Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Atado a ti. por YahikoGirl

[Reviews - 21]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!! :3 

Bueno, sé que era un one - shot. Pero algunas personitas, me insistieron con que le hiciera una conti :3 Para ellas, va esto OwO 

Espero guste n.n 

Fruncí el seño. Realmente estaba mosqueado. Me molestaba verte tan cerca de aquella muchacha, respondiendo sus insinuaciones. Cerré mi puño y chasqueé la lengua, en un claro gesto de molestia. Mi pie comenzó a dar leves golpecitos en el suelo y me crucé de brazos, mientras volteaba la cara hacia un costado. Al instante, sentí tu mirada sobre mí y me volví a dar vuelta, encontrándome con tus penetrantes ojos negros brillando a causa del engreimiento tuyo. Demonios, yo era tan estúpido que te seguía el juego y me ponía celoso.

Vi que te despedías cuando tomaste su mano y le diste un beso en la parte superior, a la vez que le sonreías coquetamente y la muy perra se sonrojaba hasta los huesos. Me consolaba saber, que lo hacías para que yo sacara chispas. Porque estaba al tanto de que todo lo que tú hacías, era por una única persona: Yo.

Esperé hasta que llegaste y a lo lejos, lograste encantarme con ese caminar tuyo, tan sensual y masculino, mientras que ese abrigo tuyo se abría y dejaba ver la camisa que debajo se encontraba.

-¿Estás bien? – Preguntaste con fingida inocencia, entonces mirándote ceñudo, respondí:

-Tan solo espera a llegar a casa, Uchiha. –

Tú solo soltaste una carcajada y pasaste tu brazo sobre mi hombro “amistosamente”. A pesar de querer sentir tu contacto, mi orgullo me dictó que me zafara del agarre bruscamente, haciéndote sonreír de nuevo. Amaba que lo hicieras, debía admitirlo.

-Hace mucho que no lo hacemos. – Insinuaste, manteniendo tu semblante lo más calmado posible, sintiéndote algo superior al lograr hacerme poner como un tomate.

-¿Podrías hablar de ese tipo de cosas un poco más bajo? Hay bastante gente. – Te reproché como pude, desviando mi vista al suelo, con miedo de que alguien te hubiese escuchado hablar de aquello tan naturalmente.

Te escuché reír nuevamente y entonces, sacaste la llave de tu auto. Apretaste un botón y la alarma del vehículo hizo un pequeño ruidito. Te vi llegar hasta tu puerta y al abrirla, me guiñaste un ojo, haciendo que yo sonriera y me metiera dentro, llegando a tu lado.

El clima allí se sintió delicioso. Mi nariz algo helada comenzó a tomar temperatura, mientras tú colocabas los cambios y comenzabas a conducir a tu hogar, que estaba solo. Ahora entendía por qué insististe tanto en llevarme allí el día de hoy.

*

-Adelante. – Dijiste caballerosamente, dándome paso y colocando tu rostro muy cerca del mío para que yo lo besara. Haciéndome el duro, desvié la cara y te dejé con el beso colgado. – Sabes que eso no te durará mucho, ¿Verdad? – Aseguraste burlonamente, logrando que me maldijera por pensar que era cierto lo que decías. No sabía cuánto me duraría, pero trataría de hacerte sufrir lo más que pudiera.

-Estás rogando por que eso sea cierto. – Dije, sacándome la campera que cubría mi torso, dejándola a un costado y escuchando cómo hacías lo mismo.

-Me gusta que te pongas celoso… - Hablaste roncamente, logrando provocarme y haciendo que mi mente comenzara a trabajar. Supe el castigo que ibas a recibir, al instante.

Dándome vuelta y dirigiéndote una mirada sumamente sugerente, me hice hacia atrás y dejé en el aire, el agarre que estabas a punto de proporcionarme. Sonreí un poco arrogante y vi cómo tú intentabas descifrar cualquier tipo de próximo movimiento, cosa que no te dejé hacer. Me ibas a conocer, Itachi.

