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MY HEROIC KNIGHT por Choisie

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***

 

Cuándo tenía 14 años, una vez, conocí a un niño.

Creo que fue lo más cercano a un amigo que alguna vez tuve. Jugué con él en el parque cercano a una florería (la misma a la que mi mamá siempre iba y yo la acompañaba) aproximadamente media hora y, sin embargo, todavía recuerdo cada exacto minuto de nuestro pequeño encuentro.

Lo que en primera instancia me gustó de él, fue de hecho su sonrisa. Tenía una forma extraña de sonreír aunque no le importaba. Cuándo se reía, mostraba todos sus dientes y eso resultaba cálido y confortable. Decir que “jugamos”, no es más que un decir; en realidad, él y yo solo hablamos y hablamos, perdiéndonos en la conversación.

Discutimos desde el último pokemón inventado, hasta el último de nuestros secretos más escondidos. No sé todavía porqué es que tuve la confianza de hablarle acerca de mi miedo más grande, mas realmente no me importa.

Sé que si se lo dije en aquel momento fue por algo y no tiendo a discutir mucho con mi yo del ayer.

Por su parte, él me soltó de golpe su mayor secreto, siempre sonriendo. Incluso rayaba en lo atemorizante cuándo lo veía; aunque después, te acababas acostumbrando y luego, te era casi imposible resistirte. Al ser su gesto muy contagioso, era inevitable que los demás también lo imitásemos y yo no fui la excepción.

“¿Te ríes de mi secreto? ¿Por qué, por qué? ¡A mí me gusta!” Se rió él, rodando por el pasto hasta acabar a mi lado.

“Es raro...” Contesté, encogiéndome de hombros. “Los chicos no sueñan con eso.”

“¿Cómo qué no? ¿Y qué soy entonces?”

“Eres...” Empecé. Más tarde me di cuenta de que no sabía que decirle, así que, para variar en los jóvenes, solté lo primero que se me cruzó por la cabeza. “...raro. Raro como tu secreto.”

“No quiero ser el único raro...”  Murmuró, haciendo un pequeño puchero con sus labios. “¡Ya sé! ¡Seamos raros juntos!” Exclamó de repente, tirando de la basta de mi remera.

“¿Qué? ¡No!” Me reí. “Yo no quiero ser raro.”

“¡Anda...! ¿Por qué no? ¡Será divertido, te lo prometo!”

...

“¿De verdad?”

“Yo seré siempre raro y tú serás siempre raro. Seremos raros juntos. Te lo juro por mi secreto igual de raro.” Sonrió con dulzura, ladeando la cabeza.

Recuerdo haber pestañeado muchas veces cuándo lo oí decirme aquello. Era extraña la sensación que me embargó al observarlo. Me le quedé viendo un buen par de segundo, antes de por fin sonreírle con todas mis energías y asentir con la cabeza, levantando el dedo meñique:

“¡Por tu secreto igual de raro!” Exclamé, entrelazando mi dedo con el suyo. Él solo me miró sorprendido.

“¡Hecho!” Sonrió con ganas luego. Después, se acercó de pronto hasta mi mejilla y estampó en ella un beso que me descolocó. Cuándo me volví a verlo, con toda la interrogante escrita en la cara, él solo se encogió de hombros y, sacándome la lengua, contestó: “Otro secreto.”

“Te lo dije y lo repito: Raro.” Confirmé, haciendo un puchero mientras me cruzaba de brazos y él se reía a pierna suelta, dejándose caer de nuevo sobre el gras.

 

***

 

Abrí los ojos y suspiré.

...

-Lo sabía...- Murmuré, sin emitir sonido alguno.

 

Fruncí el ceño al levantarme y emití un quejido impropio de mi edad. Me estiré poco después y al sentir mis huesos como gelatina, no me quedó de otra más que volver a echarme.

-Toc. Toc.- Escuché de repente.- ¿Se puede?- Murmuró Kyungsoo, abriendo levemente la puerta y dejando entrever su rostro adormilado, sonriéndome para variar.

