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Yaoi no Basket por CielRivaille

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Notas del capitulo:

Se que me tarde mas de lo que acostumbro, pero lo hice más larguito y con todas las parejas, porque todas recibieron muchos votos (?) BUeno, no tanto pero todas fueron votadas ^^ 

Capítulo VII: Provocación.

Todo el mundo sabe como provocar.

Es imposible de borrar, como un tatuaje.

No quería moverse ni mucho menos, eso estaba más que claro, pero debía despertarse y comenzar su día, era día de entrenamiento antes de que fueran a inscribirse y debían comprobar la verdadera habilidad de esa tunda de jugadores que tenía que revisar. Pero su fuerza de voluntad no era lo suficientemente fuerte como para dejar a Atsushi, su mirada le recorrió lentamente, sería una lástima que el más alto solo le viera como un amigo y ¡Oh, Dios, mío! Su camisa estaba levantada un poco. Sacudió su cabeza, ya le había visto cambiarse muchas veces, pero tenerlo tan cerca y estar solos le sacaba de onda. El peli lila tanteo adormilado la cama, el pelirrojo le miró con curiosidad, las manos de Murasakibara siguieron tanteando hasta tocar la pierna del chico, Seijuurou se coloreó mientras la mano de su compañero se deslizaba hasta parar en su cintura y tirarlo contra él, envolviéndolo en un abrazo. El heterocromo se quedó quitecito, disfrutando de la cercanía del otro, sintiendo sus latidos y su respiración acompasada.

—    Atsushi, tenemos que levantarnos — murmuró, esperando que el otro no le escuchara.

El joven a su lado suspiró y poco a poco se fue incorporando, no queriendo hacerlo, pero aún no soltaba a su pequeño amigo. Akashi tampoco dijo nada. Ya comenzaban con eso de vuelta, había épocas del año en las que Murasakibara se ponía especialmente meloso y eso le incomodaba, en el sentido de que le costaba no mandar todo al diablo y pedirle a Atsushi que lo besara tan pasionalmente como él quisiera.

—    Suéltame, por favor. — 

—    ¿Por favor? — preguntó Murasakibara confundido, luego puso una mano en su frente. — ¿Aka-chin, estás bien? —

—    Cállate — espetó

—    Aka-chin es muy tierno siendo tsundere~ 

—    ¡No estoy comportándome como un tsundere, tú me estás provocando y no quiero responder a tus provocaciones! Eso es todo.

—    ¿Qué provocaciones, Aka-chin? — preguntó Murasakibara con su tono infantil a e inocente de siempre acercándose un poco más al pelirrojo, apoyando su rostro sobre su puño. 

—    Atsushi no hagas del tonto y menos a estas horas — masculló Akashi dispuesto a salir de la habitación.

—    A mí me gusta, Aka-chin. Por eso me gustaría que se fijase solo en mí y que no fuera lindo con las demás personas. —

—    ¿Desde cuándo soy lindo con las demás personas? — preguntó con un tono burlón Akashi.

—    Aka-chin siempre es lindo, con Kuro-chin, con Kise-chin, con Mido-chin, con Ao-chin no, pero Ao-chin es especial —

—    Eso es cordialidad, pero solo soy lindo con nadie más que contigo — le acarició tiernamente el cabello.

—    Yo quiero a Aka-chin. ¿Aka-chin me quiere a mí? —

—    Si, te quiero. —

—    ¿Alguna vez serías mi esposa~? ¿Cómo mamá y papá? —

Seijuurou rio un poco, acercándose al grandote para rodearle el cuello con sus brazos. Asintió sonriente, no molestaba en lo más mínimo tener que ser su esposa. Señora Murasakibara, eso no sonaría tan mal, si él no fuese hombre, Señor Murasakibara. ¡Eso sonaba genial!

