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Rainy Love, Wild Paradise ~ Winter (We Were In Love) por JHS_LCFR

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Winter 6

 

Lo raro fue lo que caminamos, nos sorprendió la excesiva cantidad de cuadras que nos pasamos del bar por…ni siquiera hablar. Simplemente mirarnos de reojo y sonreírnos; con eso sólo nos habíamos pasado nueve cuadras, nueve. No nos dimos cuenta de nada cuando paramos en las esquinas ni cuando cruzamos las vías del tren: sólo volvimos a la Tierra cuando se nos terminó el asfalto, encontrándonos cerca de la casa de Chanyeol. Menos mal que pude reconocer el terreno gracias al haber acompañado tantas veces a Baekhyun hasta allí. Suspirando, volvimos a mirarnos, y al no encontrar señales de cansancio, reímos y pegamos media vuelta, prestando atención a nuestros zapatos y hacia dónde nos llevaban. Sin intercambiar miradas.

Para cuando llegamos temíamos que hubiese cerrado todo, por suerte esa noche tocarían dos bandas, alegando que el local cerraría alrededor de las cuatro, casi cinco de la mañana. Subiendo entonces las escaleras ni bien cruzamos la puerta, doblamos a la derecha para ir a los sectores más altos del bar, me gustaba mirar desde arriba.

Casi como si me estuviera tomando el pelo, Kyungsoo eligió la mesa en la que me había sentado la última vez, acompañado de Minho y Taemin. Manteniendo la boca cerrada, seguí caminando detrás de él para luego acomodarme en el asiento.

-¿Quieres tomar algo? Iré a pedir las cosas yo, que soy mayor—me dijo al tiempo que un señor canoso y extremadamente delgado subía al escenario con un saxofón, acompañado de una mujer de su misma edad que, a pesar de las manchas en su piel, vestía elegantemente un vestido con escote pronunciado y fruncido a un costado, cerca de la cadera.

-No puedo tomar alcohol, si vuelvo con aliento a cerveza, mi madre…

-De acuerdo—me interrumpió, sonriente—¿Agua?—ladeando la cabeza, asentí. Es mejor que pedir un submarino.

Solo, me tapé la nuca con una mano, sintiendo las palmas transpiradas y el cuello helado; mi mente no se despegaba de la pareja que se sentaba debajo de los focos y miraba alrededor con la paciencia y casi…la armonía brillando en su mirada. Entornando los ojos, alcancé a distinguir anillos en sus dedos anulares, mismo diseño. Sonreí de lado: mis padres nunca llegarían a eso…pero eso no me quitaban ganas a mí de lograrlo.

-Es increíble cuánto tardan para darte un trago y lo rápido que es todo cuando pides dos botellas de agua—me tendió una, sentándose y dándole la espalda a la pareja—Me tomé el atrevimiento de pedir sándwiches tostados, supuse que tendrías hambre.

-¿Tú no vas a tomar nada?—¿Para qué se pidió agua el también?

-No tiene gracia tomar solo—sonrió sin mostrarme los dientes, se veía exhaustivamente contento.

La música empezó a sonar, Kyungsoo se habrá dado vuelta por alrededor de cinco minutos, mirando a los músicos únicamente cuando se presentaron y nombraron el tema que tocarían. Después terminó cabizbajo, tomando sorbos de la botella y apoyando sólo un codo en la mesa, fruncí el ceño.

-¿Seguro que quieres estar conmigo?—tuve que levantar la voz e inclinarme en la mesa, casi rozando mi mano izquierda con la derecha suya, que sostenía perezosamente la botella—Te ves…apagado, te viniste abajo.

Arqueó una ceja mientras una chica casi dejaba caer el plato con los sándwiches, tomé uno y mordí el borde con Kyungsoo mirándome sin parpadear, sin contestarme por segundos que me parecieron eternos. Cuando tragó, me preparé para escuchar su respuesta, se lamió los labios.

-Si te refieres a la banda…no me importa—negó lenta y pesadamente—No vine aquí a verlos a ellos, vine aquí a estar contigo. Vine a verte y hablarte, pero tampoco quiero molestarte en caso de que te guste la música.

Tuve que parpadear varias veces para recuperar el foco en mi vista, doblé los dedos y los estiré varias veces, soltando la comida. Me sentía culpable: vivía diciéndome que se aburría de estar solo por sus nuevos horarios en el trabajo, ése que no le dejaba ver a sus amigos Luhan y Minseok…vivía diciéndome que tenía ganas de juntarse conmigo a tomar algo y charlar, y le había dado vuelta el rostro por una pareja de ancianos a los cuales sólo vería esa noche.

