Un gran castillo se erguía en lo mas alto de la colina y abajo en las faldas de esa gran montaña donde se situaba toda la aldea pacifica se desarrollaba, dejando ver terrazas de agricultura.
Una escolta llego a galope veloz hasta el castillo. El general bajo de su semental olor negro, tomo su casco y lo recargo entre su costado y su brazo. Subió rápido hasta la entrada principal. Las grandes puertas de caoba se abrieron de par en par. La luz rodeo a los presentes en la sala del trono.
- ¡Su majestad!- un joven de unos 25 años se dio la media vuelta con su traje de terciopelo negro con toques dorados, alto, delgado, blanco y de cabello negro como la noche, sus ojos como los cielos
- Bernard- el general se arrodillo frente al rey
- Su majestad, nuestras tropas fallaron y no pasara mas de un día para que el ejercito del reino del sur nos ataquen- la sangre se le congelo , sabía que tarde o temprano iba a morir
El ejercito se alisto para estar listo al amanecer cuando es que se calculaba que el ejercito del sur llegaran a sus tierras. Como buen rey dio el discurso a sus hombres, recibió la bendición de los Dioses y espero el momento. Una sangrienta batalla se libro, dejando miles de muertos, heridos y el reino saqueado por completo.
- ¡aghhh!- uno de los soldados pudo atravesar el pecho del rey, haciéndolo caer de rodillas en medio del campo de batalla. Tomo su vientre y pudo ver la sangre que emanaba de él, su boca caliente por la sangre de sus pulmones, como los sonidos se apagaban uno a uno, los gritos de sus compañeros caídos. En medio de la muerte pudo ver como una anciana decrepita se erguía sin ser lastimada o vista con una sonrisa de oreja a oreja, sus dientes negros y podridos, caminaba hasta él con un corazón en la mano, goteando.
- Mi querido, querido niño, ha llegado el día en el que renacerás como un verdadero Rey. Tu padre hizo actos atroces contra mi gente y le lance una maldición la cual nunca te dijo ni en su lecho de muerte, ahora llevarás el peso de un gran corazón avaro y sediento de poder, el fuego será tu hogar y la sangre tu compañero- y sin más atravesó con su mano libre el pecho del rey sacándole su corazón muerto- esa es la muerte…inmortal- y en menos de un parpadeo coloco el otro corazón en su pecho abierto.
Comenzó a sentir como su sangre hervía, su pecho le dolía, casi hasta explotar, su estomago estaba el llamas, su piel poco a poco se volvió escamosa de un color rojo como la sangre que su familia había derramado de inocentes. Sus uñas se volvieron largas, afiladas y negras como la noche. De sus espaldas brotaron huesos largos, llenos de piel y líquido rojo, un grito desgarrador lleno el cielo. Sus ojos lloraron sangre dando paso a dos monedas de oro y alfiles negros llenos de odio. Poco a poco los huesos de su espalda se formaron alas como de murciélago. Ya no era humano, ya no más.
- Por último, para terminar esto Benedict, tu nombre será olvidado por toda la historia y la eternidad, Smaug, será tu nueva seudónimo, y serás temido, odiado por todos, condenado a estar solo el resto de tus días- con una carcajada de miedo la bruja desapareció envuelta de sombras negras. Los soldados que aún seguían vivos miraron aterrorizados el acto, el rey corrió lo mas rápido que pudo y se perdió en el bosque, para la noche el gran rugido del dragón resonó por las Montañas Grises , sembrando temor y terror en los reinos.
Dejo de ver un punto fijo en la nada y miro a su compañero que lo veía atónito y atento a cada detalle que este le proporcionaba.
- ¿y luego?- dijo Bilbo
- Y estamos aquí …¿no te dio lastima? Qué raro eres- esbozo una gran sonrisa
- Si, si me dio, hasta tristeza pero es algo que sucedió hace varios inviernos ya, no estás solo, tienes a un esclavo a tu lado- el otro se sonrojo
- Han pasado dos semanas desde que lo eres…-
Thorin había decidido dar un paso más en su relación con Bilbo, pero al parecer nada funcionaba, su sonrisa era de oreja a oreja todos los días sin saber por que. ¿estaría saliendo con una de las meseras de ahí? No, era estúpido. Jurabue alguna de las noches en las que “accidentalmente” terminaba frente a la puerta del hobbit escuchaba gemidos, pero era tan moral que no podía imaginarlo. El solo pensarlo le revolvía el estomago…no alguien mas que lo tocara “AGHHH”. Dentro de poco no podría retenerlo mas las labores en Ciudad de Valle y sus caminos estarían separados por siempre.
