-te amo, Sebastian- susurro en su oído, robándole un escalofrío -¡n.... No, tu no me amas!- grito el Cuervo entre sus sonoras lágrimas, intentando removerse del agarre de sus muñecas, que empezaban a sangrar por la presión que ejercían las esposas de plata -si te amo y por eso te hago esto, eres mi dulce princesa- hablo entre carcajadas mientras golpeaba su rostro entre cachetadas -¡no..... los demonios no podemos amar y menos tu rata asquerosa!- grito, dándole una patada en el pecho, con toda la fuerza que sus piernas le permitieron, haciéndole enfadar notoriamente, y dejando escapar su potente aura demoniaca -¡quien te crees para hablarme así, puta, quería ser razonable contigo, pero al parecer te gusta que te traten a las malas! ¡¿No zorra?!- apretó las mejillas del menor entre sus dedos, que soltaba pequeños gemidos, mezclados con los sollozos que se escapaban de entré sus sangrantes labios -¿sabes?, es divertido ver que un ser tan arrogante como tu, se rinda ante mi, eres un fracaso de demonio, más débil que un estúpido humano, un cachorro que se intimida ante la amenaza de un cazador y al no poder esconderse, se entrega resignado, dejándose morir, ¿qué ya no quieres luchar por tu dignidad linda zorrita?- introdujo dos de sus dedos en la estrecha y lastimada entrada del menor, quien intento sacarlos de su interior, pataleando y moviéndose bruscamente, pero lo único que logró conseguir fue hundirlos más en su interior, alcanzando es punto que lo volvía loco -niaaaaa- gimió sonoramente, mientras el mayor atrapaba entre sus dientes, uno de sus enrojecidos pezones -y.....yo no puedo más, he intentado...... Soportarlo, pero y...ya no puedo- hablo débilmente, sus ojos se tornaron cristalinos y las lágrimas amenazaban en salir, se encogió ligeramente, ante los dolorosos espasmos de su lastimado cuerpo -yo...... Me siento inseguro estando contigo, y.... Me pongo nervioso cuando me tocas..... Yo.... Te tengo miedo- agacho la mirada, avergonzado por aquellas torpes palabras, claude le miro sorprendido, por fin aceptaba que le temía, y eso de alguna forma le ponía feliz, -mírame Sebastian- ordenó autoritario, pero el menor no obedeció -quiero ver tu tierna expresión, por favor mírame con tus dulces y cálidos ojos, deleitame con tus bellos y finos labios, tu pálida, blanca piel, todo tu..... Eres tan hermoso- tomo su rostro con ternura, observando con cariño aquel perfecto ser, se libro del agarre en sus manos y lo acurrucó entre sus brazos, acariciando su cabello y mejillas entre sus dedos, pillando de vez en vez una traviesa lágrima que escapaba de sus orbes carmín, Sebastian tan sólo apretaba con fuerza entre sus puños la tela que cubría el pecho del mayor, dejando caer sus lágrimas sobre el torso del araña, quien permanecía callado y expectante, el menor rodeó su cintura y apoyó su cabeza en uno de los enorme hombros, sollozando y balbuceando palabras, atrapandole con fuerza entre sus brazos, descargando toda su ira y dolor, tratando de olvidar las obscuras imágenes que le venían a la mente al tenerle tan cerca, desesperado por ya no recordar el ardor de sus heridos recuerdos, ahogando pequeñas palabras asta lograr formar una oración -¿por qué..... Por qué me haces esto?¿y....yo te he.... Te he echo algo malo claude?- susurro gimoteando y apretándole aún más, esperando una respuesta que le dijera por lo menos por que le trataba tan mal, pero aquella respuesta resultó ser aún más desilusionaste para el pobre Cuervo que se lamentaba de su situación -no Sebastian, tu no me has hecho nada, pero esta es una forma de encargarme de que olvides a ese estúpido conde, que lo elimines de tu puta mente de una maldita vez, yo quisiera ser cariñoso y dulce contigo, pero tu.... No te quedarías a mi lado, te niegas a cooperar conmigo, y cada día me odias más, ¡es por que esta es la única forma de tenerte, de ser correspondido y haré lo que sea para que seas mío, aunque para ello tenga que amarrarte, amordazarte y encerrarte en un sótano para toda la eternidad!- respondió, apretándole con fuerza y brusquedad, mientras el otro se ahogaba por la enorme presión que ejercía el abrazo, sus ojos se fueron apagando, y poco a poco quedaron completamente dormidos, la expresión de su rostro, cansada y lastimada, pero aún así completamente bella resultaba ser una hermosa vista para claude, quien le contemplaba ansioso, aquella adorable carita sonrojada, sus ojos delicadamente serrados y la tenue respiración que apenas se mantenía marcada, tan débil, casi nula. una gota de sangre se deslizaba por sus finos labios que permanecían entreabiertos, dejando escapar pequeños desalientos y murmullos que no parecían tener significado, pero aquel nombré, aquel maldito nombre nunca escapaba de sus pensamientos, por más que intentaba borrarlo, Sebastian simplemente no lo permitía, aferrandose a aquella persona, como si de su última esperanza se tratase -bocchan.......- suspiro con pesadez, casi inaudible para el oído humano, pero muy claro para claude, quien de inmediato cambió su dulce expresión, por una de asesino en serie a punto de matar -maldito conde, ojalá se muera y se pudra en el inframundo, quémese con las llamas del infierno y deje en paz a MI Sebastian- hizo referencia al conde y sus ojos sé tornaron violeta vivo, dejando escapar su aura demoniaca y ser arácnido a la luz -o sí no lo pagara aún más caro, nadie se mete con MIS cosas- acaricio el cabello del azabache, tomándole entre sus brazos y acomodandolo sobre el mullido colchón, cobijándole con una manta de ceda que recién había tejido en menos de un instante -ahora descansa, mi bello pichónsito- se acostó junto al Cuervo, que al sentir su calor se acurruco junto a el, acomodando su cabeza entre las piernas del araña, que acicalaba el brillante y largo cabello, observando su esbelta y alvina figura -descansa.......que Yo..... Estaré aquí para protegerte- le dio un cálido y profundo beso en los labios y se dispuso a dormir junto a su querido y amado demonio -Sebastian... quiero tenerte a mi lado para toda la eternidad- susurro mientras rodeaba al menor entre un abrazo acariciando su rostro y permitiéndose caer en los brazos de morfeo, que gustoso le recibió.
