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Letters From Nobody (5927) por Mahiko

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Notas del capitulo:

Y a unos días de que llegue la navidad les traigo mi regalo, actualización de esta cosa que ya seriamente dudo que alguien lea xDDu que, por cierto, ya ha alcanzado su penúltimo capítulo así que prepárense para el final :B

Los dejo tranquilos de una vez para que lean no sin antes mandarles las debidas dedicatorias a las personitas que siempre me apoyan con mis locuras de escritora: Mi beta, Ricchan, y la gente de 5927 Fans Unite

— ¿Dónde estoy?—Se cuestionó a sí mismo un confundido y levemente mareado Gokudera al tiempo que observaba sus alrededores con cautela y atención. Se encontraba en una amplia habitación, totalmente desprovista de muebles o decoración de cualquier tipo. El inmaculado color blanco de las paredes estaba en completa armonía con el de las cerámicas del piso. Los restantes Guardianes Vongola, además de Kyoko y Haru, se encontraban también en aquella estancia, intercambiando palabras susurradas y fugaces miradas al tiempo que una confusión tan o más profunda que la que el peliplateado experimentaba en aquel instante se dibujaba en las expresiones de sus rostros.

No le tomó demasiado trabajo llegar a la conclusión de que se encontraba en una de las salas de entrenamiento de la Base Subterránea Vongola. Hizo un esfuerzo por recordar cómo había llegado hasta ahí. Había acudido a visitar la tumba del Décimo más temprano de lo que acostumbraba, ya que Lal Mirch llegaría a Japón esa misma mañana y necesitaba hablar con ella, sin embargo, al llegar allí se había encontrado con el Décimo de hace 10 años atrás, quien había viajado en el tiempo al recibir accidentalmente un disparo de la Bazooka de Lambo…y luego…y luego…Por alguna razón que no alcanzaba a entender, su cabeza dolía intensamente cada vez que se esforzaba por recordar lo que había sucedido luego.

—Permítanme explicarles unas cuantas cosas—Los presentes guardaron absoluto silencio en el instante en el que la habitación se llenó del eco de una voz que no pertenecía a ninguno de ellos, la cual, sin embargo, resultaba para el ojiverde mucho más familiar de lo que le gustaría. Se oyeron pasos provenientes desde el lado opuesto de la estancia. Acto seguido, todos pudieron distinguir la silueta de un chico pelirrojo de lentes a la distancia.

— ¡Shoichi Irie! ¡Esta vez no te escaparás!— Exclamó Gokudera al tiempo que avanzaba rápidamente hacia donde el aludido se encontraba, presa de un repentino y abrumador impulso de ira que nublaba su razón y se apoderaba de su cuerpo. La fuerte presión ejercida por una mano sobre su brazo detuvo en seco su avance. Volteó bruscamente para encontrarse con la mirada inusualmente fría y decidida de Yamamoto.

—Escuchemos lo que tiene que decir, podría ser importante— Declaró el pelinegro en un tono de voz sorprendentemente autoritario.

—Está bien, está bien, lo que digas, ¡Pero suéltame de una vez!—Se quejó el peliplateado al tiempo que volteaba nuevamente, obligándose a sí mismo a tragarse su orgullo y calmarse, recordando cómo su dificultad para manejar su ira contribuyó de forma no despreciable a acentuar el ambiente de distanciamientos y tensiones que se había apoderado de cada rincón de la base desde el fatídico día de la falsa reunión de negociación— ¡Responde entonces, Irie! ¿¡Quién permitió que un enemigo como tú entrara a nuestra base!?— Inquirió una vez la presión sobre su brazo hubo desaparecido.

—Supongo que tengo que empezar por aclarar eso—afirmó el aludido mientras reía por lo bajo—Ya no soy su enemigo. Para ser más exacto, nunca lo fui—Continuó, reemplazando las risas por una voz seria y fría en apenas una fracción de segundo—Si me uní a los Millefiore fue sólo porque sabía perfectamente lo peligrosos que podían resultar para el futuro del mundo entero, y necesitaba encontrar una oportunidad para derrotarlos. Ese día finalmente llegó. Byakuran y los suyos fueron derrotados. Quién logró tal cosa no fue nadie más sino el Tsunayoshi-kun de hace 10 años atrás, a quien hice viajar en el tiempo con la Bazooka de los 10 Años a petición del Tsunayoshi-kun de esta época. Sus yo de ese tiempo viajaron con él, así que me vi obligado a atraparlos a ustedes en un dispositivo que diseñé especialmente para eso, y así retener a sus yo del pasado más tiempo en esta época. Además, no podía permitirles ir al pasado y cambiarlo—

Extensos instantes de absoluto e insoportable silencio siguieron a aquellas palabras, durante los cuales los presentes se vieron incapaces de hacer otra cosa más que intercambiar miradas de confusión. Luego de lo anterior, el leve murmullo de las palabras susurradas poco a poco volvió a oírse.

