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Yaoi no Basket por CielRivaille

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Notas del capitulo:

Aquí esta, me fui de mano, pero es que me emocioné escribiendo ^^  

 Capítulo VI: Declaración.

Quedarse despierto hasta tarde practicando, es bueno, a veces.

Mi corazón se desvanece como el humo.

Aomine se cruzó de brazos, había estacionado su moto, era casi de madrugada y maldecía por haberse quedado hasta tan tarde entrenando con Akashi, pero la crueldad y exigencias del pelirrojo siempre le habían emocionado. Se había estacionado para comprar una bebida energizante para no quedarse dormido conduciendo pero al salir, había visto a Kise, ridículamente disfrazado con un sombrero y unos anteojos de mal gusto –cosa que era sorprendente, ya que lo único que se animaba a reconocer en voz alta, era el buen gusto del rubio para vestirse, además del hecho que casi cualquier cosa le quedara bien, hasta esa horrenda ropa que usaba ese día, pero eso no lo diría en voz alta, nunca – El modelo estaba temblando en aquella esquina mal iluminada, con su celular en mano mirándolo cada cinco segundos, alternando sus movimientos con exageradas miradas a sus costados, estaba hecho un manojo de nervios. Se acercó en silencio.

—    Hey, Kise — le llamó.

El chico dio un respingo y le miró temblando, luego lo reconoció y soltó una risa nerviosa.

—    ¡A-Aomine-chi! ¿Q-qué haces aquí? — preguntó nervioso.

—    Oh, pues… eso no te importa ¿Qué haces tú aquí? —

—    Err… Eso no te importa, Aomine-chi —

El aludido rodó los ojos. ¿Seguía con eso de querer defender a su acosador? Era la primera vez que veía a una persona defender con tanto empeño a una persona que le hacía tanto mal, dio un paso hacia delante y el rubio retrocedió, pero su forma de hacerlo fue inusual. Daiki enarcó una ceja.

—    ¿Estás lastimado? — preguntó acercándose más al rubio, quien retrocedió de manera adolorida.

—    No, no me pasa nada Aomine-chi —

El moreno dio un golpe contra la pared, haciéndole dar un respingo al otro, quien le miraba dudosamente, con los ojos cristalinos apunto de largarse a llorar.

—    Maldita sea, Kise. Dime o te llevare a rastras a mi casa —

—    ¡No me asusta estar en tu casa! — exclamó el copiador. — Bueno, dependiendo de si tu casa tiene un cuarto rojo* o no. —

—    ¿Qué demonios? No, no tengo ningún cuarto rojo ni nada de esa mierda, todas las paredes de mi casa son de ese blanco horrible de todas las casas —

—    Las de mi departamento son durazno, otra es verde lima, otra es…—la gran mano del as de Touou se posó sobre la boca del rubio.

—    No intentes cambiarme de tema, Kise. Dime qué rayos haces aquí, a las tres de la mañana, solo, temblando y así de disfrazado— le señalo haciendo una mueca.

—    He… He… quedé en verme con un amigo — se excusó rascándose el cabello y volviendo a reírse. — Además, no entiendo porque te preocupas tanto, Aomine-chi —

Aomine comenzaba a molestarse por dos motivos, el rubio era un testarudo y esa molesta risita con la que cree que soluciona las cosas. Tiró del brazo del rubio hasta pegarlo contra su cuerpo, sorprendiendo al muchacho, le quitó esos molestos lentes y los tiró al piso junto con el gorro de pescador, con el otro brazo, el que no sostenía su brazo, le rodeó la cintura fuertemente.

—    Porque me gustas y porque no soporto que pongan las manos sobre mis cosas —

El rubio se quedó pasmado con aquellas palabras que había esperado por tanto tiempo. Se quedó unos minutos sin hablar, tan solo mirándole con los ojos muy abiertos, antes de terminar de derrumbarse y sollozar, hundiendo su rostro en el hueco entre el cuello y los hombros del otro. Aomine no sabía si abrazarle o marcharse antes de que su ego resultara lastimado, pero la manera casi infantil con la que el rubio se aferraba a él, le hizo saber que era mejor abrazarlo.  Luego de un rato, cuando el rubio pareció calmarse, insistió.

—    Ahora te jodes, voy a ir contigo a cada sesión de fotos. Ahora te llevo a tu casa — sentenció tironeando del rubio hasta su motocicleta.

—    Espera, Aomine-chi — le dijo Ryota antes de subirse a la motocicleta.

—    ¿Qué? —

—    Solo quería decir que yo también quiero a Aomine-chi — dijo sonriente, radiante y alegre. 

—    Súbete —  le ordenó con un gesto de la cabeza.

Y el modelo cumplió su sueño, de subirse a la moto del as y de sujetarse abrazándole por la espalda, de hundir su rostro en su espalda y aspirar su aroma, mientras sentía el viento a su alrededor.  Se celular vibró en su bolsillo, pero no le dio mayor importancia, después de todo, ahora estaba con Aomine.

