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Miserable antes de año nuevo por nero

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Notas del fanfic:

¡Hola! aquí Nero de nuevo ^^ espero que hayan pasado una lindisima navidad y un bellisimo año nuevo. Sé que el tema de este fic está algo atrasado ^^' pero tenía la idea taladrando dentro de mi cerebro, así que no me quedó de otra.

Será un fic corto, unos diez caps al menos, con epilogo y unos omakes xd

Espero que les guste <3

Los personajes son de Kishimoto.

Notas del capitulo:

 

 

-¿Te casarías conmigo?-

Fue la pregunta que pensé que jamás preguntaría, tan difícil de pronunciar, la única que al preguntarla solo tendría una respuesta. Una respuesta que podría matarme o hacerme el hombre más feliz del mundo.

Allí estaba yo, arrodillado, justo al frente de mi amante, Sasuke. Sosteniendo una cajita de terciopelo blanco que guardaba una sortija plateada, hecha a la medida para él, con una inscripción de amor y un detalle que yo había diseñado. Era única en el mundo, la había mandado a hacer con ese propósito, que nunca más existiera una igual por qué, era lo que yo sentía respecto a él.

Si miro al pasado, podría creer que estaba demasiado lejos de aquel momento, de pedir la mano de alguien. Pero todo me había salido bien, era un arquitecto exitoso, trabajando en una gran compañía, con una pareja perfecta, así que creo que para completar mi vida me faltaba eso, casarme con él.

Me miraba sorprendido con la boca abierta, mientras bajaba los palillos con los que estaba comiendo. Había decidido hacerlo de una manera tradicional. Una pequeña cena prepara por mí a la luz de las velas, en el pequeño apartamento que compartíamos, disfrutando de la bella vista al mar. Sus mejillas empezaron a sonrojarse y a resaltar de su piel transparente, que me parecía totalmente hermosa.

No pude evitar recordar la primera vez que nos conocimos, hacía unos diez años atrás. Lo primero que me llamó la atención de él fue esa piel pálida y coordinada, con apenas unas pequeñas pecas sobre su nariz. Mientras que su espalda y su cuello casi brillaban al rebotar la luz del sol, justo como la nieve. A pesar de que me había quedado embelesado y totalmente fascinado por él, no pude pasar por alto que la verdad era que…estaba desnudo.

Estábamos en un museo, que era uno de mis primeros proyectos, también uno de mis favoritos. Era una estructura totalmente redonda, y su techo era de cristal. Casi todo por dentro estaba cubierto de cerámica color champán, lo que daba un efecto armonioso que fascinó a los dueños. Ese día fui a revisar los últimos detalles de la estructura, ya habían colocado las estatuas, pinturas y demás dentro, pero como soy tan perfeccionista, quise ir a ver antes de la apertura para rectificar que todo había quedado como quería. Y para mi sorpresa, un muchacho de apenas dieciocho años estaba allí, completamente desnudo, delante de un lienzo de un metro y medio de altura, colocado en vista a la estatua de David. Me estaba dando la espalda, y fue cuando me enamoré por primera vez de un hombre, su cuerpo era tan perfecto, contrastaba de manera angelical con su cabello negro azabache, creí que mi estructura se había quedado pequeña junto a él. Se movió colocando una mano en su cadera y otra en su mentón, justo como la estatua.

Como yo estaba totalmente fascinado, y luego confundido, me quedé mirándolo hasta que por idiota hice caer mi bolso sobre mis pies. Haciendo el ruido suficiente para que él se asustara.

-Mierda- dijo dándose la vuelta. Me miró y abrió los ojos sorprendido. Entonces corrió detrás del lienzo -¿Qué hace usted aquí?-

Recogí mi bolso aún algo aturdido por lo que acababa de ver, y levanté la vista.

-¿No debería ser esa mí pregunta?- le dije tratando de contener otras miles de preguntas.

El lienzo solo alcanzaba a cubrirlo hasta el pecho, y pude detallar muy bien cómo se sonrojaba.

-S-se supone que la apertura es mañana- me dijo nervioso, tratando de simular autoridad.

-Sí, lo es- dije sonriendo, caminando hasta él. Algo asustado, sujetó el marco del lienzo para cubrirse más –Pero verás, soy el diseñador de esta estructura y pensé que no dormiría bien esta noche si no venía a verificar que todo estaba en debido orden-

-Ah- exclamó relajándose un poco -¿Tu lo diseñaste?-

-Es correcto-

-Ah, es… es muy hermoso- me dijo con una cara completamente inocente.

-Gracias- dije sinceramente, me encantaba que alagaran mi trabajo, pero era la primera vez que lo hacían en tan extrañas circunstancias –Ahora, puedo preguntar ¿Qué estás haciendo?-

Se sonrojó de nuevo, como recordando que en verdad estaba desnudo frente a un extraño. Caminé hasta donde vi lo que debían ser sus ropas y sus zapatos, y las recogí.

