Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Rainy Love, Wild Paradise ~ Winter (We Were In Love) por JHS_LCFR

[Reviews - 264]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Mis agradecimientos eternos a parku, una amiga con mucha paciencia y mucha buena onda :D

Winter 5

 

-Ah, viniste—su saludo fue alegre, venía casi saltando con las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón; vestía un buzo tejido azul con detalles blancos en el cuello y los brazos así como una delgada bufanda bordó que le combinaba con los borcegos, me sorprendió lo poco abrigado que estaba—Pensé que me dejarías plantado, pero quién sabe…quizás no querías venir y nos terminamos cruzando de nuevo.

Sentado al pie del tobogán, lo miré sin levantarme; intenté sonreírle a  modo de saludo, pero mi cuerpo no tenía fuerzas. Quise levantar la mano, pero tampoco encontraba ganas en esa parte de mi cuerpo…sólo pude murmurar, dándole a entender que reconocía su existencia. O su broma. O algo.

-Ah, sigues deprimido—se paró a mi lado, cruzado de brazos—¿Por eso fuiste al bar, intentaron alegrarte?

-¿Cómo es que lo sabes todo?—protesté, enojado—Ahora tú me estás espiando a mí—ladeó la cabeza en respuesta, tenía ganas de arrancarle la alegría a golpes de la cara.

-Fácil: yo fui anoche por la misma razón…creo que no necesito explicarte qué me pasó exactamente—se sentó en la fina capa de nieve, en ningún momento había dejado de nevar—MinYoung lo dejó bastante claro la última vez, ¿Cierto?—se rascó la nuca, sonrojado—Esa niña…con tal de hacer las paces entre dos personas es capaz de hablar de más. Te manda saludos.

-Dile que yo también la extraño—farfullé, hundiendo mi boca en la bufanda negra—Y si cortaste con tu novia, ¿Cómo puedes pasar de moquearte todo a estar tan molestamente contento?

A pesar de que sus comisuras estaban hacia arriba, había tristeza en sus ojos.

-No estoy feliz, creo que no volveré a estarlo en mucho tiempo.

-¿Por?

-Estuvimos juntos siete años. La conocí en la secundaria, cuando tenía trece. Y sin darme cuenta…pasé casi…casi la mitad de mi vida con ella.

-Oh, eso debe ser…feo.

No encontraba palabras para describirlo: no sabía que había sido tan malo; repasé mentalmente cómo se derrumbaba Taemin al tener una discusión fuerte con Minho…habían tenido sus idas y vueltas, habían cortado de mentira por algunos días, pero seguían juntos, ya iban cinco años. Pero siete…siete años, y habiendo empezado a los trece. Eso era otra cosa, tenía mucha más carga a mi parecer.

-¿Iban juntos a todos lados?—pregunté, temiendo pisar en un terreno peligroso, inestable.

-Por supuesto que sí—se tomó todo el tiempo del mundo para responder, su mirada se había clavado en el banco donde nos habíamos conocido—Cuidábamos a MinYoung juntos, íbamos juntos al colegio y habíamos estudiado para entrar a la misma Facultad. Si ella compraba ropa, yo la acompañaba. Cuando no entré a la Universidad y empecé a trabajar, ella me visitaba cuando podía. Ahí empezó a desmoronarse todo.

-¿Se enamoró de alguien más?—susurré con temor, ovillado en el tobogán y abrazándome las piernas.

-Durmió con ese “alguien más”...Ahí descubrí mi “Talón de Aquiles”—levanté una ceja, rió nerviosamente—Soy malo en la cama, según ella. Malísimo, súper malo—me sonrojé violentamente, ¿Desde cuándo tiene tanta confianza como para decirme eso?—Dime, Jongin—murmuró, lamiéndose los labios…que dijera mi nombre de esa manera… - ¿Eres como ella? ¿Te parecen realmente importantes ese tipo de cosas?

Mi esófago picaba, no podía generar saliva y se me había secado la lengua. Los copos de nieve siguieron cayendo, resopló entretenido y se levantó, pasando las manos por su trasero y el jean, empapados.

-Ah, mira, me he mojado todo—rió—¿Qué te parece si nos movemos al banco? ¿O acaso te estoy molestando y quieres irte a casa?

Levanté la cabeza, tenía ganas de quedarme. Poniéndome de pie, tomé su mano con temor y lo conduje por el parque, mirando alrededor y buscando el juego que más me gustaba.

