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Mi eternidad eres tú por Sapphire69

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Notas del capitulo:

Konnichiwa >w</

¡¡¡Aquí vamos con el penúltimo capítulo!!! ¡¡¡Ay, que emoción!!! Siento que en cualquier momento me desmayare de la emoción…

Estoy muy, muy contenta de que algunos lectores se hayan animado a preguntar *-*, por cierto gracias por hacerlo, gracias por su reviews y continuar leyendo este fic d>w<d

También estuve muy emocionada esta semana. Hace unos días vi que mi nombre figuraba en un reto. Aunque como estaba en exámenes parciales no podía disponer del internet. Así que solo puedo esperar de qué va todo este reto. Yo estaré feliz de ayudar a crear una nueva historia y nada mejor que en conjunto de otras autoras a las que leo.

Sebas: Estas muy animada ahora. Si así estuvieras a la hora de escribir…

-¡Hey! ¿Qué haces aquí? ÒwÓ

Sebas: obviamente acompañándote y viendo que publiques el capítulo. Pero veo que estas aburriendo a los lectores.

-Grrrrr ¡¡¡arruinas mi espíritu!!! ¿Por qué no te vas a ver a Emily? Si no la vas a ver, se sentirá mal… pobrecita…

Sebas: ¿Celosa?

-¡Claro que no! Además, ¿por qué lo estaría? ¿Eh? ¿Porque te acercas de esa manera?

Sebas: ….

-¿Por qué no dices nada? No, tu mirada me asusta… ¡¡¡Noooooo, no me gustan los abrazos!!!

Si encontrarme contigo fue una casualidad, solo espero no te vayas cuando el destino termine. Yo no creo que las cosas sucedan porque sí, todo tiene un propósito. Creeré en la casualidad, si eso significa que te veré de nuevo.

 

Misaki corrió hacia Aikawa. Corría con todas sus fuerzas. Atravesó ágilmente los troncos caídos producto de la pelea. Al mismo tiempo se aseguraba de no llamar la atención de algún demonio. Llegó rápidamente hasta la ninfa y la abrazó con fuerza.

–¡Aikawa-san! –Misaki sentía que sus lágrimas se desbordarían en cualquier momento.

–¡Misaki-kun! –la ninfa también lo abrazó con fuerza. –Por fin te vuelvo a ver, estaba tan preocupada por ti. Y no tienes idea de cómo esta Akihiko.

–¿Dónde está Akihiko-san? –Misaki miro alrededor y vio a los demás. Estaba en la pelean Nowaki, Hiroki, Reika. ¿También estaba Takahiro? –Parece que todos nos volvemos a reunir.

–Akihiko está allá, peleando contra Fuyuhiko. –Aikawa señalo el lugar en donde estaba el peli plata. –Por ahora solo podemos esperar a que la pelea termine para poder acercarnos.

–Akihiko-san…

Misaki continuó mirando a todos sus conocidos y compañeros, pero nada lo preparo para lo que vio: los soldados de cabellera plateada.

-Aikawa-san… ¿Qué hace ellos aquí?

–Parece que el destino es muy caprichoso, tal como lo dice Lair-sama. –Aikawa volvió a sonreír. –Ellos son nuestros aliados, Misaki-kun. No temas.

Misaki no dijo nada más. Realmente muchas cosas pasaron mientras él no estaba. ¿Qué más sorpresas habrían? Pero luego sacudió su cabeza. Vio malheridos a los demás gitanos y a unos cuanto rubios. Debería ayudar en algo.

-Aikawa-san, ¿hay algo en lo que pueda ayudar?

 

Takahiro sintió una incomodidad en el pecho. Se tocó la cicatriz que quedo después de pelear con Sumi en el inframundo. No le tomo mucha importancia. Nowaki tambaleo un poco. Fue a ayudarlo. Cuando trato de ponerlo de pie, el también trastabilló. Ambos estaban agotados. Sin embargo, no tenían tiempo para descansar. En un solo instante podían perder sus vidas tan solo por un descuido.

