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Como en la vida real. por InuKidGakupo

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Notas del capitulo:

Este es más corto, pero vienen cosas fundamentales, jejejeje. Lo terminé de puro milagro! Ojala les guste! 

-Que tú quieres, ¿Qué?- los ojos de Vegeta se abrieron incrédulos, en un punto en donde casi se salen de sus cuencas.

-Que quiero que vivamos juntos…- repitió, mostrando unja sonrisa entusiasmada y sincera. Esperaba que respondiera rápido, que gritara, o que se intimidara, pero Vegeta comenzó a reír a carcajadas, como muy pocas veces… bueno, en realidad era la primera vez que lo veía reír así.

-¡Eso fue bueno!- rió un poco más, negando con la cabeza y cruzándose de brazos para volver a su rostro indiferente.

-No sé qué te pareció tan gracioso…- Goku siseó, endureciendo el entrecejo ante aquel acto. –No estoy bromeando, quiero ayudarte, déjame hacerlo, por mí no hay ningún problema en que vivas conmigo… de verdad- Vegeta deshizo la media sonrisa de su rostro, angostando la mirada preocupado al darse cuenta de que Goku hablaba completamente en serio.

-No… no puede ser…- respondió, negando y dándose la vuelta en dirección a su habitación. –Mejor vete… tengo bastante que hacer…- pidió sin detener su marcha.

-¡Hey! Espera…- Goku se puso de pie, andando velozmente tras de él. -¿Por qué no?- inquirió, frenando la caminata de Vegeta al colocar una mano en su hombro.

-Por que no. Es mala idea por donde lo veas, es ridículo, es algo loco y descabellado, es… es…-

-Genial…- Goku completó su frase, dando un breve apretón con sus manos en los hombros del chico, mostrando en sus ojos negros y profundos ese brillo especial y único que daba a su expresión un resplandor nato.

Vegeta abrió la boca para responder de inmediato, pero la palabra se quedó volando en su mente, usándola en el contexto seguido. ¿Era genial? ¡Por que vaya que sonaba a ser genial! Sí, loco y estúpido, pero genial. Era mala idea y perfecto en las mismas magnitudes y al mismo tiempo. Bueno, lo era para él. Se quedó fijo en Goku, tratando de leer algo en esos pozos de mar negro, tratando de averiguar si sus palabras eran ciertas, si hablaba en serio, si no notaba la gravedad real del asunto… sin en serio lo consideraba genial.

-N-No… no es genial, es complicado y conflictivo… es imposible…- declaró, quitándose las manos del otro de encima, retrocediendo un par de pasos hasta quedar lo suficientemente lejos.

-Bien, quizá sea un poco complicado, como todo, claro. Pero… ¿Imposible? ¿Por qué sería imposible?- cuestionó, alzando una ceja retador.

-¡Por qué lo es! Por qué no hay modo ni manera, es imposible…- respondió sin pensarlo, esperando a que el otro entrara en razón y desechara algo tan descabellado.

-Te diré una cosa, Vegeta, en esta vida nada, nada, es imposible. Las cosas se pueden hacer si es que de verdad deseas, los imposibles los creas tú, porque tú quieres que así sea…- expresó, y el menor no supo cómo responder a eso, quedándose con la mirada fría y detenida sobre el otro. –Piénsalo Vegeta, no tiene por qué ser así… quiero ayudarte…- agregó, esperando unos segundos su respuesta, pero al notarlo tieso decidió darse la vuelta, tomando su chaqueta del sofá y avanzando a la salida. –Me voy… y espero decidas rápido… las cosas podrían… complicarse…- dijo eso ultimo lanzándole una breve mirada, una que al parecer decía más de lo que parecía, cosas que Vegeta no supo descifrar.

Goku salió del departamento, anunciando su ida con el breve rechinido de la puerta de madera. Vegeta siguió en su sitio por unos momentos más, atento aun al punto por donde vio marcharse al otro hombre. No entendía, ¿De verdad estaba hablando en serio? Sonaba a algo imposible. Algo que sólo en sueños se puede vivir, algo irreal… una ilusión… como un amor platónico. Imposible.

Y entre más repetía esa palabra, más imposible se veía la situación. Nada es imposible. Su mente repitió la voz de Goku diciéndolo, ¿A qué se refería exactamente con eso? Estaba confundido, enredado y angustiado. Necesitaba ayuda, necesitaba largarse de ahí, pero… ¿Estaba dispuesto a recibirla de Goku? Imaginar la situación le acarreaba conflictos en su mente, eso sería todo un rollo. Sería incomodo en su situación, además, no quería representar una carga para el otro chico.

Goku… ¿De verdad estaba dispuesto a soportarle? ¿A cambio de qué? ¿Acaso era tan grande su bondad y amistad como para hacerlo desinteresadamente? Su cerebro respondía a base de gritos con un rotundo NO. ¿Pero que querría un joven, famoso, guapo y rico actor de alguien como él? Absolutamente nada, porque no tenía nada. No podía hacerle nada. ¿Entonces por qué ofrecía su ayuda? Era incongruente, total y absolutamente incomprensible, no había razón, no había forma, no había…

Una idea cruzó por su mente, haciéndolo agachar la cabeza, avergonzado, a pesar de que se encontraba solo. “A menos… a menos que de verdad lo encuentre genial…”se permitió considerar, imaginando por un segundo que Goku quería sinceramente llevárselo consigo. El pensamiento era alucinado, y la simple idea lograba hacer latir su corazón con fuerza. “Sólo ilusiones…” se dijo, pero el color carmesí siguió en sus mejillas, avanzando lentamente camino a su habitación, tenía bastante en que pensar. Debía tomar una decisión.

