Misaki se encontraba caminando por los pasillos de la Universidad mientras terminaba de guardar su libreta de apuntes en la mochila. Se encontraba realmente agotado, ya que no había podido dormir mucho la noche pasada.
-Y todo por su culpa. – susurro molesto.
-¿Ahora hablas solo Misaku-kun? - se escucho una voz.
-Eh… no Sumi-sempai solo pensé en voz alta jejeje.
-Bien, como digas. – dijo sin mucha confianza – Todos iremos a comer, ¿quieres venir con nosotros?
-Ammm… Lo lamente Sumi-sempai pero hoy no puedo
-Sabia que dirías eso, en fin … nos vemos mañana en clases supongo … - dijo yendo por el camino contrario a Misaki.
-Si… asta mañana.
Sin mas comenzó a caminar mientras pensaba en lo divertido que era poder ir a Comer con todos tus amigos, y como le gustaría poder hacer sin tener que pensar en lo que le esperaba al llegar a casa. Queriendo dejar de lado esos pensamientos, comenzó a pensar en que aria para comer al llegar a casa, y en que tendría que poner a la lavar la ropa sucia.
-Oyakodon … cocinare Oyakodo*. – Se dijo a si mismo mientras entraba al edificio donde se encontraba su departamento, era realmente Bueno el que estuviera a solo unas cuantas cuadras de la Universidad. Primero puso la ropa a lavar y después camino a la cocina para comenzar a preparar todo.
Termino realmente rápido de preparar todo así que se dispuso a colocar la mesa, cuando escucho la puerta de la casa abrirse. Camino rápidamente hasta ella, donde se encontró con un Alto hombre peliplateado.
-Estoy en casa – dijo el mientras se quitaba el saco de su traje y aflojaba un poco su corbata.
-Bienvenido… Usagi-san- le respondió el ojiverde.
-Perdón por la demora tuve que quedarme a arreglar unos trabajos pendientes.
-No te preocupes. – dijo sonriente Misaki.
-Bien entonces, vamos a comer que huele delicioso y yo muero de hambre. – dijo mientras camina al comedor - ¿que cocinaste?.
-Oyakodon. – respondio Misaki llegando a la mesa con la comida.
En silencio comenzaron a comer pero poco después comenzaron a charlar sobre su día, y lo que habían hecho.
-Por cierto Misaki, tu hermano me llamo. – comento el peliplatedo mientras fumaba un cigarrillo en la sala.
-¿Que te dijo? – pregunto el menor desde la cocina mientras limpiaba todo.
-Que vendrá a visitarnos el siguiente fin de semana. – dijo desganado.
-¿En serio? – pregunto sorprendido el menor – pero si apenas el mes pasado vinieron.
-El solo quiere venir a molestar – dijo molesto.
-No hables así de mi Hermano.
-Siempre viniendo cuando se le pega la gana – siguió hablando ignorando completamente al menor. – desde que nos Casamos es lo mismo. Y ni hablar de su pequeño monstruo.
-No insultes a mi sobrino .-----.
-Siempre tomando a mis susukis y tratándolos sin ninguna consideración. – le ignoro. - ¡Ahh! Y su loca esposa, siempre de entrometida en la cocina queriéndole poner condimentos a todo.
-No llames entrometida a Manami- san.
-Sera un pesado fin de semana, y yo que quería pasar todo el día en la cama con mi esposo – comento dramáticamente.
-¡No hagas esos planes sin mi consentimiento! – grito el menor ruborizado.
-Por cierto ya terminaste tu tarea jovencito. – dijo ignorando de Nuevo su comentario – No creas que por ser mi esposo no te reprobare. – comento mientras se ponía de pie y comenzaba a andar hacia el Segundo piso del departamento en donde se encontraban las habitaciones.
-¡Cállate! Jamas te eh pedido favoritismos. – dijo enojado.
-Claro… estaré en el despacho revisando trabajos por si necesitas ayuda. – dijo entrando a una habitación.
-¡NO NECESITO TU AYUDA! – Grito.
Usagi-san Baka, siempre molestándome, y hablando mal de mi familia. Aunque en cierta forma tiene razón, mi hermano siempre que viene solo es para hablarme mal de Usagi, pero su esposa y mi sobrino no hacen nada malo. ¡Y ahora tengo que pasarme la noche terminado el trabajo que el no me dejo terminar ayer por estar pegado a mi diciendo cosas pervertidas! Y mañana en clase seguro se la pasara molestándome como siempre. ¡En que momento termine yo casado con mi profesor de Literatura!. Pensaba dramáticamente mientras caminaba a la sala con su portátil para terminar el trabajo que hacia días había encargado su querido Profesor.