Abriendo la metálica puerta de una mecánica se encuentra Bang Yongguk, líder de la banda Gángster más conocida en los últimos tres años. B.A.P (Best Absolute Perfect) pues sí, su nombre les calza como anillo al dedo. Son la Mejor y Absoluta Perfección en cuanto a maleantes, asesinos y traficantes se trata.
Esperando al hombre fornido pero delgado se encuentra el segundo menor del grupo, Moon JongUp quién con su característica sonrisa se acerca caminando muy tranquilo con sus manos en los bolsillos. En cuanto su hyung desplaza hacia arriba esa puerta corrediza, este se acerca, sonriendo, como si le agradeciera por un día más de vida, un día más que no han sido capturados, lo saluda. Estrechan su mano y luego golpean sus pechos.
YongGuk mira con cierto deje de ternura a ese niño castaño, porque para él es un niño. ”Dieciocho años, lleva de vida” piensa y quiere tomar el sol junto a su segundo consentido, pero, algo altera sus nervios. Y es que no logra dar ni un paso de aproximación y ve cómo un robusto hombre ya adulto, de unos cuarenta y cinco años con bate en mano, baja del balde de una camioneta negra. Se acerca y con fiereza golpea una de la sienes del menor dejándolo inconsciente. Dejando tras de sí no solo a un Guk impactado sino una pequeña USB negra que es recogida por Zelo, el menor de todos ya después de haber levantado y ayudado a su mejor amigo.
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Sentados cinco y faltando uno, de izquierda a derecha: JongUp en un sillón aparte y con vendajes sangrantes, Zelo el menor de todos, diecisiete apenas se halla sentado en la cabecera de un pequeño sillón azul, YongGuk con sus manos en las rodillas y entrelazados los dedos, a su lado un DaeHyun de castaños cabellos y de pie detrás del mismo sillón. Y por último pero no menos importante, HimChan apoyado en una negra motocicleta.
¿Quién falta? Yoo YoungJae, castaño de cara femenina, inteligente, tranquilo. Mejor amigo y cómplice de Daehyun, admirador a escondidas de Bang YongGuk. Y es que aquellos dos, el castaño juguetón y el líder imponente han sido los pilares de una amistad que tal vez nunca vuelva a tener en su vida. ¿Por qué? Porque ha sido capturado, sentado y amarrado a una silla, maltratado, ultrajado y brutalmente golpeado. Y todo esto es lo que esos cinco personajes están viendo en la pantalla de una simple laptop, pantalla de indica a Jae, sus heridas y sus secuestradores, más el precio que deben pagar por su regreso sano y salvo.
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Aquella “mecánica” que no es más que un centro de planificación para sus ataques, B.A.P hace funcionar sus mentes para tramar un detallado plan y lograr salvar la vida de su amigo.
-Con YongGuk a la cabeza de la operación todo saldrá bien- Eso piensa su mejor amigo Kim HimChan, siempre fiel a la mente perfeccionista de aquel, con quien ha vivido desde hace más de quince años.
Siempre manifestado su confianza, su fidelidad y cariño. Porque sí, el comandante como se hace llamar, le tiene mucho cariño a ese “maldito bastardo” que le ha salvado el pellejo más de mil veces. Y todos están de acuerdo con él. Todos piensan lo mismo. Todos aseguran que el plan será perfecto. Todos menos su líder.
YongGuk cree que no funcionará, nunca tiene confianza en aquellos planes porque siempre algo falla, siempre algo no sale como se esperaba, o simplemente están mal mentalizados. Y eso le preocupa, que éste en especial esté mal planeado, y que por su culpa, YoungJae pierda la vida.
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Choi JunHong, más conocido como Zelo es el menor de esos, antes seis miembros de B.A.P, “el bebé” según la policía. Pero ni tan bebé que digamos, y como él dice “Joven, más no débil”Ahora está encargado de la vigilancia, recolección de datos y fotos que servirán para el gran golpe que darán sus huyngs.
Ese adolescente con pasado oscuro, con un padrastro alcohólico y violento, y una madre que ponía delante a su pretendiente antes que a él. Provocando que ese niño a los diez años huyera de casa y encontrara en Bang YongGuk y Kim HimChan una nueva familia.
Observando cómo dos nuevos integrantes se unían a la misma cuando él tenía doce, y conociendo por primera vez lo que sus “padres y hermanos” hacían realmente a los quince. Y sin reproche alguno, sin duda ni nada por el estilo accedió gustoso a participar. Ingresando así al mundo de los Gángsters.
