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Miserable antes de año nuevo por nero

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Notas del capitulo:

Bien creo que...empezar a subir un fic en fin de semana me trajo problemas ^^' lo siento a quien estuvo esperando el cap!! seré más resposable...lo...prometo ^////^

-No me dijo mucho realmente…- dijo prosiguiendo –Solo que lo sentía, me abrazó y luego subió a llorar en el cuarto de huéspedes-

Respiré manteniendo la calma, pero si me seguía contando yo iba realmente a explotar. No sabía el hecho de porqué Sasuke estuviera llorando cuando fue él quien me rompió el corazón, si de verdad era yo quien había sido herido, él único con derecho a llorar.

Hizo una pausa y me miró con lástima, yo solo pude levantarme y tapar mis ojos con una mano.

-Yo enserio…- trataba de decir a pesar de que mi voz estaba presa –No sé qué fue lo que pasó-

Sakura se levantó con cuidado para ir donde yo estaba, pero lo impedí colocando una mano con fuerza sobre la mesa.

-Solo dijo que no y se fue- dije sin mirarla, todo aquello me dolía tanto. Ella estaba preocupada por mí, y ahora la asustaba, pero es que todos aquellos sentimientos de tristeza se volvían más grande que yo –…sin decirme por qué-

Tomé mi pecho en una mano y traté de calmarme, me senté de nuevo, y apoyé las manos en la mesa, seguidas de mi cabeza.

Lo único que hice fue llorar, mientras que Sakura me abrazaba por la espalda, tratando de mantener mi cordura. Susurrando una y otra vez mis penas. Solo quería saber por qué dijo que no, tantos años de haber cuidado de él, y él de mí, de haber vivido tantas cosas perfectas, y otras tragedias que sin él no hubiese podido superar. No era justo, para nada justo, haber dado mi corazón en miles de palabras y que con un simple “no” vengan a escupirlo sobre el suelo. Me duele, me duele tanto que de no ser por Sakura, habría cometido alguna imprudencia.

El resto de la noche, Sakura se quedó conmigo, sin decir nada, sin tratar de cesar mis lágrimas, solo acariciando mi cabeza, consolándome de la única manera que sabía para tratar de calmarme. Yo necesitaba solo de su presencia, para darme cuenta de que el mundo seguía existiendo, y que una sola cosa no afectaría su curso.

Dormí en la misma cama de huéspedes que debió hacerlo Sasuke la noche anterior. Su olor no había quedado impregnado en las sábanas, pero mi imaginación venía y me hacía creer que él estaba allí, dándome la espalda, respirando tranquilamente, como si nada hubiese pasado. Pero cuando se me ocurría estirar la mano para afirmar que estaba allí, desaparecía, haciéndome quebrar y dormir sin soñar.

A la mañana siguiente desperté, dentro de lo que cabe en la definición. Tenía unas increíble ojeras marcadas debajo de mis ojos, que a pesar que me llamaron la atención no les hice caso. Me quedé acostado en la cama un rato más, hasta que caí de nuevo en la realidad al escuchar el llanto del bebé.

Me levanté descalzo, sintiendo como la alfombra raspaba la planta de mis pies. Y abrí la puerta del cuarto sin hacer ruido, según mi percepción del frío y el ambiente debía de estar amaneciendo. Caminé hasta el baño, dándome cuenta de que el llanto del bebé había cesado. Me quedé quieto un momento, para verificar que no siguiera llorando. Entonces Sakura salió de su habitación, cargando al niño mientras le cantaba algo muy despacito, sostenía contra su pequeña boca un tetero lleno de leche que tenía un color amarillento, que de alguna forma me asqueo. Pero refiriéndome al niño, era la cosa más tierna y adorable que había visto luego de…bueno, era adorable. Tenía el cabello negro, aunque podía jurar que violeta, y la piel rosada como su madre, resultando parecer un caramelito suave. Ella al verme me saludó sin hacer ruido, pues el bebé estaba quedándose dormido de nuevo.

