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El escudo negro. por Maira

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Notas del fanfic:

Holinguis c: -encontró nueva forma de saludar(??)-

Para primero leer éste fic, tienen que haber leído este One~

http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=111637&index=1

Por que sino no van a entender de que va uwu

 

Ehm... es de vampiritos c: 
Y...hm...que más ewe... pues, supongo que eso debo poner en las notas del fanfic xD

Ya estaré agregando anotaciones en cada capi.

Notas del capitulo:

Bueno~

En este capi van a aparecer:

 

Asagi (alias Asagoncio Narigoncio uwú

Kamijo, ex Versailles ahora solista

Masashi, de Jupiter

Yuki de Jupiter

Atsushi Sakurai de BUCK-TICK

Otogi de Awoi

Ryo - 9Goats Black Out

Si tienen duda de alguno, googleen por que no estoy segura de cuantos links puedo meter de fotos o3o

Ehm, hay términos que inventé yo. Como lo de La sangre del Dragón, el Ruska y otros que van a aparecer uwu así que si hay alguna coincidencia con algo, se jode (?) ok no, si hay alguna coincidencia con algo más es puramente eso o.o

Aclarado esto vamos al fic <3

El comienzo del invierno daba claras señales. Las noches se habían vuelto más frías, eran más largas y el aroma a leña quemada en conjunto con diversas pero fragantes flores secas sumado al incienso importado directamente por los mercaderes del oriente era capaz de percibirse aquí o allí, hacia donde se quisiera voltear para concentrarse en captar cada uno en particular. Así es como al principalmente caer la oscuridad, el perfume que durante el día había sido camuflado entre los corrientes como lo eran el del pan recién horneado, la carne asada de la caza o las hierbas aromáticas que generalmente cubrían los frentes de las casas, se volvía más intenso.
El bosque ahora compuesto por quizá demasiadas especies en las cuales pendían unas pocas hojas de colores que abarcaban desde una amplia gama de tierras, amarillos, hasta rojizo; dejaba pasar con más facilidad la tenue luz del Cuarto Menguante.

Curiosamente, todo quien poblara aquel lugar creía en la Luna y sus efectos dependiendo de cada una de sus fases. Pues la misma, más que un gran cuerpo celeste, era considerada una muda entidad con propiedades místicas.
Tanto en la agricultura, como en los estados de ánimo e incluso en la práctica de las artes mágicas, ésta en cada una de sus fases era necesaria.

Muy a menudo entre las gentes se decía que solo bajo la Luna Nueva era posible limpiar y consagrar instrumentos mágicos o que la Luna Llena era la adecuada para llevar a cabo hechizos o conjuros, pero dependiendo del mismo, también podría ser efectuado durante el Cuarto Creciente o Menguante.
Entre la población había demasiadas personas que practicaban la magia, eso era sabido. Por lo que no era nada extraño mientras se merodeaba en el bosque, encontrarse repentinamente con algún altar o los restos de un antiguo ritual que alguien había llevado a cabo.
También, aunque en menor cantidad, por aquellas tierras existían los aquelarres.

Esa tranquila noche se vio interrumpida por el sonido de un piano. Las suaves ondas sonoras, acompañaban al murmullo del viento que chocaba incontables veces contra el grueso cristal de la ventana en el primer piso, casi dando el toque dramático que la escena necesitaba. La pieza era Moonlight Sonata de Beethoven y quien la ejecutaba, lo hacía con manos expertas. Era una música relajante, incluso un poco melancólica. Con tan solo escucharla uno podía ser capaz de imaginarse los dedos deslizándose sobre una tecla u otra. Era el primer movimiento, el Do sostenido menor.
La historia cuenta que a Beethoven, abatido por el fallecimiento de un príncipe alemán que era como un padre para él y volviéndose a cada día más incomprendido debido a su sordera, al borde de la muerte por suicidio, Dios le envió a una muchacha ciega a ser testigo auditivo de todas sus penas. Luego de que aquella terminara de escuchar todo lo que el hombre tuviera que decir, finalmente pronunció unas palabras que a él le devolvieron todas las fuerzas para continuar viviendo. “Sí, quieres morir. Pero yo a cambio daría mi vida entera por contemplar una noche de Luna llena”. Era la pura verdad y se sintió afortunado de poder contemplar cosas tan simples pero tan hermosas como lo eran la Luna o las estrellas. Supo lo importante que era ese hecho. Aún conservaba sus ojos sanos para poder componer todo lo que hubiera deseado.  
A modo de agradecimiento para con la muchacha, él compuso una melodía que estuviera impregnada del claro de Luna y que pudiera relatarle de la única manera que conocía, a través del puro sonido de un instrumento tan noble como puede llegar a ser el piano, lo hermosa que era una noche con Luna llena.

