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Poliladron (HunHan) por JunHan

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Notas del fanfic:

Segundo ficcccc

Quienes hayan leido mi anterior fic "El amor no es una opción", sepan que este no es nada parecido al otro...No se asusten.

Porfavor dejen sus comentarios!

Gracias por leer!!

 

Hacía ya tres días que no comía. Estaba encerrado en una apestosa celda con barrotes de laser de esos que si los traspasas terminas hecho pollo al asador. Los muy hijos de puta solo me daban agua y me dejaban usar el baño dos veces al día. Ya había llegado al punto de orinarme en mis propios pantalones.

Toda esta secuencia de terror inició cuando yo solo tenía catorce años. Era un niño indefenso…Bueno, tal vez no tan indefenso. Vivía en China, estaba en segundo año de la secundaria y tenía un excelente conocimiento en artes marciales, era muy hábil con las computadoras y me desenvolvía como un experto en cualquier juego de estrategia. Los profesores del instituto empezaron a notar estos comportamientos y debo decir que no fue nada bueno.

A los quince mis padres me enviaron a Corea, a un instituto para niños ricos en no recuerdo que ciudad…Tenía un nombre impronunciable como todo allí. Nosotros no éramos adinerados ni nada por el estilo pero por mis insuperables calificaciones me habían becado y mis estúpidos progenitores no tuvieron mejor idea que aceptar aquella oferta. Una vez en ese colegio las cosas fueron empeorando.

Me hacían pensar y actuar como si todo fuera desarmar una bomba o robar un banco. Cada examen, de la materia que fuera, estaba destinado a evaluar la capacidad de desenvoltura en áreas fuera de lo común de cada uno de los estudiantes. Aquello no era una escuela, pensaba yo, era un albergue de futuros espías.

Y a los dieciséis ocurrió lo peor. Luego de un año en aquel inmenso instituto unos hombres tocaron la puerta de mi habitación…Traían ropas negras y armas enormes. Claro que no me asusté, si me mataban me estaban haciendo un favor. Pero no me dispararon…Me agarraron, amordazaron y vendaron los ojos, llevándome hacia una, lo que yo creo sería, camioneta en donde me tiraron. En pocos segundos oí que alguien ponía el vehículo en marcha y en ese instante sí tuve miedo. A dónde mierda se dirigían? Por qué a mí? Yo no era rico, ni era el mejor hacker o el más destacado en artes marciales…Si les suponía una amenaza entonces eran bastante mediocres como organización…Todo esto suponiendo que fueran una organización, verdad?

Cuando el móvil se detuvo me sacaron de allí bruscamente y me arrastraron, sin quitarme la venda de los ojos, hasta una oficina. Lo supe porque al llegar al lugar si me dejaron ver. La habitación era muy lujosa, con sillones forrados en cuero, escritorio de pura madera, una gran biblioteca y ventanas inmensas, que daban a un hermoso jardín…Qué carajos era todo eso?

Una mujer, muy atractiva debo decir, estaba sentada haciendo anotaciones y sin mirarme siquiera dio una seña a los matones que venían conmigo para que cerraran la puerta.

-Pero señora…-Uno de ellos quiso decir algo…Como darle una advertencia, pero ella hizo caso omiso, haciendo un ademán con la mano para que parara de hablar. El hombre calló y se fue junto con su compañero, dejándome allí, sólo y desamparado…Aunque yo prefería estar con aquella dama antes que con esos dos mamotretos.

Me senté en una de las sillas enfrentadas al escritorio, sin permiso ni invitación, pero si estaba allí por algo debía ser…

Ella me miró y sonrió. Tenía una hermosa sonrisa, casi que me enamoro pero eso era imposible. Ni siquiera esta hermosa señora podía ser más jodidamente atractiva que yo.

