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Letters From Nobody (5927) por Mahiko

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Notas del capitulo:

Y bueh, aquí les traigo ese Bonus Track del que les hablé el mes pasado, con lo que llegamos al final de Letters From Nobody! Llegado este punto, sólo me queda agradecerles a todas las personas que me acompañaron a lo largo de este proyecto, ya sea simplemente leyendo, dejando una review o dándome un consejo sobre la historia cuando lo necesité. Este bonus track es precisamente un regalo para cada uno de ustedes, para que vean que no soy tan malvada como creen y de vez en cuando puedo esforzarme para hacer algún intento de fluff que compense en algo el sufrimiento que les pude causar en algún punto del fic (? uwu

En fin, ya ni siquiera sé a dónde quiero llegar con esto OTL así que los dejo para que lean~ Como siempre, dedicatoria especial a mi beta, Ricchan, quien me dio la idea base para este Bonus Track, y a la gente de 5927 Fans Unite <3 

Observó a su alrededor con atención y cautela antes de introducir la pequeña llave que sostenía entre sus temblorosas manos en la cerradura de la puerta que se alzaba frente a él y hacerla girar. Un sonido apenas perceptible, semejante a un crujido, llegó hasta sus oídos, confirmando que ya podía abrir la puerta y entrar.

Aquella llave era el único objeto que había logrado conservar consigo de entre los muchos que había encontrado al interior del maletín que su yo del futuro había dejado atrás luego de que este le fuese confiscado, poco después de su llegada a la base. Desde entonces, había albergado en secreto la esperanza de que, algún día, esa llave abriría las puertas que lo conducirían hacia las respuestas a sus innumerables preguntas acerca de aquella extraña época, respuestas que se hacían más necesarias que nunca ahora que Shoichi había asegurado estar de su lado, y supo que no estaba tan equivocado cuando, tras un par de días de cuidadosa observación, se percató de que el dormitorio cuya puerta se alzaba ante él en aquel instante era el único en toda la base que jamás había visto siendo ocupado durante su estancia en el lugar, lo cual lo llevó a la conclusión de que dicho dormitorio debía corresponder a su yo de ese futuro, y que la llave que tenía en su poder debía abrir la puerta que lo mantenía inaccesible, e hizo que, en cuanto el pelirrojo anunció que aquel día se tomarían un descanso en su arduo entrenamiento para Choice, aprovecharía la oportunidad para comprobar si sus suposiciones eran ciertas o no. Después de todo, ganasen o perdiesen en el mortal juego de Byakuran, esa era su última oportunidad para buscar respuestas.

Con un ágil movimiento, retiró la llave de la cerradura y la guardó en uno de sus bolsillos. Acto seguido, respiró profundamente para inducirse valor y empujó la puerta lentamente hasta abrirla apenas lo suficiente para poder pasar a través de ella. Finalmente, entró al dormitorio, cerrando la puerta tras de sí procurando minimizar el ruido.

Permaneció en la más completa oscuridad durante unos cuantos segundos, con la espalda apoyada contra la puerta. Una vez se hubo convencido de que el único sonido audible era el de su agitada respiración, buscó en la pared con las manos hasta encontrar el interruptor que le permitió encender las luces de la estancia.

Una alfombra cubría el piso del dormitorio en su totalidad, mientras que la pared estaba decorada con papel tapiz de colores cálidos y motivos abstractos. No había ningún cuadro que le confiriese a esta última una decoración adicional, sin embargo, un soporte especialmente diseñado para tal fin permitía que un televisor de pantalla plana colgase de la pared que daba al frente de la gran cama que ocupaba casi por completo el centro de la habitación. Un amplio clóset ocupaba por completo la pared ubicada a la izquierda de donde el peliplateado se encontraba en aquel instante. Al fondo de la habitación pudo distinguir una puerta que seguramente daba hacia el baño, y un estante donde se acumulaban libros, carpetas y discos de música y películas variados.

Decidió comenzar su búsqueda allí.

Avanzó hacia donde se encontraba el estante con pasos rápidos y sigilosos. Una vez estuvo frente a este, examinó su contenido minuciosamente. Aunque reconoció un par de sus películas y discos de música favoritos entre el montón, la mayoría le resultaron completamente desconocidos. Ninguno de los títulos de los libros le era familiar en lo más mínimo, mientras que las carpetas, repletas de documentos, parecían estar organizadas en un orden tan cuidadoso que no se atrevía a moverlas de su lugar.

De pronto, su mirada se posó sobre un álbum de fotos que había pasado completamente desapercibido ante él al principio, y los latidos de su corazón se aceleraron ligeramente ante la perspectiva de las pistas que pudiese encontrar en su contenido, sin embargo, en cuanto intentó removerlo del estante, las carpetas contiguas amenazaron con caerse al suelo sin importar lo cuidadosos de sus movimientos, por lo que se vio obligado a desistir.

