-¿Perdón? ¿Podría repetirlo? Es que no entendí.
Minseok dijo, formando con sus labios la sonrisa más falsa del maldito mundo. No podía ser, no podía tener tanta mala suerte. Había deseado esto por toda su vida, desde que entró a la primaria, lo cual era prácticamente toda su vida ya que desde ese momento su cerebro tenía memoria. Era tan imposible que esto le pasara a él, en el primer día de inscripción... ¿ya no quedaban más bacantes masculinas? ¿eso era putamente posible? El recordaba perfectamente que de todas las personas anteriores a él (al menos, unas cincuenta) en la fila, solo quince eran hombres.
En ese momento, sea lo descortés que sea, Minseok estaba, mentalmente obvio, estrangulando a la señorita encargada de las inscripciones. Su madre miraba a la mujer bastante sorprendida.-Que no hay vacantes masculinas, querido. Se acabaron hace media hora.
-Pero, disculpe.- La madre de Minseok hablo, acaparando la atención de ambos presentes. En la fila comenzaron a molestarlos por tardar tanto.-Las inscripciones empezaron hace media hora, y en la fila había solo unos diez o quince hombres.
Minseok junto a otras madres que, al parecer, también venían a anotar a sus hijos, asintieron.-Pero las inscripciones por internet abrieron hace, exactamente, dos horas, y ya hay cien alumnos registrados... ese era nuestro limite, cien alumnos masculinos.
Entre todas las mujeres se miraron, aún más sorprendidas y enojadas de lo que ya estaban. La madre del joven, atónito, se acercó a su oído susurrando una frase de dos palabras a la cual él respondió con una sacudida de cabeza. "¿Tú sabias?".
- Ahora,- Dijo, llamando la atención de todos..- si no tienen a una joven para anotar, entonces ¿podrían retirarse?
-¡Cállese! ¡Que yo tengo a una joven para anotar!
La madre de Minseok golpeó el escritorio, asustando a cada persona en la fila pero, principalmente, a la encargada de las inscripciones. Minseok la miró, ladeando la cabeza.
Estaba acostumbrado, su madre estaba loca después de todo. No, no se confundan, la amaba así. Aunque, no tenía idea de lo que su madre iba a hacer. La mujer junto a él, madre de uno de sus mejores amigos, se acercó a Yuri y le preguntó que carajos estaba haciendo.
Su madre se acercó a su oído, susurrándole algo que Minseok no conocía... pero temía. Había un mal presentimiento que recorría toda la mente y cuerpo del joven.-Muy bien, ¿como se llama la joven?
-Xiumin, Kim Xiumin.
Los ojos de Minseok se abrieron como platos, como nunca se habían abierto. Ese era su nombre chino, ¿por qué su madre decía su nombre en chino? ¿acaso no había entendido que el no podría inscribirse? Pero... oh oh Minseok entendió todo en ese momento.
"Esa hija de puta".
Minseok pensó en, al menos, veinte formas de lograr que eso no ocurriera. Porque, vamos, el si tenía cara de nena... ¿pero a qué clase de hombre le gustaría que lo travistieran? El quería, moría, por entrar a aquella universidad, pero no como una chica. Quería que lo conocieran por ser "el gran cantante Kim Minseok", no "la cantante con voz un poquito gruesa Kim Xiumin"... pero había encontrado la forma perfecta de detenerlo todo demasiado tarde.
-¡Kim Xiumin no existe! ¡Es mi nombre chino! ¡Mi madre me quiere travestir!
Se quedó en silencio cuando sintió un leve golpe en su nuca, recuperando la conciencia y dándose cuenta donde estaba. Un local, ropa, mucho rosa... su madre sosteniendo una pollera, supuso que era un poco más arriba de las rodillas, y medio local mirándolo confundido.
Mujeres, tantas mujeres... ¿cómo mierda él iba a lograr ser mujer? Además, tampoco podría recurrir a su madre siempre. Tendría que vivir en aquella universidad y solo vería a su familia una o dos veces al mes, ¿cómo se maquillaría? ¿cómo lograría saber que talle de ropa debería usar?
Y lo peor de todo... ¿cómo ocultaría su pene por tanto tiempo? Las habitaciones no eran individuales, además de que la debería compartir con una chica... ¿tal vez ella podría ayudarle? Pero seguiría siendo raro. Además, ¿y lo de sus pechos inexistentes? Había tanto trabajo y tan poco tiempo, las clases comenzarían una semana después y él ya se encontraba exhausto.
-Pero no te preocupes.- Volvió a recuperarse en tiempo y espacio solo para escuchar aquella matadora frase de su madre. Al levantar la vista se encontró a si mismo con una pollera ajustada a su cintura y suelta abajo, celeste. ¿Cuando había llegado a su casa? No lo sabía, se entero de ello cuando notó que el espejo donde se reflejaba su nuevA yo era el de su habitación. Se dio cuenta, rápido, que su madre estaba junto a él, sonriendo ampliamente.
La verdad, si, su madre siempre había deseado una hija y, ahora, había cumplido su sueño.
Se continuó observando, notando la peluca sobre su cabeza. Su "cabello" ahora era moreno, y debía admitir que le quedaba bien. Aclaraba un poco más su piel.- Ni siquiera se nota que eres un hombre, así que estarás bien. Además, no eres el único en este lío.
Aún si no parecía, mientras se observaba, Minseok escuchaba cada palabra de su madre. Acarició sus propias mejillas, ahora maquilladas con un suave rubor rosa, notando que se habían hecho un poco más grandes... ¡el poder del maquillaje! Notó dos pequeños bultos en su torso y se sorprendió, ¿cómo carajos no había notado que su madre le había puesto pechos falsos? ¿y cómo es que todavía no le robaron mientras pensaba?
Mundo idiota.
Arriba de la pollera, un suelto suéter negro. En sus pies, zapatillas. En sus ojos, delineador negro y pestañas postizas.
Si parecía él, pero más femenino... parecía su versión femenina. Estaba asqueado, quería con todas sus fuerzas que alguien se le acercara y le disparara.
Si, era bonita... ¡pero un chico no tiene que ser bonita! ¡tiene que ser atractivo y varonil! Pero a él le tocó tener una madre realmente enferma.
Una semana antes de entrar al colegio y ya sabía que ese año (o lo que aguantaría, porque sabía que no podría fingir un año entero que no tenía pene) sería una completa...
Mierda.