-Mira- dijo acercándose a mí para mostrarme lo mismo que a ella la enternecía todos los días. Tenía los ojos entrecerrados, mientras trataba de luchar contra el sueño, empujando su bebida con sus deditos. Luego, dejó de beber y bostezó de forma que podía partirte el corazón en dos –A que te derrites-

Sonreí, pues sí, me había dejado fascinado, era una imagen bastante encantadora, y más que nada me hizo darme cuenta de que Sakura era feliz. Desde siempre había querido esto para ella, y verla de esa manera, sonriendo de manera honesta, mientras que sus ojos brillaban a punto de llorar observando a su hijo, y que a pesar del cansancio de la mañana se veía radiante, me decía de manera indirecta que yo no debía estar allí.

Yo estaba feliz y contento por ella, se había convertido en todo lo que ella deseaba y me contaba desde que éramos niños, una mujer exitosa y una madre orgullosa. Y bueno, empecé a creer que mi presencia sería mal recibida, no por el hecho de ser inapropiado, si no por qué interrumpiría su vida equilibrada con mis tragedias y tristezas variadas que se suponía no debía compartir. Esto me había sucedido a mí, solo yo debía lidiar con eso.

Al mediodía ya estaba listo para irme. Desde luego, Sai no sabía de mi presencia hasta en la mañana y no me dijo nada, solo un comentario inútil de “Son cosas que pasan” con respecto a mi rechazo. Aunque Sakura me insistió hasta el cansancio que podía quedarme el tiempo que quisiera, no pude, por mucho que odiaría volver al departamento.

-Gracias, por todo- le dije a mi amiga en su jardín subiendo a mi auto. Le di las gracias por su apoyo y cordialidad y aunque mi corazón no había sanado nada, le agradecía por intentarlo.

-Siempre voy a estar para ti, ¿lo sabes verdad?- me preguntó con una cara a punto de llorar por no hacer que me quedara. Asentí –Puedes venir cuando quieras, cuando lo necesites-

-Lo sé- le dije colocando el cinturón de seguridad. Ella dio dos pasos hacia atrás para dejar que me fuera. Pero suspiré y cerré los ojos, había algo que debía saber.

-Sasuke…- empecé a decir para que se acercara a escucharme, caminó rápido y apoyó las manos en la ventanilla del carro, inclinándose un poco -¿Sabes dónde está?-

-Está quedándose con Itachi- dijo dudando primero si decirme o no. Asentí.

-Vale- dije agachando la mirada –Yo… tal vez venga el fin de semana-

Entonces ella volvió a dar dos pasos atrás y yo empecé a andar. Era ridículo, ¿por qué pregunté eso? ¿Para qué quería saber eso? Me torturaría el resto de los días pensando en si ir o no a la casa de Itachi y exigir por una explicación, especialmente cuando me llevaba tan mal con él.

A pesar de que era feliz con Sasuke, Itachi nunca pudo entenderme. Comprendía perfectamente que su hermano era homosexual y que estaba enamorado de un hombre siete años mayor que él, pero a mi parecer siempre tuvo envidia de mi éxito. No lo sé, suena algo narcisista, pero es mi punto de vista.

Anduve por la ciudad, sin saber que hacer realmente. No me daban ganas de volver al apartamento, decorado de la manera que Sasuke pidió, repleto de sus fotos y recuerdos, sería casi como morir asfixiado. Entonces me fui a la compañía.

Era pasado el mediodía y sería un desperdicio cobrar solo eso, pero yo no tenía a donde ir. Me encontré con algunos compañeros. Gaara y Kiba que se asombraron al verme, creyendo que había pedido días de vacaciones para mi luna de miel, lo que casi hace que les derramara encima el café caliente que bebían.

-Entonces…fuiste rechazado- dijo Kiba sosteniéndose de mi hombro.

-Cállate Kiba- decía el peli rojo empujándolo, siendo sensible por mi estado.

-Ah, pero no estés triste, te conseguirás a alguien mejor- dijo siguiéndome a la oficina.

Los tres estábamos en el mismo rango, y éramos los responsables de dibujar los planos para las nuevas construcciones patrocinadas por la compañía y apenas habíamos terminado con uno que sería una casa hogar para niños huérfanos, por eso estábamos algo relajados o libres, más bien.

Con respecto a “Te conseguirás a alguien mejor” no pude hacer nada al pensar que ese “alguien mejor” sería Sasuke. Él siempre fue el mejor, luego de haber pasado por una cantidad de novias y darme cuenta que no importara si fuese mujer u hombre, luego de él no había nada mejor. Respiré profundamente, debía ser paciente con Kiba, y a pesar de que me sentía como una basura, debía ser amable ya que las demás personas no eran culpables de mi fracaso.

