Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Untitled por Akii Siixth

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 

Hola >w<

Vengo este día exclusivamente porque mi negra está de cumpleaños :'DDDD.

La verdad es que acabo de escribir esto, sí, no me avergüenza decirlo XD. Fue por todo el rollo de mis archivos y el celular, pero bueno -w- perdí la otra historia que estaba escribiendo, así que me he sacado esta cosa gay :'3.

Ojalá te Guste, Kao sabes que sos una persona importante para mí y que como estás tan, pero tan, pero taaaaaaan lejo, casi al otro lado del mundo (?), te debo el abrazo. Pero he de ir algún día apra llá o vos venís para acá y nos damos amor ♥.

Feliz cumpleaños :'3, ojalá que a este le sigan muchísimos más... ya estás vieja XD.

Te quiero *3* ♥.

El vaho salía lento por su boca, era una noche fría, bastante fría. Ya pasaba de la media noche, todos en su casa dormían, menos él. Aquella época lo ponía así, como nostálgico. Miraba el cielo lleno de estrellas, brillantes estrellas, como las que veía cuando de niño se recostaba en el pasto de la colina cerca de la casa de sus padres. Le encantaba ver las estrellas.

Estaba distraído, por eso no escuchó que alguien abrió la puerta del balcón, donde él estaba, y quizá habría seguido sin percatarse de la otra presencia si esta no se hubiera abrazado de su cintura.

Este buscó al dueño de aquellos brazos con la mirada, aunque por el simple tacto sabía quién era. Al bajar su vista se encontró con esa cara redondita de mejillas regordetas y rosaditas que poseía el pequeño niño. El pequeño le sonrió con toda la ternura e inocencia que un niño puede poseer.

—¿Qué haces despierto a esto hora? —preguntó el adulto mientras tomaba al niño en brazos.

—No podía dormir. Hay monstruos debajo de mi cama, papá —contestó afligido el niño—. ¿Y tú qué haces despierto también? Si tú estás aquí, yo puedo también —comentó con un pequeño pucherito.

—Pues, yo tampoco podía dormir. Además, la noche está muy bonita, hay muchas estrellas y quería verlas —comentó el padre mientras le acomodaba el gorro a su pequeño. Hacía mucho frío y estar ahí podría hacer que el niño se enfermara, fue por esa simple razón que se dio la vuelta para poder acostarlo y convencerlo que no había monstruos debajo de su cama, pero  no contaba con que el niño iba a detenerlo.

—No, papi, yo quiero ver las estrellas también. —Fue su queja. El otro regresó sobre sus pasos sonriendo ante la petición y la forma en que fue dicha.

—Está bien —respondió aun sonriendo.

 

Quizás había transcurrido solo algunos minutos, o a lo mejor ya iba más de la hora, pero ni él ni el pequeño se veían cansados o somnolientos. Ambos seguían absortos por la belleza de aquel cielo estrellado.

—Papá… ¿de qué están hechas las estrellas? —cuestionó sin apartar sus ojos de aquellos puntitos brillantes en el cielo.

—De qué… pues, ¿sabes? Conozco una historia que creo te va a gustar, trata sobre eso.

—¡Cuéntamela, papi, cuéntamela! —Casi gritó de emoción.

—Bueno, Issei, ponle mucha atención a este cuento, ¿entendiste? —El pequeño asintió con vehemencia—. Sucedió hace muchísimo tiempo, en un pequeño valle donde había muchas montañas, altas y verdes. En una pequeña cabaña, vivía un chico al que llamaremos Uruha ¿te parece? —El niño volvió a asentir—. Pues, Uruha era un niño pequeño como tú, a él también le gustaba ver las estrellas, todos los días esperaba con ansias la noche para poder apreciarlas. A él le gustaba darles nombres y de vez en cuando, intentaba contarlas.

—¡Pero son muchas! —Asombrado como nunca antes había comentado aquello Issei.

—Sí, son muchas. Pero él tenía la certeza de que algún día terminaría. Uruha no estaba solo. Él tenía un amigo, a él lo vamos a llamar Ruki. Ese niño también tenía una afición por las estrellas, incluso una mucho más grande que la del mismo Uruha. La pregunta de todos los días era la misma que tú me acabas de hacer a mí: «¿de qué están hechas las estrellas?». Ninguno de los dos tenía la menor idea. Ellos eran niños pequeños y no conocían muchas cosas, es por eso que, todos días, siempre que Ruki hacía esa pregunta, su amigo Uruha se inventaba algo nuevo. Él le contaba toda clase de teorías que de alguna forma satisfacían la curiosidad de su amigo.

Pero eso no duró mucho. Ruki en verdad quería saberlo y las explicaciones de Uruha ya no eran suficientes. Fue por eso que el pequeño Ruki comenzó a cuestionar a los adultos; aunque terminó dándose cuenta que los adultos le decían cosas aún más disparatadas que su amigo.

—¿Qué le decían, papi? —preguntó Issei. El niño estaba muy interesado en el pequeño cuento que su padre le contaba.

—Le dijeron cosas como que estaban hechas de gas, de hierro y esas cosas.

—¿De gas? Pero el gas no se mira, papi —comentó pensativo—, bueno, eso me dijiste tú una vez.

—Así es. Fue por eso que a Ruki no le gustaban esas respuestas. Entonces decidió volver a preguntarle a Uruha. Él por su parte, había intentado buscar de todas las formas posibles, una respuesta para su amigo. En el proceso, él también terminó interesándose por saber de qué estaban hechas las estrellas.