Dejó escapar un leve suspiro antes de continuar su búsqueda en el closet. Avanzó deprisa hacia este sobre la alfombra que amortiguaba el sonido de sus pasos y abrió las puertas de par en par.

Apenas bastaron un par de segundos para que un extraño detalle llamase poderosamente su atención.

Y es que prácticamente la mitad de la ropa que colgaba del clóset era de una talla considerablemente más pequeña que la otra mitad, y se encontraba organizada de forma que ambas clases de prendas estuviesen completamente separadas entre sí, lo cual sólo contribuía a resaltar la diferencia entre ellas a simple vista. La única explicación lógica que el ojiverde pudo encontrar para este curioso hecho fue que su yo del futuro compartía la habitación con alguien más, sin embargo, ni siquiera eso resultaba del todo convincente, ya que, de ser así, ¿no deberían haber dos camas individuales en lugar de una gran y única cama?

Se sentó precisamente sobre aquella gran cama mientras recorría cada rincón del dormitorio con la mirada, buscando desesperadamente alguna pista, cualquier cosa que le permitiese darle una explicación lógica y convincente a lo que acababa de ver. No pudo evitar que una ligera sensación de frustración creciera en su interior. Se había infiltrado en aquella habitación con la esperanza de encontrar respuestas, sin embargo, lo único que había encontrado hasta ese momento habían sido aún más preguntas.

Salió súbitamente de aquellas cavilaciones cuando su mirada se posó sobre un portarretratos que descansaba sobre la mesa más cercana. Casi como si se tratase de un acto reflejo, avanzó hacia donde este se encontraba y lo tomó entre sus manos.

En cuanto pudo observar de cerca la fotografía que este protegía, todo lo que había visto desde que entró a aquel dormitorio…no, todo lo que había visto desde que llegó a ese extraño futuro encajó como si de engranajes se tratase.

En ella, el Décimo y él sonreían alegremente y lucían Yukatas mientras el cielo nocturno a sus espaldas se iluminaba con los brillos multicolores de los fuegos artificiales. Parecían demasiado mayores como para que la fotografía correspondiera al presente, y demasiado jóvenes como para que correspondiese a aquel futuro. En una de las esquinas, se podía leer con toda claridad la frase Feliz Primer Aniversario.

Ahora lo comprendía todo. La única razón por la que había una gran y única cama en lugar de dos individuales era porque su yo del futuro estaba saliendo con la persona con la que compartía la habitación, y esa persona era nada más y nada menos que…

Presa de un repentino y poderoso impulso, extrajo la fotografía del portarretratos y la sostuvo entre sus temblorosas manos para luego cerrar las puertas del clóset de golpe para luego abandonar la estancia, apagando las luces y cerrando la puerta tras de sí con un gran estruendo.

Recorrió pasillos y bajó escaleras a toda velocidad. Su rostro se había teñido completamente de rojo y los latidos de su corazón se habían acelerado fuera de todo control. Hacía un enorme esfuerzo por comprender en su totalidad los alcances e implicaciones de su idea. Si lo que aquella misteriosa fotografía daba a entender era cierto…si en verdad el Décimo y él estuviesen saliendo en esa época, su perspectiva acerca de los sucesos que habían tenido lugar desde su llegada a aquel futuro que se tornaba más extraño a cada segundo cambiaría completamente. Aunque deseaba que sus suposiciones fuesen ciertas más que ninguna otra cosa, era perfectamente consciente de que la situación actual era demasiado delicada como para sacar conclusiones apresuradas, al menos no antes de poder hablar con alguien más de esto, de que alguien pudiese confirmar o refutar su teoría. Y si lo que sabía hasta aquel momento de ese futuro era cierto, había una sola persona sobre cuyos hombros caía la responsabilidad de responder ese tipo de preguntas.

Se detuvo ante las imponentes puertas, jadeante. Respiró profundamente en un intento de calmarse. Se disponía a golpear, más se percató de que las puertas se encontraban entreabiertas, por lo que simplemente las empujó y entró en la habitación.

En el interior, ni Shoichi ni Spanner dieron señales de notar su intrusión. Ambos mecánicos parecían sumamente concentrados en su trabajo, y escuchaban música a través de audífonos en un intento de evitar cualquier distracción externa.

— ¡Irie!—Llamó Gokudera en el tono de voz más serio y autoritario del que fue capaz, más no obtuvo ninguna reacción por parte del aludido—¡¡Irie!!—Reiteró al tiempo que una sensación de molestia crecía rápidamente en su interior, obteniendo los mismos resultados.