-Vamos allá—señalé la cueva-tobogán roja que me había llamado la atención ni bien había descubierto el parque—Entremos a la cueva de abajo del tobogán, parece chiquita pero entramos dos personas grandes—claramente no le diría que Sehun y yo nos escondíamos ahí cuando mi madre decía que ya habíamos tonteado lo suficiente…dos adolescentes de dieciocho años encerrados ahí dentro no quedaba bien—Además, tiene piso de plástico, no te mojarás con la nieve.

Nos acomodamos uno frente al otro, encorvados hacia delante y sonriéndonos torpemente.

-¿Qué hacemos aquí?—me preguntó, tentado—¿Te diste cuenta lo patético que nos vemos, lo ridículo que te ves?

-No sé—respondí, alegre—Me gusta venir aquí con Sehun, pero como no creo que volvamos a entrar juntos…serás mi nuevo compañero; de paso intentaré alegrarte un poco.

Estiró las manos para descansarla en sus rodillas, que chocaban con las mías: mordiéndose el labio, noté un brillo extraño en sus ojos, carraspeé.

-Y no les presto atención a esas cosas…me parece algo muy insensible cortar por un mal rendimiento en la cama.

Su sonrisa se ensanchó.

-Mis amigos dicen lo mismo. Gracias.

-Además, si de verdad fueras…“malo”, se puede practicar—golpeé el dorso de sus manos a forma de juego—¿Por qué no te ves con alguien? Quizás no eres bueno con ella, quizás eres bueno con otra persona…

-No creo encontrar el coraje para volver a tener sexo—suspiró—Su comentario me…inhibió, creo. Dolió mucho, ahora ni quiero pensar en desnudarme para alguien más.

-¿Por qué no? Eres lindo, se te ve flaquito…no entiendo cómo puedes ser malo teniendo relaciones.

-Yo tampoco…no hago nada raro ni me mantengo en lo básico. Intentaba cambiar, mimarla más, mimarla menos. Usaba más mis manos, usaba más mi cuerpo…no entiendo, no entiendo cómo puedo ser un asco si siempre terminaba…satisfecha, si entiendes lo que digo.

Arqueé una ceja.

-Para mí que te mintió, para mí que recién se dio cuenta que en esos siete años pudo haberse acostado con otra gente y ahora intenta aprovechar el tiempo perdido—sus ojos se abrieron desmesuradamente, dos círculos rojizos bordearon sus pómulos—¿Tú qué dices?

-Bueno…no sé, ella no sería capaz de hacerme algo así, nos queríamos mucho.

-A veces una cama es mucho más divertido y sencillo de desarrollar que una relación con sentimientos honestos y duraderos. Hay gente que no tiene fuerzas ni ganas de decirle todos los días a alguien “te quiero”.

-Supongo que tienes razón.

Guardamos silencio, cada uno mirando los cordones de nuestros borsegos.

-Kyungsoo… ¿Quieres ser mi amigo?—pude ver de manera borrosa, fuera de foco, cómo levantaba la cabeza despacio y me miraba en silencio—Digo, me contaste cosas bastantes personales y…bueno, nos cruzamos todo el tiempo…ambos estamos encariñados con MinYoung, yo la veo seguido…

-Soy su tío—rió por lo bajo—Es natural que la quiera y busque estar todo el tiempo con ella, ¿Tú, qué eres de MinYoung?

-Soy… - me lamí los labios, indeciso—Soy el Señor Pederasta que hizo que su Dororo dejara de llorar—se sonrojó al escuchar su apodo—Sí, logré escucharlo, aunque no entiendo el significado.

-Dice que me parezco a Pororo—tartamudeó, acomodándose apenas en la cuevita roja—Y mi apellido es Do, así que…

Levanté las cejas, sonriente: gateando fuera del tobogán, extendí la mano para ayudarlo a salir.

-Mi apellido es Kim, aunque probablemente ya lo sabías por mi madre—tirando para que se irguiese, le codeé con fuerza—¿Vas a ser mi amigo o qué, eh?

-Lo pensaré—al ver mi cara de sorpresa, estalló en carcajadas—Nunca viene mal un nuevo amigo; además de que, con sus horarios nuevos, se me dificulta bastante arreglar con Luhan y Minseok.

-¿Los chicos de ayer?...Parecían ser una pareja.

-Oh, no, en absoluto. Son muy buenos amigos, muy cercanos, se sienten cómodos con el otro.

-¿Tanto como para andar enroscados del brazo y tomándose por la cadera?

-Eso es calentura y ganas de sexo reprimido—le restó importancia con la mano—Ya dejarán de toquetearse una vez que se den una buena ducha.