-Mira, ya que estamos libres ahora, ¿Por qué no vamos a pasear?- dijo el castaño mirándonos de manera como si entendiéramos de qué estaba hablando –Recorremos la ciudad, y nos relajamos, y empiezas a olvidarlo-

Gaara me miró para hacerme entender que no le hiciera caso, pero que más daba, era verdad, teníamos tiempo libre, y luego de las seis de la tarde yo no quería encerrarme en mi cuarto sufriendo hasta el límite como idiota y llegar a irme de madrugada a un hotel por desesperación. No era mala idea, ir y pasear por ahí, con unos cuantos compañeros de trabajo que no me caían precisamente bien.

El resto que quedaba de la tarde solo hice algún orden de archivos y jugué un poco en internet, hasta que Kiba fue a buscarme. Éramos un grupo de personas adultas que queríamos despejar nuestra mente, y así fue definitivamente.

Sin darnos cuenta, Kiba eligió el lugar a donde iríamos, un pequeño bar moderno, donde no pudimos sentirnos incomodos durante mucho rato. Todo estaba pintado de blanco y verde oliva, con sillones de cuero blanco rodeando una pequeña mesa de cristal donde descansaban algunas bebidas, no era un lugar demasiado grande, pero era concurrido. Nos habíamos sentado en uno de esos grandes sillones donde quedamos todos frente a todos.

Era yo, junto a Gaara, Rock lee, Kiba, Hinata e Ino. Todos estábamos ahí desde el inicio de la empresa y se podía decir que nos conocíamos.

-Bueno, a Naruto lo han abandonado, así que devolvámosle su alma- dijo Kiba llamando al cantinero para que nos atendiera.

Puse los ojos en blanco, él no podía estar callado por demasiado tiempo tratándose del dolor de los demás. Todos se miraron entre sí antes de observarme de manera incomoda y lastimera.

-¿Eso es cierto?- me preguntó Hinata apretando mi hombro. Asentí deseando con todo mi cuerpo que trajeran ya el alcohol –Debió ser duro-

La miré por un instante, ella no sabía cuánto, no quería responderle de forma grosera, pero me dieron tantas ganas. Decirle en su cara que ella no sabía nada de mí, estaba tan alterado que me alegraba de saber que estábamos en un bar.

El resto de la noche, empecé a sentirme más cómodo, la cerveza y el vodka se mezclaban en mi sangre sin apiadarse de mí, haciéndome olvidar mi drama y convertirlo en una comedia. Enloquecí, para no decir que me quedé tan ebrio que apenas podía recordar mi nombre, coqueteé con mujeres, y hombres, sin importar si no fuesen gay, abusé de mi libertad y de mi primer día de soltero indefinido. Gasté en alcohol lo que quedaba en efectivo en mi bolsillo y me reí y lloré como si fueran el mismo sentimiento. Como ya había dicho antes, apenas podía recordar mi nombre, y menos el de la persona con quien me había acostado esa noche.

Fue todo muy rápido, no lo recordaba, nada en realidad. Yacía en mi cama con las manos puestas en la cabeza escuchando como el agua de la ducha caía sin interrumpirse por un instante. Al despertarme pude jurar que era Sasuke, que había regresado tras romper mi corazón, me alegré de manera inocente, pero fui recordando de a poco que solo era el despertar incomodo de una noche de borrachera.

Había un saco de color beige puesto en el espaldar de la silla frente a mi espejo, y un par de zapatos negros entre sus patas. Me quedé observando la silla por largo tiempo, tratando de recordar a quien le pertenecían aquellos objetos. Luego, la puerta de cuarto se abrió. Una cabeza rojiza se asomó mientras que era cubierta por una toalla, y que al mirarme se detuvo viéndome sorprendido.

-Estás despierto- me dijo Gaara, como si hubiese deseado que no lo estuviera. Asentí viéndolo de la misma manera asombrado. Respiró profundamente mientras que cerraba la puerta tras él. Tenía su ropa puesta, pero de forma desarreglada como si estuviese apurado de hacerlo para irse lo más rápido posible. Yo aún seguía en la cama, cubierto por el futón hasta mis caderas, desnudo absolutamente debajo de él. De alguna forma, aunque mi mente ebria lo hubiese deseado, yo no pude haber dormido con nadie más. Es decir, el único hombre con quien lo había hecho era Sasuke, en toda mi vida no lo había intentado con nadie más, y que no recordara de eso en su mayoría me decepcionaba de manera épica.

