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Rainy Love, Wild Paradise ~ Winter (We Were In Love) por JHS_LCFR

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Notas del capitulo:

¡Hey, hey! :)

Habrá KaiSoo ^^ por algo está en el resumen....

...sólo habrá que esperar, ¿Sí?

Winter 2

 

Traté de parpadear lo menos posible, quería grabar tanto visual como sensorialmente la imagen de Sehun devolviéndome la mirada, pestañeando y sonriéndome con temor, con cansancio. Estiré la mano para tocarle la frente, tracé una línea curva y bajé por su nariz, llegando a su boca, los labios secos siendo humedecidos al instante por su lengua, mojando de paso mis dedos. Seguí hasta su mentón y luego salté directamente a su pecho; Sehun se encontraba igual que yo, acostado de lado y con los brazos cruzados, con los ojos levemente entornados y una mezcla de misterioso atractivo y duda en su rostro.

Sentí con las yemas de los dedos el palpitar desenfrenado de su corazón, eché levemente el cuerpo hacia atrás, robándole una risa seca: golpeaba sin vergüenza, parecía que le iba a explotar, y la sensación chocante contra el borde de mis uñas a cada segundo me robó el aire, hizo que un retorcijón se formara en la boca de mi estómago.

-No lo malinterpretes—oí flotando etéreamente en el aire—Late así porque es su forma de latir.

Asentí, intentando murmurar que entendía y seguí mi camino zigzagueante por sus antebrazos, delgados pero fuertes, capaces de aguantar y de abrazarme con fuerza, aunque no me había tocado en todo el acto. Increíble, no me había tocado en todo el acto. Se había aferrado con fuerza a las sábanas, se había tapado la boca e inclusive había rasguñado su propio estómago en un intento por soportar…pero no me había tocado en absoluto.

No me había acariciado desde que caímos en la cama, no me tocó una vez que caí sobre él con fuerza. Sus manos habían buscado distraerse, necesitaba saber por qué. Pero a la vez, el brillo de su piel me obnubilaba, no me dejaba pensar en nada más que…lo linda que era, lo bien que se sentía, en lo lindo que era Sehun al desnudo y transpirando de los nervios y la emoción, en lo lindo que se veía el interior de sus muslos rojizos e hinchados por el contacto, en lo precioso que se veía su pecho inflándose con fuerza para después largar todo el aire por entre sus labios, robando de tanto en tanto un jadeo vergonzoso o un gemido quebrado.

¿Por qué no me tocaste? ¿Cómo me ves tú a mí?

Pasé los ojos de una de sus pupilas a la otra, separando mis labios resecos para tomar aire y…exhalar, porque sentía que no podía ni debía decirle nada.

-¿Sigues pensando en eso?—murmuró tomando mi mano, que descansaba aún sobre su cuerpo—Tranquilo, no te tortures tanto—y besó la palma, luego el dorso, con cuidado y lentitud—Simplemente me acordé y…me emocioné, me agité un poco. No tiene nada que ver con “eso”.

Su boca presionando con semejante lentitud y cariño mi muñeca, mis dedos disparó una chispa en mi interior, chocando directamente con mi columna y ocasionándome un tirón repentino, un respingo. Sus ojos me miraron, tranquilamente preocupados…es difícil de describirlo, se le notaba tranquilo pero presentía que me estaba pasando algo, por lo que se alejó, preguntándome si estaba bien.

-Lo siento, fue un chucho de frío—mentí, mirando hacia un costado y acomodándome para quedar sentado—¿Dejé la ventana abierta? Con razón—dispuesto a cerrarla, me levanté de un salto y pellizqué uno de sus pulgares del pie que sobresalía de la cama de una plaza, automáticamente se estiró y me frenó de un tirón—Qué, ¿Qué pasa?

