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Comidas Familiares III por Yuikochan

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Notas del capitulo:


Tercer capítulo de la serie especial navideña "comidas familiares" escrita junto con MyFirstKissFanFicSatuPro y Kuraudia 

 

Resaca Navideña

 

El sonido retumbaba en sus oídos, como temblores desde el fondo de la tierra recordándole a la humanidad el origen de su planeta, el big bang, la formación de los alpes, la deriva de los continentes, los meteoritos. Terremotos y explosiones, todo con un estruendo horrible y totalmente innecesario.

“Joder, ¿vuelven a hacer obras?”

Y seguían los golpes, maltratando su pobre y dolorida cabeza.

“Parad ya joder ¿sabéis la hora que es?”

- ¡Levanta anormal! – le gritaba ella desde entre golpe y golpe – ¡QUE ES TARDE!

“Joder”

Se dio la vuelta y se tapó con la colcha, emitiendo alguna especie de sonido que podría haber sido una queja o un ronquido, o nada en absoluto. Intentando aislarse del terremoto que estaba montando su hermana contra la puerta.

Pero no paraba.

- ¡Para gilipollas! ¿Tienes idea de a que hora volví?

- No es mi problema, ¡arriba!

- ¡Piérdete!

Siguió aporreando la puerta, parecía que se iba a soltar. “Dios, que la tirará ¿porque no le dicen nada???”

Al final tuvo que levantarse.

- ¡Ok! estoy despierto ¿vale? ¡lárgate!

Volvió a dejarse caer sobre la cama, le escocían los ojos y le dolía la cabeza, era como si los golpes siguieran ahí. “Eso es maltrato…” Cerró los ojos y casi se había vuelto a dormir cuando volvieron a llamarle, esta vez su padre.

- Vamos Minki, necesito que me ayudes a montar la mesa.

“Que lo haga doña perfecta, seguro que lo hace mejor.”

- Voy…

Salió arrastrándose, con la camiseta y los calzoncillos solo. La cabeza le rebotaba y daba martillazos. ¿O era su padre montando la mesa? “Demasiado ruido” “Aunque estuvo bien…” “hoy será una mierda”.

Ayudó a su padre a poner las tablas para alargar la mesa. Iban a ser unos trescientos, con todo el ejercito de críos berreantes.

“Bueno, mas bien trece… aunque ni idea de quien viene”

- ¿Te lo pasaste bien ayer?

“Joder, si.”

- Estuvo bien.

- Bien. No vuelves a salir hasta año nuevo ¿eh?

- ¿Eh? ¡¡¡Pero si estoy de vacaciones!!!!

- Tienes exámenes al volver, puedes estudiar. Y yo necesito que me ayudes en la tienda.

- ¡Pero papa!!!

- Nada de peros. Quedamos así.

- Quedamos en que pasaría el día de navidad aquí, no todas las putas vacaciones, joder.

- Eh, habla bien.

“…” “OSTIA PUTA JODER TE HAS PASADO VIEJO GILIPOLLAS”

Tenia ganas de tirarle las sillas por la cabeza. Había demasiadas sillas.

- ¿Quien viene?

- La abuela, Sunye, Dajoon, Dasom, con los niños y todos. – “quince” – y el novio de tu hermana.

“Perfecto. Minyoung la perfecta con su novio perfecto. OLE”

Ni siquiera le conocía y ya le odiaba.

“Si está con esa como mínimo es retrasado” “Aunque retrasado con buen gusto” Su gemela y él se parecían mucho. Los dos eran muy guapos “Aunque yo más, claro”.

Paso por la cocina luego, a desayunar, arrastrando los pies y con los ojos entrecerrados.

- ¿Aun vas así? -su madre estaba cocinando. La señorita perfecta terminaba los canapés y ni le miró. – Ve a vestirte que estarán a punto de llegar ya. Y no comas nada.

- No he desayunado.

- Estamos a punto de comer. Y haz el favor de venir a ayudar que también vas a comer y yo no soy la criada de nadie.

“Esta de malas, como siempre. Ya se ha estresado”

- Así no Minyoung, los de gambas con los de aguacate, no los mezcles con los de jamón y queso que irán a la mesa de las niñas. Si es que parece mentira.

Veía a su hermana ponerse nerviosa. “La señorita perfecta no soporta hacer las cosas mal”. Y sonreía mientras bebía a morro del cartón de leche.

- Y tu haz el favor de vestirte ya.

- Siii…

Al pasar al lado de su hermana se acercó a darle un beso en la mejilla. Le saco la lengua y le dio un lametón en toda la cara.

- ¡Ah! – soltó un gritito de rata histérica mientras se frotaba la cara exhaustivamente, pero le mentalmente le gritaba “CAPULLO QUE ASCO A SABER QUE TE METISTE EN LA BOCA ANOCHE NO ME TOQUES ASQUEROSO DE MIERDA”. Mentalmente porque estaba mamá delante, claro.

- Minki…

Desapareció antes de que su madre le mandase vestirse de nuevo.

Se puso ropa muy simple, tejanos y camiseta. Su madre le volvió a mandar a cambiarse de una patada. No literal, obvio. “Porfavor, que es navidad y viene gente a casa, arréglate un poco, con la de horas que te pasas al espejo para salir ya podrías como mínimo peinarte”.

Así que volvió a arreglarse. Se puso los pantalones más arrapados que encontró, con cortes y tachuelas incluidas, el jersey negro brillante, el de agujeros con la rejilla debajo, se planchó el pelo y se pintó los ojos, incluso se repasó la manicura y se pegó brillantitos en las uñas. “Tengo que reteñirme” Pensó mirándose las raíces ya oscuras, en general empezaba a clarear, ya no era ese caoba brillante de la primera semana. “Aunque podría volver al rubio…”

- ¿Estoy bien ahora mamá? – le preguntó con su mejor sonrisa de hijo bueno.

Ella apenas le miró.

