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Como en la vida real. por InuKidGakupo

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo!!! Espero continúen ahí o.O! Perdonen si hay más pasado que nada… pero ya fue mucho, y espero que el siguiente sea ya el ultimo de recordar (lo veo difícil).

El sonido, lento, calmo, tranquilo, conciliador, arrullador y profundo hacía eco en su mente, acunando cada sueño y cada idea que fluía, haciéndolo sentir seguro, relajado, como si todo en la vida estuviera bien, como si no hubiera nada más malo, nada oscuro o perverso. Como si todo fuera perfecto, porque quizá lo era, todo parecía perfecto. Estaba ahí, con él, hundido en ese sueño donde siempre lo abrazaba. Sonrió, tranquilo, el sueño se sentía real, otra vez, parecía que sus manos delineaban verdaderamente el cuerpo desnudo del otro, y sintió vergüenza de sí mismo, de sus pensamientos tan atrevidos. Tan sucios, repletos y bañados en perversión y lujuria. Casi podía oler a Goku junto a él.

No, debajo de él.

Sus labios se apretaron en una mueca, mientras la calma se iba y daba paso a un dolor infernal en su cabeza, también en el cuerpo, en sus músculos y en cada parte de su piel, era como fuego ardiente… sí, ahora que hacía memoria podía recordar algo sobre quemaduras ardientes en su piel… por el fuego de la cocina. Le ardía la mano derecha. Respiró profundamente sin querer hacerlo, fue un quejido ahogado, tratando de recordar por qué demonios le dolía tanto la cabeza, y por qué comenzaba a sentir un malestar y ardor en la boca del estómago.

Boca… ahora que lo mencionaba estaba reseca y tenía un sabor agrio en la lengua, era completamente desagradable, y la sentía pastosa además de todo. Apretó los ojos, tratando de disipar ese sonido de latidos que comenzaba a aumentar conforme despertaba, e iba haciéndose molesto también. Era muy abrumador, ¿Por qué su corazón latía de esa manera? ¿Por qué se oía tan cerca de su cara? Razonó un poco más cuando sintió su propio latido contra su pecho, ¿Qué era… eso?

Sus ojos se abrieron desorbitados, mirando a un costado, encontrándose con una pared y una lámpara de noche, que hubiera estado bien si no se tratara de la pintura y amueblados de la habitación de Goku. Goku. Giró su vista lentamente a lo que para él era su “Almohada” resultando ser nada más que el mismo dueño de la habitación. Dormido, tranquilo, pasivo. Muy contrario a lo que había en su mente en ese momento.

Se arrodilló en el colchón, incorporándose y mirando con miedo, terror, más miedo y confusión, ¿Qué había pasado? Sintió frío en el pecho, y fue cuando notó que no tenía camisa, ni tampoco Goku, y su vista siguió más abajo, notando que ambos se encontraban completamente desnudos. ¿Lo habían hecho? La pregunta lo azotó, ¿Cómo era posible? ¡¿Cómo pudo haber pasado?! ¡¿Cómo demonios había sucedido y como lo había convencido?! ¡Imposible!

Trató de calmarse mordiéndose el labio para evitar gritar de pavor, para evitar salir corriendo de ahí como una gallina y llorar como una niña. Pero estaba lleno de miedo, de terror… pero no de haberlo hecho, quizá un poco por no recordar nada, tenía miedo de lo que sería ahora, de lo que pasaría ahora. ¿Qué había hecho? ¿Se había entregado a un loco? ¿Goku había cumplido ya con su cometido y no deseaba nada más? ¿Qué le había dicho?

¿Qué le diría cuando despertara?

Se quedó inmóvil, mientras las imágenes de la noche anterior caían lentamente en su cabeza, la luz, la cena, el vino, las velas, la noche, el frío, los besos… después no había nada concreto, y las cosas que venían a su mente no estaba seguro de si habían pasado o habían sido solo fragmentos de sueño. Todo podía ser realidad. Y todo podía ser mentira. Y sin embargo estaba sobre un hombre desnudo, enredado en la sábana de su cama, respirando el mismo aire.

Sus ojos viajaron, atrevidos, hasta llegar al miembro de los dos, tan juntos, tan disponibles, tan exquisitos a la vista. Su pene saltó con la simple imagen, sintiendo el piquete de una erección creciente. Apretó los ojos tratando de evitar aquello, tratando de eliminar todas esas imágenes pervertidas, pero de entre todas ellas cayó una en una extraña verdad. Un detalle que había omitido razonar.

No le dolía nada de eso, ni el recto, ni su propio pene. Era como si no hubiera hecho nada, no se imaginaba a él penetrando duramente a Goku, pero era una posibilidad por su posición posesiva, pero no sentía ninguna clase de daño o laceración, simplemente un ligero ardor o dolor por el roce, nada. ¿Lo habían hecho o no?

Como fuera no podía permanecer más tiempo ahí, o si no sufriría de verdad. Se movió lentamente, y por la ventana pudo observar que el sol salía ya por alguna parte, debía ser temprano, la madrugada. Bajó de la cama, cubriéndose con una sábana y dejando otra sobre el cuerpo de Goku, quien solo se revolvió tranquilo en el colchón. Se movió por el cuarto, levantando vergonzosamente su ropa del suelo, para después girarse en dirección a la salida. ¿Qué se suponía que haría ahora?

La voz de su cabeza solo gritaba, cobarde, olvidar.

------------

-Tr…tranquilo…- decía Krillin una vez más, rascándose su calva sin saber que más decirle a su amigo, se veía realmente destrozado.

-No puedo… no puedo… ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué él?! – gritó, colocando sus manos en cunas, atrapando algunas lágrimas que resbalaban de sus mejillas.

-No lo sé… pero ya no podemos hacer nada…- intentó inútilmente darle consuelo, pero entendía, lo sabía muy bien, su objetivo era completamente inalcanzable.

-Eso es lo peor… ya no podemos hacer nada… ¡Ya no puedo hacer nada! – miró a su amigo, mostrándole sus ojos hinchados y llorosos, enrojecidos por los dos días que llevaba sin parar de llorar después de que supo que Irie había muerto. Que lo habían asesinado. -¡Lo último que le dije que fue lo odiaba! –

Krillin bajó la mirada, y Goku volvió sus ojos al suelo. Su amigo no sabía si había mejorado o empeorado, cuando lo supo, aparte de correr hacía esa casa sin importarle la hora y la distancia, había sido llorar, llorar como loco, como si de eso viviera, como si no hubiera más. Y lo había escuchado repetir un “No” infinidad de veces, había momentos en los que se quedaba sin voz y sin lágrimas, inclusive sin fuerzas, pero no había soltando nada más. Y ni su hermana ni el otro chico habían logrado calmarle o hacerlo decir algo más que una negación.

Krillin entendía el hecho, sabía que Irie era lo que más quería, y también lo que más odiaba, pero un “Te amo” supera cualquier odio. Y ahora ese amor de años se había desvanecido de un momento a otro, ahora no quedaba más de ese romántico y lunático sujeto, aquel que forzó, enamoró y abandonó. Ahora todavía se atrevía a morirse por si no fuera suficiente el daño. Y Krillin jamás se atrevería a decirlo, pero en el fondo él estaba agradecido, no por el daño a su amigo Goku, sino por la retribución y el consuelo que esa muerte llevaría a la larga.

Y ahora, después de dos horas de que todos se habían marchado, después de que el cuerpo fuese enterrado y que ahora Goku estaba arrodillado sobre el pasto recién plantado de una tumba, con el nombre grabado en piedra sobre una cruz en la punta, y que al fin hubiese recuperado el habla. Solo lo hacía para reprocharse lo que hizo, él y no a Irie. Ahora se lamentaba por algo que de igual forma no podía haber sucedido.

-No debí haber sido tan duro… en el fondo sabía que él tenía razón… que lo hacía por mi bien... y no tuve oportunidad para decírselo…- clavó los puños en la tierra, golpeándola, como si desquitara toda aquella impotencia que le recorría las venas. Todo el dolor, todo el sufrimiento.

