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MY HEROIC KNIGHT por Choisie

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*** 

El primer libro que Jongin me entregó, resultó tal y cómo él lo había descrito. Solo desde la primera página, ya me sentía parte de aquel mundo paralelo aún sumido en la época romántica medieval y en las creencias míticas que dieron origen a las leyendas actuales. La historia, sin embargo, no era más que otro relato amoroso que buscaba reivindicar el sentimiento cortés de la pasión. Aún con todo aquello, la historia realmente era atrayente y fascinante.

Al terminar el primer capítulo, supe que me iba a ser imposible superar la imagen del personaje principal que se presentaba en la narración:

Esta era la historia de un sincero (por no decir extraño) caballero. Un niño encerrado en el cuerpo de un hombre, cuyo carácter libraba sus batallas y cuya sonrisa las ganaba. Era alto y de cabello castaño oscuro. Tenía la nariz respingada, los ojos grandes y rasgados, la piel pálida y suave, la complexión fibrosa, poderosa...

En el primer tomo de la saga, narran sus primeras aventuras: Desde muy pequeño, él había tenido la esperanza de lograr ser un estupendo caballero, al igual que su línea de antecesores, quiénes resaltaban en el mundo cortés de forma muy notoria. Sin embargo, con medida que iba creciendo, la familia a su alrededor se dio cuenta que era demasiado atolondrado e inocente cómo para apropiarse de los dones propios de un caballero y al aconsejarlo con distintas ideas, el demostró que además de ser cándido y simple, también era terco cómo una mula.

La edad permitida para la honorable participación en el torneo, le llegó y él, conocedor de sus pésimas habilidades, se enlistó en el festival con la bendición de todos los curas, los llantos de su madre y su hermana, y la mirada rendida de su padre.

Él se enroló en la primera batalla, montado en su fiel jaco de raza árabe y pelaje albo. Lucía una armadura bruna y una espada bastarda impresionante, que lo hacía resaltar de entre los demás contendores, además de su porte altivo y su rostro armonioso y radiante.

Cómo era de suponerse, no murió en aquella batalla; mas tampoco, la ganó.

Al sentirse avergonzado por aquella derrota, se vio obligado a dejar su pueblo natal y desaparecer del bochorno público.

 

Al cerrar la cubierta trasera de aquel primer libro, terminé el primer tomo de toda una saga, la cuál acabaría leyendo en menos del tiempo natural, teniendo claro, a mi favor, todo el tiempo del mundo...

Pero, también...

Al cerrar la cubierta trasera de aquel primer libro, terminé con mi primer amor no correspondido... y me di cuenta tardíamente, que estaba enamorado del personaje principal de la novela, del niño dentro del cuerpo de un hombre cuyo corazón era más grande que su cerebro, del alto y risueño muchacho cuyas andanzas me harían vivir consigo una realidad distinta a la mía, del tierno y sencillo caballero que, sin importarle salir herido, sonreía desde el amanecer, hasta el anochecer...

Me había enamorado de Lee Chanyeol.

 

***

 

-Santa Virgen, estás pálido... ¿Te encuentras bien?

...

Oh bien. Hagamos un resumen:

Resulta que casi me caigo y no me caí. Resulta que fui sostenido y no por mi bastón. Resulta que Lee Chanyeol, mi amor platónico, personaje proveniente de una serie de libros de romance y fantasía, es quién me está sujetando y, por si fuera poco, me está hablando.

...

Lee Chanyeol me está hablando, repito.

-Hey...- Murmura. Su voz era tal y cómo nunca me la había imaginado: grave y profunda.- Hey, respóndeme precioso... Respóndeme.

-Oh Dios mío...- Murmuré, arqueando mis cejas en señal de estupefacción.- Dios mío, Dios mío, Dios mío...

-Vaya que eres religioso, ¿no?- Arqueó una ceja al oírme, sonriéndome con infinita dulzura.

-¡...Dios mío!- Exclamé ahora, señalándolo con descaro.- ¡HABLAS!

-Bueno, no soy mudo...- Ladeó la cabeza, siempre con la sonrisa en sus labios finos.

-¡...Y TE MUEVES!

-Me caí del caballo un par de veces..., pero nada que me haya dejado en cama.- Se encogió de hombros. Al hacerlo, sentí el tacto de sus brazos alargados rodeándome la cintura y mientras un inevitable sonrojo se hacía presente en mis mejillas, yo traté con todas mis fuerzas el quitármelo de encima, porque yo tenía que estar soñando.