La melodía continuó sonando, lenta, tranquila, los dedos de quien la ejecutaban no se detenían. Aquel lugar de donde provenía, era ciertamente la sala de música pero el sonido se extendía por los pasillos y los cuartos de toda la planta superior.

En las paredes colgaban pinturas realizadas por algún artista de la época, los marcos eran pesados, labrados en algún material que desprendía un brillo muy discreto. El alfombrado era de un rojo oscuro, cubría todo el suelo de madera dejando que su diseño Persa se extendiera libremente hacia todos los rincones que deseara. La sala carecía de muebles, excepto por el piano con su respectivo banco y un sillón de dos cuerpos forrado en terciopelo al tono con la alfombra.

Quien tocaba el piano de esa manera, manteniendo sus ojos azules sobre las teclas mientras sus ondulados cabellos que terminaban en rubios suaves rizos se mecían ligeramente a cada movimiento acompasado, era Kamijo.
Hacía aproximadamente unos cincuenta años había sido convertido en vampiro. Era uno muy joven, quizá el más joven de todos los que convivían allí, si es que se lo podría comparar en edad.
Su vida de mortal había llegado a su punto máximo a los treinta y cinco años, por lo que su belleza era madura pero igual de sofisticada que la de cualquier hombre bien posicionado de la época. A veces sus facciones poseían unos tintes duros, pero cuando tocaba el piano, su expresión era sumamente relajada.
La sala de música estaba completamente a oscuras, solo la escasa luz proveniente de la ventana otorgaba un suave ambiente azulado que resaltaba el pálido color de su tersa piel, esa que gracias al maravilloso don que había recibido, jamás envejecería.

Su expresión cambió repentinamente y como si hubiera perdido interés en la melodía, dejó de tocar. Abandonando el piano, se levantó para salir a paso firme hacia algún lugar de aquella gran estructura. Pero como siempre sucedía, terminó sentado al sofá individual frente a la chimenea, aquel que una vez él mismo había acomodado a modo de darle la espalda a los demás cuando se encontraban reunidos en ese mismo cuarto: la sala de estar.

-Es que… tocar siempre el mismo repertorio debe de aburrir- sonó una voz a la izquierda. Su poseedor era obviamente otro vampiro.
El individuo de cabellos negros ligeramente ondulados se sentaba a un escritorio de oscura madera de roble. En su mano portaba una pluma con la que escribía sobre un pergamino extendido. Él era Atsushi, quien nunca había dejado de ser escritor incluso luego de que fuera convertido en vampiro.
Sus oscuros ojos se paseaban aquí y allí por el papel, de vez en cuando iban a parar al tintero o eran acompañados por una sonrisa hacia alguno de los presentes en la sala. 
Podría decirse que disfrutaba bastante de fastidiar a Kamijo, pues aquel era bastante sensible y vanidoso, egoísta, egocéntrico, envidioso. A grandes rasgos, era la clase de personalidad a la que le gustaba incordiar. Por lo que solía pasarse la mayoría del tiempo, cuando el rubio se dejaba ver, haciendo esa clase de comentarios que podrían molestarle solo por el mero placer de contemplar sus reacciones.

Pero con todo esto, Atsushi no podía dejar de quererlo. Es que adoraba a todos por igual, no era capaz de despreciar a ninguno de los demás vampiros con los que pasaba sus noches. Se sentía cómodo, a veces le leía sus escritos a quien estuviera dispuesto a escuchar y en muchas ocasiones, solía atraer a más de uno para intentar beberse su sangre.
Ese quizá fuera uno de los pocos defectos con los que cargaba. Le gustaba la sangre de sus “hermanos y hermanas” por sobre la de los humanos. A lo que cuando se le presentaba la oportunidad, jamás la desperdiciaba.