-No digas eso, él lo sabía… además, no te sientas más… después de todo, ¿Cómo sabrías tu que esto pasaría? – Goku frunció el ceño, pero miró atento, esperando que el otro continuara. -No es como si esto fuera tu culpa… - colocó una mano en el hombro de su amigo, y sintió los músculos de Goku relajarse, bajándolos en una pose desganada, triste, abatida. –Vamos… se hace tarde… debemos ir a casa…-

Goku se levantó después de echar un último vistazo a las escrituras en la lápida, mirando a Krillin a través de una cortina de amargura, parea después emprender el camino hasta la salida del panteón, aquel pedazo de tierra donde los muertos descansaban, donde dejaba un pedazo de su corazón, de su alma, de su vida, sentía que se quedaba un pedazo de él ahí mismo, que algo muy profundo había muerto y había sido enterrado también. Pero Krillin tenía algo de razón, después de todo eso no era su culpa.

[…]

-Andando…- dijo, parado en la puerta del departamento, mirando con rostro impaciente a Goku, quien yacía acostado en el sillón.

-No tengo ganas… ¿Es muy necesario que vaya? – preguntó, pero parecía que le preguntaba a la pared, pues sus ojos permanecían perdidos al frente.

-Sí, creo que no pueden repasar esto sin ti… además, te serviría para distraerte…- comentó amigable, como de costumbre, pero Goku no respondió, se quedó ahí, recargado en el sofá, como si nada le hablara.

Krillin suspiró cansado, no sabía cómo sacar a su amigo de eso, sabía que no sería fácil, había pasado solo un mes y medio, pero Goku cada día estaba peor, era como vivir con un zombi, no comía mucho, no dormía mucho, tampoco hablaba y a veces lloraba sin hacer ruido, estaba perdido en un mundo, en algún lado donde parecía que no había oportunidad de volver, estaba inmerso y ahogado en su dolor. Se había vuelto un muro impenetrable.

-Vamos… quizá puedas ver a Chi-Chi… eso te alegraría… ¿No? – los ojos de Goku se contrajeron en dolor, pero se mantuvo en su sitio. –Goku… tienes que superar esto… ayúdame a hacerte salir de ese hoyo…- Goku apretó los dientes, levantándose y avanzando con paso lento y flojo a la salida, deteniéndose detrás de Krillin.

-¿Salir del hoyo? ¿El hoyo como en el que se encuentra ahora Irie? – preguntó sin esperar respuestas, saliendo primero y dejando al mayor atrás.

Krillin negó, sin saber cómo llegaría a hacer que Goku saliera de eso. No sabía para quien de todos estaba resultando más difícil. Había algo en Goku que no lo dejaba, algo dentro de esa muerte. El chico sentía mucha impotencia, mucha furia contenida por no haber podido hacer nada, Goku deseaba una retribución. Aunque eso era algo estúpido, ¿Qué podía hacer él ahora?

[…]

-Vamos… ¿Qué pasa contigo, Goku? – preguntó Mio, sacudiendo las hojas en el aire, meneando el pie impacientemente. –Te has equivocado más que veces en este día que en todas las temporadas pasadas… créeme que no te saco en este momento solo porque estamos ensayando…- el mencionado bajó la mirada, suspirando y tratando de enfocar sus pensamientos en que lo que estaba haciendo en ese momento.

-No seas tan dura, Mio, lo está intentando…- intervino Krillin, quien junto a Bulma, Yamcha y Chi-Chi ensayaban el encuentro durante el torneo número veintitrés.

-Bien…- la chica de cabello rojo suspiro agitada, mirando de reojo a su hijo de seis años que le reprochaba un poco de atención. –Tomemos un descanso, espero y repases toda tu parte Goku, ¿De acuerdo? – el chico asintió, y la mujer tomó a su hijo de cabello lavanda de la mano para dirigirlo fuera del edificio.

Con una mirada Krillin le señaló a Goku que lo siguiera, y ambos comenzaron a avanzar a la cafetería interna, en donde tomaron lugar en la primera mesa. El lugar estaba prácticamente vacío, salvo unos compañeros que comían a lo lejos, charlado y llenando con suaves risas el lugar. Goku veía impasible el exterior por las ventanas del lugar, contemplando los jardines que ahí se veían. Ni uno de los dos ya sabía que más hacer por calmar ese dolor que se había generado. Moriría pronto si no hacía nada al respecto.

-¿Por qué tan tristes? – dijo una voz conocida detrás de Goku, seguido por un siseo divertido. –Me dijeron que no has podido dar una en toda la semana, ¿Qué pasa contigo? Pensé que estarías feliz…- por primera vez en muchos días Krillin divisó una mirada diferente en Goku, por desgracia no era la que le hubiera gustado ver, pues los ojos tristes se convirtieron en fieros, en dos lámparas de fuego ardiente, como si deseara consumir a ese tipo ahí mismo.

-¿Qué quieres? – preguntó de mala manera, de la única manera en la que lo hacía últimamente.

-Oye tranquilo, solo venía a celebrar con ustedes… pero veo que no están de humor…- a pesar de sus palabras tomó asiento en la silla vacía junto a Krillin.

-¿Celebrar? ¿Me podrías decir de qué mierda hablas? – el calvito bajó la mirada, asustado del carácter frío y hostil de quien consideraba su mejor amigo.

-¿Pues de que más? Ya me enteré de lo que el señor Aracne hizo por ti…- se dirigió a Goku, y este frunció el ceño, sintiendo una extraña punzada, no sabía si estaba loco y su mente relacionaba todos los temas de conversación con una sola cosa, esa cosa, o algo de su mal presentimiento tenía razón.

-Yo creo que te confundes, él no hizo nad…- comenzó Krillin, pero Goku lo interrumpió, mandándole una mirada que congelaría el mismo infierno.

-¿Qué fue lo que hizo? – preguntó de golpe, y el bigote de Tao se retorció en una sonrisa divertida.

-¿A qué más? ¿Acaso no fuiste tú mismo quien se lo pidió? – preguntó, notándose finalmente algo de confusión en su mirada.

-¡Yo no le pedí ni una mierda! ¡Dime de que demonios estás hablando! – sus palmas golpearon la mesa, y se levantó llamando la atención de los pocos que había en la zona.

-No me digas que no lo sabes… - otra sonrisa divertida abandonó sus labios. -¿No te lo imaginas? – indagó, y las palmas de Goku se apretaron en puños contra la mesa, sintiendo las ganas de romper esa sonrisa de una buena vez y hacerlo cambiar esa cara de idiota.

-Lo único que me imagino es tu rostro aplastado en la mesa si no me dices que pasa ¡Habla de una buena vez! – Tao suspiró, cruzándose relajadamente de brazos mientras mirada entre incrédulo y divertido al muchacho.

-La gente no se muere sola… ¿Sabias? – Se burló, y los dos jóvenes se congelaron en su sitio. Se pasmaron, incrédulos, asustados, tratando de razonar lo que acababan de oír.

Hablaba de Irie, no había duda. Hablaba de su muerte, de su asesinato. De su agresor, de el bastardo quien había osado de acabar con su vida, de esa maldita rata que había tenido el valor para levantar un arma en su contra y la suficiente cobardía para esconderse. Krillin y Goku compartieron una mirada, de escasos segundos, en donde uno reflejaba miendo y el otro la mayor de las furias. ¿Cómo se había atrevido? ¿Por qué? ¿Por qué si Irie no había hecho nada?

 O al menos eso pensaba Goku, porque para Krillin las cosas eran diferentes, para Krillin había significado que se había metido en algo malo, muy malo, y que había pasado algo terrible de lo que deberían arrepentirse. Y miró, temeroso, el deseo de venganza reflejado en el negro de los ojos de su amigo, el deseo de hacer pagar por aquella muerte sin sentido y sin justificación. O al menos eso creía todo mundo. Por qué ahora lo único que cabía en el pecho de Krillin era puro terrón y arrepentimiento. Solo bastaron esas palabras para que Goku soltara un grito y azotara los puños contra la madera.