 

Yo tenía que estar muerto.

 

-Dios mío...- Seguí murmurando, luchando en vano contra sus músculos fibrosos.- Dios mío, me morí...

-Pues yo te veo muy vivito.- Asintió él con la cabeza, cerrando los ojos.- Hablando de estar vivos, ¿por qué todo aquí es tan fuera de lo común? Hay unos extraños aparatos aquí que me resultan estrafalarios...

Al escucharlo, me detuve momentáneamente. Clavé mis ojos en su negra armadura y levanté una ceja. Señalé ahora su vestuario y mientras él me escudriñaba con una mirada sospechosa, yo murmuré:

-Lo dice el que usa armadura en pleno siglo XXI...- Resoplé.

Él abrió mucho los ojos al escucharme. Poco después, negó suavemente con la cabeza mientras emitía una sonrisa tranquilizadora y, al cabo de unos segundos, musitó mientras me observaba:

-Sí.- Sonrió, de lado, entrecerrando sus ojos afinados.- Eres tú...

-¿Qué?

-Eres... tal y cómo yo soñaba...- Murmuró, riéndose entre dientes mientras su voz grave me resonaba todavía, yendo de oído a oído una y otra vez.

...

¿Qué acababa de...?

-Ven conmigo.- De pronto, dejando uno de sus brazos tras mi espalda, me recorrió el cuerpo con el otro, hasta llegas a la parte trasera de mis rodillas y, cogiéndome desprevenido, me levantó en vilo.

Decir que chillé cómo maniático, es quedarme corto.

-¡Deja de pegarme...!- Se rió él, refulgiendo sus ojos con la carcajada que le asomaba por los labios. ¿Cómo podía alguien tan idiota cómo él tener una voz así de gruesa y sexy...? Por el instante, suspendí mis guantazos sobre su persona y me dediqué a resoplar, dándome por vencido.

-Vaya que pegas duro...- Murmuró todavía él, quedándose de pronto quieto y mirándome detenidamente.-...

-... ¿Q-Qué...?- Yo también me petrifiqué en su imagen.

Insisto. Esto no puede ser real...

-Es solo que...- Empezó, sonriendo de nuevo ligeramente.- Siempre... quise tenerte así. Entre mis brazos...

-...

-Es... mejor de lo que esperaba.- Y al susurrar eso, apretó sus manos en torno a mi cuerpo, casi como si quisiera cerciorarse de que yo estaba ahí, de que yo era real...

 

Cuándo él era el salido del libro...

-Eres un...- Rompí el lazo que creaban sus ojos brillantes y me volví hacia otro lado, sonrojándome aún más cuándo lo escuché reírse con fuerza por mi comportamiento.- ¿¡Y ahora qué...!?

...

Oh, vaya...

 Al sonreír, no cerraba del todo sus ojos y eso se reproducía de forma aún más extraña cuándo se reía con fuerza, provocando que luciera algo torpe... Por no decir que se veía casi cómo un tonto.

...

Desde que empecé a leer su historia, siempre me pregunté cómo luciría su sonrisa. Ninguno de los libros que lo llevaban cómo portada, tenía una imagen suya con aquel gesto y solía preguntarme a qué se debía eso.

La única forma que tenía de hacerme una idea, era leyendo la descripción que emitían de él, y en mi cabeza, me la imaginaba perfecta, única, brillante y risueña. Siempre dulce, siempre sincera...

Pero ahora, observando su auténtica sonrisa, me sentía diferente. Era otro tipo de gesto. Era una risa totalmente distinta a la que yo me había imaginado durante tanto tiempo.

Era una sonrisa torpe, ridícula, infantil e imperfecta...

...

Y, no obstante, aquel me pareció el ademán más encantador de todos los que le hubiese visto antes en cualquier tapa de los libros (incluidos los de mi mente), porque pese a todos defectos físicos, su sonrisa era aún más perfecta de lo que hubiera creído.

 

Me acomodó sobre uno de los sillones de la sala, sentándome con el mismo cuidado que si del Santo Grial me tratase. Él se sentó a mi lado y apoyó su cabeza en mi hombro, sonriendo de manera meliflua.

