Faltó de nuevo a la escuela, no estaba de humor para nada que no fuese llorar, ni siquiera se acercó al patio trasero, sentía que desfallecía cada vez que recordaba esa nota. Esperó hasta que dieran las 5 de la tarde, la hora de salida en la clase de música pues no quería encontrarse con Siwon, quería hablar con Sungmin a solas. Quería que alguien lo abrazara y le dijera que todo iba a estar bien, alguien que pudiese despertarlo porque estaba más que seguro que se encontraba dentro de una pesadilla. Entró a hurtadillas en el salón de ensayos. Sungmin estaba preparando sus cosas para irse de allí, cuando notó la presencia de otra persona, se dio la vuelta y encontró a un Hyuk sollozante y tirado en la puerta principal. El profesor corrió hasta el chico y lo tomó entre brazos, lo sentó y le ofreció un vaso con agua.
Mientras acariciaba la cabeza de su alumno dijo con delicadeza –Habla cuando estés listo, yo estaré para escucharte y ayudarte. –Besó la coronilla de Hyuk y suspiró algo melancólico. Le tomó un gran cariño a ese chico, se veía reflejado en él y sabía perfectamente que pasar por esto no era nada fácil.
-Fishy, mi niño, mi amor… Se va a ir. Y no sé si pueda volver a verlo otra vez.
-¿cómo que se irá? ¿A dónde? –Respondió Min
-El… él vivía en un orfanato, es huérfano y… ahora van a adoptarlo. Se lo llevarán de mi lado y yo… Yo no puedo… -Hyuk volvió a llorar ante sus propias palabras.
Era demasiado para el pobre corazón del mono, sentía que caía en un inmenso pozo de desesperación, no podía hacer nada para que su primer amor se quedara a su lado. Porque ni siquiera lo conocía en persona. Se sentía como un idiota enamorado de un completo desconocido, sí, eso era.
Sungmin lo tuvo entre sus brazos hasta que éstos se le durmieron pero no dijo nada. Acariciando con vehemencia sus castaños cabellos bajando lentamente hasta sus mejillas rosadas. Eunhyuk se levantó de golpe y sintió un mareo tremendo, tenía un ligero zumbido en los oídos pero estaba decidido. No tenía caso seguir así, debía continuar con su vida, tratar de convertirla en la más normal que pudiese tener. Agradeció toda la ayuda de Sungmin y se volvió para su casa. Tomó una hoja de color, un lindo azul agua, le haría una carta de despedida, diciéndole todo lo que no pudo antes. Decidió que no podría verlo de frente, mucho menos ahora, si lo veía a la cara, reconocería su cuerpo, sus brazos, su labios… Y esa imagen lo atormentaría por toda la eternidad.
“Para mi pequeño pez.
Te convertiste rápidamente en alguien especial para mí, con las conversaciones interminables que tuvimos, risas, anécdotas… tiempo. Te robaste una gran parte de mi corazón. Puedo parecer el mayor idiota de toda la historia por decir esto, y tal vez lo sea. Soy un tonto por ti, porque me has convertido en un tonto, en un tonto enamorado.
Sí, estoy enamorado de ti, quisiera poder explicar la manera en la que me enamore de alguien que solo es la voz o la letra, pero ni yo mismo sé esa respuesta. Tal vez a tu lado comprendí que sin tocarte mi corazón se alimenta de amor, tú haces que en mi boca se formen las palabras “Te amo” Soy ese loco extraño que ha venido a hacerte sonreír, quien quiere ser parte de ti, cuidaré cada instante que sea de los dos, los grabaré por siempre en mi memoria. Y aunque tal vez nunca te vi, siempre estaré para ti. ¿Recuerdas? Siempre tuyo, mantendré esa promesa por el resto de mis días, lo prometo con el corazón.
Siempre, por siempre tuyo. Mono. El chico que te ama. Lee Hyuk Jae. “
Dobló la carta y la metió en un sobre, reunió valor y bajó para entregarla a quien era debido. Ahora ya no importaba que conociera su nombre, Hyuk quería que el otro lo supiera, quería hacerle saber lo mucho que significaba en su vida la presencia del menor.
Escuchó una voz familiar – ¿Hyuk? ¿Eres tú? Puedo ver una silueta, por favor habla conmigo
Sentía una mezcla entre tristeza y emoción, fatalidad y ventura en una misma voz.
-Sí, soy yo ¿Qué pasa?
-Bueno, las cosas se adelantaron un poco y… Me iré en unas horas, vendrán por mí y me llevará una pareja para que viva con ellos. Mis nuevos padres ¿No es genial? Dijeron que yo era muy lindo, que me comprarían lo que yo quisiera, pedí un perro, no sabes cuentas ganas tengo de cuidar una mascota, tienen mucho dinero así que pronto asistiré a la escuela. Creo que es el día más feliz de mi vida. Dejaré de estar solo y sentiré el amor de familia que he querido todos estos años. Creo que lloraré de la emoción ¿Por qué no hablas monito? ¿No estás feliz por mí?