Krillin se imaginó que probablemente lloraría, o trataría de golpear e Tao, muy probablemente también era tirarse a llorar, lamentar y culpar como lo había estado haciendo el último par de meses. Pero no fue así. Goku lanzó con violencia su silla a un lado, quitándola del camino y comenzando a caminar a largos pasos a la salida del edificio. Krillin se levantó enseguida para seguirlo, y escuchó como Tao a sus espaldas soltaba una burla por ser tan “inmaduros”.

Goku bajó las escaleras principales a prisa, no sabía el camino, no lo recordaba ni tenía una remota idea de la dirección que debía tomar. Pero tampoco era como si le importara, como si en su mente llena de furia, ira y deseos de hacer pagar y retribución cupiera un pedazo de sensatez. Estaba colérico, quería romper, golpear, destruir… matar. Matar, hacer pagar, hacer muerte al que hizo muerte. Y no le interesaba si tenía que caminar por horas, días, meses, años, el tiempo que fuera, con tal de poder exterminar a aquel que había atentado contra lo que más amaba en el mundo.

Krillin lo persiguió varias calles, y no entendía ni concebía a donde iba, que era lo que planeaba hacer. ¿Acaso no había oído lo que dijo? Se preguntó, pero era cierto, Goku no había oído razones, su cerebro no había captado la idea de que había sido ÉL quién había dado una especie de favor u orden indirecta, que había sido ÉL el culpable de que esa persona hubiese muerto. Goku no había entendido que por su culpa lo habían matado. Que él mismo había matado a Irie. Ahora corría sin rumbo guiado por la ciega rabia tratando de saldar cuentas con aquel desconocido.

-¿Y a donde se supone que van, par de mocosos? – irrumpió Tao en la escena, alcanzándolos mientras Goku miraba como desquiciado a los alrededores, tratando de averiguar qué camino tomar.

-¡Tu! ¡Llévame! ¡Ya! – gritó, sujetando al mayor por el cuello de su camisa, acercándolo y mostrándose como si estuviera a punto de romperle todos los dientes.

-¿Llevarte? ¿A dónde? – preguntó cómo inocente, mientras Goku oprimía con más fuerza sobre la tela. –No seas estúpido muchacho, ¿A qué demonios quieres ir? – preguntó, mientras Krillin forcejeaba quitándole a Goku de encima.

-¡Voy a hacerlos pagar! – gritó en respuesta, mientras su mejor amigo lo detenía sujetándolo del pecho.

-¿Pagar? ¡No me hagas reír! ¡Lo único que recibirás será una paliza! – le informó, mientras cruzaba sus brazos detrás de su espalda con absoluta naturalidad. –Eso si bien te va…- se burló de nuevo, mirando entretenido a los muchachos.

-¡No me importa! ¡Prefiero morir a saber que el asesino de Irie está vivo y suelto! – gritó, quitándose a Krillin de encima y avanzando amenazante a Tao, pero este en un rápido movimiento lo tomó de la muñeca y le retorció el brazo hacía atrás, sujetándolo en una llave muy dolorosa.

-¿Sabes que podría matarte justo ahora si yo quiero? – preguntó, y el calvito se asustó aún más, si es que eso se podía.

-¡Suéltame! ¡Tengo… Tengo que hacerlos pagar! – finalmente dejó de forcejear, y las lágrimas que habían estado esperando desde el principio aparecieron sobre su rostro. –Por favor… por favor…- pidió, y Tao lo soltó finalmente, arrojándolo sobre el pavimento de la calle.

-Eres un muchacho muy necio, y con muchas ganas de morir… - le dijo, mientras Krillin ayudaba a parar a su mejor amigo. –Aunque… ahora que lo pienso sería muy interesante verte morir de una manera tan absurda…- los dos lo miraron con ojos rencorosos, y su bigote negro volvió a torcerse. –Te llevaré…-

-¡¿Pero que está diciendo?! – gritó Krillin, pero Goku se adelantó, poniéndose de pie y avanzando sin miedo al sujeto.

-De acuerdo, vámonos…- dijo, y el hombre sacó las llaves de su auto, comenzando a caminar de regreso.

-¡¿Acaso estás loco, Goku?! ¡¿No oíste que nos matarían si vamos allá?! – gritó, pero parecía que hablaba con una pared. -¡No tienes por qué ir! ¡Es muy peligroso! – lo sostuvo del brazo, pero el otro chico era mucho más fuerte y se zafó de inmediato.

-No vayas si no quieres, Krillin, pero yo iré… no puedo quedarme sin hacer nada…- le respondió, apenas mirándolo, continuando de cerca el paso del mayor.

-¡Señor Tao! ¡No tiene por qué hacer esto! ¡Usted sabe lo que le espera! ¡No querrá cargar con esta muerte! – intentó persuadir al mayor, pero este obviamente lo ignoró por completo.

Llegaron al automóvil de Tao, y este abrió el seguro de la puerta, por donde Goku entró de inmediato, sin pensarlo, sin medir consecuencias y sin miedo alguno, solo rabia, ira, redención, venganza. Krillin tardó un par de segundos más en reaccionar, tuvo la opción de salir corriendo, de huir, de llamar a la policía, a un hospital, a una funeraria o lo que fuera que su amigo llegase a necesitar. Pero se contagió un momento de esa fortaleza que Goku siempre tenía, de esa valentía, de ese corazón y ganas, fuerzas. Sintió pánico, pero sintió más pánico de la idea de quedarse y morirse de los nervios y la incertidumbre.

Tomó la manija y abrió el auto, sentándose y cerrando justo en el momento en que Tao arrancaba. No sabía si Goku estaba consciente de que estaba ahí, y de la magnitud de la situación, pero él si sabía que no lo iba a dejar solo, y que si tenía que morir también, entones moriría, aunque de solo imaginarlo la piel se le erizaba terriblemente. El auto finalmente se detuvo, y Krillin no recordaba que estuviese tan cerca… quizá eran las inminentes ganas de nunca llegar. Goku bajó a prisa, para él el viaje casi se le hace eterno, pero no importaba, entre más segundos pasaban más ira y potencial se acumulaban entre sus puños.

Corrió a la entrada, y los sujetos lo frenaron unos momentos hasta que vieron a Tao, y le permitieron el paso a los tres. Por desgracia el piso era muy alto, así que se vio forzado a esperar el elevador, siendo alcanzado así por sus acompañantes. –Eres idiota, Goku, ¿Qué le vas a decir? El señor Aracne puede ser muy amable, incluso comprensivo… pero no toleraría por nada del mundo una falta como esta… - comentó el mayor, sintiéndose un poco agobiado con todo eso.

 -No me importa que tenga ese idiota de bueno… voy a matarlo…- por desgracia para todos el elevador se detuvo, abriéndose y mostrando el piso objetivo. Goku bajó, pero no pudo hacer nada más.

Dos, de los más de diez hombres de traje negro alrededor del piso lo sujetaron fuertemente apenas dio unos pasos, y otros tres hombres se colocaron entre el camino de Krillin y Tao. -¿Qué demonios quieres aquí, capulina*? – preguntó uno de los tipos al sujeto con bigote.

-Nada en realidad, ha sido este niño, que quiere ver al señor Aracne…- respondió con indiferencia, mientras señalaba con la mirada a Goku, quien forcejeaba en los brazos de los hombres.

Krillin tragó duro, ¿Qué rayos era ese sitio? ¿Por qué estaba tan protegido? ¿Por qué tenían apodos tan raros? Era claro que no era nada bueno, no si eran capaces de matar a alguien así como si nada. Dio un paso hacia atrás, ocultándose más en la figura de Tao, quien colocó de nuevo sus manos cruzadas tras su espalda. Y fue cuando notó algo. En la parte interna de la muñeca derecha Tao tenía un tatuaje, una pequeña araña, con una forma que quizá habría comparado con aquel superhéroe con leotardo, pero que ahora que lo razonaba mejor sonaba escalofriante.