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-Podemos ir a mi casa… ¡Es bastante grande, apuesto a que cabrán todos!- gritó la chica de cabellos celestes, levantando las manos al aire entusiasmada.

-¿De verdad Bulma? ¿Crees que todos podamos quedarnos ahí? Somos bastantes, terminaríamos por ser una molestia…- respondió el niño verde, paseando su vista por el resto de individuos iguales a él.

-¡Por supuesto que no! Además, solo será hasta que podamos usar las Esferas del Dragón nuevamente, después de revivir a nuestros amigos, podrán buscar un nuevo planeta…- dijo ella, levantando un dedo para enfatizar su punto.

-¡Suena genial! ¡Entonces iremos contigo!- el chico verde sonrió, mientras los de su raza hacían lo mismo.

-¿Qué me dices tú, pequeñín? Apuesto a que no tienes donde quedarte ¿Cierto? – dijo dirigiéndose a Vegeta, quien yacía recargado en un árbol distante a los demás. Su expresión se retorció al grado de la repulsión y sorpresa ante el apodo, clavando su mirada en esa mujer. –Te puedes quedar en mi casa también…- agregó, guiñando un ojo tentadoramente.

-¡Bien! ¡Corte! ¡Quedó perfecto!- gritó Mio, haciendo una seña con la mano para indicar un descanso. Todos comenzaron a salir del escenario, murmurando cualquier cosa y perdiéndose velozmente entre los pasillos.

-Hey, “Pequeñín” espera…- escuchó Vegeta tras de él, frenando sus pasos en dirección a la cafetería.

-¿Pequeñín?- repitió riendo, mirando a su amigo hasta que estuvo a su lado. –Qué mujer tan rara, aun no puedo creer que ´el príncipe´ saiyajin se vaya a enamorar de ella…- comentó, avanzando de nuevo a la par del más alto.

-Ja, ja, ja, lo sé, pero no está mal… ¿o qué? ¿De quién preferirías que ´Vegeta´ se enamorara?- inquirió, mostrando uno de sus falsos colmillos en su sonrisa maléfica.

-No… en nadie en especial… es sólo que ´Vegeta´ es bastante especial…- rió nerviosamente, mirando al suelo frente a él, como si calculara cada una de sus pisadas.

-Sí… en eso se parece a ti… - dijo Harima, mirando como su acompañante le miraba interrogativo. –Eres bastante… ´especial´ en algunos aspectos… eso por no decir… ´rarito´- Vegeta frunció el ceño, frenando su andar y cruzando sus brazos sobre su armadura destruida.

-Yo no soy ningún rarito…- se defendió, deseando internamente poder afirmar ese punto verdaderamente.

-¿No? ¿Tú y Chi-Chi ya son novios oficiales?- la cuestión logró poner coloradas las mejillas de Vegeta, al igual que su inseguridad y pena volvían.

-Pues… pues no…- dijo dubitativo, desviando sus ojos a un lado.

-Bueno… ¿Dime por qué?- Harima giró hasta tenerlo de frente, asegurándose que no hubiese nadie escuchando alrededor.

-Lo que pasa es que yo… bueno… no estoy seguro… yo- tartamudeó sin una verdadera excusa para explicar aquello, al menos no una donde no se incluyera la palabra ´rarito´.

-¿No será que alguien por ahí de cabellos en punta te hace dudar?- el color en el rostro de Vegeta, el cual ascendió en instantes, contestaba a la cuestión, pero obviamente necesitaba escucharlo directamente, debía saber que pensaba.

-Por… por supuesto que no…- dijo al fin, pero ambos conocían la verdadera respuesta, hundiéndose en un silencio revelador, no había necesidad de decirlo abiertamente para saberlo.

-De acuerdo, aunque te recomiendo no meterte en líos… reconsidera a Chi…- propuso y Vegeta asintió lentamente y sin ser capaz de sostenerle la mirada.

-tampoco quiero meterme en líos…- murmuró mientras retomaban la marcha por el largo pasillo de columnas. –Por eso quiero preguntarte algo…- habló un poco más fuerte, y Harima se frenó en seco, cruzando sus brazos cubiertos por mallas verdes sobre su pecho de Gi morado.

-Dime… espero no hayas hecho nada realmente estúpido…- Harima se preocupó, pues sonaba bastante serio y las cosas ya estaban lo suficientemente mal.

-No… no es nada que yo haya hecho en realidad, es más bien una especie de favor…- el más alto soltó un leve suspiro, asintiendo para que el chico continuara. –Harima, te he considerado mi amigo este tiempo… tú me ayudaste a conseguir este empleo y me has apoyado y defendido en todo, lo sé… no quiero abusar de ti tampoco, pero de verdad necesito que me ayudes en esto, tu más que nadie conoce mi situación…- pausó, mientras el chico alto asentía comprensivo. -¿Puedo vivir contigo? – dejó ir la cuestión, mirando temeroso a su amigo.

En cualquier otro momento habría dicho que si sin pensarlo demasiado, sería genial vivir con un amigo. Pero no podía hacerlo, y no por que no pudiera o no quisiera, sino porque había prometido no hacerlo. Chi-Chi debería decirle a él que vivieran juntos, y si él aceptaba en ese momento, la chica ya no tendría oportunidad de hacerlo. Le dolía en el alma tener que decirle que no, más aun cuando esos ojos esperanzados y miedosos le miraban en forma de súplica. Pero no podía, debía negarse, así Vegeta no tendría más opción que marcharse con Chi-Chi a su departamento.

