Ir a la escuela no es del todo malo, a veces soportar a los maestros, realizar tareas estúpidas e incluso presentar exámenes innecesarios vale la pena, todo vale la pena por ti; te veo todas las mañanas llegar, te sacudes un poco el cabello y acomodas tus cosas en la silla que se encuentra detrás de la mía; siempre en esa silla, la que esté más cerca de la mía.
-Te quiero, te quiero tanto- lo repito una y otra vez en mi cabeza y sigo sin encontrar lo malo en esas simples palabras, pero cuando intento dirigírtelas personalmente termino haciendo el ridículo, dos palabras que encierran un enorme y peligroso sentimiento, no es fácil.
Soy algo así como un admirador-acosador disfrazado de mejor amigo, me obsesiono, mejor dicho… me obsesionas, te observo sin perder detalle de nada, tus movimientos, tus risas, tus sonrojos y tus lamentos, ni yo mismo entiendo el porqué, pero sospecho que no es un asunto de entendimiento es más bien de emociones.
Te diriges a mí con suma confianza, es normal, después de todos nos conocemos desde tanto tiempo atrás que incluso he perdido la cuenta, y yo contesto con naturalidad, pero eso no evita que mi interior sea un desastre total cada vez que te acercas, es curioso pero en verdad creo que soy mejor actor que cualquiera que haya pasado por las más prestigiosas escuelas e institutos de arte y teatro, aprendí a no herirte, porque como dije antes, todo vale la pena si es por ti.
- Vamos- escucho tu melodiosa voz y sonrío –no queremos llegar tarde y que nos dejen fuera del salón, ¿cierto?- me diriges esa peculiar mirada materna, ¿por qué no? Sería grandioso poder estar un rato a solas contigo, es que yo no siento que sea suficiente el tiempo que nos vemos a diario, pero tal vez nunca lo sea, siempre voy a pedir más, estoy seguro de ello.
Amigos, una palabra que crea lazos prácticamente inquebrantables pero que en nuestro caso lastima mi alma de enamorado, amigos es un “mucho” pero yo quiero un “todo”; quiero que me dirijas tus sentimientos, cada uno de ellos sin reprimirte, yo gozaré con tu alegría y cargaré con tus pesares, lucharemos juntos, siendo un equipo es segura la victoria, no quiero rodeos, entiendo bien que “me quieres como amigo”, estúpida zona de amistad, nunca saldré de ella si no hago nada pero me da más miedo pensar en que si no permanezco quieto, me sacarás por completo de tu vida.
Guardar mi orgullo masculino no es sencillo, cada vez que ríes con alguien más, cada vez que no respondes mis llamadas mi pecho comienza a arder de rabia, pero me conformo, lo hago por temor, temor a que te enojes y por ello te alejes, entiendo que ya hemos crecido y debemos mantener apariencias pero ¿es eso lo que deseas? La verdad es que yo no lo sé, lo único concreto en mi mente y corazón es que te quiero, lo he hecho desde que te conocí y lo haré hasta que ya no quede rastro de mi pasada existencia.
Últimamente me considero más lejano de ti que nunca, voltear y ver tu sonrisa angelical justo por debajo de esos gemelos azul turquesa que portas por ojos ya no me reconforta como solía suceder, tengo miedo, no solo nuestro entorno a cambiado, al parecer tanto tú como yo estamos tomando caminos separados; rutas que probablemente nunca se crucen de nuevo o que si llegasen a hacerlo solo será para intercambiar la triste frase “Recuerdas cuando…”.
Nostálgicas memorias y pensamientos de lo que pudo haber sido pero que jamás será.
Soy claramente patético, rindiéndome sin siquiera intentar pero si me arriesgo nada ni nadie me asegura la victoria, y sufriría aún más si decidieras remover el derecho que más feliz me hace, permanecer a tu lado como tu amigo…
- ¿Qué escribes Mikuo-Kun?
- Nada Luki-San – Si tan solo pudiera mostrarte y dejarte ver mis sentimientos, tal vez si los comprendieras no te llenarías de asco.
- ¿Vamos? – Solo eso ¿Tan solo eso me hace feliz? Cinco letras sin sentido ¿Hacen a mi corazón latir de esa forma?
- A donde tú me lleves. – No, solo es tu voz.