—Como si fuera a creer una locura como esa así de fácil—Declaró Gokudera en un burlón y despectivo tono de voz—Especialmente si viene de ti—

— ¿Por qué no le preguntas al mismo Tsunayoshi-kun, entonces?—Inquirió el pelirrojo despreocupadamente.

Esta vez nadie reaccionó lo suficientemente rápido para detener al ojiverde antes de que este llegase donde Shoichi se encontraba y agarrara con una de sus manos la solapa de su camisa, empujándolo bruscamente contra la pared más cercana.

— ¿¡Cómo te atreves-!?—Reprochó el peliplateado, clavando fijamente la mirada llena del más profundo odio de sus ojos color esmeralda en el chico de lentes— ¿¡Cómo puedes decir eso cuando tú fuiste el que-!? ¡Con tus propias manos-!—

— ¡Si no te calmas y me sueltas no puedo explicártelo!—Se quejó el pelirrojo, subiendo la voz muy por sobre lo que pretendía— ¡Tsunayoshi-kun está vivo! ¡La bala que usamos ese día es una versión modificada de la Bala de la Última Voluntad que es capaz de hacer parecer que la persona que recibe su impacto ha muerto, pero en realidad sólo le pone a dormir! ¡Necesitábamos que Byakuran creyera que Tsunayoshi-kun había muerto para que bajara la guardia y sus yo del pasado pudieran derrotarlo!—En aquel punto, se vio obligado a hacer una pausa para respirar antes de continuar— ¿O de verdad pensabas que sería capaz de traicionar a uno de mis amigos de esa forma? ¿¡Qué crees que soy, un monstruo!?—

—E-eso es…—Logró balbucear Gokudera al tiempo que soltaba de golpe la solapa la de la camisa de Shoichi y hacía un esfuerzo por comprender en su totalidad los alcances e implicaciones de lo que acababa de oír.

De pronto, todos los sucesos ocurridos durante el último tiempo encajaron como si de engranajes se tratase.

Su encuentro con el Décimo de hace 10 años atrás….

Porqué Shoichi no intentó matarlo cuando se infiltró en su base…

Porqué los Millefiore no habían intentado atacarlos…

— ¡No tienes ni la más mínima idea de todo lo que está en juego en esto!— Aquellas palabras pronunciadas por el pelirrojo en un arranque de ira resurgieron desde un profundo rincón de sus recuerdos, adquiriendo nuevos y escalofriantes significados a la luz  de las revelaciones que acababa de escuchar.

— ¿…Demasiado difícil de creer? No me extraña—Afirmó con serenidad el chico de lentes—Hay otra persona que está en esta habitación ahora mismo y que también sabía toda la verdad desde el principio. Si te quedan dudas, puedes preguntarle a él—

— ¿Quién es?— musitó el peliplateado en un tono de voz que no dejaba al descubierto emoción alguna

—Hibari-kun, ayúdame un poco, ¿quieres?—Pidió Shoichi despreocupadamente—Diles que Tsunayoshi-kun está vivo y que volverá muy pronto—

Acto seguido, todas las miradas se clavaron fijamente en el aludido.

—Lo que dice Irie es verdad—Afirmó Hibari con total desinterés y aparentemente haciendo caso omiso de las curiosas miradas posadas sobre él.

El ruido de las espontáneas y diversas exclamaciones de alegría de todos los presentes llenó toda la estancia. Las chicas se abrazaron entre ellas, y no eran pocos quienes debían hacer un gran esfuerzo por contener las lágrimas de felicidad que luchaban por brotar desde sus ojos. Por su parte, Gokudera abandonó la habitación sin pronunciar una palabra. A su salida, la puerta se cerró con un gran estruendo que continuó resonando en la habitación durante breves instantes, los que sin embargo parecían nunca terminar para los presentes.

