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AMORIS CAUSA por Whisperyuki

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Notas del capitulo:

Bueno, me adelante un poco, que se viene el San Valentin y nos vamos a inundar de fic alegoricos a la fecha.

 

 

-Buenas noches.

-Buenas noches.

Un parco cruce de saludos para cubrir las formalidades sociales, ni una pizca de reconocimiento en el corto intercambio de miradas que sostuvieron, ese que se da cuando se confirma que nadie es una amenaza en el breve  momento que se convive, fue todo lo que Viktor recibió.

 Al recién llegado no se le dio importancia. La típica música de ascensor empezó a reproducirse mientras ascendían, traqueteando como si fuera a desarmarse el armatoste. Su nueva representante, así como el tipo de Cooperación Mágica siguieron con lo suyo, envolviendo a Viktor en la plática. Eso no impidió que de vez en vez el búlgaro le lanzara fugaces miradas al auror.

 -Viktor…Viktor.- El llamado de Alana, con su fuerte acento búlgaro lo trajo de nuevo al presente.

-¿Perdón?

 La casi imperceptible mueca que le dirigió era un indicio del disgusto de su representante. Para ser una mujer de un metro setenta lograba que el miedo apretara las bolas de Viktor. Ella, con una sonrisa borró su distracción, ultimando detalles con Rogers del acuerdo que estaban  teniendo. De nuevo la campanilla sonó al hacer un alto total en el movimiento, habían llegado al Atrio, así que el elevador fue desalojado por todos, incluyendo a Ginger, que había pasado olímpicamente de él despidiéndose solamente de Rogers.

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Ron con todo el aplomo que pudo juntar salió a paso firme y digno, luego, cuando estuvo seguro que la vista de los elevadores ya  no estaba cerca casi voló a la salida. Aire, necesitaba aire.

Tranquilo Ron, es una mera coincidencia. No es nada del otro mundo. Todo está bien.

Inesperado, sí. Estaba listo, no precisamente. Pero no iba correr hacía Viktor, como sí el búlgaro lo tuviera atado a su meñique, ni exigiéndole respuestas cual damisela, ni nada por el estilo. Él tenía su orgullo y una vida, no perfecta pero suya.

Aupó el bendito jarrón entre sus brazos. Bien, llegaría a su casa, hablaría con un loco pediatra acerca de mandarle flores al trabajo en lugar de hablar con él directamente. Regresaría a terminar su trabajo y luego investigaría qué diablos estaba haciendo Krum en el país, así podría evitarlo o prepararse psicológicamente para enfrentarlo como lo que era, un adulto hecho y derecho.  O mejor no, eso era darle importancia inmerecida.

En su vida ya no había cabida para Viktor Krum.

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-Creo que Weasley tuvo un mal día.- Acotó Rogers, disculpándose  por aparente grosería del pelirrojo, mientras los escoltaba a la red Flu.

Alana arqueó su perfilada ceja, sin comprender.- No entiendo.- Viktor rezó para que el hombre cerrara su boca.

-Bueno, creía que Weasley estaría contento de ver al señor Krum con bien.

Alana volteó a mirar a Viktor, Viktor ni se inmutó por el mudo escrutinio. Al ver que ambos búlgaros permanecían impávidos Rogers carraspeó incómodo.- Ya sabe, después de todo, él fue quien lo salvo.

- Oh.

Rogers  parpadeó estupefacto ante la frialdad de los búlgaros  ¿tan poco significaba que el auror casi perdiera la vida al defenderlo?

Alana intervino en un despliegue de encantadora diplomacia, despidiéndose del hombre. Pronto fueron envueltos por las verdes llamas y en breve llegaron a su destino, el hotel donde se hospedaban mientras Viktor conseguía alguna vivienda de su gusto.

-¿Algún mensaje para la habitación 503?- Preguntó Alana en la recepción.

-Ninguno, señora.- Se apresuró el recepcionista, sacando una pila de libros –Tengo aquí los catálogos que me solicitó y el contacto de la agencia inmobiliaria.- El joven miró con ojos de cachorrito a la imponente milf de cabello beige cenizo, buscando su aprobación.

-¿Los puedes mandar a la habitación?- El hombre asintió -Gracias cariño, eres un amor.- Se despidió su representante del hombre, que suspiró audiblemente.

