Después de tanto tiempo sin verse, era natural que la reacción de JongIn fuera algo salvaje, que atacara los labios de KyungSoo, dejando a éste sin aire. Eso era lo que esperaba el mayor, no que el moreno lo abrazara con todas sus fuerzas y comenzara a llorar.
Sin entender la situación, tímidamente rodeó al menor con sus brazos. Al escuchar los sollozos del más alto, apretó su agarre. JongIn ocultó su rostro en el pálido cuello del más bajo, aspirando su dulce aroma, aquel que tanto extrañó. Lo sujetaba como si tuviera miedo de que se desvaneciera como humo, como si fuese sólo una alucinación suya.
KyungSoo jamás había visto esa faceta del menor. Sí, en ocasiones era algo infantil e inmaduro, pero nunca se había mostrado tan vulnerable, tan expuesto. Su corazón dolía, y más al saber que él era la razón de su dolor. Él sufrió también, y si no lo buscó para arreglar las cosas no fue porque no quisiera, sino, porque fue un castigo que se puso él mismo, por dañar a la persona que más amaba. Pero cuando lo hizo, no se detuvo a pensar en que de esa manera JongIn saldría más herido, tampoco pensó en que tal vez JongIn hubiera querido que lo buscara. Ahora se arrepentía.
El mayor tenía ganas de llorar también, pero sabía que por JongIn tenía que mantenerse fuerte. Él lo necesitaba.
Con delicadeza y cariño acarició la cabeza y espalda del moreno. Poco a poco sus lágrimas fueron disminuyendo, hasta cesar por completo. KyungSoo beso su mejilla, sintiendo la humedad contra sus labios.
-Dime que esto no es otro de mis sueños, KyungSoo-. Exigió JongIn, aún sin soltarlo. El nombrado cerró los ojos, sintiendo el calor que emanaba el cuerpo ajeno.
-No lo es, bebé. Estoy aquí, he venido por ti-. Respondió. Su voz comenzaba a temblar, aun si hacía todo lo posible para no estallar en llanto.
-¿Has venido para quedarte?-. KyungSoo besó dulcemente su frente.
-Por supuesto-.
-¿Para siempre?-. El mayor sintió mariposas revoloteando no sólo en su estómago, en todo su interior, cuando vio que los labios de JongIn se curvaban hacia arriba, formando una hermosa sonrisa.
-Para siempre. Hasta que nos volvamos polvo y el viento nos lleve por caminos completamente distintos-. JongIn soltó una risa. Se separó un poco del mayor, pero sin dejar e sujetarlo con sus fuertes brazos.
-Eres tan raro como siempre-. Comentó. KyungSoo lo golpeó suavemente en la espalda.
-Pero así me amas-. Dijo sonriendo coquetamente. JongIn volvió a estar serio y lo abrazó de nuevo.
-Sí que lo hago. No sabes cuánto te extrañé KyungSoo. Tardaste demasiado en venir a mí ¿sabes?-. No lo decía con la intención de hacerlo sentir culpable, pero lo hiso.
-Lo sé, perdóname, por favor. Te juro que me arrepiento. Quiero que sepas que en ningún momento dejé de amarte, ni siquiera cuando me comporté como un completo idiota contigo, jamás hubo alguien más, siempre fuiste tú, es sólo que mi trabajo y…-. JongIn lo calló poniendo su dedo índice en sus labios.
-No hace falta que me des explicaciones, todos cometemos errores y nosotros no fuimos la excepción. Pero nunca es tarde para dejar atrás esos errores y comenzar de nuevo-. El más alto recargó su frente en la de KyungSoo. Observó detenidamente las facciones del mayor. Sus ojos redondos adornados por sus largas y negras pestañas, su pequeña nariz, sus esponjosos labios, sus mejillas regordetas. Sin duda para él no existía persona más hermosa que KyungSoo. Su rostro era un deleite para cualquiera que lo mirara. KyungSoo notó cómo lo miraba el menor y sonrió.
-Entonces, Kim JongIn ¿aceptarías ser de nuevo mi novio?-. El mayor se sorprendió al ver que JongIn negaba seriamente con la cabeza.
