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Tengo hambre Sebastian por Diana123

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Notas del capitulo:

Gomen por la tardanza, pero tengo un gran compromiso y es por eso que no he podido publicar, gracias por sus reviews, l@s amo 030

-¡Hana ¿qué hace aquí?, os he dicho que no tenéis permitido acercarse a él!- le tomo por el cuello acorralandola contra la metálica puerta, mientras que una de sus manos sujetaba con fuerza su abdomen, liberando una filosa telaraña -no he hecho nada malo mi señor, sólo quería informarle que aquella "cosa" ya ha despertado- exclamo con un Falso tono de asco mientras con una de sus finas manos removía el agarre del araña, cuando se encontró libre de este hizo una pequeña reverencia y tomando aires de valentía se dispuso a hablar - que piensa hacer con el conde, ese niño no se quedara de brazos cursado mientras le roban a "su" mayordomo, además párese que la última vez si apenas se recuperó del ataque de Sebastian Michaeiris , ahora ciel phantomhive es un demonio y no uno cualquiera, resulta ser muy poderoso, el hecho de que sea neutro no lo liga a las limitaciones de las especies, es un rival potencial, mi señor- el ojidorado se acercó y con una mirada fulminante le tomo por las mejillas exclamando con un tono calmo -¿a caso dudas de "tu" señor?- la liberó de su fuerte agarre y dando un par de pasos le empujo de su camino para poder entrar a la obscura habitación del cuervo, pero antes de desaparecer en la penumbra , se detuvo y exclamando burlón -además, ¿qué puede pasar, sí te tengo a ti? mi querida "Laevateinn"- una pequeña risa se esfumó junto con aquellos dorados ojos que ante la obscuridad se tornaron aún más felinos de lo común, Hanna aguardaba tras la puerta, esperando alguna orden del estirado mayordomo y al escuchar un pequeño grito que se convirtió poco a poco en un quejido ahogado por las lágrimas, se dispuso a retirarse con una torcida sonrisa pintada en su rostro, mientras tarareaba una siniestra melodía que en conjunto con los gemidos del menor propiciaban a la joven damisela una pequeña entretención, resonando en cada parte de la solitaria y fría mansión, Hanna sonreía ampliamente y entre los acordes se escuchaban pequeñas carcajadas y risillas que se perdían en la melodía, la joven serró los ojos y se dejó caer en el sillón carmín sin detener su cantar, perdida en la inmensidad de su agitada mente, cuando tres iguales interrumpieron sus sombríos y aterradores pensamientos, mientras se susurraban entre si alguno que otro secretito -Hanna-sama, ¿por qué obedece a claude Faustus?- preguntaron a unción mirándose entre sí -mis queridos, el y yo hemos pactado, ahora yo le sirvo a mi señor y nuestro deber es protegerle de aquellos que pretendan robarle a "su" querida pertenencia- sonrió pillando la nariz de Canterbury, quien miro interrogante a sus iguales, los cuales se inclinaron, haciendo una reverencia a la mujer que les miro con dulzura y luego prosiguió con la canción en compañía de las armoniosas voces en conjunto de los misteriosos trillizos.
