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En la oscuridad también se encuentra la luz… por Inspirit

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Notas del fanfic:

Holaa c:

Ojalá les guste este fic uwu

POV. SUNGGYU

¿Qué hubiera sido de mí si él no hubiese llegado a mi vida? Tal vez ni siquiera estaría en este mundo ahora…

Yo era de los típicos estudiantes problema: no ponía atención en clases, dormía casi todo el día en el instituto, me saltaba las clases…

Aquel día era igual a todos los demás, igual de monótono, igual de depresivo… mi vida era siempre igual; Me levantaba, discutía con mis padres, iba al instituto, hablaba con personas que cada día eran mas estúpidas que el día anterior, llegaba a casa, volvía a discutir con mis padres, me acostaba, escuchaba las peleas y gritos de mis padres…de nuevo. ¿Acaso no se cansaban de pelear?

Miré por la ventana, estaba en el instituto, en el último asiento del salón, veía los pájaros… cuánto deseaba ser uno de ellos para que algún cazador me disparara para morirme de una buena vez. Me perdí en mis pensamientos.

De pronto vi que había un chico parado frente a la clase. Al parecer llevaba un momento allí, no me dí cuenta, aunque algo en él me parecía familiar… El profesor le hizo presentarse.

- Hola, mi nombre es Nam Woohyun – dijo  sonriendo e inclinando levemente su cabeza – Desde hoy seré su compañero, espero que nos llevemos bién

No podía quitarle la vista de encima. Sabía que no era la primera vez que lo veía ni la primera vez que escuchaba su nombre.

- Puedes sentarte en ese banco que está desocupado – volvió a hablar el profesor, sacándome de mis pensamientos, dándome cuenta al instante que el lugar señalado estaba justo al lado mío – El señor Kim Sunggyu será su compañero de banco.

Genial, ahora se sentaría conmigo.

Maldita suerte.

Apoyé un codo en la mesa mientras acomodaba la cabeza sobre mi mano, mirando nuevamente hacia afuera. No me interesaba en absoluto hacerme la buena persona con aquel chico, su sola presencia me inquietaba al no saber porqué su rostro me parecía tan conocido.

El resto del día fue prácticamente normal; a ratos dormía apoyado sobre la mesa para después hundirme en mis pensamientos. Lo único distinto fue que durante todo el día, aquel chico me miraba de reojo, me sentía observado a cada momento.

Me tenía harto.

Cuando por fin sonó el timbre que indicaba el término del horario de clases, me dispuse a irme a mi casa. Estando a unos metros lejos del instituto pude sentir unos rápidos pasos hacia mi dirección, como si alguien viniese corriendo. Me giré para ver de quién se trataba, ya que no tenía amigos allí, y grande fue mi sorpresa al ver al chico nuevo deteniéndose a un par de pasos de mí, para arreglarse un poco el cabello que se había alborotado un poco con la carrera. Me dirigió una pequeña sonrisa.

- Yo también vivo en esta dirección – comentó alcanzándome para ponerse a mi lado – y pensé que como seríamos compañeros de banco, podríamos irnos juntos para conocernos un poco.

Lo que me faltaba.

No le bastó con acosarme con la mirada todo el día, ahora quería acosarme camino a casa.

Lo ignoré dando media vuelta para continuar con mi camino. No me interesaba hacer amigos en ese momento. Toda la vida había estado solo después de todo.

Seguí caminando, pero para mi desgracia el menor hizo caso omiso de mi indiferencia y me alcanzó para irse caminando a mi lado.

- Y… ¿Hace cuánto que vives por aquí? – preguntó para romper ese incómodo  silencio que se había formado

- Un par de años – contesté cortante

Silencio incómodo de nuevo.

Me hizo algunas preguntas mas a lo que yo solo contestaba con monosílabos o pequeñas frases.

Tal vez estaba siendo demasiado duro con el menor, tal vez ya era hora de volver a hacer un amigo. Sólo había tenido uno en mi vida. Era como un hermano para mí, era mi único medio de escape de la horrible vida que me había tocado.

Mis padres apenas notaban mi presencia cuando estaban en casa, se preocupaban más del dinero que de mí. Y el resto del tiempo se lo pasaban peleando. No entiendo cómo no se han separado aún, aunque lo más probable sea porque no querrían repartirse los bienes. Ambos querrían quedarse con todo.

A aquel niño lo había conocido cuando tenía 7 años, un día que aburrido de todo salí corriendo de mi casa.

Había tormenta afuera, la lluvia caía sin cesar.

Llegué a un pequeño parque que era mi escondite, y lloré a mas no poder sentado en el suelo, tomando mis rodillas con mis manos y apoyando la frente en ellas, cuando sentí que una mano se posaba en mi hombro, observando en seguida como un niño de mi edad se sentaba junto a mí, mostrándome esa sonrisa que me alegraba los días. Era como un arcoíris en medio de esa tormenta.