Ante la provocación, el rubio volteó a verle sobre el hombro tan solo unos instantes. Sabía que a fin de cuentas, el pelinegro terminaría riéndose en su cara, le daría unas cuantas palmadas en la espalda y él, se quedaría con la espina clavada durante el resto de la noche. Así que se volcó por la simple acción de ignorarlo.

En el comienzo de la sala de estar, sentado en un sofá de dos cuerpos muy parecido al de la sala de música el cual se ubicaba cerca de las puertas abiertas que daban al pasillo, permanecía sentado Asagi. El pelinegro cuyo cabellos lacios caían sobre uno de sus ojos rojos, se mantenía muy pensativo mientras recargaba el rostro en su mano derecha. Al codo lo mantenía firme contra el brazo del sofá, logrando así darle un aire cómodo, un poco relajado.
Solamente fue interrumpido cuando otro vampiro, Yuki, pasó a través de las puertas aún trayendo consigo el frío de la noche adherido en sus ropas.
El castaño se posicionó frente a él antes de hacerle una ligera reverencia, a lo que se quedó mirándolo como pidiendo permiso para sentarse con él. El pelinegro asintió a la vez que se removía un poco para abandonar aquella postura que había estado tomando. Se miraron un corto instante mientras el recién llegado tomaba asiento con suma tranquilidad.

-Sabes que en verdad no son necesarias tantas formalidades, Yuki- le explicó quizá por décima vez en la semana a la par que con una de sus manos, la cual había llevado al mentón del castaño, le acariciaba la zona.

-Lo siento, aún no me acostumbro- se excusó nuevamente. Yuki había llegado para unirse hacía unos pocos meses pero jamás había podido perder las formalidades con Asagi. Le era imposible a partir del momento en que contemplaba su iris rojo brillante, ese que lo delataba como poseedor de La sangre del Dragón –Tengo… algo interesante de que informarle- prosiguió con lo que verdaderamente le concernía – cazadores de vampiros. Acaba de llegar un nuevo grupo. Masashi me dijo que escuchó una de sus conversaciones y según su dialecto, puede que vengan desde el Este de Europa. Traen consigo a modo de aliado a un licántropo, o al menos eso creyó haber visto. El hecho coincide con que los cazadores han elegido un nuevo líder recientemente- al final hizo silencio mientras contemplaba la expresión del rostro contrario.

El nombrado en la conversación, era un ser lo suficientemente solitario como para pasar las noches recorriendo tanto el bosque como las periferias del lugar. Sin buscarlo realmente, se había encargado de dar las noticias frescas acerca de todo lo que sucedía: quien llegaba, quien se iba, que era acerca de lo que se rumoreaba.
Los mortales que habían logrado divisarlo, pues no se dejaba ver fácilmente por nadie, le llamaban El caballero Oscuro. Pues más de una vez se había encargado de eliminar a un que otro licántropo o criatura potencialmente peligrosa que se atreviera a pisar el territorio por excelencia de los vampiros. Vigilaba celosamente el horizonte hasta que las primeras señales del Sol comenzaban a imponer presencia y entonces, se retiraba a refugiarse en algún lugar oscuro de aquella gran estructura en la que todos vivían. Nadie sabía realmente en donde se ocultaba durante el día, pero lo hacía discretamente ya que nunca siquiera lo habían visto salir de algún lugar como lo podría ser el sótano o las bodegas.
Simplemente aparecía o de repente se lo veía merodeando por el jardín. La verdad era que aquel, en toda su integridad presentaba un gran misterio.

-Diles a todos que por si acaso estén alerta y busca a Ryo para mantenerlo al tanto- hizo una pausa como pensativo -¿En dónde se habrá metido? Por cierto, hace semanas que no lo veo. Creo que tendré que localizarle por mis propios medios- finalmente agregó.