-Vaya, que lindo eres…De verdad te estábamos buscando a ti? No te me haces muy rudo.-Dijo ella, escaneándome con la mirada. Yo posé mi vista en la señora como si no entendiera absolutamente nada…En realidad, claramente no tenía idea de que mierda hacía allí, solo estaba agradecido de que no me hubieran violado o asesinado.

-No entiendo de qué habla…-Musité, ahora ya más calmado y mirando a la mujer seriamente. No quería pasarme de impertinente pero tampoco iba a dejar que me trataran como a un muñequito.

-Mi nombre es Lee Yue…-Anunció la señora. Era china? Acaso estaba jugando con mi mente?- Y tu eres…Lu Han?-Preguntó mirándome con amabilidad. De verdad que esa mujer hacía que me sintiera cómodo en su presencia, pero no podía ni debía bajar la guardia.

-No-Contesté cortante.-No sé de quién hablas ni por qué estoy aquí…

Yue rió con ganas…No la había engañado, eh?

-Vaya pillo…Qué avispado eres. Entonces no estábamos equivocados, sí eres tú.

Muy bien…Era una especie de pérdida de tiempo intentar despistar a aquella dama y yo no estaba en todos mis cabales como para pensar una forma de escapar…Me limitaría a seguirle el juego.

-Bueno…Me buscaban, me encontraron. En qué puedo ayudarla señorita?-Interrogué, casi abusando de mi caballerosidad…Podría haber jurado que estaba coqueteando conmigo pero no me iba a sentir tan alagado de entrada. De seguro era así con todos.

La mujer suspiró y volteó su vista hacia la ventana. Parecía pensativa.

-Lo diré sin rodeos…Te necesitamos.

Wow…Me necesitaban? Eso cambiaba las cosas…Ahora podía usar la situación a mi favor sin remordimientos ni miedo a que me mataran.

-Sabe que no trabajo gratis, verdad?-Bromeé y luego solté una risita. Ella se rió también. Parecía buena…Me estaba cayendo bien. No me iba a negar a lo que sea que me pidiera, solo necesitaba tantear el terreno un poco más.

-Imagino que no…-Contestó con mirada sugerente.- Pero no comenzarás a trabajar ahora…Primero debemos entrenarte. Te hemos investigado desde que eras un niño y aunque en el instituto en que te encontrabas no destacabas en nada, sabemos de lo que eres capaz querido Luhan…Si colaboras, te convertirás en el mejor pupilo aquí y tu recompensa será inmensa, más de lo que imaginas.

Me puse de pié y le extendí mi mano. Podría estar sometiéndome a algún tipo de tortura sadomasoquista pero no me importaba. Parecía bastante convincente con las palabras…Entrenarme para ser el mejor en algo? Había dado en el clavo, ciertamente, porque yo amaba ser el mejor en todo.

Ella me imitó y se paró con una sonrisa que habría enamorado a dios. Estrechó su mano contra la mía y cerramos el trato.

Y pasaron los años. Años que parecieron siglos. Cada uno o dos meses llamaba a mis padres para decirles que estaba bien, que no había muerto y aun comía mis cuatro comidas. Asistía a clases regulares…Quizás no tan regulares. Los contenidos eran mucho más abstractos y complicados que los de cualquier instituto normal o no tan normal. Luego había clases extracurriculares y a mí me habían asignado a todas.

En la clase de “computación”, o al menos así le decían, nos enseñaban programas complicados y maneras de burlar las barreras de seguridad más complejas que pudieran existir. Se me hacía un juego aquello y hasta me gustaba leer sobre computadoras y programas de hackeo en mis ratos libres. Pronto había alcanzado el segundo mejor promedio de la clase…El primero era de Kim Minseok, la pequeña rata.

Bueno, así lo llamaba yo para mis adentros. La verdad es que la pequeña rata era una miniatura de puro cachete y mirada tierna. Me daba risa. De a poco nos fuimos conociendo y hasta me cayó bien. Parecía un chico interesante y no un nerd como varios creían.

