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AMORIS CAUSA por Whisperyuki

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Frenético y caótico se volvió el Departamento de Aurores.  Ron trataba duro de poner orden al caos mientras despachaba órdenes de búsqueda y captura de Asimov, le daba seguimiento a la salud de su auror y, básicamente, evitaba que todo se cayera a pedazos junto con su equipo.

El ajetreo paro cuando un pequeño avión de papel membretado se posó en su escritorio. Era una pequeña pieza de papel pero todos lo miraban como si fuera un howler. Ron le tomó mientras sus hombres le miraban con lástima (no los culpó por verlo así)  y la abrió.

 “A mi oficina, ahora.”

Era todo.

Y lo último que le faltaba.

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Estaba oscuro y húmedo. Su cuerpo estaba atando en cadenas mágicas dejándole movilidad nula, solo podía revolverse en su lugar, sentado en el frío piso. Que  jodido cliché.

Viktor tiritó, no sabía si del frío que traspasaba sus ropas o si era porque estaba entrando en shock a causa de su mano, que se desangraba lentamente y dolía de los mil infiernos. Se revolvió en su lugar ¿Por qué no le ponían algún cojín o algo? ¿Tenían que hacer sus últimas horas un martirio? Rio sin humor, mira que ponerse a pensar en eso, como si fuera tan natural,  en lugar de como escapar. Pero sabía la realidad, iba a morir.

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Se lo merecía.

Suspiró, hecho que en los últimos días hacía constantemente, sintiéndose un completo incompetente.  Realmente Ron se merecía el regaño de Harry, así como de Liu de Asuntos Internos por el desastre en el cuidado de Viktor; aunque eso no quitaba  que sus oídos quisieran a sangrar de lo repetitivo que era el discurso.

-Y por eso señor Weasley  se ha solicitado que se le destituya del caso.

Las últimas palabras de Liu le hicieron reaccionar- ¿Perdón?

La regordeta bruja no disimuló su disgusto- El auror Nadeem se hará cargo de ahora en adelante. También está suspendido mientras se lleva a cabo la investigación interna.

Ron quiso protestar, su boca se abrió pero la mirada de Harry le detuvo. No era la mirada de Harry su amigo, era la de Harry su jefe. Empezó a sentir que las paredes de la oficina del moreno se cerraban sobre él.- Comprendo.- Ron dio la vuelta y salió de la oficina. Se dirigió a su cubículo, donde las fotos y las anotaciones del caso estaban esparcidas por doquier, sus hombres no estaban por ningún lado. Se recargo en su silla, cubriendo sus ojos con ganas de gritar, o mejor dicho berrear y soltar cuanto improperio se le venía a la mente. Merlín, la había cagado.

-Weasley.

Ron apretó sus ojos muy fuerte tras sus manos. Para más inri de la humillación le habían dado el caso a Jhawal. El tipo alto y de piel achocolatada lo aborrecía con pasión desde la academia (ni idea del por qué) y no desaprovechaba ocasión para hacer hincapié que estaba donde estaba solo por influencias.- ¿Sí?- se compuso y miro al auror.

-Deja de lloriquear y haz algo productivo.- Dijo con una sonrisilla de satisfacción.- Necesito la información del caso.

Ron apretó los dientes, queriendo borrarle la sonrisa de un golpe. Con un movimiento de varita y, no sin cierto dolor,  transformó una hoja de papel en caja y  en  pispas  toda la papelería del caso quedó dentro.- Aquí está.

-¿Es todo?- El tipo miró dentro con disgusto. Cargó la caja y sopesó su peso. Muy ligero. Nadeem le dio una mirada de superioridad- Te recuerdo que guardar información a un auror es contra la ley. Ahora que eres civil…

Ron sabía que solo estaba tratando de molestarlo, así que respondió lo más tranquilo posible-Sí.

-Hum.- Al no obtener la reacción deseada le dio una última mirada como si fuera insignificante y se retiró sin decir más.

Ron empezó a hiperventilar. Necesitaba salir de allí, despejar su mente y alejar la culpa. Le dio una mirada al vacío cubículo y su corazón se estrujo. Ese lugar era la representación de su situación. No tenía nada.