Reímos camino a casa…de repente Do Kyungsoo me alegró el día.

 

 

-¿Ninnie, no vas a comer?

-Ah, no, mami. No tengo hambre, pero avísame cuando termines y lavo todo—extrañada, asintió y cerró la puerta de la habitación, dejándome solo con la ventana abierta y media cabeza afuera, abrigado hasta la nariz para no resfriarme y viendo el lejano cielo nublado con la nieve zigzagueando en picada; sonriente y con las rodillas apoyadas en la silla de mi escritorio, me mecí a un lado y al otro, esperando que mi teléfono sonara.

Vibrando fuertemente, lo tomé y desbloqué el teclado. Había llegado.

Hey, pederasta bailarín. Este es mi número”, al lado, un emoticón sacando la lengua.

Sonreí, tecleé con emoción y le devolví el mensaje para después agendarlo.

“¿Así me agendaste, eh? Yo te tengo como ‘Marica Llorón Kyungsoo’”.

“Más te vale que cambies eso, porque estoy con MinYoung. ¿Quieres hablarle?”

Dos segundos pasaron hasta que apreté la tecla con el teléfono verde, sonreí mordiéndome el labio inferior.

 

 

-Jongin, sigues haciéndolo mal.

-¿Eh?—volví a la Tierra con el violento corte de la música, parpadeé intentando recordar qué estaba haciendo, si lo estaba haciendo bien y por qué me había ido volando aparentemente a otro mundo—Perdón, ¿Cómo era?—de repente no recordaba los pasos ni las direcciones, me sorprendió terminar de espaldas al espejo y con los brazos en alto, ¿Era ése un movimiento? ¿Había estado bailando libremente o qué?

-Tu pierna, debes doblarla—Taemin se tiró el flequillo hacia atrás y se agachó frente a mí, tomando mi pantorrilla y elevando mi rodilla hasta mi cadera—Más arriba, Jongin, a la altura de tu ombligo.

-No tengo tanta elasticidad—mentí, sonrojado—Suelta, no llego hasta el ombligo—de rodillas en el suelo y con su cara cerca del cierre de mis pantalones cortos, siguió levantando mi pierna; apretaba los labios y se notaba que estaba forcejeando conmigo, me tembló la espalda—Hyung, ya, no llego.

-¿Puedes abrirte de piernas pero no puedes doblar una sola a la altura de tu ombligo? ¡Vamos, estás bastante duro estos días, no estás estirando correctamente!

-¡Hyung, fuera!—saltando en mi otro pie, empecé a perder el equilibrio—Me vas a hacer caer.

-Tonterías, ahora sube la rodilla. Puedes hacerlo, lo hiciste otras veces—tiró una vez más, sus dedos lograron meterse debajo de la tela, resbalando hacia mi muslo. Salté hacia atrás para alejarme, todo lo que logré fue estrellarme contra el suelo—¡Jongin!

Acostado, abrí los ojos: me palpitaba la nuca horrorosamente; me senté con torpeza, fingiendo que no pasaba nada. Ni en mi cuerpo, ni con mis hormonas y mucho menos en mi entrepierna.

-Jongin… - suspiró, pasándose las manos por el rostro—Sé sincero, ¿Estuviste estirando bien, calentaste antes de bailar? Como últimamente llego tarde, no te veo practicando en la barra. ¿Estás haciendo bien las cosas?

-Yo… - ok, era cierto; me pasaba todo el camino hasta el gimnasio mandándole mensajes a Kyungsoo, y por querer contestarle rápido sólo estiraba una pierna y lo hacía por cinco segundos; si seguía así, me desgarraría—Debe ser porque no estuve viniendo muy seguido—me rasqué la cabeza, sintiendo el círculo de dolor cerca del nacimiento del pelo—Prometo venir todos los días y estirar aún más.

Se le veía cansado, terminó sentándose de piernas cruzadas frente a mí y con los brazos muertos sobre sus muslos. Debajo de sus ojos parecían nacer ojeras, sus labios estaban partidos y resecos, me pregunté si se estaría enfermando.

-Levántate y pon “Play” si quieres bailar en la plaza para Año Nuevo.

-¡Sí!—de un salto me incorporé, evitando el mareo y trotando hasta el equipo de música.

Navidad se acercaba, por mis inasistencias Taemin me había sacado del grupo que subiría al escenario de la plaza el día del festival. Entendí a la perfección: había logrado acomodar su agenda para darme clases a mí solo, había reasignado los lugares de sus demás alumnos para bailar todos las mismas coreografías, sólo que ellos por un lado y yo por el otro.