-Yo… ¡Claro que estoy feliz por ti! Pez tonto, mientras tú seas feliz yo soy feliz –Fingió las palabras más alegres que se le ocurrieron, notaba la excitación del otro por dejar el lugar en el que se encontraba, entonces… Esa amistad ¿nunca significó nada para el otro? Probablemente no volverían a estar juntos otra vez en la vida ¿Eso no importaba?
Llegó a pensar incluso que su amor era correspondido, pero nunca se fijó en la posibilidad de que eso no fuera cierto, que Hyuk representara solo una amistad pasajera, alguien con quien hablar, tal vez para el menor las palabras “Te quiero” no significaban lo mismo que para Hyuk, puede que se las dijese a cualquier persona con la que se sintiera cómoda.
Vio el sobre en su mano, se sintió como un idiota, escribiendo esas palabras para alguien a quien no le importarían, probablemente, a quien se marcharía felizmente, dándole lo mismo tener a Hyuk en su vida o no. Se acercó a la barda y sintió la presencia del otro detrás de esa muralla, oía una respiración entrecortada, metió el dedo índice en el agujero y sintió otro. Conectaron las yemas de los dedos, conectaron sus cuerpos por primera vez, Hyuk sintió una electricidad recorrerle el cuerpo, aquel tibio tacto en su mano.
Reprimió un sollozo –Monito, yo… será mejor que me vaya ahora. Aun tengo cosas que preparar antes, fue un gusto conocerte, por este tiempo que estuvimos juntos, por este tiempo que me hiciste feliz ¿Yo te hice feliz?
-Cada minuto, cada segundo que pasamos juntos yo era feliz
-Entonces cumplí mi cometido –Lentamente el tacto de aquel dedito se fue desvaneciendo, Eunhyuk quitó la mano y posó el ojo sobre el lugar, divisó una silueta alejarse, una pequeña y perfecta silueta que caminaba en sentido contrario. Suspiró por última vez. Dio vuelta y se tiró sobre el pasto verde del jardín.
El cielo tenía tintes naranjas y rojizos, el viento frío pero suave, acariciando cada centímetro en el cuerpo del chico. El atardecer parecía eterno, alargándose frente a él con cada segundo que pasaba, su cuerpo estaba tan inmóvil que podría jurar que sintió la tierra moverse. “Ni una más, ni una lágrima más por él ¿De acuerdo?” Se dijo a sí mismo. Debía continuar, comenzó la vida sin él y también podía terminarla sin él. Cerró los ojos, dándole paz a su alma por ese instante, dejando que las preocupaciones se las llevara el viento de otoño, que los recuerdos desaparecieran como el sol en cada atardecer.
Había perdido parte de su vida, parte de su inocencia, había experimentado en carne propia el amor y desamor en menos de 2 semanas. “Ni una más” dijo “Ni una lágrima más por el” Había roto demasiadas promesas, y no quería romper otra. Los días pasaban lentos y tediosos, ya no había con quien conversar en las tardes regresando de las clases. Nadie se enteró de lo ocurrido a excepción de Sungmin, quien vivió todo el proceso junto con HyukJae.
Era el único que sabía toda la verdad y sin embargo nunca lo compadeció por eso, Hyuk agradecía ese gesto, perdió a alguien importante, sí, pero su vida debía continuar junto con la de los demás, incluyendo a su chico especial. Tampoco se enteraron de que pensó en ser homosexual, o que más tarde lo confirmaría al cien por ciento. Se enamoró, incluso, de su profesor Sungmin, era algo utópico, algo sacado de sus sueños más locos y húmedos.
Nunca le confesó sus sentimientos, no por pena o desconfianza pero por respeto, le gustaba la relación que tenían y confesarse de esa manera podía incomodar un poco la situación. Aunque todo daba indicios de que Min ya se hubiese dado cuenta antes, era demasiado amable con Hyuk, tal vez porque ya lo sabía, tal vez porque lo quería como un hijo, quizá ambas eran verdaderas.
Después de ‘El suceso’ Hyuk continuó con sus estudios, sacando excelentes notas en todas las asignaturas, era el mejor tocando la guitarra y el piano, en los deportes era un as y por último era el mejor bailarín. Amaba lo que hacía, amaba su vida y se amaba así mismo. Pero algo parecía incomodarle, la casa era el último lugar en el que el castaño deseaba estar, a pesar de estar rodeado de mucha gente, al cruzar la puerta se convertía en un extraño, un desconocido para sus padres y en una persona realmente solitaria. Todos piensan que la vida de Eunhyuk es perfecta, pero no se dan cuenta de lo vacía que se vuelve al final del día.
Odiaba su casa, nunca antes había deseado tan fervientemente un cambio de domicilio, cuando pasaba mucho tiempo encerrado, le venía una horrible claustrofobia, que no eran más que recuerdos intentando matarlo de asfixia. Tenía que estar haciendo algo siempre, si no limpiaba de cabo a rabo toda la casa, salía a comprar comida, ropa, zapatos o accesorios. Después de un tiempo se le volvió un hábito, uno que lo transformó en un adicto a la limpieza y un fashionista de lo peor.