Había visto el mismo logo en más de un guardia, en esa misma mano, en la misma parte. ¿Capulina había dicho? ¿No era eso una clase de araña?... ¿Aracne? ¿Qué se suponía que era eso? ¿Quiénes eran? ¿En dónde estaban? De pronto la palabra morir ya no resultaba tan lejana, de verdad que estaba en problemas, y sintió el miedo desgarrador atravesarle el cuerpo. De verdad iban a morir y de verdad fue lo suficientemente estúpido como para haber ido hasta ahí por su propia cuenta.

-¿Qué demonios está pasando? – preguntó una voz conocida, mientras la figura de Mr. Aracne salía de un elevador al otro lado del pasillo, llamando a atención de todos en el lugar.

-¡Usted! – gritó Goku, mientras forcejeaba más y soltaba más gritos animales, como si fuera incapaz de formular alguna frase coherente.

-¡Pero si es mi amigo Goku! ¡Qué sorpresa! – saludó como si no fuera consciente de que el chico golpeaba y pateaba a sus guardias. -¿Qué pasa con ustedes? ¡Vamos, suéltenlo! – ahí fue, durante la vida de los dos jóvenes actores, el peor error que pudieron haber cometido nunca, el momento en que sus vidas se parten entre lo normal a la perdición y la miseria.

El lugar quedó en absoluto silencio, ni siquiera parecían respirar, el aire se escapó de los pulmones de más de uno, hubo un jadeo, pero nadie supo quién lo hizo, pudieron simplemente imaginarlo, o probablemente lo habían hecho todos al mismo tiempo. Todo fue demasiado rápido y borroso como para asegurar algo. Goku había corrido sin esperar un segundo más después de que lo soltaron. Su puño, cerrado y con ira reprimida, impotencia, furia, tristeza y locura había tomado fuerza y velocidad, impactando en la mejilla del último hombre sobre la tierra que debió haberlo hecho.

Más tardó en atestarlo cuando un golpe lo dobló, otro lo golpeó en la espalda y lo tiró al suelo, y antes de que siquiera pudiera recuperar la noción de lo que había ocurrido una patada vino desde arriba, haciendo que se curvara en el suelo y soltara un grito silencioso, solo sacó el poco aire que le quedaba y un hilo de saliva abandonó su boca. Su cabeza azotó contra el suelo, y antes de que cualquier cosa cruzara sus pensamientos, el sonido de un arma cargándose crujió sobre su persona, confirmando su sospecha cuando sintió la punta fría enterrándose entre su cabellera hasta dar con su cráneo.

-¡Goku! – gritó Krillin, deseando poder apartar los ojos, deseando no ver como su mejor y único amigo moría en sus narices, pero otra voz atajó la atención.

-¡Espera! – Dijo Mr. Aracne, y el guardia que sostenía el arma y al mismo tiempo mantenía una rodilla clavada en la espalda del chico giró a verle, esperando el momento de la orden. –No lo mates todavía… quiero saber porque hiciste esto…- se dirigió a Goku, quien estaba a punto de quedar inconsciente, y no sabía si de momento o para siempre.

-Iri… Irie…- jadeó, motivado por la rodilla que se clavaba en su cuerpo, sacándole las palabras a la fuerza.

-¿Irie? ¿Quién demonios es ese? – preguntó extrañado, pero uno de sus guardias principales le susurró algo de inmediato. -¡Oh! ¡Hablas del estúpido al que le volamos los sesos! ¿Qué tiene que ver él en esto? – preguntó, mientras su asistente, que había salido corriendo, volvía con hielos y un botiquín como si el tipo se estuviese muriendo.

-Tu… tu… lo… - frenó para toser débilmente, mientras otros dos apuntaban con sus armas, como si pudiese hacer mucho más que retorcerse. –Lo mataste…- terminó de decir, y Mr. Aracne comenzó a reír fuertemente.

-Niño estúpido, esa no es manera de dar las gracias…- sonrió, quitándole a la chica el hielo y colocándoselo él mismo en la mejilla.

-Tu… maldito…- sus dientes se apretaron, y no sabía si por el dolor punzante o por la furia.

-Vaya… de verdad que no lo entiendo… deberías estar llorando de agradecimiento, te hice un favor…- expresó, y Goku movió el rostro, lo suficiente como para que su cuello estuviese menos torcido y fuese más fácil hablar.

-¿Favor? Yo… yo lo amaba… ¿Cómo puede ser eso… un favor? – sus ojos pedían cerrarse, pero se obligó a mantenerlos abiertos.

-¿Amar? Recuerdo haber escuchado un “odio” aquella vez…- rectificó, y Goku se maldijo por aquello, a su mente venían todas aquellas veces que dijo sentir aquel sentimiento nefasto. Era verdad… pero…

-Eso… no significaba… que debía mo… morir…- soltó más saliva mezclada con sangre, que escurría desastrosa por su barbilla y terminaba ensuciando el suelo.

-¿Sabes que es realmente triste, Goku? Que tengas que morir cuando me caías tan bien…- al chico en el suelo no pareció importarle, así que el mayor continuó. –Yo confió en mi gente, en mis aliados, a todos les deposito mi fe, todos son mis amigos… y cuando alguien traspasa esa confianza, irremediablemente muere, por traidor…- explicó, y los guardias asintieron levemente, como si supieran a la perfección de que hablaba. –Deposite mi confianza en ti, incluso te ayudé… te hice un favor que cuesta mucho, mucho dinero, ¿Y me pagas así? ¿Me agradeces faltándome al respeto de esta manera? ¿Te atreves a venir hasta acá y golpearme? Eres un cretino insolente mal agradecido y definitivamente no mereces más que la muerte… porque tú ni siquiera eras un aliado mío…- miró al  guardia, y este aplastó más contra el cuerpo del menor.

Mr. Aracne regresó el trapo a la chica junto a él, y caminó sin prisa a la entrada de su oficina, mientras el tipo enorme esperaba la orden para soltar el gatillo, pero la orden no llegó. Los ojos del líder se toparon con la cara aterrada de Krillin, parado justo detrás de su segundo mejor trabajador, Capulina, quien también observaba aquello con algo de lastima en la mirada. –Espera, Widow*… Sería muy fácil si terminamos con él de esta forma, ¿No creen? ¿Por qué no nos divertimos un poco más? – preguntó, y el sujeto del arma la quitó de su cabeza, parándose a un lado y mirando con desprecio al chico.

-Mátame… tortúrame… haz lo que quieras… no me importa…- jadeó, conservando su dignidad.

-Sí, lo sé… deseas reunirte rápido con esa basura de la que me hablas, pero… ¿Qué tal tu amigo, eh? – Goku amplió los ojos cuando recordó, desde una parte consciente de su cabeza, que Krillin estaba ahí.

-Él… él no hizo nada…- se revolcó en el suelo, pero no fue capaz de moverse más de un centímetro.

-¿Sabes cuál es tu problema, Goku? Que parece que siempre pones en riesgo a los que quieres, eres demasiado estúpido… ¿No crees? – dijo riéndose, mientras un tipo sujetaba por detrás al calvito. –Ese Irie murió, tal vez lo merecía, tal vez no, y en realidad no me importa en lo absoluto… lo único que sé es que murió por tu culpa… tú lo mataste…-

Y ahí estaban esas palabras que Goku no deseaba escuchar, aquella realidad que lo aplastaba hasta casi fulminarlo. Él lo había matado. Él, aquella persona que se suponía lo amaba había sido el que lo llevo a su muerte. Había acabado con su vida, y con la suya propia en el proceso. Lo había matado, sin miramientos, probablemente no había estado ahí, ni su mano fue la que presionó el gatillo, pero lo había hecho al final de cuentas. Todo era su culpa. De nadie más.

¿Cómo había podido ser tan impudente? ¿Cómo había resultado que su rencor e inmadurez llegara tan lejos? Incluso los había llevado hasta donde estaban ahora. Era el más imbécil de los imbéciles. Había sentido frustración por no saber quién había matado a Irie, por no haber podido hacer nada y por no hacer nada por vengarlo. Y había corrido como idiota a la trampa de araña, enredándose él mismo en toda esa porquería, tratando de buscar venganza y hacer pagar al supuesto culpable. Cuando había sido él. Cuando debió fulminarse a él mismo y a nadie más.

