Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Reducción por Reitann

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Esto en realidad surgió de un día a otro. Es algo nuevo y con rollos existenciales que me surgieron al estar lavando trastes (LOL) Espero sea de su agrado aún cuando es bastante breve. 

 

Y si... Se que debo capitulo de los otros dos fics, pero tengo una especie de "bloqueo" tanto para acabar de escribilos como para corregirlos. 

“A veces me pregunto si soy el único que siente que está naufrago en un bote. Y no sólo me refiero a la sensación de soledad que eso implica. No. Voy más específico al balanceo que se produce en la superficie del bote, como si el mar te adoptara en su transparente y azul manto. De un lado a otro, izquierda a derecha, sin fin. Supongo que me sucede por permanecer tanto tiempo sentado exprimiéndome la cabeza para escribir alguna canción o en simple ocio. ¿El ocio es realmente producto de no tener algo que hacer? Me estoy limitando a no mencionar “algo productivo que hacer”. Una vez escuche que la filosofía era producto de dos aspectos: la riqueza y el ocio. Por ello los griegos ricos y ociosos eran filósofos. Grandes pensadores con barrigas bien llenas, quienes sin duda se encargaron de solucionar problemas que aún no existían en su época, problemas que el 2014 atormentan a una densa población incluso cuando la respuesta se encuentra en libros o internet. Yo soy parte de ellos, como cualquier otro ser humano. Es divertido y a la vez irritante ser parte del flujo continuo que significa la vida; el universo mismo. Un solo hombre o mujer no llega a ser ni una millonésima parte de la inmensidad que hay fuera de la Tierra. Somos nada. En este punto, (quien quiera que seas) debes preguntarte algo parecido a: “¿De qué diablos habla este tipo?” y es que parece que desvío el tema y no respeto el orden de las ideas ¿no? Sin embargo para mí, lo poco que he expresado al ir escribiendo esto, está muy relacionado. ¡Qué va! Seguiré  con ello hasta que mi mano clame piedad por no detenerme o se me seque el cerebro, lo que ocurra primero.

 

Otra sensación que suele acompañarme en la jornada diaria es la desmotivación. Esa de querer desechar cada tarea, pendiente, persona, objeto que este atado a mi indirecta o directamente; sentarme en una de las esquinas de mi habitación y morir lentamente. Como la brisa que suele llevarse las hojas secas en otoño. Me gustaría ser una de esas pequeñas hojas, al menos así, moriría en el aire. Al mismo tiempo, ese vacío es lo que me saca de todo pensamiento negativo. Lo que me mantiene vivo. En cierta ocasión al acabar un ensayo, me acerqué a Reita. Se encontraba estirando ambos brazos en dirección al techo y en un volumen apenas audible, repetía lo que a mi parecer era el coro de una canción. Simplemente me quedé atónito observándole. La respuesta a mi vacío (anteriormente descrito) se encontraba en el aura que ese bajista irradiaba. No era su aspecto, no era la melodía que brotaba de sus labios en una repetición regular. Era la tranquilidad con la que ejecutaba esas acciones. El país entero podía sacudirse en un horrible terremoto como el de años pasados o de un segundo a otro explotar y él seguiría en lo suyo… Él moriría feliz actuando despreocupado dentro de un estudio. Si no ha quedado claro, me enamoré de su actitud que sin mencionarlo verbalmente, complementaba mi desmotivación. Las cosas pequeñas y su valioso significado representadas en un japonés con quien tenía un poco mas de 10 años de convivir. Me enamoré de Reita, de todo lo que abarca ese tipo. No pretendo seguir con rodeos románticos, ni mucho menos con confesiones al estilo colegiala de secundaria. Sólo deseo expresar ese punto, que sin duda es importante. La paz mundial no depende de ello (ni de otra cosa) mi vida en cambio, sí. Formando parte de los recuerdos que algún día, desaparecerán conmigo. Soy de esas personas que creen que al morir, carga consigo las memorias y vivencias en una pequeña bolsa. Y no, no hablo de esas bolsas de diseñador por las que tengo maña. Imagino un trozo de tela con un cordón, si es que a “eso” se le puede llamar bolsa. Un camino liso y transparente como complemento, hasta terminar en un rumbo desconocido.

