[Narración de SeungRi]
En estos momentos, me estaba dando la espalda; era delgada pero musculosa. Su cabellera rubia estaba despeinada y algo mojada por el esfuerzo físico, con sus manos tatuadas le peinó hacia atrás. Desde mi posición podía ver perfectamente sus tatuajes en las falanges de sus dedos.
“¿Cómo puedo matarte?”, pensé ladeando mi cabeza mirándole con mayor atención. Creo que sintió mi mirada, ya que se abrochó la cremallera de su pantalón y me dedicó una mirada llena de lascivia.
-¡Ah! Así me gusta empezar la mañana ¿No amor? No hay nada mejor que el sexo matutino antes de ir a trabajar.}
Se acercó a mí para besar mis adoloridos labios, claramente correspondí a penas, más por miedo a otro posible golpe que por amor, yo no sentía absolutamente nada por él, pero mi cuerpo ya estaba bastante maltratado.
Salió del lujoso baño, dejándome ahí…en un rincón abrazado a mis piernas.
“Báñate, nos ha dejado en el baño, no en ese cuarto”.
-Estoy sucio…estoy sucio…estoy sucio…muy muy sucio… estoy sucio… –Repetía mientras miraba un punto fijo en el azulejo.
“Ri, ¿Te quieres bañar conmigo?”
Al escuchar su voz alce mi rostro buscándole.
-¿Seungie? ¿Hyung? ¿D-Dónde estás?-Murmuré con lágrimas en mis ojos.
“Ri…él no está aquí, es tu imaginación”
Mi vista se nubló por mis lágrimas y me abracé aún más a mis piernas. Luego de unos segundos, me levanté y me metí a la gran bañera. Largué el agua… Mi cuerpo poco a poco comenzó a ser humedecido por ella, al mismo tiempo que se acumulaba en la bañera. Cerré mis ojos dejando a mi mente, evocarle.
[Flash back]
-Ri… ¿Te quieres bañar conmigo? –Murmuró con aquella ronca voz que me hacía estremecer cada célula de mi piel. Me acerqué más a su pecho desnudo y le acariciaba suavemente con mi mano.
-Ey…niño, no te hagas el dormido, puedo sentir perfectamente que me estas acariciando y además, puedo ver cómo estás sonriendo en estos momentos –Me separó lo suficiente para tomar mi rostro y besarme con profundo amor.
Correspondí a aquel beso, dejándome atrapar por aquellos deliciosos labios.
-Mn… -Me quejé cuando me mordió suavemente mi labio inferior.
-Tramposo. Ya, vamos a bañarnos.
-¡Anni! Me bañé ayer… -Murmuré adormilado, extrañamente cuando estaba con él, me gusta dormir.
Una carcajada salió de sus labios.
-Eres un cochino. ¡Ya! Al bebé le toca baño. –Rio nuevamente dándome varios besitos en mi mejilla.
[Fin flash back]
-A-Al..b-bebé…l-le to..toca b-baño… -Murmuré entre sollozos, restregando mi brazo, moreteado en distintas partes y formas, con una esponja.
[Fin narración Ri]
Estaba hastiado. “¿¡Acaso no podía haberse llevado a mi Riri más lejos?!” pensé al mismo tiempo que mordía con ira mi labio inferior. “Cabronazo de G-dragon”.
Creo que están un poco perdidos… ¿De qué habla top? Bueno, en esos instantes estaba viajando a México. Llevaba cabronas 6 horas arriba de ese avión. ¿Saben lo que significa eso? Es… HORRIBLE. Además, gracias a mi exagerado salario me encontraba en la lujosa clase turista. ¡Dios! ¡Cuánto lujo! (Estoy siendo irónico) Con aquellos asientos que parecían sillas de playa y ¡mi gran cena!: Un paquete de galletas, (en la cual, con suerte, habían cinco), un jugo y el infaltable emparedado.
Me sentía como un Rey.
Aparte, al lado mío, había un niño que no dejaba de tocar su guitarra imaginaria. ¿Han visto esos metaleros que cuando escuchan una canción, tocan espectacular la guitarra eléctrica invisible? Bueno, a mi lado tenía a un verdadero prodigio musical. Tocaba desde la batería hasta el teclado.
La verdad, estaba neurótico. Ansiaba llegar… Cuando intentaba dormir, imágenes del cuerpo moreteado de mí pequeño niño no dejaban de acosarme, si bien, estos pensamientos los tuve desde que él desapareció de mi lado; ahora eran más frecuentes, más nítidos, como si en realidad estuviese presenciando cómo ese hijo de puta le golpeaba. Sabía muy bien lo malo que era ese sujeto... ¡Argh! La bilis se me acumula en la boca del estómago cuando pienso en él.
Mis puños se empuñaron con tanta ira, que me dolieron las palmas al enterrarme mis propias uñas.
-Ri… ¿Estás bien mi amor? –Murmuré al mismo tiempo que apoyaba mi rostro en la pequeña y ovalada ventana.
Había mucha gente, el lugar era sofocante, hacía mucho calor. La camisa que tenía puesta estaba pegada a mi espalda por el sudor. Me sentía pegajoso.