-¿Ocurre algo?- Le pregunté, mirándolo.

-Bueno, estoy muy feliz...- Susurró él, llevando una de sus manos hasta una de las mías y, enredando los dedos entre ambas.- Por fin te he encontrado...

-¿...Cómo?

Levantó de nuevo su rostro y me miró. Inhaló un poco de aire levemente antes de suspirar y proseguir:

-Yo te he estado soñando.- Contestó.- Yo te he estado buscando. Tú... Tú eres la razón de porqué he logrado estar aquí.- Levantó su mano y con sus dedos alargados y huesudos, me delineó el contorno de la cara, cubriendo mi mejilla.- Siempre había deseado que llegara este momento...

 

En aquel instante, tuve una especie de aneurisma...

 

-¿¡Hah!?

Chanyeol abrió los ojos al escucharme jadear con semejante violencia. Hizo un puchero impropio de su físico y suspiró:

-¿Y ahora qué?

-¿¡C-Cómo que tú...!? No, no. Espera, espera... ¿¡Yo soy la razón de que, qué!?

-¿Quieres que te diga algo? No eres muy romántico...- Se cruzó de brazos, ladeando de nuevo la cabeza.- Pero tranquilo, así me gustas de todas formas.- Sonrió después, mostrando la hilera perfecta de sus blancos y pequeños dientes.

-¿¡Cómo es eso posible!?- Logré exclamar, coordinando las pocas neuronas que no se me habían reventado antes, con la sorpresa de sus palabras.- ¡T-Tú no...!

-¿No qué?

-¡Tú no me conoces...!- Reclamé, mirándolo con tristeza.- T-Tú no sabes ni siquiera quién soy y...

-Oh bueno...- Chanyeol relajó los brazos y el ceño, sonriendo con amargura.- En parte, tienes razón.

-¿...En parte?

-Físicamente, ésta no es la primera vez que nos conocemos...- Murmuró él, apretando mi mano entre la suya. Solo ahí, recordé que no le había soltado en todo el rato.- Pero lo que ocurriera antes no cuenta realmente, así que es cómo si recién algo hubiera surgido...- Bajó la vista hasta nuestras manos y, con su pulgar, acarició el dorso de la mía, lentamente.- Pero nosotros, Baekhyun y Chanyeol, ya teníamos un lazo desde antes..., algo casi espiritual.

Me quedé en silencio mientras lo observaba.

 

Él no podía esperar que yo le creyera eso, ¿o sí?

 

-¿Baekhyun?- Preguntó. Mentiría si dijera que no me sorprendió oírlo llamarme por mi nombre.- ¿Baekhyun... estás bien?

-No...- Suspiré, bajando la vista. Clavé mis ojos sobre mi regazo y me esforcé por no soltar las lágrimas de pánico y temor que venían atosigándome desde hacía unos minutos.- Esto no... No está bien...

-¿Por qué no?

...

¿Conocerme desde antes...? ¿Lazo espiritual...?

-¿Baek...?- Chanyeol ladeó la cabeza, preocupado.- ¿Baekhyun...?- Repitió, llevando su mano libre hasta mi mandíbula y tratando de que levantase la vista.- Hey, ¿estás bien Baek...?

-¡Deja de llamarme por mi nombre...!- Grité, apretando los párpados cerrados y petrificándome.

Él solo guardó silencio.

-¡Detén... esto!- Continué, respirando detenidamente.- ¡Deja de llamarme por mi nombre...! ¡Pareciera que solo lo haces porque quieres hacerlo real y no lo es...!

 

...

-¿Ah no?- Preguntó con un murmullo.

Negué con la cabeza, sonriendo con amargura.

¿Todavía me lo preguntaba?

-Acabemos con esto.- Manifesté con un hilo de voz. Yo mismo fui capaz de oírme al decirlo y me impactó lo apesadumbrada que se oían mis cuerdas vocales.- Mientras más rápido lo diga... será mejor.

 

Sabía que me estaba mirando. Sabía que me estaba esperando.

Sabía lo que iba a decirle.

-Tú no...- Y pasó.

Las lágrimas cayeron.

-Tú no...- Repetí con un sollozo. Me llevé una mano hasta el rostro y restregándome los párpados, vocalicé:- ...tú no existes. Tú no existes...