- Si insistes en hacernos enojar allá tu. – No ponía expresión, no le miraba, apenas arrugaba la nariz. – Si quisieras un poco a tu familia intentarías portarte mejor. No salir con tus… En fin. Suerte tienes de que ya me tienes acostumbrada, otra no te toleraría lo que yo te tolero. A veces pienso que no valoras nada de lo que tienes. Si como mínimo sacaras las notas de tu hermana. Suerte que la tengo a ella para que algún día me de nietos. – “Eso si no te mueres antes bruja”. Había momentos en que se planteaba si no la odiaba de verdad. Después recordaba que era su madre. “Si ya empezamos así… vaya día vamos a tener…” – Empieza a lavar todo esto. Podrías tener un poco de iniciativa ¿Sabes?  Hacer las cosas antes de que te las pidamos, que no tengamos que irte todo el día detrás como hacemos siempre.

En realidad era todo por una causa muy simple. Su madre y la familia de su padre, juntos. Se iría acumulando tensión durante todo el día y estallaría por la noche, cuando ya se hubieran ido todos. “¿Y porque puñetas insiste en hacer comidas familiares?”

La primera en llegar fue la mayor, Dasom, una mujer enorme de metro ochenta y… bueno, enorme, con los tres monstruos de sus hijas y un marido que hubiese parecido corpulento de no haber estado a su lado.

- ¡Sunyoung!

- ¡Dasom!

Se abrazaron como si fueran amigas de toda la vida, sonriendo para meterse enseguida a la cocina a terminarlo todo, pero si te fijabas podías palpar la sutil pero enorme rivalidad.

- Oh, has puesto pollo en la sopa, nosotros siempre la hacemos con carne de ternera, a las niñas les gusta más, aunque claro, es más cara.

- Si, bueno, aquí preferimos el pollo que es menos graso, para mantener la línea, ya sabes.

Y demás sutilezas por el estilo. “Que arte tienen…”

La siguiente fue la abuela. Sargento en funciones en sus buenos años había perdido fuerza pero seguía siendo igual de estricta y firme. Sunye la acompañaba, la eterna soltera dramática que soportaba como una mártir el peso de tener que cuidar a la matriarca. Como si alguien la hubiera obligado a hacerlo.

Dajoon fue la siguiente, con su flamante vestido del brazo de su tercer marido y con las dos niñitas arregladitas como si fueran a un banquete real.

- ¿Y dices que va a venir el novio de Minyoung? Ash, ven a que te vea niña. Si ya eres toda una mujer. Aun tienes que crecer un poco pero…

- A su edad yo ya me había casado.

- Más me faltaría verla casada, si no tiene ni veinte años.

- Aquí la única que no tiene novio soy yo…

- Yo a mis niñas no les dejaría que tuviesen novio tan jóvenes.

“Ni que alguien quisiese acercarse a las focas de tus hijas”. Pensó Minki desde la puerta viendo como las tres niñas empezaban a picotear canapés disimuladamente.

- Déjala que disfrute mujer. Hay que aprovechar cuando una es joven para hacer estas cosas ¿eh niña?

- Bueno… jeje

Y ella aguantaba la sonrisa rezando para salir corriendo de allí mientras Minki se jartaba mentalmente en su rincón.

- ¡Unnie! – la llamó su prima Bangji – ¿Podemos ir a jugar a tu cuarto?

“Salvada”

La pequeña, con cinco añitos aún la miraba expectante colgada de la mano de su hermana.

- Claro. Vamos, vamos.

Se las llevó a las dos y les sacó las muñecas de cuando era pequeña.

Y el siguiente en llegar, ya cuando las expectativas estaban por las nubes y todos habían especulado sobre como sería, llegó el novio de Minyoung.

Ella fue a abrirle la puerta y, adelantándose a los acontecimientos, salió a recibirle antes de dejarle entrar.

- Lo siento, quería venir antes, pero…

- Está bien, aun no íbamos a empezar a comer tampoco.

“Que no te oiga mamá….” Según su completo y organizado horario deberían haber empezado a comer hacía treinta y cuatro minutos exactos. Entre eso, las cuatro intrusas en su cocina y los monstruitos picoteándole los canapés a escondidas estaba que se subía por las paredes.

Y entró. Y toda la familia saltó encima.

La abuela examinándole con sus ojos de rata vieja, las tres hermanas estudiándole atentamente preparando los comentarios para después, la madre saludándole con un cartel luminoso de “SUEGRA ORGULLOSA”, las niñas, tanto las pequeñas cositas adornadas cual arboles de navidad como los tres monstruos, luchando por quien se acercaba más, y Minyoung en el medio, peleando para sacarle de allí antes de que le asfixiaran.

Minki se mantenía a un segundo plano, junto a los cuatro maridos pero un poco apartado, y por encima de la multitud alcanzó a ver la cresta rubia teñida del chico.

“No me jodas”

Pero si. SI. Era él. Y cuando le vio se quedó congelado, con los ojos como platos y la mandíbula desencajada. Atorado, paralizado, aterrado.

“DIOS MIO ESTO NO ES POSIBLE”

Se aguantaba la risa, por respeto al pobre chico. O por disimulo. “Como menos gente lo sepa mejor.” “¡Te tengo cogido por los huevos capullo!”

- Hey. – le saludó alargando la mano, como si no pasase nada.

- Hola… – La mano de él temblaba.

- Soy Minki, el hermano de Minyoung, ¿Y tu eres…?

- Dongho, Kang Dongho.

“Ese no fue el nombre que dijiste anoche…” Pero bueno, él era el primero en usar un mote con sus amigos o cuando salía. O cuando le hacía una mamada a alguien en los baños de la discoteca durante la fiesta de nochebuena.

- Encantado.

Le sonrió, una perfecta y principesca sonrisa, acompañada de una trabajada caída de parpados y una ligera inclinación de cabeza mientras le daba la mano muy suavemente, apenas rozando su piel.