-Ya entraste de todas formas.- Murmuré, sentándome sobre la cama.-... Hoy tuve un sueño.

-Eso es bueno.- Kyungsoo me acomodó la mesa plegable encima de las piernas, oyéndome con toda su paciencia:- ¿Quieres contármelo?

-Tal vez no te guste...- Al susurrarle aquello, los ojos se me incrustaron de lágrimas y una sonrisa triste me curvó todo el rostro. Kyungsoo se alarmó al verme mas evité que me abrazara, levantando las manos contra su pecho.- Es un sueño... especial.

-¿Especial?- Preguntó, sentándose frente mío, sobre la cama.

-Bueno. Especial no es la palabra...- Cerré los ojos.

-¿Y cuál sería la palabra?

 

...

“Otro secreto”

 

-Raro.- Me encogí de hombros, dejando que un par de lágrimas cayera pesadamente sobre mi desayuno.-...Tuve un sueño raro.

 

***

 

-¿De nuevo vas a leerlos...?

-Ya estoy en el segundo tomo...- Sonreí de forma traviesa, encogiéndome de hombros. Kyungsoo frunció el ceño y me resopló.- No hagas eso Kyungiie... después te convertirás en un caballo.

-Jaja. Qué gracioso...- Murmuró con ironía, moviéndose de un lado a otro por la sala, levantando los cojines de los sillones.- Rayos...- Siseó entonces.

-¿Se te perdió algo?- Y justo antes de que me contestara, continué:-... ¿además de tu sentido común?- Y un almohadón me cayó justo encima del regazo tras eso, mientras me reía.

-Busco mis llaves, gracioso.

-¿Y por qué?- Inquirí, acomodando mi rostro sobre mi mano, con el codo sobre el apoyabrazos.

Kyungsoo me enarcó una ceja tras eso, viéndome de forma divertida.

-¿Qué?

-¿De verdad te estás haciendo el que no sabes....?- Preguntó.

-¿Saber qué?

Kyungsoo abrió los ojos entonces, aún más si es probable. Se acercó a dónde estaba y, sorprendiéndome por el ataque, me sacó de encima la frazada que siempre llevaba cuándo leía.

-¡...Hey!- Exclamé, cogiéndola de nuevo.- ¿A qué vino...?

-¿Por qué no estás vestido?- Lucía tan desorientado cómo yo en ese instante, por seguro.

-¿Por qué habría de vestirme? No salgo a ninguna parte...

-Pero... ¿de verdad no te acuerdas?- Susurró, ahora relajando el ceño.- Pfft. Claro... ¿Cómo te va a acordar si te lo dije mientras leías...?

-¿Qué cosa?

-Aish... Olvídalo.- Murmuró. Levantó su muñeca y observando su reloj, dejó escapar un sollozo ahogado de la garganta:- Ok. Tengo aproximadamente 10 minutos para que estés listo y ¡todavía no encuentro mis estúpidas llaves...!

-¿Por qué tendría yo que...? ¡Hey, hey no!- Reclamé, sintiendo como Kyungsoo me cogía por el brazo y tiraba de mí para levantarme.- ¿¡Qué haces...!? ¡Kyungsoo...!

-A ver: ¿por dónde empiezo...? Ok, mira,- Respiró lentamente, casi corriendo (o bueno, él corriendo mientras tiraba de mí) mientas íbamos por el corredor.- hace una semana, Jongin me comentó había conversado con Park Yura, la escritora y me dijo si quería conocerla...

-¿¡De verdad!?- Exclamé, sorprendido y aunque jamás se lo diría, también celoso.

-Le respondí que sería algo bastante agradable, mas no podía dejarte por algo así y le pregunté si podías ir tú conmigo.

-... ¿¡De verdad!?- Repetí, ahora sí, bastante estupefacto.

-Jongin le preguntó y ella asintió con entusiasmo, alegre por conocerte por fin ya que él le había hablado sobre ti y lo mucho que adorabas sus libros.

-... ¿De verdad?

