Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

The Big Four Converge por Constanza Sophia

[Reviews - 32]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 


Jack


Los azules ojos de Jack leían una y otra vez el sobre con estilizada caligrafía que tenía en sus manos. Lo volteaba entre sus dedos y se detenía a observar el estampado de cera roja con el escudo de la escuela que lo llamaba. Volvió a leer la tinta verde:


“Jack Frost


Taller de Santa, Polo Norte”


La lechuza que se encontraba reposando en una silla emitió un chasquido, haciendo que todos la miraran. Era bonita, de color gris con pequeñas motas blancas, como copos de nieve. Sus dorados ojos miraban la carta, como incitándolo a abrir el sobre. Pero no era tan fácil. Siendo sincero, le asustaba que una carta llegara al Taller de Santa (un lugar supuestamente mítico) a nombre de Jack Frost (alguien supuestamente mítico). Al comienzo los guardianes habían sopesado la idea de que otro espíritu fuera el remitente, pero ningún espíritu utilizaba lechuzas así que…


Jack observó a Norte, sentado en sus rodillas. El ruso se encogió de hombros y le revolvió los cabellos de forma paternal. Desde que el joven espíritu se había vuelto parte de los guardianes, luego de la derrota de Pitch, la relación de Norte y Jack se había estrechado al punto de ser una relación de padre e hijo en toda regla, que había terminado de solidificarse hace un año, cuando el reloj de la vida de Jack, que estaba bajo la custodia de Padre Tiempo, había sufrido un accidente, liberando arena y transformando a Jack en un chico con cuerpo y mente de diez años.


Al principio todos habían entrado en casi una crisis nerviosa, buscando como pudieron las arenas para hacer que el joven espíritu volviera a la normalidad. Sin embargo; pronto se dieron cuenta que no tenían éxito alguno y que, peor aún, comenzaban a descuidar sus deberes de guardianes y la fe de los niños podía verse comprometida. Por otro lado, a Jack no parecía molestarle el cambio. A su mente de diez años le agradaba la idea de tener la misma edad de Jamie y jugar con él. Por eso, luego de conversarlo, habían optado por seguir la solución dada por el Padre Tiempo: dejar que Jack creciera de manera natural.


De eso ya había pasado un año. Jack ya tenía once.


- Será mejor que lo abras, compañero – le dijo Bunnymund, infundiéndole ánimos, Tooth y Sandy le sonrieron, asintiendo y terminando de convencerlo.


COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA


Directora: Minerva McGonagall


Querido Señor Frost:


                Tenemos el placer de informarle que usted tiene una vacante en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Adjuntamos una lista con el equipo y los libros necesarios.


                Las clases comienzan el 1° de Septiembre. Esperamos su lechuza no más tarde del 31 de Julio.


                Muy cordialmente,


 


Minerva McGonagall,


Directora


 


Hubo un silencio cuando Jack terminó de leer la carta en voz alta, mientras observaba la lista de útiles con avidez. Era una situación ciertamente extraña. Sin embargo; no tuvieron mucho tiempo para detenerse a analizarlo, porque en esos momentos se oyó la puerta del taller abrirse y luego de algunas revueltas, uno de los yetis que ahí vivían hizo acto de presencia, guiando a una figura encapuchada, con túnica oscura. Los guardianes adoptaron una posición defensiva pero se relajaron levemente cuando el hombre descubrió su rostro, dejando ver una expresión amable y sonriente.


- Buenas tardes, soy Neville Longbotton, profesor de herbología del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería – se presentó, con cierta alegría, observándolos de uno en uno hasta que distinguió a Jack, observándolo con curiosidad – y tú debes ser Jack Frost. Un placer conocerlos a todos.