-Bueno… yo…- comenzó, evitando ese rostro y fijando sus ojos en las flores de la lejanía. –Sabes que eres mi amigo y te estimo… pero… pfff… bueno… en realidad no puedo…- el rostro de Vegeta se deformó a tal grado de desilusión que por un momento parecía que lloraría. –A parte de que mi departamento no es muy grande, yo… bueno… tengo ´visitas´ recurrentes… sabes de que hablo… ¿no?- Vegeta asintió más comprensivo, soltando un suspiro algo desesperado y fijando su vista de nuevo al frente.

-Sí… te entiendo… de acuerdo está bien…- dijo calmado, avanzando de nuevo lentamente.

-Yo… de verdad lo siento…- soltó sincero, no deseando ver esa tristeza en su amigo por su causa.

-No, en verdad entiendo, no te preocupes, estaré bien…- se forzó a sonreír, a pesar de que todas sus esperanzas se reducían a cero.

-Bueno… no soy el único… podrías quedarte con alguien más…- propuso, refiriéndose obviamente a Chi-Chi, y aunque Vegeta se dio cuenta de ello, ya había descartado esa posibilidad, así que su mente sólo pudo viajar a la única persona que quedaba en la lista. Esa persona que al parecer estaba bastante dispuesta.

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-Genial…- recordó sus palabras, mirando al suelo atentamente. Era extraño, por más que lo pensaba hablaba en serio, era genial, la idea era espectacular. Le entusiasmaba, emocionaba, fascinaba. Y lo asustaba en la misma magnitud. Cuando soltó esa definición la soltó sin pensarlo, sin meditarlo, ni siquiera era parte del plan, y sin embargo la sintió tan profundamente que no fue consiente de cuando escapó de sus labios.

-De verdad… ¿sería genial?- se cuestionó en un susurro, soltando un suspiro lentamente pensando y calculando todas las posibilidades respecto a eso. La compañía, el verse, hablarse, conocerse, el fraude… -El fraude…- repitió eso último de la lista que tan bien marchaba. –El estúpido y absurdo fraude…- golpeó su propia rodilla, deseando poder sacar con eso toda su frustración respecto al tema.

Su teléfono vibró a su lado, así que se giró un poco para tomarlo entre sus manos. Era un WhatsApp de Krillin, y por primera vez en mucho tiempo, maldijo que así fuera. “Perfecto, las cosas marchan mejor de lo que creí…” decía, e imaginó de inmediato que su amigo había estado persiguiendo a Vegeta y Harima nuevamente.

“¿Por qué tenemos que hacer esto? Ya no tiene caso, lo sabes” respondió, considerando seriamente terminar con todas esas cosas de una vez.

“¿De cuándo a acá te has vuelto tan cobarde? Ya teníamos un plan… no vas a fallar ahora” contestó Krillin velozmente.

“No soy cobarde, es simplemente que no le veo objeto arriesgar el pellejo por algo que ya ni siquiera necesitamos…” Se defendió, soltando un leve gruñido para sí mismo.

¿No necesitamos? Esas cosas nunca están de más, Goku, además, somos maestros, no hay de qué preocuparse… ¿acaso tienes miedo? O… ¿Es que de verdad te gusta ese tipo?” la pregunta tomó por sorpresa a Goku, quién se molestó ante aquello, rechinando los dientes desde su lugar.

“No lo estoy, es sólo que es muy arriesgado… ya no quiero tener que ver con ese amigo tuyo… esto podría volverse peligroso…” declaró, en parte verdad y en parte mentira.

“Vamos, no puedes hacer esto, sólo será esta vez… saldrá bien no te preocupes…” Goku leyó, pero decidió no contestar más,  necesitaba pensar. Krillin ya había tomado esa situación más allá de la razón por la que lo habían comenzado, se estaba saliendo de control.

No sabía que pasaría, pero aseguraba una cosa, ayudaría a Vegeta, quería de verdad que viviera con él, pero no a cuestas de eso. Lo ayudaría de verdad. Y todo eso se resolvería mañana mismo.

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-Hola niñas guapas…- saludó el alto hombre desde la entrada del set.

-Harima, hola…- saludó Chi amablemente y Videl apenas movió la cabeza. -¿y Vegeta?- se apresuró a contestar, mostrando en su rostro algo de desesperación y decepción.

-Amm… pues no lo sé, en realidad creí que vendría contigo… - contestó, tomando un lugar en la mesa sin permiso.

-¿Termino ya de grabar?- inquirió, pensando en que el día anterior lo vio hasta donde Bulma Briefs lo invitaba a su casa.

-Sí… hoy sólo estuvo en la parte en donde llegan a su casa y actúa como un tonto ante ella…- rieron brevemente, pero la morena volvió a su rostro triste.

-¿Crees que se haya marchado ya? Hoy ni siquiera lo he visto…- soltó seguido de un suspiro.

-Es tu novio, no creo que se haya marchado ya sin ni siquiera avisarte… debe de estar por ahí…- animó Videl, pero Harima sabía muy bien que Vegeta había huido en cuanto terminó de grabar.

-Si… puede ser…- masculló el hombre, sintiéndose culpable por ocultarle la verdad.

-No se me hace justo que te trate así, amiga, debes hablar con él y pedirle tu lugar que mereces…- comenzó la menor con su discurso, tomando la mano de su amiga suavemente. –Te trata como si fueran nada…- agregó, y Harima tragó saliva duramente, sabiendo que en efecto para él no eran nada.