-A ver.- Me dejó sentado sobre la cama y, buscando entre los cajones de mi cómoda, sacó un par de pantalones grises y una camisa blanca. Las dejó a mi lado y, después, salió rápido de la habitación. Volvió a los pocos segundos con un par de botines que me acomodó a un lado de mis pies y, de súbito, suspiró:

-¿No querrás que te vista también yo... o sí?

-N-no es eso...- Negué lentamente.- Es solo... Esto.

Kyungsoo pareció calmarse después. Se sentó a mi lado y abrazándome, sonrió.

-Es... abrumador.- Murmuré, parpadeando rápido.

-Lo lamento... Debí haber sido más paciente.- Kyungsoo me desordenó el flequillo y continuó:- Si no quieres...

-No te atrevas a decir que no voy a querer ir, porque juro que te golpearé.- Fruncí el ceño. Tomé de un tirón la parte superior de mi pijama y me la quité.- ¿Qué me ves...? ¿No tienes unas llaves qué buscar?

 

***

 

Si dijera que aquella mañana, una de las últimas antes del otoño, no me sentí triste después de saber que Chanyeol había sido solo un sueño, estaría mintiendo.

Aquel fue tal vez el dolor más hondo y tajante que alguna vez pude haber sentido, un dolor que me tenía internamente agonizando, mas no lloré.

No lloré, no grité, no emití sonido alguno.

Desde un inicio yo sabía que todo era un sueño. Mi conciencia siempre estuvo ahí para resguardarme de la fantasía.

Tomé el primer libro de la saga y, sentándome en mi sillón especial de la sala, me puse a releer otra vez, ignorando el aspecto intacto de mi rededor, que parecía estarse burlando de mis sueños.

Si tan solo hubiese estado algo fuera de lugar, si tan solo algún objeto me hubiera denunciado que lo mío no fue un sueño...

Bueno..., ¿qué hubiese hecho entonces?

 

Lee Chanyeol no existía, de cualquier forma.

 

-Aquí es.- Murmuró Kyungsoo, adentrándose en el parking del restaurante. Miré por la ventana y me sentí intimidado por tamaña elegancia.- Oye Baek, ¿estás bien?

No...

-¿Baek?

-Hm.- Asentí, sonriéndole con toda la genuinidad que fui capaz de juntar.- Todo bien.

Todo menos...

-Puedo bajar yo solo.- Murmuré entonces, sintiendo como Kyungsoo se congelaba mientras se sacaba el cinturón de seguridad.- Tranquilo.

-P-pero...

-No estoy tan débil hoy día.- Mentí, sacándole la lengua.

Porque, por si no fuera ya bastante, ese día me sentía triplemente enfermo.

- ¿Ves? Puedo sacarme el cinturón yo solito, mamá...- Bromeé, logrando sacarle una sonrisa preocupada. Abrí la puerta del copiloto y dejé resbalar mi pierna derecha hasta que el pie cayó del suelo del auto, hasta el piso de la calle.

Se sintió extraño.

Hice lo mismo con mi otro pie y una vez tuve ambos fuera, apoyé mi mano en el marco de la puerta. Haciné todas mis energías en el soporte que mi brazo me brindaba y logré ponerme de pie.

-¿Viste?- Pregunté hacia Kyungsoo, sin volverme a verlo.-...Fue fácil.

 

No entiendo, incluso ahora, porque todos los millonarios hacen cenas en los restaurantes de los hoteles más caros del mundo. ¿Sería una tendencia propia de este siglo o algo así?

-Entonces...- Empecé, mientras caminaba lentamente en el hermoso y pomposo hall, sin sujetarme de Kyungsoo, a su lado.- ¿Park Yura ronda los 70 o los 80?

-¿Estás seguro de que no quieres que te ayude...?- Repitió Kyungsoo, levantando sus manos para sostenerme.

-Me ofendería que lo hicieras cuándo te he dicho que estoy bien.- Volví a mentir, negando con la cabeza.- No quiero parecer un enfermo desgastado por el peso que la sociedad impone sobre mis hombros y la falta de esperanzas...

-Eso...