Volví a voltear, tomando rumbo hacia tu habitación. Entonces escuché cómo lanzaste un pequeño bufido por tu nariz. Tal vez te habías dado cuenta de mi juego, pero decidiste seguirlo y te lo agradecí.

Llegando, busqué rápidamente un elemento que me fuera de ayuda para mi plan. Encontré un jean tuyo tirado y se me ocurrió una brillante idea. Miré la tijera que estaba en el escritorio, y al tenerla en mis manos, se me escapó una risilla traviesa.

Recorté algunas pequeñas tiras de la tela, las escondí entre las almohadas de tu cama y luego, procedí a dejar mi torso descubierto. Desabroché mi cinturón, haciendo que mi pantalón quedara suelto y revolví mi cabello. Me dispuse a esperarte, cosa que me pareció eterna. ¿Qué tanto era lo que estabas haciendo?

-¡Itachi! – Liberé, notando mi voz un tanto aguda y ansiosa. Deseaba que vinieras, tenía mucho que mostrarte.

Y al segundo que tomaba aire para volver a llamarte, el picaporte de la puerta giraba y la puerta se abría, dándote paso.

-¿Tan fácil me la vas a dejar? – Dijiste algo desconfiado, frunciendo tu seño. Reí para mí y entonces, decidí colocarme en cuatro patas sobre tu cama.

-Es que no me aguanto… - Dije “inocentemente”, haciéndote creer cada una de las palabras. – Te quiero, ahora… - Volví a hablar, acercándome lenta y encantadoramente.

-¿Te dije alguna vez que me volvías loco? – Preguntaste, subiéndote al colchón y adoptando la misma posición que yo, haciendo que quedáramos enfrentados.

-Dilo de nuevo, a ver si lo recuerdo. – Respondí, atrayéndote con mi boca cada vez más cerca del respaldar de la cama.

-Me vuelves loco. – Seguiste, dibujando una sonrisa extremadamente sensual en tu rostro. No pude controlar ese escalofrío que se originó en mi boca al sentir tu aliento, y se dirigió directamente a mi entrepierna, haciéndola hormiguear. Rayos, si que sabías cómo calentarme.

Saqué mi lengua y logrando rozar tus labios con ella, me incorporé sobre mis rodillas y logré que hicieras lo mismo frente a mí. No dije nada, solo pasé ambos brazos por tu cuello y llegué a la parte superior de tu espalda. Enredé mis dedos en tus cabellos e hice mi cuello hacia atrás, haciendo que el beso que se dirigía a mi boca, terminara en la piel de mi mandíbula.

-Sabía que no sería tan fácil… - Musitaste, depositando un cálido y húmedo beso en aquella zona, haciéndome tiritar levemente. Extrañaba esos labios en mí y los deseaba en todas las partes posibles de mi cuerpo.

Sin decir nada, te solté el pelo. Tal vez no te importe, pero me encanta tu gran cabellera; a la hora de hacer el amor, te hace ver más salvaje y pasional.

Arqueé mi espalda en un acto reflejo, dándote un mejor acceso a mi pecho. Apreté mis manos contra tu espalda aún vestida y me frustré, al no poder tocar la inmensidad de ella. Decidí deshacerme de la molesta prenda, pero luego de hacerlo, no regresé mis brazos a dónde estaban.

En un movimiento algo ágil, te volteé y me coloqué arriba tuyo. Hice que nuestras frentes se chocaran y mordí mi labio, antes de dirigir mi boca a la tuya.

Se sintió demasiado exquisito tomar la iniciativa, y lograr que tú, casi desesperado, apresaras mi lengua con tus dientes, para hacerla rozar varias veces con la tuya y exasperarme a mí también. Lo hacías tan bien que podría morir en uno de esos besos.

Distrayéndote, dirigí mi mano hacia la almohada dónde se encontraban, lo que esa noche serían tus “correas”. Al sacarlas, tomé tu mano y la envolví con ella, para luego llevarla al respaldar de la cama y hacer un nudo algo fuerte allí.

-¿Qué… Haces? – Preguntaste jadeante, algo insatisfecho por haber cortado el beso. - ¿Naruto? – Me miraste expectante, a la espera del próximo movimiento, el cual fue amarrarte la otra muñeca.