Finalmente, desistió y decidió que no tenía más opción que hacerse escuchar por la fuerza. Avanzó rápidamente hacia donde el pelirrojo se encontraba.

— ¡Al menos responde cuando te llaman, maldita sea!—exclamó al tiempo que le quitaba de golpe los audífonos al chico de lentes.

— ¡¿Gokudera-kun!? ¡Me asustaste!—Respondió el pelirrojo en un tono de voz que intentaba semejar un reproche al tiempo que se volteaba hacia donde el aludido se encontraba— ¿Pasa algo? Espero que sea importante, porque estoy bastante ocupado—

—Necesito hablar contigo—afirmó el peliplateado, confiriéndole a su voz un tono autoritario—Ahora. En privado—

— ¿Tiene que ser ahora?— se quejó Shoichi—Ya te dije que estoy muy ocupado—

—Sí, lo que tengo que decirte no puede esperar—Aseguró el ojiverde. Su voz no mostró ni el más mínimo rastro de vacilación—Seré breve, no te preocupes—

—Está bien, está bien, lo que tú digas—Cedió finalmente el pelirrojo de mala gana—Dame un segundo, ¿quieres?—pidió al tiempo que se volteaba hacia donde el rubio se encontraba— ¡Spanner!—llamó mientras daba suaves golpes con uno de sus dedos en el brazo del aludido—Saldré un momento, ¿está bien? Volveré pronto—afirmó. El rubio hizo un gesto afirmativo con la cabeza, con lo que el chico de lentes se dio por satisfecho y se incorporó, dirigiéndose hacia la puerta con pasos apresurados, seguido del peliplateado.

—Muy bien, te escucho—declaró desinteresadamente Shoichi una vez estuvieron fuera de la habitación—Intenta no tardar demasiado, ¿quieres?—

—No te preocupes, lo único que necesito es que me digas si esta foto significa lo que parece o no—afirmó Gokudera mientras desviaba la mirada y extendía sus brazos hacia el pelirrojo de forma que este pudiese observar de cerca la fotografía que sostenía entre sus manos.

En cuanto el chico de lentes posó su mirada sobre aquella fotografía, los colores abandonaron su rostro al instante, y un escalofrío de temor recorrió todo su cuerpo.

— ¿Dónde encontraste eso?— Inquirió el pelirrojo en un frío y autoritario tono de voz

— ¿Eh?—musitó el peliplateado, confundido por la pregunta—Encontré el  maletín de mi yo de esta época cuando llegué aquí…y la llave de su habitación estaba dentro de ese maletín, así que…hoy entré a investigar y…---se vio obligado a hacer una pequeña pausa para tomar aire antes de continuar—esa fotografía estaba sobre la mesa de noche y…—

— ¿Investigar?—Repitió el chico de lentes burlonamente— ¡Por si no lo sabías, te informo que esa investigación tuya podría cambiar irreversiblemente las cosas, no sólo en esta época, sino que también en el pasado!—exclamó en un tono de voz que ponía en evidencia su creciente molestia— ¿¡Acaso nunca has escuchado hablar sobre el efecto mariposa!? ¿¡No te das cuenta de lo peligroso que puede llegar a ser jugar con el tiempo-espacio de esa forma!?---

— ¡No necesito una clase sobre cómo funciona el tiempo-espacio, idiota! ¡Mucho menos una dictada por ti!—Declaró el ojiverde alzando la voz al tiempo que sentía que su paciencia estaba a punto de agotarse por completo— ¡Lo único que quiero es que me digas sí…!— agachó la mirada en un intento de ocultar el enrojecimiento de su rostro, incapaz de terminar la frase.

— ¿Si Tsunayoshi-kun y tú están saliendo en esta época?—Shoichi finalizó la frase al tiempo que sus labios se curvaban en una ligera sonrisa burlona—Pues sí, lo están, ¿Es eso lo que querías escuchar?—Afirmó en un desinteresado tono de voz que daba a entender que no desaba continuar con aquella conversación— ¿Estás satisfecho ahora? ¿Dejarás de cambiar el pasado? ¿Te hartaste de jugar con el efecto mariposa? ¿Puedo volver a mi trabajo ahora?—

— ¡Has lo que quieras!— Exclamó Gokudera al tiempo que se volteaba y se disponía a iniciar el camino de regreso, sin poder evitar que una pequeña parte de la enorme felicidad que en aquel instante lo embargaba quedara en evidencia en el tono de su voz

— Permíteme decirte una cosa antes de que te vayas— El autoritario tono de voz que el chico de lentes utilizó al pronunciar aquellas palabras hizo que el ojiverde se detuviese de golpe— ¡Regresa esa fotografía al lugar donde la encontraste cuanto antes! ¡Y no se la muestres a nadie más, mucho menos a Tsunayoshi-kun!—

— ¡C-como si pudiera hacer algo así, idiota!— Balbuceó el peliplateado antes de salir corriendo, desapareciendo de la vista del pelirrojo instantes después.