Era la pieza del rompecabezas que faltaba y se negaba a entrar, a relacionarse con todas las demás: en cada presentación, yo caía en los vestidores ya preparado para salir, no quería hablar ni conocer a los demás alumnos…me bastaba con saber que compartiría escenario con ellos.

Cada que se prendían las luces y el público nos veía, veía a siete chicos bailando y danzando la perfección. Ninguno sospechaba que en realidad sincronizábamos de pura suerte porque un alumno en especial, uno muy caprichoso y casi maleducado no se dignaba a socializar un poco.

Quería a Taemin para mí solo, no quería que se distrajese con otras personas si yo me encontraba en el mismo cuarto que él, quería que sus ojos se posaran en mí. Siempre.

Mientras practicábamos, giré y me agaché para seguir los pasos que me había aprendido hacía quince minutos: era una mala persona, Taemin seguro no dormía por quedarse hasta tarde conmigo y enseñármelo todo. ¿Qué me costaba ir a las clases normales con los otros seis alumnos?

No. Todavía no.

Disfrútalo un poquito más.

Después de Año Nuevo, quizás, le sugeriría incorporarme al horario normal. Aunque eso significase prácticamente perderlo a él y a su atención total para siempre.

 

 

Arrastré los pies hacia la vereda, el reloj del celular marcaba la medianoche y Taemin me había despedido con un farfullo agotado. Cuando subió a su vehículo se acostó en el asiento del conductor, hablando por teléfono para probablemente avisarle a Minho que ya iba en camino.

Cabizbajo, me sentí culpable a medida que iba para casa; desbloqué la pantalla y entré al buzón de entrada de mensajes: nada, porque sabía que estaría ocupado y cansado. Mordiéndome el interior de la mejilla, comencé a imaginar posibles excusas para hablarle.

¿“Listo”? ¿“Ya salí, ¿algo para contar?”?. Sacudí la cabeza, era tarde, seguramente estaba acostado. Decidí entonces llamar a mi madre para avisarle que todo había ido bien y que, probablemente, el año que viene si es que cambiaba de turno, mis clases valdrían bastante menos (Taemin me había dejado bien en claro el precio de tenerlo completamente a mi disposición, aquellos números a lo largo de un cuatrimestre eran como una patada al hígado).

Diez pasos habré dado cuando vi a Kyungsoo sentado en la vereda casi en la esquina; frunciendo el ceño, caminé apurado hasta él y lo llamé casi a los gritos, tenía los codos sobre las rodillas y la cabeza gacha, al mirar hacia arriba y buscarme con los ojos, noté el cable de los auriculares hundirse bajo su chaleco.

-Ey—sonrió débilmente, hablaba casi en un susurro—¿Te molesto?

-Cómo, ¿Me estabas esperando?

-Bueno…no estoy esperando a que venga Papá Noél a traerme regalos—y miró hacia el cielo, como buscándolo.

-¡Te vas a resfriar, idiota!—le tomé de los brazos y tiré de él hacia arriba—¿Tienes idea de qué hora es?

-¿Y qué?—replicó encogiéndose de hombros—Tenía ganas de…verte.

-¿V…verme?

-¿Qué, acaso no puedo? Dices que somos amigos…uno generalmente se junta con sus amigos. Sobre todo aquellos con los que se siente más cómodo.

Apreté mi agarre como reacción, por algún motivo mis brazos se habían tensado.

-¡P-Pero…mira si te robaban o algo!—la imagen de Kyungsoo llorando de vuelta me ponía nervioso; me resultaba incómodo y a la vez…me violentaba, no quería que llorase de nuevo.

-Jongin—sacó mis manos y dio dos pasos hacia atrás—No seas paranoico y vayamos a algún lado, ¿Sí? Llévame a algún lugar bonito—saltó en su lugar, girándose y avanzando, alejándose de mí.

-¿Y MinYoung? ¿Y tu familia?—troté hasta él, aferrándome a su codo—¿No tienes cosas que hacer mañana?

-Por supuesto que sí—su sonrisa era casi infantil, me cosquilleó el pecho—Pero primero quiero pasar un poco de tiempo contigo—detrás de mí rugió un motor, Taemin probablemente ya se había ido—¿Qué dices? ¿Café o el bar de la última vez?

 

 

Notas finales:

¿Les gustaría que suba otro fanfic (no perteneciente a la saga Rainy) que se me ocurrió de repente?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).