Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Como en la vida real. por InuKidGakupo

[Reviews - 385]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Tómenselo con calma porque al capítulo está largo (y eso que no tenía tiempo jejeje). Es como dos capítulos en uno (por el pasado), pero estoy feliz de regresar a las 30 páginas, jejeje. Hay un cambio en el protagonismo, pero es por lo mismo de recordar. Pasan muchas cosas… y no, pero me ha gustado, espero a ustedes también!

Miró por la ventana, percibiendo sólo oscuridad y las gotas de lluvia cayendo sobre el cristal, no había ningún ruido tampoco, a excepción de los truenos, que relampagueaban en la lejanía alumbrando todo el cuarto en donde se encontraba. Su hermana le dijo que se mantuviera ahí, pero estaba muy asustado, además, hacía mucho frío, extrañaba a su mamá.

Quitó las sábanas de sobre su cuerpo, avanzando sobre el colchón hasta sentarse en la orilla. La luz de su lámpara estaba apagada, pero aun así podía observar sus pantuflas esperando en el suelo. Se deslizó con cuidado, cayendo sobre ellas y colocándoselas cuidadosamente. Anduvo por el cuarto, girando la perilla y abriendo la puerta de su recamara. Asomó la cabeza, el pasillo también estaba en penumbras, pero se veía una luz desde las escaleras, provenientes de la planta de abajo.

Caminó en puntillas a través de la alfombra que recubría el corredor, parándose en el inicio de las escaleras, echando un leve vistazo desde su punto. Miró a su hermana de apenas doce años, que vestida únicamente con su bata blanca conversaba con un hombre alto y de traje, que se mantenía en el umbral de la puerta, cubriéndose apenas de la tormenta. Goku no sabía quién era él, ni que hacía allí, tampoco sabía dónde estaban sus padres ni por qué Chi-Chi insistió en que se quedara en su cuarto.

Bajó las escaleras con la misma cautela, comenzando a oír murmullos, que se aclaraban paso a paso, dando origen a una conversación completa. –Entonces… ¿Qué quiere decir con eso? – preguntó Chi, se le escuchaba la voz quebrada, pero se notaba en su rostro que trataba de ser fuerte.

-Lamento que tenga que ser de esta manera…- dijo el hombre, y su voz se notaba apagada, acongojada, apenada.

-¿Dónde están mis papas? ¡Dígame! – Exigió saber, y Goku puso atención, agradeciendo haber llegado a tiempo antes de que dijeran algo importante, felicitándose él mismo por desobedecer a su hermana y seguirla con discreción.

-Tranquila niña… esto no es fácil…- el hombre suspiró, manteniendo su mirada foja al suelo.

-Eso ya me lo dijo, ¿Dónde están? – el hombre guardó silencio, y Chi-Chi tembló en su lugar, sosteniendo la perilla con más fuerza. -¡Me ha hecho decirle como eran y a donde habían ido! ¿Sigue sin creer que son mis padres? ¡Dígame de una vez donde…!-

-Tuvieron un accidente…- interrumpió la aguda voz de la niña, quién cambió su rostro a uno que demostraba horror y preocupación.

-Ellos… Ellos… ¿Están bi…?-

-El accidente fue fatal. Su auto se salió del camino y cayeron a un barranco – Sonaba irreal, Chi-Chi parpadeó, repitiéndose las palabras de ese hombre. No podía ser. – Ambos perdieron la vida… lo siento…- se inclinó al frente respetuosamente, pero no hubo cambio en la expresión de la chica.

-Eso… eso… eso no puede ser… ¡Usted está mintiendo! – gritó, sosteniendo su rostro entre sus manos, sintiendo como las lágrimas se desbordaban por todas partes. -¡No pueden estar muertos! – negó frenéticamente con la cabeza, mientras todo su mundo se venía encima.

-Hermanita…- oyó una leve vocecita, y levantó la cara asustada, esperando que estuviera alucinando y que si hermano no estuviera ahí. Pero para su mala suerte Goku estaba a su lado, parado y con los ojos llorosos, mirándola con miedo marcado en cada centímetro de su rostro. -¿Es cierto lo que dice el señor? ¿Papá y mamá están… están… muertos? – se soltó a llorar con sólo mencionar aquella frase.

-Lo siento niño, pero así es… no pudieron sobrevivir a la caída, cuando nosotros llegamos, ya era muy tarde…- se apresuró a responder aquel hombre, y la congoja en la niña aumento.

Se tiró de rodillas, andando en el suelo hasta aferrarse a las rodillas de aquel sujeto, echando mares de lágrimas por los ojos. -¡Dígame que miente! ¡Por favor! ¡¿Qué vamos a hacer nosotros sin ellos?! ¡Sólo somos mi hermanito y yo! ¡No quiero que nos dejen solos!- lloró, suplicando por que fuese sólo una pesadilla, que no fuese real, que estuviese engañándola y jugando muy sucio. Pero no era así.

-Lo siento mucho niña, de verdad, no sabes lo que me gustaría que fuera mentira… pero no lo es…- las palabras eran rudas, pero necesarias. –Y ustedes no estarán solos, se encargará de ustedes un familiar que se ha ofrecido… al igual que se hará cargo del funeral… dijeron que llegará lo antes posible, quizá mañana en la mañana…- explicó, pero las palabras ya no tenían sentido, ni siquiera las estaba escuchando. Para los dos chicos todo se quedó en el momento en que supieron que sus padres habían muerto.

------------

Despertó sobresaltado, sintiendo una gota de sudor recorrer su frente. Miró a un costado, donde un ventanal elegante y enorme adornaba su cuarto. Suspiró, destensándose y dejando caer su cabeza pesadamente de vuelta en la almohada. Estaba lloviendo, justo como en aquel día, tal vez por eso había tenido esas pesadillas, o más bien, esos recuerdos filtrados en sueños. Se giró en el colchón, dando grandes respiros para calmar su ritmo cardiaco, tantos años habían pasado ya, y seguía sintiendo la experiencia como si hubiese sido apenas unas horas. Eso había sido lo primero que había marcado su dolorosa vida, aquel momento había sido el comienzo de todas sus desgracias… jamás nada volvió a ser igual.

Miró por el rabillo de sus ojos el reloj, eran apenas las tres de la mañana, no había dormido más que unas pocas horas. Se dispuso a dormir, despejando todos aquellos recuerdos, no quería acordarse de nada desagradable, mucho menos ahora que estaba comenzando una nueva etapa en su vida. Quedó profundamente dormido después de unos momentos, pasando el resto de la noche en completa calma.

El sonido de los pajarillos lo despertó, mirando a la ventana y notando al sol entrando por toda su habitación. Era genial ser despertado por esos ruidos de la naturaleza en lugar de esos horribles y escandalosos sonidos de la ciudad. Eran apenas las siete y media, pero igual se levantó, se sentía más descansado que nunca. Además, era su primer día aquí en su casa… con Vegeta en ella.

Sonrió con alegría, vistiéndose y abriendo las ventanas de su habitación para que la brisa acariciara su rostro. Se sentía muy vivo, había un algo creciendo en su pecho, algo que era generado por saberse ahí, de esa forma, con él, tranquilos, lejos de todo. Salió de su habitación, andando hasta el cuarto de al lado, donde se hospedaba Vegeta desde la noche anterior. Pensó en tocar, pero al final su curiosidad, digna de un niño de diez años, lo indujo a abrirla sin autorización. Esperaba verlo ahí dormido, pero sus ilusiones se vinieron abajo al encontrar la cama vacía y tendida.

Avanzó a paso veloz por el corredor, bajando sin calma las escaleras, por un momento sintió un extraño hueco, pero se calmó al encontrarlo en la cocina, parado en un banquito intentando alcanzar las alacenas superiores. Suspiró mostrando una sonrisa, separando los labios para hablarle, pero prefirió esperar un poco más. Clavó sus ojos en el chico, ¿Qué tenía ese chico de especial? No era el más guapo que había visto, ni el más listo, ni el más fuerte, ni amable, ni rico, ni el más hábil… ¿Qué tenía entonces que lo hacía perder el control?

Goku no tenía respuestas para eso, era extraño en realidad, pero Vegeta lo hacía sentir, ¿Qué? No estaba seguro, sentía que la vida era más fácil, y a su vez más complicada, que podía volar y que no lograba moverse de su sitio, que avanzaba sin moverse, que respiraba y que se asfixiaba. No sabía que de todo eso era cierto. Enamorado. Le gritaba su corazón, pero, ¿Qué palabra era esa? ¿Cómo pudo enamorarse? ¿Cuándo? ¿Por qué? Las preguntas pasaron a disolverse en un vacío sin respuesta, moviéndose todas a la formulación de una sola incógnita. ¿Estaba feliz con eso?

No sabía cómo expresarlo, no quería llegar a conclusiones que no fueran verdad. Estaba feliz, sí. Pero al mismo tiempo triste y preocupado, ¿Lo que sentía duraría? ¿Era real? ¿Qué tan profundo era? Y… ¿Vegeta, sentiría algo parecido? Negó levemente, no quería pensar en ello, él por mucho tiempo había estado con personas sólo por estar, ¿Cómo es que ahora se sentía tan lejos deseando estar cerca? No quería arruinar eso, no quería apresurar nada, quizá lo que sentía era pasajero o una ilusión, la emoción de un momento. Además, a Vegeta no le convenía quererlo, si lo hacía, él no tenía como corresponderle, ¿Cómo amar? No lo sabía, dudaba ahora de esa palabra. No iba a dañarlo, no quería dañarlo, no con ilusiones.