-Lo siento—torcí la boca—No te estaba prestando atención.

-Ey, está bien—rió con los ojos vidriosos—Tú quieres escuchar la música…y no es como si me estuvieras ignorando. Sé cuándo me están evitando, te lo aseguro. HyeoSung lo hacía muchísimo—y ahí sus ojos brillaron más que nunca, teniendo que morderse el labio para detenerse.

En un arrebato le busqué las manos, chocando con el plato y casi levantándome de la mesa para entrelazar nuestros dedos con fuerza. Sin pestañear, intenté mirarlo con seriedad, con decisión.

-Olvídate, ahora. Si no te hace bien, tienes que soltar ese recuerdo ya, ahora mismo.

Su respuesta fue cerrar los ojos con dolor, negando.

-No…no puedo. No puedo tirar siete años a la basura, no puedo borrarlos de mi cabeza así como así.

Acercándome más, con un pie en mi asiento y medio cuerpo sobre la mesa, apoyé mi frente sobre la suya para respirar con dificultad.

-Kyungsoo, si necesitas ayuda pídemela. Te ayudaré a olvidarte de ella, para siempre. Tienes que estar bien.

El primer tema terminó en un instante, con los aplausos y las luces prendiéndose me vi obligado a retomar mi lugar; me froté las palmas contra el pantalón (era inhumano que transpirase tanto) y miré alrededor, carraspeando. Los pies de Kyungsoo golpearon los míos, como llamándome.

-¿Se puede saber qué quisiste decir con eso?—murmuró sólo cuando la mujer comenzó a hablar de lo que tocarían a continuación.

Se me detuvo el corazón. De pronto el bar era demasiado pequeño y asfixiante, sentí excesivo calor concentrado en mi frente y en mi rostro como si los focos estuviese arriba de mi cabeza y el resto de la gente presente estuviese esperando ansiosamente mi respuesta: ¿Exactamente qué había querido decir con eso? La respuesta salió sola una vez que me pasé la lengua por los labios.

-Quizás puedo arreglarte una cita con alguien, sólo dame tiempo—hay cuatro chicas en las clases regulares de baile, una de mis hermanas está soltera, mamá tiene amigas… - Te conseguiré algo, algo bueno, ¿Ok? Pero primero deja que me amigue con esas personas, no puedo ir y soltarles de la nada lo que quiero hacer, ¿Qué te parece? Aunque no sé si las prefieres más chicas o más grandes que tú, una chica más o menos te puede venir bien a esta---

Tosió, como burlándose de mí. Tragué saliva con fuerza, si se tratase de alguien más me hubiera enojado al instante, pero con Kyungsoo sentía temor y hasta vergüenza anudándose en mi garganta.

-Jongin—acercándose poco a poco, tanto por arriba como por abajo, usando sus piernas y su tronco para casi invadir mi espacio, entornó los ojos y estiró un brazo para acariciar mis nudillos…Me va a agradecer y elegantemente va a decirme que no lo intente; estúpido—¿Qué pasa si no las prefiero?

-¿Eh?

-Lo que quiero decir es… ¿Qué pasa si quiero intentarlo…con un hombre?

En menos de un segundo sentí mi cuerpo entero hundirse, contraerse y tensarse, perder peso y estallar para terminar rearmándose solo. La habitación me dio vueltas, comenzaron a pitarme los oídos y hormiguear los pies.

No llegué a contar hasta tres que me levanté y bajé el escalón y las escaleras de la entrada al trote, caminando a largas zancadas y sintiendo el sonido del saxofón en mi cabeza sin importar qué tan fuerte me tapara los oídos. Sin importar qué tan fuerte intentara borrar de mi mente esa conversación.

 

 

-¿…Jongin…?—Me abracé las rodillas con más fuerza, rehusándome a salir de la cama. El teléfono descansaba boca arriba en la mesa de luz, había alcanzado también a activar el altavoz, pero un choque eléctrico imaginario logró que soltara el celular, incapaz de responderle—Jongin, ¿Puedo hablar si tú no vas a hacerlo?—preguntó con delicadeza. Mantuve la mirada fija en la puerta de la entrada. Intentando controlar mi respiración, intentando contar los latidos que golpeaban en mi pecho—Sé que es patético disculparse por teléfono, pero…no sé de qué otra manera hacerlo. Siento que si averiguo tu dirección, no me abrirás la puerta. Siento que, por temor a que me encuentres esperándote fuera de baile, no vayas más.

¿Por qué le di la dirección del gimnasio? ¿Por qué?