Y de nuevo alguien inocente iba a caer por su culpa. ¿Qué tan imbécil era? No merecía tener a alguien a su alrededor, siempre terminaban así. Nadie merecía morir salvo él mismo. ¿Cómo pudo permitir que Krillin lo siguiera conociendo el riesgo de esa travesía? ¿Cómo había podido arriesgar algo que quería por algo que sabía que jamás volvería? Era el único culpable de nuevo. –Te… te lo suplico… no… no le hagas daño…- pidió, pero a Mr. Aracne solo le dio más risa aquel acto patético.

-¿Por qué no, Goku? Pensé que disfrutabas de esto…- dijo sarcástico, mientras indicaba a los guardias que llevaran a Krillin consigo.

Goku trató inútilmente de pararse, pero ese tal Widow lo tomó por el cabello, arrastrándolo por el pasillo hasta unas escaleras que yacían al lado del elevador. Mr. Aracne esperó hasta que Krillin estuvo dentro de su oficina, escuchándolo suplicar y llorar como toda una niña. Sus ojos giraron, y se posaron sobre Tao, quien se arrepentía de haberos llevado, más por esos ojos severos que su jefe le estaba dando.

-Eres un idiota, Capulina, no te vuelo la cabeza solo porque a veces eres de utilidad, y creme que lo que resulte de esto, tú te harás responsable…- le dijo, y Tao asintió, imaginando que hablaba de los futuros cadáveres. Pero Mr. Aracne tenía otros planes en mente.

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El sol le dio de lleno en los ojos, y se giró con ligereza sobre el colchó, intentando volver a dormir, sin éxito. Su cuerpo estaba pesado y aun con los ojos cerrados todo le daba vueltas, los ojos le dolían además, y un dolor en su pecho le hacía tener ganas de masajeárselo. Era como si hubiese dormido con un costal sobre de él, o como si alguien hubiese pasado la noche ahí.

Su corazón latió fuerte cuando su mente avivó todos esos recuerdos. Vegeta apunto de hacerlo todo con él, y luego cayendo rendido sobre su cuerpo. Claro, la carga de toda la noche… pero, ¿Dónde estaba ahora? Movió su mano a lo largo del colchón, y lo encontró vacío, como ya se imaginaba. Sus ojos se abrieron y no había más que soledad, un espacio en blanco entre las sábanas arrugadas y la almohada fuera de su lugar.

Se había ido.

Lo había dejado ahí, sin más, sin nada. Sin decir palabra, sin hacer ruido. Sus manos masajearon su frente mientras una idea cruzaba sus pensamientos. ¿La había cagado otra vez? La respuesta muy probablemente era sí. Y muy probablemente tampoco sabía en qué, estaba demasiado borracho como para saberlo, demasiado confundido y demasiado excitado la noche anterior como para tratar de analizar detenidamente la situación. Pero se conocía bastante como para saber que seguramente había hecho o dicho algo estúpido, probablemente los dos, pero quien estaba amaneciendo solo era él.

Se levantó, tomó una ducha rápida y se volvió a la salida, sin saber que diría o que como actuaría… ¿Qué estaba bien decir o hacer después de que alguien que estuvo a punto de acostarse contigo te abandona y te deja desnudo en la habitación? Tal vez un “Intentémoslo otra vez” no era una opción, y conociendo también el no tan agradable carácter de Vegeta era probable que estuviese molesto, confundido o asustado, quizá los tres, definitivamente.

Bajó a lo que recordaba era un caos total, pero al entrar en la cocina se encontró con un espacio completamente limpio, impecable, de hecho había dos ollas humeantes en la estufa. -¿Pero qué…? – murmuró, antes de sentir unos pasos detrás de él.

-El desayuno estará listo en un momento más… - avisó, pasando al lado con absoluta indiferencia. Goku tragó duro, mordiéndose la mejilla por dentro, sabía que estaría frío, pero no imaginó que tanto.

-Vegeta…- no sabía que decir, que de todo, pero por lo menos un comienzo ya era suficiente.

-Por cierto…- interrumpió, anticipando lo que seguramente le diría. –No sé qué te habrán enseñado en esas clases de “gastroenterólogo” que por cierto eso es una profesión y no una carrera, pero creo que no sabes nada de electricidad… - comentó, mientras revolvía una cacerola. –El estúpido generador no tenía nada, simplemente se habían desconectado los cables de los fusibles…- explicó y Goku abrió los ojos, sin saber que decir. Vegeta se giró un momento, mostrando su rostro contraído en molestia. –Si me hubieras dejado revisar anoche, no hubiéramos tenido que pasar por todas esas estupideces, habría arreglado la luz en menos de cinco minutos… - reclamó, molesto, volviendo la vista la comida. –Deberías conocer esta casa… se supone es tu hogar… ¿No? Tu lugar especial…

Goku hubiera dicho algo, claro, si lo que hubiera en su cabeza no fueran solo frases dolorosas y punzantes. Se giró sobre sus talones, desapareciendo por las escaleras de regreso a su habitación. Había dicho muchas cosas, pero solo había escuchado una. ¿Esas estupideces? ¿Eso significaba para Vegeta? ¿Una sarta de tonterías sin alguna clase de sentido en particular? Si hubiese arreglado la luz, se habría ahorrado todo eso, ¿eso significaba que se arrepentía? Sí… probablemente…

Llegó hasta su cuarto, sentándose en la orilla de su cama y abriendo el cajón de un lado, sacando su celular apagado y el cargador que yacía sobre el mueble de noche. Encendió después de unos momentos, mientras su mente seguía divagando en lo mismo. ¿Era acaso una señal para que se detuviera? ¿Para frenar esa locura?

Las letras de inicio aparecieron en la pantalla, y después se iluminó mostrando una foto de él en caracterización de Son Goku. De inmediato comenzaron a llegar los mensajes y correos no leídos, y los fue pasando sin interés hasta encontrarse con uno de su mejor amigo.

“Goku, ¿Qué demonio pasa? Me tienes muy preocupado…” leyó, y se permitió contestarle.

“Todo está bien, Krillin, pero definitivamente no voy a llevar ninguna de esas mierdas a cabo…” respondió, y por desgracia el letrero en la parte superior cambió a ´en línea´.

“¿De qué rayos estás hablando? No puedes echarte para atrás…” respondió de inmediato, y Goku se pensó una clara respuesta.

“Si puedo, y lo haré…” el mensaje marcó como leído, y parecía que Krillin había adquirido una nueva habilidad de escribir a gran velocidad.

“De ninguna manera, no puedes, no ahora… ¿O es que te enamoraste de verdad?” era duro, y se preguntaba porque después de tantos años sentía que Krillin era ajeno a ello, que era algo que no le incumbía y que definitivamente parecía un completo extraño.

“Pues sí. No hay manera Krillin, no lo haré” iba a dejar el móvil de una vez, pero el mensaje que recibió después tenía que contestarlo.

“Prometiste qué harías lo que te dijera, siempre” sacar aquella promesa a colación era extraño, doloroso, pero al final de cuentas real.

“Lo sé, pero también prometí que jamás volvería a poner en peligro a alguien a quien quisiera, que no le haría daño… y la promesa se la hice a mi propio corazón. Lo siento, Krillin” respondió, mirando como en la pantalla aparecían más letreros.

“No puedes hacerme esto. No después de todo. ¿Tengo que recordártelo?” Goku soltó una sonrisa socarrona mientras bloqueaba de nuevo su celular. Miró al frente, pensado y tomando decisiones.

-Como si no hubiera un día en que lo recordara…- respondió en voz alta a aquella pregunta de su amigo.

Pero no había tiempo para detenerse en eso, en el pasado. No iba a formar su presente ahora de simples conjeturas, tenía que saberlo de su propia boca, debía preguntarle todo. Deseaba que todo estuviera bien, o que todo se fuera al mismo infierno en ese preciso momento. Con ese pensamiento se puso de pie, andando a lo que estuviera esperándole abajo.