 

Ijuuin siguió a través del bosque al castaño. Se aseguró de llevar su ballesta. A pesar de que no quería volver a ver a Fuyuhiko, solo por ese castaño lo haría. Aunque este desapareció de su campo de visión en un momento de distracción. No podía creer lo ágil que era el muchacho para desaparecer así en el bosque.

“¿Por qué me haces esto? ¿Por qué te tenías que enamorar de él?”

Los sentimientos de rabia y celos crecían desmesuradamente en su corazón. No quería admitirlo peor se estaba volviendo loco. Imaginaba que el castaño se encontraría feliz con el maldito demonio. Otra vez ocurriría lo mismo. Ellos se encontrarían y el que terminaría sobrando sería él. Pero ya no lo permitiría. Apresuro sus pasos. Nuevamente se sintió un temblor y otra vez vio la estela de luz, pero esta ya no era blanca.  La peleaba continuaba.

 

Kaguya y Katsura unieron fuerzas para derrotar al hombre que arruino sus vidas e hizo de ellas un mismísimo infierno. Fuyuhiko no bajaba la guardia y también daba la contra. Parecía que Lair había hecho un buen trabajo debilitando al viejo demonio, ya que sus reflejos no eran tan ágiles como antes.

Katsura dio el primer golpe, le siguió Kaguya. Fuyuhiko los esquivo sin ningún problema. Kaguya se puso detrás de Katsura. Cogió su capa de piel blanca y lo lanzo al aire. Empuño con más fuerza su espada. En el momento en que se puso al costado de su hermana, noto a Khaled observándola atentamente. Tal como ella pidió, nadie de sus soldados se acercaría a menos que ella lo ordenase. Miro al rey del inframundo.

-Veo que pelearas en serio, Kaguya.

-¡Cállate!

-¿Y qué me dices tú, Katsura? –Fuyuhiko le lanzo una mirada mordaz. –¿Has visto a tu hijo? Creo que heredo tu rebeldía. Además de que se ha encaprichado con los humanos… ¿Qué pasa? ¿No hablaras? –Fuyuhiko inclino su cabeza. –Oh, no me digas. ¿No mostraras tu alegría de volver a ver a tu hijo por respeto al dolor de tu hermana, quien perdió a su hija?

-¡…..!

Kaguya inhalo y trato de no caer en la trampa de Fuyuhiko. Si reaccionaba de mala manera le haría saber que había caído en su trampa. Trato de pensar en que las palabras como simple comentario. Sin embargo, no pudo alejar esa sensación amarga. Miro a su hermana mayor. Ella se mostraba imperturbable.

De un momento a otro, Katsura desapareció. La reina se asombró de la velocidad de su hermana. Y cuando por fin volvió a verla, su hermana estaba golpeando de lleno en la cara a Fuyuhiko.

-Kaguya dijo que te callaras.

Fuyuhiko salió despedido por el repentino golpe, pero se levantó como si nada. Empezó a carcajear otra vez. Se acomodó calmadamente el traje.

Kaguya se exasperaba por dentro. ¿Cómo rayos se mantendría calmada si lo único que escuchaba eran comentarios que la herían? Fuyuhiko tenía razón. Su hermana no podría expresar su alegría ya que ella estaba cerca. Además, después de esta batalla no obtendría nada a cambio. Su hija y su esposo no regresarían a la vida. Que patética existencia la que tenía ella.

-Kaguya, no te detengas ahora. No dejes que las palabras te derrumben. –Katsura le miro amablemente. –Créeme, nada está perdido.

-“¿Qué es lo que quiere decir mi hermana? ¿Me estará ocultando algo?” –Kaguya echó un vistazo a Katsura. –“¿Qué tramas, hermana?”

 

Akihiko se alejó de la pelea. Tal como había dicho su madre, él no tenía motivos para estar allí. Bueno si los tenía, pero iba a dejar que ella se encargaran. En cambio, se acercó al grupo de las ninfas que curaban a Lair. Ella estaba casi recuperada. Cuando vio al peli plata, ella hizo un esfuerzo por levantarse.

-Lair-sama, no se mueva aún.

-Akihiko-san, ayúdame a crear un portal. Mientras que ellos pelean, nosotros podemos mandar al inframundo a Fuyuhiko y deshacernos de él. Pero para eso necesitamos tu poder.