-¿Buscabas algo? – habló finalmente, y Vegeta giró, un poco sorprendido, pero le sonrió nerviosamente un momento después.

-Sí… estoy buscando algo para desayunar…- respondió, volteando de regreso a un cajón. –Creo que… no hay nada…- murmuró en preocupación.

-¡Algo de eso debe haber en el refrigerador! – dijo Goku, moviéndose dentro del cuarto en dirección al objeto. –Bueno, veamos que tenemos…- abrió la puerta, buscando velozmente por el interior. -¡Demonios aquí no hay nada! – exclamó, girándose hacia el otro chico.

-Eso te dije, parece que no hay…-

-¡Veamos en este cajón! – prosiguió sin escuchar, avanzando hasta la lacena y menando todo lo que ahí había. Vegeta suspiró, recargándose en la orilla del fregadero y cruzándose de brazos, esperando a que su compañero terminara.

-¡Aquí tampoco hay nada! – expresó asustado. -¡Vegeta, no hay nada en la cocina! – anunció y el mencionado cerró los ojos en exasperación.

-Eso ya lo sabía…- masculló. –Bueno, supongo que debes traer algo entre tus cosas… ¿no? – Goku rascó su mejilla levemente, paseando su mirada por el suelo y soltando una leve risita. -¡¿No trajiste nada contigo?! – el otro negó en respuesta. -¿Por qué rayos no te aseguraste de que hubiese provisiones en tu casa? – inquirió, sobándose la frente levemente.

-Bueno, yo no me encargo de eso, ¿sabes? Miriam, la mujer que cuida esta casa, es la que siempre se hace responsable… así que…- rascó su nuca, avergonzado, mirando hacia otra parte temerosamente.

-Está bien… ¿Dónde está Miriam ahora? – Cuestionó calmadamente.

-Bueno… ella… ella… jeje, bueno… se fue a su casa… supongo…- bajó la mirada jugueteando con la punta de sus dedos.

-Genial, ¿A qué hora vuelve? – La sonrisa de Goku reapareció, y Vegeta tuvo un mal presentimiento de todo eso.

-Bueno… cómo íbamos a estar aquí… tu y yo… pues… pensé que lo mejor sería que nadie nos molestara, así que le di vacaciones a todo mundo…- explicó, girando sus ojos para observar a Vegeta.

-¡¿Qué?! – Gritó. -¡Dime que estás bromeando! – Pidió, pero sabía que su compañero estaba hablando muy en serio. -¡¿Por qué rayos sacaste a todos?! ¡¿Cómo se supone que nos haremos cargo?! ¡Tu casa es enrome! – Goku sacó otra risilla baja, rascando su mejilla mientras trataba de pensar por que rayos no considero eso.

-Bien… de acuerdo… todo está bien…- respiró profundamente, tampoco es como si fuera tan malo… ¿Verdad? –Vayamos a comprar algunas cosas al poblado más cercano…- declaró, separándose de la mesa y tomando su celular.

-Si… pero… ¿Por qué no comemos lo que hay ahora? – dijo Goku, acercándose a la alacena y sacando dos latas de verduras hervidas y un frasco de mayonesa.

-¿Qué? Goku, no vamos a comer solo eso, anda, compremos el desayuno – El otro hombre negó, tomando dos platos de la alacena.

-No… es mucho tiempo y estaré hambriento… desayunemos y después vamos por las cosas para la comida – dijo mientras vaciaba el contenido cada uno en su respectivo plato.

-¿Mucho tiempo? Solo iremos de aquí al pueblo y…-

-El poblado más cercano está a dos horas de aquí – explicó, como si fuera lo más natural. Vegeta se quedó mudo por unos segundos, parpadeando algunas veces en lo que terminaba de entender.

-¿Qué? Bueno… no es problema si vamos en tu auto…- comenzó, pero Goku volvió a negar, revolviendo un poco de mayonesa en su verdura.

-No. No podemos llegar en auto hasta allá… el único camino donde se puede llevar auto es el camino de piedras que conecta con la ciudad, y eso queda en sentido contrario… son dos horas, caminando en medio del campo…- Vegeta se sentó en la silla más próxima, temeroso a caer al suelo por la impresión.

-¿Me estás diciendo que estamos en medio de la nada, a DOS horas del poblado más cercano, no tenemos comida y no podemos usar el auto más que para volver? – Goku asintió con una sonrisa, pues tenía la boca muy llena como para contestar. -¡Solo a ti se te ocurre hacer una mansión en medio de la nada! – exclamó, pero no le quedó de otra, así que tomó el plato de verduras y comenzó a comerlo de mala gana.

-Bueno… supongo que con un par cajas de sopa instantánea estará bien…- dijo el mayor, levantándose y colocando los recipientes en el fregadero.

-¿Estas bromeando? Se nota que eres de ciudad… Comparemos al menos para una semana… se necesitará mucho más que eso – Vegeta consideró una lista imaginaría de lo tendrían que comprar, sintiendo la fatiga creciendo en él. Goku se quedó en un extraño silencio ante las palabras del otro, quién comenzó a avanzar a la salida. –Sakamoto-San, volveremos pronto, no olvidaré tu comida, no te preocupes…- anunció Vegeta a su gato mientras salía por la puerta principal.

Goku se movió por el patio hasta rodear su casa, siendo seguido muy de cerca por el otro, deteniéndose cuando un sendero se marcó entre la maleza del lugar. Vegeta suspiró, mientras Goku se daba valor él mismo y se adentraba por ese camino, solo había ido al pueblo una vez por ese camino, y eso había sido cuando compró la casa hace más de tres años.

El paisaje cambió, y cuando los pocos árboles fueron disminuyendo al igual que las altas hiervas, los sembradíos y pastizales verdes se hicieron notar. Había cultivos de arroz, de flores, y de algunas cosas más que desconocía. Parecía todo sacado de un cuento, pues había pasto creciendo por doquier, grandes y frondosos árboles a lo lejos, dando curva y textura a las montañas que relataban lo maravilloso, el rio que corría a un lado del angosto camino hacía un ruido especial, un siseo que se combinaba con el aire fresco del sitio.

Vegeta quedó maravillado, él no vivía en la ciudad, pero su pueblo tampoco era precisamente un campo, de hecho, mirando su alrededor, se daba cuenta de que estaba lejos de esa descripción. Mirar a los animales y la naturaleza de esa forma era tranquilizador, considerando que andaría por esa delgada línea amarilla por las siguientes dos horas.

-¿Sabes por qué compré una casa en el campo? – la pregunta de Goku rompió el musical del entorno. –Tu dijiste que se notaba que era de ciudad… - Vegeta recordó su comentario, así que lo miró intrigado por ello. –En realidad me siento más de aquí que de la ciudad… me gusta esta calma…- expresó, mostrando una leve sonrisa. –Me recuerda a mis padres – añadió, recordando su sueño de esa noche.

-¿A tus padres? ¿Vivías en el campo con ellos? – curioseó, ladeando la cabeza desde abajo.

-Sí… a mamá le gustaba mucho eso de la naturaleza y las plantas… era feliz…- rió brevemente al acordarse de esas nublosas imágenes.

-¿Era feliz? ¿Dónde está ella ahora? – preguntó ansioso, Goku jamás se había abierto a hablar de su familia, y verlo tan dispuesto lo hizo querer aventurarse.

-Murió. Ambos lo hicieron –Vegeta quiso retractarse, pasando saliva y clavando su mirada en el suelo, se sentía incómodo, ¿Cómo imaginar que contestaría eso? –Está bien… eso fue hace muchos años, en realidad… casi no me acuerdo de ellos…- agregó para aligerar el ambiente, pero el otro prefirió no agregar nada más.

Pasaron el resto del camino en silencio, observando felizmente el paisaje, que sin importar el paso del tiempo, seguía siendo un lugar lleno de vida. El pueblo no era muy grande en realidad, así que no encontraron un súper mercado donde comprar comidas enlatadas e instantáneas, terminando por cargar con verduras y frutas crudas, al igual que algunas pastas, semillas, huevos y pescado. Terminaron sus compras más rápido de lo que imaginaron, así que se dispusieron a volver, avanzando un poco más veloces por el camino.

-Parece que lloverá...- comentó Goku, mirando las nubes
grises que comenzaban a formarse en lo más alto del cielo.

-Aquí llueve bastante – respondió el otro, girando su cuello hacia arriba. –No paró de llover en toda la noche además…- no pudo terminar su frase, su cara fue a dar contra el suelo, quedando bocabajo en medio del camino.

-¡Vegeta! ¡¿Estas bien?! – Goku abandonó las bolsas en el piso, corriendo a auxiliar a su compañero, tomándolo del brazo y ayudándolo a despegarse del suelo.

-yo… estoy bien…- aseguró, recargándose en sus manos e incorporándose lentamente, apoyando su peso en un pie, sacudiéndose una parte para luego pararse en el otro. –No ha sido… ¡Argh! – su rostro se retorció en dolor, tomándose un costado de la pierna. 