 

Mi cuerpo se sacudió al pronunciar aquellas palabras. Apreté los dientes al hablar. En mi mente, se reproducían una y otra vez, los miles de gritos que mi corazón vociferaba...

Merecía amar... Merecía soñar...

...

Oh. ¿En serio?

 

En mi vida, nunca hubo alguien que realmente amase. Tal vez en un principio, la idea no era tentadora por ser aún un niño; pero después, al morir mis padres, eso simplemente pasó a segundo plano.

Si alguna vez le gusté a alguien (y lo dudo), jamás me percaté de ello. El amor no fue nunca, entonces, una de mis prioridades y mucho menos lo fue en aquel instante. Si se trataba de salir con alguien, me excusaba diciendo que estaba demasiado ocupado y cómo jamás me insistían, no era algo de lo qué preocuparme. Cuándo conocí a Jongin, comprendí que mi existencia era realmente un chiste. Kyungsoo estaba tan enamorado de él, que era hasta obvio para mí. Él jamás supo que yo alguna vez también lo quise y no lo sabría nunca ninguno de los dos.

Entendí en aquel tiempo, que, realmente, el amor y yo jamás nos llevaríamos bien.

 

Era otra cosa muy distinta, cuándo se trataba de leer. Imprimaba mis fantasías secretas y románticas, a los personajes de mis novelas favoritas y durante mucho tiempo, aquel fue mi único aliciente. Al conocer el personaje de Chanyeol, las cosas fueron aún más latentes.

Chanyeol llegó en el preciso instante, en que mi corazón buscaba escapar de la realidad. Él, y su sonrisa abrumadoramente hermosa, resultaron ser el oasis de paz que tanto había buscado. Súmenle a su apariencia mi momento de debilidad emocional y acaba siendo el hecho de que guardaba un amor platónico hacia un personaje de un libro que no existía y no existiría jamás.

Ni siquiera el tiempo me importaba cuándo me adentraba en su historia, en sus sueños y en sus aventuras.

Vivir con esa idea era mi único soporte. Leer sus andanzas era mi único sustento...

 

Esto era tan cruel.

 

Para una persona que jamás sabría lo que era el amor, soñar era una daga retorciéndose en el pecho, clavada directo al corazón. Soñar me costaba la vida y ni qué decir del precio que pagaría por amar...

 

El amar sería algo simplemente despiadado e inhumano.

 

Si estaba alucinando, deseaba despertar. Chanyeol, mi heroico caballero, realmente no estaba conmigo. Me había caído y me había desmayado, culpa de mi impotencia. Estaba llorando silenciosamente aún en ese estado y Kyungsoo llegaría y me encontraría tendido sobre el suelo, con el rostro sucio de lloriqueos infantiles y estúpidos...

Con el único corazón de la historia que yacía roto, sin haber amado realmente.

 

Me sujetaría la mano. Sentiría el calor que emana su cuerpo cálido y amable y, con la otra mano libre, llevaría mi rostro hasta su torso fuerte. Oiría los latidos de su corazón y, al tiempo que me tranquilizaba, él retorcería sus dedos fibrosos y alargados entre los míos y...

 

¿...Qué?

...

¿Dedos fibrosos y alargados...?

 

-Shhht...- Las sienes empezaron a latirme, guardando el ritmo con el bombeo de su corazón. Era increíble pensar que podía escucharlo pese a lo férrea que era su armadura.- No llores. No llores...

-...- Levanté la vista hacia él. Mi cabeza se amoldaba perfectamente con el espacio entre su clavícula y su mentón, lo cuál resultaba confortable. Moví mi brazo libre, el cuál temblaba, y me aferré con urgencia a su tersa coraza.

-Baekhyun-ah.- Lo imaginé sonriendo. Vi sus ojos haciendo ese gesto extraño que me resultaba encantador...- No llores por favor... Por favor, por favor.

Negué con la cabeza despacio. Apreté sus dedos al mismo tiempo que él los míos e inhalé profundamente antes de suspirar:

-Idiota.

 

***

 

-¿...Dormido?- Pregunté, masticando los panecillos que Kyungsoo había planeado dejar cómo desayuno... Bueno, “había planeado”...

-Hm.- Asintió él con fuerza, masticando tres panecillos más que yo, en su boca. Se veía gracioso con los cachetes inflados de comida; sin embargo, me abstuve de pincharle los cachetitos, tal y cómo me lo sugería mi instinto infantil, ya que me asustaba tocarlo todavía.- Podríamos decir que duermo despierto... o algo así.