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Caminando por unos mal iluminados pasadizos de alguna estación de subterráneo abandonada, está Jung DaeHyun acompañado de su pequeño amigo JongUp. ¿Qué hacen ahí? Pues buscan provisiones para su atraco, tal vez el más grande que harán en su vida. Diez millones de dólares son requeridos para salvar y dejar con vida a su mejor amigo YoungJae, y éste joven castaño, apuesto y de gruesos labios seductores no duda ni un segundo en ir por algo que ayude y apronte la libertad de aquel hermano, no de sangre pero sí de sentimientos.
Y es que cuando YoungJae ingresó a la organización el primero en ponerlo al tanto de todo, el primero en indicar lo que debía o no hacer fue él. Y por ende el primero con quién pudo congeniar a la voz de ya fue él.
Ahora se halla pagando por una caja que contienen armas, específicamente pistolas nueve milímetros. Las cuales serán utilizadas para asesinar si llega el caso a aquellos hijos de puta que han raptado a su amigo. A lo que él considera lo más cercano a un hermano para él.
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Una vez ya planeado todo. Una vez ya con todos los implementos, esos cinco chicos se disponen a salir en la noche. ¿Cuál es la división del trabajo? Bueno, el líder Guk se encarga de la observación y aviso para aquellos cuatro sobrantes puedan retener al camión que lleva el dinero de un banco de la cuidad.
Kim HimChan y Jung DaeHyun corchan al tanquero en una camioneta negra por delante, mientras que Moon JongUp y Choi JunHong lo hacen por detrás. El comandante detiene y golpea a uno de los guardias al igual que su acompañante lo hace con el otro.
Mientras esto sucede, todo bajo la atenta mirada de su líder y cabecilla. Ambos menores se limitan a hurtar las llaves, abrir la gran caja fuerte del camión blindado y abarrotar sus negras camionetas de todo el dinero que allí se encuentran. Una vez acabado todo eso, los dos automóviles se dan a la fuga y YongGuk respira tranquilo, momentáneamente.
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Sentados y contando el dinero, en una sala de alfombra café y sillones marrones está B.A.P, todos pensativos, analizando todas y cada una de las ventajas y desventajas de todo aquel operativo.
¿Por qué tan pensativos? Simple, mañana será el gran día. Mañana verán libre a su amigo si Dios está de su lado. Aunque parezcan rudos hombres sin sentimientos, son religiosos, en especial uno. Bang YongGuk quien no puede más con la angustia, se levanta bajo la atenta mirada de sus colegas, para transportarse a pie hacia la sala continua. Se sienta en aquel mullido sillón, mete la mano bajo su overol azul marino y saca de cerca de su pecho, un pequeño medallón. Símbolo que utilizan todos aquellos pertenecientes a la banda. Símbolo que le recuerda el compromiso que tiene para con Jae. Símbolo que le recuerda la promesa que esos seis chicos se hicieron un treinta y uno de diciembre a las doce en punto. “Nunca dejaremos que nada nos separe, y si tenemos que morir. Moriremos juntos”
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-De regreso en esta desolada estación, esperando por aquellos que tienen cautivo a mi hyung, nervioso por todo lo que puede ocurrir, temeroso de morir. Pero nada de eso importa ya. Si algo pasa, para eso están las balas. Si debo morir…. Qué bueno que es por junto a ellos- Piensa el segundo menor de aquellos que con los nervios a flor de piel, pero sin ser obvios logran llegar con aparente paso firme al lugar acordado para el intercambio.
El líder por delante, lleva el maletín con diez millones de dólares, a su izquierda su mejor amigo, a la derecha el pequeño Zelo, detrás de éste JongUp y a su lado DaeHyun. A lo lejos se ven los malditos hijos de perra que secuestraron a YoungJae, todos descansando como las ratas que son. B.A.P se detiene y el mayor de ellos suelta el negro maletín, y como si su pies se clavaran en el suelo. Pisa firme y no da un paso más.
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Yoo YoungJae levanta su cabeza, está cansado, maltratado y con algo roto de seguro, pero por lo menos eso si puede hacer. Levanta su mirada, recorre aquel espacio polvoroso de concreto que divide a sus secuestradores y a sus “amigos”
-Nunca creí que ellos pudieran venir por mí. No debo hacerlo. NO PUEDO. Mi corazón está dividido. Ellos en verdad me han demostrado lo que es la fidelidad, la amistad, la felicidad. No tanto por los bienes materiales sino por el vínculo sentimental que hemos logrado. Que he logrado conseguir. Me gané su cariño- Eso y más piensa el joven Yoo quién con lágrimas brotando de sus ojos, no solo por el dolor que siente, sino por la ¿emoción? Sí, emoción. Emoción que siente cuando ve su cuerpo ahí.