Y Akashi suspiró pesadamente, cayendo rendido en su cómodo sofá. Okey, sin dudas había sido mala idea haberse quedado el día anterior madrugando en la luna de valencia, pensando en el olor de los cabellos suaves y largos de Murasakibara, aún peor había sido levantarse temprano para entrenar con Shintarou y Takao, quienes estaban excesivamente mimosos, intentó no vomitar allí mismo, pero ya sabía lo que casi había pasado entre ellos. Atsushi le acompañó desde temprano con cosas ricas que el mismo había cocinado, cocinaba realmente bien. Luego fue con Tetsuya y Kagami, recibió otra sobredosis de dulzura, ese par no se soltaba en ningún momento. Descubrió que Kagami sería una buena luz si era bien educado, se reunió con Teppei y Hyuuga, visiblemente incómodos sin la presencia del resto del equipo, intento no gritarles en la cara que se dejaran de molestar y que follaran de una buena vez para romper la increíble tensión sexual que había entre ellos. Mitobe y Koganei habían llegado juntos y recién bañados, frescos como una lechuga, tarde llegó Izuki con Moriyama, el compañero de Kise, pisándole los talones, el de ojo de águila, tenía una ligera molestia en las caderas, que intentaba ocultar. ¿Acaso todo el mundo le echaba en cara que había hecho el amor de lo lindo con su pareja y él era el único virgen y salvo de todos? Más tarde, la visita de Kise no le fue mejor, había llegado con una lesión en las piernas, el rubio no le mintió ni explicó anda, Akashi ya sabía que era gracias al acosador del set, le hizo masajes, bajo la atenta mirada de su gigante, le dijo que le mandaría a su médico de cabecera para evitar rumores que afectaran su trabajo y le mandó a descansar, como si fuera una obra, hizo acto de presencia Aomine, con Momoi y Riko. Daiki estaba visiblemente molesto con todo el mundo, las dos féminas se molestaban la una a la otra y cuando se fueron, recién allí su as pudo practicar con tranquilidad, tuvo que hacer un segundo masaje para relajar los músculos tensionados del Touou, le había retenido hasta tarde. Murasakibara nunca se quejó, ni dijo nada, solo le sonreía y le daba ánimos.   

—    Voy a tomar una ducha, Aka-chin — anunció el de pelo lila.

El pelirrojo asintió pesadamente, estaba fundido, nunca había estado así de cansado.

—    No creo que Aka-chin deba dormirse sin bañarse —dijo algo dudoso el gigante.

—    Me ducho luego que tú. — cortó, cansado.

—    Aka-chin, aún no me has dado mi recompensa — anunció el jugador.

El capitán de la generación de los Milagros tironeo de la camiseta a su amigo, haciendo que este se acercara a él, alzó un poco su rostro, depositándole un cálido y húmedo beso en la mejilla del gigante, acariciando su cabello con una mano, sonriendo cansinamente.

—    Lo has hecho bien, Atsushi — le dijo en un susurro.

—    Es mejor que te lleve al baño, Aka-chin, o te dormirás —

Cuando pudo reaccionar el gigante le llevaba un sus brazos directo al baño, por la pelirroja mente, se le cruzaban millones de ideas pero ninguna de ellas concordaba con el carácter del de cabello lila.

—     Atsushi, no creo que… —

—    Shh… — le dijo el comedor de dulces, sosteniéndole con una sola y con la otra, posándose su índice sobre los labios del pelirrojo. Maldijo mentalmente, Murasakibara era demasiado fuerte — Es muy tarda, Aka-chin, no levantes la voz~ —

El pelirrojo se quedó callado, no es que estuviera haciendo algo malo, lo estaba llevando al baño y lo estaba disfrutando, es decir, hacía muchísimo tiempo que el gigante de Yosen no lo cargaba y se sentía jodidamente bien, tanto que podría rodearle el cuello, pero ¿Lo haría? Cuando se decidió a hacerlo, el otro ya le había bajado sobre el frio suelo, le indico que se sacar la ropa y por primera vez en bastante tiempo, sintió que Atsushi volvía a tener la misma personalidad que tenía antes… antes de que los dos se enfrentaran en un uno-a-uno. Se sacó la ropa lentamente, en un estúpido intento de seducir al más alto, pero este pareció ni incomodarse con la fija mirada de su capitán. ¡Reconocía que seducir no era su fuerte, está bien!  

—    Aka-chin se bañará y yo le lavaré el cabello — dijo tanteando los estantes en busca del shampoo.

—    ¿Qué demonios? Es obvio que ya se lo que tengo que hacer, Atsushi — sonó más molesto de lo que quiso. — Y puedo lavarme el cabello solo, ¿Sabes? —

—    Lo sé, Aka-chin~ Pero esta es la recompensa por portarte bien — le dio unas palmaditas en la cabeza.

Luego de que se bañara, bastante incomodo por cierto, esperaba con ansias el momento en que las grandes manos se deslizaran por su cabello y así fue, su cabeza recibió un calmo masaje que casi le hizo quedarse dormido ahí mismo. Luego le retiró todo el shampoo del cabello y le pasó la toalla y su ropa. Luego salió, en busca de la suya propia, cuando volvió Seijuurou ya se había cambiado y se estaba secado el cabello.

—    Atsushi —

—    ¿Sí? —

—    Hoy dormirás en mi cama, conmigo. — dijo firmemente.

—    Está bien, Aka-chin~

Tiempo más tarde, cuando Murasakibara volvió de bañarse y se acostó, ya muy cansado, se volvió hacia su compañero le abrazó fuertemente, atrayéndolo contra él. Akashi no dijo nada, solo se quedó sonriendo en silencio.

—    Te quiero, Aka-chin —

—    Yo también te quiero, Atsushi — 

Notas finales:

No se de quienes hacer el siguiente capitulo, asi que se los dejo a su criterio ^^ 


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