Los fuertes empujones entre pasillos, las “sorpresitas” dentro del casillero, acompañando a los comentarios groseros y despectivos ya habían comenzado. Doyoon sabía que sólo era cuestión de tiempo para que los golpes se dejaran caer, justo como el año pasado y el antepasado también. A pesar de que la transición de secundaria a preparatoria acababa de llevarse a cabo, eso no quería decir que algo realmente fuera a cambiar y que él se hubiera librado de su infierno personal, porque aún seguía viendo a muchos de los mismos compañeros y sobre esas nuevas personas que hubiera podido conocer, mejor podía ir olvidándolo, el chisme aún seguía ahí al acecho, haciendo que cualquiera lo repudiara inmediatamente, Seungcheol se había encargado muy bien de ello, que nadie olvidara.
Doyoon suspiró sobre una de las mesas en la nueva cafetería, mirando su apetecible hamburguesa de la misma manera en la que los imbéciles bravucones de la mesa contigua lo miraban a él... con hambre. ‘’ ¡¿Hasta cuándo?!’’ pensó mientras mordía fuerte al mismo tiempo que intentaba ignorar el agarre que se apoderó de su hombro en ese instante, ya sabiendo de quién se trataba.
- ¡Miren a quién tenemos aquí, chicos! – Seungcheol se sentó en la mesa seguido de su sequito. Doyoon no hizo más que voltear la cara hacia cualquier otro punto - ¿A qué viene esto? ¿Te disgustamos Yoonie? ¿Por qué eres tan antipático con nosotros? – hablaba con una voz cantarina haciendo más que burla de Doyoon que causaba explosiones de risas en el grupito.
- Basta de tus niñerías Seungcheol, por una vez en tu vida déjame comer en paz – respondió este un tanto asqueado de tanto acoso, zafándose del posesivo agarre que Seungcheol mantenía sobre su hombro.
El aludido negó desaprobatoriamente – tsk tsk tsk... ¿Te revelas? – volvió a tomarlo del hombro, en esta ocasión ejerciendo una dolorosa presión que hizo a Doyoon bajar la cabeza, cerrar los ojos y morder sus labios para evitar dejar salir un alarido. – Quise empezar condescendiente contigo este año Doyoon, pero tú no me dejas otra opción, así que mejor no se te olvide quién eres, qué no eres, y dónde estás parado... Revelarte no te llevará a nada bueno y lo sabes ¿cierto? o ¿quieres que te lo recuerde? – sonrió de lado, haciendo que Doyoon viera en esa sonrisa el reflejo del recuerdo de lo que había sido el año anterior.
Lo odió pero tembló, sin poderlo evitar.
Seungcheol obtuvo lo que quería – así me gusta, buen chico mi Yoonie – palmeó bruscamente la cabeza de Doyoon y abandonó la cafetería con su sequito a sus espaldas.
Doyoon se quedó ahí rabiando con la cabeza gacha, rabiaba de impotencia, odiando a Seungcheol, a toda su manada de perros-lame-huevos, a cualquier persona que veía y no hacía nada, al mundo al injusto que le había tocado vivir, pero por sobre todos se odiaba a sí mismo quién no era lo suficientemente fuerte para detener todo aquello.
Una lágrima mojó la mesa y Doyoon acalló un grito mordiéndose la lengua tan fuerte que probó su propia sangre, inspiró hondo mientras limpiaba su mejilla, se levantó y salió de la cafetería al ruido de la chicharra, listo para su siguiente clase.
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Se le había hecho tarde y realmente no le importaba, caminaba entre pasillos rumbo a su casillero con una calma indescriptible. Tan fresco y tranquilo como si nada estuviera mal.
Mientras dejaba sus libros para sólo tomar el que necesitaba, escuchó un lamento. Volteó a sus alrededores buscando de dónde provenía tal ruido, a unos cuantos metros al fondo se encontraba un pobre desgraciado sacando basura y deshechos de su casillero con una mueca de asco y enojo. Probablemente el chico fuera de primer grado, nunca lo había visto y por un instante se preguntó quién y por qué le habrían hecho aquella broma, un segundo después cerró la puerta del casillero y avanzó hacia su clase.