La fuerza que sobrevino a aquel agarre, no la vi venir. Caí de rodillas sobre él, no lastimándolo de pura suerte y sus manos rápidamente acariciaron mi cintura mientras estiraba el cuello cuanto podía para besarme con lástima, con dolor. Porque nos habíamos besado antes y mientras nos acostábamos, y el sentimiento que quedaba en mi lengua se transmitía con humillación, con arrepentimiento. Así como no vi venir el agarre violento, no noté en qué momento mi cuerpo se brotó de calor, calor interno y externo, chocando contra su fría y tersa piel, que parecía tener los poros a flor de piel rozando contra la mía. En un intento de ayudarlo, de tranquilizarlo tal vez, le tomé de los cabellos e incliné mi cabeza para separar cuanto pude mis labios, atrapando toda su esencia y sabor a cada segundo, a cada sonoro apriete, a cada línea que dejaba el paso de sus dedos por mi espalda.

Parecía ir entendiendo, casi parecía irse relajando, suspirando de a poco e impulsando sus caderas para acariciar mi glúteos con la tela y su sexo erecto, urgiendo por más, pidiendo un repentino cambio de lugares, un ligero retoque al ritmo y al sentimiento de lo acabábamos de hacer. Transmitiéndole que no presentaba objeción alguna, mordí su labio y me levanté apenas, retirando las sábanas que le tapaban y me abrí de piernas, sin preocuparme por lo que sucedería ni por cómo quedaría después.

Apretando los labios, hundí el rostro en el cuello de Sehun, jadeando contra la piel mientras sus manos hundían las uñas en mis glúteos. La sensación de dolor fue insoportable, no pude evitar gimotear con mis ojos fuertemente cerrados; con una disculpa apenas audible, Sehun terminó de internarse y contó los segundos, esperándome a que reconociera la intromisión como algo natural e indoloro.

No lo estaba logrando.

-Sehun, no, alto—tiré la cabeza hacia atrás—Duele mucho, no me… -sacudí la cabeza, gruñendo de la frustración—No puedo, sal rápido.

Sin pensarlo obedeció, grité al sentir un tirar de mí desconocido y que mi propio cuerpo había accionado; el vacío atropellado quemó por dentro y me encogí en mi mismo, apretando los dientes y sintiendo las manos de Sehun apenas tocarme los hombros.

-Lo siento, ¡Lo siento! Debí haberte preparado…tú lo hiciste conmigo, pero sentía…no lo pensé, yo sólo---

-Ay—fue todo lo que pude decir, hundiendo mis manos entre mis piernas y yendo más allá de mi miembro, tapándome y frotándome con cuidado, siseando de dolor—Ay, Dios—descansé mi cabeza en su hombro, golpeándolo a modo de reprimenda—Pudiste haber tocado un poco, Dios.

-Perdón, perdón, perdón—repitió con voz temblorosa—Te juro que no lo vuelvo a hacer… ¡Nunca más lo vuelvo a hacer! No sirvo de activo, de ahora en más seré pasivo, lo juro.

-No pasa por eso…ugh, me duele sentarme.

-¡Te busco un almohadón!

Y desapareció del cuarto, pegando un portazo ensordecedor. Cuando oí el choque de los cajones y las alacenas, aproveché para bramar contra el colchón de furia, maldiciendo a Sehun cuanto pudiese: no podía ser tan descuidado, cuando se emocionaba por algo se ponía verdaderamente estúpido.

Una vez dejé de sentir ese palpitar en carne viva y cargado de ardor insoportable, junté como pude las piernas y tomé aire, aguantando la respiración mientras Sehun volvía con un vaso y pastillas, como queriendo calmar el malestar con medicamentos.

-No sé qué se toma cuando pasa algo como esto, ¿Analgésico, anti…algo? Perdón, perdóname Jongin, lo siento.

-Guarda silencio, ¿Quieres? Ya entendí que no lo hiciste a propósito y que—tragué la pastilla, tomando tres sorbos largos de agua—te sientes mal, no me curas disculpándote, babo—para cuando vi la lástima y la vergüenza en su rostro, sonreí de lado y le golpeé con un poco más de la fuerza que solía usar—No pasa nada, la próxima te recordaré a mordiscones de prepararme.

Sonrió poco a poco, alegrándose y sentándose de un salto detrás de mí y frotándome la espalda. Tragando de nuevo con fuerza, pues sentía que no había pasado la pastilla, recordé el sabor amargo en la boca de Sehun…

…siguió, la incomodidad no se fue en ningún momento.