-De acuerdo.

Lair sonrió al escuchar la respuesta del peli plata. Se acercaron lo suficiente hasta el lugar en donde peleaban Fuyuhiko y las mujeres. Si iban a abrir el portal y mandar ahí a Fuyuhiko, al menos este debía estar cerca. Con ayuda de sus compañeras, Lair avanzo. Se acercó al peli plata y le tendió la mano. Todas se congregaron a su alrededor formando un círculo. Las mujeres cerraron sus ojos y elevaron sus voces. Hablaban otra vez en una lengua extraña. Akihiko solo cerró sus ojos. La tierra nuevamente se movía como si fuera agua y otra vez el portal apareció.

  “Azul es el mar, el cielo y el infinito. Un color que no clama ni hiere, un color que abre el cielo y el infierno… ”

El portal se abrió por completo. Las luces púrpuras brotaron. Pero aun no era suficiente. Continuaron hablando esta vez en la lengua de las sirenas. Se escuchaban chillidos y tarareos en el lugar, como si cantaran. Solo pasó un momento para que esta vez el portal se abriera más grande y más profundo.

–¡Lo conseguimos!

–Ahora solo es cuestión de esperar a que Kaguya y Katsura Usami derroten a Fuyuhiko. –hablo Lair. –Por ahora, solo mantengamos el portal abierto.

Lair miro al campo de batalla. Fuyuhiko estaba siendo arrinconado. Solo era cuestión de tiempo. Katsura se encargaría de mandar al inframundo al rey demonio.

–Sabía que Katsura nos ayudaría. Además sabíamos que este enfrentamiento tarde o temprano se daría. –Este comentario desconcertó a varios del grupo. Pero Lair continuo hablando. –Todos los que hemos perdido algo por su causa nos hemos reunido y ahora estamos peleando juntos. Sé que ellas pensaban lo mismo. Es por eso que unieron fuerzas para derrotar a Fuyuhiko. Él debe pagar por muchísimas cosas que hizo en el pasado.

 

Misaki ayudaba a los gitan0s heridos. Ellos estaban en su límite. Por hora solo peleaban las sirenas y las ninfas, aunque las sirenas tampoco durarían mucho. Necesitarían del agua o la lluvia para continuar en la pelea. Pero invocar a la lluvia en pleno mediodía costaría un poco de trabajo.

-Es necesario tener más ayuda. Correremos el riesgo para invocar a la lluvia. –Reika opino mientras continuaba peleando.

–¡Ahora, que solo las sirenas expertas en la invocación se retiren. Nosotras las cubriremos!

Misaki vio como tres chicas se retiraban del cúmulo de batalla. No comprendía la situación. Aikawa le explico lo que sucedería y se apresuró en llevar a los heridos en lugar seguro. No habría ningún problema por la lluvia, ya que Aikawa se encargaría con sus lianas de salvaguardar a los gitanos.

 

El cielo lentamente se oscureció por las nubes. Un gran viento recorrió el bosque y la lluvia cayó fresca en todo el lugar. Las sirenas lograron invocar a la lluvia. La sensación del agua recorriendo su piel, sin duda, era maravillosa. Las demás sirenas también estaban agradecidas. Una vez repuestas sus fuerzas prosiguieron la lucha.

Kaoruko derroto a más demonios. Por fin después de una ardua tarea, la cantidad de demonios se redujo considerablemente. Ahora que las sirenas recuperaron sus fuerzas, al menos por ahora tendría tiempo para descansar un poco. Indico a los hombres que descansaran un poco y se mantuvieran alertas. Luego se acercó a Mitsuko. La muchacha estaba sentada mirando atentamente un punto. Ookawa la acompañaba. A la azabache le entro curiosidad.

-¿Qué es lo que ves, Mitsuko-chan?

-Los demonios son extraños. –la muchacha señalo donde las mujeres y Fuyuhiko peleaban. –Mis visiones han cambiado.

-¿De qué manera?

-Esa mujer de cabellera plateada no aparecía en mi visión y ya no puedo ver el futuro de Kaguya Usami. Además… hay algo de ella que tienes que saber…

-¿Qué?