Mansión phantomhive
Tras dos o tres horas de espera en el salón principal, el conde por fin se había dignado a aparecer, con aquella típica mueca, que por un segundo sorprendió al peligris -te tardaste mucho undertaker...... - se acercó al mayor, que al sentir su fuerte presencia se apartó unos cuantos pasos -¿conde phantomhive?- preguntó aludido y confundido, observándole de pies a cabeza -¿pues quien más puedo ser....?- contestó seco a la pregunta del mayor, quien con algo de confianza se acercó un poco más -pero que cambiado esta...... Ya es un completo demonio....... Y sí que da miedo- sonrió, soltando una pequeña carcajada, pero en ese momento la mueca del menor se tornó completamente sería, esbozando más una de inconformismo -¿te estas burlando de mi undertaker?- pregunto con algo de molestia y dejando escapar su aura demoniaca, el mayor retrocedió al sentir la amenaza que se aproximaba y sonriente respondió -todo lo contrario, es más bien respetó lo que le tengo, no había sentido un aura demoniaca tan fuerte en mi vida...... Es sorprendente- el menor se tomo su tiempo para sentarse, del otro lado de la mesa del té se encontraba su dichoso invitado, contemplando al menor que empezaba a desesperares, un silencio incómodo reinó en la habitación, los dos individuos chocaban miradas afiladas, pero sin dirigirse la palabra, asta que el rendido undertaker tomo la iniciativa - ¿por qué me ha llamado con tanta urgencia condemonio?....jajajjajaja- ciel le miro un poco molesto, pero ignoró la estúpida burla y le respondió seguro -vámonos sin rodeos...... La última ves que usted habló conmigo dijo que hay formas para poder matar a un demonio, por favor ¿podría decirme como matarle?........- undertaker le miro interrogante, y tras un minuto de analizar la pregunta le respondió algo decidió - bueno...... En primer luga, los demonios son muy similares a los humanos, débiles y poco eficientes, no es necesario mucho esfuerzo para poder matar a uno de ellos, pero una forma aún más se silla de conseguirlo es apuntar directo al corazón con una espada de plata....... Sencillo- continuó hablando entretenido -además, las espadas shinigami también te pueden ser de utilidad- desenfundó una pequeña daga que guardaba en su bolsillo -con esta "espada" podrá matar a quien le plazca, así se traté de un ángel- continuó sin permitir interrupción alguna -vera señor conde, cuenta la leyenda, que hace muchos años, en el mundo sólo existían los ángeles, humanos y shinigamis. Una tarde una hermosa shinigami llamada Silan, bajó a la tierra para robar algunas almas, pasaba de techo en techo recolectando aquellas animas desamparadas que se encontraban anotadas en su libreta, fue entonases cuando se topó con aquel angelical humano de figura esbelta, que de inmediato le enamoró, piel blanca como la nieve y una mirada ámbar que prometía ser sincera. Días pasaron, y nuestra shinigami no se dignaba ha hablarle, pero aquella tarde, el muchacho estaba sentado, observando el bello ocaso y Silan, tan sólo a unos cuantos pasos de este, con la mirada fija en su libreta, se paró detrás del muchacho que aún permanecía expectante en la caída del sol, y ella tan sólo dejo rodar una triste lágrima, que término en la desnuda mano del menor, esté de inmediato se giró, para encontrar el origen de la pequeña gota y al observar a la alta y refinada mujer casi se desmaya, Silan le tranquilizo, le explico de que se trataba y se dispuso a conocerle, el muchacho había hecho una nueva amiga. Aquella noche era fría, la lluvia no paraba de caer, y los dos amantes, inmersos en la candente danza de lujuria que se desataba en la habitación, los gemidos de Silan se callaron cuando el joven se dispuso a abandonar su interior. De este amor imposible, nació un lindo niño, de nombre Lucifer, el primer demonio en la historia, blanca tez, ojos ligeramente enrojecidos y un hermoso cabello plata, aquel bello rostro enamoro de inmediato a su madre, quien decía creerlo perfecto, mientras tanto en la tierra nuestro querido humano caminaba por un callejón, cuando un par de hombres le arrinconaron en una esquina, después de haberle violado brutalmente lo Mataron y lo dejaron tirado, como si de nadie se tratara, y La misma Silan fue quien se encargó de recoger la atormentada alma de su único amor, aquella noche la shinigami perdió a sus dos amores, ya que el pequeño demonio fue desterrado a la tierra, en una isla muy lejana, que no estuviese al alcance de ningún hombre, es por eso que los demonios nos odian tanto, y una tarde nos atacaron, así que como acción defensiva los shinigamis creamos estas "espadas" que son aún más mortales que cualquier baratija demoniaca, de ella manará un destello cuando sienta el aura de un demonio- le hizo entrega del pequeño cuchillo, que relucía ante la presencia del menor -¿y qué se supone que le tengo que dar a cambio de esto?