 

 

-Bueno, a pesar de lo último que fue un fiasco…la pasamos bien—sonreí, apoyándome en el marco de la puerta—¿No es cierto?

-No quieras hacerte el experto, también fue tu primera vez.

-Pero, claramente, algunos manejamos mejor el rol dominante…y nos preocupamos por “el ojo del otro”—saqué la lengua, sabiendo que recibiría una golpiza.

Defendiéndome y devolviendo los golpes, le escuché reír con ganas, ganas verdaderas. Mirándolo con picardía, le guiñé un ojo y mudamente le dije “Nos vemos mañana”, siendo correspondido por un asentimiento corto y energético.

-¿Te paso a buscar después de baile?

-No creo que vaya—reí—Me has dejado rengo.

-¡Yah!—más golpes, más patadas suaves—Ya te dije que lo sentía—sonrió, alejándose—Nos vemos mañana, Kkam.

-No me llames así.

-¡Adiós, kkama!

Refunfuñando lo suficientemente fuerte como para que me oyera, corté la broma y cerré la puerta, entrando y descalzándome las ojotas que patéticamente había calzado para pisar nada más que el pasillo. Levanté las cejas al reconocer el celular y su colgante violáceo, Sehun se lo había olvidado; lo tomé de un manotazo y abrí la puerta, caminando rápida e incómodamente en dirección a las escaleras, gritando su nombre y esperando que frenara al oírme.

Bajando y saliendo hasta la vereda, lo vi caminar dos cuadras más adelante, avanzando despreocupadamente y con las manos en los bolsillos del pantalón: por más gritos, me hizo seguirlo y frenar una vez que el semáforo de la esquina se tornó rojo, viéndolo alejarse más y más a medida que cruzaba la plaza que frecuentamos los primeros días de mi mudanza y su visita posteriormente recurrente.

Trotando casi en un pie, di zancadas cortas y sentí tirones de mi cadera al inclinarme tanto hacia un costado por el dolor…y el muy puto no paraba, casi que parecía irse cada vez más rápido. Cuando terminé dándome por vencido y con la mandíbula tensa por el malestar, busqué sentarme (como pude) en un banco y me crucé de piernas, respirando honda y exageradamente en un intento por relajarme.

Duele, duele, duele…

-Encima hace frío y salí con esto solo—me froté los brazos, únicamente vestía los pantalones negros de gimnasia y la remera azul de cuello bote, dejando mi cuello y parte de mi pecho al descubierto—Carajo, no siento los pies, ¿Por qué salí con las pantuflas puestas?

En eso, por entre los cabellos de mi flequillo vi unos zapatitos de punta redonda negros así como los volados de un vestido azul oscuro arriba de otra falda grisácea con un forro de tul blanco debajo, añadiéndole volumen. Levantando la cabeza, le vi las manos pequeñas y las mejillas redondas, sus grandes ojos y sus coletas altas, la derecha un poco más caída que la izquierda. Cuando noté que el gran brillo de sus ojos eran lágrimas acumuladas, me incorporé rápidamente, amagando a tomarle de los hombros.

-¿Qué te pasa, nena, te perdiste?

Su labio inferior temblaba y habló en un hilo de voz, tomándose fuertemente de las solapas del cuello del vestido.

-Señor, ayúdeme—fruncí el ceño; definitivamente se había perdido—Mi tío está llorando desde hace rato ya y no para, no me escucha y me dice que no pasa nada… ¡Pero sigue llorando, señor, ayúdeme a tranquilizarlo!

-¿C-cómo?

-¡Por favor!—tomó mis manos y tiró cuanto pudo—Por favor, está en el banco al lado del tobogán, ¡Acompáñeme, señor!

-Nena, no creo que pueda…

-¡No hay nadie más y la gente que pasa no me escucha!

-Pero yo no conozco…

-¡No quiero que esté triste!

-…Nena…

-¡Él me está cuidando pero no quiere llevarme a casa, no me deje sola, mis papás están trabajando y no van a venir hasta tarde!

Gruñendo perezosamente, tensé mis piernas y fui renqueando como pude con la niña hasta el tobogán, siseando malas palabras en el menor volumen posible ¿Y qué iba a hacer? No me iba a dejar en paz hasta que aceptara. Con las piedritas crujiendo bajo nuestros pies y oyendo los débiles sollozos cada vez más cerca, bordeamos un arbusto para encontrarlo.