La asignatura de artes marciales era un chiste para mí. Me parecía súper divertido patear a otros sin necesidad de hacer ningún esfuerzo. Aún no entendía como, siendo ese un colegio de élite, todos eran unos quesos para cada una de las materias…O quizás yo era muy bueno? No lo sé, pero la cuestión es que tampoco allí podía alcanzar el mejor nivel de pelea. Este, era ocupado por Huang  ZiTao.

Tao era moreno, alto con ojeras de panda. El chino parecía que iba a matarte con la mirada de un momento a otro, pero con solo cruzar dos palabras cualquiera podía darse cuenta de que en realidad era un pequeño cachorrito asustado. Tomé la suficiente confianza con él como para que me dijera que extrañaba a su familia, que odiaba estar en ese lugar y que la única razón por la que peleaba con tanto entusiasmo era para desahogar la ira contenida por no estar en su casa.

Pobre ZiTao…De verdad necesitaba apoyo. Aquello era una prisión.

Había una clase, que a mi parecer era muy estúpida, llamada “Camuflaje y confusión”. Consistía en aprender a comportarse y actuar como otras personas, imitando su forma de vestir y hasta modo de hablar. Ni siquiera me molestaba en destacar en aquella asignatura…Además había un chico que me sacaba todos los premios y ese era Yi WuFan, un alto, rubio, con cara de modelo de revistas.

El maldito sabía de moda más que yo de matemática y eso era asombroso. Imitaba a la perfección los modos, gestos, costumbres y hasta la forma de caminar de cualquier persona que se le pidiera. Además había guardado en su memoria cada prenda de vestir de todos los alumnos del instituto y podía detectar la identidad de cualquiera solo con olfatear una o dos veces su ropa.

El chico YiFan parecía presumido pero en realidad era muy gracioso y amable. Cada tanto me prestaba su ropa para alguna fiesta que se hiciera en el instituto (sí, no era tan tortuoso) o me daba lecciones de “camuflaje”.

En el área de música sí que me destacaba. Según la directora (que más tarde me enteré que era la misma Yue), aquella rama servía para que los estudiantes pudieran colarse más fácil en eventos o fiestas, haciéndose pasar por músicos de alta categoría. No lo sabía ni me importaba, yo adoraba esa clase. Me encantaba cantar y sorprender a todos con mi voz pero tampoco era el mejor allí. Había un chico…Kim Jongdae era? Sí, aquel. El maldito llegaba a notas inimaginables y yo solo podía mirarlo y sonreír como un gilipollas. Parecía tímido pero al conocerlo más me di cuenta de que amaba molestar a la gente y siempre hacía chistes inoportunos. Me cayó bien.

En la misma clase, pero en la sección de instrumentos de cuerda, se encontraba Zhang Yixing. El muchacho era atractivo y tenía cara de inocente. Todas las chicas de su salón morían por él (y por mí, claro). Era genial con el piano y componiendo. A veces, mientras el practicaba en la sala de música a solas, yo iba a escucharlo y me quedaba allí, sólo, deleitándome con sus melodías. Pronto se convirtió en mi mejor amigo y ya no nos separamos. Aquel chico me caía de maravilla. Era la bondad personificada.

Así pasé…Dos años? Sí, exactamente. A los dieciocho me movieron a la sección universitaria donde estudié Licenciatura en Informática, aunque seguía compartiendo las clases extracurriculares con los otros estudiantes que aún estaban en preparatoria.

Ya había cumplido veinticuatro para cuando me gradué. Tardé lo justo. Seis años. Aquella carrera era intensa y con todo el entrenamiento extra se me hacía difícil estudiar y ser el mejor al mismo tiempo. Al menos terminé la universidad con el más destacado promedio y eso bastó para sentirme orgulloso de mí mismo.

Pero bueno, situémonos. Ahora yo, con veinticuatro años, una cara de niño de 13 y el mejor cabello que mis padres pudieron haberme dado, estaba en una celda, con las manos esposadas y sentado en el suelo esperando que alguien me dejara salir al menos para ir al baño.