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-¡Se lo imploro! – gimió Krillin una vez que Mr. Arcne estuvo dentro. -¡No me maten! ¡Por favor! – se arrodilló, colocando sus palmas abiertas sobre el suelo. -¡Le juro que ni Goku ni yo quisimos ser irrespetuosos! ¡No nos mate! ¡Se lo suplico! – tembló en el suelo, llorando y apretando duramente los ojos, esperando el golpe de gracia.

-Les hice un favor, ¿Sabes lo que cuesta un asesinato? – preguntó. -¡Mucho, muchacho! ¡Mucho! – exclamó alzando las manos.

-¡Se lo pagaremos! – se apresuró a decir, levantando la vista lo suficiente para verlo.

-ja, ja, ja, ja… ¡No digas tonterías! – movió su mano a un lado. -¡No te imaginas la cantidad que es! –

-¡Se la pagaremos! ¡La cantidad que sea la pagaremos! ¡Lo juro! – Mr. Aracne lo miró, sentándose en su sofá de lujo.

-No creo que lo hagan, solo me harán perder el tiempo…- Krillin negó, juntando de nuevo su frente al suelo.

-Lo haremos, no importa la cantidad, la juntaremos, solo déjenos vivir…- el hombre de alhajas se lo pensó un momento. -¡Valemos más vivos que muertos! ¡Por favor! – Mr. Aracne trató de ocultar su sonrisa, mirando a otro lado para mantenerse serio.

-No lo sé, tendrían que pagarme también el rembolso del insulto… y por haber entrado aquí sin mi permiso…- le dijo, y Krillin volvió a asentir. Mr. Aracne tomó una pluma y escribió en un block que había sobre la mesa al centro de su sala. -¿Qué te parece? Esta es la cantidad…- Le extendió el papel, y Krillin casi se pone a llorar cuando vio semejante cantidad. –Y solo para que entiendas, estoy hablando de dólares…-

-es... es… es mucho dinero…- soltó, contemplando los ceros que había escritos.

-¿Es mucho? ¿No vale el costo de sus vidas? – preguntó altanero, y el peloncito asintió. –Y para que veas que soy generoso, les voy a dar un plazo de cuatro meses para que me paguen la mitad…- Mr. Aracne era mafioso, pero le gustaba ir lento, matar solo por matar le resultaba bastante aburrido.

-De acuerdo… lo haremos… se lo juro…- su voz temblaba, pero un peso enorme se le quitaba de encima, sabiendo que al menos ese día no moriría.

-Y mientras ese día y los que resten pasen, tú y Goku estarán como si trabajaran para mí, ¿De acuerdo? Aquí yo mando… - hizo una señal, y los guardias que lo habían metido lo levantaban para sacarlo.

Afuera Tao lo recibió, quedándose un momento a solas en el pasillo. -¿Cuánto pidió?  – preguntó al notarlo aún vivo, y Krillin le extendió el papel. -¿Entre los dos? – el chico volvió a asentir, y el hombre de bigote se pensó las cosas. –Tengo una idea, pero necesito que los dos hagan lo que les diga… ¿De acuerdo? –

-No…- respondió el bajito, y el tipo le dio mala cara. –Yo haré lo que sea, pero estoy seguro de que Goku se negará, él no pensará trabajar y pagar por la muerte de Irie, él no va a querer hacer nada…- se cubrió el rostro, sintiéndose atrapado.

-No estoy seguro, se veía muy abrumado y asustado cuando entraste… pensó que te harían algo…- frenó sus palabras, y una idea atravesó en sus pensamientos. -tú eres su mejor amigo, ¿no? – el menor le miró, asintiendo. –Tengo una idea, creo que existe una manera de que él haga lo que le digamos… lo que tú le digas…- Krillin entrecerró los ojos, pensándose un momento las cosas.

-Diré lo que sea con tal de no morir…-

[…]

Sus oídos producían un pitido agudo, se sentía cansado, más de lo que había estado en toda su vida, pero no podía permitirse cerrar los ojos, cada vez que lo hacía uno de los sujetos lo golpeaba hasta que el dolor lo hacía volver en sí. Y su cuerpo ya no aguantaba ni un golpe más. No sabía si su cabeza se estaba moviendo, o eran sus ojos los que hacían el efecto de que el suelo se movía en círculos. No estaba seguro, y estaba impaciente de que terminaran con eso de una vez, si iban a matarlo debía ser ya.

-Suficiente, déjenmelo a mí…- escuchó muy a lo lejos, y por lo aturdido no reconoció la voz.

-¡Goku! – sus ojos perdidos se alzaron, o eso creyó hacer, porque su cabeza no se movió ni un centímetro. -¡Goku, soy yo! – dijo Krillin, arrodillándose a su lado, donde permanecía recargado en una pared.

-¿Krillin? – murmuró casi sin voz, enfocando sus ojos en la figura que sostenía su cabeza. E permitió sonreír, antes de quedar completamente inconsciente.

[…]

Un pitido intermitente lo despertó de su tranquilo sueño, abriendo un ojo con dificultad, de hecho, el único ojo que podía abrir, notando que el sonido no era otro más que de su propio corazón en una máquina -¿Goku? ¿Estas despierto? – la voz de mujer sonó a su lado, y giró sobre la almohada su cabeza.

- ¿Bul… Bulma? – habló, sintiendo un sabor a medicina, algodón y sangre en la boca. La chica le miró con ojos grandes, presionando con más fuerza la mano que, no se había dado cuenta, estaba tomando.

-¡Goku! ¡Gracias al cielo que estas bien! ¡Me preocupe mucho cuando me dijeron que te habían atropellado! – sollozo, y el muchacho no entendió por qué tanto sentimiento por parte de ella, pero no le importó, solo el detalle de haber sido “atropellado”, imaginaba que así debía lucir.

-Traje algo de… ¡Goku! – Chi-Chi entró en el cuarto, dejando en la mesa unas botellas de agua, para casi lanzarse sobre la figura de su hermano. -¡Qué bueno que estas bien! ¡Me preocupé muchísimo! – dijo, llorando también, colocando su rostro en el hombro de su hermano, al cual le dolió un poco pero prefirió dejarlo pasar.

-¡Ahora debes cuidarte mucho, ¿de acuerdo?! – dijo Bulma, acariciando el brazo del chico. –Si no lo haces, tendré que cuidarte yo misma…- sonrió dulcemente, y Goku asintió con un intento de sonrisa.

El rostro del vendando se fue contra los dos individuos que se habían puesto de pie en la entrada de la recamara, especialmente Krillin le miraba entre preocupado y aliviado. –Disculpen… ¿Podrían…?  – las dos chicas lo miraron, entendiendo de inmediato a que se refería.

-Volveremos en un momento, ¿De acuerdo? – dijo Chi en su tono autoritario, y su hermanito asintió a gusto. Las dos damas salieron, y la morena le lazó una mirada cargada de desconfianza al hombre del bigote, pero finalmente no dijo nada.

-¿Qué pasó? – preguntó una vez estuvieron solos. -¿Por qué sigo vivo? ¿Te hicieron algo? – dejo ir, mirando a Krillin con angustia, como si pudiera estar peor que él.

-Nos perdonó la vida… pero a cambio de dinero… - explicó Krillin. –Mucho dinero…- Goku asintió lentamente.

-Ese maldito… todo irá bien… pagaremos, cuanto antes mejor… resolvió, y Tao y Krillin compartieron miradas.

-El problema es que nos dio cuatro meses para pagar la mitad… y esas son cantidades imposibles…- apretó los labios, esperando la reacción de Goku, la que por desgracia fue la que no quería tener que oír.

-¡¿Está loco?! ¡¿Después de lo que nos hizo?! ¿Cómo puede exigirnos? ¡¿Qué tanto es, Krillin?! – el muchacho sacó la hoja arrugada de papel, y el monitor con sus latidos se agitó velozmente.

-¡Imposible! ¡Ni en toda la vida juntaría eso! – el calvito asintió, conforme con su comentario.

-Lo sé… pero existe una manera de juntarlo, bueno, al menos de no estar tan lejos…- sus ojos de nuevo viajaron a Tao, quien le mando una mirada severa.