Kaoruko contemplo a Mitsuko, ella parecía dubitativa en dar una respuesta. Miraba en todas las direcciones, evitando ver a los ojos a la morena.

-Ya que lo has mencionado, solo dilo de una buena vez.

-Etto… veras…

-Mitsuko-chan, me estas poniendo los nervios de punta. Dilo de una buena vez.

-¡Esta bien! Lo diré. ¡Kaguya Usami es tu madre!

Kaoruko se levantó y observo a la mujer rubia pelear. Veía que esta tenía una fuerza increíble. Una. Dos. Tres veces se levantó para continuar luchando. Sin duda, era un gran contrincante. O al menos eso pensaba ella. Recordó cuando se encontraron. Su mirada, por alguna razón, le pareció familiar. También le desconcertó que la mirada se tornara triste por un momento. Ahora que lo pensaba, todo tenía sentido.

-Dime que no es cierto…

-Kaoruko-chan… etto… es por eso que

-…. –Kaoruko se quedó pensativa.

“Si esta batalla terminara, ¿Qué debería hacer? ¿Seguirían siendo enemigas? ¿Sería capaz de firmar las paces con su reino?”

A pesar de lo ocurrido en el pasado y su aldea, ella estaría dispuesta a hacer las paces con el reino de Eldgounor. O eso al menos sentía por ahora. Como Mitsuko ya lo dijo antes, todo estaba cambiando y nada realmente estaba dicho. ¿Quién diría que esto sería así?

Inesperadamente, Katsura fue apuñalada con su propia espada. Fuyuhiko movía la espada. A pesar de que su carne estaba siendo atravesada con la filosa espada, ella también atravesó con fuerza el cuerpo de su ex-marido. Katsura solo se retorcía mientras cogía la espada, evitando que se adentrara más en su carne.  Kaguya miraba atónita la escena. Fuyuhiko miraba satisfecho las gotas de sangre caer sobre el filo de la espada, mientras de su boca también brotaba el líquido rojo.

-¡KATSURA!

La reina corrió hacia ella. Sus ojos se tiñeron de carmín. Su naturaleza demoniaca se liberó. Sus pasos se volvieron ligeros y veloces. Casi la misma velocidad de su hermana mayor.

-¡Maldito!

Fuyuhiko sonrió feliz de ver la expresión de su amada. Tenía una obsesión enfermiza de verla enojada. Aparto de una patada, el cuerpo de Katsura. Ella cayó a un costado, pero no estaba muerta. Se arrodillo y de un solo movimiento saco la espada.

Kaguya blandió su espada de diestra a siniestra. Fuyuhiko no hizo nada por defenderse. Kaguya continuó peleando y ya estaba a unos escasos metros del portal.  Las ninfas se prepararon para cerrarlo en un instante cuando Fuyuhiko cayera por él.

–¡Muere, bastardo!

Kaguya se lanzó a toda velocidad. Pero Fuyuhiko sonrió y extendió los brazos como si esperara un abrazo. Rápidamente se percató de la situación y trato de frenar, mas no pudo. Su cuerpo siguió su curso. Fuyuhiko la cogió con fuerza y cayeron juntos al portal. Kaguya trato de zafarse del agarre del hombre. No podía. Su cuerpo ya no tenía fuerza.

–“¿Qué es lo que está pasando?” –Fuyuhiko hablo con calma. –Eso es lo que quieres decir, ¿no?

-¡Suéltame!

-Mi amada Kaguya, al ser mitad demonio y mitad humana, el poder demoniaco que usaste también te debilito y es por eso que iras junto conmigo al inframundo.

–No. ¡No! –la reina se movió con las fuerzas que le quedaban. –¡Suéltame!

Las ninfas usaron sus lianas para detener la caída de Kaguya, también deteniendo la caída de Fuyuhiko. Usaron otras lianas para separarlos. Sin embargo, Fuyuhiko parecía fusionado con la reina.

Akihiko pensaba de qué manera podría enviar a su padre de vuelta al inframundo. Antes de hallar una solución, vio a su madre aproximarse al portal.