Ya en la habitación, el araña observaba a Sebastian, quien intentaba sentarse en la cama pero tras cada intento caía torpemente sobre la dura cama, humillado ante la burla del mayor, quien le miraba divertido, pues parecía un niño aprendiendo a caminar, rendido y exhausto por el cansancio, se sentía mareado y aturdido, la cabeza le dolía y de su cuello aún caía una que otra gota de espesa sangre, claude se acercó lento y seguro, sentándose a su lado y tomándolo entre sus brazos, con plena facilidad, como si de una pluma se tratará, encerrándolo en un posesivo y protector abrazo que molesto al Cuervo, quien no correspondió, intentando zafares del agarre, retorciendose, pataleando, con un tono serio y enojado comenzó a hablar - sabía que él vendría, mi amo es todo, menos traicionero o mentiroso- el ojioro le miraba enfadado y con algo de burla respondió -si, vino, vio tu estado, aprovecho, te comió entero y se fue, porque ya no le servias- lo apretó aún más fuerte en el abrazo, pero el otro se apartó gritando, enojado y cegado por el comentario del mayo -¡no es cierto, bocchan nunca haría eso, eres tu quien trata de engañarme para hacerme caer, pero yo nunca te voy a creer maldito idiota, yo jamás voy a ceder ante ti, yo..... Te odio claude Faustus!- el araña le aventó a la cama con tal brusquedad que le dejo sin aire, su ira se hacía presente en la roja aura demoniaca que rodeaba todo el lugar, intimidando al menor que se arrastró lejos de su captor, ocultándose en el enorme camisón, si éxito alguno. Proporcionándole un fuerte golpe en la cara a Sebastian, quien soltó un pequeño grito y se estremeció al sentir la potente energía del araña, que comenzó a gritar descontrolado, acercándose cada vez más al Cuervo que temblaba, pero no se permitía llorar, por simple orgullo -¡¡cállate!!, se que me odias....... lo se y es por eso que matare a todo aquel que se entrometa en mi camino, empezando por ese inútil mocoso, para borrar todo indicio de alguna otra persona en tu mente e inundar cada rincón de tu alma con mi ser , me encargar personalmente de sacarle los ojos a ese estúpido conde que llamas amo y separar cada extremidad de su lugar, para luego traer su inerte y desforme cuerpo ante tus ojos y que de una vez por todas te olvides de él, haré que me ames Sebastian Michaeiris, que dependas de mi para poder vivir, aunque me cueste toda la vida y tener que destrozar tu orgullo, te haré todo mío, ¿entiendes?!! - Lo tomo del pelo, lanzándolo bocarriba sobre la cama y con un brusco movimiento abriendo sus piernas para meterse entre estas, rasgando sus propias ropas y levantando las caderas del menor quien le miraba asustado, tomando sus piernas y situándolas, cada una sobré uno de sus hombros, enterrando su ponzoñosa mirada en la entrada del menor que reaccionó ante ese acto y gritó suplicante -¡nooooo, no por favor no lo hagas, detenté claude...!- fue interrumpido por un agudo y fuerte dolor que se hizo presente en su entrepierna, seguido por múltiples y profundas penetraciones que causaron un desesperado llanto en el menor quien aún gritaba entre sus gemidos de dolor -¡noooo! ¡Haaaa! ¡Que pares...... paraaaaaaaaa, para ya¡- su orgullo comenzaba a derrumbarse por completo, si antes se había sentido humillado, ahora le estaban violando sin compasión, cada vez más fuerte y profundo, haciéndole sangrar y estremecer -no..... Nunca me detendré Sebastian, esto te lo ganaste por insolente- le susurro en el oído con un tono de molestia, mientras se enteraba más profundo en su interior, golpeando con fuerza una de sus paredes, haciéndole gemir sonoramente al Cuervo que ante su relación llevo uno de sus brazos a su boca, mordiendolo con tal fuerza que le hacía sangrar, -con que aquí es..... te tengo zorra- hablo pervertidamente, con una sonrisa torcida y perturbadora, estremeciendo al menor que serró los ojos resignado, llorando silenciosamente, mientras el otro entraba y salía de su interior, dando siempre un golpe certero en aquel punto a lo que Sebastian tan sólo mordía su brazo con mas fuerza y apretaba sus párpados en compás con las fuertes estocadas que le partían en dos por la brutalidad y rabia con las que se movía el araña, que por un instante se vio tan cegado por la ira, que tomo por el cuello al Cuervo quien presento un fuerte espasmo, apretando con fuerza el miembro que se encontraba