A decir verdad, Ryo era un individuo bastante extraño. Amante empedernido de las costumbres y tradiciones que los seres humanos poseían, dedicaba cada una de sus noches espiando o entremezclándose en las masas de gente con cuyo arte callejero o música se deleitaba.
Había visitado cuantos países su larga existencia inmortal le había permitido, aprendido cuantos idiomas hubiera podido escuchar y paladeado hasta la más exótica de las sangres.
Desde la India hasta el Caribe. Pasando por los desiertos o atravesando el mar. No importaban las distancias, no necesitaba de nada más que un lugar oscuro en donde refugiarse durante las horas de Sol.
Era uno de los vampiros más ancianos, pero nadie le prestaba la suficiente importancia a ese hecho, ni siquiera él mismo.
Se dedicaba a exprimir al máximo su inmortalidad perdiéndose días, semanas, meses e incluso años. Pero siempre regresaba a la mansión que compartía con su amada “familia”, pues así les había nombrado desde que hubiera tomado la decisión de unirse a ellos, para dejarse caer en el sofá, la cama e incluso la alfombra y volcar en pergamino todo lo que había aprendido, la cantidad de información que su amplia mente había acumulado e incluso adjuntando una que otra ilustración hecha a mano. Lograba producir volúmenes enteros que más que un Diario de viajes, cada uno podría ser considerado un tesoro invaluable.

Poseía la experiencia en viajes de generaciones enteras de humanos. Había aprendido mucho de navegación, cartografía, medicina, historia. Conocía miles de leyendas, había presenciado hechos históricos de una manera que ningún mortal hubiera podido ser capaz de describir en sus libros. Y al final, todo quedaba plasmado en los Diarios de viajes que tanto adoraba.
Eran su tesoro. Cada vez que se veía obligado a abandonar la mansión por un mero impulso, dejaba a Atsushi a cargo de la amplia biblioteca personal que había conformado bajo la amenaza de que le arrancaría la cabeza si una sola página llegara a dañarse. A lo que el otro pelinegro soltaba una carcajada y le tranquilizaba a manera de que no se preocupara.  

Yuki prometió buscarle en los alrededores pero sería difícil localizarle mediante ese método. A fin de cuentas sería Asagi quien le diera el alerta y lo encontrara. Sin embargo, aún no tenía intenciones de hacer un solo movimiento. Simplemente le advertiría.
Cabía la lejana posibilidad de necesitar de la ayuda de Ryo quien era capaz de convocar a todo vampiro que hubiera conocido durante sus viajes, para pedir refuerzos.
Se valían de muchos aliados alrededor del mundo solo gracias a él. Desde los numerosos vampiros del desierto hasta los que moraban en la profundidad de las junglas y se alimentaban de exploradores, a falta de los mismos, grandes bestias para luego internarse bajo la tierra o en las profundidades de alguna oscura caverna. Todos uno más poderoso que el otro y quizá muchos miles de años más antiguos que ellos mismos.

 El castaño finalmente se despedía para poder ir en busca de alguna otra novedad, cuando el sonido de cristales rotos se escuchó proveniente del vestíbulo. A lo que todos dejando de lado lo que estaban haciendo, se aproximaron al lugar.
La decoración de éste no variaba del resto de la estructura. Una puerta grande de doble hoja hecha en roble oscuro, dos ventanales a cada lado de los cuales uno estaba hecho trizas a causa del impacto de una flecha que había ido a parar a una columna al igual adornada con ribetes de madera tallada. Pero al mirar con más detenimiento, Atsushi frunció el entrecejo. Pues la punta metálica comenzaba a consumir la madera, tal cual la hubiera estado derritiendo. 

-Está envenenada… o tiene algo extraño- musitó mientras no dejaba de observar como evolucionaba la sustancia con la que se le hubiera untado.

-Tenemos que salir a ver de quien se trata- respondió a esto el de los ojos rojos pero Yuki lo detuvo con una advertencia de que podría ser peligroso abrir las puertas tan de repente –no lo haremos directamente- entonces le explicó y se colocó justo detrás de la hoja izquierda, haciendo que se apartaran con un ademán de la mano libre –eviten el otro ventanal –les pidió para terminar por abrir y salir al frente de la entrada.

Los demás le siguieron para colocarse en diferentes puntos repartidos por el umbral de la puerta. Allí, los esperaba un reducido grupo de humanos. Lo sabían, podían percibir el aroma que su piel emanaba. El latido de cada uno de sus corazones era audible a una significativa distancia pero parecían tranquilos, nada los perturbó durante esos momentos. Sin embargo, a más de uno le embriagó la simple sensación de tener el alimento servido allí mismo, era tentador. Por lo que resistir se volvería una tarea difícil de llevar a cabo.

