Desperté cómo lo hacía todos los días, tomaba mí desayuno que consistía en un vaso de jugo o leche y alguna fruta. ¡Rayos!, tenía que comprar más cosas para comer.
En el trabajo todo resulto normal, tenía a cargo cuatro rondas de recorrido por la galería y decía lo mismo una y otra vez, mostrando mis sonrisas falsas y una que otra risa si alguno de los que estaban a mí cuidado hacía algún comentario o broma.
Terminó el día y como siempre, me encargaba de cerrar la galería, era el último en salir así que aproveché esa condición para quedarme un poco más, investigaría, ¡claro que lo haría!
Entré a la sala de descanso y me acomodé en una de las mesas, saqué mi portátil y fui escribiendo uno por uno los nombres en el buscador y como siempre, la internet te dice cosas que tu no sabías ni de ti mismo. En un papel fui anotando las cosas interesantes que salían y vaya que eran muchas.
•Kai: coreógrafo, Kyungsoo: chef; mantenían una relación.
•Suho: socio de una compañía importante, el cual su padre era dueño.
•Chanyeol: maestro de música, Baekhyun: maestro de canto; trabajan en el mismo lugar, mantenían una relación.
•Fan y Tao: no salió mucha información de ellos pero algo me llamó la atención, vivían juntos.
•Luhan: dueño de una tienda de bebidas muy popular y Sehun trabajaba en ella; me quedé pensativo, en definitiva por las miradas que se daban me atrevería a decir que no solo se traían una relación de jefe-empleado.
•Lay: trabajaba en el departamento de ventas de una compañía; un momento... ¡era la misma de Suho!
Cuando comencé a escribir el último nombre, mi corazón se agitó por lo que podría encontrar pero aún así yo quería saber.
Kim Jongdae.
Mientras se hacía la búsqueda y se cargaba la información, sentía que el tiempo se volvía eterno, mi corazón no dejaba de latir ruidosamente, noté que mis manos comenzaron a sudar... hasta que apareció su perfil.
Kim Jongdae
24 años
Socio de una compañía de música.
Algo hizo que aquel ruidoso órgano se detuviera y comenzara a latir frenéticamente.
---SOLTERO---
Apagué el ordenador y me dirigí a mi casa, con lo que encontré, al parecer mis "amigos" no habían dicho todo, sonreí maliciosamente, mañana comenzaría el juego.
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Finalmente llegó el día, este era diferente, era tan agradable, me senté al borde de la cama y me estiré, había mucha luz entrando por mi ventana como si me dijera que el día sería perfecto.
¡Oh, claro que lo sería!
Era domingo y esos días no tenía que ir al trabajo porque no abrían la galería, así que empecé con el plan que llevaría a cabo.
Fui hasta el lugar, lo miré detalladamente mientras alzaba la mirada, era alto, de aspecto serio y formal, contaba con varios pisos, tal vez unos quince. De lejos capté como un auto plateado se estacionaba a la entrada del lugar, de éste salían dos personas platicando animosamente, el del asiento del conductor le entregó las llaves al encargado, el cual solo asintió y se dirigió al auto, era Suho y su acompañante Lay, me sorprendió cuando el que había dejado las llaves sujetó al otro de la mano, éste solo bajo la mirada sonriendo sonrojado; entonces su actuación de la otra noche, distantes y hablando como si se acabaran de reencontrar, fue solo eso, una farsa.
"Sí que se volverá interesante" pensé con una sonrisa ladina en la cara mirando directamente por donde había entrado la pareja, me encargaría de divertirme enserio.
Me retiré del lugar y me dirigí hacia donde se llevaría a cabo toda la diversión. –No hay que hacer esperar a los invitados– me dije soltando una carcajada.
Dejé todo listo, aún era medio día, salí del lugar y fui a mi hogar, yo también me arreglaría, después de todo, esa noche sería especial.
Ya casi era hora, tomé todo lo necesario y salí directo a aquel edificio que en la mañana había estado observando. Exactamente a las ocho de la noche, todos comenzaron a salir del lugar, como había sucedido horas antes, mis objetivos salían platicando tomados de la mano, era hora de actuar.
Había contratado a una joven que estaba estudiando actuación. ¡Qué mejor que practicar con público! Le expliqué todo lo que debía hacer y ella asintió pero me hizo solo un cuestionamiento.