-Ahh...- Murmuré, cogiendo otro pastelillo, tratando de no pensar en lo que me estaba diciendo ahora. Al hacerlo, noté que ya casi se habían acabado y rodé los ojos al pensar que eso era más obra de Chanyeol que mía. Me volví a verlo y su alegría mientras comía era tan auténtica y contagiosa, que sentí una extraña calidez interna. Si yo pudiera cocinar así..., ¿él también luciría así de feliz?

-Vaya...- Susurró de pronto, deteniéndose.

-¿Eh?

-Cuándo sonríes...- Empezó. Sus ojos me miraban con tanta fijeza, que era cómo si pudiera atravesarme con ellos.- Te vuelves el ser más hermoso sobre la faz de la tierra.

...

Estúpido idiota caballero de armadura negra que no dejaba de sonreírle a mi asqueroso sonrojo...

 

***

 

De alguna forma u otra, había aceptado, por ahora, el hecho de que Lee Chanyeol, el heroico caballero que venció al dragón de cinco cabezas que atormentaba el reino contándole chistes, estaba realmente en mi casa..., o bueno, la de Kyungsoo. Aún guardaba cierta reticencia a acercármele, pese a que él insistió en cargarme en vilo mientras me llevaba por toda la casa, obstinado en que se la mostrara. Chanyeol abría mucho los ojos y la boca con cada cosa que le exponía...: Gritó de la emoción al ver el televisor prendiéndose y se puso a hacer zapping con todos los canales, admirando las imágenes que se movían frente a él. Después, vio mi teléfono celular e inició una especie de batalla con él. Chanyeol insistía en que funcionaría después de un par de golpes, ya que no sabía desbloquearlo y yo luché para evitar que me rompiera el aparato. Luego, se puso histérico solo cuándo observó las hélices del ventilador y creyó que era una especie de molino de viento mal posicionado dentro de mi casa..., o la de Kyungsoo. Fue un reto convencerlo de que meter su mano a la licuadora, era mucho más peligroso que enfrentarse a otros 100 caballeros fulgentes endemoniados, cómo pasó en su tercer libro...; también pasé por el purgatorio cuándo él insistió en que quería oír qué clase de música se escuchaba aquí y después de 5 segundos de tener prendida la radio en la emisora de rap, estaba casi atándole las manos tras la espalda para evitar que con su espada partiera en dos la máquina:

-¡Deja eso...!- Exclamé, gritándole mas riéndome al mismo tiempo.

-¡Esa es la música del demonio, Baekhyunnie...!- Insistió, negando la cabeza enérgicamente.- ¡Anda, anda, suéltame!

-¡Yo la puedo cambiar....!- Me esforcé por sujetar sus muñecas con toda mi fuerza, la cuál, de pronto, me recordó que yo no era precisamente hercúleo.

...Digo, incluso Kyungsoo podía ganarme y él era la definición de “débil”.

...

¿Por qué Chanyeol fingía que yo podía retenerlo...?

-Mira, mira... ¿Oyes...?- Pregunté con un suspiro, cambiando rápidamente a la emisora de música romántica.

Una canción de Jason Mraz sonó de pronto, tranquilizando al hiperactivo Chanyeol cómo si ahora estuviese encantado. Yo la había oído un par de veces antes gracias a Kyungsoo, pero realmente no la encontraba “tan maravillosa”. Él bajó la espada incluso, hasta el punto en que la dejó caer de sus manos inertes, resonando sobre el suelo.

-¿Te gusta...?- Susurré, parpadeando.

Él me respondió al sonreír con dulzura y cerrar sus ojos, suspirando lentamente:

-Es mi canción favorita.- Murmuró, tomándome de la mano y apretándola.- Siempre la oía cuándo pensaba en ti.

...

Dejé de parpadear por el asombro y apreté sus dedos entre los míos, mordiéndome el labio para evitar preguntar algo que tal vez lo haría a él desaparecer.

Algo cómo: ¿de dónde vas a haberla oído, si tú no sabes qué son las radios...?

¡Oh vamos...!

¡Jason ni siquiera había nacido en tu historia...!

 

-Ah...- Sonreí, nervioso.- Q-Qué divertido.

Chanyeol entreabrió los párpados y me observó a través de ellos.

