La última noche por Aria-chan

La lluvia caía estrepitosamente contra el suelo de la aldea. La noche era increíblemente oscura y no se veía a nadie alrededor, excepto una pequeña silueta apoyada contra un gran y oscuro árbol que disimulaba perfectamente su presencia.

El frío calaba los huesos, pero eso a él no le importaba, ya nada importaba. Apoyando una de sus manos contra el húmedo piso, se esforzó a levantarse. No estaba lastimado, ni tampoco cansado, pero desde hacía un par de horas su cuerpo se encontraba pesado, como si no quisiera que se moviera. Lentamente y con reticencia, comenzó a avanzar por el camino que lo llevaría a donde se encontraban las lápidas de todas esas personas.

Esa misma mañana le había llegado la noticia de que la persona que buscaba no se encontraba en la aldea, que, desde que terminó la Cuarta Guerra Ninja, nunca había vuelto. Pero hacía sólo un par de horas se había enterado de que el cuerpo todavía no había sido encontrado. Eso encendió una pequeña llama de fe en su interior. Él todavía no perdía las esperanzas.

Antes de darse cuenta ya había llegado a la entrada del cementerio de la aldea, donde habían erigido un monumento en honor a todos los caídos en la Cuarta Guerra. Sus rodillas tocaron el suelo, provocando un ruido sordo que fue acallado por el trinar de la lluvia.

Sus ojos, ahora secos, no podían emitir una sola lágrima más, de su boca no surgía ningún sollozo o jadeo. Sus sentimientos ahora estaban muertos, y es que el pilar que mantenía su vida en su lugar, posiblemente, también lo estaba.

Había jurado nunca sacar a relucir su sentir, había prometido no interferir en su vida, esas eran algunas de las razones por las cuales se había negado a hacer caso a sus demandas de volver, luego de haber cumplido su cometido.

Alzó su mano y con ella recorrió toda la extensión del monumento, no era demasiado grande, pero sí del tamaño justo como para atraer la atención de cualquiera que pasara por allí.

Sin poder soportarlo, se levantó y comenzó a correr hacia el bosque, desesperado por desaparecer de allí. Con su corazón siendo estrujado por una mano invisible. Su única intención ahora era no volver jamás a ese lugar que sólo le hacía acordarse de esa persona.

Tan centrado en sus pensamientos se encontraba, que no notó la pequeña presencia que se hallaba a pocos metros detrás de él, mirando desde hacía varios minutos y ahora, presenciaba como partía, mientras el gélido viento peleaba por mover su rubio cabello mojado por la lluvia.

Su mirada triste seguía posada en el preciso lugar en el cual había desaparecido la oscura silueta. Se abstuvo de ir tras él, no quería sufrir más. No quería que él volviera a sufrir de nuevo. Por lo que sólo dio media vuelta sobre sí mismo y comenzó a caminar en la dirección contraria a la que había tomado el otro chico. Completamente seguro de que no lo volvería a ver nunca más.