Una vez llegó al pie de las escaleras, se detuvo durante unos instantes en un intento de normalizar su agitada respiración y acelerados latidos cardiacos. Acto seguido, continuó con su camino al tiempo que hacía un esfuerzo por ordenar sus ideas.

Aunque habían cosas que aún no lograba comprender en su totalidad, aunque muchas de sus preguntas permanecían sin respuesta, aunque no tenía del todo claro qué se suponía que debía hacer con lo que acababa de descubrir, aunque la felicidad que en aquel instante experimentaba era tan inmensa que disimularla le suponía un enorme esfuerzo, tenía la impresión de que ahora era capaz de ponerse en el lugar de su yo de ese futuro, de hacerse una idea de las cosas por las que había tenido que pasar. Durante el último tiempo, había culpado a su yo de aquella época de la tragedia de la que había sido testigo desde su llegada a la misma, temiendo que algo de lo que había hecho le había llevado a perder la confianza del Décimo y, por consiguiente, a quedar excluido de su plan para derrotar a los Millefiore. Sin embargo, ahora comprendía que dichos temores no podían estar más alejados de la realidad, puesto que la razón por la que el Décimo no había solicitado su ayuda para llevar a cabo dicho plan probablemente fuese porque el amor que ambos se profesaban le había impedido exponerle a tal riesgo, muy por el contrario de lo que había creído hasta ese momento. Y, por mucho que no quisiese admitirlo, había hecho bien, ya que, después de todo, el Décimo...

Apretó con fuerza los puños al evocar en su mente la imagen del ataúd con la insignia de los Vongola, más dicha visión desapareció por completo cuando chocó frontalmente contra algo, cayendo sentado sobre el piso y saliendo repentinamente de sus cavilaciones.

Sólo cuando finalmente se incorporó reparó en el hecho de que unos ojos color avellana que le resultaban sumamente familiares habían fijado su confundida mirada en él.

— ¡D-décimo! ¡¿Está bien?!— Balbuceó sin pensar al tiempo que su rostro se cubría de leves tonos rojizos sin que pudiese hacer nada para evitarlo— ¡L-lo siento mucho, en verdad!—

— Estoy bien, en serio, no te preocupes— Afirmó el aludido en un tono de voz que intentaba resultar tranquilizador—Más importante que eso, ¿Dónde estabas? No te había visto durante toda la mañana...—

—E-eh, yo...estaba...—Musitó Gokudera mientras desviaba la mirada. ¿Qué se suponía que debía responder?— ¡Estaba investigando la base un poco! ¡Sí, eso!—

— ¿Investigando?—Preguntó Tsuna en un tono de voz que dejaba entrever un leve rastro de curiosidad— ¿Y encontraste algo?—

—N-no, nada importante...—Existían muy pocas cosas que odiaba más que verse obligado a mentirle al Décimo, más en aquel instante no tenía otra opción.

—Ya veo— Afirmó el castaño despreocupadamente, dando el tema por finalizado—En fin, ¿Cómo va tu entrenamiento para Choice?

—Va progresando bien, pero no sé si será suficiente...—Declaró el ojiverde, aliviado por el repentino cambio de tema

—Los demás dijeron exactamente lo mismo—Comentó el ojimiel mientras reía por lo bajo— ¡Ah, por cierto! ¡Se te cayó eso cuando chocamos antes! ¿Qué es?—Continuó al tiempo que apuntaba con uno de sus dedos hacia un punto del piso.

Sólo en ese instante el peliplateado reparó en lo que parecía un pedazo de papel blanco que yacía en el piso y se percató de que ya no tenía la fotografía entre sus manos.

— ¡N-no es nada importante, no se preocupe por eso!—Se apresuró a responder mientras recogía la foto del piso en un ágil movimiento— ¡Y ahora me tengo que ir, nos vemos más tarde!—Finalizó al tiempo que salía corriendo por el pasillo a toda velocidad.

El ojimiel dejó escapar un leve suspiro y continuó su camino una vez el ojiverde desapareció de su vista. 

 

 

 

Notas finales:

...Si tuviese que hacer una especie de balance, diria que a pesar de que este fic se desvió mucho de lo que yo quería que fuese, y lo he dicho así en más de alguna ocasión, me sirvió para sacar una que otra lección sobre mi estilo de escritura y las cosas que me acomodan más, lecciones que espero me sean de utilidad en mi próximo proyecto, porque sí, para bien o para mal, me verán por aquí durante un tiempo más!

Muchas gracias por todo, y espero con ansias verlos en mi próximo proyecto <3

/Mahiko runs


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