Cerré los ojos con fuerza, retándome mentalmente: No, estás equivocándote. Había hecho el ridículo, le había faltado el respeto a Kyungsoo e inclusive existía la posibilidad de haberlo herido: tenía que pedirle perdón. La traba de la puerta detuvo mi respiración, ahogué un grito y me aferré a mí mismo exageradamente: mi madre asomó con los ojos entornados y el ceño levemente fruncido; en ningún momento le había avisado que había llegado, quizás el volumen del teléfono estaba demasiado alto. Caminando con torpeza, se sentó en la cama y me tomó de los dedos, obligándome a relajarme y acariciándome la mejilla. Cuando Kyungsoo volvió a hablar, miró sorprendida hacia la mesa de luz, la pantalla del celular aún prendida.

-¿Me perdonas? No quiero perder al único amigo que siento que me queda—mamá me miró con los ojos bien abiertos y murmuró su nombre, preguntando si se trataba de él; asentí—Lo que dije en el bar salió de una idea torpe que tuve mientras te esperaba en la vereda, confundí tus verdaderas intenciones de ayudarme con el hecho de que….no sé, me sentía sólo e inútil, tus palabras fueron cálidas, o quizás fue que las dijiste en el momento justo…Jongin, no me dejes solo. Te lo suplico—para mi espanto, mi madre se levantó a tomar el teléfono y cortó, quedándose con el aparato entre sus manos y mirándome con duda.

-¿Pasó algo con él, te ha estado molestando? Ya está, bloquéalo y ya no podrá llamarte.

Palidecí, abalanzándome sobre ella para marcar el número de Kyungsoo: Nunca antes había hecho algo así, ¡Nunca! ¿Justo en ese momento, en ése contexto se le ocurría cortarle? Temblando completamente, las yemas de los dedos me hormiguearon mientras tecleaba y respiraba con dificultad.

-Mamá—gracias por arruinarlo, sería capaz de matarte—¿Podrías irte?—solté en un hilo de voz.

-Ninnie…

-¡Te prometo que te lo contaré todo luego, sólo vete!—abrazándola por dos segundos, la llevé por la espalda hasta el pasillo—Te amo, duerme bien—y con un portazo volví a saltar sobre la cama, de rodillas y escuchando el tono de espera chocar contra mi oreja.

Un pitido, otro.

En mi cabeza se atropellaron pensamientos efímeros, se estrellaron unos contra otros pequeños suspiros de miedo, vergüenza y enojo, nublándome la visión. No logré calmarme por más que me frotase la cara y apretara el puente de la nariz, manteniendo el celular a la altura de mi oído y casi haciéndome transpirar la palma de la mano. A los tres pitidos, casi uno seguido del otro, sentí que me caía una roca en la espalda y se deshacía en arena; me mordí el labio y maldije.

-¡Contesta!

La casilla de mensajes hizo que todos mis músculos se tensaran.

…Kyungsoo…Kyungsoo…

Corté la llamada y corrí hacia la entrada, chocándome a mi mamá en el camino, que había estado aguardando pacientemente en el pasillo, quizás esperando que le contase todo al instante.

-Mamá, ya vengo.

-Jongin, son las tres de la mañana—mamá nunca me retaba, pero aquel tono levemente firme se convirtió en aire, en zumbidos que no alcancé a escuchar mientras me ponía las zapatillas sin medias y brincaba fuera de casa hacia las escaleras.

No me había cambiado la ropa en ningún momento, por lo que pude sacar las llaves de la puerta del edificio y salir sin problemas, cruzando la vereda y doblando en dirección al bar: quizás todavía está ahí. Volviéndole a llamar a, aceleré el ritmo de mis pasos mirando los carteles de las esquinas para poder guiarme, conté cuatro pitidos y corté: ya no me atendería.

-Que siga en el bar, que siga en el bar—ignorando el semáforo en rojo y esquivando los autos a duras penas, llegué a la arcada con las escaleras dentro que llevaban al bar, patiné en el asfalto para terminar aferrándome a un poste de luz; saqué los billetes que me quedaban en el bolsillo trasero y se los tendí al hombre de seguridad hechos un bollo—¿Alcanza? Necesito fijarme si hay alguien dentro.

En la vida había pagado una entrada, Taemin o…Kyungsoo se encargaban de eso; cuando recibí la disculpa del guardia junto con mi dinero de vuelta, suspiré de la frustración y pateé el poste. Y como era la vida real, claramente no podría escabullirme sin terminar molido a golpes ni mucho menos pedirle por favor a aquel ropero de ojos chiquitos que diese vuelta el lugar en busca de un petiso de ojos grandes. Me incliné entonces levemente, pedí disculpas y di media vuelta, despeinándome ante la imposibilidad de esperarlo en la vereda, pues me enfermaría.