La reja de laser desapareció y un guardia me tomó del brazo. Lo odiaba. Aquél era el matón que se encargaba de mí y no era para nada delicado. Siempre apurando y mandoneándome. No sabía su nombre puesto que en aquel lugar todos se llamaban por números. El muchacho era alto, un poco más que yo, moreno, tenía una sonrisa blanca deslumbrante y, a pesar de ser flacucho, era dueño de una fuerza demoledora. Su número era el dos.

Me tomó del brazo y me llevó hasta una sala, dividida justo en la mitad por un vidrio. Me sentó en una silla del lado oscuro del cristal para que no pudiera ver quien se sentaría del otro extremo y cerró la puerta que separaba ambos gabinetes, saliendo él antes.

Escuché una voz…Parecía amable.

-Hola Luhan…-Dijo la persona del otro lado del vidrio. Era un hombre, eso seguro. Su voz era toda tranquila y serena.- Cómo estás?

Yo me encontraba sentado en la silla donde número dos me había dejado, cabizbajo, muerto de hambre y con ganas de llorar de la rabia.

-Perfecto…-Susurré irónico.

El chico que me interrogaba rió.

-Tranquilo, hoy si comerás…-Contestó.-Pero primero te haremos algunas preguntas a las que tendrás que contestar. Y cuando digo que debes es porque TIENES que hacerlo. Entendiste?

-Sí…Sé de sinónimos-Respondí burlón.

La puerta de mi gabinete se abrió y un chico bajito, de ojos saltones y labios bastante gruesos entró. Claramente él no era quién había estado hablándome hace un rato…No lo parecía.

-El es número cuatro, será tu interrogante.-Me aclaró el muchacho detrás del cristal.

Suspiré. Aquella cosa no podría hacerme demasiado, pero no mejor no llamar al diablo.

-Quién es la mente detrás del complot, Luhan?-Preguntó el pequeño. Yo solo le sonreí.

-Wow…Creí que era yo, sabes?-Contesté con sarcasmo. Número cuatro respiró hondo y sin atisbo de emoción alguno me asestó una gran trompada en la cara.

Eso dolió como mil infiernos. Que idiota fui al pensar que no podría hacerme nada.

-Te repetiré…-Musitó, mientras yo tosía. Tenía los ojos desorbitados y mi cara estaba dada vuelta hacia un lado.-Quién es la mente detrás del complot?

Ya…No tengo un umbral muy alto pero juro por amor a Cristo que el maldito pegaba fuerte. Aun así no le diría nada. Tenía hambre y sueño. Prefería estar muerto antes que seguir allí. Si no contestar aceleraba mi defunción entonces me callaría hasta el final.

Me reí y lo miré con picardía.

-Vaya que pegas fuerte…Bajito.-Me burlé. Número cuatro volvió a golpearme, esta vez con mucha más potencia. Escupí sangre.

-Ya déjalo cuatro.-Ordenó la voz del chico desconocido.-Que pase el siguiente.

Tal y como se le dijo, el pequeño cachetón salió del gabinete, dejando pasar a otro joven con rasgos de chica. Sus ojos parecían delineados…O realmente lo estaban? No lo sé, para ese momento mi vista se había nublado y podría estar viendo alucinaciones a causa de lo famélico que me encontraba.

-Hola…-Saludó el muchacho con una inmensa sonrisa…De pura crueldad.-Soy número diez.

-Hola…-Le devolví el saludo.-Soy Luhan.

El chiquillo diez sonrió, alzó una pierna y con un ágil movimiento me pateó la cara, haciendo que me callera de espaldas, con silla y todo.

Mi nariz comenzó a sangrar a chorros. El maldito ni siquiera me había hecho una pregunta y ya me estaba dando una golpiza.

-Diez…Aun no le preguntas nada.-Dijo el chico misterioso, con tono de paciencia.