- Miré a una pandilla bajo las escaleras del ala este – susurró Ren al grupo en la parte trasera del salón donde cada uno fingía tomar apuntes mientras la maestra daba clase – parecían de primero, pequeños aspirantes a ganstercillos molestando a todo el que pasara, acosando a las chicas y metiéndose con los chicos. Escoria de gente – escupía Minki llenando sus adjetivos calificativos de rabia.
- ¿Qué hay con ellos? Nunca nos hemos preocupado por ese tipo de gente, Minki, olvídalo – JR aconsejó al menor.
En eso, Baekho recordó al chico de minutos atrás en el casillero, iba a mencionarlo, pero mejor calló. Realmente no era algo que le importara.
- ¿No deberíamos prestar atención esta vez? – Insistió Ren – Siento que estos son diferentes...
JR quedó en silencio, fingiendo poca atención al comentario de Ren y concentrándose en la profesora o en sus propios pensamientos, sólo él sabía.
- No creo que nos afecte directamente – dijo Minhyun haciéndose notar mientras a la vez anotaba lo del pizarrón.
- Todavía... –apuntó Aron riendo socarronamente ganando una mirada con ojos entrecerrados de Minhyun.
- Pues a diferencia de ustedes, yo si mantendré un ojo – cortó el tema Ren, sacando una sonrisa a Baekho quién no podía hacer más que ver el puchero de decisión plasmado en el rostro del menor.
Una vez terminó la jornada de clases dio paso al descanso, el grupo de amigos se dejó caer en la cafetería. Rara vez pasaban por ahí, dado que preferían salir a comer fuera y disfrutar del descanso en algún lugar más privado. No era un secreto su popularidad entre las féminas o varones mucho menos el respeto que infundían en el instituto entero.
Minhyun era hijo nada más y nada menos que del primer ministro del país, el padre de Aron era el director de la institución, mientras que JR y Baekho infundían terror con tan sólo verlos... pero eso no era más que mala fama. Y Minki... él era... Ren; divinamente frío y calculador con los demás. Si a ello le sumabas que los cinco chicos eran unas deidades de hermosura, definitivamente el instituto entero no los dejaba de acosar con miradas, grititos, suspiros y demás cada que pasaban por dónde sea que lo hicieran. Por ello siempre preferían salir antes que quedar expuestos a todo aquello. Su grupo era reducido y selecto. En pocas palabras, ellos mandaban y no es que lo hubieran elegido así, era su naturaleza... la gente los seguía, eran líderes innatos. Y tampoco es como si fueran a desaprovechar.
-Baekho, recorrete – ordenó JR seriamente mirando justo a espaldas de este.
- ¿eh?
- Hannie está viniendo y si no quieres acabar con ella a tu lado babeándote el oído toda la media hora...de nuevo, hazme caso – sentenció causando que Aron estallara en risas, a Aron todo lo causaba gracia.
-Eww no – se recorrió abarcando tanto lugar como pudo, mientras Ren estiraba sus largas piernas en el espacio libre justo a tiempo para que la chica cambiara de dirección a último momento con cara de decepción. – ¡Gracias, dios! Luego de que me la tire en la fiesta de verano no he podido sacármela de encima, ¡No para de enviarme mensajes! – soltó desesperado.
- Merecido te lo tienes por andar de pito-suelto – le respondió Ren con una mirada gélida.
-Eish... – Baekho lo tomó de la barbilla comenzando un juego – ¿Alguien está celoso?
-Imbécil – Ren se zafó molesto, el grupo estalló en risas, a todos les divertía ver a Ren enfadado.
-¿Dónde está Minhyun? – mientras aún quedaban rastros de risa JR se percató de que el alto faltaba.
-Dijo algo sobre ir a leer un libro y dormir por alguna parte – Aron se rasco la cabeza tratando de recordar con exactitud las palabras del alto. – ¿Por qué preguntas?