-Lo sé… es bastante distante, de hecho creo que se alejó más desde que comenzamos a andar… no lo entiendo…- Ho… vaya que Harima lo entendía… entendía su distancia y lo entendía todo. Pero claro que no podía decírselo… ¡Mucho menos con Videl presente! Destruiría el corazón de dos chicas a la vez… por culpa de dos buenos idiotas.

-No lo entiendo… si se veía chispa entre ustedes, él siempre era muy amable y atento…- expresó, y el chico quiso golpearse la cara contra la mesa. ¡Claro que era amable! Como no serlo siendo tan delicadito como él… pero ahí estaba Chi arriesgando el corazón y creando mal entendidos.

-¡Lo sé! Pero se va cada vez más… y cuando estamos juntos parece que le incomoda… es casi como si yo ni le gustara… - bajó la mirada, mostrando sus brillantes ojos negros apagarse en tristeza.

-Pero… si no le gustas, entonces ¿Por qué andaría contigo? Es absurdo… - Chi asintió dándole el punto, pero la idea seguía merodeando su cabeza.

-Pareciera como si estuviera por compromiso… y a veces siento algo de culpa en él…- Harima giró sus ojos a otro lado ante aquellas palabras, no quería ver a su amiga así de mal. Era increíble como esa mujer podía leer los sentimientos de Vegeta, la culpa y el compromiso que sentía ante aquella situación. Era terrible.

-No… no debe serlo… - Videl torció la boca, frunciendo el ceño pensativa. –Todo sería mejor si hubiese aceptado vivir contigo…- Los ojos del hombre volvieron atentos a la conversación, sintiendo su corazón agitarse al escuchar semejante noticia.

-Si lo sé…- contestó Chi cabizbaja.

-Espera… ¿Qué?- dijo Harima levantando las manos y poniendo cara de no entender, llamando la atención de las dos mujeres. -¿Ya le preguntaste si quiere vivir contigo?- cuestionó, y Chi asintió de inmediato. -¡¿Y te dijo que no?!- gritó exaltado, logrando exaltarlas a ellas. Chi-Chi volvió a asentir, con los ojos abiertos al tope. -¿Hace cuánto fue eso?- quiso saber, notándose bastante nervioso.

-Se lo pregunté antier…- respondió ella, mirando como Harima palidecía.

-¡¿Por qué rayos no me lo dijiste?!- la chica se encogió de hombros, meneando la vista a un lado para pensar rápidamente.

-Bueno, porque no tuve la oportunidad… y por qué esperaba a que Vegeta aceptara finalmente mi oferta…- contestó comenzando a meditar las cosas, sintiéndose en pánico también.

-¡Él me pido vivir conmigo ayer! Le dije que no creyendo que todavía no le decías…- Chi-Chi soltó un respingo, colocando una mano sobre su boca, pensativa.

-Ahora el pobre no tiene a donde ir…- recapacitó. –Cree que esta sólo… ¡Y todo es mi culpa!- exclamó poniéndose de pie, pero Videl la jaló del brazo regresándola a su lugar.

-Pero… ¿Por qué tu culpa?- cuestionó la más joven, lanzando miradas furiosas a aquellos curiosos que se giraban a verlos.

-Porque yo le dije a Harima que le dijera que no… y por qué no le avisé que Vegeta no me había aceptado a mi… ¡Él sólo quiere protegerme!- concluyó, recordando lo que el chico le explicó aquel día. -¿Qué vamos a hacer?- preguntó buscando salida en las miradas de sus acompañantes.

-Tranquila, Vegeta no tiene más opción, debe aceptar tu propuesta…- respondió Videl, muy segura de sí misma.

-No podemos forzarlo, además, no quiere arriesgarte, Chi, lo mejor será que le demos otra alternativa…- dijo defendiendo a su amigo, pues sabía muy bien su situación, y era claro que no tomaría la propuesta de Chi por obvias razones, así que no le quedaba más que meter las manos al fuego por él frente a las chicas.

-¿Entonces?- cuestionó nerviosa, clavando sus ojos en Harima, quien lucía tranquilo y calculador.

-Pues le diré que cambié de parecer, que puede venirse conmigo, ¿Qué te parece?- Las dos chicas asintieron, no muy convencidas con ello. –Además, no tiene más personas que conozca, así que no creo que nadie más se lo proponga, se lo diré mañana… además que creo será su última toma de temporada…- Chi-Chi asintió un poco más tranquila, concordando con lo que su amigo decía.

Que gran error al pensar que nadie más había ofrecido su ayuda.

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Miró el reloj a su lado, eran las dos de la tarde, faltaban horas para que los escandalosos de afuera se largaran y volviera el silencio y la tranquilidad a su hogar… bueno, a ese horroroso lugar donde vivía. Suspiró, tratando de relajarse y dormir, pero la desesperación invadía su mente. La idea de que al día siguiente estarían ahí, y al día siguiente, y ¿Quién sabe? Probablemente dentro de un mes seguirían ahí. Todo era una posibilidad, y lo peor del asunto es que seguirían inventando e inventando cosas estúpidas hasta que quizá la gente terminaría por odiarlo y lo echaran del trabajo.

Sentía algo de curiosidad por saber que nuevas tonterías habían dicho sobre él, pero al mismo tiempo desistía, ya era bastante el enojo y preocupación como para seguir escuchando a toda esa bola de inútiles. Recordó que tendría dos meses libres, antes de que regresara a la temporada de Cell, y se proyectó a si mismo solo en esos tres tristes cuartos escuchando a Sakamoto-san quejarse y escapando por la ventana si se aburría. Sería agobiante si esos tipos continuaban acosándolo por todas partes, ¡Ni siquiera podría ir al súper sin que una bola de raros fuera tras él!

