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AMORIS CAUSA por Whisperyuki

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La  sonrisa de comercial del búlgaro se desvanecía para dejar paso a un trato frío y le respondía, de nuevo, a la auror que no se preocupara, que estaba bien por la corta espera y que no, no quería un té, o café, o lo que fuera que le ofrecía ahora.

 

-¿Seguro?- Esperanza brillaba en los ojos de la chica, esperanza que le reconociera.

 

-Seguro. No quiero nada de ti.- Y claro que le reconoció; era esa chica cuando lo del orfanato.  Tardó un poco en hacerlo pero lo hizo, aunque del nombre allí  nomás no lo podía recordar.

 

La chica le dio una mirada herida que cambió a una enfadada, para luego salir al pasillo del departamento de Aurores con dramatismo, digno de una diva, chasqueando la capa al final.  Viktor, acostumbrado a los desplantes, la ignoró y siguió esperando a Ginger. No se sintió ni un poco mal por ella, Viktor no le había prometido nada y eran dos adultos que habían accedido a tener sexo sin compromisos (aun cuando no había sido consumado). Así que no, no iba a aguantar la respiración por el sentir de la chica. 

 

-Sí, seguro, mejor  llévalo tú. Podrían acusarme de dañarlo a propósito si algo más le pasa.

 

La piel  de Viktor se erizó por aquella voz y todo su ser despertó del letargo por el aburrimiento de esperar. Se enderezó de la silla, sentándose recto y pasó una mano por su cabello, peinándolo.

 

-Claro, claro.- La voz se iba acercando.- Por Dumbledore, que jodido… ¿Krum?- El cansancio y hartazgo que sentía Ron se esfumó al ver quien estaba en su oficina.

 

-Hola, Ginger.-  Viktor evaluó al pelirrojo, con su uniforme de auror  algo cuatrapeado y un tajo en la mejilla izquierda que sangraba. En un gesto de caballerosidad sacó su pañuelo y se lo extendió. Ron estaba congelado. Al no ser tomado el objeto Viktor estiró la mano y limpió suavemente la herida, sin tocarla con sus dedos descubiertos, no fuera a infectarse. Esto despabiló a Ron, que carraspeó y amagó con tomar el pedazo de tela, solo para que sus dedos se tocaran brevemente para desconcierto de ambos. Viktor cedió la pieza, que Ron mantuvo en la mejilla - ¿Día difícil?

 

-Aunque no lo creas ni un poco. Esto solo es el resultado de un mal cálculo.

 

-¿Tuyo?- Viktor preguntó con escepticismo.

 

-Algo así.- El búlgaro lo miró, instándole a que diera más detalles. Ron con un suspiro agregó.- Puede que lanzara una bombarda cerca, tal vez demasiado,  de donde estábamos peleando y una esquirla me alcanzó.- Se encogió de hombros, esas cosas pasaban con una bastante regularidad.

 

-Y terminaste así.

 

-Deberías ver como termino el otro.- Soltó una risita baja. -El pobre tipo había terminado como si le hubiera pasado un aethonan encima.- Se miraron por un rato.-Hem ¿a qué debo el honor de tu visita?

 

-Oh, vine a preguntar acerca del permiso para uso de tecnología muggle.

 

-No sabía que estuvieras interesado en tecnología muggle.- Ron se arrepintió de decir eso, daba a entender que estaba enterado de lo que procuraba Viktor. Algo que ya no hacía.

 

-Es para un compañero de equipo, Jorah.- Se acercó al pelirrojo, hablando en voz baja, confiándole el secreto. –Está saliendo con un muggle y quiero tener un celular para hablar con él.

 

-Oh.- Ron atinó a responder por el pequeño secreto. Los reporteros de chismes estarían babeando por ese trozo de información.

 

El celular se había vuelto un artículo bastante popular a últimas fechas y requería un permiso especial para poder tener uno. El compañero de Viktor (¿o podría llamarle su amigo?) estaba completamente desesperado por obtener uno, ya que, curiosamente, estaba saliendo con el tipo que conoció la vez que salieron juntos.  Jorah se había quejado amargamente de necesitar el armatoste, pero no tener tiempo para preguntar por los requerimientos, ya que entre sus múltiples compromisos no le quedaba tiempo, o al menos dentro de los horarios del Ministerio. Viktor se ofreció a investigarlo, subiéndose en la escoba de la oportunidad de tener una excusa para darse una vuelta por el Ministerio y, quizás, tener la suerte de ver a Ron sin verse tan obvio. Le cayó de perlas que  entre los papeles requeridos necesitara una carta de antecedentes no penales expedido por el departamento de Aurores y tuviera que ir a preguntar que necesitaba a su vez.

 

 -También quería verte.

 

-¿A mí? –Ron abrió mucho los ojos, sorprendido.

 

Que adorable.