Le sentía temblar, podía ver como sudaba y tenía escalofríos. Y se sentía poderoso. De repente las perspectivas de diversión del día subían en picado. “MUAJAJAJAJAJA”

- Venga, venga, dejémonos ya de cháchara que es hora de comer – Su madre le interrumpió el momento de gloria llevándose a Dongho del hombro para sentarle en la mesa, mientras su hermana quedaba detrás mirándole fijamente. “No le mires así. Es MIO” “Mas quisieras, zorra” Por suerte las conversaciones mentales solo se desarrollaban en su cabeza. – Mira, coge un canapé, los ha hecho Minyo… – calló de repente, mirando las platas sobre la mesa. Las platas impolutamente vacías. Echó una mirada a las “hermanitas monster”, aún masticando las tres. Y sonrió, una sonrisa de acero pulido y afilado – ¿Os habéis comido todos los canapés? Jajajaja… – “Las mata, si no llega a estar su madre delante las mata” Pero solo tembló un poquito clavándole los dedos en el hombro a Dongho sin darse cuenta – Bueno, pues resulta que no quedan canapés, pero la comida estará muy rica ¿eh?

- Estoy seguro… – “Lo está pasando tan mal pobrecito…” “Como va a sufrir hoy…”

Pensaba sentarse lo más lejos posible de su hermana, pero terminó justo a su lado, al lado contrario de su novio, por el simple hecho de que cuando él la mirara le vería detrás.

Se sirvieron los platos, todo comida deliciosa aunque ligeramente escasa. Y en la mesa de “las niñas” Dongho se sentía observado y expuesto como una pieza de museo. Intentaba ignorar las miradas de las primas pequeñas pero cuando se giraba a mirarla a ella le veía a él al otro lado, chupando la cuchara de la sopa mientras le miraba fijamente, sonreía y se regodeaba de su expresión de espanto y culpabilidad

“Dios, su cara, me encanta, como está sufriendo…”

- ¿Estás bien chagia? – “¿Chagia? ¿En serio son TAN empalagosos?”

- Si, solo… algo mareado…

“Por supuesto…”

- ¿También tienes la regla? – interrumpió la pequeña Bangji sentada a su lado.

Y media mesa estalló a reír.

- ¡Eso no se dice Bangji! – la regañaba su hermana toda sonrojada.

El chico estaba a cuadros, Minyoung a su lado se aguantaba la risa mientras le explicaba a su primita, siendo muy correcta, que los hombres no tenían la regla, que era cosa de chicas.

Minki miraba a Dongho, y cuando este se cruzó con su mirada se puso más nervioso aún, tenso sobre la silla. “Jo, pues si que lo está pasando mal…”

- Oppa – le llamó su prima Doyeon, la pequeña de los monstruos. – ¿Tu tienes novia?

- Minki es gay – le aclaró su hermana Dahee – si acaso novio.

- Si, uno para cada día de la semana, – respondió él con convencimiento – y a veces dos.

Las pequeñas le miraban asombradas mientras su hermana le soltó un capón. Disimulando, eso si.

- Ei, ei, cuando terminéis me acompañareis a buscar los chocolates del árbol ¿si? – cambió de tema.

- ¡Si, si! – asintieron las pequeñas emocionadas.

- ¿El que? – Dongho miró a su novia extrañado, preguntándole con la mirada a que se refería, pero fue Minki quien respondió, echando la silla para atrás para mirarle.

- Tradición familiar. Colgamos en el árbol figuritas de chocolate, uno para cada prima. Incluyéndome. – “¿Se incluye entre las primas?” Pensó el chico, algo desconcertado. “Bueno, tampoco es tan…” Miraba su pelo largo, sus uñas cuidadosamente decoradas, sus pestañas curvadas y alargadas por el rímel, recordaba sus gemidos agudos, su cuerpo… “NO ES UNA MUJER, ahora borra eso de tu cabeza”. – Es posible que este año haya uno para ti también. – Terminó guiñándole el ojo con una sonrisa seductora que no le ayudó en absoluto.

- Nosotras hemos traído chocolates. – seguían las pequeñas ignorando su pequeño instante de debilidad memorística.

- Y galletas.

- ¿Hay bizcocho de ese de frutas, unnie? – Preguntó Doyeon casi babeando.

- Oh, ese con caramelo encima… – siguió su hermana.

- Si, y los pastelitos esos de plátano como los del año pasado. – respondió la joven anfitriona toda orgullosa.

- Tsk – se quejó su hermano desde su silla inclinada – Que manía con destrozar los plátanos para hacer pasteles. – se ganó otra de las disimuladas collejas de su hermana, perdió el equilibrio y la silla volvió a colocarse sobre las cuatro patas.

- ¡Minki! – le gritó su madre que había oído el sonido desde la otra punta de la mesa – ¡Haz el favor de sentarte bien!

- ¡Si mamá! – respondió sin ni mirarle. Al segundo volvía a balancearse sobre la silla. Dongho lo supo porque aunque fingiese mirar a Minyoung no podía apartar la mirada de él, y él lo sabía. Oh si lo sabía…

Y le encantaba, no podía estar disfrutando más su atención. Le sonreía, le dedicaba estudiadas caídas de ojos, se pasaba la lengua por los labios. Incluso se relamió los dedos después de coger un pastelito con las manos, esmerándose en no dejar un pedacito de dedo que no hubiese recorrido con su lengua mientras sus ojos estaban fijos en él, el chico que la noche anterior se había presentado con el nombre de “Baekho”.

“Baekho…” nada mejor que un nombre de bestia para alguien como él.

Le miraba, de reojo y con disimulo, pero no podía apartar la mirada, y en sus ojos veía como recordaba. Como recordaba la sonrisa con la que se le había acercado, habían charlado y habían bebido, pero no habían tardado mucho en estar devorándose. Cuando se mordía los labios sabía que Baekho estaba recordando los besos, en los labios, en el cuello, en los hombros… Él mismo se recordaba mordisqueando el lóbulo de su oreja mientras las manos de él le agarraban por la cadera, mientras sus cuerpos luchaban por pegarse aún más…

No eran los pensamientos más adecuados para una comida familiar, con la novia al lado y toda su familia mirándole expectante, y Minki no podía sino reírse de su turbación.

