquí, pero por lo menos esa actitud es mas aconsejable si estás convertida en gato. 
La mirada ambarina se fijó en el tendero. Se detuvo y se sentó. Lo miró fijamente. 
-Kisuke, me voy al Gotei. 
-¿A qué?
-Tengo un asunto pendiente. 
-Sabes como irte, no se para qué me dices. 
-Por si algo. 
Se levantó del suelo de madera y se encaminó al camino creado por el sombrerero para viajar al Seiretei. Pasó por el túnel y entró por las puertas. Se paró en seco frente a los escuadrones de protección. 
-¿Ahora qué? No es propio de mi titubear. 
 
La mañana era fresca y entrenar se hacía esperar. Comió algo ligero y salió por entre los tejados hasta llegar a una montaña alejada de toda la construcción y acceso. Suspiró profundo y alzó los brazos, los bajó y soltó el aire. Comenzó. Lanzó una patada rápida al aire y luego imitó el movimiento con la pierna contraria. Soi Fon se movía ligera, como el viento que era. Lanzó un puño en dirección contraria y lo siguió con una patada doble, junto con una pirueta por el suelo y un salto intentando tocar el cielo. Se detuvo con las manos en posición de lanzar un nuevo golpe. Respiró y suspiró con calma. 
 
Mientras saltaba y rastreaba, se sentía torpe. No porque lo fuera, sino porque se había arrebatado antes de saber exactamente lo que quería y debía hacer. Podría haber pensado antes, pero simplemente quiso correr al encuentro de la chica de pecho plano en la que había estado pensando todo ese tiempo. Tenía varias posibilidades: estaba el ser olímpicamente rechazada y perder el respeto que la chica le profesaba. También estaba el rechazo simple, pero que rompiera con su amistad de años e incomodar a la capitana del segundo escuadrón. Y finalmente estaba la opción deseada, donde Soi Fon la correspondía y la amaba tanto como ella lo hacía. Pero primero tenía que intentarlo y estar abierta a las tres posibilidades que tenía. Siguió corriendo. 
 
El sudor le bajaba por la frente y el cuello. 
-Yoruichi-sama...- susurró para ella misma y se concentró en su reiatsu. Lo hizo elevar lo que mas pudo, se sintió rodeada por su propio inmenso poder, se pensó invencible. Y luego lo hizo desaparecer casi por completo. Se centró en su alrededor: las plantas, los árboles, el río, los pájaros... Pensó en Yoruichi. Ya hace mucho que se había admitido a si misma que esa mujer no sólo era "esa mujer" sino "la mujer". Se había enamorado hace tanto que ya no podía recordarlo. Se había acostumbrado a sentir el amor por ella que no se lo había confesado. Simplemente se había llenado de ese amor y no de la valentía que le hacía falta para poder confesar la verdad. 
Se secó el sudor y continuó. 
 
Aunque quisiera, sus pensamientos no estaban en el orden en que deberían, pululaban sin sentido y no lograba conjeturar una sola acción acorde a lo debido. Frenó en seco frente al Segundo escuadrón ¿por qué dudaba tanto? Entró. 
-¡Shihouin-sama!- escuchó voces de sorpresa, nadie la esperaba allí. 
-¿Dónde está Soi Fon?- demandó. 
-La capitana salió temprano en la mañana. 
-¿A dónde fue?
-No sabemos. 
Se exasperó. Necesitaba información competente. Además, se sentiría realmente estorboso buscar el reiatsu de una pequeña capitana que seguramente estaba lejos.  
Su desesperación creció. 
 
Se sentó en el suelo luego de acabar casi por completo su energía. Estaba jadeante y cansada y no podía mas con sus piernas. 
Se echó para atrás y puso los brazos tras su cabeza a modo de soporte y buscó figuras en las nubes como solía hacer de niña. Las delineaba con su dedo y las mencionaba en voz alta: una casa, una estrella, una espada, un gato...
 
Saltando y volando supuso que llegaría a algún lado y esperaba que ese "algún lado" no se moviera de allí. Estaba nerviosa, si, pero no le importaba. A ella, Shihouin Yoruichi, jamás le importaban esas cosas. Pero era diferente. En esta ocasión estaba en blanco. 
Cuando estuvo suficientemente lejos del Seiretei, comenzó a captar débiles señales de reiatsu, poder que reconoció como el de su objetivo a hallar. Sonrió para si misma. 
 
Había cerrado los ojos y suspiraba muy de vez en cuando. Se había quedado acostada en el mullido suelo, descansando. No esperaba mucho de ese día. No esperaba nada, mucho menos el roce de unos labios con los suyos. Abrió los ojos de golpe pero no logró ver a quien la besaba, unas morenas manos tapaban su vista mientras los labios ajenos aumentaban la intensidad de el encuentro. Ambos labios se entreabrían intercambiando alientos, buscaban la inmensidad de su interior de manera extrovertida y confianzuda, porque se notaba a leguas que Shihouin Yoruichi no se lo iba a dejar fácil a Soi Fon. 
Como la estaba besando, la menuda capitana era incapaz de retirar los brazos de detrás de su cabeza, por ello le era imposible moverse, sus ojos estaban tapados y su boca ocupada, estaba a la merced de esa persona cuya lengua había encontrado diversión en trazar sus labios, pliegue por pliegue. 
Pero, no señor, Soi Fon estaba muy consciente de el, o mejor, la dueña de los ladrones de aliento, porque no cualquier persona tiene semejante reiatsu, no cualquier persona la encuentra tan fácil y no cualquier persona tiene esas finas y delicadas manos fuertes y morenas que la apresaban. No, no era cualquiera. Era Shihouin Yoruichi. Y por eso no cabía en si misma, porque no encontraba razón lógica para que ella la estuviera besando. 
Al fin se rindió y le destapó los ojos, encontrándose con dos perlas doradas que la miraban fijamente. Allí lo distinguió, en el cruce fortuito de ámbar y lapislázuli, esa sorpresa y alegría en una sola, aunadas, como los besos en monocromo que son blancos y negros. 
Notas finales:

Gracias por leer. 


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