-Yo…- empezó a decir –Vine a pintar-

Me sorprendió escuchar eso, porque la verdad había ignorado completamente el hecho del lienzo.

-A David- dijo señalando la estatua –Es una evaluación de la academia donde estudio-

-Ya veo… ¿Y porque te desnudaste?- le pregunté tratando de no reírme.

-P-por qué…- trataba de decir mirando al suelo –No podía tener inspiración para pintarlo y pensé que, si me sentía como la estatua, sería la estatua y…-

Se detuvo para mirarme y yo lo miré esperando a que continuara.

-Es algo estúpido, lo sé- dijo desviando la mirada de nuevo.

-No- dije de inmediato y caminé más cerca de él y le tendí la ropa –Es algo que jamás había escuchado, que es diferente a algo estúpido-

Me miró y sujetó la ropa, murmurando un agradecimiento.

-Quería ser David, para poder pintarlo- dijo. Mirándome con ojos brillosos. Y definitivamente había caído por él. Y no me importaba en absoluto si era David u otra persona pero, ya me había atrapado.

Ahora, de vuelta a mi propuesta. Esperaba con ansias la respuesta. Lo vi tragar pesadamente y levantarse sosteniendo el espaldar de la silla.

-Ah…- exclamó algo agitado –Yo…-

Sonreí, debía de estar algo nervioso, así que no lo presioné.

-Yo…- trataba de decir sujetando su cuello con una mano.

Estaba a punto de levantarme para abrazarlo cuando dijera que sí, pero…

-No- dijo sin dejar de mirarme.

No lo dejé de mirar, aún sin entender que había dicho exactamente, esperando una oración como: “No… puedo creer que me lo pidas, claro que sí” o por ejemplo “No…hay persona más feliz en el mundo en este momento que yo” Pero, no, no hubo oración alguna.

No dijo más nada, solo se dio la vuelta y salió del apartamento. Dejándome así, arrodillado, perdido en algo parecido a la miseria.

Me levanté, con un solo sentimiento de querer perseguirlo, hasta saber el porqué, pero nunca me había sentido tan exhausto a causa de un sentimiento de tristeza. Cerré la cajita con la sortija aun adentro, y la miré desde la palma de mi mano. Todos mis sentimientos estaban guardados ahí, mi necesidad y mi amor, en una simple cajita blanca que a pesar de ser tan pequeña e inofensiva, asustó a mi amante y lo hizo huir.

Dejé la cajita en la mesa y con esa misma mano tape mis ojos, no quería que el silencio me oyera llorar, no quería que la nada viera mis lágrimas, porque estaba tan avergonzado de estar herido, que podía sumirme en mi mismo hasta suprimir mis penas. Pero, nada podía hacer.

Caminé hasta el cuarto y quité todas mis ropas en estado de inconsciencia, me acosté sobre la cama y lloré toda la noche. Fue cuando me di cuenta de que no conocía la manera madura de llorar, porque lo hice de forma igual a cuando era un niño y me afligía por perder un diente, nada comparado al rechazo. Casi no pude dormir, aquella cama olía a él y me torturaba, sus recuerdos se burlabani y mi vulnerable cuerpo apenas podía resistirlo. Cuando asumí que aquello era demasiado para mí, me levanté y dormí en el sofá.

Cuando me desperté vi por las ventanas que el sol estaba en su punto más alto. Suspiré dándome cuenta que apenas había pasado un día de mi desdicha y amanecer en aquel lugar llenos de memorias de cuando era feliz me deshizo demasiado.

Empaqué solo algunas cosas en una maleta y fui en auto hasta la casa de Sakura, mi mejor amiga, no sé por qué hice eso, ella ahora vivía con su esposo y un pequeño bebé que procrearon, lo que haría sería empezar ciertos momentos incomodos. Irrumpir así en su vida, sería algo molesto.

Frené el auto frente a su casa, y observé las luces encendidas desde afuera. Estaba perdiendo el tiempo. ¿Qué se supone que debería hacer? No podría ir y dar cualquier tonta excusa como “Me abandonaron” ¿Cómo sería estar en su lugar, preguntándose qué debería hacer por mi alma desgraciada? No quería darle un problema innecesario.

Pero sin tener a donde ir, sintiendo como mi vida se caía a pedazos, como el latir vacío de mi corazón empezaba a empolvarse, no podía, o no quería hacer nada.

-Naruto- me llamó Sakura desde lejos. Giré la cabeza hasta ella al escuchar su voz, era como si desde lejos hubiese escuchados mis pedidos de auxilio interno.

Me sonrió y yo abrí la puerta del auto para bajar a saludarla. Le devolví la sonrisa, pero la diferencia era que estaba seca de alegría.

