Poco recuerdas ya de ella, aunque la tengas enfrente, con esa sonrisa tan mona y esos ojos castaño oscuro tan atrayentes.
Poco recuerdas, porque hace tanto que no piensas en ella, que otra persona ocupa tus pensamientos.
-Margarita, no quiero seguir estando contigo.
Te sientes mal por ella. La alegría de su rostro se cambio por seriedad, luego frunce el ceño.
-Porque Mordecai? Porque tan de repente? Creí que todo iba bien. Aunque estemos lejos...
Te ríes mentalmente de ella. Para ti, las cosas van jodidamente mal. Tienes un horrible enredo interno. Desde hace mucho que tus sentimientos hacia ella se volvieron parciales, incompletos.
No quieres seguir mintiéndole a ella ni a ti mismo. No es sincero.
-Creo que me enamore de otra persona, es que mientras estabas en la universidad, trate de distraerme, estaba muy mal y una cosa lleva a la otra... Bueno tu me entiendes. Además, no creo que funcione una relación a distancia-Ok se lo dijiste, ahora debes esperar la respuesta.
- Si asi lo crees - notas cierto tinte de tristeza en sus palabras- de verdad, creí que podría enamorarme realmente de ti...- te da pena, te sientes mal por ella- pero, yo tambien pienso que es difícil mantener una relación a distancia durante más de cinco años... Yo realmente te quiero, Mordecai.
- Yo también a ti, por eso creo que esta mal mentirte sobre cómo me siento. No estoy a la altura de poder decir que te amo, o que quiero tener algo contigo.
- De verdad? No te vas a arrepentir? Porque, Mordecai... - Y le falla la voz, y te sientes tan para la mierda. Solo puedes abrazarla, en esa estación de tren, tan fría y nevada en ese diciembre. Levanta la cabeza y se separa de ti, posando sus ojos castaños en los tuyos azules, se arregla el gorro gris que trae, cubriendo sus cabellos castaños teñidos parcialmente de rojo, con cara de ya poder asimilarlo.
- Igual yo nunca fui chica de uno solo- dice con una risita. Tu tambien ríes. - Bueno, adiós, llegare tarde con mis padres, nos vemos- dice sonriéndote melancólicamente ( una sonrisa llena de odio)- Adiós Mordo, cuídate.
Te da un ultimo beso en los labios y se comienza a alejar. Tu haces lo mismo, pero algo te detiene.
- Oye! Mordecai! Espera
- Que ocurre?
- Bueno, quien es ella?
- Es "el"
- Whoaaa, me dejas porque eres gay, o siempre te han gustado los dos sexos?
- La segunda - dices algo incomodo.
- Ay pues es genial, sabes, yo me enrolle con una tía en la universidad jajaja... Te lo iba a decir.
-Bueno, creo que sin remordimientos no? Creo que hiciste exactamente lo mismo que yo - Tal vez te molesta un poco, pero tu se la has hecho peor.
- No, claro que no, pero oye, dime, quien es?
- Justo me esta mensajeando ahora - cojes el celular y se lo muestras, abre grandes los ojos por quien muestra la pantalla.
- Aunque reconozco que estoy sorprendida, tu y Rigby hacen una pareja perfecta- Sonríe y se aleja, diciéndote adiós con las manos.
Le sonríes y te vas, tienes que darle la noticia a tu "mapache". Piensas que se la debe haber mandado grande para habérselo tomado tan a la ligera, seguramente fingía no estar enojada para no dar explicaciones, para escapar de la situación. Por dentro se debería estar muriendo de impotencia. ¿Impotencia por echarse polvos con otras chicas y Dios sabe quien más mientras tu no podías hacer nada? No es muy convincente, pero también debe de sentirse así en cierto modo.
No te diste cuenta, pero llegaste a la casa. Seguramente, muchos autos estuvieron a punto de matarte varias veces. Seguro muchos conductores tuvieron que frenar de repente e insultaron y maldijeron a tu madre y a ti. No los culpas.
Al fin, llegas a la puerta de la habitación que compartes con Rigby. Miras hacia su cama-trampolín, en donde, porque es un chico menudo y bajito, entra perfectamente. Divisas un bulto bajo mucha ropa. Ya ni siquiera se distingue que es un trampolín. Hay mucho desorden.
- Oye, Rigby!- Dices moviendo la ropa que hay sobre el. Esta hecho un ovillo mirando el celular, como esperando algo. Se da cuenta que llegaste y se pone todo ceñudo.
-Porque no me respondiste el mensaje que te mande?-.
Te das cuenta que esta en boxers solamente. Sus piernas son perfectas. Y sensuales.
-Porque quería darte una sorpresa- dices quitándote el abrigo.- Margarita ya no es mi novia.
Te mira algo extrañado.
-Si era la chica de tus sueños. ¿Tanto te gusto yo en el sexo?
Sonríe con malicia. Te dice que te acerques con el dedo.
-No solo es sexo. Tu me encantas en todos los sentidos, mapache.
Lo alzas. El pone sus piernas alrededor de tu cintura y besa tu cuello. Te sientas en tu cama y comienzas a besarlo con fervor. Enredan sus lenguas y exploras su boca. Se separan por la falta de aire. El te comienza a quitar la camiseta. Lo demás es bastante confuso.
Recuerdas desnudarlo y besarle todo el cuerpo. Recuerdas hacerlo gemir. Recuerdas, estar dentro de el. Recuerdas moverte violentamente. Recuerdas su mirada llena de placer y su boca incapaz de retener los jadeos y gemidos. Recuerdas el orgasmo, como grito tu nombre. Al final, lo recuerdas todo. Pero te sentías tan en el cielo, que no procesabas bien los hechos.
Ahora están en el suelo -allí terminaron- abrazados. Ves que hay algo de semen en el piso, lo tendrás que limpiar luego. Rigby se durmió. Acaricias su hombro y espalda. Es muy suave. Tiene un color de piel hermoso. Le besas el cabello castaño. Jamás estuviste tan feliz. Tienes en tus brazos a la persona indicada. Lo demás no importa. Los demás tampoco. Porque el está ahí contigo.
Arriba en la colina de la melancolía
Hay un árbol de plástico
¿Estas aquí conmigo?
Mero hecho de ver el día de otro sueño
Bueno, no puedes conseguir lo que quieres pero puedes conseguirme
Así que vamos a crear y ver
Porque tú eres mi medicina
Cuando estás cerca de mí,
Cuando estás cerca de mí.