No sabía qué hacer, Harima le había negado albergarlo en su casa, y entendía sus motivos, pero era él su única esperanza, la única manera en la que no se metería en más líos. Claro, sentía que si se iba con Chi-Chi terminaría por meterse en más problemas de lo que ya estaba, y que la situación se volvería más complicada y más agobiante. No podía irse con ella, no por el hecho de que ellos ya no eran más amigos, ella era su “Novia” y se sentía pésimo por no sentirlo así.

Era incómodo estar a su lado, era raro besarla y era cruel fingir que todo estaba bien. Debía sentirse mal por ello, debía terminar con esa mentira y hablarle con nada más que la verdad. Debía, pero no podía. No le servía de nada decírselo, ¿Cómo se justificaría ahora por lo que hizo? ¿Cómo explicárselo sin lastimarla? Sabía que ella lo quería de verdad, y por nada del mundo quería verla llorar, no por él, no por alguien que no valía la pena. No por el idiota que había comenzado todo esto sin calcular adecuadamente las consecuencias.

No podía frenar eso de la relación, la quería, sí, pero de la misma manera que a su hermana Nano, definitivamente no iba a empeorar la situación y comprometerse más yéndose a vivir con ella. ¡Sería un aprovechado si lo hiciera! Estaba, en cierto modo, jugando con ella ¿Y se iría a meter a su casa? ¡Eso era absurdo! No quería usarla, ¡No iba a usarla! Dejaría de darle más alas a algo que desde un principio no debió volar. Irse con Chi-Chi no era justo para nadie, principalmente para ella.

Eso lo dejaba con una sola posibilidad, le dejaba con solo una persona, con la que tampoco quería involucrarse, pero que era quizá menos arriesgado. Sí, probablemente Chi-Chi se molestaría por ello, pero… él y su hermano eran amigos… ¿cierto? En ese caso, no había problema, era como si se fuese a vivir con Harima… ¿No?

Suspiró con desgano al darse cuenta de que no era así, podían aparentar ser amigos, pero en el fondo sabía que él mismo no lo sentía así, estaba enamorado de Goku y era tiempo de aceptarlo. Las palabras, incluso en su mente sonaban estúpidas y descabelladas… él enamorado… de un hombre, no, de precisamente ese hombre. Él hombre que le ofrecía ahora su mano, él que quería ayudarlo y al que le había dicho que no. En el último individuo en quién había pensado, en el que menos creyó que estaría ahí en esta situación.

¿Qué podía hacer ahora? ¿Verdaderamente era necesario irse? ¿Qué tanto importaba un grupo de inútiles ahí afuera? ¿Escaparía? ¿O es que era forzoso marcharse? Mil preguntas rodaban por su mente, llegando a más de una conclusión, pensando en que no era necesario dejar el lugar, y después realizando en que se fuera de ahí. Era todo un lío, era rápido y repentino y sin razón de ser. De verdad que su padre no quería perder el Dojo, pero, ¿Un mes de retraso sería tanto? ¿Cómo explicarle a su familia la situación en la que estaba? No había manera… quizá una demanda legal… no, eran ´periodistas´ y seguro harían revuelto hasta verlo a él en una situación peor. Necesitaba algo, una señal que le dijera que hacer.

Un pitido frenó su tren de ideas, haciéndolo abrir los ojos y buscar alterado a su alrededor. Era su móvil, temió por un momento en que los medios hubiesen conseguido su número privado, pero el nombre en la pantalla lo tranquilizó, claro, para luego alterarlo nuevamente.

“Hola, ¿Cómo estás? ¿Las cosas siguen igual?”  era Goku, así que le tomó unos momentos en decidirse a contestar.

Todo sigue igual… al menos aquí en mi casa, no he abierto el mail ni reconectado el teléfono…” contestó sin más, pues no sabía exactamente que decirle.

“¿Has pensado en lo que te dije?” Esa única pregunta lo tomó en un punto vulnerable, haciéndolo sentir nervioso y dudoso nuevamente. ¿Qué se suponía que tenía que hacer?

“¿De verdad estarías dispuesto a cargar conmigo?” quiso saber, imaginando la casi imposible convivencia.

“No es una carga, y estaría dispuesto a eso y más ;)” eso ultimolo hizo sonreír nerviosamente sentado en la orilla de su cama, mirando alrededor como si buscara a alguien más con quién compartir su emoción.

“¿Estarías dispuesto a vivir también con Sakamoto-san?” preguntó al momento en que su gato se subía a la cama y se restregaba contra uno de sus costados.

“¿Tu gato? Claro, me agrada el pequeño… entonces, ¿Qué dices?” Vegeta suspiró por enésima vez en el día, girándose a mirar a su gato como si este pudiera aconsejarle.

Te pagaría la renta por supuesto, y me marcharía en cuanto consiga un sitio…” respondió abierto a una posibilidad.

¿Acaso te estoy cobrando o pidiendo algo? ¡No seas dramático! No tienes por qué pagar nada, además, es un favor, somos amigos, ¿No?” El chico soltó una risita baja, se sentía estúpido por lo irreal y la ironía de la situación. “Espera… ¿Eso es un sí?” Llegó otro mensaje antes de que pudiese contestar algo.

“Bueno, lo he estado pensando… ¿De verdad será necesario irme?” Tenía que hacer la pregunta, necesitaba una segunda opinión.

