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Dinastia Lu por Matildespitzenberger

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Notas del fanfic:

Vengo con otra fanfic, favoritismo hacia el Xiuhan (?) pues les comento que estoy trabajando en otras parejas un poco más extrañes (?)

 

Disfruten

 


La primera vez que se vieron, fue gracias a sus padres. La familia Lu, estaba llevando a cabo una nueva “Era” en la que necesitaban más que solo arqueros para unificar las tierras del sur. En uno de sus tantos viajes, Lu Xiao conoció a Kim YoungGi, un hombre de la milicia coreana quien aparte de degustar uno de los té de Jazmín de aquella casa de paso, le dio un par de consejos y se mostró muy entusiasmado por la idea de participar en otra guerra.


 


Corea se estaba librando de la invasión Japonesa, reestructurando y recuperando de a poco sus raíces, Kim quien había llegado a China en busca de viejos camaradas de combate, terminó por enlistarse en una de las guerras más memorables que el pueblo de sur de China recordase. Agradecido Lu Xiao, extendió una invitación a su fiel compañero, a pasar los bueno tiempos en su casa de campo, en las riveras del noroeste de la ladera.


 


Luhan tenía trece años cuando le vio. Su vestimenta era distinta al suyo, al igual que sus rasgos, si bien ambos eran asiáticos, el muchacho parecía ser un lince o más bien un gato montés. Su padre le dijo que la familia coreana era igual de importante que ellos en su país y que debía tratarlos con respecto y humildad, no por ser el príncipe debía mostrarse indiferente.


 


Y aunque lo hubiese intentado no lo hubiera conseguido. Al parecer había quedado embelesado por el rostro redondo del muchacho; blanco y parejo, sus mejillas eran el doble de una persona normal pero fuera de verse robusto, el muchacho adquiría una apariencia tan adorable, que le hacía muy difícil apartar su mirada de él.


 


-Hijo mío, tus modales- le susurró su madre discretamente al ver como el muchacho seguía sin quitarle la vista al recién llegado, logrando que el chico coreano se removiera incómodo en su lugar.


 


-Lo siento- le susurró a la mujer quién trataba de seguir la conversación de los esposos.


 


Pero Luhan no pudo detenerse, cada vez que apartaba la mirada del muchacho, sus ojos se posaban sin esfuerzo alguno en él, le observó durante toda la cena y por más que su madre le golpease por debajo de la mesa, estos no cumplieron su cometido. Para los ojos de Luhan, era demasiado tarde.


 


-¿Por qué no van afuera?- sugirió la mujer de Lu, una vez que el té comenzaba a ser servido.


 


-Es cierto, Luhan  ¿Qué tal si le muestras al joven Minseok, la ladera?- continuó su padre.


 


-De acuerdo- aceptó sin replanteárselo y esperó que el muchacho se pusiera de pie junto a él.


 


-Tengan cuidado, y regresen antes del atardecer-


 


No había cosa que entusiasmara más a Luhan que caminar por aquellos senderos de la ladera, si bien podría ser algo peligroso, para él solo aumentaba el poco sentimiento de libertad que podía tener.


 


-¿Te gustaría escalar?- le preguntó en un mandarín bastante pausado y marcado, cosa que hizo enojar al coreano.


 


-No soy estúpido, mi nivel de mandarín es idéntico al tuyo- y vaya que lo era. Luhan era un muchacho con una gran capacidad para  sorprenderse y su quijada estaba más que en el suelo, pero lejos de sentirse molesto por el tono irritado del muchacho, se sentía mucho más intrigado y curioso por aquel rostro adorable.


 


-¡Es genial!- se exaltó asustando al muchacho por su reacción- Di otra cosa-


 


-¿Qué no le han enseñado modales? Un hijo real no debería mostrar sus emociones, es signo de debilidad- le regañó duramente.


 


-¿Debilidad? Lo que siente el corazón no es debilidad, entre más sentimos y somos honestos con nosotros mismos, más fuerte seremos-  recitó sincero, sin apartar su vista del muchacho, encantado por su  imagen desencajada. Quería conocerle más- ¿Vamos por ese camino?- invitó.


