-Hermanito, voy a salir con una amiga. Quizás volveré mañana porque Bom me ha invitado a dormir en su casa. No me esperes para cenar.
La chica de hermosos ojos miel salió de la casa corriendo. Suga suspiró, dejándose caer en el sofá más amplio de todo el salón. Últimamente salía mucho con su ‘amiga’. Demasiado. No es que le molestara mucho, sólo que como buen hermano mayor que era se preocupaba pero en verdad era un alivio que su hermana por fin se hubiera ido.
Siempre la misma rutina. Entre semana iba al instituto con sus amigos y con su hermana pequeña, Chae Rin. En las tardes estudiaba y cuidaba a su hermana. Y en los fines de semana… bueno, ahí venía lo interesante.
Cada vez que Chae Rin se iba con su mejor amiga, Bom, llegaba el momento. Su momento.
Suga podía aparentar muchas cosas. Era educado, inteligente, amable, ordenado, tranquilo… Pero había una cosa que alteraba todo eso y que le hacía actuar y hacer cosas que él nunca hubiera pensado. Aunque más que algo, era alguien.
Sólo sus mejores amigos lo sabían pero cuando llegaba el sábado por la noche y a veces los domingos, iba a una discoteca gay. Si, gay. Hay se sentía comprendido. Se sentía como en casa. Aunque últimamente había aparecido otra razón por la que frecuentaba tanto ese bar. Rap Monster. O por lo menos así lo llamaban.
¿Quién era Rap Monster? Ni idea.
¿A que se dedicaba? Tampoco lo sabía.
¿Sabía algo más de él aparte de su nombre y de que era aparentemente perfecto? No, ni ganas de saberlo
Con sólo saber que él aceleraba todos y cada uno de sus sentidos y que le hacía tener como una sensación de mariposas revoloteando por su estomago a estaba más que satisfecho.
Cada sábado aparecía ahí. En el mismo sitio. En el mismo instante. Como si estuviera ahí esperándolo. No intercambiaban muchas palabras. No las necesitaban. Bebían, bailaban y incluso habían llegado a tener sexo. Nada más. Para Suga, esa situación era asfixiante y placentera a la vez.
Suga sabía que su amor no era correspondido ya que Rap Monster nunca le había pedido por nada más. Pero él se contentaba. Era eso o nada.
Se vistió con la ropa más ajustada y sensual que tenía. Quería provocar. Se puso una chaqueta de cuero encima de su camiseta de tirantes blanca por si le daba frío. Llevaba unos pantalones negros, rasgados por los muslos y por las rodillas, lo que hacía que se pudieran ver pequeñas porciones de su nívea piel. Agarró un pañuelo de estampado negro y blanco y se lo anudó como una cinta en su cabello. Cogio su móvil y las llaves de encima de la mesita de noche y se fue de su casa.
No tuvo que caminar mucho ya que el bar se encontraba relativamente cerca de donde vivía. A unos cuantos pasos ya se podía escuchar la música retumbar. Sonrió inconscientemente y se adentró al establecimiento.
-Hola Jimin –dijo con una sonrisa y una media reverencia a un chico que estaba en la puerta y que vigilaba que nadie se colara.
-Hola Suga –dijo con una sonrisa amplia, con muchos sentimientos ocultos hacía el otro. Suga no le dio mucha importancia y una vez dentro, buscó con la mirada a su hombre. Lo vio. Fue caminando apresuradamente hacia una esquina apartada, esquivando a las miles de parejas que había en la pista de baile y que se movían obscenamente.
-Pensaba que no llegarías –dijo el chico moreno que estaba recostado en un sofá de color rojo. Se quitó las lentes de sol que llevaba puestas, dejando ver esos ojos marrones que enamoraban cada vez más al castaño. Rap Monster le acercó un vaso de licor que había pedido antes para los dos, pero el segundo vaso había desaparecido ante las ansias del peli negro por ver a Suga.
-Yo también pensaba que no llegaría –dijo Suga, cogiendo el vaso que le ofrecían. Bebió el contenido de la copa de un solo trago. Mala idea. Su garganta comenzó a escocer y tosió, haciendo reír al más alto.
-¿Bailamos? –dijo Rap Monster, esbozando una sonrisa.
-Claro –dijo devolviéndole el gesto.
Rap Monster sintió como su corazón latía más rápido y se encogía de alegría. Siempre pasaba eso cuando Suga sonreía, reía, hablaba o a veces, simplemente, cuando pensaba en él.
Lo había descubierto hace poco pero, para él, era más que evidente que estaba completamente del chico que tenía delante de él.
Hace un mes le habría pegado un puñetazo a su amigo, que le arrastró a ese bar porque se sentía sólo y necesitaba compañía de alguien, pero ahora incluso se arrodillaría y le daría mil gracias porque gracias a él había conocido a Suga.
Rap Monster no le había confesado al otro todo los sentimientos que tenía hacia él pero esa noche definitivamente tendría que hacerlo.