- En realidad no me encuentro muy bien… – Le dijo a Minyoung – Me da que ayer tomé algo que no debía.

Ella le apretó la mano mirándole preocupada, pero su hermano no pudo evitar la tentación de responder.

- Uy, es muy importante vigilar que te metes en la boca cuando sales. – Le miraba con su sonrisa burlona, mordisqueando los pastelitos dulces, él le miraba alarmado, con los ojos como platos.

- … – “Anda, responde a esto” Agitó la cabeza, echándose el pelo atrás con la mano – Creo que voy al baño un momento.

- Vale… – respondió ella no muy convencida viéndole levantarse e irse. – está al final del pasillo, justo antes de girar…

- Ahora vengo, – le dijo Minki levantándose también. – creo que se está agobiando con tanta chica. – “Vamos a jugar con él un ratito… jejejeje”

Le siguió hasta el baño y entró con él, recostándose detrás suyo en la pared, mirándole desde el espejo.

- Baekho.

- Ren… – respondió el chico.

Se miraban sin siquiera pestañear, Baekho, recostado sobre el mármol del lavabo solo quería salir corriendo de allí. Ren, cortándole la retirada junto a la puerta, sentía que tenía a su presa acorralada. “¿Desde cuando la presa se come al cazador? Porque este muerde con unas ansias…”

- Es curioso ver que la “novia que no la chupa tan bien como yo” de repente resulta ser mi hermana, – Se reía Ren mirándole. – Creo que es la primera vez que me comparan con ella en algo que yo hago mejor, ya iba siendo hora que alguien reconociera mi talento.

El novio suspiró y se inclinó sobre la pica, mareado. Le mareaban los recuerdos de la noche, la culpa, le mareaba que se lo recordara constantemente bromeando, recordándole que estaba al filo de la navaja.

“Se lo dirá, se lo dirá y te dejará. Te lo mereces. Por subnormal. ¿Cómo no te diste cuenta? ¿Por qué no se te ocurrió? ¡Si son clavados!!!”

Ren se acercó a él, le abrazó por la espalda y cruzó los brazos en su pecho, recostando la barbilla en su hombro y sonriéndole a su reflejo.

- Relajate tigre, no voy a decirle nada. – “¿no?” Pensó sorprendido.

- ¿A no?

El hermano se rió.

- No, no es asunto mío. – soltó simplemente – Si la engañas es tu problema y el suyo, yo no estoy prometido con nadie ni le debo nada a ella, así que es vuestro problema con quien la engañes y con quien no.

“Se nota que la quiere un montón…” Le sorprendía ese desinterés por parte de su hermano. Hubiese podido comprender que no se lo dijera por temor a herirla como le pasaba a él, porque era navidad y no quería darle una noticia así en un día como ese, él mismo estaba esperando a que pasaran las fiestas para hablar con ella, pero tanta indiferencia… Era incluso demasiado.

Aunque en parte tenía razón. Era su problema.

“¿Por qué haces estas cosas subnormal? ¿Por qué siquiera tendrás novia???”

- Oye Baekho, hay algo que no me cuadra. Hace tiempo que le doy vueltas y no le encuentro la lógica. ¿Por qué carajos saldría alguien con mi hermana???

- ¿Eh? Bueno… – Dudó a la hora de responderle. – Es bonita… – Le veía a él, su reflejo en el espejo, y realmente se parecía a su hermana… Minyoung tenía los labios algo más oscuros, el cuello algo más delgado, las cejas más finas, el pelo más largo… Todo sutilezas sin sentido, no podía decir que fuese más guapa que él.

- Yo soy más guapo.

- Es diferente. Ella es una chica.

- Así que sales con ella porque tiene tetas.

- ¿Eh? ¡No! Como… Joder, es solo que… bueno, ella es casi perfecta. Es bonita, inteligente, responsable,…

- Mandona, seria, insociable, repelente, cascarrabias,…

- Se nota que la quieres un montón.

- La tengo que soportar a diario, no pidas más. – Se separó al fin rompiendo el abrazo con un suspiro y se sentó en el mármol a su lado. – ¿Le pediste para salir tu o ella?

- Ella. Creo.

- Seguro que fue precioso – Le miraba sonriendo, y esa sonrisita estúpida sacaba de quicio al Baekho. – ¿Quién besa mejor, ella o yo?

Se sorprendió por la pregunta, tardando unos segundos en responder.

- Ella – dijo muy firme.

- Ayer no dijiste lo mismo.

- Ayer iba borracho.

- Y hoy te sientes culpable, me fiaré más de lo de hoy – la sonrisita impertinente no se borraba de su cara, y ya le tenía harto.

Lo peor era recordar como esa sonrisa le había cautivado la noche anterior. Le había visto bailando entre la multitud, con su grupo de amigos. Tenía que admitir que al principio le había confundido con una chica. En parte por el pelo largo, en parte porque bailaba muy pegado y abrazado a otro chico. Recordaba que mientras les miraba había deseado que las manos de ese chico fuesen las suyas, ser él quien tuviese sus manos alrededor de su cadera mientras bailaba pegado a su cuerpo.

Cuando se había dado cuenta de lo que estaba pensando se había dado la vuelta y había seguido bebiendo intentando pensar en otra cosa, pero al alcohol tubo más bien el efecto contrario y cuando se giró de nuevo a mirarles vio los ojos de largas pestañas de ese chiquillo castaño fijos en él, sonriéndole con esos labios de corazón que parecían pedir a gritos “¡Bésame!”.

Esos labios le habían arrancado la cordura a besos. Cuando le sonrió, aún junto a la barra, él no dudó en acercarse, se presentó con el nombre de “Ren” y, sabiendo que era un apodo, él uso también un nombre falso. “Baekho” le había dicho que se llamaba.