Me sentí intensamente triste cuándo recibí su mirada. Se me cerró la garganta solo por la angustia de algo que no comprendía...

-¿Te parece divertido?...- Soltó, apretando de nuevo, con más fuerza, mi mano.

...

-Sí.- Asentí, bajando la vista.- Divertido.

 

***

 

Me volvió a levantar en vilo sin habérselo pedido y, dejando la radio encendida, Chanyeol me condujo de nuevo por el corredor, buscando mi habitación de seguro. Sin embargo, yo lo guié hacia la cocina, borrando todo el sonrojo que me estaba reventando los cachetitos y una vez que su nariz olió los panecillos que Kyungsoo había hecho antes, ya no hubo palabra que lo sacase de ahí.

Y ahora, heme aquí: sentado a su lado, apoyando el codo en la barra de la cocina, comiéndonos los panecillos que Kyungsoo raramente preparaba, excepto cuándo algo importante se avenía.

Oh, cierto.

¿Por qué los habría hecho esta vez...?

 

-¿Y eso...?- Miré a Chanyeol, otra vez, tratar de acomodarse sobre el asiento, trabando sus ojos en algo tras mío.

-¿Por qué no te quitas la armadura?- Le contesté con otra pregunta.- No luce muy cómoda...

-Oh...- Chanyeol bajó la vista. Pude observar con detalle el color casi rojizo y acaramelado de sus ojos fulgentes y contuve el aliento al notarlo.- Yo realmente... No creo poder hacer eso.

-¿Por qué? ¿Es muy difícil?- Ladeé la cabeza.

-N-no es eso...- Emitió un puchero, juntando ambas manos entre sus piernas abiertas, aferrándose al asiento de la banca.- Solo... no puedo.

-Oh, ya veo.- Sonreí nervioso. Pfft, ni para ayudar soy bueno...- L-Lo siento.

-¿Qué sientes?- Inquirió él, parpadeando.

-¿Eh?

-¿Qué es lo que sientes?- Repitió, ahora sonriéndome levemente.

-Es... solo una expresión.- Bajé la vista, mordiéndome el labio inferior.

-De dónde vengo, no se dice lo que no se siente.- Mantuvo su gesto afable, ladeando la cabeza sobre el apoyo que su mano le ofrecía.- Eres interesante...

-Cualquier persona de este siglo te ha de parecer interesante.- Murmuré por lo bajo, mordisqueando otro panecillo. En los primeros segundos, no me di cuenta siquiera de haberlo dicho.- En fin, ¿qué fue lo que me preguntaste antes?

-Oh.- Ahora alargó su sonrisa, iluminándola junto a su mirada.- ¡...Eso, eso!- Levantó su otro brazo y señaló algo tras mío.- ¡Ahí, en la pared...!

Volqué mi cabeza sobre el objeto que Chanyeol señalaba con tanta insistencia y observé un cuadro colgado en la pared.

-Ahh...- Suspiré, sonriendo.- Es una foto antigua. Me la tomaron el último día de escuela de mi último año...

Mi último año.

Je, vaya que sí. Aquel fue mi último año en muchos aspectos...

-¿Último año en qué?- Oh, claro. Volví mis ojos a la imagen confundida que Chanyeol tenía y le negué con la cabeza la afirmación, restándole importancia.- ¿No quieres contarme?

Me encogí de hombros. De reojo, clavé de nuevo mi mirada sobre mi hipócrita sonrisa, mis manos abarcando el diploma de graduado y mis brazos sujetando el ramo de irises blancos que Kyungsoo me había otorgado. Él fue el único que, en aquella vez, fue a verme y se tomó la molestia de hacerme pasar uno de los mejores días de mi vida..., por no decir el último. Yo me había olvidado de la existencia de aquella fotografía, hasta que empecé a vivir con él y noté que la había pendido para mí.

 

Para que te sientas en casa...” Sonrió él aquella vez, mirándome.

 

-No es algo que merezca contarse...- Murmuré, suspirando.

-¿En ningún aspecto?

-En ninguno, creo yo.

-¿...El porqué estás usando un traje estrambótico?

-¡Así era el uniforme!- Protesté, riéndome entre dientes.

-¿...El porqué te ves tenso?

-No soy muy fan de las fotos, qué digamos...- Rodé los ojos, todavía riéndome.