—¿Por qué hace esto?—preguntó un poco interesada.
—Bueno… es solo una broma que le hago a unos viejos amigos.— dije con un tono algo cómico mientras soltaba una risa, ella rió conmigo, se dio la vuelta y fue a realizar su gran acto.
—¡Hola! Mi nombre es Jenny y soy promotora de perfumes, ahora mismo me encargo de promover una nueva adquisición de loción para caballeros y realizo encuestas para saber la opinión de los participantes.—le dijo a la pareja muy segura con una gran sonrisa completamente natural en su rostro, llegaría a ser una gran actriz.
Yo observaba desde mi automóvil ubicado un poco más atrás donde el encargado había dejado el de Suho, noté como asentían sonriendo mientras tomaban los pequeños cartoncillos que les ofrecía Jenny (los cuales momentos antes yo le había entregado) llevándolos hacia su olfato, apenas lo hicieron una gran sonrisa apareció por mi rostro, me resultaba graciosa la escena. Contestaron unas cuantas preguntas y cuando terminaron, Jenny se fue dejando el lugar siguiendo las especificaciones que le había dado, tal vez la contrate otra vez.
Suho y Lay se subieron al auto, el cual arrancó y comenzó a avanzar, yo los seguía por detrás para no perderlos de vista. Poco a poco el auto comenzó a dar movimientos fuera de lugar y note como se detenían a un lado de la carretera, había llegado el momento.
Me detuve detrás, salí y me dirigí a la ventana del conductor, pude ver a un Suho y Lay dormidos. Perfecto.
Abrí la puerta y le quité el cinturón de seguridad a Suho al cual lo pasé al asiento trasero, no fui amable, total, aún no se despertarían. Tomé el lugar del conductor y arranqué de nuevo.
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Cuando me di cuenta que estaban despertando, mi cuerpo comenzó a sentirse extasiado, ya quería que todo iniciara. El primero en abrir sus ojos fue nada más y nada menos que Suho, al notar en donde se encontraba, y cómo, comenzó a moverse y a dar leves gritos, se podía distinguir como el sudor empezaba a correr por su frente. Fui a dar mis saludos a mis invitados.
—Hola, es un gusto volver a verte.— le dije de forma muy cortés y animada, sonreía y esta sí que era natural.
—Minseok? ¡¿Tú que haces aquí?! ¿¡Fuiste tú el que nos hizo esto?! ¡Desátanos de una jodida vez!—me gritaba con los ojos completamente abiertos, estaba atado de las muñecas por cuerdas que iban a las paredes como si estuviera crucificado, estaba apoyado de sus rodillas y no tenía playera lo cual se veía como su sudor dejaba caminos por su cuello y se perdían en su torso.
Por tanto grito Lay fue saliendo de la inconsciencia, estaba en la misma posición, uno en frente del otro, así que serian espectadores y protagonistas de lo que iba a suceder.
—¿Suho?— preguntó aquel que despertaba con una voz cansada, al notar la situación comenzó a inquietarse.—¿Suho? ¡¿Dónde estamos?!—su voz se fue haciendo mas fuerte.
—Bueno yo podría contestar eso.—les dije pasando en frente de ellos con cara serena.—Se encuentran en el lugar donde el arte se lleva a cabo.—me miraban con muchas interrogantes, ahogué una pequeña risa y solo sonreí.—Para ser especifico, es la bodega de una galería de arte, muchos artistas vienen aquí porque el lugar les inspira a hacer sus obras, escultura, pinturas, etc. Al ser una bodega se encuentra debajo de la misma galería por lo que el sonido no se escucha en el exterior, así que es inútil pedir auxilio.— les respondí tranquilamente mientras les sonreía, para mí ya era inevitable hacerlo.
—¿Por qué?— preguntó el que había despertado primero, pero casi no le escuché.
—¿Perdón? No te escuché. ¿Podrías repetirlo?—dije poniendo mi atención en él.
—¡¿Por qué carajos nos has hecho esto?!—soltó en un grito con los ojos abiertos y la cara roja de frustración, juraba que podía escuchar los latidos de su corazón que iban a mil por hora, y eso hacía que se acelerara el mío, ya no me podía aguantar. Le demostraría el porqué.