-¡Eso fue sublime!- Oímos los dos de pronto. Me volví hacia el lugar del que provino la voz y una mujer que no pasaría de los 20, se acercó hacia nosotros. Era de piel cremosa, con los ojos rasgados y grandes, más su cabello corto y fino enmarcándole el rostro. Tenía una nariz respingada y también los labios ligeros.

Lo primero que pensé al verla, es que ella era la versión femenina de Chanyeol.

-Ehh...- Murmuró Kyungsoo, quién parecía haberse quedado con la “cabeza en blanco”, al igual que yo.

-¡Oh, lamento haberte interrumpido!- Exclamó ella, dirigiéndose hacia Kyungsoo.- Pero lo que dijiste- continuó, ahora mirándome- ¡fue simplemente maravilloso! Tienes muchísimo talento y...

Y se quedó lívida de pronto, todavía con sus ojos sobre mí.

-¿Y...?- Interrogó Kyungsoo.

Ella se acercó de pronto hacia mí. Era bastante alta, o al menos para ser mujer, ya que le llevaba casi solo un par de centímetros. Acomodó su mano en mi mejilla y abriendo mucho los ojos, murmuró con un hilo de voz:

-...Byun.

-¿?

-Byun Baekhyun.- Repitió, abriendo la boca, asombrada.

...

Si no me hubiese visto nunca en un espejo, hubiera creído que tenía todo el aspecto de un fantasma, un trol o de algún monstruo recién salido de “Monster University”.

 

-...- No supe qué responderle. Mi cerebro empezó a consumirse debido al uso extremo que le estaba dando por tratar de recordar de dónde la conocía a ella, mas no concebí su recuerdo de ninguna parte.

-¡Oh, ahí están...!- Oímos de pronto. De la puerta del restaurante que comunicaba con el hall, salió Jongin junto a otro chico, que se veía no muy mayor también.

-¡Jongin...!- Exclamó Kyungsoo, tomándolo de la mano.- Ella...

-Baek, Kyungsoo.- Nos llamó de pronto el moreno, tomando del hombro a la mujer frente mío.- Les presento a mi mejor cliente: Park Yura.

 

***

 

No. La cena no fue incómoda; para nada...

Yura era una mujer encantadora. Quién no la conociera, como era mi caso (creo), no le daría más de 20 años, cuándo ella en realidad ya iba por los 30. Su esposo era también un hombre agradable y se notaba a leguas el amor que se tenían, lo mismo que Kyungsoo y Jongin.

Al saber que era yo quién se había leído de sopetón todos sus libros, dejó expresado su asombro cuándo se le resbaló el cubierto de las manos:

-¡Oh, l-lo siento tanto...!- Empezó a decir, mientras que Jongin solo se reía de ella.- ¡Jongin-ssi!- Le miró de forma desafiante, sonrojándose.

-¿A qué vino la torpeza? Tú nunca eres así de descuidada, amor.- Murmuró su esposo, recogiendo el cubierto y entregándoselo a un mozo que había venido.

-N-no es... nada.- Negó, sonriéndole con calma.

O bueno, con fingida calma.

Podía reconocer una sonrisa falsa a leguas y no porque las hubiera estudiado. En mi caso, lo aprendí a la fuerza, ya que yo hacía el mismo uso de ellas y casi a diario.

-Realmente me gustan muchísimo sus libros.- Sonreí, llamando su atención.- Su forma de narrar es auténtica y sencilla. Me siento cómo en una cuna meciéndose cuándo leo sus obras.

-Eso...- Contestó ella, bajando la vista.- Eso es... hermoso. Es un comentario maravilloso. Nunca... me habían elogiado con tales palabras.

-Yo siento que no están al nivel de su trabajo...- Respondí, haciéndole una leve reverencia, algo que ella me ofreció también.

-¿Es verdad que la saga del “El Heroico Caballero”, ha sido la más famosa estos últimos meses?- Preguntó Kyungsoo, a lo que ella sonrió para contestarle:

-Esa es una realidad que todavía no supero.- Y, sin embargo, mientras que su sonrisa era genuinamente alegre, su mirada fulgía con inmensa tristeza.

Una tristeza que, de repente, me hizo un nudo en la garganta.