-...- Se quedó en silencio un instante. Se levantó de la banca provocando un ruido incómodo, cortesía de la armadura, y caminó hasta quedar frente al retrato sobre la pared. Lo cogió entre las falanges de sus dedos y, sin descolgarlo, continuó.- ¿...Y el porqué luces tan triste?

 

No estoy seguro de cuánto tiempo me tomó responderle aquello. Creo haberle dicho algo de que: “Estaba cansado”, mas no podría asegurarlo. Le respondí por responder y esa era la verdad.

Mi cerebro había dejado de cavilar con tranquilidad y todo para lo que mis neuronas hacían sintaxis, era para razonar el hecho de que Chanyeol parecía conocerme mucho mejor de lo que esperaba. Él incluso, había dicho algo así antes, algo respecto a que nosotros dos ya nos habíamos relacionado...

Pero... ¿Acaso él estaba hablando en serio?

¿De verdad estaba diciéndolo en serio...?

 

Eso me estaba asustando.

 

-Ehh...- Lo oí de repente. Parpadeé hacia dónde estaba y, tratando enérgicamente de no babear mientras lo observaba mirar atentamente una fotografía mía con no uno de mis mejores ángulos, lo escuché murmurar:- Ella resalta.

 

¿Ella?

 

-¿Quién?- Pregunté, alarmado de pronto.

-Mírala.- Sonrió, ahora viéndome. Supongo que habrá esperado que me acerque a él...

Pero cómo sabía que el mero hecho de intentarlo podría suponerme una bochornosa caída, prefería quedarme sentado.

-Ah, sí...- Mentí.- Qué bonita...- No tenía ni la menor idea de qué era lo que se suponía que tendría que haber visto y dado que cómo mentiroso, soy buen lector, era de esperarse que Chanyeol rodara los ojos con una sonrisita divertida y se acercara de nuevo hacia mí, con los brazos extendidos.

-Anda, ven.- Estaba empezando a acostumbrarme a ser levantado. Chanyeol me llevaba de un lado a otro de esta forma y no era cómo si no me gustase. Claro que imaginarme a mí mismo siendo llevado cuál princesa medieval era vergonzoso; pero bueno...

¿Qué otra cosa podía hacer?

-¿Por qué no solo me pediste cargarte?- Resopló, haciéndome un puchero.

-No es... bueno...- Inhalé suficiente aire antes de suspirar de manera prolongada y soltar con un murmullo:- ...No estoy acostumbrado a que me traten tan... bien.

Chanyeol se detuvo justo frente a la foto, mirándome con sorpresa.

-¿Ah no?

-No realmente.- Le sonreí.- Bueno, antes no. Ahora tengo a Kyungsoo y es tan o más amable que los mayores filántropos en el mundo. Él no puede cargarme cómo tú..., pero realmente me cuida mucho. Normalmente me ayuda cogiéndome por la espalda y también...

-¿Kyungsoo?- Preguntó ahora, interrumpiéndome. Me sorprendí al oírlo y eso produjo que me detuviera.

¿Acaso su voz se había vuelto mucho más grave?

-Es... mi primo.- Susurré. Parpadeando de nuevo cómo lunático. Era una costumbre mía que me venía cada vez que estaba confundido o impresionado y, de no ser por Kyungsoo, ni la habría notado.- ¿Tu voz se hizo más grave justo ahora...?

-¿Qué relación tienes con él?- Volvió a cortarme.

 

Lo miré extrañado. ¿Qué no acababa de decirle que éramos parientes...?

¿Acaso le estaba hablando en ruso o qué?

 

-PRI-MOS.- Repetí, enfatizando la palabra.- Repite después de mí: Pri-mos. Una pregunta, ¿sabes ruso?

-¿Solo... primos?

-Solo primos.

-¿Nada más?

-Nada más.

-¿De verdad?

-No qué va, de mentira.

-Baekhyun...

-Sí, sí, de verdad...- Sonreí, ahora riéndome.

Acaba de entender lo que estaba pasando... y no podía creérmelo.

 

¿Lee Chanyeol?, ¿celoso?

...

¿...y por mí?

 

Observar cada una de sus sonrisas sería el hobby del resto de mi vida. Era tan atractivo cómo solo se le permitía a un personaje de novelas románticas y su porte, más su figura, resultaban realmente deslumbrantes para mi minúscula existencia: escuálida, depresiva e inhóspita.