-¿Una forma? ¿Qué forma? – miró con su ojo enrojecido en busca de respuesta.

-Debemos… extorsionar…- murmuró, y el otro negó de inmediato.

-No… no claro que no, ya hemos hecho demasiado daño… ¡No me importa tener que trabajar todo el día en lo que sea! ¡Juntaré el dinero de otra forma! – Krillin recibió un leve golpe en el pie, y de inmediato se tomó el rostro entre las manos, comenzando a sollozar.

-Sabía que dirías eso… te entiendo… aunque no me parece justo, yo pasé muchas cosas ahí, Goku, y estoy tomando responsabilidades en pagar… - Goku se alarmó, y lo que había comenzado como actuación, estaba pasando, y Krillin comenzó a llorar en serio.

-¿Pasaste por cosas? ¡¿Qué cosas?! ¡¿Qué te hicieron?! – preguntó, pero Krillin no se veía golpeado, así que su mente lo llevaba a una cosa. Una que por supuesto no le agradaba.

-Yo fui ahí para defenderte… pero no pude hacer nada… al contrario… ellos… ellos…- lloró más, por los nervios, por el miedo, por la verdadera impotencia que sentía.

-¡No! ¡Esos malditos! ¡Los mataré a todos! ¡Lo juro! – se retorció en su camilla, como si en ese mismo momento fuera capaz siquiera de ponerse de pie.

-¡No entiendes! ¡No podemos hacer nada! ¡Nos matarían! – le dijo, sujetándolo de un brazo para que dejara de moverse. –No podemos hacer más que pagar y tratar de olvidarnos de esto…- le explicó, y miró dolorosamente como su amigo lloraba angustiado.

-Krillin… yo… yo soy un estúpido… ¡Perdóname! – se abrazó al calvito con el brazo que podía, sintiendo de nuevo ese sentimiento de culpa azotándolo. –Ellos… ¿Ellos te hicieron cosas malas? – Krillin solo asintió, y ambos entendieron la insinuación, afirmando que lo habían violado. Afirmando su mentira. -¡Soy un estúpido! – volvió a gritar, más gente lastimada por su culpa, por su mano, por su falta de racionalidad.

-Tranquilo… no es tu culpa… yo acepté… así… así perdonarían nuestras vidas…- Goku apretó los ojos a pesar del dolor, eso simplemente lo llevaba a sentirse como la peor basura que existiera en el universo.

-Tu diste tu cuerpo… por mi… por los dos… no me importa que sea, Krillin, salvaremos nuestras vidas… ¡Salvaré tu vida! – le aseguró, separándose lo suficiente para verlo de frente. –No me agrada la idea, pero seguramente a ti tampoco te agradaba aquella otra, sin embargo lo hiciste… así que haré todo lo que tú digas que haga… siempre… - Krillin asintió. –Prometo no volver a poner en peligro a alguien que quiero… perdóname…-

[…]

-Bien… él se llama Steve… y nos ayudará en todo… absolutamente en todo…- les dijo, mostrando la foto de un sujeto rubio de buena pinta, joven y con mirada intimidante en sus ojos azules.

-Esto me da mucho miedo…- comentó Goku, sosteniendo la imagen en sus manos. -¿Cómo sabemos que lo hará? ¿Qué quiere a cambio? – preguntó, y Tao torció su bigote.

-Obviamente tiene un precio, pero su ayuda siempre es mejor… díganme, ¿Cuánto juntan entre los dos? – inquirió, y Krillin suspiró desganado.

-No llegamos ni a la cuarta parte…- respondió, y el mayor hizo una mueca.

-Por suerte estamos en medio de una mina de oro…- giró sus ojos hacia el resto de los ahí presentes, que ensayaban o discutían alguna parte.

-¿Vamos a… estafarlos a ellos? – preguntó el muchacho con cabello, sintiendo algo de pena. –pero…-

-No hay “peros” solo un vives o mueres… y creo que querías vivir… - sentenció, buscando con la mirada a su víctima. –Ya tengo a la primera, es un blanco fácil… caerá de inmediato… - sus ojos miraron a Goku, quien contestó la mirada. –Bulma Sambrano – soltó, y los muchachos jadearon al mismo tiempo.

-No…- replicó lleno de culpa adelantada.

-Oh, si…- contestó el otro.

-Yo no…- Goku se calló, atacado por los ojos de Krillin, haciéndose recordar lo que dijo.

-Escucha, tu amigo dijo que debíamos seguir mis instrucciones, así que nada de pretextos. Ella se muere por ti, lo he notado, es algo bastante fácil…- explicó, y Goku asintió. –Necesitas acercarte… si formas una relación es mejor, así las cosas se solucionarán para otra cosa que tengo planeada…-

-¿Qué va a hacer Krillin? – interrumpió, para asegurarse de que su amigo estaría bien.

-Para él tengo otra idea, ser bajito y calvo no ayuda mucho en lo que tu harás… tengo cosas en mente… pero creme, estará bien, nada va a pasarle…- aseguró, y por desgracia se veía forzad a creer.

-¿Estafar a Bulma nos sacara del problema? – habló Krillin finalmente.

-No, pero nunca están las cosas de más, ella es una distracción… algo para proteger tu imagen en parte…- se dirigió a Goku. –Deberías agradecérmelo…- sonrió, pero no fue correspondido por el muchacho. –Mi plan es grande, yo sé que a ti…- apunto su dedo al chico de cabello. –Te gustan los muchachos… ¿no? – Goku se sonrojó un momento, pero terminó asintiendo. –Bien, tengo la presa perfecta… es millonario, heredero, está aquí por simple placer… él es…- pausó, sonriendo y mirando justo en el momento en que un joven alto y de cabello negro a la oreja entraba en la sala donde estaban.

Tapo soltó una risita ante la coincidencia, mientras Goku y Krillin giraban sus vistas en esa dirección, intuyendo que era de quien hablaba. No lo habían visto antes, de hecho, eso significaba entonces que era un personaje nuevo. Uno al parecer importante. El tipo, de ojos negros profundos al igual que su cabello, rebelde y ligeramente largo a las orejas, los miró por un momento, pasando de largo hasta Mio que estaba en el fondo. Su piel levemente bronceada combinaba perfecto, y la playera blanca que llevaba resaltaba su amplia figura fornida.

-Va a interpretar al hijo de ese idiota de Majunia… de hecho, a él le pusieron el nombre de este chico, pues estaba dicho ya que se quedaría en la serie, y en la que sigue también… - explicó, y de inmediato supieron que hablaba del producto de aquel “huevo” en la historia. De hecho pasaría poco para que lucharan contra él. –Su nombre es Ocean… Piccolo Ocean…-

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Se movió por las escaleras de su casa decidido a encontrar a Vegeta, ya era hora de que ellos dos tuvieran una conversación de esas que el menor era un experto escapista. La mayoría de las veces Goku lo dejaba escapar, pero esta vez no, no iba a hacerlo, no iba a permitir que se alejara y lo dejara una vez más sin saber qué era lo que ocurría, lo que pasaba, lo que pensaba… lo que sentía. Se reprochó un momento a sí mismo por haber sido blando y haberlo dejado eludir lo que tenía que enfrentar, oír, decir. Sentir.

Giró en la planta baja, deteniéndose en el umbral de la puerta de la cocina, en donde había dejado a su compañero hacía varios minutos, donde estaba parado lavando unos platos bastante entretenido. Le tomó mucho trabajo no hablar de inmediato, de hecho, ni siquiera quería hacerse notar, había pensado detenidamente en lo que era. Fuera de todo, de todos, incluso fuera de sus mismos pensamientos, fuera de Vegeta también. Probablemente era demasiado estúpido como para haber tomado decisiones apresuradas… o atrasadas… no estaba seguro, lo que sabía ahora era que como fuera no tomaría las equivocadas.