Esa es decisión tuya, pero considera que marcharte ayudará tu imagen pública, además, ¿No crees que te mereces un lugar mejor?” Vegeta dudó aquellas palabras, ¿Cómo podía sentir que merecía algo mejor e irse a un lugar que de todos modos no era suyo?

“No sé si sea buena idea…” Respondió, considerando que con eso probablemente daría por concluida la conversación y tendría esa noche para pensarlo nuevamente.

“¿Qué te parece si voy a tu casa? Así hablamos mejor de frente… ¿no?” Leyó, e inmediatamente se puso de pie como resorte.

“¡No es necesario! ¡De verdad! Suficiente molestia soy ya… podríamos hablar mañana” Texteó rápidamente, mirando alrededor y notando que su casa era un desastre por donde se mirara, vivir con un gato y llegar a comer comida instantánea no ayudaba en nada. Se miró a sí mismo en shorts y camiseta, de la manera más fodonga posible, mostrándose despeinado y quizá un poco mal oliente. ¡No podía venir ahora!

El celular volvió a sonar, con un poco más de tiempo que lo normal. “Demasiado tarde, voy para allá” apenas terminó de leer la última letra, salió corriendo de su cuarto, entrando en histeria por no saber qué hacer primero, si limpiar el desorden o arreglarse él, pues sabía que no le tomaría mucho tiempo en llegar conduciendo su deportivo negro. Después de dar dos vueltas sin sentido en el centro de su sala, finalmente corrió de regreso a su cuarto, abriendo un cajón y revolviendo toda su ropa, para al final decidirse por lo que estaba encima desde el principio.

Se deslizó hasta su baño, arrojando su ropa al cesto y colocándose la nueva, mirándose al espejo y arreglando con los dedos su peinado apresuradamente. Caminó descalzo hasta su sala, recogiendo del suelo unos platos sucios y envases de sopas regados por todas partes, llevándolos a la cocina y aventando estratégicamente todo en el lavadero. Encendió la regadera del fregadero y remojó todo, mal lavando unos cuantos trastes. Cogió una bolsa negra y levantó todo lo de tirar, (e incluso lo que no) arrinconándola en la orilla de la cocina. De regreso al recibidor levantó la ropa del suelo y el sillón, andando rápidamente de regreso a su cuarto.

Como no podía ver su camino por la cantidad de cosas, no se percató de Sakamoto, quien se paseó por el piso tratando de llamar su atención, atravesando entre sus piernas y ocasionando que este trastabillara. Vegeta cayó al suelo, regando todo por piso y deslizándose hasta dar con el plato de comida de gato, embarrándose la camisa blanca con la que estaba vestido.

Con un gruñido de frustración levantó todo de nuevo, esta vez hecho bolas, sambutiéndolo en su mueble como fuera. Volvió al cuarto principal, preguntándose como rayos le hacía para que en solo tres días su casa estuviera hecha un desastre. Había migajas de lo que suponía era comida y pedazos de frituras frente a la televisión que yacía en el suelo, además de los juguetes y trapos de Sakamoto mordisqueados y arañados en el piso. Deseó en ese momento haber limpiado algo los días anteriores en lugar de tirarse en su cama a lamentarse.

Cogió su escoba, mal barriendo todo debajo de un mueble. No había tiempo para tonterías. Avanzó a su habitación a guardar las cosas de su gato, cuando se vio a sí mismo en un reflejo, había olvidado por completo lo sucio de su camisa. Se la quitó, arrojándola en la cama. Estaba dispuesto a buscar otra cuando escuchó mucho ajetreo, bastante bulla y gritos que repetían incansables un nombre. Se sobresaltó, corriendo a la entrada y abriendo los seguros, consiente de los golpeteos y gritos de auxilio por parte de Goku.

La madera se movió y su amigo entró apresurado, cerrando de nuevo y colocando la cadena principal. –Ll-llegaste muy rápido…- murmuró Vegeta sorprendido, apenado en demasía por las condiciones propias y del lugar. Goku giró a verlo, con los labios entre abiertos como si fuera a contestar, pero sus palabras se frenaron, quedándose atento a ese pecho descubierto, a los brazos marcados y a esa clavícula que parecía resaltar.

-Que perfecta forma de recibirme…- comentó en lugar de responder a la conversación, mostrando una sonrisa de medio lado, bastante maléfica y juguetona. Vegeta se sonrojo, mientras los ojos de Goku se alimentaban de su imagen, algo morbosos, pero la sensación no era desagradable. –Sólo que la próxima vez, asegúrate de quitarte también los pantalones…- agregó con los ojos aun fijos sobre su figura, separándose de la pared y avanzando hasta el chico.

-Que gracioso…- soltó el menor, dándose la vuelta y comenzando a caminar. –Es solo que llegaste muy rápido y… ya no me dio tiempo ponerme camisa…- explicó nervioso, continuando con su camino.

-Ja, ja, ja, lo sé, cuando te pregunté si podía venir, ya estaba conduciendo para acá…- Vegeta cerró los ojos ante eso frunciendo el ceño, frenándose un momento y sintiendo como una vena resaltaba en su frente. ¡Ese Goku iba a venir de cualquier modo! –Por cierto Vegeta…- el mencionado se giró levemente para mirarlo, parado desde la entrada de su cuarto. –Tu espalda también luce muy bien…- dijo, y de nuevo el menor sintió su rostro arder, ¿Cómo lo hacía tan fácil?