Se me tensaron todos los músculos y tendones del cuerpo cuándo adiviné lo que iba a hacer. Quería recordar lo que era moverse y reaccionar, mas con él me era imposible.

-Esp... Espera...- Un leve gemido me salió de entre los labios y cerré los ojos, frunciendo el ceño.- Y-Yo no...

-Lo sé.- Musitó él con un susurro hondo, grave.

-Ya, pero yo...- Espera, espera, espera....- Aguarda, ¿cómo que...? ¿Tú que sabes?

-Nunca has besado a alguien antes, Baekhyunnie.- Sonrió con picardía, enarcando una de sus cejas.- Lo tienes escrito en toda la cara...

-¿Ah... sí?- Pregunté, parpadeando otra vez con fuerza.

-Sí.- Murmuró, acercándose lentamente hasta dónde estaba, logrando pegar su frente a la mía.- ¿Quieres que te cuente un secreto, Baekhyunnie...?

-D-Dime...- Tragué ruidosamente, orando por que él no oliera mis nervios.

-Cuándo pestañeas, tus ojos asemejan el batido de las alas de las mariposas.- El aliento proveniente de sus labios, penetró en mi nariz, embriagándome con su aroma.- Es tan... precioso.

-¿En... serio?

-Y, cuándo murmuras...- continuó, ahora moviendo lentamente su nariz hasta rozar la mía- tu voz suena increíblemente melódica y excitante.

 -Ah... ¿gracias?- Ahora sí, estaba perdiendo los estribos.

-Cómo te quedas observando siempre al vacío cuándo estás concentrado...- sentí sus dedos hundirse en mi piel, aún sosteniéndome en vilo.

-...Chan...

-Y cómo...- exhaló, frotando sus labios con los míos.-... cómo cuándo sonríes... El mundo se opaca a tu alrededor...- La fricción entre la textura de mi boca con la suya se tornó insoportable. Empecé a respirar con agitación.- Todo... Todo...

-¿...Todo?

Chanyeol dilató sus pupilas vidriosas al fijarlas una última vez en las mías. Esbozó una sonrisa rayando en la melancolía y relamiéndose una última vez el labio inferior, exhaló:

-Todo lo amo... Todo, Baekhyun. Amo a todo Baekhyun...

 

...

Dios mío.

 

Jamás, ni siquiera cuándo me encontraba en mejor condición física, durante la escuela, tuve la verdadera sensación de sentirme tan vivo, cómo cuándo besé entonces por fin a Chanyeol.

No llegamos realmente a profundizar aquel beso. Él, no sé, y yo, porque me atemorizaba pensar que, moverme, podría hacerlo a él desaparecer. Besarlo fue incluso mejor de que lo que yo mismo pude haber soñado e incluso, las palabras de la narradora en sus libros, quedaban cortas con lo que estaba sintiendo ahora yo mismo.

Era demasiado dulce, era demasiado tierno...

Era como si... por esto.

Como si solo por esto, yo hubiese nacido.

Como si solo por esto, él y yo nos hayamos conocido...

 

Mover mis labios sobre los suyos, sentir la textura fina y cálida de su boca.

Chanyeol, Chanyeol, Chanyeol...

 

Por Dios... ¿qué me estaba pasando?

 

Él no existe.

¿Cuántas probabilidades hay de que esto, realmente, esté ocurriendo?

Él no existe.

Deja de creer que por fin todo ha encajado en su lugar. Deja de soñar con que ahora todo está en el pasado.

Él no existe.

Todo es ilusión. Todo es ilusión.

Él no existe.

Date cuenta de lo estúpido que estás siendo ahora. ¿Enamorarse de la imagen del personaje de un libro...? ¿Qué está mal contigo, Byun? ¿Por qué sigues aferrándote a lo que no tiene sustento?

...

Repítelo Byun. Repítelo.

Él no existe. Él no existe...

...

 

Chanyeol no existe.

 

Notas finales:

Sí... Baekhyun es un llorón en mi historia...

Pero, ¿qué podía hacer? ¿¡Se han percatado de lo triste que es su vida!?

...

O al menos...

TA-TA-TA-TÁÁÁÁÁÁN...

-música de suspenso again-

(xD)

Y sí. Está bien (por ahora) "Lee" Chanyeol.

***choisie***


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