Había estado ocupado, pensando en el pasado, en el posible futuro, en lo que pudo haber sido y en lo que pudo haber pasado… Vegeta estaba demasiado cansado, cansado de todo eso que le preocupaba como para pensar el Sexo y él. Pero no había caso, no había escapatoria, y no debía haber silencio o secreto. Pensarlo pidiendo por él lo hizo perder por un momento el hilo de la idea, esa que era confusa, una que no era un plan ni una estrategia, en donde su mente le gritaba con desesperación que hiciera lo que sintiera que debía hacer.

Algo real.

Le tomó todas sus fuerzas contenerse, sintiendo el cosquilleo dentro de su cuerpo, ese dolor hondo que recorría bajo su piel, que se paseaba en su interior haciéndole arder, rasgando en sus venas, volviendo loco su pulso y agitando su respiración. Esa sensación de perderse y encontrarse, de poseerlo todo y sentir vacías las manos… aquello que le pasaba solo cuando tenía a Vegeta cerca. Vegeta. Se sintió, como infinidad de veces antes, en la indecisión de su cuerpo, entre entrar o no, entre dar la vuelta o quedarse ahí.

Pero la voz, esa necesidad más carnal, animal, bestial, instintiva y posesiva repetía en el fondo de su mente, gritaba, exigía acercarse. Estar más, más, más cerca. Cerrar esa distancia que existía siempre entre los dos cuerpos que debían estar juntos, que necesitaban estar juntos. Sus pies se movieron, más por un impulso propio que por una orden mental, deteniéndose hasta que estuvo cerca, demasiado cerca, logrando escuchar su respiración tranquila, hasta sentir el calor que emanaba de su cuerpo.

Miró sus manos por sobre el hombro de Vegeta, siempre preocupándose por esa clase de cosas, por esos detalles que no le quedaban, y que sin embargo lo hacía. No por obligación, no por necesidad. Lo hacía porque el espacio era suyo, tan suyo como lo era para él. Y esa calidez inundó su pecho, eso que ni uno de los dos se atrevía dejar, a aceptar. Y su casa ya no era más suya. Y su vida tampoco lo era.

Pidió, con los ojos cerrados, a cualquier divinidad posible, que no lo alejara, que no lo rechazara. Envolvió sus manos alrededor de la cintura de Vegeta, hasta que no hubo espacio entre su pelvis y el trasero del otro. Le tomó sin esfuerzos, sintiendo solo el cuerpo del más bajito tensarse ante su movimiento, colocándose derecho y tratando de tomar distancia de inmediato.

-¿Qué se supone que haces…? – preguntó, forcejeando y retorciéndose entre los brazos que parecían imposibles de doblegar. Goku no respondió, recargó su rostro en la cabeza del otro, inhalando su aroma, llenándose los pulmones de esa fragancia a jabón que todavía tenía de su reciente ducha. Vegeta se alteró, tratando de quitarse, pero el peso del cuerpo de Goku lo impedía, mientras sus grandes manos aplastaban su pecho, palpando y buscando la orilla de la camiseta de Vegeta. -¿Qué pasa contigo, estás…? –

-Vegeta…- susurró, con su respiración bailando,  con el cuerpo temblando y con las emociones a flor de piel, estaba ebrio, perdido en su olor, en eso que extrañaba con solo un segundo de estar lejos, inundado por la tranquilidad y bienestar, absorbiéndolo como torbellino, arrastrándolo como una ola. Vegeta. Sintió el deseo carnal, la necesidad, el deseo y la desesperación de sus manos por ir más allá. Más a dentro. Recorrer más profundo mientras su cuerpo luchaba por más contacto, por querer quitar la lejanía que ahora era nula.

Restregó con frenesí, medio luchando y medio en calma, deseando acercarse y alejarse. Vegeta se movió, maniobrando entre el agarre de Goku hasta que estuvo finalmente frente a frente. Devorándose, gritándose, calmándose, consolándose con solo esa mirada. Sonrió, a pesar de los nervios, del miedo, del dolor arrastrado por años, notó, sobre el rostro firme de Vegeta, esa debilidad, ese sonrojo que cubría sus mejillas, extendiéndose por su piel bronceada. Y lo acunó.

Acunó aquel cuerpo que lejos estaba de ser frágil, y sin embargo lo parecía en sus brazos. Estaba algo asustado, así que su espalda seguía rígida. Sus ojos escudriñaron, encontrando al fondo de su mirada el miedo y la propia duda y tristeza de Vegeta. Las mentiras, los engaños, la desconfianza… el fraude. Pero Goku no quería pensar más en ello, quería borrarlo, quería eliminar esa fría y oscura sombra de esas orbes, de las de Vegeta y de las suyas propias. Quería sanar, y quería ser curado. Quería perderse, besar y acariciar esos labios entre abiertos que lucían pasivos a su merced.

-Goku…- murmuró, despacio, con esa voz agría, apretando la mirada y tensando más el cuerpo, tomando la poca distancia que el agarre le permitía. Pero Goku no quería oírlo decir nada, no quería escuchar palabras que no hacían falta.

Lo que Goku quería era eso, a Vegeta, en su absoluta y total plenitud. Quería pasear su legua por esos labios, quería el roce desesperado de su pelvis hirviente contra la del menor, quería encajar en él y que él otro lo hiciera en él mismo. Quería bajar la mano por su espalda, acariciarlo, apretar su trasero y pegar más sus cuerpos. Lo que Goku quería era gritarle, hacerle saber que la razón por la que no conocía ese lugar a fondo, ni ningún otro, porque no era su casa. Por qué Goku ya tenía una casa.

Goku quería gritarle qué su lugar especial era Vegeta.

-Espera… no… yo no… esto no está bien…- trató de separarse, pero Goku lo tomó rudamente por la quijada, haciéndolo mirar a los ojos, sintiendo la respiración del otro sobre el rostro.

-Cállate – murmuró, cerrando la distancia casi inexistente entre sus bocas, jactándose de ese sabor a gloria, o a perdición, ¿Cuál era la diferencia? No le importaba con que fuese él, Vegeta, Vegeta. Más, y más de él.

Eso era lo que buscaba, eso era lo que siempre había buscado. Un lugar, un hogar, un sitio, su lugar especial, uno que no estaba ni estaría en ningún lado. Eso era algo que vivía en el fondo de las personas, de esa persona. Y ahí, comenzando a cargarlo y colocándolo sobre la tarja, mientras deslizaba sus pantaloncillos hacia abajo y comenzaba a probar el agridulce sabor de aquel jugoso miembro lo supo. Supo que esa cocina, y esa casa, y cualquier otro, no serían más que eso, un sitio. Solo un sitio. El hogar estaba hora entre sus manos.

Un quejido gutural salió desde lo más profundo de la garganta de Vegeta, y Goku estaba decidido para entonces. Un hogar era lo que llevaba buscando toda su vida, un sitio donde estar, así que no lo dejaría ir por nada, terminaría cualquier tipo de relaciones, terminaría cualquier cosa que se lo impidiera. Por qué amaba su hogar. Por qué ahora que había formado uno no lo desperdiciaría.

Hogar. Hogar eran besos animales, caricias casi asesinas, manos enredadas el su cabello suplicando por placer, deslices de lengua y gemidos entrecortados, extasiados. Luchar por no caerse, por no desfallecer entre la pasión y la satisfacción, entre tanta lujuria, luchar por ir más allá, por tocar más, por detener el temblor de las manos y luchar por recuperar el aire que se escapa en sus pulmones. Vegeta era su hogar, y le demostraría que también él podía serlo.

No había nada como él hogar. El resto del mundo, importaba poco entonces.

Notas finales:

Perdonen falta de lemon! No quería decirlo pero lo prometo para el siguiente! Y adelanto también que el encierro se acaba xD! Mil gracias a lala esponja, CelesNicole, MaruOtaku27, monsheneira y B-G-Livi que me han leído y me han dejado sus comentarios! Muchas gracias! Más a esta última que hasta vino a leer desde FF y lo hizo a súper velocidad! Se los agradezco infinitamente! Besos, nos vemos la próxima!

*Capulina: Nombre que se le da a un tipo de araña.

*Widow: Viuda en inglés, referencia a la “Viuda negra” que es el nombre de otra clase de araña.


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