No contestó, se giró de nuevo entrando a su cuarto, dejando a Goku en la sala con una sonrisa sobre su rostro. Buscó una camisa velozmente, sacando de nuevo todo lo que había mal metido ahí. Se puso la que fuera y volvió al otro cuarto, donde ya esperaba su amigo sentado, se percató, por el ruido, que los periodistas se habían ido, así que se sintió más tranquilo, sentándose en el suelo frete a Goku, (A ausencia de otro lugar) cruzando sus piernas y mirando a su invitado desde abajo.

-¿Y bien?- preguntó, cruzando una pierna en la otra varonilmente.

-Bueno… yo…- soltó un suspiro, ¿Cómo negarse ahora? ¿Cómo decirle que no? Estaba donde se sentía, a sus pies.

-De verdad, no tienes por qué preocuparte, será divertido y genial, la pasaremos y bien y todo eso… bueno… es decir… no es como si fuera a hostigarte tampoco…- rió extrañamente, dejando a Vegeta sorprendido porque ahora parecía como si él fuera el nervioso, mostrando un leve sonrojo mientras viajaba su mirada a otro lado.

-No, si… si entiendo…- dijo él para tratar de suavizar la situación. –Está bien… debo ser yo quién siga tus reglas y condiciones…- ofreció y Goku sonrió con confianza otra vez.

-Pero entonces, ¿aceptas?- reiteró lo obvio, pero a pesar de eso Vegeta no contestó de inmediato, quedándose mirando sus dedos bailarines unos momentos más.

-Pues… si, viviré contigo…- las palabras sonaron extrañas para los dos, como si se quedaran volando en el aire, sonando una y otra vez, y en cada una de ellas parecía más fuerte, más real, más emocionante. Sus ojos se juntaron, y las sonrisas se ensancharon al mismo tiempo, silenciosas, tanto que cada uno podía percibir el ruido de sus respiraciones, la fuerte corriente de sus pensamientos, el frenesí que llevaba su alma y corazón.

-Perfecto…- musitó Goku, con apenas un hilo de voz, mostrando una blanca dentadura entre sus labios que temblaban ansiosos por la emoción, pero que eran incapaces de decir algo más.

Su cuerpo se movió antes de que su cerebro pudiese frenarlo o calcularlo, bajando del sillón y colocándose de rodillas frente a Vegeta, quién se quedó inmóvil con los ojos abiertos al tope, envolvió sus brazos alrededor del menor, quien deseó con todas sus fuerzas corresponder, pero no pudo, sus brazos no respondían. Goku hundió su rostro en el cuello del otro, apretando más fuertemente contra su cuerpo. El aire se le escapaba y su corazón no dejaba escucharse a sí mismo, se sentía estúpido por semejante situación y por la manera en la que lo hacía actuar y pensar. Pero el arranque de su corazón era más potente.

-No sabes lo feliz que me hace eso…- susurró, y Vegeta no supo si lo escuchó de verdad o lo había alucinado su mente, pero su corazón le gritaba que era cierto, ¡Su pecho rogaba por responder que a él también! ¡Que la idea lo enloquecía y que no ansiaba nada más! ¡Que ya ni siquiera le importaba la razón! Pero su garganta se vio imposibilitada, seca. Así que fueron sus brazos, enredándose en la espalda del otro lo que expresó al fin que se sentía de la misma manera.

No supieron cuánto duró el abrazo, ni que tan fuerte se apretaron, era como si los segundos hubiesen avanzado lentamente, manteniendo los ojos cerrados y hubiesen dejado fluir sus palabras a través del silencio. Goku se separó, acercándose peligrosamente a su rostro, Vegeta mantenía los ojos cerrados, así que solo sintió su cálido aliento en su mejilla. Besó su rostro, en un punto en donde besaba la mitad de sus labios y la mitad en su mejilla.

El momento se frenó. El tiempo se detuvo y las vivencias y emociones se sepultaron en una gran y pesada sensación. ¿Era eso posible? ¿Era posible sentir tanto con tan delicado roce? Creyeron dejar de respirar, y al mismo tiempo asfixiarse por tanto aire atorado en sus pulmones. Mil imágenes pasaron por sus mentes, desde el punto más importante de su vida reducido a esto, sintiendo a la vez como su mente quedaba en blanco. Desafiaba toda ley, ¿Cómo podían sentirse en puntos tan opuestos en una fracción de segundo? ¿Cómo podía algo lograr hacer sentir una cosa y a su vez la totalmente opuesta?

Sobaba absurdo, y sin embargo, lo era.

Por desgracia el momento se terminó, desvaneciéndose tan lentamente que el simple movimiento pareció durar horas. Vegeta abrió los ojos finalmente, temeroso de mirar y saber que todo lo había soñado y eso no había sido cierto. Pero ahí estaba Goku, frente a él, mirándolo con la misma expresión de pensar que no había sucedido. Se perdieron en los ojos del otro, sin saber que decirse después de eso, de no saber si hablar o realizar su acción completamente.

-Yo… creo… creo que me voy…- dijo Goku, soltando a Vegeta, quien sintió a su piel rogar desesperada por más contacto, doliente de abandonar aquel calor.

-Si… bueno… claro…- Vegeta se levantó, mirando al suelo y sintiendo en su estómago una presión con pensar en lo sucedido. –Aunque, acabas de llegar y…- no sabía cómo rogarle que se quedara, pero con solo un leve cruce de sus ojos el otro lo supo.

-Lo digo porque vamos a grabar ahorita… Mio me llamó y dijo que me quería a las cuatro y media en el set…- rio brevemente, leyendo en su reloj las tres.