- Un nombre de bestia. ¿Hasta que punto eres un tigre? – le había dicho seductor. Su voz era casi un ronroneo, sus labios se curvaban de forma tan sensual que le parecía que no podía esperar un segundo más a besarle.

- Hasta el punto que te voy a cazar.

- Mmm… un tigre hambriento…

- Hambriento de ti…

No recordaba las palabras exactas. Era posible que no hubiesen dicho eso, era posible que no hubiesen halado en absoluto, pero recordaba que en ese momento su mente no daba para mucho más. La noche se hacía borrosa, pero mientras las luces y la gente perdían intensidad en el recuerdo sus labios parecían perfectamente definidos, igual que recordaba el tacto sobre los suyos cuando finalmente le había besado, cuando había cerrado los ojos y, entre tumbos y traspiés se habían encerrado en uno de los minúsculos e incómodos cubículos de los baños.

Y volvían a estar en el baño. En un baño muy diferente, en unas circunstancias muy diferentes. Y él seguía sonriendo exactamente igual.

- Mejor volvemos. – Baekho sacudió la cabeza despejándose, se echó agua en las sienes y se golpeó un poco las mejillas girándose hacia la puerta.

- ¿Si? ¿Estás seguro que quieres salir con eso tan tieso?

- ¿Eh? – Bajó la mirada asustado a su entrepierna, no había notado nada, pero… “…” “¡Maldito crio!” – ¡Serás troll! ¡No voy empalmado!

Ren se doblaba de la risa, aguantándose en el mármol del lavabo.

- No le encuentro la gracia…

- Te hubieses visto la cara… Ash… que bueno… – Se incorporó, aún riéndose, y pasó a su lado para volver al comedor. – Tranquilo, que yo entiendo que estoy muy bueno, Y anoche todo fue muy intenso, no te juzgo por pensar esas cosas de mi…

Apagó la luz del lavabo y le siguió por el pasillo hasta el comedor. Le veía caminar y le cautivaba. El movimiento de sus caderas era hipnótico. “¿Ensaya para moverse así o le sale de natural?” Le hacía pensar en una modelo de pasarela, de las buenas, sin llegar a ser exagerado pero exhibiendo todo su cuerpo a cada paso. “Tiene un culito precioso”.

Se maldeció por pensar eso, pero no podía negar que era verdad. Lo recordaba, y era increíble. “Idiota, deja de pensar en su culo”.

Todo seguía igual en la mesa. Las botellas un poco más vacías, los adultos un poco más borrachos y la pequeña Bangji sobre su silla recitando la poesía navideña que se habían aprendido en el cole. Y todos aplaudiendo.

- Minyoung – la llamó su madre – ¿Por qué no nos tocas algo?

Su novio se giró desconcertado, ella reprimió una mueca de asco y se giró sonriéndole a la anfitriona madre.

- ¿Ahora?

- Si, claro, ¿cuándo mejor?

Se levantó con reticente obediencia mientras Minki le sonreía desde su sitio. Hacía años que él se había librado de eso.

- Toca la flauta. Antes tocábamos las dos pero yo lo dejé – le explicó a Dongho. Luego se giró y se acercó sonriéndole – Me pasé a otro tipo de flautas…

No esperó a ver su expresión de espanto, cogió su copa y dio un trago, para luego levantarse e ir hasta la cabeza de la mesa para presentar a la interprete que ya llegaba con su instrumento, como si fuese una audición profesional.

- Escuchad atentos a las maravillas que crea con sus dulces y delicados dedos de ángel.

- Gracias Minki, – “Cállate capullo” le cortó ella molesta – puedes ir a sentarte. ¿Porfavor? – “Déjame en paz y no lo alargues más”.

Aún le hizo una reverencia antes de volver a su sitio, junto con el resto del público que seguía charlando, bebiendo y picoteando pastelillos a su antojo.

Se sentó al lado de Baekho mientras ella tocaba, ocupando el sitio de su hermana, acercándose al chico más de lo que él podía considerar “cómodo”. A decir verdad para que la situación fuese cómoda tendría que haber estado como mínimo en otra sala. En otro planeta mejor.

Odiaba como le miraba con esa sonrisilla de “te tengo cogido por las pelotas…”. “Eso es casi literal… bueno, ayer era literal…” “¡JODER! ¡Deja de mirarme!!!”

Fingía que no le veía y seguía mirando a su novia tocando, pero no pudo ignorar cuando él se echó atrás en su silla casi recostándose en él, o cuando se giró para susurrarle al oído algo que ni siquiera llegó a comprender porque solo se quedó con que sentía su respiración en su nuca y que sin querer (o quería pensar que lo había hecho sin querer) le había rozado la oreja con los labios…

Pronto la familia en general se cansó del recital de obras clásicas y empezó a exigir villancicos que las pequeñas, y algunos de los adultos más borrachos, coreaban con voces disonantes y desagradables.

- Anda Minki, – le llamó su hermana cuando se cansó – ¿Por qué no tocas tu algo también?

“Zorra” Pensó él.

- Uy, no, no, si hace mucho que no la cojo. – “Ni se te ocurra guarra”

- Va, de algo te acordarás. – “Si hay que sufrir sufrimos los dos.”

- Si, Minki, vamos. – insistió la madre.

“Joder” la fulminó con la mirada, llevándose una reprimenda mental equivalente a un sermón de varias horas. Luego suspiró y se levantó. “Bah, que más da, igual ponemos más nervioso a Baekho…”

Toco solo un par de villancicos, nada complicado solo para escurrir el bulto, luego regresó a su sitio.

- ¿Que te parece Dongho? – no pudo evitar preguntarle – ¿Quién toca mejor la flauta, mi hermana o yo?

Por su cara lo había comprendido a la perfección. Le fulminó con la mirada y luego respondió indiferente sin mirarle.