 


Sabía que el muchacho apenas le seguía el paso y eso le entretenía aún más, él siempre fue atlético es una habilidad que le ocultó a sus padres, que siempre lo han visto frágil y ha sido todo un sobreprotegido por ser el heredero pero Luhan tenía sus propias maneras de divertirse y de madurar.


 


-¿Oye en Corea, no te ejercitas?- le molestó al verlo sudado y jadeando por el recorrido.


 


-¿Disculpe?- preguntó Minseok más que enojado.


 


-Ya sabes, ejercicio. Salir a correr, aprender artes marciales, recorrer los alrededores- describió mientras se subía a un árbol ante la atenta y perturbada mirada del coreano.


 


-No se me permite tales actividades, ¡y a usted tampoco deberían!- exclamó ofendido y cansado de tanta caminata.


 


-Pero que esté prohibido, no significa que no podamos hacerlo- reflexionó capturando su mirada- La guerra está prohibida, aun así parte de nuestra nación vive en una y la única forma de liberarla, es generar otra más violenta…-


 


Luhan, sabía cada movimiento de su próxima nación, debía conocerlas si algún día debería tomar el puesto de su padre y aunque era lo que anhelaba, sinceramente no quería heredar una nación reprimida y devastada. Si había algo que él odiaba era la guerra, las muertes innecesarias, creía que los adultos eran unos tercos, que ninguno sabía o velaba por el bien estar del pueblo, si no que de sus propios beneficios. Si él algún día llegase a tomar el trono, pues despediría a varios sabios y ministros.


 


No se había percatado que se había quedado mirando a la nada en su reflexión, al alzar su mirada adolorida, se percató que el muchacho le observaba preocupado.


 


-El fin, no debería justificar los medios, eso es solo una excusa…- susurró Minseok llamando su atención. A pesar de ser tan adorable y arisco a la vez, él pudo captar sus pensamientos con solo un vistazo. Y eso bastó para él…


 


Antes de que la familia Kim partiese, Luhan consultó si podía mantenerse en contacto con el muchacho, argumentó que ambos al ser de la misma edad podrían llevarse mejor, además que se sentiría muy honrado al poder mantener la amistad de su padre.


 


Ambas familias no pudieron estar más acuerdo con ello permitiéndole tal petición, el que no estaba muy a gusto fue Minseok, quién en las primeras cartas solo eran monosílabos y escuálidas noticias, aunque luego de enviarle una carta aludiendo a ciertos libros de poesía y literatura, el muchacho pareció cambiar un poco.  


 


____________


 


La segunda vez que se vieron, fue cuando ambos tenían diecisiete años, esta vez Luhan pudo ver que Minseok no parecía estar todo el tiempo enojado. Cuando lo vio pasar por la gran puerta, este desprendía un aura de confianza y nobleza, mientras sonreía con gusto y gracia, y si no fuera porque sus mejillas dolían, no se habría percatado que él también lo hacía.


 


-Buenas, su majestad- saludó inclinándose masculinamente, junto a su familia.


 


-Vaya, Joven Minseok, usted se ve muy saludable y atlético- halagó el Rey Lu.


 


-Sin lugar a dudas, seguirá el camino de su padre- continuó la Reina encantada por la imagen imponente del muchacho.


 


-Hace poco, Minseok ha tomado la decisión de unirse al ejército. Está en su primera etapa pero estoy muy orgulloso de su progreso- habló su padre a quién le brillaban sus ojos.


 


Luhan parpadeó confundido, ¿Minseok, en el ejército?, ¿cuándo decidió eso, por qué no le había dicho nada en todo ese tiempo? No es que no le agradase la idea, sabía que eso tarde o temprano ocurriría, al ser desencinte de un linaje militar debía continuar con la tradición pero al menos esperaba que este se lo comentara. No por nada se han estado escribiendo por cuatro años.


 


-No, seas modesto Kim, de seguro tu hijo tiene las mismas habilidades que tú- habló el Rey emocionado- ¿Qué tal si nos muestras sus avances, Joven Minseok?-


 


-Sería un placer, su Majestad-


 


No fue hasta la cena que el Rey ordenó a tres de sus hombres enfrentar al muchacho, Luhan no estaba del todo seguro de ese plan. Si bien, Minseok se veía muy fuerte y confiado al respecto, no podía calmar los nervios y temores que crecían en su interior. Sus escoltas eran muy eficaces, sin mencionar la experiencia que acarreaban sus espaldas, si quisieran podría matar al chico con solo un movimiento.