-No quiero ser sólo tu novio, KyungSoo. Yo quiero ser todo para ti, así como tú lo eres para mí. Sé que no podemos casarnos, pero no necesitamos un papel que diga que somos pareja, tenemos algo mucho más importante, nuestro amor. Yo creo que eso vale más que cualquier cosa-. Ambos habían comenzado a llorar, pero esta vez de felicidad. Ahora fue KyungSoo quien ocultó su rostro en el pecho del más alto.
-Te amo, te amo te amo. Te amo demasiado, gracias por darme otra oportunidad, no te defraudaré, le lo prometo-. JongIn besó su cabeza.
-Y yo te amo a ti cariño. Por cierto, extrañaba que me llamaras así-. Comentó, KyungSoo lo miró curioso.
-¿Así cómo?-. Preguntó. JongIn acarició su mejilla.
-“Bebé”, hace mucho que no lo hacías, pero amaba cuando me llamabas por ese apodo-. Se sonrojó cuando lo dijo. KyungSoo se deleitó con la vista. No todos los días se veía a Kim JongIn sonrojado. Estaba feliz de tener ese poder sobre él.
-Puedo llamarte así cada vez que quieras, bebé-.
-Me gusta, pero me gusta más cómo suena mi nombre de tus labios-. KyungSoo había olvidado qué tan romántico y cursi era su novio, pero esa era una de las muchas razones por las que se había enamorado perdidamente de él. –Soo, ¿quieres dar un paseo? Hay un lugar al que me gustaría ir-.
-Claro, vamos-. Tomados de la mano, bajaron las escaleras.
Ya abrigados, salieron fuera de la vivienda, aún con sus manos entrelazadas. Caminaron algunas manzanas, las casas estaban decoradas con luces de colores y objetos navideños, también destacaba la música navideña. A KyungSoo le traía paz esa temporada. Pararon al llegar a la plaza. El lugar estaba completamente desierto, a excepción de ellos dos no había nadie. Los locales estaban cerrados, pero era de esperarse, pues era víspera de navidad y seguramente todos estarían cenando y festejando con sus seres queridos.
Se detuvieron frente al enorme árbol, cuyas luces eran las únicas que alumbraran los alrededores. De pronto la nieve comenzó a caer, formando un ambiente de paz y tranquilidad. JongIn sujetó la cintura de su pareja y lo miró a los ojos, sonriendo.
-Vine aquí hace una semana, pero no era lo mismo sin ti-. Los bellos del cuerpo de KyungSoo se erizaban cada vez que JongIn decía una cosa como esa. Jamás se cansaría e él.
-Me hubiera gustado traer mi cámara, pero la olvidé-. Se quejó el mayor. JongIn metió su mano en el bolsillo de su pantalón, al parecer buscando algo.
-Yo traje la mía-. Dijo con una sonrisa. La prendió y abrazó a KyungSoo por el cuello, recargó su barbilla en el hombro el mismo y tomó la foto.
-Quiero ver-. KyungSoo le arrebató la cámara para mirar la fotografía. –Wou, realmente te ves guapo-. JongIn besó su mejilla.
-Y tú te ves hermoso, con tu sonrisa de corazón y esas mejillas que quiero morder y pellizcar-. KyungSoo unió sus labios con los de JongIn. Se sintió feliz de no haber roto la tradición ese año. En medio del beso, una duda invadió su mente, al separase, no pudo evitar la curiosidad.
-JongIn, sinceramente ¿estuviste con alguien mientras estuvimos separados?-. Preguntó con miedo. JongIn sintió que le podría dar un coma diabético por la dulzura de KyungSoo.
-No, estaba esperando el momento en que volvieras a mi lado. ¿Y tú?-. Ahora preguntó él.
-Tampoco, a decir verdad, no esperaba que me perdonaras, pero en todo este tiempo no hubo nadie que me interesara-.
-Cierra los ojos y abre la boca-. Dijo de repente el más alto. KyungSoo sonrió e hizo lo que le pidió. Supuso que le daría algún dulce, pero lo que hizo fue mucho mejor. No se molestó en abrir los ojos cuando sintió la boca del otro apoderarse de sus labios. Inmediatamente respondió al beso igual de desesperado que JongIn. Sus manos instintivamente se enredaron en el cabello del menor, y el sintió sus manos acariciando su cintura. Segundos después la falta de aire les obligó a parar el beso, pero mantuvieron la cercanía de sus rostros.
-¿Sabes? Los milagros de navidad sí existen-. Habló el más bajo. –Tú eres mi milagro, JongIn-.