Y vaya que era un placer. Jamás en su vida había imaginado que conocería a seres como Santa Clauss, El Conejo de Pascua, El Hada de los Dientes o incluso Sandman. Más aún, que el mítico Jack Frost sería uno de sus estudiantes (no este año, pero bueno…). Debido a esta emoción, su rostro mostraba aún más jovialidad que de costumbre, observando todo con interés poco disimulado y agradeciendo por el chocolate caliente que le ofrecieron los duendes. Por otro lado, los cinco guardianes estaban, por no decir más, boquiabiertos. No sólo un humano había llegado así como así al Taller de Santa, sino que además era un adulto que parecía poder verlos con absoluta facilidad.


- Me enviaron de Hogwarts para ayudarte Jack – siguió hablando Neville – la respuesta comenzaba a tardar y temimos que le hubiera pasado algo a la lechuza… - los miró, curioso por eso.


- No, bueno…acaba de llegar – balbuceó Tooth, acercándose a él y revoloteando a su alrededor, ciertamente curiosa. Neville sonrió y el hada se hipnotizó con sus perfectos dientes, recordando en alguna parte de su cabeza, que los anteriores no habían sido tan perfectos, pero igualmente blancos.


- Oh, bueno, es normal, es bastante complicado llegar hasta aquí – se rió el mago – si el pergamino no nos diera mágicamente las direcciones jamás los habríamos encontrado – terminó su chocolate – tuvimos que leer dos veces para verificar que no nos equivocábamos. Como supondrás, eres un caso único, Jack – era obvio. Le sonrió y el niño correspondió – esa es la otra razón por la que me enviaron. Como tus tutores no pueden acompañarte por razones obvias, yo te ayudaré… - le tendió la mano.


- Un momento, aún no se ha dicho que Frostbite irá a esa rara escuela suya – intervino Conejo, aún desconfiado.


Neville parpadeó, confundido, y miró a Jack, como esperando a que dijera algo. El menor miró a los guardianes y luego el sobre, estuvo en silencio lo que pareció una eternidad, pensativo. La idea de ir a Hogwarts era descabellada pero también era cierto que no tenía nada que perder. Incluso podía pedirle a Madre Naturaleza que se encargara de las nevadas necesarias durante su ausencia y podía volver a hacer su trabajo durante las vacaciones. Además, era un buen modo de usar esos años hasta volver a crecer a la edad que le correspondía. Estaba decidido.


- ¡Quiero ir! – exclamó emocionado, apretando con fuerza su cayado y sonriendo radiante. Neville sonrió en respuesta.


****


Mérida


La pelirroja chica se encontraba pescando en un lago cercano al pueblo junto a varios muchachos más. Apuntaba con su arco y, luego de los instantes que utilizaba para calcular lo necesario, soltaba la cuerda, consiguiendo su presa con un poco de dificultad pero de manera exitosa. Algunos niños menores le aplaudían, mientras otros chicos, más grandes, pescaban con lanzas y redes. Algunos, mayores de edad, incluso utilizaban hechizos de levitación para entretener a los más jóvenes. Mérida estaba concentrada. Había recibido su arco hace poco y estaba determinada a convertirse en la mejor arquera del pueblo.


En eso estaban cuando, a lo lejos, se sintió el galope de un caballo, justo antes de que la madre de Mérida apareciera montada en un hermoso corcel negro, provocando diversos susurros y haciendo que Mérida rodara los ojos.


- ¡La reina, la reina! – dijo, imitando a los chicos con voz chillona – ¡Por favor chicos, no hagan eso! – alegó, moviendo los brazos como si espantara moscas. Los chicos rieron y se alejaron para seguir con sus cosas.


- Mérida.


- ¿Qué ocurre madre?


La mujer la miró de forma severa por el tono arrastrado que la niña había utilizado pero, finalmente, su rostro dibujó una sonrisa, sacando de entre su túnica una carta que traía su nombre en tinta verde. Mérida la reconoció enseguida. Muchos muchachos de la isla ya la habían recibido, dado que en la aldea sólo vivían familias de magos. Ella era la única de ese año con edad de recibirla pero había estado tan ansiosa que nada podía convertir aquella carta en algo menos emocionante. De un rápido movimiento se la quitó a su madre de las manos, recibiendo una protesta que ignoró por completo, al tiempo que la abría y leía la pequeña nota.


COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA


Directora: Minerva McGonagall


Querida Señorita Dunbroch:


                Tenemos el placer de informarle que usted tiene una vacante en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Adjuntamos una lista con el equipo y los libros necesarios.


                Las clases comienzan el 1° de Septiembre. Esperamos su lechuza no más tarde del 31 de Julio.


                Muy cordialmente,


 


Minerva McGonagall,


Directora


 


Apretó la carta entre sus brazos y se mordió el labio, mirando a su madre y tratado de aguantarse la emoción, pero no le duró demasiado, porque casi enseguida comenzó a saltar por doquier, gritando y celebrando, dejando que su gran melena pelirroja se llenara de pastos y diversas cosas que rozaba son sus corridas. Su madre suspiró, resignada por su carácter tan inapropiado para una señorita pero sonriendo internamente, de todos modos. Volvió a concentrarse cuando vio que su hija la miraba, con los ojos brillantes de emoción.


- Entraré a Gryffindor – sentenció la chica. Su madre alzó una ceja.


- Tal vez sería más adecuado que fueras a Ravenclaw, una reina deber ser conocida por su inteligencia...


- Papá fue a Gryffindor…


- Tu padre es un Rey.


- ¡Pues da igual, yo entraré a Gryffindor! – volvió a insistir la chica, con fiereza. Eleonora suspiró.


- Supongo que cualquier casa está bien – terminó accediendo. Mérida sonrió, victoriosa y luego salió corriendo, hasta donde la esperaban los otros chicos, aún pescando. Iría a buscar a su fiel caballo Fangus y volvería al castillo. Estaba ansiosa porque su padre volviera a contarle todas aquellas historias que tenía de sus tiempos en Hogwarts.


****


Hiccup


Las casas de Berk liberaban pequeñas volutas de humo pese a que ninguna de las chimeneas estaba encendida. El entorno no era mucho mejor. Los grandes hombres y mujeres que habitaban la pequeña isla montañesa estaban cubiertos de lo que parecía hollín y más de uno tenía quemaduras de diversos grados. Además, estaban, muy, muy cansados, aunque en sus rostros se notaba la resignación de la costumbre. En pocas horas tendrían que ponerse a reconstruir los daños de ese último ataque.


Berk era una pequeña aldea de magos que se encontraba en medio del océano y cuyo único acceso eran los transportadores, las apariciones y la red flú, ya que incluso llegar en escoba era demasiado peligroso, debido al clima y a los dragones que los rodeaban a kilómetros de distancia, que no dudaban en atacar cualquier cosa que se moviera. Los magos que ahí vivían ya estaban acostumbrados. Las especies que ahí vivían eran únicas en el mundo y al comienzo se había formado la aldea con la idea de estudiarlos, pero enseguida se dieron cuenta que, aparte de unos cuantos datos para poder protegerse de ellos, no había demasiado provecho que sacar. Sin embargo; las generaciones nacidas luego se habían acostumbrado a las condiciones y se habían quedado a vivir ahí.


Hiccup se paseó por las calles con un gran balde de agua que apenas se podía, para que los agotados magos pudieran beber y mojarse las heridas. Otros jóvenes como él se dedicaban a la misma tarea, pero apenas lo miraban, más preocupados de acarrear dos y hasta tres de esos baldes que a él tanto le complicaba mover. Además, eran más rápidos que él y, luego de algunos instantes, terminó con la mitad del balde lleno, dado que no era necesaria más agua. Suspiró. Lo mejor sería ir a dejarlo donde correspondía para que al menos no lo regañaran. Sin embargo; se detuvo, igual que todos los demás, cuando una parvada de casi diez lechuzas, que habían estado aparentemente escondidas, se acercó volando con gracia a cada uno de los chicos, entregándoles un sobre amarillento donde aparecían sus nombres y dirección, en tinta verde. Una enorme sonrisa apareció en su rostro, reconociéndolo. Casi cae al suelo cuando su padre le palmeó la espalda, con apremio.