Caminó a paso apresurado. Eran tantas las ideas que en aquel momento se agolpaban en su mente que el trayecto hacia su habitación le pareció significativamente más corto de lo normal. Al llegar a su destino, entró en la estancia, cerrando la puerta tras de sí para luego tumbarse sobre la amplia cama, con la mirada perdida en algún punto del techo mientras dejaba escapar un ligero suspiro.

Incontables pensamientos y emociones contradictorias colisionaban en su interior, dando lugar a una mezcla tan caótica que temía seriamente que la locura acabaría por consumirlo en cualquier momento.

Como era de esperar, la noticia lo había llenado de una felicidad equiparable con la que habían mostrado los demás anteriormente, y mucho más grande de lo que jamás había imaginado que podría volver a experimentar. Sus dudas acerca de la posibilidad de que esta se tratase de alguna especie de broma de pésimo gusto también habían sido disipadas completamente, puesto que conocía a Hibari lo suficientemente bien para saber que jamás participaría en semejante cosa. Aun así, era incapaz de asimilar por completo lo que acababa de oír. Después de todo, había caído inconsciente en un mundo hostil, marcado por la ausencia del Décimo, y había despertado en aquel mundo en el que los Millefiore habían sido derrotados, el Décimo estaba vivo y, al parecer, los milagros eran cosa de cada día. Desde ese punto de vista, resultaba comprensible pensar que todo aquello sonaba demasiado perfecto para ser real, sin embargo, sabía perfectamente que tanto el vacío que había persistido en su corazón desde el día de la reunión como la inmensa alegría que ahora lo embargaba eran totalmente reales.

Además de lo surreal que pudiese parecer todo el asunto, había algo más, algo a lo que trataba de no prestar la más mínima atención puesto que lo consideraba sumamente egoísta, y era el hecho de que una pequeña parte de él creía que, como mano derecha del Décimo, él debió haber sabido la verdad desde un principio y haber participado en el plan.

El sonido de fuertes golpes contra la puerta de la habitación lo sacó súbitamente de sus cavilaciones.

— ¿Quién es?—Preguntó tímidamente al tiempo que se incorporaba de la cama, aun cuando en su interior sabía la respuesta con total claridad.

—Soy yo—Anunció una voz extremadamente familiar. El simple hecho de escuchar aquella voz hizo que su corazón latiera más rápidamente— ¿Podemos hablar?—

Avanzó hacia la puerta con pasos rápidos y vacilantes. Una vez estuvo frente a esta, posó una temblorosa mano sobre la cerradura y, tras breves instantes de duda, la hizo girar. Acto seguido, la puerta se abrió para permitir que su mirada se encontrara con la del Décimo, quien sonreía amablemente desde el otro lado del umbral de la misma. Su corazón latió aún más aceleradamente al tiempo que emociones contradictorias luchaban en su interior. Sentía incontrolables deseos de estrecharle entre sus brazos y besarle, de recuperar el tiempo perdido, de saber que las cosas podrían volver a ser como antes entre ellos, sin embargo, una parte de él temía que si lo hacía, el milagro se desvanecería y se vería obligado a enfrentarse nuevamente a la cruel realidad en la que había estado inmerso hasta hace lo que le parecía apenas un instante atrás.

— ¡No me mires como si hubieras visto un fantasma!—Reprochó Tsuna en un tono de falsa molestia, riendo por lo bajo.

—Lo siento…—Afirmó Gokudera apenado al tiempo que se forzaba a sí mismo a ocultar todo rastro de la confusión que en aquel momento experimentaba. Si el Décimo era capaz de bromear como si nada hubiese pasado después de todo lo ocurrido, él no podía quedarse atrás. Después de todo, este asunto del plan para derrotar a Byakuran debió ser más difícil para el Décimo que para cualquiera de los involucrados.

—Este lugar no ha cambiado en lo más mínimo—Comentó despreocupadamente el castaño con un leve rastro de melancolía en su voz tras entrar en la habitación y sentarse sobre la amplia cama al tiempo que su mirada se perdía en algún punto del techo---Dime, Gokudera-kun, ¿Cómo han marchado las cosas en la base en mi ausencia?—Continuó luego de breves instantes de silencio, dirigiendo su mirada hacia el aludido.

—Hubieron algunas discusiones sin importancia, pero estoy seguro que todo volverá a la normalidad ahora que usted está de vuelta—Respondió el ojiverde en el tono de voz más tranquilizador del que fue capaz mientras tomaba asiento junto al ojimiel.