 

Lo desconocido es excitante. Tan excitante como subir a una montaña rusa y levantar la vista al contaminado cielo de la ciudad, que con una fuerza increíble te arrastra a seguir con el recorrido. A ser parte del montón. Aquí es donde regresamos al principio, a mi volado argumento de decir que somos nada. Sin importar la condición social, nacionalidad, etcétera, somos finitos. Sistemas de órganos andantes destinados a un final. Suena bastante rudo expresarlo así… Pero no encuentro una forma mejor de hacerlo. El nombre tampoco importa mucho, la edad, el género o las preferencias sexuales son etiquetas previamente compuestas por los primeros sistemas de organización. Son útiles durante nuestra vida, sin dudas. Hay excepciones. Nombres que trascienden la historia por lo que hicieron o no, pero lo hacen. Tal vez yo sea uno, tal vez the GazettE sea uno. ¿Quién sabe? No hay nada seguro en este amplio juego llamado existencia. Mas la incógnita, querido y anónimo lector, es lo maravilloso. Es un amplio lienzo donde el dibujo depende de nuestros trazos y colores. De nuestras gamas e ideas. La mía en este momento debe ser algo bastante abstracto a decir verdad. Entre depresiones, canciones, sonrisas y cigarros se me ha ido marcando la pauta de dibujar algo que yo mismo desconozco. Sólo le rezo a las deidades que el resultado final me deje satisfecho. Que a pesar de los defectos, haga latir mi orgullo. Soy japonés después de todo. Y ¿no somos conocidos por la perseverancia? Aunque es simple saber que ella se encuentra en todos nosotros, sin excepción. Diferente es especificar que corre de nuestra cuenta tomarla o no.

 

Comienzo a cansarme y eso que el procesador de textos del ordenador no marca más de 1000 palabras. Si esto fuese una canción, en definitiva recibiría una abofetada por parte del staff y del resto del grupo. No sería sencillo cantar algo que no tiene ritmo. Es mas parecido a un testamento o una nota que la gente suicida acostumbra a dejar a sus familiares o vecinos antes de ejecutar su obra maestra. La opción viable es que lo lea hasta sentir los ojos arder y luego, como si nada hubiese pasado, como si no hubiese pasado minutos tecleando al ritmo del tic de mis piernas por el frio, lo borraría. Sería una actuación perfecta de alguna novela en la que el creador decide terminar con su obra. ¡Interesante! He recordado la película del muñeco asesino, a la cual le tomado cierto aprecio por acompañarme en mis monótonos fines de semana junto a Koron.

 

Debo dar una conclusión, después de semejante sarta de palabrerías, analogías, reproches, entre otros. No me quedan mas expresiones para seguir debido a las ganas que tengo de salir y distraerme con las luces de la ciudad. Llevaré conmigo el fiel pensamiento de que hay alguien que experimenta lo mismo que yo. Que para consolarse, compone. El hilo seguirá fluyendo y junto con él, iré tomando la correa de mi pequeño can entre las calles de Tokio hasta desaparecer del panorama. Soy sólo Matsumoto Takanori.”

 

La lectura mantenida terminó con la peculiar frase, y Reita no podía con la carga emocional. En primera leer ese archivo cuando le había pedido el ordenador al vocal para descargar quien-sabe que juego de la red. Y en segunda, porque entre los enunciados había una clara confesión hacia su persona.

Talló sus ojos hasta sentir que escocían ligeramente por las lentillas, minimizo la ventana del procesador de textos y cerro la tapa del computador para quedar libre y levantarse de la silla giratoria en la que se encontraba. No tenía un plan establecido, simplemente improvisaría. Como siempre lo hacía. Respiró hondo al ir avanzando entre el largo pasillo que separaba aquella oficina de la sala de ensayos, evadiendo a la gente de la compañía con una ladina sonrisa, hasta llegar a su claro destino, que albergaba a un desesperado Ruki por alcanzar una nota bastante alta. Oportunidad que el bajista no iba a dejar pasar. Terminó con la distancia (de la puerta a Ruki) y se detuvo frente a él.

 

-¿El bote tiene capacidad para dos?- Obligado a dejar su tarea de lado, Ruki entendió que era correspondido… Que después de todo, su desmotivación era aceptada por la despreocupación de Reita.  

Notas finales:

Gracias por tomarse el tiempo de leerlo. Hasta la próxima. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).