Estaba atardeciendo, y en el instituto era todo silencio. Solo los pájaros emitían sus bellos cantos sobre las ramas de los árboles, cuyas hojas estaban teñidas de unas bellas tonalidades anaranjadas, amarillas y rojas.
Nathaniel observó a una madre dando de comer un gusano a sus pichones, mientras acomodaba unos papeles sobre la mesa de la sala de delegados. Suspiró, cansado y algo nervioso por salir de la sala.
¿Me estará esperando?, pensó. Volvió a ver por la ventana. Era una bella tarde de otoño, y el viento era ligero. Todo tranquilo…Pacífico…Pero…
-¡Nath!-Se escuchó que golpeaban la puerta. Una silueta femenina estaba detrás del vidrio de la puerta. …l volvió a suspirar, y abrió la puerta.-¿Por qué te quedas hasta tarde? No lo entiendo…-Dijo una muchacha de flameante cabello pelirrojo largo, que entraba dando saltitos. Se sentó, más bien, se desplomó en el sofá de la sala, y sonrió.
-Ya casi termino…-Respondió, al tiempo que cerraba la puerta y volvía a los papeles sobre la mesa.-Oye…-Murmuró.-¿Viste a Castiel allí fuera?-Preguntó.
-Aaahh…-La muchacha comprendió.-Con que no quieres que te vea él…-Sonrió con una mirada cómplice. Tomó su móvil del bolso que dejó a un lado suyo, y empezó a oprimir las teclas con gran velocidad en los dedos, como si fuera toda una experta en el caso.
-No sé…-Murmuró Nathaniel.-Sharon, ¿Qué debo hacer?-Preguntó el rubio, guardando los papeles en un cajón de una mesa junto a la ventana. Volvió a sentarse y observó a su amiga.
-La verdad, no tengo idea. Nunca eh tenido novio, y es muy raro. Mira esta belleza.-Extendió los brazos y posó frente a Nath, quien rió y volvió a suspirar, pensando cómo su amiga siempre le sacaba una risilla.
-Bueno, solo tengo que buscar unas cosas de mi taquilla y luego nos vamos. ¿Me esperas?-Se levantó de la silla, y abrió la puerta. Ambos salieron, y él cerró con llave la sala. Corrió escaleras arriba, mientras Sharon se alejaba hacia la puerta de salida para esperarlo como de costumbre.
Su taquilla estaba al final del pasillo. Debía de buscar sus cosas rápidamente, y volver con Sharon. Y no habían señales de Castiel. …se pelirrojo…Me pone los pelos de punta…, pensó.
Llegó a su taquilla, tomó unos libros y las llaves de su casa, ya que sus padres no llegaban de la inmobiliaria a ésas horas, y cerró la puertita. Al cerrarla, vió unos bellísimos ojos grises que lo hicieron estremecer. Sus cosas cayeron al suelo.
-Me hiciste esperar mucho…Tendrás un castigo…-Sonrió maliciosamente, mientras acorralaba a Nathaniel contra las taquillas. Tomó sus manos, y las puso a cada lado de él. Le quitó el aire con un beso apasionado, que Nath quería evitar. Un sonroje encendió la cara de Nathaniel, mientras Castiel se separaba de él para dejarlo respirar un momento. Lo volvió a besar, y luego le mordió el labio.
-C-Castiel…-Gimió el rubio. Se Escucharon pasos provenientes de la escalera. Castiel lo besó por una última vez, antes de irse hacia la salida, sonriente. Nath observó quién bajaba por las escaleras. Era Lysandro, un albino de ojos bicolores, callado y misterioso…
-¿Qué haces todavía por aquí, Nathaniel?-Preguntó, acercándose. Nathaniel se paró recto, tomó aire y luego exhaló.
-Tenía…Papeleo por hacer…-Respondió.-Ya me iba.-Recogió sus cosas. Las llaves estaban a un lado de Lysandro. El albino las tomó, se agachó y se las dio en la mano a Nath.