Viktor quería rodar sus ojos por el chico tonto.

Al llegar a su habitación se estiró hasta que sus huesos tronaron. Quería una ducha  y luego dormir.

-Alto allí.

Oh diablos, se había olvidado de Alana.

-Estoy cansado, quiero dormir.

-No sin antes cenar. Ah, y ver algunas casas para ti.

-¿Es necesario?

Alana le dio un zape con uno de los libros, puso un brazo en jarra y le apunto con el libro enrollado que había usado para golpearlo.- Mira Krum, en este momento puedes darte el lujo de gastar cantidades exorbitantes en un hotel, pero llegara el momento en que el dinero dejara de fluir, - esto lo dijo mirando la mano de Viktor- así que debes cuidarlo. Si no quieres comprar una propiedad en Inglaterra te entiendo, pero debemos buscar algo para que vivas o rentes, punto.

Viktor aceptó a regañadientes. En breve se encontró sentado en el comedor, no se había percatado cuan hambriento estaba hasta que estuvo comiendo un jugoso y especiado bistec. Alana a su lado hojeaba los catálogos mientras bebía una humeante taza de tisana frutal. -¿Necesito preguntar? – La mujer preguntó sin dejar de mirar con detenimiento las casas y departamentos. Se refería a lo sucedido en el Ministerio.

-Nada de qué preocuparte.- respondió sin dejar de comer.

-¿En serio? No quisiera llevarme una sorpresa desagradable.

Viktor bajó los cubiertos. Mientras terminada de masticar el pedazo que mantenía en la boca dilucidaba la respuesta que le daría a Alana, mirándola de reojo, meditando. Cuando se contactaron la primera vez Alana le había leído la cartilla para trabajar juntos. Ella lo representaría, velaría por sus intereses y ampliaría sus horizontes profesionales antes que la vida en activo de Viktor se terminara. Exigía respeto, nada de caprichos ni excentricidades, también  sinceridad. En pocas palabras, cuentas claras, relaciones largas.  Viktor a la primera había mandado a la goma a la mujer, repitiéndose que no necesitaba ese tipo de trato. Pero luego, al pensarlo fríamente se dio cuenta que después de mucho tiempo, y Ginger, había encontrado otra persona que no se dejaba mangonear por su fama. La relación de ellos se mantenía estrictamente profesional; habían tenido sus roces al principio, igual que escasos momentos de amistoso jugueteo. Básicamente ella era un sargento encausando el río salvaje que se había convertido su vida y sorprendentemente lo había logrado.  Podría decirse que  Viktor le tenía aprecio, y que era recíproco, pero no había una real amistad, aun no, no para sincerarse al menos. – Es la verdad.

Ella apartó la mirada de su lectura.- La verdad, estoy curiosa acerca de la historia de ti y el lindo auror.

-Eso hubieras dicho desde el principio.- Le riñó Viktor.

-Tenía la esperanza que me contaras sin tener que sacarte la historia con veritaserum.

Viktor bufó ante la pulla. Lo peor del caso es que la mujer realmente cargaba un frasco de veritaserum y había amenazado con más de una vez en usarlo con él. Consiente que bajo los efectos de la poción podría decir hasta el sabor que había tenido su primera papilla, habló midiendo sus palabras, tampoco iba a decirle todo.- No mucho, la verdad. ¿Recuerdas el incidente del asesino serial?- Alana asintió con la cabeza, expectante.-  Bueno, él era uno de los aurores que me escoltaba y fue quien me salvó de ella. Le debó la vida.

-Vaya, lindo y todo un héroe. Interesante.- Ella dijo lobuna, el interés brillando en sus ojos.

-No te le acerques.-Viktor gruñó antes de darse cuenta.

-Parecía que no te importaba cuando te lo encontraste.- retó ella.

-Solo quiero evitarte el fiasco, le gustan los hombres.

-¿Acaso lo comprobaste?- Ella sonrió triunfante. Lo había emboscado.  

Viktor aventó los cubiertos con desesperación. – Simplemente déjalo en paz, Alana. No hubo nada entre nosotros; no coqueteé con él, no me acosté con él, a lo más que llegamos fue a una nimia amistad, por así decirlo.- No era mentira, pero tampoco era toda la verdad. Restregó su cara con hastío.- Por favor, déjalo por la paz.

