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Tengo hambre Sebastian por Diana123

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Notas del capitulo:

Gomen, estoy enferma así que el capítulo es corto :c

Era una noche un tanto fría, Sebastian dormía plácidamente, arropado asta la cabeza, tranquilo, completamente en calma, cual gatito ronroneante, literalmente su perfil esbozaba una calma casi imperturbable, una sonrisa apenas se marcaba en sus labios, y sus constantes balbuceos aveces dejaban escapar una que otra fantasía, la obscuridad rodeaba la habitación, y los pocos rayos de Luz de luna apenas se filtraban por los barrotes de las pequeñas ventanillas, era un ambiente extremadamente aterrador en ojos de cualquiera, lúgubre e in animoso, pero para Sebastian, el dormitorio perfecto. Un pequeño ruido despertó al tranquilo azabache, que adormilado, apenas habría los ojos, y con la poca energía que poseía recorría la habitación con la mirada, sin encontrar el origen de aquel misterioso ruido, tras unos segundos de intriga, el menor algo confundido, se dispuso a volver descansar, pero cuando sus párpado empezaban a serrarse y los sueños se hacían presentes en su mete, otro ruido le interrumpió, alterando su calma, pero esta vez por completo, pues aquel extraño sonido era más bien un constante rasguño que parecía no Cesar, ya angustiado, pues no entendía lo que estaba sucediendo, el Cuervo se arrodilló sobre la cama, fijando la vista en un obscura y aterradora esquina de la habitación, buscando una explicación que le calmara  -¿claude......? - susurró tembloroso, esperando una respuesta afirmativa, pero lo único que se escuchaba era aquel incesante rasguño, en conjunto con el  sombrío silbido que producía el viento al colarse por las ventanas, este ruido era cada vez era más fuerte y desesperante, al punto de que, ya casi en las lágrimas, Sebastian llevó sus manos a sus oídos para taparlos con fuerza, pues la desesperación lo invadía asta el punto de casi hacerle llorar -para....... ¡ para yaaaa!- angustioso se levantó de la cama, con el propósito de dirigirse hacia la enorme puerta de metal, y así poder escapar de la pesadilla que estaba viviendo, pero apenas puso un pie en el piso, sintió como una mano desconocida lo tomaba por el tobillo, haciéndole caer boca abajo, rápidamente dio un giro para percatarse de su agresor, pero lo que vio le heló la sangre, al punto de que casi se desmaya, una enorme y torcida sonrisa, acompañada por unos felinos ojos color azul, que parecía querer devorarle. aquel siniestro y demoniaco ser era una viva imagen de lo que es el infierno. se ocultaba bajo la cama, la criatura más horrible que alguna ves hubiese podido haber visto, y lo que era pero, aquella "cosa" aún no lo había dejado escapar, lo sostenía con fuerza del tobillo, enterrando sus filosas garras en la blanca piel que empezaba a sangrar, Sebastian estaba aterrado, sus ojos se abrieron con angustia, llenandose de nerviosas lágrimas que amenazaban por salir, un grito ahogado consiguió escapar de su garganta, con sus manos intentaba arrastrarse fuera del alcance de su agresor y pataleaba para soltar el potente agarre que las garras, que este mismo ejercían, ante este acto, la burlona sonrisa se hizo aún más ancha, liberando una sonora carcajada que inundó los oídos del Cuervo, pero lo que más aterró al menor no fue la horrible mueca que se dibujaba en aquel rostro, sino las frías y siniestras palabras que el otro le decía, mientras lo halaba más, para arrastrarlo bajo la cama -no podrás escapar, estas atrapado entre mis garras y ya no tienes más alternativa, sólo ven conmigo, permíteme ser el único tu único poseedor, pero si te niegas a ser mío, ¡no te dejare ser de nadie!- lo arrastraba cada vez con más fuerza, pero una patada certera consiguió alcanzar el rostro de su atacante, quien le liberó del agarre. de inmediato, Sebastian corrió hacia la puerta, desesperado golpeaba con toda su fuerza, intentando abrirla, más estos eran intentos en vano, pues la puerta estaba serrada con candado, el Cuervo gritaba a todo pulmón, y como todas sus fuerzas se lo permitían, logrado por fin captar la atención del durmiente claude, que al escuchar el desesperado llamado de su amado demonio, no dudó ni un minuto en asistirle. El araño corrió a toda velocidad, asta alcanzar la lúgubre habitación, de la cual escapaban gritos y alaridos desesperados que le llamaban con frustración, de inmediato, abrió la puerta, y en ese mismo instante, el asustado Sebastian se abrazó de sus piernas fuertemente, llorando inconsolable trataba de perderse y ocultarse entre las piernas del mayor, quien le miraba nerviosos confundido, pero más que todo preocupado -¿¡qué ha susedido Sebastian!? ¿¡Estas bien!? - le preguntó, pero este no respondía, pues estaba perdido en su angustioso llanto, casi ido por el miedo que aún sentía -¿que........ Que te ha pasado?- se agachó, mirándole a los ojos que demostraban el profundo terror que el menor estaba sufriendo, quien entre los gimoteos respondió casi inentendible -ese monstruo....... Esa cosa.....- fue lo único que pudo pronunciar con dificultad, Claude fijó su mirada plata en el sangrante tobillo del menor, que ya se había inflamado, y furioso, pues alguien se había atrevido a tocar a SU Cuervo, se acercó asta la cama, dirigiendo su palabra al misterioso invasor, para gritarle con frustración -¡maldito cobarde, no toques  a MI Sebastian, o te las veras conmigo!- fue entonces cuando recordó aquel desconocido objeto que el anónimo inquilino le había otorgado, dirigió su mano al bolsillo, y con discreción y cuidado sacó a la luz un un parche color azul, con unos hermosos encajes de oro y unas finas piedresillas que aparentaban ser esmeraldas -ciel phantomhive.......- susurro, recordó cuando el conde le había visitado aquella vez que portaba la curiosa prenda ya mencionada, dirigiendo la mirada hacia el azabache  que parecía realmente frustrado ante la situación -Sebastian...... Ven conmigo, no te quedaras más aquí ¿esta bien?- el menor asintió, intentado ponerse en pie, pero apenas logro las piernas le flaquearon, haciéndolo caer, el araña soltó una pequeña risita, y se acercó asta tenerlo al frente, cargándolo a modo de princesa entre sus brazos -esta bien, yo te llevo- le susurro al oído, mientras apartaba un rebelde mechón del fino rostro, el otro se sujetó firmemente de su cuello, para evitar el riesgo de una posible dolorosa caída. mientras recorrían el pasillo que desembocaba al salón principal, Sebastian no apartaba la mirada de la obscura habitación, permanecía alerta a cualquier extraño movimiento, y por cada paso que claude daba, él más apretaba el agarre en su cuello,  suplicante a que nada fuese a suceder en aquel tramo que faltaba por recorrer. Apenas alcanzaron el salón, Sebastian soltó un profundo suspiro de alivio, relajándose  por aquel instante, descansado la cabeza en los hombros del mayor, quien lo sujeto con más fuerza ante aquel acto, innegablemente tierno, sin poder evitar esbozar una cálida sonrisa, decidido a nunca dejarle ir. 

Notas finales:

Yaaaa, dejen sus comentarios y opiniones, l@s quiero pero me siento un poco mal así que me voy, chaolin pingüino se cuidan amad@s lector@s


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