-Yo…- intenté hablar, pero, era Gaara, éramos algo así como amigos, no lo había tenido en cuenta para esto, era tan incómoda y ridícula esta situación.

-Tranquilo- me dijo sentándose en la orilla de mi cama, buscando los zapatos para ponérselos –No hicimos nada-

Suspiré viendo cómo se colocaba los zapatos sin esfuerzo.

-Estas condiciones me dicen lo contrario- le dije siendo sincero, sabía que Gaara era gay pero no tan liberal, es más, era una bola roja de timidez.

-Ambos estábamos intentando hacerlo- me dijo como si lo que pasamos hubiese sido divertido –O al menos eso es lo que recuerdo-

Se levantó y se miró en el espejo abotonando su camisa para luego pasar el saco encima de sus hombros.

-Pero, seguro hubiese recordado que tuve sexo contigo- me dijo serio, mirándome a través del espejo –Además, no me gusta aprovecharme de los corazones rotos-

Aquello era más serio de lo que imaginaba. O sea, de alguna forma, en mi mente abandonada, sentía que había sido infiel, así hubiésemos hecho o no algo, tener la más mínima intención me volvía un pecador de acuerdo a mis valores y moral. Cuando se fue, apenas pude mirarlo a la cara, y susurró “nos vemos en el trabajo” como si nada hubiese pasado.

Encontré mi ropa esparcida desde la cocina hasta mi cuarto, y aun sin recordar absolutamente nada. Me frustraba, pero mi corazón sentía que había hecho algo malo.

Más tarde, sentí como si no fuese problema. De acuerdo a lo que yo entendía, Sasuke me había dejado, así que podría hacer lo que quisiera. Aunque durante el almuerzo, me deprimí.

Era algo tarde para desayunar así que, hecho un desastre caminé hasta alguna panadería y compré una pizza, la comí toda yo solo, sin encontrar llenar un hueco en el estómago que me había dejado la cerveza. Pues, creo que estos eran los síntomas de post-rechazo, luego de lamentarme y sentir pena de mí mismo. Volvía a estar solo.

No fui al trabajo esa tarde, me quedé viendo televisión en el departamento mientras me comía sin saborear una lata de ramen tras otra. Luego de estar casi dos horas sin despegar los ojos de los programas e imaginarme que cualquier relación estúpida de telenovela era la mía, decidí llamarlo, no luego de haber comprado dos paquetes de cerveza.

Ya llevaba medio paquete cuando mis manos empezaron a sudar mientras sostenía mi celular con la pantalla encendida marcando el nombre de “Sasuke” en mayúsculas debajo de una foto de él en su última galería. Vi el botón verde de repicar, como si el tocarlo causaría un desastre natural.

Suspiré, estaba ya de nuevo algo ebrio, pero podía estar consiente de mis acciones por cinco minutos más. Sostuve el teléfono contra mi oreja sin pulsar el botón, solo quería practicar que le diría si me atendía.

-Hola…eh, ¿Cómo estás? Bueno, hace días que no te veo, ¿podríamos hablar de lo que pasó?- dije de manera ridícula.

Bajé el teléfono y subí mi cerveza hasta mi boca, me tomé lo que quedaba sin respirar, como si fuese medicina.

-Hola… mira, he hecho algo malo y tengo que decirte pero…- dije de nuevo levantando mi celular contra mi oreja.

Vi que la lata de cerveza estaba vacía y abrí otra del paquete, casi de manera automática.

-Fuiste…eres mi vida, no entiendo por qué tu…- empecé a decir sintiendo como el efecto de la cerveza se contrarrestaba -¿Por qué tú me hiciste esto?-

-¡Eres un idiota!- grite soltando el teléfono, dejándolo caer al suelo. Me levanté sintiendo nauseas, el dolor no lo podía soportar en el estómago –Pero yo, te quiero demasiado…-

Me incliné viendo la pantalla encendida del teléfono, con su nombre en él, y no pude ser capaz de sostenerme. Pateé el teléfono hasta que lo oí chocar contra la puerta de mi habitación y fui al baño. La resaca atrasada se manifestaba.

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

el proximo cap lo subiré mañana ^///^ 


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