- Es obvio que Minyoung tiene mucho más talento musical. – “MUSICAL”

Recibió un beso de agradecimiento de su novia y asentimientos de aprobación por parte de los que le habían oído, pero Minki apenas podía aguantarse la risa. “Talento musical ¿eh? ¿Quien es mejor en otros talentos Baekho?” Se regodeaba en silencio de sus palabras.

Sacaron más pastelillos y la cena siguió sin más. Sirvieron otra ronda de champagne y, aunque la música no era más que las mismas cancioncillas tediosas, infantiles y aborrecidas de cada año algunos se animaron a bailar. Sunye rompió a llorar con el mismo drama de cada año de que estaba sola porque ningún hombre la quería, la abuela la regañó por ser una estúpida cabeza hueca y Minki le sugirió que se hiciera lesbiana. Madres y tías se pusieron a discutir sobre lo inútil de los hombres en general y los tres maridos se retiraron a la terraza para huir del barrullo ensordecedor de las mujeres. Los niños desaparecieron también al cuarto de la chica.

- ¿A que queréis jugar? – les decía esta a sus primas.

- ¡Al escondite!

- ¡A la gallinita!

- ¡Al cazador!

- ¡Oh! ¡Al cazador! ¡Al cazador!!!

Dongho se había quedado casi en la puerta de la habitación abarrotada, temeroso de entrar del todo. Minki directamente se había quedado fuera recostado contra el marco.

- ¿Al cazador? – replicó Minyoung – Pero la casa es muy pequeña y somos muchos.

- Podemos hacer equipos.

- ¡Si! ¡Si!

- ¡¡¡Yo quiero ir con unnie!!!

La pequeña Bangji se pegó a las piernas de su prima mayor y ya nada pudo hacer desistir a las demás de jugar a ese dichoso juego. Hicieron parejas rápidamente dejando a los dos chicos juntos.

- ¿No os importa?

Y antes de que el novio pudiera replicar Minki le cogió por los hombros y respondió con una sonrisa enorme.

- Por supuesto que no, ¡seremos el mejor equipo!

Y ya lo dieron por concluido, pasando a repasar un poco las normas para el nuevo miembro de la familia.

- Cada equipo esconde un peluche en algún sitio de la casa y busca los de los demás que también estarán escondidos. Gana el primer equipo que tenga todos los peluches. Si veis a alguien que lleve un peluche, porque va a esconderlo, podéis retarle a un juego y si pierden os lo tienen que dar. No podéis llevar más de un peluche, enseguida que encontréis uno tenéis que ir a esconderlo antes de ir a buscar más.

Y salió cada equipo a buscar un escondite para sus “rehenes”.

Ren escondió su peludo pez de colores dentro de un jarrón del recibidor y luego fue recorriendo las habitaciones abriendo cajones buscando los demás.

- ¿Que clase de juego es este? – Baekho le seguía no muy convencido.

- Uno perfeccionado a lo largo de muchos años de aburrimiento en fiestas familiares.

- Es… raro.

- Es más divertido de lo que parece. Si se hace bien. – dejó de buscar sin sentido y le encaró. – Por ejemplo… dejemos a mi hermana para el final que será la más difícil. Eunji y Dahee como son bajitas lo habrán escondido en un sitio bajo, probablemente en un cajón. – caminaba por el pasillo mientras hablaba. Las he visto irse hacia el despacho, así que probablemente han intentado meterlo entre los ficheros de mi padre. – abrió los cajones de los ficheros pero solo encontró papeles. – Al ver que no cabían se han puesto nerviosas al buscar otro lugar y sencillamente lo han embutido detrás de la planta. – Apartó la maceta y efectivamente allí estaba el conejito con el lazo rosa. – ¡Bingo!

- Wow. – Baekho le miraba impresionado, olvidando por un momento lo incómodo que se sentía con él.

- Llevamos muchos años jugando. – se justificó. Salió del despacho con cuidado y se escabulleron hacia el recibidor. Se cruzaron con Minyoung y Bangji pero escondieron el conejito y nadie pareció notar nada. Lo escondieron junto al pez de colores que seguía en su sitio y fueron a por el siguiente.

- ¿Fui tu primer chico? – le preguntó Ren mientras rebuscaban en la cocina.

Baekho se puso tenso ante la pregunta, tardó unos segundos en responder.

- ¿Por qué preguntas?

- Simple curiosidad.

- Si – respondió al fin.

- ¿Y el primero con quien la engañabas? De chicas también me refiero.

- Si, también.

- Jo, pues que importante me siento. – Le sonrió mientras sacaba la el gatito de ojos enormemente desproporcionados de la nevera. – Ja, te crees muy inteligente ¿eh zorra? ¡Vas a ver!

Salió corriendo al recibidor pero al dejar el peluche en el jarrón vio que los otros dos ya no estaban.

- ¡Mierda! – y ahí si se picó. Corría de una habitación a otra, con Baekho a la zaga sin entender muy bien la gracia del juego.

Encontró en su cuarto a Doyeon y Dabin rebuscando el los cajones, iba a pasar de largo cuando la mayor de las hermanas monster le llamó.

- ¡Oppa! ¿Porque tienes esto? – Le enseñaba una caja de condones algo sonrojada, y Baekho se sintió de pronto muy violento, aunque para Ren no parecía tener importancia alguna.

- ¿Tu que crees?

- Pero tu sales con tíos ¿no? No puedes quedarte embarazado ni nada.

- ¿Tu sabes lo que es el Sida?

- Yo no – saltó la pequeña.

- Bueno, da igual, – le quitó la caja y volvió a esconderla – no voy a daros una charla sobre protección sexual ahora, quedaos con que un embarazo es lo más suave que puede pasarte cuando follas. Y ahora fuera de mi cuarto que tengo cosas peores que no podéis ver.

- ¿Escondes los peluches aquí?

- Nop, ¡fuera, fuera!

Se fueron, obedientes.

