Ahí está de nuevo, mirándome directamente a los ojos, creyendo que con eso me va a hacer desistir.
Mi única verdadera rival de amores: Tossun.
En realidad debería ser Minhyun pero él no cuenta, a él le puedo ganar fácilmente, pero a ella no. Ella es la princesa consentida de Jonghyun y lo peor de todo, es que solo es un peluche.
No recuerdo con exactitud desde cuando la tiene, si fue algo que siempre fue suyo o un regalo de las fans, pero lo cierto es que la envidio. Él siempre duerme abrazado a ella, no la suelta en toda la noche y la trata con muchísimo cuidado. Solo Minhyun y él la tocan con toda confianza, e incluso, le pusieron una corona en honor a su nombre completo: Princesa Tossun.
Ella me sigue observando, no despega sus ojos de plástico ni un solo momento.
No soporto más lo pesado de su mirada y la tomo entre mis brazos como si se tratara de un bebé, y observo sus rasgos de peluche: esos fuertes ojos negros, las largas orejitas color naranja en conjunto con su largo y esbelto cuerpo del mismo color. Perfecta para Jonghyun, cumple con todos sus requisitos básicos.
En un arranque de ira, la tomo de un bracito y la aviento hacia la ventana, sin haberme imaginado lo que pasó después.
No había visto que la ventana estaba abierta.
Ella sale disparada hacia la calle.
Al acercarme a la ventana, veo cómo cae en la acera, prácticamente a borde de carretera y dudo si debería ir o no. Después de todo, estamos en un cuarto piso, probablemente para cuando llegue, alguien ya la habrá recogido y se la habrá llevado a casa, tal vez para su hijo o para, al igual que Jonghyun, tomarla como su consuelo a falta de novia.
De repente sus oscuros ojos negros hacen contacto con los míos.
Parece que suplican mi ayuda, me piden que no entristezca a Jonghyun, me piden que baje.
Sin pensarlo dos veces, e hipnotizado por esa mirada que me recuerda tanto a quien amo, bajo los escalones corriendo, sé que sería más practico por el elevador, pero no puedo arriesgarme a que tarde en llegar al piso en que estoy y por ende, perderla.
Salgo del edificio y justo en ese momento veo como la atropellan.
Rayos.
~(>.<)~
Espero a que esté el alto y me acerco, pero un alma más joven que la mía llega primero y hace ademán de meterla a su mochila. Camino más rápido y se la quito.
—Es mía— le digo a esa personita que no la suelta.
— ¿En serio? Entonces, ¿cómo es que terminó aquí? — Se aferra más a ella. ¿Qué es lo que hace que sea irresistible ante tantos seres humanos? Es como si su cuerpecito fuera la fruta prohibida, aquella capaz de dividir a la humanidad y condenarla.
—Para que la quieres, ¿eh? Mírala, está sucia—. El niño se percata de que la señal de alto va a cambiar y se aleja corriendo, sujetándola firmemente. Me doy cuenta de la situación y corro detrás de él.
Bien, en realidad no sé qué hacer, así que decido seguir mis instintos básicos.
Con todas mis fuerzas (incluso aquella fuerza escondida que me da flojera usar), se la arrebato sin más y corro de regreso al edificio antes de que alguien se dé cuenta de que hice llorar a un niño.
~(>.<)~
Una vez más en el edificio, pienso que es lo que debería hacer. ¿Llevarla primero a la lavandería? ¿O pedirle a alguien que cosa su brazo amputado?
Si, poco a poco este crimen pasional se ha hecho más grave: al jalarla le quité un brazo.
¿O tal vez debería tirarla? Esa tentadora idea pasa por mi mente una y otra, y otra vez. Pero no podría reemplazarla, se daría cuenta.
Alguien toca a la puerta. Escucho esa voz tan familiar y corro a esconderla en un mueble de mi cuarto. Después veré que hacer con ella.
— ¿Minki-yah? — Lo recibo en la puerta, se ve cansado, demasiado ojeroso y pálido. — ¿Qué estabas haciendo?
—Ah, ya sabes, disfrutando de… no hacer nada—. Sonrío y lo dejo pasar. — Pensé que no llegarías hasta más tarde, tal vez con manager hyung.
—Yo también, pero— bosteza— la sesión termino antes y regresé en metro.
— ¿Y ya le avisaste? Sabes cómo se va a poner si no te ve.
—Ya —, vuelve a bostezar. —Me voy a dormir—. Se encierra en su cuarto y yo huyo al mío antes de que note la ausencia de su novia naranja.
—Minki-yah, ¿dónde está Tossunie?
— ¿Tossunie? — Tengo que pensar rápido. —En la… la lavandería—. Sí, eso es. —La llevé porque estaba muy sucia, deberías lavarla más seguido.
— ¿Por qué no la metiste a la lavadora y ya?
—Sabes que no soy bueno para las tareas del hogar, mejor la llevé a la lavandería. Conmigo corria mucho peligro. —De verdad que lo hacía.
—Exagerado. No puedo dormir si no la tengo. Voy a secuestrar a uno de tus peluches—. Se dirige a mi cuarto y entonces una luz ilumina mi cabeza. ¡La metí a una caja con mis otros peluches!
Intento controlarme y camino con tranquilidad hacia mi cuarto. Me acuesto en la cama de Minhyun y observo lo que JR hace.
Bien... evita el baúl, perfecto. Se dirige a la puerta.
Y se da media vuelta.
—Casi olvido revisar tu baúl.
Sin pensarlo dos veces, me abalanzo sobre él y junto mis labios con los suyos. Con mis ojos cerrados, hago presión lo más fuerte que puedo. Poco a poco, los entreabro hasta que me relajo por completo. En un principio pensé que mis acciones iban a desencadenar una batalla verbal, pero no pasa.
En su lugar...