-No me gusta cómo te miran esas mujeres. – Hablé, haciendo un puchero. – Por eso te voy a castigar… - Te dije al oído, pegándole un lengüetazo luego a tu mejilla.

Te vi sonreír y supe que me estabas subestimando. Reírse de una situación en la que estás en desventaja, no es algo que haría cualquiera.

*

Al verte allí amarrado, se me vinieron demasiadas cosas a la mente, cada una mejor que la otra. Decidí recorrer tu torso con uno de mis dedos, logrando que tu piel se erizara y gimieras fuerte, al llegar a la parte baja de tu abdomen. Rocé con aspereza el borde del cinturón y en mi rostro se dibujó una mueca juguetona. Seguí el camino y entonces, hice presión en el bulto que se levantaba en el pantalón, haciéndote gimotear con deseo.

Seguí masajeando la zona, para lograr que menearas tus caderas y me hicieras sentir con más precisión, lo tan duro que estaba tu miembro. Se me hacía agua la boca al imaginarlo…

Por unos largos cinco minutos, continué con la tortura y después, apiadándome de mi mismo, llevé mi boca a tu vientre y lamí la zona. Di vueltas con mi lengua alrededor de tu ombligo, para después meterla de lleno en el pequeño agujerito y hacer que tu cuerpo se contrajera en un placentero espasmo. Mi propio organismo se vio obligado a reaccionar, y llevé una mano a mi parte baja. Apoyé mi mentón en tu abdomen, y mis ojos se enfocaron en tu rostro. Habías logrado incorporarte un poco y te babeabas con mi imagen.

Te vi forcejear con lo que ataba tus manos, pero cómo era inútil, decidiste dejarlo y seguir observándome.

-Itachi… - Jadeé, consiguiendo que me respondieras con un pequeño gemido. – Itachi… - Dije un poco más fuerte, intensificando las caricias en mi pelvis. Mi mano apretaba y aflojaba la erección entre mis piernas y me proporcionaba un gran goce. Hacía tiempo que no tocaba aquella parte de mi cuerpo y me daba algo de vergüenza, hacerlo justo ahora.

Bajé tus pantalones y los hice llegar hasta las rodillas, te obligué a abrir un poco más las piernas y cerrando mis ojos, llevé mi lengua a la fina tela que todavía cubría tu pene. Mis labios comenzaron a bailar sobre aquel bóxer, mientras mi saliva oscurecía el trapo. Una de mis manos, se dirigió al lugar y comenzó a fregar fuertemente. Succioné sobre la tela y te hice gritar mi nombre. Supe que querías más, pero no te lo iba a dar hasta que yo mismo calmara mis ansias. Eras muy escandaloso cuando querías.

De un momento a otro y en un movimiento brusco, me arrodille entre tus piernas. Atrevidamente, busqué mi pene y lo noté húmedo. El tocarlo, me hizo gimotear y cerrar los ojos. No supe cual de los dos estaba más necesitado.

-Desátame… - Pediste en vano, porque yo te sonreí como pude y continué con mi labor. – Naruto… Yo te enseño. – Dijiste, haciéndome causar gracia.

Comencé a masturbarme y tú volviste a intentar liberarte, esta vez un poco más fuerte.

Desnudo frente a ti, me coloqué sobre tu abdomen. Con mis nalgas, lo logré sentir rígido y siendo preso de aquel impulso, me hice hacia atrás con mi cadera. Friccioné mi propio pene contra aquella piel, logré humedecerla con los líquidos pre seminales que salían de mi interior.

Llevé mi boca a tu oído, para mi mala suerte la voz me salía muy aguda. Te susurré una cantidad de morbosidades, que jamás me imaginé capaz de decirlas. Nublabas todos mis sentidos, sentía que te detestaba por ello.

*

Me tomé el trabajo de dilatarme para ti, tu mirada se había vuelto demasiado animal. Me vi obligado a sonreír por aquello. Quiero jugar fuerte, y sé por la forma en la que me ves, que tú también.