-Toma.-Sonrió.
-G-Gracias…-Las agarró, y terminó de juntar los libros. Suspiró.
-Oye…¿Has estado llorando?-Lysandro observó sus ojos color ámbar. Estaban un poco enrojecidos. Nath se apresuró a levantarse.
-P-Para nada.-Dijo nervioso.-N-Nos vemos…-Se iba a ir, cuando Lyss lo tomó de la muñeca. Al voltearse, lo vio a los ojos. Unos ojos brillantes, color verde y dorado. Otra vez, se sonrojó.
-Puedes confiar en mi, ¿Sí?-Dijo el albino. Suspiró, y le contó todo. Nunca se había desenvuelto tanto con alguien que apenas conocía. Aunque se lo había cruzado una que otra vez cerca de la sala de castigos, esperando a Castiel, no había entablado una conversación así. Nunca se sintió tan cerca de alguien…
-Ya veo…-Dijo Lysandro.-¿No has probado a quejarte con alguien?-Preguntó. Estaban bajando las escaleras, mientras él le hablaba como si lo conociera desde hace mucho tiempo.
-Tengo miedo de cómo pueda reaccionar…-Llegaron al suelo. Allí estaba Castiel, parado en el marco de la puerta de salida, iluminado por la luz dorada del atardecer. Frunció el entrecejo, y salió. Lysandro y Nathaniel lo observaban.
-Mira, si necesitas a alguien con quién hablar, aquí me tienes, ¿Si?-Sonrió, mientras ponía una mano en el hombro de Nath, y el rubio le sonrió. Salió y se encontró con Sharon, quien le saltó encima. Allá, en la vereda, estaba Zoe, la amiga de Lysandro. Vestía un hermoso vestido negro y azul, lolita. Era algo bajita, de cabello rubio y ojos expresivos, color avellana. Sonrió.
-Hola Lysandro. ¿Nos vamos?-Preguntó. Lysandro se volteó a ver a Nathaniel.
-Nos veremos luego, Nathaniel. No dejes que te utilice, ¿De acuerdo?-Esto ultimo lo dijo en el oído de Nath. Le sonrió, y se alejó con Zoe.
-No dejarme utilizar…-Murmuró para sí mismo el rubio. Sharon se le acercó, y le palmeó la espalda, contagiándole una radiante sonrisa.
-Vamos, rubito.-Rió. Castiel los observaba con una mirada furiosa a Nathaniel y Sharon, mientras salían del instituto. No entendía por qué no entendía lo que él sentía por Nathaniel. Se estaba levantando, cuando alguien cayó sobre él.
-¡Waa!-Terminó en el suelo, con su amiga sobre él.
-¡Castielsito corazón! ¡Te me escapaste!-Gritó.-¿Te mandaste una de las tuyas? ¡Te dije que me avisaras cuando fueras a verlo!-Su amiga Ophelia refunfuñaba con voz de niñita caprichosa. El pelirrojo suspiró.
-Cállate, cotorra. No sé por qué me sigo juntando contigo.-Murmuró, sentándose en el suelo frío.
-Pues porque soy irresistible.-Bromeó.-Ya enserio, ¿Hubo algún progreso?-Sonrió la pelinegra.
-No…Y empiezo a pensar que no lo habrá pronto…-Suspiró.
-¡Nada de negatividad! ¡Si lo quieres de verdad, debes luchar por él! Y no es necesario que recurras a acosarlo…Por más doloroso que me resulte decirlo, la próxima vez que lo veas, no saltes a los besos, habla con él, ¿De acuerdo?-Dijo. El pelirrojo suspiró nuevamente, se levantó y se dirigió a la salida.-¡Oye!-Dijo Lia, levantándose del suelo de un salto.-Espérame.-Pidió.
-Apúrate…-Dijo Castiel.
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