- ¿Que escondes peor que los condones?

Su “cuñado” (daba algo de vértigo pensar en Baekho como tal) le miraba receloso mientras él rebuscaba. Le miró y se rió.

- Me da que tampoco sería apto para ti. – dejó de buscar y se puso en pie, junto a él. Tan inocente… – le acariciaba la mejilla, acercándose.

Baekho estaba seguro de haberles dado a sus piernas la orden de retroceder, pero por algún motivo siguió pegado a su sitio mientras Ren se acercaba cada vez más a él. Incluso cerró los ojos cuando le vio lo suficientemente cerca, esperándole.

Sintió un dedo sobre sus labios y los de él junto a su oído.

- Vi-cio-so. – le susurró remarcando cada sílaba. Y se separó riendo para salir a otra habitación y seguir buscando.

Pero ya no podía mirarle igual. Había esperado ese beso, casi lo había saboreado antes de que llegase. Ya no solo se sentía incomodo por recordar la noche anterior. Ya no era culpa solo por lo que había hecho, sino por lo que quería hacer, por desearle, y mientras más le veía, entusiasmado retando a sus primas por los muñecos, buscando escondites y peluches en ellos, menos culpable se sentía. Solo sentía deseo. Recordaba como sus cuerpos se habían enredado la noche anterior en los baños de la discoteca. Se habían acariciado con ansias, buscando en contacto entre sus cuerpos. Besos y más besos desesperados, pesos por toda su piel desde los labios hasta la ingle. Recordaba sus labios de corazón y su lengua caliente, recordaba las lamidas y la succión, casi podía evocarlas. Recordaba haberse dejado llevar y haberle saboreado él también. Recordaba la sensación de su pene en su boca, demasiado borracho para siquiera preguntarse si le daba asco.

Y ahora se encontraba siguiéndole en su propia casa, a solas con él en cada una de las habitaciones sin poder pensar en nada que no fuera repetir eso, sentirle de nuevo. Lo ansiaba.

Cuando Minki entró a buscar en el baño Baekho entró tras él absorto. Vio como cerraba la puerta y pasaba el pestillo y se le quedó mirando extrañado.

- ¿Que haces?

Él sonrió.

- Me da que he encontrado algo muy interesante – respondió él acercándose. – y no es un peluche precisamente…

Sintió sus dedos en su entrepierna, lanzando descargas eléctricas a su cuerpo sensible.

- ¡Ah!

- Llevas un buen rato con el calentón, – siguió con calma – y no quiero que traumatices a ninguna de mis primas si te ven empalmado.

- Yo…

- Ya te he dicho que entiendo que te la pongo dura.

Sonrió seductor, y Baekho retrocedió chocando contra la pared. Ren no podía dejar de reírse.

- Joder…

- Oye, si quieres repetir lo de anoche por mi no hay problema. Ni siquiera se darán cuenta. – le miraba más serio de lo que hubiese esperado de una conversación sobre si se liaban o no. Baekho se sentía violento y Ren hablaba como si fuese lo más natural del mundo. – Pero no soy tu novio ni voy a serlo. Tu novia es mi hermana. No me importa si le pones los cuernos, ya te lo he dicho, pero no la vas a dejar por mi. No la quiero culpándome por el resto de nuestras vidas.

- Cuanto amor. – resopló Baekho.

- No soy yo quien la engaña. – respondió sin más. – Si no puedes mantener una promesa no la hagas.

Desviaba la mirada, incómodo. Sabía que tenía razón, pero no podía sentirse culpable. Sentía su calor, le olía, veía sus labios de corazón y sentía su entrepierna palpitar con deseo. No, no cabía la culpa.

- Quiero. – Le respondió con voz ronca agarrándole del pelo. Él se deshizo del agarre y se apartó, sonriéndole.

- ¿Que quieres?

- Repetir… lo de ayer…

Seguía escabulléndose, juguetón.

- ¿El que de ayer? No me acuerdo…

- Quiero follarte.

- Oh, me gusta como suena eso…

Se dejo alcanzar, jugueteando con sus labios. Apenas roces cada vez más alargados, más magnéticos. Enredaron sus cuerpos, abrieron sus bocas y se entregaron al deseo.

Se besaban, enredaban sus lenguas con frenesí, Baekho abrazaba con fuerza su cuerpecito delgado para pegarlo al suyo, se restregaba contra él sintiendo su calor, le arrinconó contra la pared y enredó los dedos entre su pelo mientras la otra mano bajaba a su cadera pegándole a la suya, cruzando sus piernas. Ren le agarraba por el cuello, justo bajo las orejas. Sentía sus dedos clavársele en la piel igual que sentía como su propia erección se clavaba en su muslo. Le aprisionaba la ropa hasta resultar doloroso. Apenas empezaba a gozarle y ya se sentía en su límite.

Se desabrochó los pantalones para liberar la ya dolorosa erección, y Ren enseguida corrió a ayudarle colando las manos entre su ropa y acariciándole con ganas. Baekho suspiraba. Buscó también a tientas el botón de su pantalón pero apenas lo desabrochó Ren se arrodilló ante él, llevándose su pene a la boca, engulléndole casi de inmediato.

Baekho jadeaba, mordiéndose el labio para no hacer ruido, las piernas le temblaban de placer, enredaba los dedos entre el pelo del chico, sosteniéndose en él, se dejó caer al suelo incapaz de mantenerse en pie y Ren se agachó para seguir engullendo con ese rítmico y delicioso vaivén.

El calor era insoportable. Las piernas le temblaban, todos los músculos en tensión. Acompañaba con su mano las deliciosas embestidas en su boca, agarrándole del largo cabello, no empujándole, solo siguiéndole. Sentía su boca húmeda y caliente. Le apretaba con la lengua, succionando, una y otra vez, y se sentía morir.