-Yura planea sacar otro libro más para la saga...- Comentó Jongin entonces.

-¿De verdad?- Pregunté.- P-pero ya todo está resuelto y... Chanyeol...- vaya.

Decir por vez primera su nombre con mi propia voz, fue más doloroso de lo que pude haber creído.

-¿Chanyeol...?- Cuestionó Kyungsoo, demandando que prosiguiera.

-Él... bueno, ¿ya no tuvo su final feliz?- Susurré, bajando la vista.

-¿Te parece?- Preguntó Yura. Levanté la vista ya la encontré mirándome con dulzura, con la cabeza apoyada en su mano.- Dime Baekhyun-ah, ¿te gustan los finales felices?

-... Sí, creo.

-¿Crees en ellos?

-...

-Para serte franca, yo no creo en los finales felices.- Murmuró, cerrando los ojos.- Que todo sea felicidad al final, no me parece una idea interesante.

-...

-Hay demasiada imperfección y demasiada realidad, que todavía podría aumentar en su historia. Chanyeol...- se detuvo un instante, porque se le quebró la voz y nadie lo pasó por desapercibido- Chanyeol ha pasado por mucho, sí. Pero ¿qué será de él después? ¿Ser solo feliz para siempre...? Hay felicidad y auténtica felicidad, me parece a mí. Uno puede ser feliz por cosas pequeñas y sin sentido; sin embargo, la auténtica felicidad, viene cuándo, después de muchos, muchísimos más impedimentos, uno logra salir adelante.

-...

-Para mí, Baekhyun-ah, la auténtica felicidad es una enfermedad intensa. Una sensación que viene rápido, dura poco y evoca, en los instantes más duros de la vida, que vale la pena vivir.

-...

-Por eso, Baekhyun-ah, escribí la saga de “El Heroico Caballero”: porque lejos de el hecho que Chanyeol nació cómo personaje principal, la historia no es de él. Es de quién lo lee, de quién logra entender que todos tenemos a alguien dispuesto a protegernos y a hacernos apasionadamente felices; ya sea infantil e hiperactivo como Chanyeol, pero todos nacimos para proteger y ser protegidos de las cosas malas. ¿A quién le importa el “final feliz”, cuándo es la historia de tu vida la que puede ser feliz...? Todos necesitamos de un “heroico caballero” que nos proteja de vez en cuándo y que, al mismo tiempo, pueda darnos la felicidad más aguda e intensa que podamos experimentar... Así no dure para siempre.

-...

Yura me sonrió cuándo acabó de hablar. No noté que los ojos se me habían llenado de lágrimas, hasta que Kyungsoo apretó mi mano bajo la mesa y me sonrió con dulzura, tranquilizándome.

Tomé un servilleta de la mesa y me limpié disimuladamente las comisuras de los ojos, esperando porque nadie, más que Kyungiie, lo notara.

 

-¡Ah, Kyungsoo...!- Jongin llamó a su novio, finalizando la comida.- ¿Trajiste los panecillos que te pedí?

-¡Oh, cierto!- Sonrió el esposo de Yura.- Él dice que realmente cocinas fantástico...

-Es una pena...- Sonrió Kyungsoo también, un poco avergonzado mientras yo lo miraba extrañado, ya que, después de eso, él me pateó levemente la pantorrilla por debajo de la mesa.- Alguien... se los comió.

...

¿Qué?

 

-¿...Qué?- Murmuré, mirándolo con sorpresa.

-¿Cómo que “alguien se los comió”?- Preguntó Jongin, luciendo deprimido cómo un cachorrito.- Te dije que los prepararas con anticipación...

-Fue culpa de Baekhyun.- Hizo un puchero.- ¡Los dejé ahí justo ayer y cuándo vine hoy en la mañana, todo estaba hecho un desastre en la cocina y en la sala...!

-...

-¿Cómo así?- Preguntó Yura, ladeando la cabeza.

-¿Un desastre...?- Interpeló Jongin también.