—¡¿Me preguntas "por qué"?! ¡Por culpa tuya y de tus amigos vi llorar a mamá muchas veces! ¡Ustedes la hacían sufrir! ¡Por eso su corazón se fue haciendo débil! ¡Ustedes mataron a mi madre!—le grité a la cara tomándolo por el cuello acercándolo a la mía, sentía como hacía movimientos para zafarse de mi agarre pero no podía, tenía los ojos rojos y vi en ellos algo que desee por mucho tiempo, miedo.
Lo solté de un movimiento y me tranquilicé, Suho mantenía la cabeza baja mientras luchaba por que volviera el aire a sus pulmones. Escuché unos sollozos, me giré para ver de donde provenían, era Lay, lloraba ante la escena que acababa de presenciar, no me había dado cuenta que yo también lo estaba haciendo hasta que las lágrimas llegaron a mi cuello.
—Por favor… no le hagas daño…— dijo con la voz rota, seguía llorando.
Me dio un sentimiento en el pecho mientras lo veía llorar, me trajo recuerdos, no pude evitar aproximarme a él.
Asenté una rodilla en el piso para estar a su altura, puse mis manos en sus mejillas y con los pulgares le limpié las lágrimas.—No llores Lay, sabes que no te ves bien cuando lloras.— le dije dulcemente mirando su rostro y mostrándole una sonrisa dulce. Recordé cuando estábamos en la primaria, él era muy torpe y se tropezaba por todo, lo cual siempre le hacía llorar y yo siempre trataba de animarlo, cuando era hora del recreo, él siempre me recompensaba invitándome de su comida, yo le agradecía aunque yo no le daba ánimos por esa razón, se veía indefenso al igual que yo, pero ahí estaba Suho y de muchas maneras siempre trataba que no nos llevemos.
—No le hagas daño, Minnie…— dijo con un hilo de voz, ese era el apodo que me había puesto y le sonreí en señal que lo recordaba.
—Yo no sé de que me hablas.—dijo una voz detrás de mi, sacándome de mis pensamientos.
Me incorporé y miré al que me hablaba, mi expresión había cambiado, ya no era dulce, ahora era molesta, aquél se atrevía a mentirme a la cara.
—¿En serio? ¿En verdad no lo recuerdas?— pronuncié dirigiéndome a él, mi voz fue lo suficientemente seca y mi mirada fría como para que se presentara otra vez el sentimiento que había visto anteriormente en sus ojos.
—¡TE DIGO QUE NO LO SÉ!—gritó desesperado.
—No te preocupes, yo me encargaré de que recuerdes.—me retire y luego de un minuto regrese.—¿Sabes? Cuando estás en un lugar donde se llevan a cabo esculturas puedes encontrarte con cada juguete bizarro.—dije mientras mostraba el pequeño objeto que sostenía en mis manos, era del tamaño de una pluma pero en un extremo tenía un pequeño y delicado filo que daba destellos plateados por el reflejo de la luz de las lámparas.— Te dije que te haría recordar.—con el objeto aún en las manos fui aproximándome a el que me había gritado rodeándolo y deteniéndome en su espalda, pasando la delgada hoja en toda la extensión de la columna haciendo que el sujeto gritara fuertemente y se retorciera del dolor que le provocaba el corte, la línea fue seguida inmediatamente por caminos de color carmesí que bajaban jugueteando fundiéndose hasta lograr una sola gran hilera que fluía constantemente, mis pupilas no hacían otra cosa que observar aquella maravilla pero había algo que me entristecía, nadie más apreciaba lo que yo veía.
Tomándolo del cabello jalando su nuca hacia atrás, me acerque a su oreja diciéndole. —“Lastima que no eres rico, pagarías para que te vuelvan delgado”, esas fueron tus palabras ¿recuerdas?, luego tu y tus amigos se fueron riendo como si fuera el mejor chiste del mundo, ¡¿Ya lo recuerdas?!—terminé gritándole mientras sujetaba aún más fuerte sus cabellos.
—¡Me dijiste que no le harías daño!— me recriminaba Lay con más lágrimas cayendo por su rostro mientras se impulsaba hacia delante hasta donde le permitían las cuerdas.
Ya no me importaba nada, solo quería dejar correr aquello tan llamativo como lo era la sangre.—Sí, bueno… la gente promete muchas cosas y no las terminan cumpliendo, vete acostumbrando.—dije con un tono burlesco, como si no fuera de otro mundo lo que estaba realizando.