-Madre…

-No soy “madre”. Llámame Katsura.

Akihiko suspiro. Al verla acercarse al lugar, sabía lo que tramaba. Quería detenerla, pero estaba segurísimo de que su madre no desistiría de sus planes.

–No tienes por qué hacerlo, Katsura.

-¿Quién te pidió tu opinión? –Katsura lo miro de pies a cabeza  luego su mirada se tornó acuosa. Cerró sus ojos y sonrió. – Nuestro encuentro fue muy breve. Me hubiera gustado conocer al humano que te cautivo.

-¿Cómo lo sabes?

-Intuición de madre, ¿supongo?

-Madre…

-Tu padre necesita una lección. Y yo… yo ya me canse de vagar por la tierra. Quiero regresar a casa. Cuídate, hijo mío. Agradece de mi parte a Lair.

Katsura se lanzó y cogió a Fuyuhiko. Mordió su cuello. Como si el cuerpo de Fuyuhiko se convirtiera de trapo, soltó sin ningún problema a Kaguya. Se escuchó al rey expresándose con un lenguaje vulgar y soez. Antes verlos caer por el abismo carmesí, Katsura grito algo que dejo emocionada a la reina rubia.

  -No puede ser cierto…. –Kaguya se cubrió la boca para evitar gritar. Miro por encima de su hombro a Kaoruko. –Mi hija.

 

Los demonios al ver a su líder derrotado no les quedo de otra más que rendirse y escapar al inframundo. Ya no se tuvo que batallar. Kaoruko levanto la mano cuando el último demonio se escurrió en el portal. Lanzo un grito y todos los gitanos gritaron al unísono. Por fin la pelea se había terminado.

Nowaki, Hiroki y los demás nigromantes veían atónitos el peculiar panorama. Takahiro se dejó caer sobre sus rodillas. Aikawa por su parte, salto de alegría y se acercó corriendo a sus compañeras ninfas. Mitsuko sonrio feliz y en un movimiento de cabeza, le indico a Kaoruko lo que tenía que hacer.

-¡Ve, Kaoruko-chan!

La muchacha busco entre la gente a la reina de cabellera rubia. La encontró parada. La reina no se movía, pero si la miraba fijamente. ¿Kaguya sabría la verdad? Kaoruko tenía que dar el primer paso para averiguarlo.

 

En otra parte, Misaki buscaba a su amado peli plata. ¿Él sabría que estaba esperándolo? ¡¿Qué importaba eso ahora?! Paso por mucho para estar aquí. Busco rápidamente con la mirada y se mezcló entre los gitanos y los soldados. Su corazón casi se detiene al divisar aquellos ojos lilas.

-Akihiko-san… –Misaki camino al principio y luego echo a correr. –¡Akihiko-san!

El peli plata quedo sorprendido al escuchar la voz de su castaño. Ahí estaba Misaki corriendo hacia él. Esta vez no era una ilusión. Su castaño venia hacia él. Misaki entre lágrimas y risas se echó en brazos de Akihiko.

-¡Akihiko-san!

-Misaki.

En un parte más alejada del punto de concentración, Ijuuin miro al castaño y al hijo de su jefe, besarse. Fue duro para él mirar la escena. Levanto su ballesta y apunto a la pareja. Desde esa distancia no sabrían ver al culpable. Además tendría tiempo suficiente para huir, en caso de que lo persiguieran. Alisto la flecha. Solo tenía que disparar y su sufrimiento se terminaría.

-Muere, Akihiko.

Notas finales:

=n= aquí reportándose la autora… después de un ataque inminente de abrazos…

A Sebas le encanta fastidiarme de esa manera, al igual que mi hermano… Ellos saben que no me gustan los abrazos ni los besos, pero cuando se ponen pesados lo hacen hasta mas no poder =w=

Aquí ha pasado algo inesperado… ¿Se acuerdan cuando pregunte que les parecía si mataba un personaje?

Por este abrupto cambio puede que mi fic termine en tragedia…  ¡Nooo! Por supuesto que no terminara en tragedia. No se preocupen. Todo a su tiempo n.n


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