Se desabrochó la túnica. Se quedó sentado allí, sintiéndose completamente vacío e inútil. Dejó la túnica doblada sobre el escritorio, esperando que no fuera la última vez que la viera. Cuchicheos lo acompañaron mientras salía al lobby. Un alboroto llamó su atención, en la red flu aparecieron dos aurores custodiando a Asimov,  por mero impulso los siguió, deteniéndose en seco al darse cuenta que él ya no tenía injerencia en el caso. Usó las vías de visita para salir del lugar, afuera, el viento de Londres le dio la bienvenida, levantó la vista al cielo sempiterno nublado  de la urbe en un gesto infructífero de búsqueda de respuestas. Desapareció en el callejón de costumbre llegando a la puerta de su casa, en una de las últimas vueltas su pie chocó con un bulto que lo desestabilizó, estuvo a punto de caer pero un enorme abrazo a dos flancos le detuvo.

-¡Gracias a Merlín! ¡Gracias a Merlín!

-¿Elliot?- Quien diablos era el otro que le abrazaba- ¿Peter?

-Estaba muerto de miedo.- Elliot se alejó pero aun tomándole de los brazos, para luego fruncir el ceño y darle una colleja - ¡No vuelvas a asustarme así Ronald Weasley!

- ¿Qué paso?-preguntó tímidamente Peter a su espalda, el chico lo tenía sostenido de la cintura y su frente recargada en su espalda.

-Aquí no.- Ron, arrastrando a los dos locos a su departamento para desasirse de ambos al entrar. Lanzó un hechizo de silencio y se fue a sentar al sillón, sentándose despatarrado y cansado, guardando silencio para poner en orden sus pensamientos.

Elliot se sentó frente a él, igual que Peter que retorcía sus manos inseguro. Al ver que el pelirrojo no iba a soltar prenda empezó a hablar- Me asustaste tanto cuando hablamos. Terminó mi descanso e iba a la barra cuando todo mundo se volvió loco. Unos clientes chillaban que había un cadáver tirado en el baño y que llevaba el traje de auror, pensé por un momento…pensé…-Elliot ahogó un sollozo.

Ron frunció el ceño, molesto como estaba- ¿Qué?

-¡Que te habían matado, idiota! ¡Eres el guardián principal de Krum!

-Ya no más.

-¿Cómo?

-Fui relevado por mi fantástico trabajo.- Confesó Ron. Las palabras le supieron amargas al pronunciarlas.

Un silencio incómodo se instaló.

-¿Y ahora qué?- preguntó bajito Peter.

-¿Sinceramente? No lo sé.

Silencio.

-Prepararé algo de desayunar.- Elliot tomó las riendas, levantándose del sillón y jalando a Peter para que le ayudara.

-No tengo hambre.

-¡Oh por Merlín!- Le riñó Elliot- A otro perro con ese hueso Ronnie. No permitiré que te mates de hambre por la decepción.

-¡No me voy a matar de hambre! Simplemente no tengo apetito. De solo pensar que Viktor…-Ron no pudo terminar la frase.

Elliot y Peter se lanzaron una mirada preocupada. En el cortísimo tiempo que tuvieron juntos llegaron a congeniar bastante bien y Peter le había preguntado al alocado amigo de Ron si este tenía alguien especial en su vida, Elliot a pesar de ser un bocazas contestó con un escueto “puede”, frunciendo el ceño y haciendo caretas; Peter solo tuvo que con sumar dos más dos para saber quién era el afortunado. Qué lástima la verdad, Krum era un idiota.

 

Dolor, preocupación y un montón de frustración  llenaban a Ron ¿Qué podía hacer? Ya no tenía la autoridad para actuar. La culpa empezó a carcomerlo y un sin número de “¿si hubiera?” le bombardeaban.

Sí hubiera sido más firme.

Sí hubiera estado en sus cinco sentidos.

Sí hubiera cuidado mejor a Viktor.

Sí hubiera callado.

Sí hubiera, sí hubiera, sí hubiera.

No existía el hubiera.

En un arranque de furia  tomó la lamparilla de la mesa y la arrojó con todas sus fuerzas  a través de la habitación, chocando esta con la pizarra donde colgaban fotos del caso, había olvidado completamente que tenía el desplegado a la vista de todos.