- ¿Has recibido una, verdad? ¿Te han aceptado?


- Papá, sólo te llega la carta si te han aceptado – le dijo, mirándolo confundido por lo ansioso que parecía, abriendo la carta y entregándosela para que la leyera.


COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA


Directora: Minerva McGonagall


Querido Señor Haddock III:


                Tenemos el placer de informarle que usted tiene una vacante en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Adjuntamos una lista con el equipo y los libros necesarios.


                Las clases comienzan el 1° de Septiembre. Esperamos su lechuza no más tarde del 31 de Julio.


                Muy cordialmente,


 


Minerva McGonagall,


Directora


 


- No sabes cuánto me alegra – dijo, sonriente y totalmente orgulloso por su hijo – por un momento creí que… - se interrumpió.


- ¿Creíste qué?


- No, nada hijo, de verdad estoy muy orgulloso de ti…


- Creíste que no me llegaría la carta… que sería un squib ¿no es así? – por alguna razón, su voz tembló. Aquello había dolido – que no sea tan fuerte o rápido como los chicos de aquí no significa que no pueda ser un gran mago, papá…


- Lo sé Hiccup, yo sólo…


- Olvídalo. Ya entré, es lo importante… - Y dicho esto, se alejó a paso rápido hacia su casa. La emoción de haber entrado seguía latiendo fuerte en su pecho, pese a estar un poco opacada por el saber que su padre no confiaba ni siquiera en que lograría eso. Estoick lo miró alejarse y suspiró, arrepentido.


****


Rapunzel


COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA


Directora: Minerva McGonagall


Querida Señorita Corona:


                Tenemos el placer de informarle que usted tiene una vacante en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Adjuntamos una lista con el equipo y los libros necesarios.


                Las clases comienzan el 1° de Septiembre. Esperamos su lechuza no más tarde del 31 de Julio.


                Muy cordialmente,


 


Minerva McGonagall,


Directora


 


Tanto Rapunzel como sus padres leyeron la carta una y otra vez, sin entender del todo si aquello era real o era una simple broma de alguno de los súbditos. También desconfiaron. No era poco probable que se tratara de alguna artimaña para atraer a la joven y hacerse de su cabello, que llenaba la habitación, pese a haberlo dispuesto a modo de espiral por el suelo. La chica de grandes ojos verdes se limitó a acariciar a la lechuza, mientras el pequeño camaleón llamado Pascal la observaba con desconfianza y algo de miedo, aunque el ave parecía ignorarlo. Se habían sumido en tal silencio que el ruido del teléfono los hizo dar un respingo, asustando a la hermosa lechuza parda, que soltó un chillido. La reina se alejó a contestar y volvió escasos minutos después.


- Dijeron que alguien nos está esperando en la entrada del pueblo, dice que viene del mismo lugar que la carta, pero no ha querido decir más – dijo, con voz suave aunque preocupada.


- Deberíamos ir a ver qué es lo que sabe – opinó Rapunzel, con una sonrisa. Pese a todo, la idea le emocionaba. La cuarta opción era la de que fuera cierto y aquello no podía dejarla tranquila. Si era verdad, quería saberlo.


Al final decidieron hacerlo así que, luego de arreglarse como indicaba el protocolo de la realeza y de arreglar el cabello de la chica en un elaborado moño para que no le arrastrara, se dirigieron en el carruaje hasta el puente que hacía de entrada a la península y deteniéndose a pocos metros de esta. Allí los esperaba una joven figura, sentada a la sombra en la garita de los guardias, observando todo con aire soñador, al tiempo que jugaba con las puntas de su claro y rizado cabello. Cuando los vio llegar, les sonrió y se les acercó, caminando como si estuviera flotando o bailando.


- Muy buenas tardes, tú debes ser Rapunzel – saludó, observando a la pequeña niña de diez años, que la observaba con sus grandes ojos verdes llena de curiosidad. No sólo por su extraña forma de actuar: con una rara túnica celeste, un collar de lo que parecían corchos y una extraña varilla detrás de la oreja.