—    Ahora vamos, que tenemos que prepararnos para el entrenamiento de hoy. —

—    Aka-chin podría darme el beso de los buenos días~ —

El pelirrojo de Rakuzan se acercó nuevamente, para darle un  pequeño beso sobre la frente del jugador de Yosen.

*-*-*-*

Aomine cabeceó un par de veces o lo suficiente como para una enfermera de pechos muy grandes se le acercara  a preguntarle si no quería irse a casa a descansar, el moreno negó con un gesto de la cabeza. Si se ponía a hablar en serio, él no era un mal partido, al menos no físicamente. La mujer se despidió con un gesto de la cabeza y sacudiendo sus largas uñas y se fue meneando las caderas.  Cuando se despabilo lo suficiente, vio a Kise frente a él, sosteniéndose por el marco de la puerta, cruzado de brazos, con una sonrisa ladina en su rostro.  

—    No hice nada — se excusó el moreno.

El rubio pareció palidecer para luego reír tontamente, el médico apareció tras de él, con una tablilla en manos.  Le explicó que Ryota estaba bajo los efectos de un des inflamatorio y un sedante que calmara el dolor, así que de momento, estaría algo, aturdido. El rubio se colgó del moreno, riéndose tontamente. Daiki suspiró, tenían un par de horas para almorzar antes de tener que ir al entrenamiento, miró de reojo al hico de ojos dorados, no era demasiado buena la idea de llevarlo así al entrenamiento.  El modelo trastrabillaba cada dos pasos y si se caía sería peor para su pierna. Así que prefirió tomarlo por la cintura y cargarlo como si fuera una bolsa de papas, su pareja rio nuevamente mientras hacía dibujitos en su espalda con su dedo índice. El moreno estaba tenso, por suerte, llegaron con rapidez a su moto. Tuvo que analizar dos veces si no haría tonterías que los llevaran a chocar.

—    Agárrate bien, ¿Me escuchaste? —

—    ¡Claro que sí, mi Capitán! Escucha como cucha y cuchara — volvió a reír tontamente.

Supuso que si hubiera un taxi cerca lo pediría, pero como no había ninguno, decidió arriesgarse y subirse a su motocicleta, el rubio se dejó caer sobre su espalda haciendo ruidos de gato, Aomine puso toda su fuerza de voluntad e hizo que Kise le abrazara. Por suerte, Ryota pareció haberse quedado dormido y como el camino hasta la casa del modelo era lo suficientemente bueno, no tuvieron mayores problemas. Tuvo que zarandear al rubio para que le siguiera.

—    Dame tus llaves — le pidió suavemente.

El de ojos dorados tanteó su bolsillo y le tendió las llaves, Aomine tenía prendido de su brazo a Kise, quien no dejaba de fregarse contra él y el no era tan correcto como para no tener fantasías con todo lo que le estaba haciendo. Aún así, fue capaz de embocar la llave con el agujero, el rubio le sopló el cuello.

—    Aomine-chi~ Quiero hacerlo~ —

—    ¿He? —

—    Tu sabes quiero que tu…— el moreno le puso la mano en la boca cuando vio que una joven niña subía las escaleras junto a un chico. ¿Por qué no tomaban los ascensores?

—    Okey, okey. Adentro, Kise — dije logrando abrir la puerta.

Se volvió sobre su hombro, para ver a la chica con su teléfono en mano y la luz del flash le molestó. La chica levantó su dedo gordo en señal de aprobación sonriendo pervertida mente. Aomine cerró la puerta lo más rápidamente posible, apoyándose por ella. El rubio seguía sonriendo contra su cuello. El moreno estiró del rubio hasta poder arrastrarlo hasta su cama, le estaba sacando la paciencia que el modelito no dejara de provocarlo y él, que debía ser responsable y no reaccionar a sus acciones. Al final logró acostarlo en su cama.