De mala gana se levantó a recoger el desastre que había hecho, podía usar la magia pero prefirió hacerlo manualmente, todo lo que ocupara su mente y alejara los malos pensamientos era bienvenido. Los chicos prefirieron dejarlo hacer. Ron tomó una de las fotos de Viktor, mirándola fijamente ¿Cuándo fue la última vez que se sintió tan desesperanzado? Instintivamente, como cada vez que sentía que estaba perdido, vio hacia el librero a donde descansaban los restos del guardapelo,  aquella pieza maldita que se apoderó lentamente de él, llenándolo de malos sentimientos, inclusive en los últimos momentos de vida de la cosa.

Momento.

Como poseído caminó al librero y tomó la ruinosa pieza. Un pequeño hilo de eventos de la guerra empezó a correr en su mente.

Había visto una paja y se iba a asir de ella con su vida.

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Viktor despertó sobresaltado cuando el sonido metálico del plato retumbó por el cuarto. Le dio un vistazo y frunció la nariz ante el potaje extraño y la seca pieza de pan que contenía ¿Cómo suponía que iba a comer eso, como perro? Molesto, pateó la cosa esa volcando el contenido al piso.

Una suave risa-Siempre tan selecto.

Viktor le lanzó una mirada envenenada a la mujer.- No tanto ya que me acosté contigo, perra.

La sangre que empezó a chorrear del tajo en su mejilla lo hizo maldecir en voz alta.

-Yo que tú no provocaría a quien tiene la varita, Viktor. Recuerda de que sé cómo murió tu abuelo y no tuvo una muerte linda ¿quieres pasar por lo mismo?

-¡Maldita hija de p…!- No pudo terminar la frase ya que fue silenciado con un hechizo.

-¡Por favor no la provoques!-chilló la mujer, tapándose los oídos.

Si Viktor pudiera hablar habría preguntado a quien se refería.

Maldita bruja loca.

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-No estoy seguro que esto funcione.- Peter dijo.

-Funcionara.- Respondió seguro Ron.

-¿Lo has hecho antes?- preguntó Elliot, mirando con un poco de recelo al elfo doméstico.

Ron asintió.- En la guerra. Ron contaba con el hecho de que muchos magos subestiman a los elfos y esperaba que el maniático no fuera la excepción.

La pequeña criatura estaba aprensiva, mirando de uno a otro de los tres presentes.- ¿Se le ofrece algo al amo Peter, señor?

-Si Evy- Peter estiró la mano y le enseñó una foto de Viktor a la criatura.- Necesito que localices a este señor, su nombre es Viktor Krum, ya lo has visto en casa. Esta desaparecido y es urgente que lo encontremos.

Evy asintió, recordando haber visto al hombre en la casa de sus amos.-  ¿Necesita que lo traiga a casa?

-No.- Respondió Ron.- Solo localízalo, cuando lo hagas tienes que avisarnos. No arriesgues tu vida.

El elfo doméstico vio con sus enormes ojos a Ron, sin digerir aun la orden ya que no venía de su amo.

-Haz lo que él te dice Evy, y ten cuidado.

El elfo hizo una gran reverencia y desapareció en un plop.

-¿En serio Evy puede localizar a Krum?- volvió a preguntar Peter.

Ron asintió por enésima vez.  - Cuando buscábamos como vencer a Voldemort- un escalofrío le pasó por la espalda, tantos años y aún nombrar al ente ese le ponía la piel de gallina.-  Nos dimos cuenta que los elfos domésticos pueden traspasar cierta magia de los magos.- musitó más para sí, pero aun audible.-También pueden ser implacables rastreadores.- Kracher era una prueba, no había parado hasta encontrar a Mundungus.

En un brote de genialidad había rememorado el cómo habían  encontrado el  horrocrux. No teniendo muchas opciones y el tiempo corriendo le pidió ayuda a Peter, ya que había visto elfos en su casa, y este accedió confiarle a Evy, el elfo de más confianza para el rubio. Ron no estaba cómodo usando a un elfo en la búsqueda, sobre todo porque era peligroso y no le sentaba bien arriesgar la vida de la criatura.