-¿Qué se les ofrece?- finalmente habló Asagi, pasando su pupila sobre cada uno de los presentes frente a él. Deparó en las armas que traían, típicas de los cazadores de vampiros. Pero eso no le intimidaba en absoluto.
No era la primera vez que los humanos intentaban cazarles. En especial a él por ser el poseedor de lo que el mundo había creído durante tanto tiempo una leyenda.
En aquellos tiempos, intentar darle caza para tratar de conseguir su sangre se había vuelto el objetivo de humanos, licántropos y los vampiros que no le apoyaban como líder, aquellos que en lugar de protegerle, habían decidido formar parte de una resistente oposición.
Todos por igual anhelaban el poder del dragón. Pero nadie más que él sabía en que consistía esa pesada carga. En como muy poco a poco lo consumía por dentro y finalmente, quizá luego de varios siglos, se vería obligado a heredarla a alguien de su plena confianza. Un guerrero igual de fuerte que pudiera ser capaz de soportar la responsabilidad otorgada. Asagi necesitaba un poderoso descendiente. A lo que tarde o temprano, debía de encontrarlo.

-Supongo… ya tendrás una mínima idea de que- se dignó a responder el que parecía el líder del grupo, pero extrañamente, Asagi no reconoció su rostro. Tal vez se tratara del nuevo elegido por la comunidad, aquel del que Yuki le había hablado.
Éste era un individuo medianamente alto, de ojos oscuros y un cabello tan azabache como el del mismísimo vampiro. Sin embargo las facciones eran ligeramente diferentes: una mandíbula menos amplia, los labios prominentes pero bien formados, la frente ligeramente más ancha.
Su determinación junto con sus aires de nuevo líder eran tangibles en el aire, a lo que supuso, sus afirmaciones eran correctas –pero por el momento vengo a presentarme. Mi nombre es Otogi. Recuérdalo bien porque a partir de éste instante, me convertiré en tu mismísima sombra- el pequeño discurso al parecer fue interrumpido por la llegada de Masashi a sus espaldas, que les clavó la mirada dispuesto a atacar en cuanto las órdenes llegaran o alguien tuviera la ocurrencia de hacer un movimiento sospechoso. A lo que dos de aquel grupo, voltearon a vigilarle posando las manos en la empuñadura de lo que parecían sables enfundados, aún sin la necesidad de colocarlos al descubierto – Te estaré vigilando. He reunido mucha información acerca ti.

-¿Sí? Creí haber escuchado eso antes. Pero no recuerdo de quien…- el vampiro se detuvo unos momentos simulando que pensaba –ah sí, lo escuché del anterior líder; antes de que lo devoraran los licántropos. Que por cierto tengo entendido, uno de ellos es un aliado tuyo- ante su propia respuesta, esbozó una casi imperceptible sonrisa.

-No creo que sea asunto tuyo el hecho de que tengamos o no un licántropo- comenzó a responder el pelinegro –lo que te concierne es la manera en la que lo utilicemos contra ti- finalmente terminó su frase correspondiendo a el leve gesto del vampiro. Aunque la verdad era que la “bestia” ocupaba otra utilidad muy lejos de la de atacar en combate cuerpo a cuerpo.

-Vas a usar un licántropo contra mí. ¿Estás seguro de eso? No solo yo, sino cualquiera de nosotros podría desecharlo en un santiamén. Ten cuidado con las elecciones que vayas a tomar en cuanto a ésta larga batalla, podrían costarte tu frágil vida de mortal- más que alardear, aquella era una advertencia coherente. Pues notaba al nuevo líder lleno de energía pero incapaz de idear un plan que funcionara a largo plazo. Al final sacó la conclusión de que aquel sería otro humano más que pasaría por el liderazgo para dejarle el puesto a alguien nuevo. A sus ojos una secuencia sin fin.

-Lo tengo muy en cuenta- replicó con algo de brusca molestia e hizo un ademán de retirada a los demás –Nos veremos pronto. Pero por el momento voy a dejarte un presente para que me recuerdes –dicho ésto, un sujeto rubio que conformaba aquel grupo no les dio tiempo de siquiera apartarse al lanzar una nueva flecha con la ayuda de un arco mediano. Y la misma fue a parar contra el pecho de Kamijo al que instantáneamente derribó.