Volví a colocarme encima tuyo, tu labio sangró a causa de la mordedura que le diste. Esperabas el momento en el que te liberara, así serías tú quien me podría castigar.

Torturándote, busqué tu palpitante erección y la llevé a mi ansiosa entrada. Grité al sentir aquel ardiente contacto y logré que hicieras lo mismo. Salió y entró con algo de facilidad, causándome un indescriptible placer. No llegaba hasta el fondo, como yo quería, era algo masoquista lo mío.

-Más adentro. – Me pediste, estirando tu cuello hacia atrás. Me las había arreglado, para no dejarte meter más de la mitad de tu miembro en mi interior, por más que tus caderas se levantaran lo más alto que pudieras. – Más adentro. – Repetiste, en los mismos tonos autoritarios.

Al cabo de un rato, te obedecí y me dejé caer con violencia. Apoyé mis manos en tu pecho para no derrumbarme. Mi vista se nubló, a causa de lo delicioso que sentí esa penetración. Mi nombre salió de tus labios de forma ronca, deseosa. Supe que estabas tan hambriento, que no me soltarías hasta notarme exhausto.

Hice que tu pene, saliera y entrara de mi recto unas cinco veces. Luego, comencé a menearme de manera violenta, empezando a sentir cómo aquella dureza golpeaba con firmeza, aquel punto en mi interior y me hacía aullar.

-De… sa… ta… me… - Lograste decir entrecortado, a causa de la imponente cabalgata que ejercía sobre ti.

Me detuve. Era un imbécil por no dejar aquella maldita tijera cerca de mí. Observé a mí alrededor, la noté a unos pasos y me dispuse a ir a buscarla. Te hice salir de mi interior y jadeaste insatisfecho. Me agaché para que me vieras y logré provocarte, te mostré con descaro el agujero de mi trasero y gritaste que me apurara. Yo también deseaba aquel instinto bestial, que sabía que tenías. Siempre lo supe, desde la primera vez me miraste en la secundaria y me hiciste imaginar cosas que no debía.

Corté la tela que te ataba y tiré la tijera a un costado. Me miraste y bufaste por la nariz. Rayos, me la había buscado.

Volteaste mi cuerpo con fuerza y lograste colocarme en cuatro patas. Me penetraste de una sola vez, a sabiendas de que no me dolería. Se me hizo imposible no ahogar un grito, no me había esperado eso. Mis ojos se abrieron enormemente, mientras sentí cómo lo volvías a hacer y luego, dejé llevarme por esa increíble ola de placer que provocaste al golpear con exactitud mi próstata.

-Más… Duro… - Gemí, a la vez que los nudillos de mis manos estaban blancos por la fuerza que ejercía sobre las sábanas. – Itachi, más duro… - Te dije, desvergonzadamente.

Mi nombre salía de tu boca seguidamente, las embestidas se hicieron más arrítmicas y supe que estabas por llegar al orgasmo, lo que me hizo correr en tu mano. Seguiste torturando mi entrada unos minutos más y, demonios, pensé que nunca te ibas a cansar. Hasta que sentí tu esencia rebalsar mi interior.

Me dejé caer y te sentí arriba mío, aplastándome, haciéndome creer que iba a morir asfixiado.

-Hay que hacer esto más seguido. – Dijiste pasado un rato, tomándome de la cintura y dándome un beso en la espalda. O eras muy masoquista, o yo había hecho un mal trabajo y en vez de volverlo un castigo, lo hice un premio.

Te respondí con un gemido que ni yo supe que significaba. Cualquiera de las dos posibles respuestas, estaban bien para mí.

*

Me levanté algo mareado, fui al baño y al salir, te observé dormido. Tu largo cabello, extendido por casi toda la almohada, la manchaba de un negro azabache que se me hacía perfecto. Sonreí, agarré una camisa tuya que había tirada en el suelo, y me la puse. Olía a ti, se me hacía delicioso ese aroma que emanaba.