Elliot puso cara de no acabar de comprender nada.- ¿Entonces porque no le pediste q               ue trajera a Krum?

-Porque aunque es la opción más lógica, aún debemos atrapar a un asesino.- No le sentaba la idea de usar a Viktor como carnada, pero si deseaban terminar con la locura debían terminar de raíz.  Nadie le podía asegurar que la persona que tenía al búlgaro no intentaría terminar con su propósito a la primera oportunidad.

-Porque presiento que nos vamos a meter en problemas.- Mascullo Elliot mientras jugueteaba con un mecho de su cabello.- Este es un trabajo para los aurores.

-Soy un auror.

-Dado de baja.

-Como sea.- Ron le restó importancia.- Simplemente les estoy ayudando un poco. – Ron estaba seguro que Nadeem en el momento estaría más empeñado en quedar bien con Harry que haciendo su trabajo. Y en sí él no estaba incumpliendo las órdenes que le habían dado, él no estaba trabajando en el caso dentro de la estación.

-Oh por el amor de Merlín, esa vena gryffindor te va a meter en problemas.

Ron se encogió de hombros, en peores cosas lo había metido esa vena griffindor ¿Qué más daba una raya más al tigre? O bueno, pelo a la melena del león.

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Era degradante y por lo tanto no lo iba a hacer. No iba a orinarse sobre sí por muchas ganas que tuviera de hacerlo. Es más, si se le reventaba la vejiga y moría por eso lo haría con gusto si con eso le jodía los planes a la loca.

Las cadenas le estaban provocando escozor y la boca la sentía como si la tuviera llena de algodones y la mano simplemente era insoportable. Pensó, había transcurrido mucho tiempo pero el aún seguía consiente. No tenía experiencia en heridas de arma pero si estaba seguro que si no eran tratadas mínimo te dejarían fuera de combate  y él estaba muy consiente ¿acaso sería un hechizo?

Tan metido estaba en sus pensamientos que se llevó un susto de muerte al ver un par de piernas aparecer en su campo de visión. La mujer se puso en cuclillas con varita en mano. Él no era de temer, era un hombre grande y era muy capaz de defenderse, pero en este caso…

-No debiste hacerla enojar.

Allí estaba otra vez. Ella estaba hablando como si fuera otra persona quien le estaba haciendo aquello. Para su sorpresa, las cadenas fueron aflojadas y su mano sanada. Ella le tomó del mentón y giro su barbilla con suavidad, sus dedos rozaron alrededor de la herida con cuidado, luego le curó, ya no sentía el ardor de la piel dañada. La mujer acarició la mejilla dejando su palma reposar en ella. Viktor,  con cautela, le miro a los ojos.- ¿A quién no debí hacer enojar Ileana?

-A Emiliya.

Al decir el nombre Viktor vio el cambio muy de cerca. La mirada de Ileana se endureció al igual que sus facciones.

-Le he dicho a esa niña que es una tonta.

La caricia se convirtió en bofetada, dejándole ver estrellas. Después de eso, la escena se volvió más extraña. La mujer empezó a discutir a gritos con ella misma. Tan metida en su discusión interna que se olvidó por completo de él y que el agarre de las cadenas estaba flojo y le permitía moverse.  

Viktor  vio su oportunidad para el escape cuando ella le dio la espalda, debía noquearla y salir de allí. Rápido, tan rápido como le permitía su estado, le atacó por la espalda y trató de desmayarla por falta de oxígeno por una llave. Ella palmeó su brazo buscando liberarse; en la lucha ella, que aún sostenía su varita, alcanzó a balbucear un “crucio”, no muy potente pero sí lo suficiente para que  el búlgaro cayera hacia atrás convulsionando en un dolor de mil agujas.

Solo fueron unos segundos  que le permitieron tomar aire para la siguiente racha de crucios que siguió.

Todo esto pasó ante los atentos ojos como pelotas de una pequeña criatura escondida en las sombras.

 

 

Notas finales:

Espero les haya gustado.

 

Reviews, si son gustosos, se agradecen.

 

Besitos de nutella.

 

 


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