-¡No!- gritó Atsushi mientras corría a auxiliar al rubio. Mientras que Asagi ejecutó la clara señal para que Masashi atacara, a la vez que se le unía en busca del líder.
Yuki se apresuró a observar en qué estado se encontraba Kamijo a la vez que velaba por los dos restantes. La situación repentinamente se había vuelto mala debido un exceso de confianza y estaban pagando las consecuencias.

El grupo de cazadores constaba con los mil y un artilugios. Asagi supo que no se trataba de unos humanos corrientes, sino de unos que estaban preparados para lo peor cuando uno de ellos lanzó al aire una pequeña bolsa haciendo que un fino polvo se esparciera en el ambiente. Sus ojos se abrieron bastante al notar de qué se trataba en realidad.

-¡Apártate, Masashi- le gritó alarmado al más alto que al instante obedeció, sin embargo el polvo alcanzó sus ojos a lo que comenzó a frotarse enérgicamente con su manga –Malditos sean…- les espetó en un murmullo luego de esquivar una red que los contrarios habían lanzado hecha de finos hilos de Ruska entretejidos.
El polvo se trataba de Musta. Una flor cuyo nombre proveniente del finlandés significaba “Negro”, dadas sus características propiedades físicas como lo eran su color, su aroma. Al ser ingerida o entrar en contacto con los ojos, cierta sustancia que solo la flor contenía era capaz de causar ceguera temporaria. El hecho de desecar Musta y volverla polvo, consistía en un arma no letal pero que siendo bien usada, daba sus ventajas.

Finalmente los tuvo que dejar escapar mientras ayudaba a Masashi el cual se dejó guiar mientras intentaba no enloquecer debido a la comezón.
Lo llevó al interior de la mansión en donde los demás ya habían colocado a Kamijo sobre el sofá de la sala y le ayudó a sentarse en una silla que Atsushi acercó.

-¿Está muy mal?- enseguida preguntó el de los ojos rojos, acercándose al rubio para poder comprobar en qué estado se encontraba. Pero al instante, se echó hacia atrás por la mera impresión del momento. 
Habían logrado sacar la flecha con éxito, pero alrededor de la herida una horrible coloración oscura se había formado. La sangre que manaba a través de ella era negra, espesa, burbujeante.
De a momentos Kamijo se retorcía de dolor, sus ojos parecían querer salirse de las órbitas cada vez que los abría. Entonces, Asagi se colocó de rodillas a su lado, frunciendo un poco el entrecejo luego de haberse percatado de algo esencial -¿Por qué no se está regenerando?- preguntó -¿Qué es lo que le sucede?- alarmado, miró a los demás en busca de alguna respuesta.

-No lo sabemos. Al parecer han untado la flecha con algo, quizá un veneno- respondió Atsushi intentando mantener la calma mientras revisaba los ojos de Masashi –necesitamos a Ryo. Él sabría que hacer- finalmente chasqueó la lengua al comprobar que el robusto pelinegro estaba ciego.

-Puedo contactarlo nuevamente pero…- se apresuró a responder Asagi mientras posaba una mano en el abdomen del rubio para mantenerlo contra el sofá –por ahora no sabemos de qué se trata, podría colocarse peor si no hacemos nada. Podría…- pero fue interrumpido por Yuki el cual también ayudó a sostener al herido.

-No morirá. Él es joven y fuerte. Por favor, ni siquiera vuelva a pensar en eso- dicho esto, bajó la cabeza como si acabara de decir algo sumamente incorrecto.

-No lo pienso porque así lo desee- respondió el pelinegro. En su tono de voz podía notarse el esfuerzo que hacía por sostener a Kamijo que era presa de fuertes espasmos o de a momentos continuaba retorciéndose dolorosamente –Maldición… esos tipos… 

-¿Escaparon, cierto?- preguntó el castaño con cierto tono de preocupación luego de un fuerte grito por parte del rubio. Luego suspiró profundamente para hacer acopio de todas sus fuerzas.

-Sí, lo hicieron. Están bien preparados. Me lanzaron una red hecha de Ruska. A Masashi lo han dejado ciego con Musta. Tienen buena información acerca de elementos que pueden perjudicarnos, saben muy bien cómo utilizarlos… tendremos que ir con cuidado- aplicó fuerza hacia abajo en un determinado momento cuando la espalda del rubio se arqueó hasta que sus huesos sonaron –más tarde debo estudiar los restos que hayan quedado en la flecha.