Desde ese día me juntaba siempre a jugar con él, sin saber que inconscientemente me estaba enamorando.

Pero de pronto, cuando tenía 12 años, un día fui a su casa y los vecinos me dijeron que él y su familia se habían mudado. Se había ido sin avisarme, sin siquiera decirme adiós.

Desde ese día no he abierto mi corazón para nadie mas.

A los meses me mudé a Seúl.

Tal vez había llegado el momento para hacer un nuevo amigo, y algo en él me daba seguridad.

 

Por suerte mi casa no quedaba muy lejos y en un par de minutos ya habíamos llegado.

- Woow… es bastante grande… - dijo sorprendido mirando la estructura

- Mmm – respondí desinteresado – mis padres ganan algo de dinero extra

- Genial… bueno, hasta mañana ¿hyung? – preguntó inseguro

Eso me causó gracia. En ningún momento hablamos sobre nuestras edades, aunque yo era claramente mayor.

- Si, me atrasé dos años en el instituto, así que supongo que soy mayor que tú – respondí – hasta mañana Woohyun – sonrió y dio media vuelta para comenzar a caminar

- Adiós hyung

Por un momento, aquel chico había hecho que me olvidase de todos mis problemas, entrando a mi casa con una casi imperceptible sonrisa en mi rostro, que se esfumó en el momento exacto en que abrí la puerta, volviendo a mi realidad. Mis padres gritándose, ignorando mi presencia.

Me dirigí a mi habitación y me tiré sobre la cama aún vestido. Eran apenas pasados las 4 de la tarde, pero me dormí al cabo de unos minutos. El cansancio mental y emocional me estaba consumiendo cada vez más. Desperté mas o menos a media noche, sólo para cambiarme la ropa y volver a dormir.

Al día siguiente llegué al instituto y para mi suerte el menor no había llegado aún, así que me apoyé sobre la mesa para volver a dormir un poco. A pesar de haber descansado mas que suficiente, me sentía agotado y pensar sólo empeoraba las cosas, así que dormir se veía como la mejor opción.

Tenía depresión y eso me tenía bastante mal.

No comía bien, no me relacionaba mucho con la gente, nunca me sentía realmente feliz  y hace mucho tiempo que no sonreía de corazón… Aunque…

“Adiós hyung”

Woohyun…

- ¡Yah!¡ Kim Sunggyu! – escuché de pronto la voz del profesor, haciéndome reaccionar al instante - ¡¿Cuántas veces tengo que decirte que el salón no es lugar para dormir?!

¿En qué momento habían empezado las clases?

Miré a mi alrededor y ya habían llegado todos mis compañeros, estando todos de pie esperando el saludo del maestro. Me puse de pié y lo saludé como todos. El mayor dio la orden para sentarnos, girándose hacia el pizarrón y anotar algunos apuntes, cuando sentí una risita proveniente de mi nuevo compañero de puesto, cuya presencia sólo sentí en ese entonces.

Le miré algo molesto.

- ¿De qué te ríes? – dije serio

- ¿Siempre eres así de despistado? – respondió manteniendo la sonrisa

Suspiré sonoramente mirándole con el ceño levemente fruncido, botando el aire por la boca, provocando que un mechón de cabello que descansaba sobre mi frente se elevase para luego volver a su posición. Miré por la ventana ignorando su pregunta.

- Yah, no te enfades – dijo mientras daba pequeños golpecitos con un dedo en mi brazo – sólo estoy jugando hyu-

- ¡Señor Nam! Guarde silencio – le regañó el maestro haciendo que el menor se enderezase inmediatamente.

Me reí.

- No te burles – replicó haciendo un pequeño puchero, manteniendo la vista al frente

Era la primera vez en mucho tiempo que me sentía bién, que reía divertido, que me era agradable estar al lado de una persona. Generalmente sólo evitaba a todo el mundo, la vida me había enseñado que no hay personas buenas, que cada una simplemente busca sus propios beneficios aunque tenga que pasar por encima de todo el mundo, sin importar el daño que le haga a los que lo rodean. Sin embargo… este chico tenía algo que me decía lo contrario, que no siempre el mundo es tan malo, y a pesar de lo poco que lo conocía, su presencia me era cómoda. Desde que se había ido conmigo el día anterior, había tratado de acercarse como un amigo y, aunque lo ignorase casi todo el tiempo, volvía a insistir de una u otra forma.

De cierta manera me estaba invitando a salir de ese círculo vicioso que era mi vida, estaba tendiéndome una mano para salir de aquel túnel en el que me encontraba, aunque él no lo supiese.


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