-Sí… claro… no, no te preocupes…- Goku cogió su chamarra del sillón, haciendo movimientos torpes y lentos, viajando sus ojos al frente y aun lado para observar de reojo al otro chico, quien también danzaba su vista del suelo a él.

-Además, logreé convencerte…- soltó más fluidamente. -¡Viviremos juntos!- gritó, porque en su cabeza las palabras parecían enormes y el sentimiento no cabía en su pecho. Vegeta mordió su labio inferior, nervioso y feliz, asintiendo rápidamente.

-Gracias, supongo que tendrás cosas que arreglar, así que me avisas cuando sea posible…- expresó, y Goku se sobresaltó, mirando con los ojos al tope a su amigo.

-¡Claro que no! ¡Mañana mismo paso por ti!- exclamó emocionado, vaya que estaba excitando con todo eso, era increíble para él y su alma de niño.

-¡¿Qué?!- dijo el otro algo sorprendido, pero no pudo ocultar su emoción. –Bueno… si, de acuerdo…- ambos se sonrieron, y Goku comenzó a caminar a la salida, dándole la espalda unos momentos.

-Por cierto, eso solo fue un adelanto de lo que nos divertiremos…- regresó a su tono de voz altanero, girándose para sonreírle coquetamente. –Y… hablando de eso, mañana hablaremos sobre las reglas que dijiste antes…- Vegeta se extrañó ante eso, pues todo hasta ahora parecía puro y real.

-Y… ¿Qué reglas?- preguntó hablando en serio, arqueando una ceja, sin entender a que venía eso después de lo que había pasado.

-Bueno…- sonrió divertido, recargándose en el filo de la puerta desde afuera. -Como primer punto, tendrás que dormir en mi cama…- soltó moviendo una ceja insinuante, Vegeta deshizo su expresión, mostrando una de indiferencia.

-Se te hace tarde, nos vemos mañana…- cerró la puerta dejando a Goku afuera, y ambos, cada uno desde su lado, comenzó a reír como nunca antes.

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Miró su reloj, eran las nueve de la noche, no quedaba nadie en el set y se sentía como una especie de fantasma deambulando en los pasillos. Había perdido bastante tiempo guardando sus cosas en su camerino, y Mio lo retasó aún más con lo de sus especificaciones que de sobra sabía. Escuchó un ruido al final del pasillo donde andaba, y por un momento tuvo miedo, pues varios decían que había fantasmas originados desde aquel asesinato. Además, las luces de ese piso estaban apagadas, pues seguramente pensaban que no había nadie más.

Pero pronto distinguió que eran voces, voces que parecían susurros, pero conforme avanzaban se iban haciendo más claras. Miró entonces una línea de luz en el pasillo, había alguien en uno de los camerinos. Se preguntó quién sería y que haría aun a esa hora, el lugar estaba solo y tan callado que sus voces hacían eco en toda esa ala del edificio. Maldijo que su camerino estuviera en el tercer piso y que tuviera que atravesar todo el segundo piso completo.

Distinguió entonces, entre la tenue luz de noche que entraba por los ventanales, a quién pertenecía esa puerta, y pasó de sentir algo de miedo, a sentir desconfianza y enojo. Era el camerino de Goku, y no comprendía que hacía ahí cuando se había ´marchado´ una hora antes que él. Los susurros se hacían cada vez más entendibles, y se vio a si mismo frenando su paso y suavizando la intensidad de sus pisadas. Harima se recargó en la pared, andando casi en puntillas para no ser escuchado, reconociendo entonces las voces que hablaban dentro.

-Entonces… ¿Es un hecho?- preguntó una voz, a la que reconoció de inmediato como la de Krillin.

-Sí… el muy tonto aceptó sin más…- la otra voz pertenecía a Goku, y Harima sintió miedo de inmediato al imaginarse de quien hablaban.

-¡Eso es increíble! Cuando lo tengas en tu casa asegúrate de que sea pronto…- dijo Krillin de nuevo, y el chico desde afuera desaseaba que lo que acababa de escuchar fuera mentira.

-Será cuando tenga que ser, Vegeta no es alguien fácil ¿sabes? Me ha costado mucho convencerlo de que vivir conmigo e la mejor opción…- escuchó que decía, sin saber que Goku sólo lo hacía para aparentar y calmar a su amigo, diciendo que era difícil para proteger al otro. Y claro, Harima se alteró en demasía, pensando lo peor de lo peor, claro, porque era precisamente eso lo que parecía.

-¡El muy idiota! Como me gustaría ver su cara cuando se dé cuenta…- Goku no contestó, sólo dio un ligero “ajá”.

Harima sintió en su corazón un mal presentimiento y un enorme peso de culpa. ¡Que idiotas habían sido! Debía impedir eso, a como diera lugar, le contaría todo a Vegeta, evitaría que esos dos le hicieran daño. ¡Costara lo que costara!
No le importó más, saliendo a toda prisa por el pasillo a pesar de que su carrera resonó en todo el lugar. ¡Habían cometido un error! ¡Pero todavía podía solucionarlo!

¡Debía impedir que se marchara con ese hombre!

Continuará…

Notas finales:

A qué lindo beso n.n!

Bueno, ya del capítulo que sigue al que sigue, comenzaré a hablar del pasado desde el principio, jejeje ya le di muchas vueltas. Con lo de ´rarito´ no digo que sean raritos, pero es el término que la gente ´normal´ utiliza para las personas con otras preferencias sexuales. En fin, veremos si Harima puede detenerlos, jujujuju. Gracias por leer, nos vemos la próxima!


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