Parecía un niño por la forma en que lloraba, hipaba y gimoteaba igual que la nena, que corrió a golpearle suavemente las rodillas para avisarle que había vuelto con ayuda: al descubrirse la cara, noté el parecido que tenían, casi que parecían hermanos, imposible que fueran padre e hija, él se veía demasiado joven para serlo.

Con la piel más blanca que la nieve, con una tez mucho más clara que la de Sehun, venían pequeños redondeles rosados en sus ojos entornados, en su nariz y en sus labios hinchados e igual de pomposos que los de la nena; extendiendo los brazos hacia su sobrina, la sentó sobre sus piernas y tosió, disculpándose mientras seguía lagrimeando lastimosamente.

Tardó en reconocer mi presencia, sus enormes ojos se clavaron en mí; con el vaho saliendo de su boca y nariz, parpadeó varias veces para luego asentir y pararse, cargando a la chiquita en sus brazos y pegada su cuerpo. Era bastante bajito, y cuando estuvo lo suficientemente cerca como para apreciarlo mejor, noté lo delgado que era, comparando el grosor de sus pantorrillas con el tamaño de su torso, oculto bajo (probablemente) considerables capas de abrigos.

-L-lo siento muchísimo, no era mi intención molestarlo, MinYoung solo… - la niña rápidamente ocultó el rostro en su cuello, abrazándolo con fuerza—Perdón, qué vergüenza…Me vio llorando y encima ella lo arrastró hasta aquí, lo sien---

-No hay drama—le interrumpí, levantando el mentón—Se veía preocupada, decía que no le prestaba atención ni la quería llevar a casa.

-¡Ah, eso no es cierto! Yo… - negó con la cabeza, avergonzado—Yo digo tonterías cuando me deprimo, sólo eso.

-¿Y cómo puede entonces ser responsable de una niña?—le desafié, entornando los ojos—Si anda moqueando por ahí y la pierde de vista…no, usted no debe cuidar a esta chica, no es un adulto responsable.

Abrió los ojos de la sorpresa, siguió tartamudeando y meciendo con emoción a MinYoung.

-¡P-por supuesto que soy responsable! ¿Quién mejor que yo para cuidarla? ¡Soy el tío, para su información, soy el hermano menor de su padre! ¿Qué mejor persona que un hermano para encargarle el cuidado de su hijo?

-No tiene nada que ver con eso, MinYoung-ah me pidió ayuda…pudo habérsela pedido a cualquiera, a una mala persona. De pura suerte que no llamó a alguien que pudiera llevársela, ¿Qué hace usted si después de revolcarse en su tristeza se da cuenta que han secuestrado a la niña?

-Señor—rió secamente—Usted debería dejar de ver el noticiero, le está afectando.

-¡Agradece que no soy un puto violador! ¿Me oíste?—¿Cómo puede ser que no se dé cuenta?—Ya mismo podría estar llevándome a MinYounggie a mi casa o incluso a otra ciudad, así que fíjese de tener siempre los ojos puestos en ella.

-¡Quién se cree usted para faltarme el respeto!

-¡Alguien mucho más apto que tú, llorón!

-¡No me hable informalmente, desubicado! ¡Y no vuelva a llamar así a mi sobrina, que no la conoce!

-¡¡Pero tío—la voz chillona pitó en mi oídos, tensé la mandíbula—, hizo que dejaras de llorar!!

-M…MinYoung…

-¡Él vino y tú te paraste a hablarle, dejaste de llorar! ¿No es eso bueno?—giró el rostro hasta mí, inclinó levemente la cabeza con las mejillas rojizas—Señor, muchas gracias por calmar a mi tío, me había asustado mucho.

-De nada, nena—y no pude evitarlo, tuve que llevar mis manos a su cabello—Acomódate la coleta caída, así te ves más linda—un movimiento brusco la alejó de mí, el tío me miraba con rabia.

-¡Pederasta, ni se te ocurra tocarla!

-¿¡Pederasta!? ¡Yah!—para cuando me preparaba a golpearle en el medio de la cara, MinYoung habló de vuelta.