Los dos chicos se metieron como pudieron en la pista de baile, que estaba abarrotada de gente. Alrededor de ellos, todas las personas se restregaban entre ellas y hacían ruidos ‘extraños’. Ellos dos empezaron a bailar algo distanciados pero a medida que pasaba el tiempo y se iba haciendo más de noche, el número de gente en el antro iba aumentando, lo que hacía que Rap Monster y Suga fueran quedando más y más juntos. La pareja de al lado empujó repentinamente a Suga, haciendo que cayera encima de Rap Monster. Sus labios se juntaron bruscamente. Ninguno de los dos quería separarse. Empezaron con un beso dulce y lento, haciendo su pequeño reencuentro, después de una semana sin verse ni tocarse. Se saboreaban, y querían guardar esa esencia incomparable que tenía el otro y que quizá no podrían volver a probar hasta después de otra semana.
Suga movió sus manos hacía el cuello del mayor para acercarlo más a él. Rap Monster hizo lo mismo pero colocando sus brazos en las caderas del castaño. Al principio sólo disfrutaban de su ansiado ‘reencuentro’ pero cada vez sus labios se buscaban con más ansia y necesidad. Rap Monster relamió la superficie de los labios de Suga, pidiéndole permiso para que su lengua pudiera pasar. Suga abrió su boca en respuesta y sus lenguas empezaron a hacer una especie de danza. Como una batalla pero donde no había un ganador. Se tuvieron que separar para recuperar el aire, que en esos momentos los dos empezaban a odiar.
-Vamos a otro sitio –jadeo Rap Monster mientras agarraba a Suga para llevarlo fuera de toda la masa de gente que había ahí concentrada. Fueron hacía la esquina donde siempre se encontraban. Dónde se encontraron por primera vez. Lo volvió a besar intensamente. Suga se sorprendió por la ansiedad del otro pero no dudó ni un segundo en corresponderle casi con la misma pasión. Rap Monster lo separó un instante y observó al chico que tenía delante. Su pelo casi rizado de un color marrón que le incitaba a acariciarlo. Sus ojos oscuros y rasgados que lo hipnotizaban con solo una mirada. Sus labios levemente rojos que le hacían querer devorarlos una y otra vez. Tenía que ser ahora.
-Suga, te amo –dijo decididamente el mayor, mirando fijamente a Suga. El más bajo se quedo en estado de shock. ¿Acaso eso era un sueño? Porque si era asi, no quería despertar nunca. Bueno, por lo menos de podía dar el lujo de disfrutar de ese hermoso sueño mientras durara.
-Yo tambien te amo –dijo con la misma emoción saliendo por sus ojos y sonriendo tiernamente al peli negro. Rap Monster tardó en reaccionar. Le amaba. Se quedo unos segundos inmóvil, pensando tambien si aquello era un sueño. Se convenció de que estaba en la realidad cuando sintió los delgados brazos de Suga rodeándole. –Te amo mucho.
Suga hundió su cabeza en el pecho del otro. Su aroma varonil le hizo tambien darse cuenta de que no era ningún sueño. Levantó la cabeza, extrañado al ver que Rap Monster no reaccionaba, pero no alcanzó a ver mucho porque unos labios que ya conocía lo volvieron a besar, haciendo que cerrara automáticamente los ojos.
Estuvieron unos segundos besándose. Por fin podían dar rienda suelta a sus sentimientos sin tener que ocultarlos del otro.
La música retumbaba por las paredes de la discoteca. Se volvieron a separar para recuperar aire. Juntaron sus frentes, como si se hubieran ido a otro mundo en el que solo existían ellos.
-¿Quieres que nos vayamos? –susurró Rap Monster en la oreja de Suga, haciéndolo estremecer.
-Si.
Rap Monster notaba las miradas hambrientas que le dedicaban otros hombres a su Suga a medida que iban pasando por el bar hasta llegar a la salida. Eso hacía hervir su sangre por lo que jaló a su recién proclamado novio del brazo, acercándolo posesivamente hacia el.
-¿Qué pasa? –dijo, extrañado, Suga.
-Yo soy tuyo y tu eres mío, ¿no? –dijo mirando fijamente al pequeño.
-¿Por qué lo dices? Claro que soy tuyo, babbo. Te amo –dijo sonriéndole divertido. -¿Celos?
-Uhm…quizá –dijo desviando la mirada avergonzado. Suga rió ante la actitud de niño pequeño de Rap Monster.
Llegaron a la casa del castaño pero justo antes de entrar, Rap Monster se detuvo y cogió las manos del bajito, haciendo que lo mirara.
-Que sepas que hoy te quiero hacer el amor, no simple sexo –dijo mientras le dejaba un casto beso a Suga.
-Es-espera –dijo intentando separar a Rap Monster, quien lo miraba extrañado. –Primero tengo que abrir la puerta.
Le soltó las manos, mientras el otro empezó a buscar las llaves en su mochila, claramente agitado y sonrojado como un tomate. Pensó que nunca se acostumbraría a que Rap Monster le besara tan de repente ni que le dijera palabras tan bonitas.
Hacer el amor. Suena hermoso viniendo de los labios de la persona a la que amas.