- ¡Sí, yo soy! – dijo, extrañamente animada por aquella extravagancia, combinada con ese aire soñador que parecía hipnotizar un poco.


- Este es un bonito lugar…. – observó alrededor, distraída, hasta que pareció recordar algo - … soy Luna Lovegood, vengo de Hogwarts a contarles algunas cosas que sería bueno que supieran…aunque deberíamos ir a otro lugar… - agregó, mirando a los guardias, que los observaban a algunos metros y saludándolos con un gesto de mano, sonriente.


- Sí, por favor, vamos a palacio – aceptó el rey, de manera diplomática, ofreciéndole la mano para que subiera, para acto seguido ayudar a su hija y a su esposa.


El viaje fue callado hasta la mitad del camino, que Luna utilizó para observar a su alrededor, viendo el gran mar que parecía rodear la ciudad. Además, observó a las personas que caminaban por la calle realizando las compras de la mañana. Había algunos que traían ropas tradicionales, como las que utilizaban en esos momentos la familia real, mientras que otros vestían de manera más moderna e, incluso, tenían celulares o reproductores de música. Era una curiosa y pintoresca mezcla de modernidad y tradicionalidad, aunque la razón no la tenía clara. Volvió a mirar a la niña, que no le quitaba los ojos de encima, sonriendo ansiosa.


- Tienes un cabello muy bonito, Rapunzel – le dijo, sonriéndole con aire soñador.


- ¡Muchas gracias!


- El cabello de Rapunzel es muy especial, señorita Lovegood… desde su nacimiento, decenas de personas han intentado apropiarse de él, tratando de cumplir sus ambiciones y buscando hacer daño a nuestra hija… Si usted de verdad viene de esa escuela que dice la carta, debemos informarle que no iré a ella – sentenció el padre, mirándola intensamente, para dejarle claro que estaba decidido.


- ¿Es por eso qué este reino está aislado de los otros, verdad? Aunque es muy bonito… - dijo, mirándolos de uno en uno – entiendo su preocupación señor Corona, pero esa desconfianza es la principal razón por la que me enviaron aquí, obviando el hecho de que, al ser muggles, necesitarían una guía en el mundo mágico. Soy Luna Lovegood, profesor de Cuidado de criaturas mágicas en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, donde todo gran mago se ha educado. Me han enviado a ayudar a Rapunzel en todo lo que necesite – dijo, con tranquilidad. Ya habían llegado al castillo pero ninguno se había movido de su asiento.


- Para empezar ¿cómo podemos estar seguros de que esa escuela es real y no sólo una farsa para quedarse con nuestra pequeña? – la madre extendió sus brazos hacia la niña y ella se sentó a su lado. Luna pareció meditarlo un poco, pero luego sonrió animadamente y sacó la extraña varilla de su oreja.


- Puedo mostrarles – dijo, con alegría – Expecto patronum – luego de su susurro, una liebre plateada salió de su varita, revoloteando alrededor de los tres Corona, que observaban maravillados – ese es uno de los hechizos que podrías aprender estando con nosotros, además de muchos más – la liebre se desvaneció – respecto a tu bonito cabello, procuramos mantener a nuestros estudiantes de cualquier cosa, incluso por motivos personales, la cuidaremos como haga falta para que nada malo le ocurra – agregó, con tono un poco más maduro y serio, debido a que el asunto así lo ameritaba.


- ¿Van otros niños como yo?


Los tres adultos miraron a la niña, que se había mantenido en silencio durante la conversación. Luna le sonrió y asintió. La niña dio un pequeño brinco, emocionada.


- ¡Mamá, Papá! ¡Quiero ir! ¡Quiero conocer a niños como yo y hacer amigos!– jactó, emocionada. Luna sonrió y, luego de unos instantes, sus padres sonrieron también.


 

Notas finales:

Eso es todo por ahora, ojalá lo disfruten C:

Próximo capítulo: Callejón Diagon

Nos leemos!! :DD


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).