 


-Padre… ¿Tres, no será mucho?- consultó al ver como Minseok se ponía en guardia frente a esos tres hombres.


 


-Luhan, creo que es momento de que aprendas a no subestimar a tu oponente por la forma que luce- y al acabar levantó su mano, para que el ataque comenzara.


 


Luhan llevó su mirada nuevamente al lugar del combate, si se fijaba bien Minseok ya no era el niño de hace cuatro años, estaba más alto y sus facciones de lince se había marcado hermosamente, le conocía, sabía que sí, las cartas que se escribieron en ese tiempo le ayudaron a comprender el tormento que había en su interior en ese tiempo, al ser hijo del gran jefe del renaciente ejército coreano, sufría en silencio que en el momento de su alistamiento, no fuera lo que todo el mundo esperase, en especial su padre. Por eso se pasaba tardes enteras leyendo libros de estrategias, defensas y artes marciales. Minseok, en ese tiempo aún se mostraba reacio a abrirse más con él y lo que pudo descubrir, solo lo hizo releyendo entre líneas y si hacía memoria, había una en particular que le informaba de su decisión.


 


“Lo que la lectura hace, la práctica lo especializa”


 


El grito de guerra de Minseok lo sacó de sus recuerdos y se fijó plenamente en él, rezando en su mente por el bien estar de su amigo. En un principio, este solo esquivaba los golpes con una gran agilidad y trataba de confundir a sus oponentes entre ellos, al poco tiempo había logrado que dos escoltas reales se golpeasen quedando tendidos en el suelo.


 


Los adultos estaban impresionados con sus habilidades, y reían por el espectáculo, su padre a pesar que sean sus guardias, disfrutaba de ese error. Para combatir al otro que quedaba en pie, Minseok utilizó sus puños, sin perder el ritmo entre su respiración y sus golpes, con unos movimientos llenos de elegancia y fuerza, logró derribarlo. El espectáculo terminó con los adultos aplaudiendo por la demostración, pero Luhan se percató de  los movimientos de uno de los escoltas que estaba tendido.


 


-¡Cuidado!- gritó alarmando a Minseok quién enseguida sacó su espada para apartar el pequeño proyectil, para luego golpear al guardia en su cuello con su codo, dejándolo ahora sí inconsciente.


 


-¡Vaya!- gritó su padre emocionado- ¿A tan corta edad es capaz de eso? Kim, debes estar más que orgulloso de tu hijo- alagó el Rey.


 


Luhan respiraba entre cortado y algo atónico por lo que recién acababa de suceder, sino hubiera sido por él… ese proyectil habría herido a Minseok y de solo imaginárselo, el pecho se le oprimía.


 


-Claro que lo estoy, no puedo esperar menos de mi sucesor- las palabras del padre de Minseok, sabía que significaban mucho para él y se sentía muy feliz de que todo marchara de acuerdo a su plan pero eso no hacía que su inquietud disminuyera.


 


Si él llegase a morir en combate…


 


-Luhan- le llamó su madre- ¿Qué te ha parecido?- parpadeó volviendo a la realidad percatándose que todos esperaban una respuestas, en especial él.


 


-Bastante impresionante- comentó sincero pero sin quitar esa expresión de su rostro.


 


Los días pasaron y ahora se encontraba relajado porque no era necesario que Minseok utilizara sus habilidades, a pesar que portaba un espada con él, no era necesario manipularla dentro del castillo.


 


-Así, que ¿el ejército?- preguntó sentándose a su lado. A juzgar por el sudor en su rostro pareciera ser que el joven estuvo practicando.


 


-Ahora puedo decir que me ejército- Bromeó recordando las viejas palabras de Luhan.


 


-Pensé que lo harías, cuando cumplieses los diecinueve- mencionó aún preocupado.


 


-Era mucho tiempo y necesitaba ganar la confianza de mi padre- comentó mirando hacia las montañas- ser un come libros, no iba darme un lugar dentro del ejército- continuó convencido.


 


-Pero a mí me gustaban tus citas, ¿Ahora qué leeré cuando me escribas? ¿Estrategias?- jugueteó, golpeando el hombro fuerte de su amigo- ¡Oh, qué fuerte!- agarró  mientras balbuceaba cosas sin sentido.