—    Muy bien, Kise. Te quedas aquí, quietecito y yo pediré algo de comida —

—    Aomine-chi~ Acuéstate conmigo un rato~

—    Ash, primero pediré comida —

Sí. Eso haría, después de todo, no podría hacer nada ya que debería esperar a que venga la comida y luego tendría hambre ¡Era un plan perfecto! Aomine, has superado a Akashi. Sonrió para sí mismo y pidió algo de pizza. Luego volvió hacia donde estaba Ryota, quien le sonreía adormilado, palmeó la cama y el de Touou supuso que no era tan malo acostarse con él, inocentemente hablando. Se tiró a la cama, al lado del otro, quien le rodeó con sus brazos apoyando su cabeza en su hombro. El otro le rodeó la cintura fuertemente hundiendo su nariz entre los rubios cabellos, olían bien.

—    Aomine-chi~

—    ¿Qué? —

—    Hagámoslo~

—    No, Kise —

El ‘falsificador’ se pegó aún más al otro, fregándose mientras hacia un infantil puchero. ‘Daiki, tu puedes, se fuerte. Eres fuerte ¡Eres lo más! Así que puedes resistirte’

—    Aomine-chi~ — repitió susurrando contra su oído.

Al diablo con el control y con el pedido de comida.

*-*-*-*

No iba a alzar la vista, bajo ningún punto. De reojo miró su horóscopo del día, sin dudas, ese día no auguraba nada bueno y él no quería provocar al destino. La película corría y él no le había prestado ni la más mínima atención, maldita sea la hora en que le hizo caso a Takao cuando dijo ‘Compremos helado para ver la película~’ No sabía desde hace cuanto, pero supo que desde hace algún tiempo había comenzado a ver a su pequeño compañero de otra manera y con otra manera, se refería a o t r a. De esa manera inapropiada y poco inocente, gruñó por lo bajo, apretando los puños, para peor,  Kazunari no paraba de hablar sobre el tema, además, conocía las sucias intenciones de su pareja. Y él  no podía permitirse algo como eso, no es que no quisiera hacerlo, pero quería hacerlo bien y con cada detalle cubierto.

—    Shin-chan, no estás prestando nada de atención al filme —

Cuando se dio cuenta, el de ojos de halcón estaba más cerca de lo que debería y aún no paraba de lamer su helado de manera provocativa.

—    ¿Quieres una cucharita para tu helado? — preguntó levantándose para ir a la cocina.

—    ¿He? No, así estoy bien — dijo antes de deslizar su lengua lentamente.

—    Te digo que deberías comer el helado con cucharita, es más fácil —

—    Arigato, Shin-chan, pero estoy bien así — dijo y luego de lamerlo una vez más no pudo evitar mancharse un poco la comisura de la boca.

—    ¿Ves? Te lo dije — dijo acercándose al pelinegro.

—    Ya, déjalo lo limpiare yo. — Takao acercó su manga a su boca.

El de cabellos verdes le agarró de la muñeca, deteniendo su movimiento, se acercó más y tomo su rostro con su man libre, antes de lamer la comisura de sus labios. Kazunari se sonrojó hasta la punta de las orejas, pero rápidamente atrajo el rostro del tirador de tripes hasta el suyo con una mano, para besarle profundamente, el otro tuvo que sentarse en el sillón para poder continuar con aquel beso, el pelinegro se sentó sobre el regazo de su pareja, con una pierna a cada lado. Midorima a penas se separo.

—    Deberías terminar tu helado — masculló tendiéndole una cucharita.

—    Gracias, Shin-chan~

—    De nada —

El chico de ojos grises terminó de comer su helado alegremente, sintiendo como las manos del otro se posaban sobre sus caderas, intentó no estremecerse y terminar su helado rápidamente. Perezosamente fue a lavarse las manos para volver directamente al ataque. Sus labios se posaron ferozmente sobre los ajenos que inmeditamente fueron correspondidos por el de cabellos verdes, el más bajo rodeo el cuello ajeno con sus brazos. Sus ardientes movimientos encendieron la temperatura del lugar, haciendo que las caricias sobre la ropa sean muy poca cosa, pronto, el sweater de Takao se deslizó hasta caer al piso y la camisa de Midorima tenía los cuatro primeros botones desprendidos.  Alguien se aclaró la garganta, Kazunari levantó la mirada temblando para encontrarse con la dura mirada del señor Midorima.