Sólo a mí me pasan este tipo de cosas. Sólo a mí me pueden llegar a pasar.

Las luces de algunos faros titilaban, los autos pasaban demasiado rápido y el viento que quedaba detrás de ellos alborotaba la basura sobre mis pies, molestándome: la vida real había decidido burlarse de mí, venía haciéndolo desde el otoño: las cosas habían salido mal con Sehun por puros caprichos míos, por la falta de coraje para decirle “no, no te amo” y ahora también pagaba con Kyungsoo, quizás porque en el fondo…en el fondo quizás sí quería verlo de vuelta en la vereda a la salida de baile, esperando. Quizás sí quería que golpeara mi puerta, aunque fuese muy en el fondo.

La vida real es un asco, pensé pateando una lata abollada.

Lo peor de todo es que sigo intentando abrir la puerta hacia un mundo de ensueño.

Y así de la nada, como en una película, como si al fin hubiese podido cruzar la maldita puerta y abandonar el mundo real que me había fallado hacía unas cuadras, frené en seco al encontrar una figura, casi una sombra acurrucada en la vereda de enfrente. Dando dos o tres pasos para bajar a la calle, ladeé mi cabeza para tratar de verle la cara a esa pobre persona: frágil, buscando protegerse en sí misma. En sí mismo.

Viéndolo llorar en la que probablemente sería la entrada de su casa, sentado en el primer escalón y tapándose el rostro con las manos para agitarse a más no poder, sentí mis pies moverse solos así como mis brazos, buscando brindarle calor, contención y cariño sin siquiera pensarlo. Busqué otorgarle mi perdón y a la vez pedir una disculpa, pero cuando se agitó del susto y para librarse, mi voz apenas pudo susurrar, haciendo que dejara de sacudirse.

-Kyungsoo, soy yo.

…Soy yo.

Automáticamente volvió a perder fuerza y se hundió más en mi pecho, gimiendo con fuerza y agarrotando poco a poco sus dedos a la tela de mi campera, musitando mi nombre como si se tratase de un milagro.

Por suerte y poco a poco, las lágrimas fueron desapareciendo, su respiración se fue calmando y el agarre se convirtió en un abrazo débil, apenas perceptible. Tuve que correr mi cabeza y mirarlo inclinado un poco hacia atrás para ver en su rostro que se había calmado.

Apoyado en mi hombro derecho, miró hacia el asfalto con poco foco, como si todo él se hubiera tildado. De pronto un resoplido salió a forma de risa.

-No me gusta llorar—farfulló, fingiendo que le causaba gracia—No soy una persona que llore seguido, pero…cuando pasa…

Con mi dedo índice sobre su boca para callarlo dulce y educadamente, miré sus párpados rosados: no había llorado tanto, había sido más bien un método de descargue, la liberación de su frustración.

-Corté para venir a buscarte—mentí, temí que no me creyese si le contaba la verdad—Ahora todo está bien—acaricié su pelo, sintiendo un perfume a coco y vainilla brotar de sus hebras oscuras—Todo estará bien.

Cerrando los ojos para deleitarme con el aroma y con el frío lastimándome las rodillas, hundí más profundamente los dedos cerca de la zona de su nuca, acercando su cabeza a mi cuello, ofreciéndole mi hombro izquierdo como una almohada.

-…Perdóname—me dijo…y en mi boca picó un sabor dulce, un sabor muy dulce y una textura húmeda y suave. Abrí los ojos de la sorpresa y perdí la noción de todo aquello que no fueran los labios de Kyungsoo presionando contra los míos, aprisionándolos con una caricia.

“¿Me perdonas? No quiero perder al único amigo que siento que me queda”.

Opté por cerrar los ojos y volverle a acariciarle el pelo, devolviéndole el beso con lentitud. Con aquel picor aumentando y dándome cosquillas, sonreí al aprisionar uno de sus labios entre los míos, pellizcando con cuidado en el proceso y sintiendo de vuelta ese maravilloso efecto de querer…querer seguir, seguir dando y recibiendo.

Supongo que preferirá perderme como amigo y ganarme como algo más que eso.

Entre los besos en la calle con las narices y dedos de los pies congelados, casi podía decir que no cabían más dudas, que mi cabeza no podía estar más clara: Quería a Do Kyungsoo, la persona más hermosa y a la vez más frágil que había conocido en mi vida. Porque si bien tenía esos arranques de valentía y confianza, Kyungsoo le temía al “no”, al rechazo por ser…“malo”.

 

 

Notas finales:

¿Siguen pensando que debería subir el otro fanfic de EXO? Ojo que va a tener un aire parecido al de Bone, medio triste D:


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