 


- Seguiré poniendo citas, que esté en el ejército, no significa que no lea- dijo apartando al molesto príncipe de su lado.


 


Luhan sonrió agradecido, a él realmente le encantaban las frases que Minseok sacaba de los libros que leía o que le gustaban para él. La última era su favorita.


 


-“Mientras el sol aparezca, será cuando por fin sea capaz de verte”- recitó emocionado- Y realmente llegaron al amanecer-


 


-Esa carta te la envié desde la frontera, la verdad es que creo que fue pura coincidencia-


 


-Nada pasa por coincidencia, me querido soldado- susurró al oído del otro provocándole cosquillas- ¿Debería dirigirme a ti, de esta forma?-


 


-Ohg, ¿Cuándo será el día en que madures?- se quejó sin dejar de ver la sonrisa deforme del príncipe- Sí, que eres feo cuando te ríes- comentó recibiendo pequeños golpes en su brazo derecho.


 


La visita fue corta, solo una semana, el jefe Kim debía volver a Corea para continuar una investigación y Minseok debía retornar a sus entrenamientos en el ejército. Como a modo de despedida, Luhan invitó nuevamente al muchacho a recorrer la ladera.


 


-¿No estás cansado?- era la décima vez que hacía esa pregunta y de no ser por la gran paciencia de Minseok, este ya lo habría matado con solo un golpe- ¿Xiumin-sshi?- era uno de sus apodos, Minseok no le gustaba, porque le costaba pronunciarlo- ¿Baozi?- susurró frente de él. Sabía cuánto enfurecía ese apodo al más bajo, la verdad es que estaba notando como su cejo de fruncía- ¿Baozi?... que va tu cara ya no es tan redonda… ¿cómo debería llamarte, ahora?- lo que no veía era el color rojo que tomaba su rostro y sus puños blancos de tanta fuerza ejercida al cerrarlos-¿Bao…-


 


-¡¿TE QUIERES CALLAR DE UNA VEZ POR TODAS?!- explotó gritando con todas sus fuerzas, haciendo eco en la montaña, Luhan se reía estrepitosamente mientras que Minseok se reprimía a sí mismo para no sacar su espada y cortarlo en millones de pedacitos.


 


Pero unos ruidos en eco, hicieron que ambos pusieran más atención a su alrededor. Al estarse quietos y en silencio, el sonido se hacía más  fuerte y cercano, luego de un par de segundos, pudieron ver como una estampida de ciervos corrían hacia su dirección.


 


-¡Baozi, eres un idiota!- gritó Luhan mientras corrían a máxima velocidad para salvar su vida.


 


-¿Yo soy el idiota?,¡tú fuiste el imbécil qué nunca se calló!- se defendió corriendo a la par con él.


 


El sendero cada vez se hacía más espeso por los árboles y los ciervos cada vez se acercaban más. Ambos corrían y gritaban por sus vidas.


 


-¡Luhan, por aquí!- llamó Minseok tomando su mano guiándole hacia otra dirección que en un par de metros más cayeron al abismo, revotando en un pequeño lago.


 


Si bien, los ciervos ya no les seguían, había algo que Minseok no se percató hasta dentro de unos segundos. Luhan no sabía nadar.


 


Tomando el delgado cuerpo entre sus brazos logró llevarlo a la orilla y sacarlo sin ningún problema, recostándolo revisó sus signos vitales, aun había pulso pero no respiraba. Sin pensárselo dos veces, comenzó a presionar su pecho para sacar el agua de sus pulmones, luego abrió su boca para darle aire y así repetidas veces.


 


-Vamos, Luhan…- susurraba el muchacho asustado- Luhan, despierta….- continuó posando sus labios en el joven heredero comenzando a hacer presa del miedo. No por la condena que caería sobre él, si Luhan moría… si no porque no soportaría, una vida sin él.


 


-Cof, cof, cof- despertó luego del último bocado de aire, botando agua mientras tosía, su vista estaba nublada y su cuerpo temblaba sin parar, al cabo de un momento cayó dormido.


 


Supo que había sido capaz de despertar, porque había recuperado su calor corporal, se fijó que estaba anocheciendo pero no pudo moverse mucho porque unos brazos le rodeaban por la espalda para brindarle el calor que necesitaba.