La gente me miraba extrañada, quizás mis ojos rasgados les llamaba la atención... decidí colocarme mis gafas de aviador.
-Muy bien... ¿Dónde estás? -Murmuro mirando a mí alrededor buscándole, al mismo tiempo que me acomodaba mi bolso en mi hombro, le reconocería de inmediato. Dudaba que hubiese cambiado demasiado, sólo habían pasado seis meses desde que no le veía.
-¡TOP-HYUNG!
Entonces le vi. Estaba entre la multitud que poseían varios carteles, quizás para encontrar a personas como yo, que no nos ubicamos en otro país, él no podía ser la excepción: tenía un gran cartel encima de su cabeza que tenía unas grandes letras, las cuales se podían leer: “¡TOP HYUNG! : D “ . Sinceramente al ver el cartel me puse a reír, el pequeño D-lite no había cambiado para nada, seguía siendo mi pequeño ángel.
Levante mi mano en forma de saludo, una sonrisa no dejaba mi rostro, la misma que se ensanchó al verle correr a hacía mí.
Se lanzó sobre mis brazos, abrazándome fuertemente, claramente, yo correspondí.
-Hola.
-¡Hyung! ¡Hola! ¿Cómo fue el viaje? ¡Deme eso! Le pesará mucho, ¿ya comió? ¿No? Conozco un lugar genial para comer. –Habló rápido mirándome sonriente, haciendo que sus ojos se transformaran aún más en una fina línea, dejándome ninguna posibilidad para responder.
-¡Eh!! Dae, una pregunta a la vez ¿vale? –Le sonreí despeinando su cabellera rubia.
Río un poco ante mis actos y mis palabras. Asintió y me jaló del brazos llevándome a un taxi amarrillo que nos esperada… o eso supongo.
-¿Y? ¿Me va a contestar alguna de mis preguntas? –Rompió el silencio, una vez que ambos estuvimos dentro de auto.
Le miré sonriendo suave, no había cambiado en lo absoluto. Su cabello seguía siendo largo delante y corto atrás, rubio, sedoso y liso. Sus ojos eran las mismas dos líneas que al sonreír, se estiraban aún más. Su ánimo seguía intacto: hablaba mil palabras por segundo, rápido; seguía risueño, con esa sonrisa de “oreja a oreja” que deslumbraba a una persona a cada segundo. Aunque, mirándole bien, si había cambiado en algunos aspectos. Su cuerpo, de antaño delgado, ahora era marcado y musculoso, además estaba mucho más bronceado.
-Hyung, si no me contesta lo básico no le diré la información que le conseguí.
La realidad me llegó de golpe, había contactado a Dae desde Corea, ya que, él también era policía y se trasladó a México para seguirle la pista a una banda de narcotraficantes que se asociaban a Kwon y a Kim, se podría decir, que era lo único “bueno” que tenía esta situación. Me explicaré un poco más, Dae trabaja en el cuerpo de policía de Corea, yo fui como su mentor y le enseñé todo lo que pude sobre el tema de infiltrarse y, me atrevería a decir, que influí mucho en su decisión a ser policía de ese estilo.
Recuerdo que a Dae le conocí en la escuela de policías. Nos llevamos de inmediato muy bien, nuestros caracteres se acoplaban muy bien; yo era el enojón y él era la risa en persona. Me estoy desviando, le conversé tanto sobre misiones de infiltración, más el tema de los drogas, camellos (personas que transportan y venden la droga), vías de tráfico, mafias... que se terminó enamorando de esa rama. Lo divertido, es que yo terminé siendo policía de tráfico e investigaciones y él de narco.
-Prefiero que hablemos de esa información en un lugar más privado Dae.
Río fuerte. Hecho que me extraño un poco, provocando que mi especial carácter saliera a flote, es decir, me hizo enojar.
-¿Dé que carajos te ríes?
-Hyung… estamos en México, la gente habla español.
-Sí, ¿y?
-Ahora estamos hablando en coreano, dudo que alguien pueda entendernos.
-Oh… buen punto. –Ambos terminamos riendo.
Estiró un plano sobre la mesa de madera, de por sí, el apartamento era pequeño, poco iluminado pero a la vez, era acogedor. El calor me estaba matando, a pesar de que cuando llegué, me di un baño de agua fría, este no podía dejar mi cuerpo en paz. Me impresionaba como D-lite podía usar, en estos momentos, un delgado chaleco de hilo, por mí, andaría desnudo.
-En los últimos días, han cambiado su forma de moverse, generalmente estaban en todo el distrito comercial… Ahora, la mayoría de sus “guardaespaldas” se mueven por estas zonas... el mercado. –Le encerró con un círculo.- A la playa. Y viceversa.
-Mh…. ¿Crees que tiene relación la llegada de su líder a México? –Inquirí con una ceja alzada, mientras tomaba la tapa del rotulador.
-Eso estaba pensando. Hoy Carlos y Lucas estaban hablando sobre un niño que causaba muchos problemas… -Se dejó caer en la silla.
-¿Carlos y Lucas?