-Yo pienso que… con un poco de Bardana lograremos desintoxicarlo- pronunció de repente una voz y todos suspiraron de alivio.
Ryo se mantenía recargado en el marco de la puerta que daba a la sala. En su mano derecha portaba unas cuantas flores de tallo largo color púrpura cuyos pétalos se extendían a modo de espinas, pero lejos estaban de serlo. Pues lo único que las contenía era los frutos, los cuales solo servían para su dispersión.  

-¡Ryo! ¿Cuándo demonios has llegado? No te quedes ahí sin hacer nada- le regañó Atsushi –está mal, no tenemos idea de qué demonios le han metido en el cuerpo.

-Con calma, con calma- respondió frunciendo ligeramente el entrecejo, antes de acercarse y mirar la herida que el rubio tenía en el pecho. Ésta no había dejado de sangrar en ningún momento -¿Era una flecha, cierto? Creí sentir algo… por parte de éste pequeño- a la mano libre, la posó sobre la frente de Kamijo –Conozco ese tipo de herida como la que tiene. Le han envenenado con La flor del Ángel…  pero es algo extraño. Solo crece en el Este de Europa, en invierno- dicho esto, se dirigió al líder –Asagi, ¿Me prestas tu…tu… - hizo un ademán de mezclar con las manos al no encontrar la palabra que tenía en la punta de la lengua –tu… ah, maldición. Necesito machacar las flores.

-Mi mortero. Enseguida lo traigo- dicho esto, el pelinegro salió hacia el pasillo a toda velocidad.

-No entiendo cómo diablos puedes mantener la calma en un momento así- masculló Atsushi mientras daba unas palmadas a Masashi en la espalda –Lo han dejado ciego con Musta. También vas a tener que atenderlo.

-Ya veo. Pero, ¿Qué es lo que ha sucedido?- preguntó el mayor de todos mientras ahora se dedicaba a arrancar las flores púrpura de los frutos –no es muy común que de un momento a otro, envenenen a un miembro de la familia con una flor rara, dejen ciego a otro más e intentaran atrapar a alguien. Afuera hay una red que no nos pertenece, luego me desharé de ella.

Asagi volvió con lo que Ryo le había pedido y enseguida colocó las flores dentro, tomando el cuenco con una mano y el mortero con la otra para machacar las flores hasta que se hubieran vuelto una pasta. Así, colocó la misma en todas las paredes que conformaban la herida. Para ésto incluso Atsushi tuvo que ayudar a sostener al herido que bajo el ardor de la nueva medicina se retorcía aún peor. Luego de que Ryo hubiera acabado, le entregó el mortero al líder –Ahora hay que esperar- les dijo antes de volverse a Masashi para revisarle los ojos –Bueno, esto no durará más de hora y media. Es un poco molesto, lo admito. Pronto recuperarás la visión…- pero de repente, hizo silencio –Asagi- le llamó luego –tenemos un visitante en el jardín- después de una leve sonrisa, se volvió nuevamente hacia el rostro del ciego. 

Afuera, bajo el frío viento que se había levantado, los cabellos rubios de un observador se mecían a la vez que sus cristalinos ojos se mantenían fijos en toda la estructura pero su mente dudaba.
¿Debía de hacerlo?. 

Notas finales:

Bueeeh bueeehh uwu espero que es haya gustado el primer capi.

Les voy a dejar referencias~

 

Ésta es la canción que tocaba en el piano el rubio uwu : http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/eb/Beethoven_Moonlight_1st_movement.ogg

 

Ésta es la flor que usa el Ryo~ :  http://www.thesecretlarevista.com/arxius/secret_pagines_pagines_imatge_701-bardana.jpg

Y creo que no me olvido de nada o-o
La historia de la canción Claro de Luna es cierta, aunque como la leí hace tiempo atrás no recuerdo si era tan así, improvisé un poco xD

Ehm... les dejo una canción con fanservice u//u eso hace feliz de Maira~ 

http://www.youtube.com/watch?v=XBembfkabmI

 

Espero que les haya gustado el primer capi ouo

Yo por ahora huyo ewe 

Hasta el próximo~

 


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