En su búsqueda, una noche escuchó a sus padres hablar, se suponía que él ya debía estar dormido. En esa conversación, su madre le preguntó a su padre si creía en los deseos que se le hacían a las estrellas fugaces. El hombre sorprendido por la pregunta simplemente respondió con un «sí» casi inaudible. La mujer emocionada le contó que hacía algún tiempo ella había pedido un deseo, este era poder tener otro hijo y lo que Uruha escuchó fue que iba a tener un hermano, aunque no le prestó mucha atención a eso, sino al deseo y al cuento de la estrella fugaz. Se acercó con cuidado  hasta sus padres, e hizo que su madre le contara más acerca del asunto.

Al día siguiente esperaba emocionado por su amigo Ruki, estaba en la colina donde siempre se encontraban para jugar y hablar de su afición. Ruki ese día llegó muy triste. Cada vez perdía el interés por aquello que él tanto quería saber. Pero entonces, Uruha lo abordó contándole lo que su madre le había dicho. Ruki no lo creía, era una historia bonita, pero ya nada creía; le decía a Uruha que ese tema debía quedar así, pues a lo mejor nunca sabrían en verdad de qué estaban hechas las estrellas.

Uruha terminó entristeciéndose también, más porque su amigo estuviera así. Él no quería que Ruki perdiera su interés en el tema. Fue por eso que lo llevó con su madre, para que ella misma le contara la historia. Fue después de escuchar aquello de la madre de Uruha que Ruki se sintió mejor, ya se veía más alegre y parecía ser que al fin había encontrado su respuesta.

—¿Y cuál fue la respuesta?

—Que las estrellas están hechas de deseos —contestó una tercera persona. Aquellos dos que yacían en una silla del balcón se giraron a verlo.

—¿Estuviste escuchando, papi? —preguntó el pequeño.

—Sí, pero no hace falta que escuche, yo conozco ese cuento también. Kou y yo lo leímos juntos —explicó.

—¿Y cómo es? Explícame, ¿cómo es que las estrellas son deseos? —Otro cuestionamiento por parte de Issei.

—Pues, esa misma noche, Uruha y Ruki creyeron descubrir la clave. Fueron a la colina de siempre a observar las estrellas. Esta vez con la esperanza de ver una estrella fugaz y poder pedir un deseo para comprobar si su teoría era cierta. Esperaron mucho, les tomó más de tres noches poder ver una; pero al fin la espera valió la pena y pudieron pedir su deseo. Eventualmente se darían cuenta si este se cumplía. Si era así, entonces ellos tenían la razón.

—Pero se te olvida contar la teoría, Taka —habló divertido Kou.

—Bueno, la teoría era que, cuando una estrella fugaz se veía, era porque se le estaba cumpliendo un deseo a alguien. Los niños suponían que en ese momento, la estrella moría, pero no por completo, ya que más personas le pedían deseos, entonces esa estrella volvía a brillar junto con otros fragmentos suyos, los que representaban el deseo de aquellas personas que la vieron caer una vez.

—¿Y se cumplió el deseo? —preguntó ansioso Issei.

—Pues creo que sí —contestó Kouyou—, no sabemos el final del cuento. —Sonrió.

—Pero lo más seguro es que sí —contestó Taka también sonriendo.

—¿Y cuál fue el deseo? —Issei se caracterizaba por ser un niño curioso y no le gustaba quedarse con dudas. Como sus padres no conocían el final del cuento, esperaba al menos que supieran cuál había sido el deseo.

—Creo que pidieron estar siempre juntos, ¿no, Kou?

—Hm, sí, creo que eso era.

—Entonces, ¿si yo pido un deseo se cumplirá? —preguntó mientras bostezaba el pequeño.

—Claro, ¿por qué no? Eres un niño muy bueno, de seguro te cumplirán todos los deseos que pidas —dijo Taka mientras lo tomaba en brazos para llevarlo a la cama, ya era muy tarde.

—¿Y por qué a veces se ven muchas estrellas y a veces hay muy poquitas? —Ambos adultos se miraron sonriendo, pero Taka contestó:

—Deja que encuentre a Uruha y le digo que te cuente por qué.

 

Y después de ese cuento, Issei había ganado tanto sueño que ni siquiera se preocupó por los monstruos que habían bajo su cama, solamente cerró sus ojos pensando en lo asombroso que sería que su padre en verdad encontrara a Uruha para que este le esclareciera su duda.

 

—Si no supiera que es imposible, diría que esa curiosidad la heredó de ti —comentó Kouyou cuando ambos se adentraban en la cama.

—Calla. Ya oíste lo que quiere saber, así que ponte a pensar… Uruha. Buenas noches —comentó dejando un fugaz beso en los labios de su pareja y acomodándose para poder descansar.

Kouyou sonreía como cuando niño. Definitivamente su teoría era cierta, pues él no pensaba separarse de su Taka. 

 

Notas finales:

:'DDDD.

Tengo una tarea de mate, pero YOLO, es el cumple de mi Kaokao >:C (además, ella me va a ayudar(?)).

Espero que haya quedado así bonito y que les ahaya gustado, a todos en general, pero en especial a la Eli ♥.

No me queda más que decir.

Gracias a todos por pasarse y leer esto ♥.

 

PD: el título es porque en español suena feo XDD. "Sin título" lol. Además. me lo sugirieron y no suena nada mal :v. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).