-Vi tu auto desde la ventana- me dijo con esa sonrisa amable que desde siempre me brindaba –Pensé que no bajarías a saludar-

-Ah, lo siento- me disculpé bajando la cabeza –Me quedé pensando-

Se mordió los labios antes de intentar darme un abrazo, y yo fruncí el ceño, si me abrazaba, todo empezaría, mi llanto me desgarraría la garganta en un intento de sofocarme para hacerme el fuerte, lloraría sobre su hombro y se negaría a dejarme ir sin antes saber los motivos, y lo que podría hacer por mí.

Me abrazó colocando los brazos alrededor de mi cuello, llevando una mano hasta mi cabello, pasando los dedos por él, como consolándome antes de saber de mi tristeza.

-Tus ojos están los rojos- me dijo calmadamente. Intenté subir mis brazos hasta su espalda y abrazarla de igual forma pero no podía, la gravedad me sujetaba como si quisiera arrastrarme al infierno –Tranquilo, no digas nada si quieres, pero ya lo sé-

Mordí mis labios sorprendido, y las lágrimas que habían salido de mi cuerpo sin permiso empezaron a violentarse, y no tuve más remedio que esconder mi cara en su cuello. No sabía cómo se había enterado, pero no importaba, ya era un testigo más de mi sufrimiento, y como la buena persona que era me acogería entre sus brazos hasta que yo pudiera al menos levantar mis brazos.

-Tranquilo…- me decía sin dejar de tocar mi cabello –Entremos a la casa, te prepararé algo de comer, seguro que no lo has hecho en todo el día-

Levanté mi cabeza y suspiré tratando de secar mis lágrimas con las mangas del suéter que cargaba. Empecé a caminar detrás de ella estremecido con los hipos de mi llanto, halado al mismo tiempo por la calidez que su abrazo me proporcionó dándole abrigo a mi corazón que ahora empezaba a congelar el polvo de los latidos.

Entre y cerré la puerta detrás de mí. Viendo las escaleras que conducían al segundo piso de la casa, cubiertas por una alfombra marrón. Camino arriba había una serie de fotos adornadas como cuadros sujetos a la pared, entre ellas alcancé a ver una que me trajo muchos recuerdos. Éramos nosotros, con un fondo cubierto de nieve, sonriendo a la cámara, de tan solo siete años al menos, en un paseo de la primaria.

-Adelante- me dijo Sakura volviendo en sus pasos al ver que no la seguía.

La miré y asentí, y caminé detrás de ella hasta la cocina.

-Disculpa el desastre, el bebé…ya sabes- se excusó al ver algunas cosas sucias en la mesa de la cocina. Además mucha comida de bebé en todos lados.

-Ah, no hay problema- le dije buscando con la mirada alguna silla limpia, cuando la encontré, me senté y suspiré -¿Y dónde está Sai y el bebé?-

-Están arriba, Sai al fin se dignó a aprender cómo darle un baño- dijo sonriendo, colocando algunas ollas sobre la estufa.

Me quedé mirándola, sin ánimo de nada, ni siquiera de comer, pero sabía que luego me obligaría.

Colocó un poco de agua a hervir para hacer pasta y luego fritó un poco de carne, algo pesado que me sorpendió.

Estuvimos en silencio durante un rato, y entonces ella se preocupó por su esposo y su hijo, temiendo que en algún accidente con el jabón Sai se hubiese resbalado y quedado inconsciente sobre el piso del baño mientras que dejaba encendida la pila de la bañera con el bebé adentro. De nuevo se disculpó por ser algo paranoica pero agregó que tal vez eran nervios de madre primeriza. Subió las escaleras dejándome a cargo de la comida, solo observé las ollas desprender humo por un momento, sin nada de qué hacer la verdad.

Bajó luego de unos instantes, con una mano sobre su pecho, muy aliviada.

-Pues, se quedaron dormidos sobre la cama- me dijo levantando las tapas de las ollas para verificar si todo estaba bien.

Cuando vio que todo estaba bien cocido y frito, preparó un plato para mí, y sirvió algo de yogurt en un vaso de plástico, creyendo que también era un bebé para eso.

Ella se sentó frente a mí, mirándome comer, apoyando los codos sobre la mesa.

-Estás realmente callado- me dijo recordándome que apenas ayer estaba tan entusiasmado con la idea de casarme.

Levanté los hombros ignorándola, pero sabía que no se callaría. La vi tomar mi vaso de yogurt y darle un sorbo, colándolo con cuidado de nuevo sobre la mesa.

-Sasuke estuvo aquí ayer- dijo sin mirarme. Estaba masticando con pesar, pero al escuchar eso dejé de hacerlo del todo, y tragué el pedazo de comida aun sin triturarla dentro de mi boca, haciéndome daño en el pecho.

Bajé el tenedor de la pasta y lo coloqué sobre el plato. Tratando de que la comida bajara al fin a mi estómago, pero parecía quedarse allí sin bajar, hasta que me di cuenta que en realidad era una bola de lágrimas que se contenían sobre la carne.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Como tengo este fic adelantadisimo <3 subiré un cap por día de intermedio. (Un día subo, un día no) y así. 

Saludos a todos!! y gracias por leer!


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