- Bilbo ¡oi! ¿qué piensas después de esto? –
- ¿después de esto? – pregunto confundido
- Si me refiero, lo siento…¿qué harás después de aquí?-
- ¡oh! Supongo que irme a mi comarca y vivir una vida tranquila, tener familia…no sé-
- SI gustas puedes…ejem…ser parte de la montaña- se acomodo el cinturón en forma de demostrar su “masculinidad”
- Gracias pero la verdad no pertenezco aquí, no es mi casa ni mi acogedora pequeña casa-
- Claro lo entiendo y sabes que eres bienvenido cuando lo desees-
- Gracias, muchas gracias Thorin-
La noche pronto cayó sobre el Valle y así Bilbo en su cama, Smaug veía la luna por la ventana
- Aún no has hecho nada acerca del olor…ya se me agotan las excusas- el otro lo miro por el rabillo de su ojo
- Tengo al solución pero debes de estar de acuerdo, además…debo de marcar “algo”-
- ¿qué?
- Aún no puedo saber si ese “algo” lo puede o quiere ser marcado
- Es una persona…no mataras a nadie
- No seas estúpido Bilbo, no es algo que pueda tratarse a lo ligero- miro a los viales y el ojiazul siguió su mirada hasta ellos
- ¿cómo se toman, qué son? – se paro de su asiento y los tomo, mirándolos detenidamente
- En ellos está la esencia de la luna y el sol, si no sabes como usarlos puedes morir. Primero debes de tomar el sol y después la luna-
- No suena tan complicado-
- No, pero si es al revés: la leyenda no cuenta que primero fue la luna ¿o sí?-
- Oh, ya veo…la leyenda, suena muy pagano ¿ya debo tomarlos? Y aún no respondes ¿para qué sirven?
- Si lo haces solo dímelo, no quiero que nada que no desees suceda, vida, para eso sirven para la vida-
- Está bien, así que tu nombre real es Benedict…¿me darán más vida?-
- ¡vamos! Te tomo todo un día pillarlo, que tonto eres, puede ser o una mejor salud ¿yo qué se?- el otro rió levemente. Tocaron a la puerta: era Thorin, obligo al dragón esconderse entre las sombras
- Buenas noches Bilbo, venía a decirte que Filli trajo un gran cordero a casa , te puedes unir a nosotros si quieres-
- Claro, con gusto bajo- un gruñido se escucho del otro lado del cuarto
- ¿qué es eso?
- ¿qué? Nada, ha de ser mi barriga pidiendo de comer, vamos, vamos- cerro la puerta detrás de él y a empujones llevo al moreno hasta la mesa
Casi la medía noche y Bilbo no regresaba, hasta que la puerta crujió al ser abierta .
- ¿Smaug?- los ojos dorados se abrieron de par en par , haciendo que la piel se le erizara, el ágil y ligero dragón se deslizo hasta él
- ¿Por qué tardaste tanto?-
- Oh, no dejaban pararme de la mesa…no me dejaban- recordó como Thorin en estado inconveniente lo jalaba de nuevo a la mesa en cada intento por regresar al lado de su amo
- No te acerques a él-
- Por enésima vez, es mi amigo, no me hará nada-
- ¿amigo? Claro y yo soy….el rey de la montaña- el rubio arqueo la ceja
- No me digas que…¡oh, no! Thorin y yo…no…no- rolo los ojos - ¡SMAUG, ESO ES ABSURDO!
- Está bien, pero amaré el momento en el que te diga “te lo dije” – aún peleando en juego fueron a dormir
Ya casi era la cuarta semana, los ciclos lunares se completaban. Smaug tenía que tomar la decisión de si era correcto o no tatuarse el conjuro. Aún no sabía si estaría de acuerdo y si lo había marcado ¿cómo saberlo? No sabía como decirle todo sin que le cayera como un balde agua fría o que dijera que no.
- “Solo dime cuando los tomes” – repetía una y otra vez en su mente- ¿y si los tomo de una buena vez? Sé el orden, el sol y luego la luna…-¿para qué querría Smaug que Bilbo tuviera una larga y prospera vida? Bueno era su esclavo, podía ser eso – Aghhh- cerro sus ojos y se concentro- mejor mañana tomo una decisión
Nuevamente una marca en el cuello de Bilbo enfureció a Escudo de Roble, tenía que ponerle un alto a esto. Ya era suficiente ser ignorado bastante, él y sus sentimientos, aunque la verdad era muy insensible y poco expresable. No había nada hecho notorio para que el hobbit se diera cuenta de sus sentimientos y no lo haría, se vería tan cursi. El deseaba, quería marcarlo, que se dieran cuenta que solo él y nada más él podía vrlo, hacerlo suyo.