en su interior y soltando un agudo grito junto con múltiples lágrimas de desesperación y en un sólo instante calló rendido, aún consiente, pero agotado y vacío, las lágrimas no paraban de caer por su sonrojado rostro y su brazo aún permanecía en su boca, pero ya no estaba siendo mordido, simplemente permanecía ahí, tapando su dolorosa expresión. Al terminar con su salvaje acto, claude se levantó de la cama, dejándole tirado y sin decir nada, tan sólo llamó a los trillizos, que pronto aparecieron en la habitación, observando el inmóvil cuerpo de Sebastian en el colchón, que permanecía en la misma posición, perdido en sus pensamientos y con la mirada fija en un punto incierto, llorando silenciosamente. -quiero que se encarguen de él, curen sus heridas, limpienlo y cambien sus ropajes, cuando regrese quiero ver a esta zorra en buenas condiciones y no se atrevan a hacerle algo más o lo pagarán con sus vidas- ordenó antes de abandonar la habitación, los peli violeta observaban la deplorable condición de Sebastian quien soltaba pequeñas convulsiones y gimoteaba, temblando sin parar -¿qué haremos con el?- hablo uno de los tres, interrumpiendo el silencio que reinaba en la habitación -pobre....- susurro otro mientras se acercaba para acomodarle -¿deberíamos ayudarle?- término por decir el último de los tres que también se acercó, acicalando los negros cabellos de Sebastian que les miraba avergonzado -no quiero que me ayuden, largo de aquí, ¡déjenme sólo!- habló entre su llanto, captando la atención de los trillizos quienes se sorprendieron de que este pudiese hablar -creo que quiere que lo dejemos- le hablo Canterbury a sus dos hermanos, ignorando por completo a Sebastian quien intento levantarse, pero al instante se desplomó en el piso, ganándose la burla de los trillizos que no pudieron evitar soltar una sonora carcajada ante la torpeza del Cuervo quieren se echo a llorar aún más desesperado al sentirse tan humillado -creo que deberíamos llamar a Hanna-sama, ella nos puede ayudar- respondió timber aún divertido por el acto de Sebastian -si, Hanna -sama nos puede ayudar- respondió Thompsom, mientras timber ya había llamado la la ya mencionada. En cuestión de segundos Hanna hizo acto de presencia, tomado dulcemente entre sus brazos a Sebastian quien ante el calor de la hermosa dama se permitió dejar de llorar y dormir profundamente en su regazo, los trillizos observaban enternecidos la adorable escena ladeando la cabeza con una apenas marcada sonrisa Canterbury se dispuso ha hacerle una pregunta a Hanna, quien aún arrullaba al peli negro entre sus brazos -¿Hanna-sama, que se supone que hagamos con el?- la muchacha acomodo al durmiente Sebastian sobre la cama, quien soltó un pequeños suspiro y se incorporó en esta, permitiéndole hablar a la elegante dama -queridos míos, claude os ha ordenado atender a Sebastian, por favor empezat con su tarea ahora que esta más calmado y procurad no despertarle- ordenó entregando a Canterbury una cubeta con agua caliente junto con una toalla, a Thompsom unos cuantos vendajes y a timber un enorme camisón aún más grande que el que ya portaba Sebastian, empezando con su ardua tarea. Tras unas cuantas semanas de recuperación, Sebastian por fin se encontraba limpio y sano, pero no del todo, desde aquella tarde Sebastian no se había levantado ni una sola vez y cuando se encontraba despierto lo único que hacia era llorar y gimotear en silencio, el pobre estaba agotado y destrozad. Dormía ya en una posición más cómoda y con una nueva prenda que le cubría asta las rodillas, soltaba uno que otro quejido de dolor, pues su interior se encontraba destrozado por la brutalidad con la que le había penetrado el araña, era por eso que Sebastian se encontraba boca abajo, pues su entrada había sido muy maltratada por el salvaje Faustus, al que ahora los trillizos guardaban su debido respetó, temiendo que les lastimara, como lo hacía con el pobre peli negro. Todos en la mansión trancy le tenían cierta lástima al azabache que sufría de múltiples abusos de claude, pero extrañamente ese día no lo había ni tocado, Sebastian guardaba cierta esperanza de que por lo menos por ese día claude le dejase tranquilo, que no lo humillase, como lo hacía todos los días y en eses momento solo se preguntaba del paradero de su querido bocchan, pensando que este tal vez si le había abandonado.