—    ¡Heee! ¡Heee! —En ese mismo momento podía morirse.

—    Iba a decirte que tu madre vendrá la semana que viene, pero se veo que estás ocupado con tu ‘amigo’ así que le digo que no tienes nada para decirle — dijo señalando su teléfono.

—    ¿Qué día? —

—    El miércoles —

—    Dile que traiga el coco más grande que pueda encontrar —

—    Está bien — el hombre rodó los ojos y se puso a hablar por el teléfono.

—    P-Pero — miró confundido a su pareja —

—    No creo que se lo tome a mal —

—    P-pero, p-pero —

—    No da tanto miedo como crees — se encogió de hombros. 

—    ¿Y? ¿Y? ¿no te dirá nada? No parece ser alguien de mentalidad abierta, mis padres son otra cosa, pero es porque ellos vienen de otro planeta, ya sabes —

—    No creo. No es que se meta demasiado en mis asuntos, somos como dos extraños en la misma casa

—    Oh, que feo. —

—    No, así está bien. — le sonrió ladinamente. — Mañana te pasaré a buscar temprano por tu casa, iremos a Land —

Takao se quedó en silencio, sorprendido, estaba hablando de él Land que él conocía, bueno, que en verdad no conocía. Inmediatamente se abrazó fuertemente al peli verde, completamente emocionado.

—    Pero te habrá costado mucho, Shin-chan —

—    No es nada, Takao.  Pero creo que deberíamos irnos al entrenamiento —

—    Oki~

*-*-*-*

Luego de que el entrenamiento había terminado, la luz y la sombra decidieron ir al apartamento del pelirrojo, iban caminando en silencio, pero iban tomados de la mano. La sombra parecía estar en algún lugar muy lejano. Kagami estaba extrañado, generalmente Kuroko siempre le estaba hablándole o pidiéndole algo.

—    Kuroko, ¿Estás bien? —

—    ¿He? Sí, Kagami-kun —

—    Te noto algo distraído, ya sabes — se rascó el cabello.

—    Oh, es que no me gustaría participar en esa competencia. —

—    ¿Qué? ¡Pero si tú fuiste el primero que quiso entrar! —

—    Aomine-kun es el problema —

—    ¿Qué tiene ese tipo de especial? — preguntó molesto el pelirrojo.  

—    Con Riko y Momoi estuvimos viendo los partidos de nuestros posibles oponentes. Ganaremos, eso es obvio, por eso mismo, Aomine-kun podría llegar a aburrirse y no quisiera que volviera a ser como se volvió. —

—    Ooh~ Pero también creo que hay otro problema. —  comentó Kagami pensando en lo que le había dicho Himuro.

—    ¿Qué problema? —

—    Para participar en los torneos nacionales de pre-selección hay que ser mayores de edad —

Kuroko pestañeó un poco, ¿Cómo un dato tan importante se le había escapado a Akashi? El peli celeste asintió, seguramente su pelirrojo capitán habría dado por hecho de que por ser de la Generación de los Milagros los dejarían entrar, o, tal vez, solo tal vez, Akashi quería jugar nuevamente con todos.  Kuroko sonrió mentalmente. Se aferró al brazo de su pelirroja pareja y caminó más enérgicamente, Taiga, extrañado le siguió.

—    ¿Quieres ir a mi casa? — le preguntó casi como quien no quiere la cosa.

—    Claro, Kagami-kun —

Por cualquiera, sabía lo que significaba ir a la casa del as de Seirin. 

Notas finales:

Atención a todos los que lean, mensaje de última hora: Proximo capítulo, Lemmon. 


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