Ella lo miró, escrutadora. –Ok, entiendo. Sí es que había alguna historia turbia de fondo solo quería saber, para ver qué medidas tomar.- Ella se levantó, con un movimiento de su varita levitó los libros.- Sabes, creo que por hoy será todo. Mañana podemos ver los prospectos de casa. Estos los revisaré en mi habitación. Que descanses. Ah, y nada de fugas ¿ok?

Viktor asintió sin ganas. Escuchó la puerta cerrarse. Mierda, sentía la acidez quemando su garganta y, a pesar de que estaba comiendo con buen ritmo hace nada, ahora estaba inapetente.  Abandono la cena, se levantó desganado, comprobó la seguridad de la puerta (una manía que había adquirido)  y se retiró a su habitación. Inclusive la idea de la ducha le disgustaba, mejor se iba a echar en la cama y dormir hasta el otro día. El insomnio tenía otros planes, haciéndolo dar vueltas y vueltas en la cama, tratando en vano encontrar la postura, o en su caso la tranquilidad para dormir. Se quedó mirando el techo, como si este tuviera las respuestas que estaba buscando.  Suspiró. Nada en los últimos meses tenía real sentido. Había cambiado, en muchos aspectos, pero aun sentía ese vacío dentro de su pecho. Se levantó y fue a asomarse por la ventana, la metrópoli londinense nocturna, con sus contraste vida, se extendía hasta donde sus ojos alcanzaban. Era todo un horizonte diferente, en más de un sentido ¿por qué estaba allí? La parpadeante  luz roja de un semáforo rebotó en el vidrio de la ventana, sacándolo de su ensoñación, le recordó a Ginger. Tiró su cabello con enfado, allí estaba de nuevo el pensamiento del pelirrojo.

Había sido grato encontrárselo de frente; le quitaba un peso de encima ver que estaba con bien después del incidente ya que, el otro día en el ministerio cuando el evento de inauguración, le había visto (era imposible no verlo con  ese cabello rojo); Viktor no había podido acercarse a saludarlo ya que había estado ocupado haciendo relaciones públicas, además que Ginger también estaba ocupado en el bar con un tipo. Entrecerró sus ojos, molesto y se reprendió por ello. En serio ¿Qué le pasaba? No es como si esperara que Ginger estuviera esperando por él o una mierda como esa por el estilo, es más, no lo deseaba; pero, siendo sincero con él mismo, que Ron subiera al elevador e inmediatamente le diera la espalda no era lo que esperaba Viktor en su reencuentro. Y he allí lo la cuestión ¿Qué esperaba de Ginger?

Esa pregunta lo estaba sacando de quicio.

Maldito pelirrojo de mierda. Sacándolo de sus cabales aun cuando Viktor puso el mar de por medio, no pudo librarse de su recuerdo.

Bostezó, cansado. Debía aprovechar e irse a dormir.

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Siete casas y tres departamentos después Viktor estaba agotado. Alana se comportaba como una maniática recorriendo de pe a pa cada casa que visitaban, revisando cada rincón, cuestionando todo y enumerando las ventajas y desventajas de cada una. Si fuera por él  seguiría viviendo en el hotel, donde no se tendría que preocupar por la comida y levantar su desorden, pero como su manager había dicho en la noche, no podía seguir derrochando su dinero como si este creciera en los árboles.

-¿Y qué te parece está?

-Sinceramente me da igual.- respondió harto.

-Oh vamos.- La mujer bufó al no recibir la respuesta que quería.- Esta bien. Vamos a la que sigue.

Viktor gimió mientras era jalado al área de aparición, para una aparición conjunta, donde les esperaba el agente inmobiliario, con igual cara de hastío.

  - ¿No piensas parar?- Realmente se estaba cansando de la juerga de compras de Alana.

-No hasta que encontremos la casa ideal para ti.

Aparecieron en un área muy alejada de las anteriormente enseñadas. La cara de su representante era todo un poema, de seguro el agente inmobiliario los llevó allí para dar por terminado el infructuoso día. Viktor le dio un vistazo, era tranquila y sencilla, dirigida a gente de clase media.