—Ya veo, entonces todo estará bien—afirmó el castaño sonriendo tímidamente al tiempo que un  rastro de alivio se hacía perceptible en su tono de voz.

Incómodos instantes de silencio que parecían nunca llegar a su fin siguieron a aquellas palabras, instantes en los que ambos fijaban sus miradas aleatoriamente en distintos puntos de la habitación en un desesperado intento por encontrar las palabras que les permitieran expresar con claridad las incontables cosas que querían decirse el uno al otro. De vez en cuando, sus miradas se encontraban durante apenas una fracción de segundo,  lo cual no lograba otra cosa sino acentuar lo incómodo de la situación.

—Verás…—musitaron ambos al unísono, rompiendo el hielo, esbozando una leve sonrisa al percatarse de este hecho.

—Usted primero—dijo Gokudera amablemente.

—Si tú lo dices, supongo que está bien—afirmó Tsuna despreocupadamente—Quería preguntarte algo, pero necesito que me prometas que me responderás honestamente—Continuó, esta vez en un tono de voz considerablemente más serio.

—Claro, lo prometo…—

— ¿Me odias después de todo lo que pasó?—Preguntó el castaño tímidamente, al tiempo que el nerviosismo se hacía evidente tanto en su voz como en la expresión de su rostro

— ¿Eh? ¡No, para nada! ¡Por supuesto que estoy muy feliz de volver a verle y mis sentimientos hacia usted no han cambiado en lo más mínimo! —Se apresuró a responder el peliplateado, visiblemente alterado y confundido por la pregunta—Lo siento muchísimo si es que algo que he hecho o dicho le ha dado a entender lo contrario, pero todo ha sido tan repentino que…—

— ¿Repentino? ¿En serio? ¡Pero si te lo expliqué todo en la carta!— Afirmó el castaño riendo por lo bajo. Tras unos instantes, una duda cruzó su mente como un rayo, haciendo que guardara absoluto silencio— ¿L-leíste la carta, verdad?—Preguntó temerosamente luego de unos segundos.

— ¿Qué carta?— Inquirió a su vez el ojiverde, al tiempo que sus ojos se abrían de par en par producto de la confusión.

— ¡La carta que escribí la noche antes de la reunión! ¡Donde te explicaba toda la verdad!— exclamó alterado el ojimiel.

—E-en ese caso, mucho me temo que no la he leído…—

— ¡No puedo creer que esto esté pasando!— afirmó Tsuna nerviosamente al tiempo que se incorporaba y caminaba hacia el clóset— ¡Escribí esa carta precisamente para evitar todo este mal rato! ¡Ahí te lo explicaba todo!—Continuó al tiempo que abría las puertas de dicho clóset de golpe y buscaba frenéticamente en su interior hasta encontrar una pequeña caja de madera negra. Buscó en sus bolsillos una llave y la utilizó para abrir el diminuto candado que la aseguraba. Acto seguido, extrajo una hoja de papel doblada desde su interior— ¡Aquí estaba, ¿ves?!—exclamó al tiempo que extendía dicha hoja de papel hacia el ojiverde.

Por su parte, Gokudera tomó la hoja de papel entre sus temblorosas manos y la desdobló con lentitud al tiempo que cierto recuerdo acudía a él desde lo más profundo de su mente. Había pasado una semana desde aquella falsa reunión de negociación y acababa de reunir el valor suficiente para abrir aquella caja nuevamente. Durante un par de segundos, tuvo la impresión de que había una hoja de papel que no estaba allí la última vez, sin embargo desechó por completo aquella idea rápidamente, pensando que se trataba de un nuevo y patético intento de su mente por huir de la realidad.

Temeroso, posó su mirada sobre aquella misteriosa carta y leyó la primera línea.

Querido Gokudera-kun:

Espero que, cuando leas esto, aún no sea demasiado tarde.

 

 

 

Notas finales:

Y con eso, sólo queda un capítulo para el fin de esta historia...

Haciendo una especie de balance, creo que este fic se distanció en muchos aspectos de lo que quería que fuera...Culparía a lo estresante que fue para mí este año en lo académico, pero siento que eso sería demasiado condescendiente de mi parte...Oh, bueh, como sea, me esforzaré al máximo para recompenzar eso con un espectacular capítulo final y luego a través de mis otros proyectos, si ustedes están dispuestos a seguir apoyándome, claro está

/Mahiko runs


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