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En la oscuridad también se encuentra la luz… por Inspirit

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POV. WOOHYUN

De a poco había logrado que mi hyung  hablara mas conmigo, que nos comenzásemos a conocer. No mucho pero algo es algo.

Me dijo que su vida no era muy buena, que vivía cerca de 10 años aquí en Seúl, además descubrí que, al igual que yo, le gustaba cantar, entre otras cosas.

Luego de observarlo un poco también me di cuenta que era bastante reservado, se relacionaba muy poco con las personas, siendo yo el único con el que hablaba entablando una conversación, mientras que al resto de los estudiantes sólo respondía con monosílabos siempre y cuando fuesen ellos los que se acercasen, tal como era conmigo los primeros días.

Había pasado poco más de dos meses desde que había llegado a Seúl y al nuevo instituto.

Me había mudado por problemas económicos; mis padres no tenían dinero para mantenerme en casa, el dinero les alcanzaba apenas para pagar el arriendo del pequeño departamento en el que vivíamos junto con mi hermano y comprar un poco de comida. Por suerte hace unos meses había postulado a una beca de estudios en la capital, y cuando estaba a punto de abandonar mis estudios para comenzar a trabajar, me llegó una carta diciendo que había resultado becado.

Simplemente a veces la vida te sonríe.

A los dos días de mi llegada a Seúl fui a mi primera clase en el nuevo instituto. Todo era tan distinto a lo que estaba acostumbrado; el ambiente, las personas… todo era nuevo para mí.

Me dirigieron al salón, entrando algo tímido al no conocer a nadie. Me presenté posando mis ojos en los alumnos para ver sus rostros, cuando de pronto vi a alguien que me pareció bastante familiar. Nuestras miradas se encontraron brevemente antes de que el chico girase la cabeza para mirar hacia afuera.

Definitivamente esos pequeños ojos los había visto antes.

El maestro me indicó que me sentase justo en el asiento del lado de este chico… Kim Sunggyu… hasta su nombre me era conocido.

Me senté sin evitar mirarlo un poco… ¿dónde le había visto?

En mi vida había vivido en varios lugares distintos. Cuando éramos pequeños, mis padres me enviaban a mi y a mi hermano a otras casas por un tiempo, mientras mejoraba un poco la situación económica. Otras veces debía ir a tomar trabajos temporales en mis vacaciones a otras ciudades para enviar el dinero a casa. Tal vez ahí lo había visto.

Ese día no pude evitar mantenerlo observado, a veces sin darme cuenta.

Algo parecía estar llamándome a él. Grande fue mi sorpresa cuando iba a dirigirme a casa y ví que iba por la misma dirección que yo. Me acerqué e intenté hablarle, cosa que no conseguí totalmente; no hablaba mucho que digamos y cuando me respondía lo hacía algo cortante.

De hecho los días siguientes no fueron muy distintos. Me ignoraba casi todo el tiempo, pero a pesar de eso algo me decía a mí mismo que siguiera intentándolo.

No podía evitar acercármele.

Sus razones debía tener para comportarse así. Algo de lo que le pude sacar era que su relación con su familia era bastante mala. Sus padres no le prestaban atención y prácticamente ni siquiera notaban su existencia ya que casi nunca estaban en casa.

A pesar de todo lo que pasaba a su alrededor, me sorprendía el hecho de que era un buen alumno tomando como referencia sus calificaciones, además de que se lo pasaba durmiendo la mitad de las clases. No me explico cómo había quedado atrasado dos años en sus estudios.

Pero la verdad, lo agradecía. Si no fuera por eso ahora no seríamos compañeros.

Los meses siguieron pasando y cada vez mi relación con mi hyung era más cercana. Ahora éramos dos amigos comunes y corrientes. Me había costado pero lo conseguí, y sin darme cuenta, poco a poco fui cayendo más en él, llegando al punto en el que estaba seguro que sin querer ya no lo miraba como un amigo.

Me estaba enamorando.

Sus gestos, sus sonrisas, las cuales sólo mostraba cuando estaba conmigo, lentamente me conquistaron.

Sin embargo no podía decirle nada al respecto. No después de todo lo que había progresado. Me daba pánico la idea de que cuando se enterase de todo lo que sentía por él, saliera corriendo y no quisiese verme más. Después de todo dos hombres en una relación no es normal. Seguramente me odiaría.

Un día casi me pongo en evidencia cuando Sunggyu estaba durmiendo apoyado en la mesa, con la cabeza girada hacia mi dirección, y yo me recosté en la mía, mirando hacia él. Nos sentábamos en el último puesto del salón, por lo que pasábamos desapercibidos. Estaba observándolo muy de cerca cuando de pronto vi que arrugó un poco la frente.

Seguramente estaba soñando algo desagradable.

Levanté una de mis manos y con el dedo índice levanté su ceño fruncido, para que se relajase. Al instante lo hizo. Desgraciadamente no pude evitar deslizar mi mano por el contorno de su rostro, hasta llegar a su mejilla, la cual acaricié muy suavemente.