Su estático cuerpo, imponente y digno de respeto. Ese rostro inexpresivo que tanto cautiva. Y detrás de él, a ese amigo suyo que tanto quiere, al único que ha logrado querer como algo más, pero éste a su vez no lo sabe.
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Levantan al prisionero y quieren entregarlo a sus amigos. El maletín con el dinero está tirado en el piso, en espera por ser recogido y gastado sin mesura. Los nervios están de punta, de lado y lado. Las respiraciones agitadas. Las manos sudadas y listas para desenvainar un arma ajustada a los cinturones negros de cuero de los cinco guerreros.
Dos de los secuestradores lanzan a Yoo hacia sus amigos, éste da dos pasos, mira los rostros más aliviados de sus amigos. –NO LO HARÉ- Y ese juramento en una noche de año nuevo, la más feliz noche que pudo haber pasado en su vida. Aparece “Nunca dejaremos que nada nos separe, y si tenemos que morir. Moriremos juntos”
-YO MORIRÉ CON USTEDES. Lo siento, chicos- Dice entre dientes y en un suspiro que se lleva su vida junto con una bala que ha atravesado su pecho. Cae al piso de frente golpeándose su rostro, abdomen y manos. Todo esto ante la expectante mirada de sus amigos.
Nadie entiende el por qué de la traición al pacto realizado, no se realiza el intercambio correctamente. Y en cuando Bang YongGuk mira a su amigo caer muerto frente a sus ojos y en sus pies, éste abre fuego, y con él sus amigos. Recibiendo él, la primera y segunda bala de entre todos.
El comandante y DaeHyun se resguardan entre unas tablas y cajas de madera a los costados del pasillo. Zelo al ver como su modelo a seguir cae de rodillas en el suelo se acerca y trata de reanimarlo, pero éste no responde como le gustaría al pequeño gigante.
Las memorias junto a él, a YoungJae se atraviesan por la mente de DaeHyun y éste como un rayo furioso arremete sin protección ni consciencia de que su vida acabará en un segundo. Abre fuego con dos pistolas en las manos, asesina a dos pero él cae muerto al igual que Jae, por un balazo en el pecho.
Angel Moon como lo conocen sus amigos cercanos también sale de entre un fuerte improvisado, a la acción. Una única pistola sostenida por su mano derecha sin apoyo alguno, dispara y hiere a uno pero no logra avanzar más que tres pasos, cae muerto.
El pequeño más no débil Zelo, al igual que la escena de Muffasa y Simba, trata de reanimar a su más grande inspiración y modelo de vida. El líder que se encuentra tumbado de costado en el piso se levanta y vuelve a caer. Es entonces cuando JunHong apoyando su rodilla derecha en el piso, formando un ángulo con la izquierda. Disparando el arma con su mano derecha mientras cierra los ojos por el estruendoso sonido y la onda de regreso, atina al pecho del penúltimo hombre por morir del otro lado, pero éste a su vez le regresa un disparo que le atraviesa el corazón y derrumba hacia un costado.
Y detrás de él y de pie está el comandante a quién no le importa ya nada, su mejor amigo está muerto según él, y sus pequeños hermanitos igual. Ya no hay por qué vivir, piensa, y dispara. Es asesinado por un disparo en el pecho, efecto de eso una explosión de sangre surge de su boca de cereza. Su corazón se apaga al instante.
Bang YongGuk alza la mirada, observa a su amigo Jae sin vida en el piso, sabe que sus hermanos están en las mismas condiciones, y es por eso que saca fuerzas de lo más remoto de su corazón, toma el arma que se halla delante suyo. Yergue y divisa a su oponente, el muy hijo de puta está huyendo con el botín. No eso no pasará, porque el líder admirable de B.A.P levanta su brazo derecho, apunta y dispara. Terminando así con la vida de el contrincante y paralelamente con la suya, porque en esa acción se han ido los últimos latidos de su bomba natural.
Todo B.A.P ha perecido, pero queda su recuerdo. Queda aquel miedo que infundieron en Asia Central. Queda la imagen de los terroristas, gángsters y narcotraficantes más jóvenes de la historia.
Queda aquel juramento que fue cumplido al pie de la letra por todos sus integrantes.
“Nunca dejaremos que nada nos separe, y si tenemos que morir. Moriremos juntos”