“1:35 Am. Santiago, Chile”
El castaño abrió sus ojos lentamente, cerrándolos casi al instante. Sus manos intentaron sin mucho éxito hacer que la luz artificial no irritara su córnea. Un suave y adormilado gemido escapo de sus labios y su cuerpo se tenso cuando sintió que oprimían su cintura en un abrazo.
— — Al fin despiertas Xodiwi, ¿Dormiste bien? — Fue un vago susurro en su oído derecho, al instante sus mejillas comenzaron a arder y un adorable sonrojo se apodero de sus pómulos, cuando salió de su estado adormilado y desorientado, rápidamente intento zafarse del agarre, avergonzado, incomodo y enojado por la interrupción de su sueño.
Su intento de escapar resulto frustrado puesto que su atacante tenía bastante fuerza y el estaba completamente atontado por el sueño por lo tanto, su agresor paso otro brazo por su cintura inmovilizándolo por completo y haciéndole imposible su huída.
— — ¡Weón, déjame! —Intentaba forcejear, pero ciertamente era difícil— ¡Por la chucha, basta! —Un suave beso en su cuello hizo que quedara completamente quieto y cerrara sus ojos, mientras que de sus labios brotaba ese sonido que tanto odiaba y su pareja amaba— ¡A-Ahg!
— — Jump…—Río, burlón y divertido por el evidente nerviosismo del menor— Adoro cuando gimes —susurro en su oído, mordiendo después el lóbulo de su oreja, haciendo que el joven se sonrojara aún más y apretara sus ojos con fuerza.
— — ¡C-cállate c-culiao’! — Fue su respuesta, su voz nerviosa y entrecortada, el adorable sonrojo que invadía sus mejillas y sus ojos entrecerrados le daba un aspecto vulnerable e infantil.
“¡Toc, toc, toc!”
— — ¡Papi, papi! —El suave sollozo y los desesperados toques a la puerta hizo que la pareja se separara y el menor corriera preocupado a la puerta, abriéndola con rapidez, encontrando a un niño pequeño con lágrimas en los ojos y asustado de algo.
Rápidamente el joven tomó en sus brazos al chiquillo que tenía unos cuatro ó cinco años, endulzando su mirada se acerco al mayor a paso lento, sintiendo como el pequeño se aferraba a su polera, sollozando. Cuando Cristián llego a la cama, se sentó al lado de Nicolás, quien sonreía amenamente. Xoda coloco al niño en su regazo y comenzó a limpiarle las lágrimas con sus pulgares de una manera bastante maternal.
— — ¿Qué paso Chris? — Pregunto suavemente Vardoc acercándose más a su pareja y al niño. Mirando embobado la dulce escena que tenía en frente y acaricio el cabello del niño. Este levantó la cabeza lentamente y sorbiendo fuertemente la roja nariz, como intentando parar el próximo sollozo y poder hablar, abrazo fuertemente un osito de felpa contra su pecho temblado, gimoteó aun con lágrimas en los ojos.
— — T-tuve una p-pesadilla — Respondió con la voz dulce e infantil entrecortada gracias al llanto, y abrazo a Cristián, quien con una sonrisa le devolvió el abrazo y comenzó a acariciar el azabache cabello del chiquillo, quien gimoteó aun con el recuerdo de esas horribles visiones que atormentaron su sueño. Y se relajo gracias a las caricias de quien ahora lo consolaba— ¿P-puedo dormir con ustedes? —Pregunto con las mejillas ardiendo de la inocente vergüenza, no quería volver a su cuarto. Mucho menos dormir solo.
— — ¡Mi vida! — Exclamo enternecido el joven y cuidadosamente coloco al niño en medio de ambos, en la cama — ¡Claro que sí! Y vaya que le doy gracias a esa pesadilla — Murmuro al final fulminando a Vardoc con la mirada, mientras él tenía una mirada de drama así como de: “¡NOOOO!”.
— — ¿Qué le pasa a papá? —Pregunto el niño mirando confundido a Cristián, quien solo le sonrió.
— — Digamos que perdió una batalla por el mal sueño.
— — Cruel… — Murmuro Vardoc haciendo que Xoda riera.
Luego de unos minutos, ir al baño y darle un vaso de agua al infante, volvieron a acostarse, Cristián al lado derecho, Chris en el medio y Nicolás en el Izquierdo, apagaron la luz, desearon buenas noches entre sí y cayeron en los brazos de Morfeo, a excepción de Cristián, quien levantándose y quedando apoyado en su brazo izquierdo observo a su pequeña y adorable familia.
Y es que aun no se creía del todo que en esos cinco años su vida diera ese giro tan inesperado, Nicolás y él se habían casado y adoptaron a ese adorable niño que respondía al nombre Christofer Daniel Moreno Liñan, más conocido como el pequeño Chris. Niño que era adorado por ambos y adoraba a sus padres más que a nada en el mundo. Una sonrisa apareció en sus labios y riendo enternecido, observo el retrato que estaba en la mesita de noche a su lado, aquella donde aparecían ellos abrazando a Chris quien tenía un año de nacido.
— — La weá fleta por Dios… Aunque… Adoro que sea así — Susurro y besando la frente de su esposo e hijo, volvió a acostarse y se entrego a los brazos de Morfeo.