-¿Qué es eso, Dororo?

El rojo ardió en nuestras caras, claramente nos habíamos pasado del límite.

-N…nada, mi vida—respondió… ¿Dororo?—Vámonos ya, hace frío y este loco anda en pantuflas.

Lo dice el niñero llorón, pero me guardé mis palabras y di media vuelta, rengo como estaba y dando lástima a más no poder.

 

 

-¿Te llamó “pederasta”?—la carcajada de Sehun saturó el parlante, alejé el teléfono unos centímetros de mi oído—Ay, Jongin, ¿Cómo es que ese tipo de cosas te suceden únicamente a ti?—llamaba desde el teléfono fijo de la casa, ni se molestaría en salir del country a esas horas—Ese barrio tuyo me daba mala espina, ¿Ahora entiendes por qué?

-Tsk, petiso marica—gruñí acostándome boca arriba—Que no me lo vuelva a cruzar o lo moleré a piñas…a menos que esté la MinYoung esa, ahí no podría insultarle siquiera, ella se pondría muy mal.

-¿Desde cuándo los niños son tu debilidad?

-Desde que mi madre trabaja en el jardín de aquí a la vuelta y me pide que vaya a buscarla para volver a casa—respondí mirando de reojo los portarretratos en la mesa de luz, retratándonos juntos…los dos solos, sin papá ni mis hermanas—Ey, ¿Vendrás mañana por tu teléfono? Si no, ya mismo lo estoy vendiendo.

-No seas tonto, mañana te busco a baile y me lo das, de paso me quedo allí y tomamos algo.

-Te dije que no voy a ir a baile mañana.

-Ambos sabemos que lo harás, Innie-yah…Tu amor desmedido hacia tu profesor ha hecho  que vayas a ese estudio resfriado, lleno de mocos y hasta con un yeso en el codo o cuello ortopédico.

-Ey—me senté, enfadado—Me resbalé y caí por los escalones, ¡Pero miraba por dónde iba, fue un resbalón!

-Por verle el trasero mientras estiraba no pudiste bajar tres míseros escalones del estudio hacia la vereda, no mientas.

-¡No le estaba mirando el trasero!

-¿Llevaba slip o bóxer?

-Slip, se le veían a la perfección los bordes—contesté sin pensar…estúpido.

-¿Ves?—rió—Taemin te deja estúpido—musité un par de insultos y luego guardamos silencio, con mi mano libre me masajeé los pies descalzos, miré mientas tanto a mi alrededor—…Jongin, ¿Yo también te dejo así de…“tonto”? ¿Tú también te fijas qué ropa interior me pongo?

Me sonrojé violentamente, no pude hacer más que carraspear.

-¿A qué viene eso? ¿Qué te pasa?

-…Nada, nada. Me voy a bañar, te veo mañana.

-Se…

Finalizó la llamada, el tono pitó cuatro veces antes de que entendiera que debía cortar.

Pulsando el botón, miré la pantalla y la duración de la llamada: ¿Qué acababa de suceder? ¿Desde cuándo hablábamos de ese tipo de cosas, desde cuándo a Sehun le importaba lo que sentía por los demás o cómo era posible que supiera aquellas cosas de mí? Taemin…Taemin era algo muy fuerte que quemaba en mi pecho, desde que tenía memoria que me gustaba mi Hyung, ¿Pero cuándo había dejado que Sehun tomara postura respecto a eso?

¿Quién se cree para opinar sobre Taemin y yo?

Sacudí la cabeza.

-¿No habíamos dicho que debía dejar de hablar solo?

Mi respuesta fue dejar el teléfono en la mesa de luz y ocultarme bajo las sábanas…estaba demasiado cansado, dolorido y confundido con lo sucedido hasta hacía poco: ya volvería mi madre de trabajar y me despertaría cuando estuviese lista la cena, hablaríamos de lo que le hubiese tocado sufrir aquel día y ya volveríamos a la cama, juntando fuerzas por mi parte para ignorar el frío e intentar callar a la vez los recuerdos en mi mente y mi cuerpo, que volvía a palpitar por la piel de Sehun…

…o de Taemin, quienquiera que estuviese en ese momento al alcance.

 

 


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