-¿Te duele algo? – Goku se arrodilló frente al otro, tomando su pierna e inspeccionando el sitio. –No te ha pasado nada, solo debiste haberte torcido algún lugar – Vegeta evitó tocar el piso con su pierna derecha, apoyándose del otro lado.

-Creo que fue el tobillo, me duele…- explicó, mientras su amigo se ponía de pie nuevamente.

-¿Puedes caminar? – inquirió, y Vegeta asintió de inmediato.

-No ha sido nada, se me pasará en un rato – levantó sus dos bolsas de plástico del piso, comenzando a andar con paso lento.

-Ya ves, eso te pasa por ir distraído mirándome – alardeó Goku, comenzando a caminar delante del chico.

-¡¿Qué?! ¡Pero si yo iba mirando al cielo y tropecé! – replicó el otro, tratando d aumentar el paso.

-¡Eres tan lindo cuando lo niegas! Pero no importa, sé que te da pena admitirlo, te comprendo, soy difícil de ignorar – Soltó una risa orgullosa, y Vegeta suspiró hastiado, pero formó una sonrisa en sus labios, era la primera vez en el día que Goku parecía ser Goku.

-Como digas – dio el hilo, mientras sentía su tobillo punzar, sintiendo como a cada paso se hinchaba un poco más. –Tsk…- se quejó levemente, y fue cuando Goku notó que se estaba quedando atrás.

-¿Te duele mucho? – no necesitó respuesta, el rostro del chico lo decía todo. –Vamos, te ayudo con esto…- se ofreció, extendiendo la mano para tomar las bolsas de mandado.

-No hace falta, yo puedo…- dijo, pero hablaba con Goku, si se lo hubiera dicho a un árbol seguro le habría hecho más caso.

-Bien, te ayudaré por lo menos con esta – declaró, pero en lugar de tomar la bolsa, enredó su mano sobre la mano del otro, comenzando a caminar agarrados de la mano.

Vegeta sintió su rostro enrojecerse, ¿Qué clase de estupidez se suponía que estaba haciendo ahora? Trató de zafar su mano del agarre, pero Goku apretó más el suyo, manteniendo su mano envuelta por la del otro. –Goku… ibas a ayudarme con la bolsa – comentó, agitando su brazo para tratar de quitar su mano.

-Eso hago, ¿Acaso te pesa? – preguntó, mirándolo desde su lado y arqueando una ceja simpáticamente. Vegeta se dio cuenta de que en realidad no, Goku cargaba con ella y con su brazo entero, por eso de estar un poco más alto.

-Pues… no – Goku sonrió satisfecho, acariciando con sus dedos los del otro. Vegeta sintió un entumecimiento en todo su cuerpo ante tal caricia, se estremeció, a tal grado que no se dio cuenta que frenó el paso.

-¿Te molesta? – cuestionó Goku, y Vegeta lo miró expectante. –Que te agarre la mano… ¿Te molesta? ¿Te molesta que te toque? – por alguna razón el menor supo que esa era una pregunta importante, la voz de Goku se escuchaba distinta.

-No. Es sólo que… es… raro…- admitió, mirando su agarre entre confundido y esperanzado.

-Es para ayudarte a cargar… y a no volverte a caer…- rió brevemente, pero esta vez Vegeta no se molestó, de hecho, también rió, bajando la cabeza, sintiendo como Goku le apretaba la mano, sin dejar de verlo y sin dejar de sonreír. ¿Qué juego era ese? No lo entendía, pero sabía que era agradable estar en medio de él.

Caminaron unos minutos más, en donde Goku paseaba su pulgar por los nudillos del otro, y finalmente Vegeta se dejó llevar, moviendo también sus dedos en respuesta, incluso los habían enredado ya, olvidándose incluso que una bolsa pendía de ese agarre. Era interesante sentirse así, ¿Cuándo antes habían caminado tomados de la mano con alguien a través de un bello paisaje? La respuesta era nunca, así que estaban disfrutando de eso al máximo. No se percataron del momento en que cerraron distancias, y que avanzaban uno pegado al otro, jugueteando con los dedos y soltando breves risas felices y nerviosas.

-Y dime Vegeta… ¿Te gusta alguien? – El chico se sonrojó ante esa cuestión, girando su rostro a un lado, observando el rió unos momentos.

-Tal vez… ¿Y a ti? – pensó en no preguntar algo como eso, ni en responder algo como eso, pero es que era sumamente estúpido negar algo. Pasó por su mente la idea de dar por sentado la atracción hacia su novia Videl, pero después de la conversación en el set, y del hecho de que Goku omitiera a su hermana, decidió pasar por alto aquellas cosas.

-Si… si en realidad, pero estoy algo confundido… ¿sabes? – contestó abiertamente, mirando el cielo a lo lejos.

-¿Confundido? ¿Por qué? – lo miró de reojo, concentrándose de nuevo en el andar de sus pasos.

-Bueno… ha hecho que crezcan cosas nuevas… pero al mismo tiempo ha desenterrado otras muchas… no sé si sea lo mejor, ni si es el tiempo…- declaró abiertamente, borrando unos momentos su sonrisa.

-¿Sé quién es? – preguntó cauteloso, su mente estaba viajando, y antes de subirse al tren de su locura, quería asegurarse de lo que su mente suponía.

-Tal vez… - contestó con lo mismo que él a la pregunta que ya tenía una respuesta. Vegeta asintió, sin deseos de romper lo que tenía ahora con más preguntas estúpidas. Sintió la mano de Goku apretarse más de la cuenta, al mismo tiempo que este se detenía por completo. –Vegeta, tu… - rascó su nuca, mientras su mente luchaba nuevamente, sin obtener un vencedor.

Llegó a la conclusión de que no había palabras, así que regresó su atención al chico frente a él. ¿Por qué no podía ser egoísta y ya? ¿Por qué no besaba y tocaba como siempre? ¡¿Por qué no podía hacer las cosas sin pensar?! Le importaba tanto lo que el joven pensara, más de lo que le gustaría en realidad. Lo tomó por los hombros soltando finalmente su agarre. ¿Por qué es tan difícil? Se preguntó, sintiendo sus extremidades temblar y su corazón agitarse. Era como si no hubiera besado antes. Acercó su rostro, y agradeció internamente de que el menor no se alejara, de hecho permaneció en su sitio sin problemas.

No estaba seguro si debía decir algo más o no, no entendía tampoco por qué estaba pensando tanto, ni por qué lo estaba haciendo después de haber prometido alejarse. Tocó su frente con la de él, cerrando los ojos y suspirando fuerte el aroma de las flores y el rocío, combinado con la dulzura natural del otro. Era una fragancia extraordinaria. Colocó finalmente sus labios sobre los del otro, sintiendo la calidez, la textura, no quería romper eso, la delicadeza de ese acto. No quería manchar con sus actos bizarros lo puro de aquella sensación. Un trueno se escuchó a lo lejos, y antes de que pudieran darse cuenta, la lluvia arremetió contra ellos en un segundo.

Se separaron gentilmente, sintiendo ese frío cayendo sobre sus rostros cálidos. –Goku…- comenzó Vegeta, dispuesto a soltar todo lo que atravesaba su mente en ese instante.

-¡Demonios! ¡Vamos a casa! – exclamó Goku interrumpiendo al otro, en realidad, ni siquiera escuchó aquel susurro. Miró al cielo como si fuera a comprobar que llovía. -¡Ven corre! – lo tomó de la mano, pero Vegeta permaneció en su lugar.

-No puedo correr, ¿Lo olvidas? – dijo señalando su pie apenas podía avanzar lentamente.

-¡¿Qué?! ¡Nos vamos a empapar aquí! – miró alrededor, como si buscara un refugio o pensara muy rápido. -¡Ya se! – colocó una rodilla en el piso, dándole la espalda al otro, levantando sus manos hacia atrás. -¡Sube! – dijo sonriendo.

-¡Estas muy loco si crees que voy a hacer eso! – replicó Vegeta, sintiéndose más estúpido que nunca. -¡No voy a subir en tu espalda! – declaró, comenzando a dar breves pasos. –Caminaré…- agregó decidido.

-¡Vamos Vegeta! ¡Tardaremos el doble de tiempo en llegar a ese paso! ¡Sube de una vez! – insistió. - ¡Vamos a enfermarnos bajo la tormenta! –

-Peso mucho, no me aguantarías…- murmuró avergonzado.

-¡Eres pequeño! Además, no me subestimes, sé bien lo que puedo y no puedo cargar…- sonrió para terminar de convencer al otro, quien, a regañadientes, aceptó, después de todo Goku tenía razón.

Enredó con fuerza sus brazos alrededor del cuello del otro, mientras sentía unas manos enredándose en sus piernas y tirando de él. Si, ya no se sentía estúpido, ahora estaba muy seguro de que lo era y no solo lo aparentaba. ¿Qué se suponía que estaba haciendo? ¿Qué se suponía que había sido eso? ¿Otra broma? ¿Otro juego? ¿Qué era lo que pensaba Goku al llevarlo ahí? ¿Qué era esto para él?