-Había un bastón regado en pleno suelo, la radio estaba encendida, el ventilador también y, por si fuera poco, en la cocina había un desastre de migajas sobre el suelo. También estaba fuera de lugar la foto que le había tomado a Baekhyun cuándo salió de la escuela y, encima de ésta había una gardenia... Ni idea de cómo habrá terminado todo eso allí, mientras que lo único que encontré al llegar, fue al niño aquí a mi lado, que dormía a pierna suelta cómo si no hubiese mañana qué vivir al día siguiente.- Exhaló Kyungsoo, frunciendo el ceño mientras me señalaba con su pulgar.

 

Por mi parte, el corazón, así de sencillo, me había dejado de latir.

Perdí color en el rostro y un repentino mareo me sobrevino de inmediato, bloqueándome la vista y provocando que perdiera el sentido del espacio.

La respiración se me cortó también. EL aire abandonó mis pulmones, quedándose estos vacíos y al tiempo que los sentía encogerse, cerré los ojos y simplemente, dejé de pensar.

 

...

Entonces...

¿Lee Chanyeol... existía?

 

***

 

Los truenos fueron los que me hicieron abrir los ojos.

Miré a la ventana y observé los rayos desaparecer. Mi habitación yacía oscura, lúgubre y solitaria.

Me apoyé sobre mis codos para poder sentarme sobre la cama. Volví mi vista hacia el reloj y al segundo, este cambió a las 3:20.

Respiré hondo y volví a echarme sobre la almohada, sujetando mis manos entre sí.

 

Pensar nunca me resultó tan tortuoso como en aquel instante.

Mi cerebro se negaba a creer que lo que hubiese dicho Kyungsoo, tuviera relación con Chanyeol. Estaba rotundamente cruzado de brazos respecto a esa idea y el suplicio estaba en que mientras mi mente  se mostraba escéptica, mi corazón bombeaba y latía la mejor carrera de su vida.

Mi pecho subía y bajaba, preso de la emoción que le suponía creer que Chanyeol sí existía. La radio y el ventilador encendidos, el caos en la sala, el desorden en la cocina..., la foto descolgada...

... La foto...

 

“-Ella resalta.

-¿Quién?

-Mírala.

-Ah, sí. Qué bonita...”

 

...

¿Quién resaltaba?

 

Caminar hasta la cocina en tiempo récord fue, de pronto, mi único objetivo desde hacía mucho tiempo.

Mientras traspasaba la oscura sala, apoyado de nuevo sobre mi bastón, me volví hacia el reloj grande puesto sobre la pared, iluminado gracias a la luz que se filtraba por la ventana. El minutero estaba a dos minutos de marcar las 3:30 y eso, por algún motivo, me puso nervioso. Apuré el paso hasta llegar a la cocina y, una vez dentro, observé la dichosa foto puesta sobre la mesa...

 

Tal y cómo lo había dicho Kyungsoo.

 

“También estaba fuera de lugar la foto que le había tomado a Baekhyun cuándo salió de la escuela y encima de ésta había una gardenia...”

 

Una... gardenia.

Tomé la foto de debajo de la flor y la atraje hasta un punto dónde la luz infiltrada por el ventanal pudiese darle. Dejándome llevar también por la ansiedad, hasta le quité casi a jalones el marco de madera. Fijé con rudeza mis ojos sobre cada detalle mío de aquella imagen: mi sonrisa falsa, mi rostro pálido, mis ojos brillantes por haber querido llorar, mi uniforme deslucido por el poco cuidado que le daba, mi peinado desordenado por la celebración..., las hojas de los árboles cayendo sobre mi cabeza..., el ramo de irises blancas que Kyungsoo me...

El ramo.

 

Lo atraje aún más hacia mis ojos y lo observé, consternado.

De lejos, claro que no podía notarse. Era imposible que la discerniera si todas eran de color blanco.

 

Ahí, entre todas las irises, había una reluciente y pequeña gardenia.

-¿...Cómo?

-¿Baek...?- Volví mi cabeza hacia atrás. Kyungsoo había encendido la luz y estaba frotándose la comisura de uno de sus ojos, adormilado y mirándome con extrañeza.- ¿Hace cuánto te levantaste...? ¿Por qué no estás en tu...?