 


-¿Xiumin?- le llamó notando como el joven descansaba su cabeza en su hombro derecho, su suave respiración se cortó cuando escuchó su nombre.


 


-¿Estas bien? ¿No te duele nada? ¿Tienes frío?- atropelló en preguntas tomando su rostro entre sus manos verificando si no había alguna herida en su delgado cuerpo.


 


-Estoy… bien- sentenció percatándose de la cercanía de sus cuerpos.


 


-Casi me matas de un susto, de no haber sabido que hacer, lo más probable es que estuvieras muerto…- comentó aprisionándolo aún más a su cuerpo- No hubiese sido capaz de cargar con ello…-


 


Luhan se sintió seguro, protegido y por un momento amado, el abrazo era tan fuerte y posesivo que hacía que sus deseos más íntimos salieran a flote.  Alzó su rostro dejando que el muchacho tuviese más acceso a su cuerpo y él disfrutara más de su cercanía.


 


-Si yo hubiese muerto, a ti te habrían decapitado- comentó observando como el cielo cambiaba de color- Aun así, no hubiésemos dejado de estar juntos…- susurró.


 


Se removió en su lugar para voltearse y observar el rostro de su salvador. Parecía ser que Minseok estuvo un buen rato llorando y lamentándose por lo sucedido. Por lo que no pudo evitar que su cuerpo y sus emociones dominaran sus acciones.


 


Tomó la mejilla del joven soldado y le acarició con cariño, Minseok se recostó en su mano sosteniendo su muñeca, lucía como si tratase de auto convencerse que lo que ocurría era real y entonces besó su mano, infinitas veces atesorando su calor. Luhan se percató entonces, que no era el único que tenía sentimientos impuros guardados en su interior.


 


Al chocar sus frentes, Minseok le habló.


 


-Lo siento- susurró afectado, aunque parecía ser que se disculpaba tanto por su grito, cómo por su atrevimiento- Lo siento mucho…-continuó sosteniendo sus lágrimas.


 


Luhan, no esperó más, no dejaría que él cargase con ese dolor que no le correspondía, ambos sentían lo mismo. Ambos debían cargar con esa culpa. Así que no esperó más y besó sus labios con impaciencia, mordiendo su labio inferior con fuerza para que el otro, no dudara de su actuar.  


 


Los besos no se detuvieron, tampoco los abrazos posesivos y las desgarradoras caricias que marcaban la piel del otro. Necesitaban que el dolor les reafirmara que no era un sueño, que ambos estaban tan enamorados del otro, que se lo grabarían con sangre en la piel.


 


-No debes morir- susurró Luhan cortando abruptamente el beso- Pase lo que pase, nunca debes morir- ahora era el momento en que sus verdaderos pensamientos, salían a relucir- Eres hábil, certero, brillante y el orgullo de tu padre pero yo te necesitaré la vida entera, por eso no mueras- sostenía fuertemente la cabeza del joven soldado, mientras su mirada profunda taladraba sus ojos.


 


-No lo haré- sentenció- Seré incluso más fuerte que ahora, no moriré- le prometió finalizando con un beso que demostraba cuan comprometido estaba con su petición, porque en su interior, él tampoco quería morir.


 


__________


 


Las cartas no cesaron, no sabían cuando sería posible volverse a ver, todo dependía de sus padres. Cuando pensaron que pronto serían capaces de encontrarse, Japón volvió a atacar a Corea. Minseok, ahora de diecinueve años, estaba a cargo de toda una compañía y dada las circunstancias, no podía faltar a su deber.


 


“Me cuidaré hasta nuestro próximo encuentro, no olvido mi promesa, cada vez que amanece agradezco estar con vida y ser capaz de restar un día para estar junto a ti. No desesperes, no aguantes la respiración, deja que tus emociones y pensamientos fluyan, no me guardes rencor. Iré, prometo que iré a tu encuentro. Solo espérame un poco más.


 


Cuando sea capaz de ver tu rostro, será el día en que pueda morir en paz entre tus brazos”


 


Releyó, Luhan antes de dormir.


 


 


 


Continuará...


 


 


 

Notas finales:

Dejen sus comentarios, se los agradecería mucho. Nos leemos en otra ocasión :)


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