Decidió abandonar las preguntas en ese momento, pues no tenía cabeza para contestarlas o enfrentarlas, no ahora que avanzaba siendo cargado por la causa de sus dolores de cabeza. Decidió, en cambio, disfrutar la extraña situación, no sabía si maldecir o bendecir que le doliera el tobillo, ahora estaba metido en todo esto. Sentía el calor emanando de Goku, una sensación que era diferente a cualquier calidez corporal, tal vez era su mente enloqueciendo, o quizá era su corazón obligándose a imaginar cosas, pero ese calor era distinto, era especial.

Recargó su rostro en el cuello, mirando como cada gota caía sobre los mechones azabaches, deslizándose y desapareciendo en algún punto de su vista. Apretó levemente sus manos envolviendo aquel cuerpo, que se meneaba con delicadeza a cada paso por el sendero, ¿Era real? Por qué se sentía real, y si no lo era deseaba poder quedarse en ese sueño por siempre. Sueño. Repentinamente sintió ganas de dormir, ahí, con ese vaivén acompasado, ese olor, esa textura, ese recuerdo tan fresco, aun sentía la sensación en sus labios. La lluvia parecía arrullar. Su vida era un completo caos, emocional, financiero, social, pero de nuevo decidió dejar su mente en blanco solo por ese momento. Parecía que todo está bien, incluso sabiendo que quizá ese mismo día debía enfrentar a sus demonios.

-Mira… esperemos ahí hasta que pase la lluvia…- indicó Goku, sobresaltando un poco al otro, quien alzó la cabeza para mirar. Había una pequeña choza al lado del camino, era el realdad un lugar para ofrendas, donde una pequeña estatua del dios del bosque y prosperidad tallada en piedra permanecía inerte bajó ese techo. –Por favor, permítenos quedarnos aquí hasta que pase la tormenta…- pidió Goku inclinándose un poco, mientras bajaba a Vegeta a un lado.

Ambos se refugiaron debajo, sentándose improvisadamente en el suelo seco. Vegeta pensó en decir lo que tenía que decir, pero el momento era muy bueno en silencio, sentía algo de miedo aún, así que permaneció en silencio, observando la lluvia caer y resbalar a través de las ramas verdes de la naturaleza. Recargó, discretamente, su cabeza en el hombro ajeno, como deseaba poder perderse por siempre en ese momento.

Goku se recargó en la piedra que sostenía al tótem, sintiendo la cabeza de Vegeta cada vez más pesada sobre sí. Miró por el rabillo de su ojo, quedando extrañado, pues parecía que estaba dormido, quizá había sido muy agotador el viaje, o tal vez le dolía demasiado el pie. Cual fuera el asunto, se sentía bien. Vino a su mente él mismo, cuando paseaba con sus padres en el campo y se dormía cuando su papá lo cargaba de regreso a casa. Soltó una leve risita ante el parentesco, pero luego la deshizo, atormentando por el recuerdo de la última vez que estuvo solo en ese campo.

------

-¡Goku!- Escuchó el grito de su hermana a lo lejos, encogiéndose más en su lugar, aferrándose a sus rodillas y confiando en que la maleza fuese lo suficientemente grande como para cubrirlo. -¡Goku! ¡¿Dónde estás?! – la escuchó más cerca, y clavó su rostro en el compás de sus rodillas.

Pasaron un par de minutos en los que el silencio volvió a reinar, pero otro grito con su nombre le informó que la chica definitivamente no se daría por vencida, estaba cada vez más cerca. Pensó en seguir corriendo, perderse entre el bosque, los matorrales, cualquier sitio era bueno, pero sentía que ya no podía hacerlo más, llevaba toda la mañana huyendo, estaba sediento y hambriento, cansado y triste, muy triste, quizá era eso lo que le robaba las fuerzas a su joven cuerpo.

-¡Goku! ¡Al fin te encontré! – Alzó la mirada velozmente, mostrando unos ojos asustados y suplicantes. -¡Te he estado buscando toda la mañana! – agregó entre furiosa y aliviada, por su mente habían pasado cosas horribles, y definitivamente no quería acabar sola y con más dolor en su corazón.

-¡No quiero, Chi! – protestó de inmediato, aferrándose de nuevo a sus rodillas y comenzando a llorar sin poder evitarlo.

-Goku, escúchame, tenemos que irnos…-

-¡No quiero! ¡No quiero! ¡No me voy a ir! – comenzó a gritar descontroladamente, para luego tomar grandes suspiros necesarios para su llanto.

-Entiende que tenemos que irnos, Irie-Kun nos está esperando – dijo ella, tratando de razonar con el chico.

-¡Pero yo no quiero irme con él! ¡Ni siquiera lo conozco! –exclamó, mostrando de nuevo su desesperación en sus ojos atascados de lágrimas. -¡Dijo que vendría y no lo hizo! – argumentó y Chi-Chi soltó un leve suspiro.

-Lo sé, dijo que vendría para cuando enterramos a papá y mamá, pero… llamó diciendo que de verdad tenía un trabajo importante que hacer… se disculpó por eso…- explicó, tratando de darse consuelo ella misma.

-¿Tu lo quieres, Chi? ¿Quieres irte de aquí? – cuestionó, y la niña mostro una mueca de dolor ante aquello.

-Sabes bien que no. – respondió con voz calmada.

-¡Entonces hay que quedarnos! Por favor Chi, no quiero irme…- suplicó, acababa de perder a sus padres, perder su casa, su lugar, su vida entera ahora, sus recuerdos y las murusas de momentos felices, era como pedirle que muriera.

-No lo entiendes Goku, no es tan fácil…- dijo ella, sin saber cómo hacerlo entender.

-¿Por qué no? ¡Sólo es cuestión de que tú quieras! – Chi-Chi negó con la cabeza, y en sus propios ojos comenzaron a brotar lágrimas.

-No Goku, ni tu ni yo somos mayores aun… no podemos valernos de nosotros mismos, solo… solo somos niños…- el pequeño negó, sonriendo levemente esperanzado.

-¡Yo podría trabajar! ¡Yo cuidaría la casa, y a ti! ¡No es necesario que nos vayamos! – Chi-Chi lo tomó por los hombros, tratando de retener lágrimas.

-¡¿Qué no entiendes?! ¡Eso no se puede! ¡Si no nos vamos con Irie nos van a meter a un orfanatorio! ¿Eso quieres? – Goku abrió los ojos al tope, comprendiendo hasta ese momento la gravedad del asunto. Chi-Chi, descontrolada por las emociones, tomó a su hermano por los hombros, sacudiéndolo mientras lo miraba borroso por el llanto. -¡Somos huérfanos, Goku! ¡Huérfanos! ¡No tenemos nada! Lo último que me queda eres tú, si nos quedamos aquí nos van a separar y jamás volveré a verte…- la idea cayó en lo más profundo de los dos, sintiendo como algo en sus corazones se moría al escuchar aquello. Eran huérfanos. –Tenemos que ser fuertes Goku, tenemos que luchar ahora que mamá y papá ya no están más… te prometo que te voy a cuidar… por siempre… pero necesito que me ayudes en esto… ¿De acuerdo? – El niño ya no tenía nada más que protestar o reclamar. La vida se le había ido entre los dedos en menos de una semana.

Se pusieron de pie, avanzando de la mano hasta regresar a casa, en donde las maletas ya esperaban en la entrada de la casa. Las tomaron, andando a la estación del tren a pie, mirando cada dos segundos atrás, preguntándose en qué momento podría volver a casa. Chi-Chi había memorizado bien la ruta que debían tomar, así que abordaron un tren de cuatro horas a la ciudad. La pobre chica estaba preocupada, de un momento a otro la responsabilidad de ella y de su hermano un año y medio menor caía sobre sus hombros y no sabía cómo enfrentar aquello. Era madre a sus once. Así lo sentía, Goku no tenía por qué sufrir o padecer si ella continuaba ahí, no importaba cuanto le costara, lo protegería.

El tren llegó hasta la estación, y los dos niños tuvieron que atravesar la ciudad, temerosos, pero para su suerte la chica tenía buen sentido de orientación, encontrando el edificio indicado en la dirección. En el fondo se preguntaba qué clase de hombre era, capaz de enviar dos niños a su suerte a buscar su departamento en medio de la ciudad, la cual por supuesto, no conocían. Pero decidió no pensar en lo descortés ni peligroso que eso era, ya era mucho pedir que los recibiera en su vida, a los dos, siendo apenas un joven. No estaba muy segura de que era, decía ser su primo materno, pero no conocía a la familia de ese lado, así que todo era una posibilidad.

Llegaron al quinto piso, en donde se encontraba el apartamento de Irie, marcando el número ocho sobre su puerta de madera. Goku iba malhumorado e indispuesto, pero mostraba en su cara amabilidad, una que disfrazaba la resignación y la infelicidad. Chi-Chi tocó a la puerta, y pronto un joven de unos 24 años abrió, sonriendo levemente al mirarlos en la entrada.

-Los estaba esperando, adelante…- indicó, dando paso a los dos chicos. –De nuevo, pido una disculpa por no asistir al funeral, pero mi trabajo es muy exigente…- explicó, pero a los dos pequeños pareció no importarles. –Mi nombre es Irie kotoko, soy su primo segundo. Es decepcionante saber que nadie quiso hacerse responsable, pero no se preocupen, no planeo dejarlos solos…- dijo amablemente, mientras ambos se sentían raros, ni siquiera compartían apellidos.