Estaba concentrado mirándolo. Se veía tan tranquilo e inocente. Traté de hacer memoria nuevamente, sabía que conocía ese rostro desde antes de llegar a Seúl.

Mientras mi mano se paseaba descaradamente acariciando su rostro, comenzó a abrir los ojos, lo que me hizo enderezarme de un salto y quitar rápidamente mi traviesa mano. Mi corazón latiendo desenfrenadamente a la vez que sentía un tenue sonrojo en mis mejillas.

Pestañeó un par de veces mirando a su alrededor y estirando los brazos.

- ¿Qué te pasa? – preguntó medio adormilado aún. Seguramente mi cara no podía ser peor en ese momento por estar a punto de delatarme

¡¿Y por qué demonios tenía que verse tan jodidamente tierno en ese momento?!

- Na-nada – respondí mirando al frente, fingiendo poner atención en la clase

En ese tiempo también había comenzado a hacer vida social con el resto de los alumnos. Después de todo me gustaba conversar y compartir con ellos. Conocí a un chico bastante… ¿particular? Era como la diva del salón, su nombre era Kim Kibum pero todos le llamaban Key. Lo había conocido de casualidad: un día iba caminado por los corredores del instituto algo distraído por ir buscando con la mirada a mi hyung cuando de pronto me estrellé contra alguien, botándolo al suelo. Ese resultó ser Key.

Conversaba bastante con él, pero siempre manteniendo vigilado a Sunggyu. Él siempre tenía mi total atención.

Pero hoy algo no andaba bien…

- Hyung, ¿Quieres ir a caminar después de clases? – le pregunté en el salón. Casi siempre caminábamos un rato al salir del instituto, para despejarnos y conversar

Ésta vez no dijo lo que esperaba…

- No tengo ganas. – respondió cortante – Dile a tu amigo Kibum que te acompañe.

Wow… espera…

- ¿Qué? – le miré con un enorme signo de interrogación en mi rostro. No entendía por qué su repentino cambio de humor.

- Últimamente los he visto bastante cercanos. No creo que no te quiera acompañar.

Espera, espera, espera… ¡¿Queeee?!

No sé si era mi impresión o si estaba notando un pequeño ataque de… ¿Celos?

Justo en ese momento sonó el timbre, indicando que el horario de clases había terminado. Inmediatamente Sunggyu tomó su bolso y sólo se fue, dejándome aún algo shockeado por su actitud. Sin pensarlo más tomé el mío y corrí para alcanzarle.

Le grité varias veces antes de que me prestase atención, aunque yo sabía perfectamente que él me había oído cada vez que le había llamado

- ¡Hyung! – grité la última vez cuando ya estaba a tan solo unos pasos de alcanzarlo

Pero las cosas no resultaron como pensé.

No fue simplemente que llegué a su lado para caminar mientras le decía que no quería ir con Kibum sino que quería que él fuese junto a mí. No, fue muy distinto.

Cuando le grité ya estando bastante cerca, Sunggyu se giró para mirarme con algo de cansancio por mi insistencia, pero justo en ese momento dejé de mirar al piso y no me di cuenta que delante de mí había un pequeño escalón.

Me tropecé.

Por fortuna mi hyung estaba justo al frente por lo que en vez de simplemente caer el suelo y hacer el ridículo frente a él, me estrellé contra su pecho, cayendo ambos al suelo, mi cuerpo sobre el suyo.

Le oí quejarse un poco antes de lentamente levantarme un poco apoyándome en mis codos para verle, nuestros rostros excesivamente cerca. Vi un pequeño sonrojo de su parte, haciéndome sonreír mentalmente por lo adorable que se veía. Definitivamente ese hyung sería mi perdición.

- No quiero ir con Kibum, quiero ir contigo hyung – le dije decidido aún estando encima suyo

Me miró algo sorprendido

- E-está bien – respondió bajito

Por mucho que no me gustase la idea tuve que levantarme, ayudándole de una mano para que él hiciese lo mismo, nos sacudimos un poco la ropa y nos dispusimos a caminar.

La tarde fue muy tranquila. Realmente me gustaba caminar con mi hyung, me relajaba. De vez en cuando no podía evitar mirarle de reojo, me agradaba la idea de verle sonreír mas a menudo y más aún si los motivos de sus sonrisas eran provocados por mí. Me gusta disfrutar de la vida, verle siempre el lado positivo y quería que Sunggyu aprendiera a ver las cosas desde mi perspectiva, quería que su mundo se alejase de la oscuridad y comenzase a ver esos pequeños rayos de luz que se filtraban hasta en el más oscuro de los rincones.

Esa tarde paseamos varias horas, conversamos de muchas cosas, nos reímos de muchas tonterías. De vez en cuando no podía evitar pasar un brazo por los hombros de mi hyung en señal de amistad, aunque ese no era el verdadero motivo, o rosar nuestras manos para ver sus reacciones las cuales me daban una pequeña luz de esperanza cuando veía un sonrojo o cuando le veía desviar la mirada. Tal vez no tenía que dar todo por perdido con el mayor…


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