Llegué a la cocina de tu casa y recordé cuando nos conocimos. Ese día en la escuela, cuando todos hablaban de “los nuevos ricachones” que estaban por llegar. Las chicas eufóricas, por que los rumores decían que los hermanos Uchiha eran dignos de compararlos con dioses. Los chicos envidiosos, incrédulos y revoltosos. Yo era uno, hasta que ambos cruzaron por la reja del edificio. ¡Vaya que era cierto lo que se decía!

Sasuke, ignorando cualquier tipo de mirada, incluso la mía, se adentró al edificio, dónde muchas, de lo que ahora son sus “fans”, lo seguían cómo si fuera un gran y suculento plato.

Bufé al igual que muchos, me encogí de hombros y me enfoqué en ti. Tú sonreíste, de una forma coqueta y encantadora. Maldita sea, el solo recuerdo logra sonrojarme como la primera vez. Tu mirada chocó con la mía y me guiñaste un ojo. En vez de sentir repulsión por aquello, tomé una gran bocanada de aire. Algo me decía, que estábamos destinados a encontrarnos.

 Pasó el tiempo y yo seguí observándote, tenía la mala suerte de solo poder verte en los recreos, porque eres dos años más grande que yo. Siempre estabas rodeado de lindas chicas,  de las que no tenía ni la más mínima idea, hasta que empecé a sentir celos y las comencé a ver como rivales. No me costó mucho, aceptar que estaba loco por ti.

Mis sueños comenzaban y terminaban en tu presencia, alguno te lo he contado ya, pero hay otros que… me dan vergüenza.

Un día, casi al borde de la desesperación, escribí una carta. Intenté plasmar todo lo que sentía, pero creo que esas cuatro hojas, no me bastaron. Estaba demasiado enamorado y cada día se me hacía más difícil no tenerte cerca de mí. Demasiado acosador, ¿Cierto?

Me hiciste esperar, fuiste cruel. Pero un día, creo que el más feliz de mi vida, me encontré un papelito que decía que aguardaban por mí en la terraza. Sin saber quien lo había escrito, aquella nota hizo que mi corazón latiera fuerte y me diera un rayito de esperanza.

Me salté una clase, fui a dónde esa “persona misteriosa” me citó y te vi allí, apoyado en el barandal. Gracias a Dios oíste mis pasos y te diste vuelta, al instante notaste cómo mis mejillas se sonrojaban y yo agachaba el rostro, completa y totalmente avergonzado.

-Naruto. – Dijiste y me pareció tocar el cielo con las manos, al escucharte pronunciar mi nombre de ese modo. – Lindo nombre. – Volviste a hablar, esta vez un poco más cerca de mí. – También estoy enamorado. – Y sentí mis orejas arder.

Cerré mis ojos, mientras sentía cómo levantabas mi rostro y me observabas gracioso. A los segundos, uniste nuestros labios en un dulce beso, haciéndome creer que iba a caer.

Y ahora, unos años después, puedo decir que desde ese momento, te me hiciste muy necesario para vivir. Aunque haya tenido que pasar por momentos de confusión, siempre desee tenerte conmigo y entregarme a ti en cuerpo y alma.

*

-¿Pasa algo? – Me preguntaste, asustándome y haciendo que me volteara bruscamente.

-No, nada. – Te respondí, a la vez que veía cómo te sentabas frente a mí. – Recordaba una cosa. – Dije, ahora siendo yo quien me paraba y me dirigía a dónde tú estabas. – Te amo. – Aseguré, a la vez que abría mis piernas y me sentaba sobre ti.

Uniste nuestras bocas, me diste a entender con ello, que me pertenecías tanto cómo yo a ti. Y luego, me levantaste de la cintura y me cargaste hasta tu habitación.

Esperaba que durara para siempre, para así nunca tener que separarme de ti nuevamente. 

Notas finales:

Ahora si, finalizado el ItaNaru :3 Voy a ver si me hago un tiempo para hacer otro, pero lo dudo. xD 

Les mando un beso y gracias por seguirme en este y los otros fics :3 

Beso! ♥ 

Gracias por los rw. Y a propósito, se me borró uno... Por si quién lo escribió lee esto, no tengo idea cómo sucedió. Si fue un error mío te pido disculpas u.u 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).