Goku miró al alto hombre, su cabello plateado y largo con sus ojos grises combinaban con su blanca piel, luciendo algo flaco, o quizá era por la camisa holgada de vestir banca y desabotonada que traía puesta, fajada en unos pantalones negros terminando por mostrar unos zapatos relucientes. Parecía un hombre de negocios, un poco joven, pero al final alguien serio. Goku pensó en que quizá era un buen hombre, hasta que sus ojos grises y brillantes lo miraron directamente a él.

Irie sonrió gentil, pero Goku se quedó frío, había algo en su mirada, algo extraño, algo que le daba miedo y lo hacía querer odiarlo. El joven al final giró su mirada a su hermana, dedicando una amplia sonrisa. –Vengan, les mostraré sus habitaciones…- indicó, y la mayor asintió débilmente, comenzando a seguir al mayor.

Era un departamento, pero era para gente rica e importante, así que en el interior había una planta alta dentro del alto y enorme lugar, alcanzaba a ver abajo una sala, una cocina y comedor, un baño y un cuarto debajo de las escaleras. Desde el piso de abajo se apreciaban a la perfección las habitaciones de arriba, cuatro puertas a lo largo de un pasillo, este, rodeado de barandales que asomaban a las dos escaleras, una de cada lado del recibidor. Subieron por una de ellas, la más próxima, siguiendo silenciosamente al muchacho.

-Este será tu cuarto, Chi-Chi…- indicó, abriendo la última puerta de la izquierda. –Espero te sientas cómoda…- agregó, entrando en la habitación y dando paso a que los dos chicos hicieran lo mismo. En el cuarto solo había una cama mediana, un mueble al lado de esta y un ropero de madera al lado de una pequeña ventana.

-Es perfecta, aquí podremos quedarnos Goku y yo…- comentó ella, dejando su maleta al lado de la puerta.

-Claro que no, Goku se quedará en la habitación de al lado – Respondió Irie en un tono ofendido.

-No es necesario, no queremos ser una molestia, los dos podemos quedarnos aquí – sonrió forzadamente, mirando al hombre fijamente.

-No son molestia, linda, si los traje conmigo, es porque no quiero que no pasen necesidades ni por escases, yo quiero que se sientan cómodos, ahora esta es su casa. Además, yo no ocupo ninguno de estos dos cuartos, y si cabemos bien, entonces no veo por qué los dos tienen que quedarse en un espacio tan reducido – Sus palabras se oían sinceras, mezcladas con ese tono amable y elegante. Chi-Chi asintió sonriendo de lado, Irie le inspiraba ese algo que hacía tan poco había perdido, pero el pequeño Goku seguía sin estar convencido.

-De acuerdo…- dijo ella bajando la mirada.

-Bien, este de acá…- indicó saliendo al pasillo y abriendo la siguiente puerta. –Es tu cuarto Goku, justo al lado del mío…- sonrió señalando la puerta contigua. –El baño se encuentra al fondo, en la última puerta…- dijo refiriéndose a la puerta marrón del fondo.

-Gracias, creo que desempacaremos – Irie asintió ante las palabras de Chi-Chi, mirando nuevamente a los chicos.

-Por desgracia mi trabajo es muy complicado, así que paso la mayor parte del día en mi cubículo, bueno, jeje, en el pequeño cuarto bajo la escalera… pero espero darme un tiempo para estar con ustedes, estoy seguro de que le darán un poco de color a mi vida aburrida…- expresó, y la chica asintió brevemente. –En fin, siéntanse cómodos, recuerden, este ahora es su nuevo hogar…- finalizó, dándose la vuelta y descendiendo por las escaleras.

-¿Un nuevo hogar? – dijo Goku con molestia, clavando su mirada en su hermana. –Éste jamás será mi hogar… ese tipo no me gusta…- agregó enfadado, frunciendo el ceño en un puchero.

-¡Goku! ¿Por qué dices eso? Irie-Kun está siendo muy amable y muy bondadoso con nosotros, así que debemos agradecer, y aunque no te guste este es nuestro hogar ahora, así que debemos comportarnos como se debe, vas a ser amable con él, ¿de acuerdo? – Reprendió, y el niño bajó la mirada, asintiendo levemente. Chi-Chi le tomó la mano, y ambos fueron a acomodarse en sus nuevas habitaciones.

El siguiente mes transcurrió tranquilo para todos, Irie trabajaba toda la noche, así que se levantaba entrando el medio día, para esto, Chi-Chi ya tenía preparado el desayuno y había limpiado ya la planta baja y ordenando las habitaciones de ellos. El joven trabajador insistía en que no era necesario, que él podía cocinar y que la chica de la limpieza visitaba su casa cada viernes en la tarde. Pero Chi-Chi insistía, pues sentía que de alguna manera debía ayudar y ganarse lo que ella y su hermano comían y vivían. Era su manera de dar las gracias.

Como después del desayuno Irie volvía al cuarto de las escaleras hasta la hora de la comida y se encerraba de nuevo hasta la madrugada, Goku podía pasearse por la casa, algo incómodo, pero llegó el momento en que se vio acostumbrado a sentarse y mirar la tele todo el día. Le parecía bien no tener contacto con ese hombre, pero incluso en las comidas, el único momento en donde los tres se reunían, podía sentir sus afilados ojos claros clavarse en su persona, sentía que cada movimiento que hacía era captado por el mayor. Pero de ahí en fuera, todo parecía ir bien, hasta ese momento.

-Tengo una buena noticia para ustedes, niños…- comenzó Irie, mientras se sentaba a la mesa a acompañarlos en la comida. –He hablado con unos amigos, y me ayudaron con esta situación, a partir del siguiente lunes entrarán a la escuela…- A Chi-Chi casi se le caen los platos que llevaba en las manos, y Goku solo se quedó frío en su lugar.

-¡¿Qué?! ¡¿Es en serio?! ¿A mitad de año? – inquirió la niña, dejando los platos en su lugar.

-¡Sí! Díganme, ¿Qué les parece? – preguntó, y Chi-Chi lo miró con los ojos brillantes a punto de contestar con una exclamación de gusto.

-No es necesario que vayamos…- se adelantó Goku a responder, recibiendo una mirada desaprobatoria de su hermana.

-¿Pero qué dices, Goku? Son unos niños y es mi deber mandarlos a estudiar, ¿o es que no quieres ser alguien en la vida? – preguntó, colocando una mano en el hombro del muchacho, quien se revolvió incómodo ante el contacto.

-No le hagas caso a Goku, es perfecto, ¡Muchas gracias Irie-Kun! – dijo alegre Chi ante el silencio de su hermano, avanzando hasta abrazar al chico. Él la miró, sacudiendo sus cabellos lacios, y ante ese gesto, Chi-Chi se sonrojó inevitablemente. Goku quiso estallar en vómito, pero solo gruñó, abandonando la mesa en ese momento y marchándose de inmediato a su habitación.

[…]

-Él es su nuevo compañero, así que espero que se lleven bien, sean amables…- dijo la maestra, y todos los niños contestaron con un alargado “si”. -Mira Goku, hay un lugar allá…- señaló una de las últimas bancas, y el niño se movió a través del salón sin mirar a nadie, por alguna razón sentía miradas incomodas sobre sí, como si fuera portador de la peor de las enfermedades, además de percibir algunos murmullos que contenían su nombre.

Las clases pasaron lentas para el chico, no comprendía nada y se sentía perdido en medio de un montón de desconocidos, se sentía más solo que jamás en su vida. La campana para el receso sonó, dando un largo suspiro, agradeciendo por fin un descanso ante tantas cosas sin sentido.

-Oye niño, ¿es cierto que vienes del campo? – preguntó una niña a su lado, inmediatamente después de que el maestro salió.

-No le hables Kirkia, podría contagiarte los piojos y las pulgas…- dijo otra, mirando al chico con el peor de los desprecios.

-¿Qué haces aquí en Tokio entonces? Si no eres más que un campesino – Uno de los chicos habló, dejando caer cada palabra con un tenebroso toque de malicia.

-¿No lo sabes? Sus papás se murieron, ahora vive aquí en Tokio con un familiar – Goku alzó la vista enrabietado, buscando a la dueña de esa voz que se atrevía a divulgar esos asuntos.

-¡¿Eres un huérfano?! ¿Un huérfano campesino? – soltó uno de ellos, para luego estallar en carcajadas.

-¡Con razón te ves tan raro! –Goku ya no distinguía las voces, mirando de un lado a otro con miedo y desconcierto.

-Sí, además eres un enano, ¿Cómo es que tienes diez años y luces tan bajo? –

-¡Quizá su mamá se murió antes de darle de comer! ¡Por eso no creció!-

-No sé cómo admiten personas así, deberías volver a tu pueblito –

-Apuesto a que no sabe leer –

-¡Eres un huérfano! ¡Apuesto a que nadie te quiere! – ese comentario fue doloroso, obligando a Goku a bajar la mirada.