Mansión phantomhive
Todos en la mansión habían notado el repentino y brusco cambio en la personalidad del joven conde, que paso de ser un niño amargado y serio, a un ser terriblemente aterrador. Por las noches se le escuchaba hablando sólo, como planeando una venganza contra alguien desconocido, algunas veces simplemente se echaba a reír, como si de un loco se tratase, pero lo que ahora más se notaba era la siempre presente sonrisa del conde, una mueca macabra y maliciosa que no era fácil de entender y que asustaba a todo quien que le veía, había tomado la extraña costumbre de acariciar la sube tela de su parche a todo momento y cuando no tenía nada que hacer se sentaba horas frente al espejo, observando su esbelta figura y murmurando una que otra palabra entre las sonoras carcajadas que dejaba escapar, las nuevas actitudes del menor asustaban a todo quien conocía, en especial a su servidumbre, que ahora en vez de respeto, demostraban temor ante su amo, evitando cualquier encuentro innecesario, por el temor que les causaba la extraña e inesperada forma de ser de su bocchan, por el contrario la joven señorita Elisabeth permanecía ciegamente enamorada del conde, quien compensaba a fastidiarse e ignoraba a la jovencita que consideraba que este tan sólo estaba algo "distraído" y aseguraba a los demás que no había cambiad en nada, pero esto ni siquiera ella se lo creía y algunas veces se vestía provocativamente, para llamar la atención del conde que catalogaba su vestimenta como "ridícula e inapropiada", pero ya cansado del constante acoso de la señorita y decidido a terminar con "todo" de una vez por todas, ciel se encontraba acostado en su mullida cama, esperando la visita de la joven, que no tardo en aparecer y entrar a la habitación sin siquiera tocar la puerta, llevaba una corta falda de color negro que resaltaba su aún no formada figura, una camisa pegada al cuerpo de mangas cortas con un escote pronunciado color blanca y unas botas tacón aguja, algo exagerado para su edad, nada apropiado para su común vestimenta, el conde la observo de pies a cabeza y con un ligero movimiento le indicó que se acercara para verle mejor, la chica tomo asiento junto con su querido prometido, preguntándole con la mirada de que se trataba aquella extraña petición, el conde la tomo por el brazo, jalándole asta tenerla debajo, la observo con su típica y macabra sonrisa levantando un poco la camisa, asta alcanzar su desnudo y apenas abultado pecho, acariciando sus pezones y comenzando a lamer con hambre el cuello de la doncella quien gemía y se retorcía, apretando las sábanas entre sus frágiles manos -esto es lo que querías, ¿no?- entono un tono sexy que prendió aún más a la joven, quien estaba tan excitada que no lograba contener sus gemidos -mmmmmm haggggg, ciel.....- el conde levantó la falda, acariciando la intimidad de la chica quien se abrió aún más para que este continuará, tras unos cuantos minutos de lujuria, ciel se levantó, con una cara completamente sería, lizzy le miro, con su típica y dulce sonrisa y algo más feliz de lo normal, se levantó y acomodó sus ropajes con plena delicadeza, siguiendo al joven conde que se dirigía a su oficina, como si nada hubiese ocurrido - ciel....- se acercó tomándolo por los hombros, con una mirada picara y juguetona -¿no quieres seguir jugando?- le tomo una de sus manos, posandola en su propio pecho y soltando un pequeño suspiro por el tacto del oji azul, a lo que el otro tan sólo le respondió con un tono tan frío que logró asustar a la chiquilla - escucha Elisabeth, yo nunca te he amado y simplemente nunca te amare, eres un Ser repugnante, tu riza, tu voz y tu forma de ser, toda tu eres tan insoportable, así que te pediré de una vez por todas que te largues de mi mansión y nunca vuelvas, al tener sexo contigo creí que de pronto, por lo menos podría tomar tu alma, haciendo que por lo menos el haberte conocido valiese un poco la pena y si te probaba podría comprobarlo, pero justo como lo sospeche tu alma no es nada comparada con el delicioso sabor de Sebastian, por lo tanto no puedo querer nada viniendo de ti, en mi mente solo hay lugar para alguien y ese puesto ya esta ocupado- la joven retrocedió un par de pasos, con sus ojos repletos de lágrimas y dispuesta a no perder su dignidad, salió corriendo lo más rápido que sus pies se lo permitieron, hablando ando la mansión, dispuesta a nunca regresar-.
-ahora sólo me queda encargarme del estúpido de Faustus y creo que ya se como hacerlo, es hora de hacer una visita a undertaker, mientras tanto, disfruta Sebastian, pues cuando vuelvas a ser mío, me encargare de tragar cada gota de tu exquisito ser.- exclamo mientras soltaba una sonora carcajada, con aquella mueca que ahora tanto lo identificaba.

Notas finales:

Ese ciel es un malote, ya me da un poco de miedo...... Espero con ansias sus reviews, l@s amo y tambien demorare en actualizar esta vez gomen..... Estoy a su servicio mis señor@s <(^-*)7


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