-Sobre la plática que tuvimos en el baño.-  He hablado con Alana y le prohibí terminantemente que te molestara.- La sonrisa que le dio el pelirrojo, tan deslumbrante y llena de agradecimiento le provocó mucha satisfacción. –También te traje esto.- busco en su bolsillo y sacó un par de boletos- Una ofrenda de paz.

Ron tomó los tickets y miró.- Son para el partido del domingo.

-Sí.

-Los que se terminaron a tres horas de estar disponibles.- Dijo anonadado Ron. - Había intentado infructuosamente conseguirlos. Desistió de su intento  cuando en un acto desesperado  recurrió a los revendedores, que los vendían por pequeñas fortunas, que no estaba dispuesto a pagar solo porque a mala suerte se terminaron antes de llegar a la taquilla. -No puedo aceptarlos, son demasiado.- Intentó regresárselos al búlgaro.

Viktor envolvió sus manos en la de Ron, calmándolo – No te preocupes. Son los boletos que nos dan para los familiares.

-¿Estás seguro de dármelos a mí?- Ron no estaba convencido del todo.

-Absolutamente. Quiero que los tengas.  No pude conseguir más, pero al menos puedes llevar a tu novio a una cita.

-Hum, bueno, gracias.- Ron retiró sus manos.

El desanimó de Ron al mencionarle su novio fue visible ¿Qué había allí? ¿Problemas en el paraíso? Punto a favor de Krum -Entonces, espero verte allí.- Viktor se sintió tímido ¿Cuándo fue la última vez que se sintió así?

-Iré.

Otra sonrisa radiante que hizo que las rodillas de Viktor temblaran. –Bien, me tengo que ir.

-Cuídate, Krum.

Viktor no dijo nada, solo se despidió con un gesto y salió a paso tranquilo, aunque en su interior sentía un pequeño y alegre bote.

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El  domingo a medio día había llegado en cuestión de nada. El día era frío y despejado. Las tribunas llenas se coloreaban con los colores de los bandos contendientes  con  cuanto artículo las personas compraron para demostrar apoyo a sus  equipos.  Viktor estaba en el aire, mientras  esperando la liberación de las pelotas y de cuando en cuando le daba un vistazo a la tribuna.

Nada aún.

Podía sentir la frustración comerse sus entrañas, luego el miedo lo invadió ¿Estaría bien? ¿Alguna misión fallida? Se reprendió por sus pensamientos; no era el momento, debía enfocarse en el partido. El árbitro soltó las pelotas y silbo el inicio del partido. Todos tomaron sus posiciones y Viktor se alejó para  buscar la snitch, prestando de tanto en tanto atención al comentarista y el marcador y oteando en busca de la pelotita dorada. Su equipo pronto tomó la delantera con setenta puntos a veinte. Le pareció ver un brillo  cerca de la tribuna y se dirigió discretamente allí. En el vuelo pudo ver una cabellera azul marino llegar junto a un inconfundible cabello rojo. Si pudiera, habría batido su puño al aire, en su lugar hinchó el pecho, dio un giro de ciento veinte grados y se lanzó en un vertiginoso vuelo tras la snitch que había volado a la dirección opuesta. El otro buscador también iba tras la pieza, esta se quedó inmóvil, como burlándose, retándoles a atraparle. Viktor aceptó el reto con gusto, imprimió más velocidad, el otro jugador no se amilanó, dio todo para capturar la pieza; una  bludger pasó tan cerca de él rozando su oreja que tuvo que maniobrar para evitar caerse. Maldijo en su lengua natal por la jugarreta, pero agradecido que  a  último momento la endemoniada snitch rotó en su propio eje para luego salir volando perdiéndose de vista, ante los bramidos inconformes y felices de la multitud. Viktor se tomó unos momentos para respirar y llenarse de determinación, no perdería porque tenía a un pelirrojo que impresionar.

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-Wow. Eso fue increíble por parte del troglodita.- Elliot dijo mientras aplaudía la jugada.

Ron le dio una mala mirada por la descripción de Viktor, aunque convino que, efectivamente, fue una sorprendente jugada.

-Aunque ese movimiento fue un poco presuntuoso, como si quisiera impresionar.- Picó Elliot.

Ron rodó los ojos ante la  evidente connotación de “como si quisiera impresionarte” –Figuraciones tuyas. Te he dicho que tanto tinte te va a secar el cerebro.

-¡Hey! Deja de meterte con mi cabello cada vez que quieres evadirme.

-Insisto, figuraciones tuyas.

-Claro.- El peli teñido fingió pensar, dándose golpecitos en la barbilla con su dedo con pulcra manicura.- Como si   Krum te diera  boletos VIP para el partido no fuera raro. Además está el pequeño asunto del  porque me trajiste en lugar de Said. No es que me queje, pero es muy sospechoso.