-¡Ni tus gallinas te quieren, Campesino! –

-¡Campesino! ¡Campesino! ¡Campesino! ¡Campesino! –comenzaron a gritar al unísono, acorralándolo en su sitio al final de la fila. Miró con desconcierto sus manos, mientras sentía su cuerpo temblar.

Pero algo latió dentro de él, algo que se añadía a cada nueva palabra, y a cada frase repetida. Su frente se hundió, y sus ojos no mostraron más miedo, se fueron llenando de sustancia oscura, era odio, rencor, furia, hacía todos, hacia el mundo, hacia la vida, hacia lo injusto que le había arrebatado sus padres. Lo odiaba casi todo.

[…]

-¡Por favor! Irie-Kun…- suplicó su hermana nuevamente, mientras él observaba sentado desde la escalera la escena situada en la sala, lugar donde pocas veces se miraba al chico de cabello plata.

-No le veo el caso, Chi, ¿Para qué quieres hacer algo como eso? ¿Necesitas algo? – a Goku le hervía la sangre que el tipo se refiriera a su hermana por su diminutivo, pero como siempre, guardó su ira.

-No, no es eso, es que… me siento inútil, no siento justo que estemos viviendo de ti, por favor, déjame ayudar, necesito saber que estoy haciendo algo por mi hermano y por mí…- explicó, y el chico suspiró, pensándoselo unos momentos.

-Comprendo tu situación… haré lo que pueda… ¿de acuerdo? – ella sonrió, abrazándolo como ya se le había hecho costumbre. Irie se levantó, andando con paso lento de regreso a su cuarto especial, pasando frente al recibidor y dedicándole una leve sonrisa a Goku, la cual por supuesto no fue correspondida. Chi-Chi comenzó a subir las escaleras por ese lado, luciendo algo emocionada. Justo cuando pasó al lado del menor, este la detuvo tomándola por el tobillo.

-¿Lo amas? – cuestionó inesperadamente, y Chi-Chi se quedó helada ante esa repentina pregunta.

-¿De qué… estás hablando? – dijo nerviosa, mirando a su hermanito desde arriba.

-Te he visto, tus ojos miran diferente cuando lo ves… ¿Lo amas? – Chi-Chi se sonrojó, bajando la mirada y evitando mirarlo. –Ya veo… ¿Has olvidado a papá y mamá? –

-¡Eso jamás! – exclamó ofendida.

-¿Estas feliz de que ellos hayan muerto? – inquirió, mostrando esos ojos cargados de ´negro´ que no eran propios de un niño de su edad.

-¡No digas estupideces, Goku! ¡Eso nunca! ¡¿Por qué preguntas algo así?! – gritó exaltada, mirando con desdén al menor.

-Porque si ellos no hubieran muerto, jamás habríamos venido aquí…- la chica enmudeció un instante, reflexionando las cosas en su cabeza.

-Que yo quiera a Irie-Kun no tiene nada que ver con que papá y mamá hayan muerto, si estimo a Irie es porque se lo ha sabido ganar, y por qué se lo merece…- respondió, quitándose su agarre de la pierna y avanzando en dirección a su habitación.

[…]

-Chi-Chi, tengo buenas noticias para ti…- anunció Irie entrando al comedor por la tarde. –He conseguido un trabajo para ti – Goku gruñó, apretando el rostro ante aquello.

-¡¿De verdad?! ¡Que emoción! ¡¿En dónde?! – dijo ella saltando y colocándose en la silla al lado de él.

-Bueno, como insistías tanto encontré uno fácil para alguien como tú, recuerda que estas estudiando y no quiero que te distraigas – ella asintió, mostrando una sonrisa. –Es en el departamento de abajo, el número tres, hablé con Rita, ella tiene un niño pequeño y a veces necesita ayuda, me dijo que contrataría una nana, pero te ofrecí, a medio tiempo, claro, y aceptó después de que le conté tu situación…- Chi-Chi gritó de emoción, y Goku maldijo para sus adentros que su hermana fuera tan testaruda. ¿Qué pretendía con tener un trabajo? Solo era pérdida de tiempo.

-Muchas gracias…- dijo ella, parecía feliz, y el menor se sorprendió de lo fácil que había resultado para ella recuperar su vida. Llevaban dos meses yendo a la escuela, le iba bien, quería trabajar y estaba enamorada de ese tipo. ¿Qué rayos tenía esa mujer en la cabeza? Se levantó de golpe, sin haber probado ni un bocado de su comida.

-¿A dónde vas, Goku? – preguntó Irie cortésmente, y Goku frunció ante esa voz que tanto le molestaba.

-Se me ha ido el hambre – respondió secamente, continuando con su camino a las escaleras.

-Debes comer, podrías enfermarte…- recomendó él, y Goku sintió coraje en esas palabras, a pesar de que estaban dichas con una coz muy suave, era como si disimulara sus palabras, algo ocultaba en ellas.

-Podría…- dijo con desdén, subiendo velozmente hacía su habitación.

[…]

Llevaban tres semanas desde que su hermana había comenzado a trabaja. Todos los días llegaba de la escuela, hacia unos pocos deberes y se marchaba al número tres, cuidaba un niño de unos dos años, en realidad no sonaba a un gran trabajo, pero la hacía sentir útil y autosuficiente. Para Goku fue algo difícil, no hablaba con nadie desde entonces, pues Chi-Chi llegaba ya muy tarde y se encerraba en su cuarto a hacer los deberes de la escuela, o charlaba un rato con Irie durante la cena, así que perdió contacto humano.

En la escuela nadie le hablaba, y así estaba mejor, no quería tener que acudir a la agresividad. Por otro lado, se veía obligado a ver a Irie todos los días, pues desde que Chi se ausentaba, él se encargaba de cocinar y de algunas cosas del hogar. Siempre sentía los ojos de este sobre si, y esa incomodidad creciente en su presencia, una que al parecer solo él percibía. Sus conversaciones solo iban de un ´hola´ o ´buenos días´ y ´buenas tardes´ no estaba deseoso de acercarse mucho a él, pero a Irie le gustaba insistir.

-Dime Goku, ¿Has hecho amigos? – preguntó cuándo los dos compartían la mesa. El chico negó, sin quitar la vista de su comida. - ¿No? ¿Y eso por qué? – Goku se encogió de hombros, quitándole importancia al asunto.

-Todos son unos estúpidos…- murmuró, dando una mordida a su carne.

-¿Estúpidos? ¿Por eso no les hablas? – El chico, obviamente, no estaba dispuesto a discutir eso con él, así que asintió sin más. –Y dime… ¿Acaso yo soy un estúpido? – la pregunta tomó desprevenido a Goku, quien pasó rápidamente y levantó la mirada extrañada.

-Pues… supongo que no…- respondió lentamente, volviendo sus ojos de nuevo a su tazón.

-Entonces dime, ¿Por qué no me hablas? – inquirió, y el menor no sabía cómo responder a eso.

-No lo sé… tu… no lo sé…- sintió el sabor de su comida descomponerse con esa conversación, se le acababa de ir el apetito. –Me voy, tengo tarea…- se excusó, bajándose de la mesa y dándose la vuelta de inmediato.

-¿No terminarás tu plato? – esta vez la voz no sonó ni buena ni amable, en realidad sonaba impaciente y molesta.

-No tengo más hambre – se limitó a contestar, sin siquiera detener su camino.

-Espera Goku – dijo, y el chico se frenó al pie de las escaleras, girando para verlo. -¿Qué te parece si me ayudas en algo? Son cosas del trabajo, así podríamos, conocernos mejor… ¿Qué dices? – Goku frunció el ceño ante aquello, estando a segundos de negarse, pero algo dentro de él sintió esa culpa, o agradecimiento y reciprocidad que Chi-Chi desbordaba a diario.

-¿Qué cosa es? – cuestionó sin moverse de su sitio, siguiendo con la mirada al joven, quien levantaba la mesa, mostrando un rostro sin expresión. Se veía algo molesto, seguro era porque él no había comido todo, o porque siempre se portaba grosero e indiferente. Sintió algo de arrepentimiento.

-No es difícil, por favor, ¿me ayudarías? Además, me siento muy solo, después podría yo ayudarte con tu tarea, prometí que pasaría tiempo con ustedes…- era extraño su cambio de humor y tema, pues sonrió, algo forzado, pero Goku reiteró las mismas razones. Vaya que necesitaba ayuda con la tarea, además, Irie se veía bueno genuinamente, debía sentirse muy solo ahí dentro, además, desde el principio había querido hacerse su amigo, quizá lo estaba juzgando mal.

-Bien, de acuerdo…- el mayor sonrió, avanzando a su ´despacho´ después de dejar los platos en su lugar.

-Sígueme, espero no se aburrido, mi trabajo contiene muchos números…- abrió la puerta del lugar, ese lugar que Goku jamás había visto. Quiso caminar, pero un escalofrío recorrió su cuerpo con sólo quedarse en la entrada. Irie se movió al fondo del cuarto, el cual estaba en penumbras y apenas notaba su alta figura detrás de un escritorio. –Adelante… no tengas miedo…- dijo con su gruesa y maliciosa voz, sin embargo, si instinto le decía todo lo contrario. No podía verlo, pero sabía que lo observaba, y dentro de sí mismo, algo le decía que las cosas no andaban bien.