El aludido sonrió.

-Lo sé…Es que es tan lindo…Quiero deformarle el maldito rostro.

El muchacho me ayudó a levantarme y volvió a sentarme en la silla.

-Suficiente, que pase otro.-Anunció la voz. Diez abandonó la habitación y en su lugar hizo su entrada número dos.

-No hacen falta las presentaciones…Verdad?-Bromeó el moreno. Yo solo reí a desgano. Si iba a golpearme que lo hiciera ya o lo escupiría.- Quién ideó el complot Luhan?-Interrogó cortante.

-Tu madre-Contesté con una sonrisa provocadora. El moreno puso su cara a mi nivel y me dio un cabezazo.

Aquello me sacudió por completo. Por un momento me costó entender dónde me encontraba y algunos recuerdos se fueron de mi mente aunque después reaparecieron. Ese había sido el peor golpe hasta ahora. Iba a desmayarme en cualquier segundo y a nadie iba a importarle.

-Suficiente…-Intervino el muchacho desconocido.-Que pase número dieciocho.

Número dos se fue de allí bufando y puteando, mientras que un chico alto y de grandes orejas, se aproximó hacia mí con una sonrisa picaresca.

-Lulu!-Exclamó divertido.-Ansiaba conocerte…El famoso espía…Aunque te imaginaba más…Feo?

El joven reía con excitación y yo solo lo miraba estupefacto. De qué iba el idiota?

Una vez calmado, se acercó a mí y puso su boca en mi oído.

-Dónde podemos encontrar…A la persona que ideó el complot?- Susurró con una mueca burlona.

-A 320 metros bajo el agua…No vayan con trajes de buzo. Aguantar la respiración allí es divertido.-Respondí entre risas. Número dieciocho tomó uno de mis brazos y lo torció hasta hacerme ver las estrellas. Lloré del dolor.

Luego de hacerme gritar como una niña desapareció del gabinete. Seguro que ni les importaba que les dijera nada, con humillarme era suficiente, pero aun así no pensaba soltar bocado. Si querían información de mí deberían ser mejor que eso.

-Número uno, adentro por favor.-Sentenció el muchacho de la voz. Un chico entró a la habitación. Era alto, rubio, de piel blanca y una cara…parecida a la mía?

Se acercó a mi…Su mirada reflejaba lástima y ternura. Pero qué carajos? Acaso eran todos bichos raros?

-Xiao Lu…-Musitó con tristeza.-Vas a decirme lo que queremos saber?

Le clavé la mirada pasmado. Eso era real? El muchachito me estaba pidiendo amablemente que le contestara. Aquello me llegó al corazón. El pobre era joven…Tendría unos diecisiete años y apenas entendía en lo que se había metido. De verdad que en ese momento me dieron terribles ganas de abrazarlo. Nadie merecía estar en su situación. Policía por obligación? Y de tan pequeño? Su historia me hizo acordar a la mía y no pude evitar sonreírle con dulzura.

-Lo siento…-Contesté con pena.-No puedo…

El muchacho miró hacia un costado y respiró hondo, como si tuviera que hacer un esfuerzo sobre humano para golpearme. En un movimiento, alzó la mano y me asestó una cachetada, volteándome la cara.

Simulé dolor, aunque en realidad aquello fue una cosquilla a comparación de todo lo que ya me habían hecho. El chico estaba siendo amable? De seguro podía pegar más fuerte…

A pesar de que no me había dolido su palmada, comencé a vomitar sangre como un condenado. Número uno se acercó a mí con preocupación.

-Está mal! Está grave! Hay que atenderlo!-Gritó, golpeándome la cara con suavidad para que no quedara inconsciente. Para ese momento yo ya no podía ni siquiera agradecerle…Creo que, a los pocos segundos, me desmayé.

Notas finales:

Si no entienden algún modismo por favor avísenme!!

Gracias por leer!!


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