- pregunto el joven, observando la daga y su filosa cuchilla, guardándola entre sus ropajes -tan sólo la cabeza sin vida del demonio que mate, mi querido conde- respondió sonriente el sepulturero -es un trato....... Ahora sólo queda hacer las cosas como se deben, ya puede retirarse undertaker, ha sido un completo placer hablar con usted, pero tengo asuntos importantes por resolver....- hablo entre su sonora risa, que fue cambiando cada vez más, junto con su apariencia, asta hacerse completamente grabe.
-¿¡claude?!- sollozó el menor entre las lágrimas que caían sin parar por sus sonrojadas mejillas, eran aproximadamente las 3am, Sebastian se había levantado aterrado, pues parecía haber tenido una pesadilla -¿qué su sucede Sebastian?...- habló adormilado, mientras se frotaba los ojos -claude....... ¿Quien es ese hombre?- preguntó mientras señalaba a la más remota y obscura esquina de la habitación -¿qué...... Pero si ahí no hay nada?.....- respondió claude, mirándole confundido y algo preocupado -¡claro que sí, ese hombre...... Tiene una enorme sonrisa y me esta mirando! ¡Dile que se detenga claude, dijo que me iba a matar........ El dijo que no me dejaría escapar!- lloraba el menor mientras permanecía observando y señalando hacia la nada -ya cálmate Sebastian, no ha sido nada, sólo un mal sueño- habló dulcemente intentando tranquilizarle, caminando hacia el punto señalado y dándole la espalda, mostrándole que efectivamente no había nadie, asta que sintió como una mano recorría su pecho, asta llegar al bolsillo del traje y allí dejando delicadamente un misterioso objeto, claude no dijo nada, se guardó aquel suceso para sí mismo, ya que no quería alarmar al menor, que aún lloraba, cubriendose los ojos con las manos -Sebastian........ Tranquilo, nadie te hará daño mientras yo este a tu lado, me encargare de protegerte de cualquiera que ose amenazarte, no permitiré que te lastimen...... Porque yo....... Enserio te amo- el menor levantó la mirada, y observo con una tierna mirada al araña, que no pudo evitar un ligero sonrojo -¿me lo prometes?- pregunto con un cálida sonrisa, la primera que le permitía ver al araña, y la más hermosa que este mismo había visto -así es mi lindo pajarito, por mi vida, juro protegerte asta el final- el azabache se levantó y abalanzó sobre el mayor, quien lo tomo entre sus brazos como si de una princesa se tratara, y le miro a los ojos, sacándole un notorio sonrojo, Sebastian desvío la mirada y algo avergonzado le respondió con un simple pero justo -gracias......- la cara de sorpresa del mayor no podía ser comparada con cualquiera, ¿sería que los azares del destino por fin jugarían a su favor y la ironía de haberle hecho sufrir que les convertía en víctima y victimario por fin pudiese cambiar para suerte d ambos? El mayor lo tomo del mentón, dándole un dulce y largó bezo que por primera vez el otro correspondió, al separarse claude le miro algo melancólico y acariciando sus cabellos se dispuso a hablar -perdóname........ Por todo lo que te hice, por haberte lastimado, y sobretodo por no haberte sabido amar- de sus ojos rodó una cálida lágrima, que calló en la mejilla del menor, asta llegar a sus labios, este los relamió, siendo testigo del sincero arrepentimiento y con una simple y hermosa sonrisa asintió para luego responder -los demonios no somos rencorosos- apoyó su cabeza en el pecho del mayor, abrazandole con..... ¿Cariño? Y sintiéndose algo incómodo por el tacto voluntario de quien antes tanto lo había lastimado, pero extrañamente bien, pues por alguna razón sabía que desde ahora todo cambiaría y esa disculpa era realmente sincera.
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