Mientras tanto Suho seguía gritando por el corte que le había provocado, gimiendo de dolor, mostrando el calvario que estaba sufriendo con cada una de sus expresiones, después de un poco más de tortura lo dejé.
Cuando me dirigía hacia Lay, este comenzó a tener pequeños espasmos, no me quería cerca suyo, mejor. Suho al notar hacia donde me encaminaba comenzó a gritarme y no por el dolor, él tampoco quería que me le acercara... ¿acaso no es lindo el amor?
—¡No te atrevas a hacerle algo, Minseok! ¡Te mato si lo tocas!— su cara mostraba frustración al no poder hacer nada para evitarlo. Comencé a reírme.
—Oh, ¿enserio?, Mi querido Suho en la posición que te encuentras no deberías hacer ese tipo de amenazas.—le mencioné señalando las cuerdas en sus muñecas con el pequeño instrumento que utilicé en él mientras soltaba carcajadas. Seguí mi camino y ya estando con Lay, me ubiqué a su derecha.— Bueno, tal vez podrías hacer algo por él, contéstame... ¿Lo amas?—pregunté.
En su mirada tenía esperanza, creía que podrían salvarse, otro ingenuo.
—¡Lo amo! ¡Por supuesto que lo amo! ¡No quiero a nadie más a mí lado que no sea él!
Lay lo miraba atentamente y su cara se volvió roja por la confesión que me había hecho su pareja, sus miradas se encontraron y notaba como se desbordaba el amor, entrecerré los ojos y miré la escena con desprecio, que asco.
—Bien.— fue lo único que dije y en un movimiento rápido de mi diestra, aquel filo pasó sin dificultad realizando un corte perfectamente limpio en su yugular, del cual enseguida salieron brotes de sangre muy rápido.—Averigüé que su condición no es la más apropiada para hacerse un corte… ¡Ya sé, Suho! ¡¿Qué tal si lo dejamos vacío?!— mi tono fue realmente divertido, enseguida me giré e hice otro corte en su muñeca derecha para luego hacer lo mismo con la izquierda.
La cara de Suho estaba completamente horrorizada por lo que veía, lágrimas amargas comenzaron a salir de sus ojos, la vida de su amado literalmente escapaba de su cuerpo, yo no compartía su sentimiento, como había sucedido anteriormente, el fluído carmesí me tenía atrapado completamente.
—¡¿Lo ves, Suho?! ¡¿Acaso no es hermoso?!—comenté exclamando con una gran sonrisa.
—¡Maldito! ¡El no te hizo nada! ¡Fui yo, yo debería en su lugar, no él,— gritó todo lo que pudo pero yo no lo escuchaba, inconscientemente había puesto mis manos debajo de una de las pequeñas cascadas oscuras que nacían de sus muñecas, sintiendo la textura de aquel dulce fluido, su aroma era embriagador y no pude evitar probarlo, oxidado, salado, perfecto.
Las palabras que me habían gritado comenzaban a resonar en mi cabeza, pero su ultima frase fue lo que hizo que le diera mi atención.
—Oh, por supuesto que tomaras su lugar, solo antes quería que sintieras lo que es perder a alguien amado ante tu propios ojos, ahora dime, Suho... ¿Qué se siente?-le cuestioné mostrando mis pupilas completamente contraídas y una sonrisa maliciosa, el interrogado escupió mi cara, lo cual hizo cerrar mis ojos, instintivamente pasé mi mano al tratar de limpiarme, lo cual ocurría lo contrario porque solo esparcía la sangre que tenía en ellas, no me importó.—Muy valiente… como siempre.—dije la última oración secamente y al instante introduje el pequeño filo en su costado izquierdo y con fuerza lo pase recorriendo su abdomen, otra cascada carmesí se formó y el sujeto solo dio un grito ahogado, tomé su mentón haciendo que me mirara, sus ojos poco a poco iban perdiendo su luz y antes que eso pasara le dije dulcemente.— No te sientas mal, te perdono.
Tomé otra vez el filo y lo clavé a la altura del corazón y con la palma de la mano le di un golpe en la base para que se enterrara completamente. Después de unos segundos...
Ya no sentían dolor.