-¿Dónde conseguiste este ramo?

-...- Parpadeó un par de veces antes de contestar con un bostezo:- ¿Ah?

-¡El ramo!- Exclamé, ahora provocando que él se asustara.- ¿¡De dónde sacaste el ramo!?

-El ra... ¡Ah!- Kyungsoo se acercó hasta dónde estaba y tomó la fotografía entre sus manos.- Vaya... Qué joven estás aquí.

-¡Dime dónde conseguiste el ramo, Kyungsoo!- Grité, notando el susto que se había llevado encima.- L-Lo siento pero...

-Hum.- Kyungsoo frunció un poco la boca, cerrando los ojos.- Ahora que lo recuerdo, la compré en una florería... Esa que estaba cerca de tu casa.

-¿...Hah?

-A mitad de camino, me acordé que no te había comprado nada y bajé, la compré en esa florería a la que siempre ibas con mi tía, ¿recuerdas...?

-¿Quién te dio el ramo?- Pregunté con urgencia, tomándolo por un hombro con toda la fuerza y la angustia que me carcomía el corazón.- Dime, ¿quién te dio el ramo...?

-Un... un chico.- Respondió, poniéndose nervioso.- Baek, no entiendo... ¿Para qué quieres...?

-Por favor dímelo.- Murmuré, temblando y parpadeando con avidez.- Por favor, por favor...

-No lo conocía, Baek y no lo recuerdo bien...- Al decir aquello, sentí que algo dentro de mí se rompió.- Pero él aparentemente si me conocía a mí...

-... ¿Qué?

-Dijo que si yo era pariente tuyo y yo le contesté que sí. Tenía el uniforme también de tu escuela y parece que tenía un ramo preparado para los de tu grado especialmente, porque me lo dio sin yo haberle pedido alguno. Cómo no conocía tu escuela, le pedí indicaciones para llegar y creo que... ¡ah, sí! Me pidió si podía darle un aventón a la misma, porque tenía que hacer algo importante. Lo llevé a la escuela, él se salió rápido del auto, me dio las gracias y tras entregarme el ramo, esperé porque salieras, te tomé la foto y listo. Eso es todo.

-... ¿De verdad?

-Sí.- Kyungsoo sonrió levemente mientras bajaba la vista y miraba de nuevo el retrato.- Era un chico extraño: tenía el cabello castaño un poco largo y era bastante alto. Tenía una sonrisa nerviosa que me resultó agradable y miraba todo con demasiada fijeza.

-... ¿No que no lo recordabas?- Resoplé, dejándome caer en la banca de la cocina, la cuál estaba junto a la barra.

-Y no lo recordaba.- Asintió.- Pero, ¿qué quieres que te diga si lo estoy viendo aquí mismo...?

 

...

¿Qué?

-¿De qué estás...?

-Míralo tú.- Kyungsoo me entregó la fotografía y señaló una de los lados, uno de esos que habían estado ocultos tras el grueso marco de madera, y ahí aparecía un chico cortado por la mitad, con la cabeza girada hacia dónde me encontraba y los ojos fijos en mi figura.

...

Ahí estaba, con las flores de cerezo cayendo sobre su cabeza: su cabello castaño lacio, su cuerpo entonces flacucho y alto, sus piernas largas y fibrosas, su impecable uniforme escolar, su mirada poderosa y risueña...

Su sonrisa tierna e infantil...

 

Era Chanyeol.

 

Notas finales:

¿Y qué tal pasaron la Navidad? ¡Yo amo esa fecha! ¡Pareciera que me insertan un litro de adrenalina en la vena y me vuelvo loca...! (:D...)

Ah sí... Y con respecto al fic...

-...música de suspenso aparece al ritmo de la 5ta sinfonía de Beethoven...-

(CHAN-CHAN-CHANYEOL... b35;) (CHAN-CHAN-CHANYEOOOOL b35;)

...

¡Por Dios que necesito un psiquiatra...! Si conocen a uno guapo y millonario, avísenme (;3).

***choisie***


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