-Yep, son mis “compañeros” a ellos me es muy fácil sacarles información, confían plenamente en mí. Además, son cercanos al círculo de Kim y G-dragon.
Mi corazón comenzó a latir lentamente.
-¿Crees que ese niño sea SeungRi?
-Eso debemos averiguar. –Me sonrió ladino.
[Narración SeungRi]
No sabía si sentirme feliz o enojado. Últimamente estaba más enojado que otra cosa.
-¿Por qué tarda tanto? –Gruñí, al mismo tiempo que me peinaba mi cabello hacia abajo tratando de ocultar un corte que tenía en la frente.
“¿Acaso dudas si vendrá?”
-Sinceramente sí. –Peiné con más fuerza mi flequillo, causándome un poco de dolor, al rozar los dientes de la peineta, en mi herida.
“Yo sí confió a que vendrá.”
-¡ARGH YA CALLATE! -Me llevé las manos a mis oídos, para así evitar oírle.
-¿Ya estás listo?
Me quedé en la misma posición, mirando fijamente mi reflejo en aquel espejo.
-¿Seung?
Continué ignorándole.
“Será mejor que le contestes Ri... puede volver a golpearnos”
-¿Por qué no mejor te callas? –Murmuro entre dientes.
-¿Ah? ¿Dijiste algo?
-No. A ti no. –Me doy vuelta mirándole con asco.
-Entonces, vamos, nos están esperando en el auto.
-Mm.. ¿Me debe importar? – Con las manos en mi oídos aún, camino hacia mi cama sentándome en ella.
-Ey…. No te pongas así porque sabes que provoca en mí. –Se relamió el labio, acercándose peligrosamente a mí.
-Me tocas y... te mato. –Sonreí.
-¡Ya! Seung, vete. Prefiero al miedoso. –Se acercó a mí y tomó mi mentón, fuerte, entre sus manos obligándome a ver su rostro.- Mhm…¿Qué es esa actitud conmigo? ¿Acaso quieres que mande a matar a tu noviecito?
Sentí una fuerte opresión en mi pecho, algo se rompía. Mi cuerpo se paralizó, no me respondía, solo temblaba…
“¿Ves lo que haces? Ahora hyung está en peligro.”
-N-no..t-tu..n-no..
-Sí puedo.
Me aferré a mi ropa, sintiendo como mi corazón latía más rápidamente, asustado, realmente asustado; aún más, que, cuando veía esas sombras (cada noche) estrangular cada parte de mi cuerpo mientras gritaba inútilmente por ayuda o cuando sentía que me cada vez que cerraba mis ojos, unas gélidas manos rodeaban mi cuello dejándome sin aliento. Este miedo era distinto, no verle más…era mucho peor que sentir eso, preferiría mil veces sufrir aquel miedo cada segundo que no volver a verlo.
-N-no..p-por e-so y-yo…v-vine Ji.. –Le miré, ya con lágrimas en mis ojos.
-Sí, lo sé, pero no has hecho bien tu papel, Ri. –Sonrió ladino, mientras se acercaba a mí, en su mirada se podía ver como disfrutaba de mi sufrimiento.
“Cuidado Ri, sólo está jugando contigo.”
Me tapé mis oídos con mis manos y le miré.
-¿Q-qué deb-bo ha..hacer?
-Bésame.
Asentí suavemente, casi imperceptible. Bajé lentamente mis manos de mis oídos y las posee a cada lado de sus mejillas, temblorosas. Cerré fuertemente mis ojos y acerqué mis labios a los contrarios… No eran como sus besos, los de él eran brutos, salvajes, me hacían daño... mordía mis labios fuerte, su lengua no jugaba con la mía en un lento y seductor juego, sino, entraba prepotente a mi boca, poseyendo todo a su paso. Me asqueaba.
Luego de unos minutos interminables de aquel beso, se separó de mí, se relamió sus labios, sonriendo, totalmente triunfante.
-Creo que tú querido noviecito, vivirá un par de horas más. Ahora, vamos a cenar. –Tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos, llevándome a quizás dónde.
“Si aplicas la suficiente fuerza, podrías matarle”
Sonreí ladino ante esta idea, tenía el tenedor muy cerca de mí y el cuello de G-dragon también, sería tan sencillo…como enterrar el cubierto en un trozo de carne, pero… ¿Moriría de inmediato? ¿Me mancharía mucho las manos?
-No me gusta mancharme.
-¿Ah? ¿Dijiste algo, Ri? –Me besó la frente suavemente.
Negué y corrí mi rostro, evitando que sus labios tuviesen más contacto con mi frente, aún herida. Fue ahí cuando la sentí… Era una presencia fija en mí, quizás una mirada.
“Alguien te ha estado vigilando toda la cena Ri”.
Me asusté un poco, comencé a revisar la estancia, receloso, me fijé en cada una de las personas que me miraban al yo, verles.
La mirada se hacía aún más fuerte, sentía su peso sobre mi cuerpo.
“La derecha, tres mesas de aquí, ahí está.”
Dirigí mí vista hacia aquel lugar y….
Lo vi.
Ahí estaba él, con sus lentes de aviador, llevó un dedo a sus labios haciendo señas de que “guardase silencio”.