-No me hagas repetirlo para satisfacer tu cabeza inflada de teorías conspirativas.

La mordaz respuesta de Elliot fue callada  porque la  fanaticada del Pudlemore  abucheó una falta no marcada debidamente por el árbitro, según su punto de vista.  El cazador del equipo contrario marco un tanto, provocando otra marejada de abucheos.

A pesar de llegar tarde (eso fue culpa de Elliot, que aún no terminaba de teñirse el cabello para la ocasión), de los comentarios mal intencionados y las miradas suspicaces  de su amigo Ron, estaba decidido a disfrutar del juego al máximo. Maldición, era una muy rara oportunidad que había caído  prácticamente del cielo y por sobretodo ¡gratis! ¿Cuán más afortunado podía ser? Así que prácticamente ignoró a Elliot y su sabelotodo intrigante actitud  y  le prestó toda su atención a partido.

Una bludger pasó súper cerca de su lugar para estamparse en la nariz del despistado cazador a una velocidad exorbitante. –Ouch, eso debió doler.- dijo mientras que por instinto tocaba su nariz. El tipo tuvo que ser atendido por el medimago, ya que sangraba profusamente. Eso le hizo recordar a Said, que en ese momento estaría en el hospital, de seguro muy estresado. Espantó el remordimiento como si fuera una mosca molesta; no estaba haciendo nada malo (por mucho que Elliot intentara decir lo contrario) y no era como si le hubiera ocultado sus planes a su novio, planes los cuales no quiso participar a pesar de ser convidado.  

El juego era vertiginoso, ambos equipos dando todo y el público feliz por el partido que estaban presenciando. La tribuna rugió excitada por la reaparición de la snitch y la consecuente carrera por atraparla. Ron dio rápidamente un vistazo al marcador, chasqueó la lengua; el marguen del diferencia entre equipos se había reducido drásticamente, aunque aún era a favor de Pudlemore. Apretó los puños con fuerza, mientras entre dientes decía- Vamos, vamos, vamos. Casi, ya casi.

Los gritos de triunfo de los fanáticos de Pudlemore explotaron como una bola de cañón recién disparada. Ron y Elliot se unieron a la euforia alzando los brazos al aire y dando brincos de felicidad cuando, después de  una carrera de nariz con nariz de los buscadores, Krum se hizo con la pelota, alzándola en un apretado puño en señal de victoria. El árbitro dio el pitazo final, provocando otra tanda de gritos felices. Los equipos bajaron al césped y se estrecharon las manos en señal de buen juego.

- ¡Puta! ¡Eso fue increíble!- Ron dijo eufórico, con sus manos en la cabeza.

-¡Lo sé!- Elliot hacía un baile feliz.

El barrullo de la celebración continuó aun cuando ambos desaparecieron en los túneles que llevaban a los vestidores. Las gradas se fueron desalojando, en el fondo se podían escuchar los cánticos de los fanáticos en plena fiesta por la victoria.  Ron, para total fastidio de Elliot, hizo que esperaran a que el estadio se desalojara un poco más. No quería sufrir los empellones de la gente apresurada por salir a seguir con el festejo.

-Oh vamos, solo es un pequeño fiesta.- Dijo enfurruñado Elliot.

-Seguro. Como si yo no supiera que tan “pequeños” son los festejos.

-Aguafiestas.

-Por Merlín, Elliot, pareces un niño mimado.-Ron se sentó en la butaca, estiró las piernas y las descanso en la barda. En todo el partido no se había sentado por la emoción. Se estiró como un gato y cerró los ojos satisfecho. Había sido un partido fantástico. –Solo espera un momento, veras que cuando salgamos aun estarán festejando, pero no habrá necesidad de hechizar a nadie para pasar.

-Le quitas lo divertido a las cosas.- Elliot se enfurruñó a su lado.

-Sí, sí. Lo que digas.

Las tribunas quedaron escasamente ocupadas cuando decidieron salir. Tal como había predicho Ron, la gente aún estaba festejando, pero no a tal grado de ser imposible caminar. Bueno, también ayudaba que una parte de los fiesteros estuviera concentrada en una de las puertas del estadio, esperando a que salieran los jugadores. Se rascó la nuca, inseguro. Quería reiterar su agradecimiento a Viktor por  los boletos, a la par de felicitarle por la actuación en el juego  ¿Qué se hacía en casos semejantes?  Nunca se había plantado eso con Ginny, pero bueno, eran familia y esto era muy, pero muy diferente.

Un agudo chillido salió de la masa amorfa de gente, que empezó a moverse de manera extraña y decidió que nop, el no entraría allí ni muerto. Elliot, quien iba cantando a pleno pulmón la canción del Pudlemore como si no hubiera mañana le ayudó a decidirse, buscaría otra manera de hacerle llegar su enhorabuena al búlgaro.

Notas finales:

 

 

Gracias por leer.


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