-Esta es la última casa.- el hombre remarcó lo de última.- Es una casa adosada de dos pisos. Entremos.

Viktor miró la fachada de la propiedad, estilo eduardiana, cubierta con follaje colgante; muy bonito.  Cuando entraron el búlgaro quedo maravillado, aunque un tanto pequeña tenía todas las comodidades requeridas, comedor, sala, un pequeño estudio y las habitaciones eran grandiosas.  Tampoco era que necesitara tanto espacio y la casa le ofrecía lo justo de privacidad y comodidad.

-Hay un bono.-El hombre lucía más animado al ver el interés de Viktor. Al final del pasillo del segundo piso y a  mitad de la pared había un botón, que si el hombre no hubiera señalado habría pasado inadvertido. El vendedor lo accionó, abriéndose una compuerta y bajando unas escaleras suavemente. Subieron por ellas y llegaron al ático que con un pequeño conjuro el techo se abrió, dejando a la vista el ocaso. – Puede abrir y cerrar el techo a su gusto, lo que permite privacidad.

-La compro.- Dijo con convicción Krum. El vendedor se iluminó, casi había dado el día por perdido.

-Pero Viktor ¿Estás seguro? Además, ni siquiera hemos visto el precio.- Su representante buscó rápidamente la casita en el catálogo.- Bueno, el precio es bueno.-murmuró al ver la cantidad de galeones que costaba la propiedad, en comparación a lo que habían visto anteriormente era una ganga.

 -¡Ahí tienes!

- ¿Pero no quieres ver algo más tú estilo?

-Alana…

-Es que tengo mis dudas.

-Es una zona muy tranquila y tiene acceso a todas las necesidades, tiendas, bares. También un servicio de limpieza fijo una vez a la semana por una agencia de elfos domésticos, sí necesita más servicio se puede llegar a un acuerdo con ella. Además los vecinos son muy amigables. - Atajó el vendedor.

Viktor miró suplicante a su representante ¿qué acaso no estaban en un país nuevo para otras experiencias? Y realmente la casa le había gustado, amén que quería sentarse, los pies lo estaban matando. – Tú insististe en que comprara casa.

-Ok, ok. Por primera vez estoy de acuerdo con tu elección.- Ella asintió satisfecha.- ¿Cuándo puede el señor Krum tomar posesión?

-Si está de acuerdo con las clausulas y condiciones y se acuerda el pago,  en menos de una semana.

-Perfecto.

Quince minutos después y un pequeño disfraz de gorro y gafas ambos búlgaros estaban caminando por el vecindario. Llegaron a una zona que bullía de vida.  Se sentaron fuera de un restaurante, descansando por fin.

Una cabellera castaña y ondulada le llamo la atención. Enfocó con detenimiento. -¿Hermione?-salió de su boca.

La mencionada volteó, curiosa por el acento -¡Viktor, que sorpresa!

-¿Cómo me reconociste?- Él por educación se levantó para saludar debidamente.

-Por el acento.- Hermione evitó mencionar que el disfraz no era muy efectivo.

Se dieron un saludo tieso seguido de un silencio abochornado.

-¿Cómo te ha ido?- preguntó por amabilidad el búlgaro.

-Bien, bien. Me casé.- Ella haló más al frente al hombre del que iba tomada del brazo.- Te presento a Liam, mi esposo.

-Te conozco.-soltó de sopetón el búlgaro.

-¿En serio?- a Liam le parecía raro. En su vida había visto a la celebridad.

-Estabas en el Ministerio con Ron; pensé que eras su pareja.

Los esposos se echaron a reír.

-Bueno, eso es, como puedes ver, imposible. Mione me tiene tomado.- Él dijo con afectó, apretando la mano de la castaña con un amoroso apretón.

Por un segundo el corazón de Viktor falló, ya que sintió como se henchía.

-Además que él está felizmente comprometido con Said.- aportó Hermione.

¿Quién diablos era Said? Más importante aún ¿le importaba realmente?

-Solo están saliendo, Mione. No es tan serio.

Maldición, debía ir al medimago, que su corazón se sintiera como globo inflándose y desinflándose y volviéndose a inflar en cuestión de segundos no era normal.

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer. 

Comentarios, quejas y tomatazos en review, no cuesta nada y me alegraran mi solitario 14 de febrero XD. 


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