Tiró de su pelo para obligarle a levantarse, él se sentó sobre sus piernas, moviéndose fingiendo embestidas. Se besaban de nuevo, sin importarle en absoluto que acabara de chuparle la polla. Necesitaba sus labios igual que necesitaba sus caricias en su cuerpo. Buscaba su pene y lo envolvía con los dedos, sacudiéndolo. Ren arqueaba la espalda hacia atrás, abriendo la boca en un gemido silencioso, seguía moviéndose, cada vez más rápido chocando sus caderas. Estiraba las piernas y tensaba el cuerpo, ahogando los suspiros. Se inclinó hacia delante y besó su cuello, luego se reprimió para no marcarle.

Se besaban, se perdían entre caricias y suspiros ahogados, aceleraban y aumentaban la fricción, sintiendo el calor, el placer, y finalmente el tan esperado clímax. Baekho llegó antes al orgasmo, y mientras se corría, entre espasmos de placer se dio cuenta, y Ren a la vez que él, de que iban vestidos, Y EL SEMEN MANCHA.

- ¡Mierda! – Ren se apartó de un salto, aunque tarde. Ambos se habían manchado. Corrió a buscar una toalla y frotaron con vigor, pero no había manera de quitarlo ya.

- Si lo mojamos será peor ¿verdad?

- No se si puede ser peor ya…

lo hicieron, se limpiaron con agua, y el resultado definitivamente si podía ser peor.

- Dios, que patético.

- ¿¡Que hacemos!?

Baekho gesticulaba, nervioso. Ren también estaba nervioso, aunque no tanto como él.

“No me importa dar la nota pero… si se enteran de esto me lo retraerán toda mi vida… y con razón.”

- Solo hay una solución posible – Le dijo muy serio.

- ¿Cuál? – respondió entre esperanzado y asustado.

Le empujó hacia dentro de la ducha y encendió el grifo antes de que pudiera reaccionar.

Chilló con él cuando la manguera les mojó. Se esperó unos segundos a quedar mínimamente empapado y luego salió, abrió el pestillo y salió chillando histérico al pasillo.

- ¡Joder! ¿Cómo eres tan torpe? ¡Ostia!!! – Sacudía el pelo y la ropa, acudieron sus primas por sus gritos y pronto llegaron también las madres. Dongho seguía atorado dentro de la ducha, pero por suerte reaccionó a tiempo.

- ¡Pero si le has dado tu! – se levantó también sacudiéndose, señalándole indignado.

- ¡De eso nada, tu me has empujado!

- ¿Que ha pasado? – les preguntaban.

- ¿Por qué os habéis metido en la ducha?

- ¿Estáis bien?

- Mirábamos si había algún peluche en la estantería de la ducha, entre los botes, – explicaba Minki – ¡y el muy torpe ha encendido la regadera!

- ¿Yo torpe? ¡Tu eres el que ha resbalado!

- ¡Porque tu me has empujado!

Se quedaron mirando, con el pelo y la ropa empapándoles y el frio calándoles hasta los huesos. Y de repente ambos estallaron en carcajadas bajo la mirada desconcertada de la familia entera.

- Anda, id a cambiaros de ropa antes de que os resfriéis – les mandó Sunyoung, la madre, sin prestarles más importancia.

- ¿Entonces dejamos de jugar? – preguntó la Doyeon.

- Supongo…

- ¡A nosotras solo nos faltaba uno! – saltó Bangji.

Dejaron a las pequeñas con sus quejas y a Minyoung poniendo calma mientras ellos se encerraban en la habitación de Minki para cambiarse.

- Vaya pillada…

- Bah, nadie se ha dado cuenta de nada.

- Pues que manera de librarse… Que frio.

- Y que lo digas – asentía Ren – no se si tendré ropa de tu talla, algún chándal tendría que entrarte… si no igual tengo ropa de JR, es un poco más delgado que tu pero te iría mejor… Si, bingo.

Le tendió unos tejanos y un jersey ancho y sacó ropa para cambiarse él también, desnudándose sin pudor alguno.

- ¿JR?

- Un amigo, a veces se queda a dormir.

- ¿Amigo?

- Si, ¡celoso!

El tono era de reprimenda, pero se reía y Baekho le lanzó una almohada a la cabeza como venganza. Rió y saltó sobre suyo, pegándole con la misma almohada mientras Baekho se intentaba defender haciéndole cosquillas. Le devolvió las cosquillas y se retorció riendo hasta caer de la cama.

- ¡No! ¡Ay nononono! ¡Es no! ¡cosquillas no! ¡Ay!

Mientras terminaba de vestirse Ren aún se reía, y cuando salieron al comedor, con toda la familia ahí que empezaba a recoger relativamente tranquilos, se dio cuenta de que el día no había sido tan terrible.

Miraba a Dongho y sonreía, aún viendo a su hermana abrazada a él y la cara de contrariedad del chico.

Se despidió de primos, tías y tíos, y de la abuela que le estiró los cachetes para recordarle que fuese un buen chico y estudiase mucho, “Que el mundo no está hecho para los débiles” como repetía siempre. Más tarde se despidió de Dongho, que se quedó un ratito más. Le estrechó la mano cuando se fue, sin todo el juego de miradas de antes.

- Gracias por venir – le dijo de corazón. – ha sido realmente… entretenido.

- Desde luego – respondió nervioso.

Abrazó y besó a su hermana, se despidió también de sus padres. Cuando ya bajaba las escaleras se giró.

- Adiós Minyoung. Adiós Ren.

- Adiós Baekho.

Ella les miraba extrañada, sin comprender, y él se aguantaba la risa mientras ayudaba a recoger la mesa entre los gritos de su madre y se encerraba en su habitación.

Habían sido unas buenas navidades. Irrepetibles en muchos sentidos. ¿No hacía eso todo un poco mejor?

 

 

 

Notas finales:

capítulo 1: I "Mentiras familiares". Por MyFirstKissFanfic

capítulo 2: La peor Navidad de la historia Por Satupro

capítulo 4: Año Nuevo con.... ¿los suegros? Por Kuraudia


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