- Simplemente, no lo vi y por un momento se me vino a la cabeza el lío de faldas del semestre pasado.
A Aron se le fueron los colores con el recuerdo, y se levantó de golpe listo para salir a buscarlo.
-Esas chicas prometieron no volverlo a secuestrar – le recordó Ren – Tranquilo, hyung.
-No, ahora están las nuevas de primero y quién sabe qué tan locas puedan ser– Aron preocupado se maldijo internamente por ser tan estúpido y dejarlo sólo –mejor voy a buscarlo
- ¿A quién? – la melodiosa voz de Minhyun resonó a espaldas del mayor.
-¡A ti, menso! – Ren volteó los ojos mientras Aron tomaba asiento nuevamente y dejaba un espacio para que Minhyun se sentará a su lado.
- ¿Dónde estabas? – JR siempre se preocupaba y cuidaba de los chicos, aún sabiendo que eran lo suficientemente capaces de salir de apuros por sí solos, Jonghyun tenía alma de líder.
- Leyendo, recostado tras las gradas del gimnasio – puchereo sintiéndose regañado, pero luego recordó lo que venía a contar y cambió de expresión. – Ren, tengo información para ti.
-¿Para mí? – el pequeño se apuntó levantando una impecable ceja sorprendido.
- Ves que detrás de pared que da a las gradas se encuentran los vestidores, bueno pues escuché como acorralaban a un chico, no pude comprender palabras ni alcancé a ver a nadie pero por lo que pude intuir querían infundirle miedo, se escuchaba como lo zarandeaban y lo azotaban contra las puertas de los casilleros, poco después de que el ruido y las voces cesarán distinguí los sollozos de un chico, eran desgarradores, no es algo que en particular me interese pero, por primera vez en mi vida, juro que sentí pena. – a Minhyun se le puso el bello chinito de recordarlo, casi pudo sentir el dolor en su propia piel.
Se escucho un ahogo de sorpresa, todos voltearon a ver a Minki, quién hizo restarle seriedad al asunto puesto que todos lo encontraron atragantado con un pedazo de pan y con los ojos bien abiertos a lo que Minhyun había contado.
– Basta de historias, que nuestro Minki terminará hecho en sus pantalones – bromeó Baekho, ganando un zape de parte de Ren.
-¡Pelmazo insensible! ¡¿Qué no entiendes que eran ellos?! ¡Esos malditos, los voy a atrapar y hacer papilla! – soltó Ren con desprecio.
-¡He! Pues yo también he visto algo – aportó Baekho no queriendo quedar atrás – en la mañana que llegue, me encontré a un chico sacando desperdicios de su casillero, una broma muy asquerosa, si me permiten agregar...
-¡Dejen de estar de cotillas! ¡Parecen viejas de supermercado, dios! No es de nuestra índole meternos en problemas de adolescentes cenicientos – JR cortó la conversación bruscamente – no podemos hacer nada por cada mendigo que lleve una vida miserable en el instituto. Ren olvida tu sueño de ser la madrina del cuento y vámonos. ¡Eiish! Si por eso detesto pasar el tiempo aquí, rápidamente se les llena la cabeza con los problemas de la sociedad – Definitivamente el líder se había puesto de mal humor.
Así de la nada, viniendo de él era de esperarse, JR podía cambiar de humor tan fácil como cambiar de calcetines.
Al salir de instituto, pasaron a casa de Minhyun. La casa de este era enorme y siempre estaba sola. Para Minhyun era un alivio que sus amigos estuvieran llenando de ruido y risas su abandonada jaula de oro.
Mientras los chicos jugaban voleibol en el enorme patio de la residencia, Jonghyun yacía recostado fingiendo dormir bajo uno de los arboles, pero lo cierto era que no podía sacar de su cabeza las imágenes de lo que los demás habían estado contando en la escuela.
Imágenes fabricadas por su cerebro, imágenes que le hacían volver a ese lugar... dejándole en claro que su pasado siempre iba a ser su pasado, incluso si por lapsos lo olvidaba, este iba a seguir ahí, recordándole.