------------------

Abrió los ojos alarmado, no se dio cuenta en qué momento se quedó dormido también. Miró a su alrededor, la lluvia se había calmado y ahora solo soplaba un viento gélido. Observó a su lado, Vegeta aún descansaba en su hombro, durmiendo plácidamente. NO sabía qué hora era, además el sol se escondía tras las nubes haciendo imposible calcular su trayectoria, pero tenía mucha hambre, seguramente habían pasado mucho tiempo ahí.

-Vegeta… andando… es tarde…- susurró despacio, moviendo al mencionado levemente.

-¿Qué? ¿Cuánto tiempo pasó? – preguntó, recorriendo el sitio con la mirada.

-No lo sé, pero de seguro mucho, regresemos a casa…- indicó, y ambos se levantaron, recorriendo el lugar velozmente, guardando silencio durante todo el trayecto, cada uno, sumergido en sus propias cavilaciones.

Entraron en el lugar, y Vegeta casi corre a la cocina a preparar algo, también tenía mucha hambre. Alimentó a Sakamoto, y pronto sirvió dos platos en la mesa. Goku se sentó a su lado, extrañamente callado, haciendo que se preguntara interiormente el por qué. Se imaginaba que probablemente era por lo que había sucedido ese mismo día, ese error que había permitido que ocurriera. Sí, quizá Goku lo tomaba de la misma manera. No había más que una manera de saberlo.

En el fondo sentía miedo de enfrentarse a eso. A la situación. Tenía miedo de lo que él pudiera decir, y de lo que Goku fuera a decir. Pero debía enfrentar la situación, afrontarla con madurez y expresar lo que pensaba, a esa conclusión que había llegado durante la noche anterior, esa que costaba, pero, las decisiones más difíciles siempre eran las mejores, ¿No?

-Oye Goku, durante la discusión con Chi-Chi…- dijo, tratando de no ir directamente al tema, no le gustaban los rodeos, pero en realidad también guardaba algo de curiosidad. –Tu… dijiste algo interesante…- el otro frunció el ceño, dejando un momento su comida.

-No quiero hablar de eso…- declaró con tono seco, llevándose más a la boca.

-Aunque no quieras, hay muchas cosas que tenemos que enfrentar, ahora – Goku gruñó, comenzando a comer el resto velozmente.

-Cuando Videl me llamó campesino, tú dijiste que no lo era, ¿Qué te hizo cambiar de opinión? O… ¿Por qué me lo decías entonces? – Goku soltó un suspiro, mientras ajenas voces de niños comenzaban a repetir esa palabra hacia su persona, sonando como un recuerdo bastante fresco.

-Jamás lo pensé de ti en realidad, sólo, estaba seguro de que era una palabra que dolía…- respondió, y sabía que dolía por experiencia propia, había cavado un gran hueco en su corazón.

-¿Por qué lo hacías? ¿Por qué ese afán de lastimar? – le entró la curiosidad, y Goku volteó el rostro, torciendo la boca y tomándose unos segundos para responder.

-No lo sé, está en mí, supongo, en algún momento, tomé la idea de querer ser alguien superior, de querer aplastar antes de que alguien lo haga conmigo… - la respuesta era dura de decir, y no quería mover nada en su mente.

-Comprendo – musitó el otro, mirando su plato vacío. –Goku, si yo no te hubiese encontrado con Trunks… ¿jamás te habrías acercado a mí? ¿Yo no habría dejado de ser ese campesino? – De pronto Goku ya no tenía deseos de contestar, así que se levantó de la mesa, caminando apresuradamente a la sala.

-Espera, no puedes huir así…- dijo Vegeta, poniéndose de pie y siguiéndolo. Goku llegó y se sentó en el sofá, encendiendo la televisión de inmediato. –Respóndeme – pidió, interponiéndose entre él y el aparato.

-No estoy para esto ¿Qué importa ahora? – gruñó, mirándolo con dureza.

-Importa, porque tengo mucho que decirte…- apagó la televisión, quedándose de pie frente a un exasperado Goku.

–No lo sé…- admitió, pasando una mano por su cabeza. -¿Qué caso tiene ahora? – reiteró su pregunta, mirando a Vegeta con algo de enfado.

-Bueno, me preguntó en primer lugar, ¿Por qué te acercaste? ¿Sólo para mantener mi boca cerrada? Sabes que eso ya no tiene caso ahora ¿verdad? En realidad, no hacía falta desde el principio – Goku se recargó en el respaldo, apretando los labios mientras meditaba una respuesta.

-Sí, al principio sí, pero sé que después ya no era necesario…- volvió a admitir, centrando nuevamente sus miradas.

-Dime una cosa Goku, ¿Qué hago aquí? – la pregunta era extraña, no sabía a qué de todo se refería. -¿Soy tu amigo? -¿Soy tu amigo? ¿Soy tu amante? ¿Soy un juego? ¿O soy un vago, un experimento con cual divertirse? – los ojos de Goku se abrieron grandes, ¿qué clase de pregunta era esa?

Abrió los labios para contestar de inmediato, pero se encontró con la sorpresa de que ni él mismo conocía la respuesta. –Tu, tu eres… tu…- se sintió estúpido ante aquello, y Vegeta endureció el rostro en disgusto.

-Eso me imaginé…- dijo con desdé, cruzándose de brazos pensativo. –Dime, cuando me besaste hoy, ¿Qué pensabas? ¿Qué buscas? – su cabeza era un lío, no tenía las palabras para expresarlo.

-Yo… no lo sé…- repitió su misma frase.

-No lo sabes, ya veo. Sé que no me amas, incluso dudo que me quieras, ¿Es que te gusto acaso? – Goku se sorprendió de la manera en la que Vegeta estaba enfrentando las cosas, tan directamente que daba miedo, más cuando él era el fuerte.

-Pues… sí… tú me gustas, yo…- no sabía que decir, ¿Cómo explicar que se estaba ahogando en su propio juego y estaba hundido hasta las narices?

-Dime una cosa, ¿Qué significa eso para ti? – nueva pregunta con la que no podía lidiar. ¿Todo? ¿Nada? ¿Cómo centrar sus sentimientos? ¿Cómo canalizar esa locura que carecía de cualquier sentido? ¿Cómo expresar su grado de importancia?

-No lo sé…- Imbécil. Era un completo imbécil por repetir de nuevo esa basura. Vegeta bajó la cabeza, dolido, ofendido, defraudado.

-Comprendo. Tú tienes una novia, y yo tengo la mía, ¿sabes? Tú hermana precisamente…- recalcó el punto, y Goku resintió cada palabra. –Así que yo no soy aquí más que tu invitado, ¿No? – concluyó, y el otro alzó la vista algo desesperado.

-Yo pretendía darte un hogar, uno lejos de todo eso, uno nuevo…- expresó sin saber cómo explicar lo inexplicable.

-¿Un nuevo hogar? ¿Cómo quieres algo como eso, Goku? ¡¿Cómo enredados en esta situación?! – cuestionó perdiendo un poco el control. –Hazme un favor Goku, no me compliques más las cosas... lo de hoy no se volverá a repetir… el siguiente mes me iré de aquí y no hay más… no cuando estoy siendo el más estúpido de los estúpidos, no quiero caer en un juego tan doloroso…- agregó, y sin más salió del cuarto, subiendo las escaleras a su habitación improvisada.

Goku apretó los dientes, recargando su frente en sus palmas, preguntándose por qué demonios no dijo nada más, porque no lo detuvo, porque no podía rogarle. Él era el verdadero estúpido en todo eso. Siempre metiéndose en cosas tontas, callándose como un imbécil. No era un juego para él, pero, ¿Entonces por qué lo hacía parecer así? Vegeta tenía razón, no era la manera correcta, ¡Nada de eso estaba siendo de la manera correcta! Se sentí sucio, y estúpido, ahogándose en su propio silencio. Y no era la primera vez.

--------

 –Adelante… no tengas miedo…- pisó ela superficie de ese cuarto, y el instinto le dijo que huyera y corriera en sentido contrario la más rápido que pudiera. Pero hizo exactamente lo contrario. Entró completamente, angostando la mirada para que sus ojos se acostumbraran a la oscuridad del lugar, distinguiendo con mayor detalle su alrededor.

No era un cuarto muy grande, había un escritorio atascado de papeles con una silla atrás, donde suponía Irie pasaba los días sentado, el escritorio tenía una computadora sobre él, había un sillón mediano frente al escritorio, alrededor del cuarto había pequeños muebles, suponía que guardaba cosas del trabajo allí también. Una puerta yacía en uno de los lados, imaginó que quizá era un baño personal, pero tardó un momento inspeccionando la puerta.

Un golpe detrás de él lo asustó, girándose para encontrarse con que Irie estaba tras él, recargado en la puerta la cual acababa de cerrar. Por inercia retrocedió, adentrándose más mientras el joven giraba el seguro, dejándolos encerrados ahí dentro. Goku quiso mantenerse tranquilo, pero el temblor se hizo presente, cuando, en medio de la oscuridad,  notó una sonrisa en el rostro de Irie. Lo malo fue que esa sonrisa no se asemejaba ni remotamente a la que siempre mostraba con su hermana y con el fuera de aquí.

