La tarde se tiñe de negro y dos hermosos demonios pelean con propósitos completamente distantes, los demonios son criaturas expresivas y muy territoriales -¡maldita arpía, ¿por qué no te vas al infierno rata?!-Gritaba un azabache de ojos color Esmeralda, su fino y esbelto cuerpos se movía al compás de la batalla, que más bien parecía un estilizado y elegante baile de dos piezas -jajajaja, Sebastian es tan irónico que lo digas, somos demonios, el infierno es nuestro paraíso y no soy una rata, soy una araña- dijo mientras le aventaba un juego de cuchillos de plata -eres un..... ¡Te odio, maldita sea muérete¡- el alto mayordomo se encaminó hacia su víctima -pero Sebastian ¿que es lo que dices? TaNo seas tan frío, no será tan fácil desacerté de mi- dijo acercándose a su rostro inexpresivo -apartate insecto- le dijo empujandole pues su presencia, tan cercana le era un poco incómodo - no Sebas, las arañas no son insectos, somos arácnidos y nos gusta mucho la sangre fresca, nos encanta ese aroma, dulce y delicioso, Sebastian tengo hambre, tu fragancia es tan provocativa,todo tu maldito y hermoso ser lo es, te quiero devorar- se abalanzo sobre su víctima y antes de que este pudiera reaccionar le tomo por el cuello, impidiéndole respirar, el azabache se retorcía y peleaba contra su atacante, pero al final le fue imposible resistirse y callo rendido ante claude, quien muy satisfecho lo tomo entre sus brazos -fue más fácil de lo que pensé, Sebastian, eres toso mío, príncipe de la noche, te voy a hacer sufrir mi lindo mayordomo
Mansión phantomhive
-¡Sebastian, Sebastian!- gritaba el enojado conde en la habitación, mientras pensaba para si mismo que su mayordomo se estaba volviendo ineficiente
-maldita sea tengo hambre, Sebastian nunca se retrasa a la hora de la merienda, no se que le pasa, de pronto este enojado, pero ¿por qué lo estaría?- se dijo para si mismo mientras en el pasillo se escuchaba un grito desafinado- cielllllll- las puertas de su oficina se ha rieron de par en par y una escandalosa chica se incorporó en la habitación -te traje un regalo- grito la chica muy alegra-mira ciel, es un parche color azul con encajes de oro y Esmeralda ¿te gusta?- el conde la miro con desdén y desinterés para responderle -lizzy estoy ocupado- le dijo sin ni siquiera mirarle-no te gusto- dijo triste, comenzando a llorar-ciel no me quiere, tu me odias- ciel estaba algo molesto, levanto la vista y miro a su prometida -lizzy yo no te quiero, yo te amo- le respondió falsamente, para que esta se callara de una vez por todas -yo también te amo ciel- le respondió dándole un beso en la mejilla y saliendo alegremente de la habitación, mientras que ciel comenzaba a preguntarse algo preocupado, donde estaba Sebastian, no podía haber muerto, su sello aún seguía marcado, pero sabía que Sebastian no estaba del todo bien, lo sentía y no sabía el por que -Sebastian, resiste, es un orden.
Yes my lord.
En una gran habitación, que más bien tenía la apariencia de una mazmorra, se encontraba un durmiente Sebastian que comenzaba a despertar, muy adolorado y agotado miraba a su alrededor, pero al instante se dio cuenta de la carencia de ropaje y comenzó a alarmares, al notar que sus extremidades se encontraban anudadas estratégicamente para que este no se pudiera acomodar, pero lo más importante, un bozal que aprisionaba su boca, respiraba con dificultad, nunca antes había sentido dolor, siempre este desaparecía, aunque las heridas fueran grabes, el simplemente no experimentaba esa sensación, pero esta vez, todo lo podía sentir, la angustia era tanta que comenzó a gritar, pero todos lo alaridos desaparecían gracias a la apretada mordaza -"¿qué sucede? ¿En dónde estoy?"- era lo que pensaba mientras se trataba de remover de los agarres de sus extremidades, de repente escucho como una pesada puerta se habría , pero no podía ver nada porque sus ojos se encontraban vendados.
-pero miren quien despertó, Sebastian te ves tan lindo así, débil y asustado- era imposible no reconocer es voz, aquella persona a quien tanto aborrecía, lo estaba tocando en ese momento, -Sebastian, tengo mucha hambre, quiero comer, y te ves tan delicioso ahí que ya no puedo aguantar- dijo el demonio de ojos dorados con una macabra sonrisa en su rostro, Sebastian sólo negaba y rogaba porque eso tan sólo fuese un sueño y justo en ese momento lo escucho -Sebastian, resiste es una orden-
-yyes my lord-
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