-Lo que tienes que hacer es algo muy fácil, Goku…- dijo, con voz suave, dejando arrastrar cada palabra, la cual rebotaba por las paredes de la habitación.

-¿Qué… qué quieres? – no pudo evitar sonar agresivo, estaba tenso y sentía las manos sudorosas ante el nerviosismo.

-¿Qué manera de hablarle a tu tutor es esa? ¡No puedes morder la mano que te da de comer! – gritó, y Goku se crispó en su sitio, incluso vio imposible parpadear. –Estoy harto de tu comportamiento, Goku, trato de ser amable, bueno, comprensivo, su amigo… ¡Lo he intentado todo contigo carajo! ¡Arrastro a un par de mocosos a mi casa y los mal agradecidos se atreven a faltarme a mí! – Goku deseó arremeter contra eso, estaba de acuerdo con su comportamiento, pero su hermana no había hecho más que seguirlo como una tonta. -¿Por qué, Goku? Dímelo…- regresó al tono calmado, y al niño se le erizó el vello de la nuca.

–Tú… tú mirada… tú siempre me miras…- explicó entre balbuceos, e Irie soltó una leve risita, dando un paso que Goku retrocedió.

-Eso es porque eres interesante de ver…- el tono de voz era indescifrable, y sus expresiones volátiles, el menor no entendía nada. –Hay algo en ti Goku, que me gusta…- de nuevo esa sonrisa malévola, brillante y retorcida, escalofriante.

Goku deseó no haber escuchado eso, no sabía de qué hablaba o a que se refería, solo dio otro paso más atrás. -¿A que he venido? ¿Me vas a decir en que te voy a ayudar o puedo irme ya? – se atrevió a decir, juntando todo el valor de su persona.

-Otra vez con esa actitud, Goku, ¿lo ves? ¡¿Lo ves?! – exclamó de nuevo, pasando una mano por su cabello al intentar controlarse. –Alguien debería mostrarte una lección, enseñarte a respetar a los adultos…- regresó sus fríos ojos grises, como de lobo, al chico, recorriéndolo un par de veces antes de sonreír. -¿Yo no te gusto, Goku? – el pequeño apenas entendía lo básico, y este loco le preguntaba cosas tan fuera de lugar.

Negó con la cabeza, atragantándose con un “No” que pedía salir en un grito. Irie borró la sonrisa, comenzando a caminar pesadamente al chico, el menor retrocedió cada paso que el otro se movía en su dirección, pero sus talones dieron contra la pared, imposibilitado de seguir huyendo. Los ojos grises parecían brillar entre tanta oscuridad, era lo único que Goku podía ver, esas lámparas afiladas que lo veían como los ojos de un depredador, sin emociones, calculadores, enfermos.

-¿Sabes lo aburrido que es estar aquí? – la pregunta obviamente no requería respuesta, así que continuó con su discurso entre dientes apretados. –Tu tarea es simple Goku, vas a divertirme… ya no soporto más mirarte y no tocar…- dio una zancada hasta que estuvo enfrente, midiendo casi el triple del menor.

Goku, presó del pánico y de la idea que ya se formaba en su cabeza, intentó escapar, tratando de escabullirse entre sus piernas, pero Irie era rápido, y para su desgracia, fuerte. Lo tomó sin dificultad sometiéndolo contra su propio cuerpo. Goku gritó, removiéndose entre los brazos de él, tratando de zafarse y huir, pero el mayor lo sostuvo con más fuerza aún, y sin nada de delicadeza.

-Tranquilízate, mira el lado amable, te castigo por tu mal comportamiento, te enseño a respetarme y me entretienes al mismo tiempo… ¿No te parece una buena idea? – Sus palabras no fueron escuchadas, Goku solo oía los latidos acelerados de su corazón en su cabeza.

Irie lo tumbó en el sillón, acomodándose sobre él y acorralándolo sin dificultad. Sus labios, grandes y toscos a comparación con los del niño, recorrieron sin cuidado lo largo de su piel, mientras Goku se retorcía jadeando en pánico, lanzando manotazos indoloros, intentando una y otra vez quitárselo de encima y liberarse de esa prisión en la que estaba su cuerpo. Sintió la boca de Irie sobre la suya, y apretó los ojos y la boca en repulsión, pero el mayor presionó su quijada, y en nada, sintió invadida su cavidad por la lengua del otro. Era un acto bizarro, y Goku sintió ganas de vomitar por ese acto, pero las lágrimas y el miedo no se lo permitieron.

Por la visión borrosa y desesperada notó apenas cuando el joven comenzó a sacarse la ropa, tirando de la de él también, y aunque se aferró a ella en un abrazo propio, el otro era mucho más fuerte. Maldijo en ese momento ser débil, ser tan pequeño, ser tan estúpido. Sintió, con repulsión y con los jugos intestinales revolviéndose dentro de sí, las alargadas manos del mayor, palpando su piel como si tuviera un derecho, mientras sus esfuerzos y suplicas no servían de nada. Irie acarició con su rostro el pecho del niño, sujetándole las manos y haciendo toda la fuerza con sus caderas para que no huyera.

Tuvo que soportar más caricias, sintiendo el cuerpo desnudo del otro sobre el suyo, ahogado en la impotencia de estar ahí. Miró entonces, a través de las lágrimas, la hombría del otro, y su corazón se agitó, ya no había razón, su mente y sus pensamientos se dejaron guiar por el terror. ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo había terminado ahí? ¿Por qué las cosas seguían empeorando en lugar de mejorar? ¿Acaso lo merecía? ¿Acaso la justicia era mentira? ¿Dónde estaban aquellas deidades en ese momento? ¿Se fueron junto con sus padres?

Miles de preguntas paseaban por su mente sin control, ni siquiera podía escucharlas claramente, por la velocidad y por la manera en la que se agazapaban en sus pensamientos. Irie lo tomó de las muñecas, levantándolo con facilidad, y en realidad, ya no estaba luchando tanto como al principio, su mente estaba en shock y su cuerpo se quedaba paralizado. Lo tumbó bocabajo en el colchón, sosteniendo con una mano su cabeza para pegarla a la superficie, y con la otra sosteniendo sus caderas para mantenerlas alzadas.

Violó entonces su inocencia, destruyó su cordura y su dignidad al igual que hería su cuerpo. Goku perdió el aliento, y desgarró su garganta al gritar pidiendo ayuda, deseaba que su hermana apareciera y detuviera ese acto infame del que estaba siendo víctima, pero en el fondo sabía que eso no pasaría. Ella lo había abandonado también de alguna forma. Sintió sus pulmones doler, al igual que todo su vientre bajo y espalda, se sentía morir, del asco, la vergüenza, la impotencia y el dolor. Tanto físico como emocional. Era repugnante sentir a ese sujeto en medio de él. ¿Qué era él, su juguete? ¿Sin voz ni opinión? ¿Algo manejable y sin valor?

Mientras más se movía más clavaba su mano en la cabeza del chico, hundiéndola más en el sillón. Se estaba quedando sin aire, y la presión era mucha, pero por un momento vio que probablemente morir no sería tan malo, lo prefería a toda esa mierda que ahora era su vida. Por desgracia para él no murió, pero el tipo finalmente se quitó de él, dejándolo inmóvil, sin fuerzas y humillado sobre el sofá. Goku soltó a llorar, como el niño que era, abrazándose a sí mismo y hundiendo su rostro de nuevo en el asiento. Se sentía sucio, por las manos y actos de ese sujeto. ¿Por qué a él?

-Ha sido encantador, ¿Ya ves lo fácil que es ser buen niño? – dijo Irie mientras se vestía, mirando al niño que lloraba desconsolado hasta casi ahogarse por sus propias lágrimas. –Espero que con esto aprendas a respetarme, porque si no, tendré que darte otra lección…- rió con malicia, colocándose la camisa y abotonándola con cuidado. –Entiendes que no podemos decirle nada a tu hermana, ¿Verdad? Este será nuestro secreto, al menos, claro, que quieras que la castigue a ella también, aunque, no seré tan suave como contigo…- Goku escuchó, aunque parecía no hacerlo, su cerebro tenía un choque emocional. –Cierra la puerta cuando salgas y termines de llorar…- agregó, mientras abandonaba la habitación, dejándolo solo de nuevo en medio de su tristeza y la oscuridad.

-------

Abrió los ojos de golpe, esta vez estaba soñando despierto, y no entendía por qué precisamente eso. Sintió un dolor punzante, y miró sus manos, que empuñadas, estaban a punto de sangrar. Abrió las palmas, notando la marca de sus uñas sobre su piel, la rabia recorriéndolo ante esos recuerdos, más claros que cualquier cosa. No estaba de humor para ello, tenía mucho en que pensar… además, había tomado una decisión al respecto de todo eso.

Esa noche no durmió, pensando en lo que haría, y tratando de evitar los sueños tormentosos que acarreaba el pasado. Ahora debía enfrentarse a un nuevo hogar.

Continuará…

Notas finales:

OK, lo sé, no se preocupen. Con lo de Goku y Vegeta la situación obviamente no puede quedarse así, jejeje, pero veamos que hacen. Con lo del pasado, agárrense porque hay más… perdón si son sensibles, pero tratare de no hacer explicitas las cosas feas :s! En fin, gracias por leer! Hasta la próxima semana!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).